SIGLO XII - LITERATURA
La Crónica najerense, cuyo título original es Chronica naiarensis o naierensis (llamada así porque fue compuesta en el monasterio benedictino de Santa María la Real de Nájera), es una crónica del último cuarto del siglo XII12 escrita en latín que narra una historia universal emprendida desde la Creación que continúa con la bíblica, la de la antigüedad clásica y de la Hispania visigoda hasta llegar a la historia contemporánea de los reinos de Castilla y León.
Constituyó el modelo para la historiografía hispano-latina posterior (De rebus Hispaniae, de Rodrigo Jiménez de Rada y Chronicon mundi, de Lucas de Tuy) y para la obra histórica alfonsí, e incluyó abundantes materiales obtenidos de los cantares de gesta. Influyó asimismo en la primera crónica de España redactada en una lengua vernácula, el Liber regum o Libro de las generaciones y linajes de los reyes, escrita en navarroaragonés.3 Aunque se ha postulado la influencia de la Crónica najerense en el Carmen Campidoctoris, no se ha podido demostrar este influjo.4
Se trata de una compilación realizada a partir del agregado de fragmentos de obras anteriores, como la obra histórica de San Isidoro o el Corpus Pelagianum, obra supervisada por el obispo de Oviedo don Pelayo (m. 1143 o 1153).
Aunque la obra venía siendo fechada hacia 1160, la edición de Estévez Sola de 1995 retrasa su fecha de composición hasta 1173 como terminus post quem, año en que Pedro Coméstor debió concluir su Historia Scholastica, otra de las fuentes de la Crónica najerense.1 Montaner la data hacia 1185, y en todo caso entre 1173 y 1194, pues sirvió de fuente al Linaje de Rodrigo Díaz, que no pudo ser redactado antes de 1194. La obra, pues, es estrictamente contemporánea a la Historia Roderici, si bien esta última debió ser anterior, pues influyó en la Crónica najerense.
Las Crónicas Anónimas de Sahagún son dos pequeñas crónicas compuestas por los monjes benedicinos del Monasterio de Sahagún dos siglos después de los hechos relatados. Actualmente sólo sobreviven en copias del siglo XVI.
La primera crónica es una relación de los excesos cometidos por los burgueses de Sahagún entre los años 1109 y 1117, durante las denominadas revueltas burguesas de Sahagún. El origen de estas revueltas hay que buscarlo en el texto conocido como Fuero de Sahagún, que otorgaba el poder en la villa al abad del Monasterio.
La segunda crónica data del siglo XIV y su interés histórico es mucho menor.
Las Crónicas navarras, Corónicas navarras o Anales navarro-aragoneses es la obra en prosa romance más antigua conservada en España. Son un conjunto de narraciones históricas escritas en parte en latín y en lengua navarro-aragonesa hacia el año 1186 (en su versión más antigua) y están integradas en el Fuero general de Navarra, un código legal que tuvo varias refundiciones.
Entre 1196 y 1213 se compone una versión ampliada que incluía un Linaje de los Reyes de España hasta Alfonso II de Aragón —escrito entre 1205 y 1209 según Antonio Ubieto, su editor moderno (Valencia, Milagro, 1964)— y un valioso Linaje de Rodrigo Díaz, que Ubieto creyó escrito en vida del Cid con las palabras «el más antiguo de los textos históricos redactados en romance hoy conocidos». Sin embargo, tras los estudios sobre la materia cidiana de Alberto Montaner Frutos, el Linaje se considera compuesto hacia 1195 tras la muerte de Sancho VI de Navarra, y usa como fuentes la Historia Roderici (compuesta entre 1188 y 1190) y la Crónica najerense (c. 1190).
Así, las Crónicas constan de seis partes, establecidas por dicho estudioso:
- Linaje de los Reyes de España, desde Ramiro I hasta Alfonso II de Aragón.
- Linaje de Rodrigo Díaz el Campeador.
- Historia Antigua, desde el siglo I hasta el siglo VIII.
- Anales viejos.
- Anales modernos.
- Anales latinos.
Las crónicas históricas que corresponden a fines del siglo XII no tienen forma narrativa sino de anales: los «Anales viejos», por lo que no poseen mérito literario. Su máximo interés radica en que aparecen la referencia más antigua de la literatura española al rey Arturo:
Era D. LXXX aynos fizo la bataylla al rey Artuyss con Modret Equibleno.
Disciplina clericalis es una colección de exempla, o cuentos ejemplarizantes, escrita por Pedro Alfonso de Huesca (Moseh Sefardí) a comienzos del siglo XII en latín. El ejemplario consta de un prólogo y treinta y tres ejemplos extraídos de fuentes cristianas, árabes y judías escritas y del folclore oral de estas tres culturas. La obra tuvo una gran repercusión en toda Europa e introdujo la cuentística oriental en el occidente cristiano.
Sus cuentos fueron transmitidos en varias compilaciones de ejemplos de forma parcial, entre ellas 76 manuscritos latinos, pero solo fueron impresos completos en una edición del francés Méon a partir de los siete manuscritos que conservaba la Biblioteca Nacional de Francia. La traducción al español hubo de esperar hasta la edición de González Palencia de 1948.1 Más reciente es la edición de Esperanza Ducay y María Jesús Lacarra (Zaragoza, 1980).2
El título, Disciplina clericalis, viene a significar «enseñanza de doctos» y no a reprensión de clérigos. Se trataba de aleccionar mediante historias cortas de las que se podía obtener un provecho didáctico. El mismo Pedro Alfonso nos indica en el prólogo:
Compuse mi librito en parte con proverbios de filósofos y sus enseñanzas y en parte con proverbios y ejemplos árabes y fábulas de animalesDisciplina clericalis, I.
Esta cita concuerda con el estudio que se ha realizado de sus fuentes, que abarcan desde las fábulas de Esopo (ejemplo V) hasta las colecciones de cuentos orientales, como el Barlaam y Josafat (ejemplo XII), el Kalilah wa-Dimnah o Calila y Dimna (ejemplo XXIV) y el Sendebar (ejemplos XI o XIII). También utilizó la literatura sapiencial o gnómica y los libros de sentencias atribuidas a los filósofos de la antigüedad, como los Bocados de oro; asimismo, se sirvió de relatos bíblicos y, con todo este material, unido a la tradición folclórica oral hebrea, árabe y cristiana —no hay que olvidar que en esta época era el vehículo principal de transmisión de la literatura— colectó un repertorio que fue usado abundantemente por las compilaciones posteriores y que se adelantó en más de un siglo a las primeras colecciones de ejemplos castellanas mandadas traducir de la cuentística oriental por Alfonso X el Sabio.
Su obra influyó en la literatura hebrea en la Selección de piedras preciosas, de Yeddaya Bedrashi de hacia 1298, ampliamente difundido y que fue impreso en las postrimerías del siglo XV en hebreo y más tarde en latín.
Pero su mayor influjo radica en la inclusión de sus cuentos en casi todas las colecciones de exempla medievales escritas en latín, como el Speculum historiale de Vicente de Beauvais o los de Jacques de Vitry, los Gesta Romanorum, Scala Coeli, o la Leyenda dorada de Jacobo de Vorágine, todos del siglo XIII.
En cuanto a la literatura española, aparecen sus materiales en el Libro de los exemplos por a.b.c. y los Castigos e documentos de Sancho IV entre otros.
Posteriormente, se transmitieron a los ejemplos del Libro del Conde Lucanor y a los del Libro de buen amor, a las novelle del Decamerón de Boccaccio y, ya en el renacimiento, se observa aún su influencia en El Patrañuelo de Juan de Timoneda, y en asuntos de las Novelas ejemplares de Cervantes, u obras dramáticas del teatro español del Siglo de Oro e incluso de Shakespeare.

Manuscrito de Pedro Alfonso.
Disputa del alma y el cuerpo
Disputa del alma y el cuerpo es un poema de debate castellano de finales del siglo XII, del que se conservan 37 versos en pareados heptasílabos copiados en la cubierta de un códice de 1201 procedente del Monasterio de Oña.
La obra fue descubierta por el archivero Tomás Muñoz y Romero y fue editada por Pedro José Pidal (1856), Ferdinand Joseph Wolf (1859), Pedro Felipe Monlau (1865), José María Octavio de Toledo (1878) y modernamente por Ramón Menéndez Pidal, quien incluye un facsímil del códice. Recoge el diálogo entre el cuerpo y el alma de un difunto. El alma, en forma de niño desnudo, que contempla el cadáver, no para de llorar y lo increpa lamentándose de que por sus pecados hayan sido condenados los dos. El poema se interrumpe antes de que podamos conocer la respuesta del cuerpo. El protagonista es una verdadera abstracción de la humanidad y extrae conclusiones del hecho de que, en tanto se interna en el Valle de la Muerte acompañado por la figura alegórica «Buenas Obras», todos los bienes materiales que ha obtenido a lo largo de su vida han de ser abandonados.
Por la referencia a unas monedas árabes («morauedis, azaris et melequis», v. 28) en uso entre 1145 y 1172, es quizás el texto más temprano que puede fecharse antes de que acabe el siglo XII. Según Solalinde, está inspirado en un poema francés titulado Un samedi par nuit, que a su vez se funda en la Visio Philiberti, también en heptasílabos pareados. De la comparación que se ha hecho con la fuente francesa se deduce que traducción y ejercicio retórico son aquí inseparables, aunque los primeros versos, que faltan en el original, supongan una intromisión juglaresca posterior para su ejecución pública.
Debido a su estado fragmentario y a su brevedad, la obra carece de gran interés literario, pero inaugura un género en la literatura española, el del poema de debate, que producirá obras muy meritorias incluso hasta el siglo XVI. Pese a que hubo más disputas entre alma y cuerpo, no derivarán de esta Disputa..., sino de una base común en la tradición literaria europea.
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