sábado, 4 de abril de 2020

HISTORIA DE ESPAÑA

ANTÍGUO RÉGIMEN - CORTES DE ESPAÑA

Cortes de Zamora es la denominación de las reuniones de las Cortes de Castilla que tuvieron lugar en la ciudad de Zamora. Hubo tres, las Cortes de Zamora de 1274, las Cortes de Zamora de 1301 y las Cortes de Zamora de 1432.
Las más importantes fueron las Cortes de Zamora de 1274, reunidas durante el reinado de Alfonso X; en las que la nobleza se negó a la puesta en vigor de las Siete Partidas redactadas por la cancillería real (posteriormente entrarían en vigor con Alfonso XI), quedando reducidas en su aplicación a los denominados Pleitos foreros y pleitos del rey.









Las Cortes de Ocaña de 1469 fueron una reunión de las Cortes de Castilla acaecida en la localidad toledana de Ocaña durante los primeros meses del año 1469, en el reinado de Enrique IV. Tuvieron como finalidad jurar a Isabel de Castilla princesa heredera del trono, consensuar las reformas necesarias para poner orden en el reino y, como era habitual, otorgar un servicio fiscal al monarca. No todas las ciudades con voto en Cortes estuvieron presentes en estas reuniones, y otras retardaron notablemente el envío de sus representantes.
Entre los temas tratados más destacados estuvieron la revocación de mercedes concedidas a la nobleza, la reforma monetaria, fiscal, y judicial, la provisión de los cargos públicos, el restablecimiento de la alianza francesa y el buen uso de los servicios de Cortes.

Convocatoria[editar]

Las Cortes de 1469 fueron convocadas por Enrique IV de Castilla el 24 de septiembre de 1468 desde Casarrubios del Monte1​ En la circular enviada a las ciudades, el monarca manifestó dos razones para efectuar dicha convocatoria. La primera de ellas, para que su hermana Isabel de Castilla fuese jurada como princesa heredera, y la segunda, en términos más generales, se refería a la necesidad de pacificar el reino y consensuar las reformas pertinentes. Además, pidió a las ciudades enviar los mismos procuradores que habían asistido en las anteriores Cortes de Segovia de 1466, ya que consideró que se hallaban inconclusas.

Complicaciones[editar]

La reunión de las Cortes de 1469 estuvo atravesada por un halo de dificultades. Cuenca y León retrasaron considerablemente el envío de sus diputados, los de Toledo apenas asistieron en alguna ocasión, mientras que los de SevillaCórdobaJaénMurcia y Guadalajara simplemente se ausentaron. 1

Cuenca[editar]

Una vez llegada la carta de la convocatoria, el concejo de Cuenca se aprestó el 11 de octubre a designar a sus dos procuradores: Pedro Carrillo de Albornoz y Alfonso Cabrera. Si bien es probable que hayan asistido a la jura de la princesa Isabel, lo cierto es que se ausentaron a la hora de presentar las peticiones al monarca. El 21 de enero de 1469 los pocos diputados reunidos en Ocaña dirigieron una carta a la ciudad suplicando que enviase sus representantes, pues a raíz de su ausencia no habían querido presentar los capítulos de reformas al rey.
Al día siguiente, comunicaron a la ciudad que su petición a Enrique IV referente a poder acuñar moneda menuda en ella por los problemas que atravesaba no podía ser válida hasta consensuar primeramente entre todos los procuradores una reforma monetaria general, sobre la que luego se podrían fijar las excepciones y los casos especiales. A todas estas misivas Cuenca recién respondió el 17 de febrero de 1469, dando a entender que había dado un poder de procuración a Juan de Salcedón, pero que luego de revocado, este se había obstinado en abandonar la Corte permaneciendo en ella en calidad de diputado. En otra carta dirigida a los procuradores reunidos en Ocaña anunció, por fin, el envío de sus representantes.

León[editar]

Al igual que ocurrió con Cuenca, los procuradores reunidos en Ocaña junto a Enrique IV rogaron a León que envíase sus procuradores, aunque en realidad en términos más duros, pues afirmaron que de persistir en su negativa iniciarían los debates y tomarían los acuerdos necesarios como si las Cortes estuviesen completas. Finalmente, León envió sus procuradores: fueron Juan de Villamizar y Gonzalo de Villafañe.

Toledo[editar]

Toledo al parecer sí envió procuradores, Alfonso de Silva y Álvaro de Toledo, pero éstos no asistieron más que una fracción muy reducida de las mismas, por lo que en la práctica se puede decir que la ciudad se ausentó en las Cortes de 1469. 1

Andalucía, Murcia y Guadalajara[editar]

Tanto Sevilla, como Córdoba, Jaén y Murcia (ésta última sometida al dominio del Adelantado) no enviaron representantes a las Cortes de Ocaña de 1469 por tratarse de núcleos alfonsinos que no aceptaban el arreglo adoptado a instancias del valido Juan Pacheco en los Toros de Guisando. La misma actitud sostuvo la ciudad de Guadalajara, que defendía la causa de Juana la Beltraneja, la cual precisamente se disputaba la sucesión con la que iba a ser jurada princesa heredera en estas Cortes: Isabel.

Peticiones de los procuradores[editar]

Primeras peticiones[editar]

El 15 de marzo de 1469 los procuradores reunidos en Ocaña elevaron al rey una petición que pedía, en base a un juramento hecho por Juan II en 1442 y también suscrito por él mismo, que no se enajenasen del patrimonio real ninguna renta, tierra, ni vasallos, pues se hallaba prácticamente esquilmado en su totalidad. 1​ La solicitud al monarca, que se encontraba por ese entonces en Madrid, vino dada a raíz de ciertas informaciones que hablaban de concesiones regias de vasallos. Consecuentemente en ese sentido, los procuradores suplicaron a Enrique IV que dichas mercedes no se concretasen, y que se comprometiese a respetar el juramento realizado por Juan II «pues esta debda entre otras deve a sus Reynos». En realidad, más que una petición se trató de una exigencia, pues de no hacer caso los diputados advirtieron que:
Vuestros Reynos usarán de los remedios de la dicha ley e de todos los otros que les fueren permisos para conservar la potencia e vigor de la Corona real.
Asimismo, constituyó una crítica a la política enriqueña de concesión indiscriminada de mercedes:
De poco tiempo acá muchos pequennos son fechos grandes, e muchos grandes son fechos mayores.
El 19 de marzo, seis representantes de los propios procuradores (a saber, Iñigo Díaz de Arceo, procurador por Burgos, Gonzalo de Villafañe, por León, Rodrigo del Río, por Segovia, Rodrigo de Morales y Gonzalo de Molina, por la ciudad de Soria, y Francisco de Valdés, procurador de Zamora) le entregaron la petición al rey en la localidad Villarejo de Salvanés. Enrique IV se negó a leer el documento en el momento y respondió que lo examinaría más tarde. Gonzalo de Villafañe se avino entonces a expresar a viva voz su contenido, pero el rey simplemente la entregó a su secretario Juan de Oviedo para responderla llegada la ocasión.
Dos días después, el 21 de marzo, los procuradores se reunieron con la princesa Isabel en las casas del licenciado de la Cadena, en Ocaña, donde la futura heredera del trono dio lectura del documento y, en lo que vino a ser un acto simbólico, afirmó que ella haría todo lo posible para que su hermano Enrique IV cumpliese la petición. 1

Cuaderno de Cortes[editar]

El cuaderno de peticiones data del 10 de abril de 1469 y contiene 30 de ellas, que se pueden agrupar en los apartados que se describen a continuación. 1

Revocaciones de mercedes[editar]

Las primeras peticiones vienen en sintonía con el documento presentado al monarca en marzo. Se solicita a Enrique IV que en adelante no se lleven a cabo concesiones de vasallos y que se anulen las posteriores a 1464, por ser causas todas ellas de la pérdida de las libertades ciudadanas. Además, hacen un llamado a la rebelión antiseñorial cuando le piden al rey que autorize a las villas y ciudades concedidas a la nobleza en los últimos años a armarse y sublevarse contra sus señores: 2
E que puedan tomar e ocupar las fortalezas e castillos de los tales logares para la dicha corona real.
El monarca respondió que, si bien reconocía la validez de estas peticiones, se veía impotente para cumplirlas, y que su aplicación acarrearía peores daños al reino de los ya vividos en la guerra civil.
Pero las pretendidas revocaciones incluían también otros tipos de mercedes: las dadas a personas de todos los estados y condiciones, a los cabildos, universidades y conventos. Se enumeran, entre otras, las quitaciones fijas asentadas en los libros reales y los juros vitalicios o por heredad, todas las cuales, según los procuradores, significaban un gasto enorme para el Estado y debían ser suprimidas o recortadas sin excepción alguna. Nuevamente asisten en este punto a una negativa real.
La siguiente petición solicita proceder del mismo modo con las mercedes dadas en plena guerra civil, durante la campaña de Simancas, a saber: cartas de hidalguía incluso firmadas en blanco, privilegios para tener ferias en ciertos lugares con franqueza de alcabalas y otros tributos, exenciones de pedidos y monedas, de moneda forera, yantares, martiniegas, aunque en este punto exceptuando a las ciudades con voto en Cortes, separación de ciertas villas de las jurisdicción de otras, escribanias de cámara, monterías, escuderías de caballo, secretarías y guardas. En esta petición las Cortes obtuvieron satisfacción, menos en lo que refiere a la separación de ciertos lugares de las villas de las que dependían originalmente. En cuanto al privilegio de las ciudades para seguir gozando de las exenciones de pedidos y monedas, el monarca simplemente se abstuvo de tratar la cuestión, quedando todo en un silencio ambiguo.
Las siguientes revocaciones se referían a los oficios acrecentados, es decir, oficios dados a una determinada persona por merced real y que conllevaban a un aumento de los integrantes de las corporaciones municipales, de allí su caracterización de "acrecentados".

Rentas[editar]

Los procuradores mostraron su preocupación por quienes, teniendo desde siempre mercedes y rentas asentadas en los libros reales (se habla específicamente de escuderos, caballeros, dueños, doncellas e hidalgos), las perdían o veían disminuir sus ingresos a causa de la precariedad financiera de la Corona. Enrique IV respondió que sus rentas se hallaban esquilmadas, pero que vería la forma de calmar sus necesidades.
Se repitió, como era habitual hacerlo en las todas las Cortes anteriores, el problema de la paga puntual de los castillos fronterizos, a los cuales siempre les faltaba mantenimientos y el sueldo de los oficiales que trabajaban en ellos.
Los procuradores se quejaron también de que el monarca, a pedido del algunos nobles, había seguido recaudando un impuesto de montazgo sobre los ganados (establecido por el infante Alfonso mientras fue rey), incluso en zonas originalmente exentas de contribuir, lo que redundaba en perjuicio para los dueños de ganado.

La Hermandad[editar]

Con el fin de averiguar el destino de los cuantiosos fondos destinados a la Hermandad, se estableció la formación de una comisión compuesta por dos miembros del Consejo para que tomasen cuentas al tesorero de la citada organización, presente en Ocaña.

Orden público[editar]

En este plano los procuradores denunciaron los abusos de la guardia real, las exacciones de los señores poderosos, que expulsaban caprichosamente a sus enemigos de sus tierras, y la apropiación por parte del conde de Salinas de las villas de Pancorbo y Miranda de Ebro, pertenecientes a Burgos. Se pidió al monarca reveer estos asuntos para proveerles alguna solución.

Hacienda[editar]

Los procuradores peticionaron para que los arrendadores, recaudadores y receptores del reino se presentasen ante los contadores de cuentas para dar fe de su labor, ya que en su poder retenían importantes sumas de dinero. Sugirieron la elaboración por parte de los contadores mayores de una relación dónde se especificase qué partidos, tributos y recaudadores habían estado al frente de ellos, lo que permitiría poner al día las cuentas hasta el año 1468.
Otra petición de los procuradores se refería a la revocación de las cartas de finiquito dadas durante la guerra civil, por las cuales aceptó recibir menos dinero del que debería haber ingresado a las arcas reales, acuciado por perentorias necesidades fiscales.
A ambas peticiones Enrique IV respondió afirmativamente, y en la cuestión de los finiquitos, ordenó que se descontasen de las cantidades que se le tenían que pagar, todos los gastos que habían hecho sus poseedores en recibirlas, además lo que habían pagado en su momento por ellas, más otra cantidad similar a esta última.

Las Cortes y la Hacienda[editar]

Los procuradores manifestaron al monarca cierta desconfianza hacia el uso y finalidad que se les daba a los servicios de Cortes:
Por manera que vuestros rreynos mas socorrian a las voluntades e cobdicia de algunas personas que a vuestra necesidad.
Propusieron entonces elegir entre ellos una diputación permanente que se encargase de vigilar el destino de los fondos aportados por las ciudades. Enrique IV aprobó la petición, y además de comprometerse a hacer un buen uso de aquellos, aseguró que no se expediría ninguna carta de recaudación sin que estuviese firmada por la diputación permanente.

La moneda[editar]

Los procuradores expusieron el tema monetario como de máxima urgencia, pues consideraron que perjudicaba no solo a los pobres y mendigos sino también a otras capas sociales más beneficiadas; era, en fin, la raíz del desórden económico en que estaba sumido el reino.
En este sentido, pues, propusieron las siguientes medidas:
  • Confiar al conde de Haro la tarea de convocar a los mejores monederos del reino; o en su defecto, si el conde rechazase su tarea, reemplazarlo con una persona del Consejo Real elegida por el monarca entre dos miembros de dicha institución previamente elegidas por las Cortes. En realidad, esta petición no fue respondida por el soberano, aunque los nobles dieron ciertas garantías a los procuradores como luego se verá.
  • Acuñar suficiente moneda.
  • Igualar la moneda menuda con la gruesa.
  • Respetar el orden a seguir en las acuñaciones, establecido por las Cortes.
  • Penalizar a los infractores de las ordenanzas.
  • Solicitar al papa el permiso para imponer penas de excomunión.
  • Exigir a los integrantes del Consejo Real un juramento con el que se comprometiesen a cumplir lo acordado.

La Real Audiencia[editar]

En este ámbito, los procuradores de Cortes pidieron una reforma que permitiese a dos o tres diputados participar, junto con el Consejo Real, en la designación de los principales oficios de justicia de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. El monarca Enrique IV aprobó la petición y consignó que hasta encontrar otros fondos de numerario, dichos procuradores serían pagados utilizando los servicios de Cortes.

Confirmación de cuadernos antiguos[editar]

Se solicitó al monarca que se publiquen las leyes contenidas en el cuaderno de las Cortes de Salamanca de 1465, porque la guerra civil lo había postergado y los jueces dudaban en aplicar todo lo acordado en esta reunión.

El Consejo de Justicia[editar]

Los procuradores le recordaron a Enrique IV sus obligaciones como rey:
El oficio del rrey asy por su primera ynvencion como por su nonbre es rregir, y ha se de entender, bien rregir, por que el rrey que mal rrige no rrige, mas disipa; sigue se que pues quitar e determinar quistiones y dar a cada uno lo suyo es oficio de rrey e este tal exercicio se llama justicia.
Según expusieron, la decadencia en la administración de la justicia real venía dada por la mala provisión de los oficios, el pago defectuoso de sus funcionarios y el alejamiento del Consejo de justicia de la Corte del rey. Ponderado aquello, y a fin de lograr un buen funcionamiento de la institución, se decantaron a pedir una reforma que fuese aplicada por ellos junto con los miembros del Consejo. Enrique IV aprobó la medida y confió el nombramiento de los distintos oficiales al arzobispo de Sevilla y al obispo de Sigüenza.

Otros temas de la justicia[editar]

Hay otras cuestiones de trámite administrativo, repetidas en anteriores reuniones de Cortes. Es el caso, por ejemplo, de las cartas reales que tocan a la parte y que generan múltiples perjuicios a los particulares debido al poco control con que se procede a su libramiento. Para un correcto control, se solicitó que el Consejo de justicia entienda en el tema.
Asimismo, se pidió al rey que en adelante no incurriese en una acción de desprestigio de su persona como lo era la venta de cartas y cédulas en blanco, ya fuesen solamente con su firma o con ciertas partes sin rellenar. No obstante, consta que esta petición no tuvo respuesta alguna por parte de Enrique IV.

Cargos públicos[editar]

En lo que se refiere a la provisión de los cargos públicos, las Cortes de Ocaña realizaron las siguientes peticiones:
  • Frenar y revertir el aumento del número de Contadores Mayores de Hacienda y de cuentas (que volvían a los órganos de Hacienda ineficaces), de monederos, y de escribanos de cámara.
  • Prohibir a los judíos ocupar arrendamientos de tributos reales.
  • Terminar con los abusos fiscales derivados de la compra-venta de oficios de escribanoRegistradoralguacilContador Mayor etc, solicitando la intervención de una comisión mixta compuesta por integrantes del Consejo y representantes de los procuradores.

Relaciones exteriores: restablecimiento de la alianza francesa[editar]

Una de las peticiones, concretamente la anteúltima, contemplaba la revisión de las relaciones exteriores de Castilla, y en ese sentido, se abogó por el abandono de la alianza inglesa y el restablecimiento de las relaciones con el reino francés.

Promesa de los nobles a los procuradores[editar]

El 25 de abril Juan Pacheco, el conde de Haro, el arzobispo de Sevilla y el obispo de Sigüenza dieron forma a un documento en el que cada uno en su propio nombre y en el del Enrique IV, garantizaba el cumplimiento de todo lo acordado en las Cortes, haciéndose en la práctica responsable de las decisiones del monarca.
El texto se encuentra organizado en seis puntos o apartados. El primero de ellos, además de comunicar que el rey respondería todas las peticiones y que designaría él mismo a quienes integrarían la diputación permanente, fija un plazo de diez días para nombrar las personas que se encargarían de hacer cumplir las propuestas consignadas por los procuradores en el cuaderno de Cortes.
En segundo y tercer lugar, los diputados recibían satisfacción en la cuestión monetaria y de reforma de la justicia real. En cuarto lugar, el rey (o más bien los nobles en su nombre) promete respetar los términos del otorgamiento del servicio, ya fijados para entonces, aunque de forma no oficial.
En el quinto apartado los procuradores se aseguran el libramiento de todos los documentos necesarios para cobrar sus mercedes reales como procuradores y en el sexto y último apartado los nobles se comprometen a pagarles todas las cantidades que solicitasen, en un plazo de diez días.

Otras ordenanzas internas[editar]

Iglesia de San Juan, donde se reunieron los procuradores el 26 de abril para redactar las ordenanzas y posteriormente, crear la diputación permanente
El 26 de abril los propios procuradores de las Cortes, reunidos en la capilla de Chacón, iglesia de San Juan Bautista, redactaron una serie de ordenanzas a las cuales dotaron del grado de leyes y por las que:
  • Los procuradores ausentes, habiendo sido convocados, no podrían participar en los beneficios económicos habituales que acarreaban los oficios de procurador.
  • No se recibiría ningún procurador procedente de alguna ciudad sin derecho a estar representada en Cortes.
  • Los libramientos recibidos por un diputado situados en los lugares de donde es oriundo tendrían preferencia absoluta sobre cualquier otra clase de libramientos hechos a otros procuradores, personas o al mismo rey.
  • Juan Díaz de Alcocer se desempeñaría como escribano vitalicio de las Cortes.

Otorgamiento del servicio[editar]

Finalmente el 28 de abril, en una reunión en la que estuvieron presentes todos los procuradores, se firmó el otorgamiento del servicio al monarca. Éste mismo ascendió a la suma de noventa y tres cuentos de maravedís, pero se trataba en realidad de la suma acordada en las Cortes de Salamanca de 1465, ochenta y siete cuentos, que no habían podido cobrarse, más otros seis que se debían a la diferencia del valor de la moneda y a otras necesidades añadidas (el pago a la princesa Isabel, el envío de una delegación a Roma, los honorarios de los procuradores etc.). 1​ La recaudación de estos seis cuentos se dividió en dos años, con tres cuentos a recoger por cada uno, y en dos monedas y pedido, al igual que la de la totalidad del servicio. En este caso, sin embargo, se recurrió a otro sistema por el cual el servicio se dividió en dos partes iguales que constituyeron dos otorgamientos distintos: según esta disposición, el primero de ellos correría a partir de dichas Cortes, mientras que el segundo solo sería mandado a percibir en noviembre de 1469 si la diputación general consideraba que el anterior había sido utilizado correctamente. Mientras tanto, el arzobispo de Sevilla sería el encargado de tenerlo en su poder. 1
Los plazos fijados para la recaudación de los maravedís del primer otorgamiento quedaron así: el total de cuarenta y seis cuentos y medio, en dos pagas de diez y ocho monedas y pedido, la primera a fines de junio, y la segunda, a fin de agosto de 1469. Los plazos de la recaudación del segundo otorgamiento, quedaron pendientes de ser fijados para cuando se revisase en noviembre.
Entre tanto, los diputados pidieron que sus salarios se cobrasen en los pedidos y monedas del primer año (1469), sin que pudiesen verse disminuidos por ningún derecho fiscal impuesto por el Estado, y que se les asignase una suma de 4.100.000 maravedís. Asimismo, solicitaron que se les permitiese nombrar entre ellos mismos a dos tesoreros para que recibiesen las cantidades procedentes de todas las circunscripciones del reino. Otras medidas propuestas contemplaron:
  • Que el reino de Galicia contibuyese lo que le correspondía.
  • Que las cartas dirigidas a cada uno de los lugares, por las que se les informaba la cantidad que debían aportar, fuesen firmadas tanto por los miembros del Consejo y los contadores mayores como por dos diputados elegidos por los demás restantes.
El cumplimiento de todas estas disposiciones correría a cuenta de unos procuradores que residirían en la Corte, y que terminaron constituyendo la diputación permanente. Consta que la creación de este organismo se dio en una ceremonia realizada en la capilla de Santa María, en la iglesia de San Juan, (ignorandose la fecha concreta), y que quedó compuesto por Iñigo de Arceo, Alfonso de Deza, Rodrigo de Valderrábano y Pedro de Ayala.

Lista de procuradores[editar]

Como era habitual en toda reunión de Cortes, los procuradores recibieron dádivas y honorarios por parte del monarca. Para pagar estas retribuciones se necesitó un total de 4 100 000 maravedís, los cuales repartidos muchos de los diputados recibieron hasta 200.000 maravedís de sueldo. A continuación se presenta la lista de dichos procuradores: 1
Por Burgos:
  • Iñigo Díaz de Arceo
  • Antonio Sarmiento
Por León:
  • Juan de Villamizar
  • Gonzálo de Villafañe
Por Zamora:
  • Francisco de Valdés
  • Alfonso de Valencia.
Por Toro:
  • Rodrigo de Ulloa
  • Alfonso de Deza.
Por Salamanca:
  • Antón Núñez
  • Rodrigo Maldonado.
Por Segovia:
  • Alfon González de la Hoz
  • Rodrigo del Río.
Por Ávila:
  • Álvaro de Bracamonte
  • Rodrigo de Valderrábano.
Por Soria:
  • Rodrigo de Morales
  • Gonzalo de Molina.
Por Valladolid:
  • García López
  • Pedro Daza.
Por Cuenca:
  • Alfonso Cabrera
  • Rodrigo de Torres.
Por Madrid:
  • Pedro Núñez de Toledo
  • Pedro de Ayala.

HISTORIA DE ESPAÑA

ANTÍGUO RÉGIMEN- CORTES DE ESPAÑA

Cortes de Valladolid de 1518. Cortes en el reino de Castilla celebradas a comienzos de febrero de 1518 en la ciudad de Valladolid durante los inicios del reinado de Carlos I.

Convocatoria[editar]

Retrato de Carlos I de España, por Bernard van Orley.
El joven Carlos I había arribado a la península el 19 de noviembre de 1517, en Villaviciosa, principado de Asturias. El 4 de noviembre visitó muy brevemente a su madre Juana la Loca, recluida en Tordesillas, y pudo obtener un permiso formal para gobernar en su nombre sin problemas.​ Poco después recibió la noticia del fallecimiento del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, lo que le dejaba completamente allanado el gobierno de Castilla.
Pero antes que nada, necesitaba la confirmación de las ciudades de Castilla, de las que lograría arrancar también un servicio. Por ese motivo el 12 de diciembre de 1517 convocó las Cortes fijando su reunión para el 24 de enero del año próximo en la ciudad de Valladolid.1

Procuradores de las ciudades[editar]

A continuación se presenta una lista de los procuradores que fueron elegidos para las Cortes de Valladolid de 1518, indicando entre paréntesis, si se conoce, el oficio que desempeñaba cada uno dentro del ayuntamiento local.
Por Burgos:2
  • Juan Zumel (escribano mayor).3
  • Diego de Soria (regidor).
Por León:4
  • Martín Vázquez de Acuña.
  • Hernando de Villafañe.
Por Toledo:5
  • Lope Guzmán (regidor).
  • Pedro de Velayos (jurado).
Por Granada:6
  • Antonio de Mendoza.
  • Gonzalo de Medrano.
Por Sevilla:
  • Jorge de Portugal.
  • Alonso Ochoa (jurado).
Por Córdoba:6
  • Francisco Pacheco.
  • Francisco Aguayo.
Por Murcia:
  • Diego de Laxao.
  • Juan Ramírez de Segovia.
Por Salamanca:
  • Alonso Rodríguez de Fonseca.
  • Pedro de Araya.
Por Madrid:7nota 1
  • Luis Núñez.
  • Antonio de Luzón.
Por Zamora:8
  • Diego Ramírez.
  • Cristóbal Briceño.
Por Ávila:
  • Pedro de Peso.
  • Cristóbal del Peso.
Por Segovia:
  • Diego de Heredia.
  • Francisco de Mondaño.
Por Cuenca:9nota 2
  • Gregorio Álvarez de Chinchilla (regidor).
  • Fernando del Castillo.
Por Valladolid:10
  • El Dr. Villarroel.
  • Francisco de León.
Por Toro:
  • Juan Rodríguez de Fonseca.
  • El comendador Valdivieso.
Por Jaén:
  • Antonio de Bermeo.
Por Soria:
  • Gonzalo Gil de Miranda.
  • Iñigo de Medrano.
Por Guadalajara:11
  • Alvar Gómez de Ciudad Real Arias
  • Antonio de Torres (regidor).

Reunión de las Cortes[editar]

Fachada del Colegio de San Gregorio, en Valladolid.

2 de febrero[editar]

Los procuradores se reunieron el martes 2 de febrero en una sala alta del Colegio de San Gregorio, sin la presencia de los brazos noble y eclesiástico, que acudirían días después. Antes de que comenzase la sesión uno de los procuradores de Burgos, Juan Zumel, protestó en nombre de los demás por el nombramiento de Jean de Sauvage como presidente de las Cortes junto al obispo Pedro Ruiz de la Mota y de un tal Maestrejos como asistente, pues ambos eran extranjeros, pidiendo testimonio de ello al secretario Bartolomé Ruiz de Castañeda.12​ En el primer caso, lo cierto es que correspondía a una decisión tomada por el rey mucho tiempo antes de la partida de la Corte hacia España el 26 de mayo de 1517.2nota 3
Seguidamente, los procuradores entregaron sus poderes y prestaron en manos del obispo el acostumbrado juramento de guardar secreto. Para terminar la sesión, Mota les pidió que se reuniesen nuevamente a las tres de la tarde del día 5 para saber la causa por la que habían sido llamados,13​ y los diputados, por su parte, le solicitaron que comunicase al rey que antes que nada debía prestar juramento de no enajenar cosa alguna del patrimonio real, de guardar las leyes, fueros y ordenamientos del reino y los privilegios, usos y costumbres de los pueblos, y de no conceder oficios a los extranjeros.14
El historiador hispanista Joseph Pérez concuerda con Manuel Giménez Fernández al subestimar la actitud del procurador burgalés y calificarla como una simple oposición verbal por parte de alguien que, como perteneciente desde hacía mucho a la clientela del Condestable, buscaba manifestar los sentimientos de una parte de la aristocracia castellana, inquieta ante la posición que ocupaban los flamencos en la nueva administración y decepcionada por permanecer alejada de los centros de poder.15

4 de febrero[editar]

Según el cronista Prudencio de Sandoval,16​ el rey ordenó a los procuradores de Burgos presentarse en el palacio del Canciller para celebrar una conferencia con éste, el obispo Mota y el letrado García de Padilla. Por temor y por precaución de lo que podría pasar, los de Valladolid y Sevilla decidieron acompañarlos. La camarilla flamenca habría entonces recriminado a Zumel su conducta orientada a «levantar los ánimos»:
Los menores le respondieron con mucha cólera, y que había incurrido en pena de muerte y perdimiento de bienes; y que así, le habían de mandar prender como a deservidor del rey.
La situación se volvió más tensa que nunca. Zumel comunicó lo ocurrido a sus colegas y presentó personalmente una petición a Le Sauvage para que se confirmasen los capítulos acordados en las anteriores Cortes. Entonces se encontraron con Mota y García de Padilla, los cuales se entrevistaron con Guillermo de Croy, señor de Chiévres y consejero del rey, para determinar qué hacer. Tras hacerlos esperar un tanto, respondieron que elevarían la demanda a conocimiento del rey, aunque al mismo tiempo hicieron un comentario negativo por la osadía de dar petición al rey antes que supiesen lo que Su Alteza les querría mandar. Zumel habría respondido que su intención era advertir a Carlos de las necesidades del reino para evitar de ese modo cualquier alteración o desacato contra su autoridad.
Acto seguido, Le Sauvage envió al secretario Villegas para que le trajiesen al doctor Zumel. Temiendo lo peor, los procuradores de Córdoba y Granada se instalaron junto a la puerta de la recámara del presidente de las Cortes y esperaron que el burgalés saliese sano y salvo, tal como finalmente lo hizo.

5 de febrero[editar]

En la mañana del 5 de febrero el presidente anunció que Carlos se presentaría por la tarde a prestar el juramento exigido.17​ Al mismo tiempo, los procuradores de León se quejaron de lo ocurrido el día anterior ante Guillermo de Croy:
Y al propósito, el dotor hizo un razonamiento muy bueno a parecer de todos, pidiendo a Xevres que los favoreciese con el rey, pues tenían a su señoría por natural de estos reinos, así por la carta de naturaleza que tenía muchos años había, como por los oficios que en ellos tenía, y por ser el cardenal de Croy, su sobrino, arzobispo de Toledo. A esto respondió Xevres que él se tenía por natural de estos reinos, por las causas que habían dicho; mas que estaba cierto que Su Alteza no haría más de lo que sus antepasados habían hecho, y que juraría las leyes, privilegios y buenos usos y costumbres; pero que no juraría particularmente el capítulo que pedían en cuanto a no dar oficio ni beneficio a extranjero, con los demás que arriba están dichos.
Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V.
Tras todos estos altercados, el monarca se personó en el Colegio de San Gregorio acompañado de nobles, eclesiásticos y de su hermano el infante Fernando, y tomó asiento en un solio preparado a tal efecto. Tras un discurso leído por el obispo Mota, confirmó sus palabras y Zumel se levantó del asiento para agradecerle su venida a Castilla y reiterar sus pedidos. Seguidamente, el letrado García de Padilla pronunció el juramento al que suscribieron todos los procuradores según las formalidades y protocolos de la época. Carlos juró después de esta ceremonia, sobre la cruz y evangelios que sostenía en sus manos el secretario Castañeda.18
Fachada de la iglesia conventual de San Pablo, en Valladolid.

7 de febrero[editar]

El domingo 7 de febrero, acabada la misa oficiada por el cardenal de Tortosa —el holandés Adriano de Utrecht—, tuvo lugar en la iglesia de San Pablo el acto de juramento por parte de los nobles y eclesiásticos. Luego, a suplica de los procuradores, el rey reiteró su juramento con la misma formalidad dicha.19
Levantandose el rey de la silla donde estaba, se fue a las cortinas desde donde había oído la misa, y allí repitieron por si solos este acto los procuradores de Cortes por Toledo, y el rey les hizo el expresado juramento de que se pidió testimonio.
Actas de Cortes.

9 y 10 de febrero[editar]

Palacio de Pimentel.
El día 9 de febrero las Cortes se reunieron en el palacio de Bernardino Pimentel, donde se aposentaba Carlos.20​ En la proposición real leída ese día por Pedro Ruiz de la Mota, el rey apeló por sobre todo a la lucha cristiana contra los turcos y a los gastos que las guerras entre países cristianos y otros hechos pasados habían ocasionado al tesoro real: la compra del ducado de Frisia, las guerras de Italia, su viaje hasta la península etc.21​ Por eso solicitó encarecidamente a los procuradores que le concediesen un servicio:
Así como en Flandes le hicieron un gran servicio para envíarnos al rey, y carecer perpetuamente de él, lo hagamos nosotros para recibirle y gozarlo siempre.
Actas de Cortes.
Zumel, en nombre de todos los procuradores, pidió tiempo para deliberar. La misma respuesta ofreció al día siguiente cuando Mota manifestó su intención de que el servicio fuese mayor a los pasados debido a las acuciantes necesidades del monarca.

12 y 14 de febrero[editar]

El día 12 los procuradores manifestaron a Carlos que concederían un servicio de doscientos cuentos de maravedíes pagaderos en cuatro años a partir de 1519 y que se contentase porque vistas las necesidades del reino no podían dar más. El monarca se los agradeció pero pidió que se diesen pagaderos en tres años porque, tal como lo había expresado Mota el 10, sus necesidades eran urgentes.
Finalmente, el 14 de febrero los diputados concedieron formalmente el servicio según los términos fijados por Carlos. Testigos de ello fueron, según declaran las actas oficiales, los flamencos Guillermo de Croy, monsieur de Beuxxen, —mayordomo mayor del rey—, Mingo Val —su caballerizo mayor— y monsieur de Lachaux —camarero del rey—.

Peticiones[editar]

La discusiones tenidas lugar en las Cortes de Valladolid de 1518 llevaron a la composición de un cuaderno de 88 peticiones, con un preámbulo que —como era una formalidad institucional de la época— hacía recordar al joven Carlos sus obligaciones como monarca de Castilla:4
Consyderando que vuestra alteza, como sancto, justo, cathólico rey, primero deve e es obligado a socorrer e proveer en las cosas tocantes a sus pueblos, universydades e súbditos e naturales vasallos que a las cosas suias propias; pues aquestas, vuestra alteza, como rey e sennor soberano de todo y tan poderoso, se proberá a su voluntad, e las de vuestra alteza nos avemos de cunplir y guardar de nescesydad. E, muy poderoso sennor, ante todas cosas, queremos traer a la memoria de vuestra alteza, se acuerde que fue escojido e llamado por rey; cuya interpretación es regir bien, y porque de otra manera non seria ragir bien mas desypar e ansy non se podría decir nin llamar rey e el buen regir es facer justicia, que es dar a cada uno lo que es suyo, e este tal es verdadero rey, porque aunque en los reyes se halle y tengan otras muchas tuercas, como son linage, dignidad, potencia, honra, riquezas, deleites, pero ninguna destas es propia del rey, segund los decretos e auctorídades de doctores dicen, synon sólo facer justicia e juicio, e por esta e en nombre della dixo el sabio: «por mí loa reyes reynan (...)». Pues, muy poderoso sennor, sy esto es verdad, vuestra alteza, por hacer ésta reynar, la qual tyene propiedad que quando los súbditos duermen, ella vela, e ansy vuestra alteza lo deve hacer, pues en verdad nuestro mercenario es, e por esta causa asaz sus súbditos le dan parte de sus frutos e ganancias suias e le syruen éstas a las personas todas las veces que son llamados; pues mire vuestra alteza sy es obligado por contrato callado a los tener e guardar justicia.
En el terreno de provisión de oficios se destacan las siguientes peticiones:22
  • Que no se otorgasen cargos públicos, dignidades eclesiásticas ni cartas de naturaleza a los extranjeros.
  • Que se devolviese a Burgos la fortaleza de Lara, que estaba en poder del extranjero Joffre de Cottanes.
  • Que el arzobispo de Toledo Guillermo de Croy residiese en la diócesis.
En el terreno económico:
  • Que se prohibiese la salida de metales preciosos, monedas y caballos de Castilla.
  • Que se mantuviese el sistema de encabezamientos de las alcabalas.
  • Que se mandase a producir moneda.
  • Que no se expidiesen nuevas cartas de hidalguía por resultar un perjuicio a las rentas reales.
En el terreno político o que afectaba al rey en lo personal:
  • Que se le diese un trato más respetuoso a su madre Juana, recluida en Tordesillas.
  • Que el rey contrajiese matrimonio lo antes posible para asegurar la sucesión del trono.
  • Que hasta que no se cumpliese la anterior petición, el infante Fernando no saliese de la península.
  • Que el rey aprendiese a hablar castellano.
  • Que no se enajenase villa ni tierra alguna del patrimonio real.
  • Que se conservase el reino de Navarra anexionado a Castilla.

Reacción en León[editar]

Terminadas las Cortes, los dos procuradores de León se vieron enfrentados a la oposición de varios grupos contestatarios dirigidos por Antonio de Quiñones y Gutierre de Robles, que les recriminaron su docilidad a la hora de votar el servicio. Ante las críticas vertidas contra los regidores que habían elegido a dichos representantes, un grupo de cincuenta caballeros y escuderos reclamó además representación en el ayuntamiento e intentó sublevar la ciudad contra los notables.








Las Cortes de Valladolid de 1523 fueron una reunión de las Cortes castellanas acaecida entre julio y agosto de 1523 en dicha ciudad, tras la Guerra de las Comunidades de Castilla.

Preparación[editar]

Carlos I realizó la convocatoria oficial de las Cortes el 28 de mayo de 1523, fijando para su reunión el día 10 de julio próximo en la ciudad de Valladolid.1​ Junto a ella, se remitió también la minuta de poder que las ciudades debían conferir a sus procuradores, minuta cuyos términos plantearon ciertas dificultades. Tal ocurrió en Burgos, por ejemplo, a cuyo corregidor el monarca dirigió el 13 de junio una cédula para que hiciese entrega del poder a los diputados según la manera expresada.23​ Finalmente, expidió el 1 de julio cédulas reales a las ciudades de ToledoGuadalajaraMadridSegoviaMurciaValladolidSoriaJaénSalamancaCuencaSevillaGranadaZamoraLeón y Ávila para explicarles que su intención no era perjudicar sus derechos ni privilegios y que la cláusula de insolidum había sido escrita por descuido del secretario y por tanto les eximía de cumplirla.45

Desarrollo[editar]

Esquina del palacio de Pimentel en Valladolid, donde Carlos I celebró las Cortes de 1523.
Las Cortes se inauguraron el día 14 de julio en la casa de Bernardino Pimentel y presididas por el Gran Canciller Mercurino Gattinara, con García de Padilla como asistente y Lorenzo Galíndez de Carvajal como letrado.6​ Contaron con la participación de solamente 17 ciudades, pues los diputados de Soria se ausentaron. Ese mismo día Gattinara leyó la proposición real, en la que el rey justificó su estancia en el Sacro Imperio y se refirió a las guerras de Alemania, a su alianza con el rey de Inglaterra, a la necesidad de reconquistar Fuenterrabía, ocupada entonces por Francia, y a la ya pasada Guerra de las Comunidades (1520-1521). Asimismo, prometió responder las peticiones generales y partículares en un plazo de veinte días.
Por su parte, el conjunto de procuradores nombró a seis de ellos para solicitar personalmente al rey que se estudiasen sus reivindicaciones antes de pasar a la votación del servicio; alegaron que según el texto de la convocatoria, habían sido llamados para hablar, conferir y suplicar lo conveniente al Rey y al reino y después para tratar del servicio, y que además traían aparte instrucciones de las ciudades que les prohibían otorgarlo antes de que se oyesen sus peticiones. Sobre esta postura insisteron los días 15 y 16, cediendo únicamente Guadalajara, pero Carlos se opuso debido a que atentaba contra la tradición. Pudo finalmente hacer prevalecer su criterio y las Cortes fueron despedidas el 24 de agosto, luego de que sus diputados hubiesen votado un servicio de 400 000 ducados pagaderos a tres años.78

Peticiones de los procuradores[editar]

Los procuradores en estas Cortes dirigieron al monarca 105 peticiones, la mayoría demandadas en años anteriores, entre ellas:9
  • Que el producto de las bulas fuese destinado solamente a la guerra contra los infieles.
  • Que se destinasen defensas a las colonias castellanas en el norte de África.
  • Que las fortalezas y tenencias que estuviesen en manos de extranjeros fuesen confiadas a súbditos castellanos que no ostentasen el título de gran señor. A esto respondió Carlos de forma vaga e imprecisa.
  • Que los cargos públicos en las ciudades (regidurías, alguacilazgos, alcaldías etc.) no puedan venderse ni otorgarse a grandes señores, y los que vacasen se confiriesen a naturales de Castilla.
  • Que se recompensara a quienes se mostraron leales durante la Guerra de las Comunidades de Castilla.
  • Que no se diesen oficios y cargos públicos a extranjeros ni cartas de naturaleza a estos.
  • Que no se vendiesen cartas de hidalguía sin una causa razonable.
  • Que en adelante no se pidiese ningún otro servicio, y que el votado se cobrase de forma equitativa en todos los territorios, fuesen realengos o no, y se le diese el fin preestablecido.
Respuesta: En el primer punto, el monarca dio una respuesta prácticamente negativa al afirmar que solo pediría otro impuesto extraordinario si fuese por causa justa y discutida en Cortes.
  • Que se prohibiese la salida de caballos, carnes y otros productos vedados fuera del país.
  • Que se prohibiese que barcos extranjeros cargasen mercaderías en puertos castellanos.
  • Que se prohibiese los enmascarados durante noche y día bajo severas penas.
  • Que se ampliase a todo el reino el derecho de llevar cada uno su espada.
El 4 de noviembre de 1523 Carlos generalizó las multas de composición 10​ para los antiguos comuneros basándose en una de las peticiones de estas Cortes, aunque ciertamente parece tratarse de una sugerencia realizada por los procuradores al margen de las sesiones, pues no existe constancia de ella en las actas oficiales.11
El historiador Antonio Suárez Varela ha puesto de relieve estas Cortes al encuadrarlas como «una reunión cuyo principal objetivo fue la superación de la crisis constitucional puesta en evidencia por los comuneros»,12​ refiriéndose concretamente al problema abierto tras la negativa regia a aceptar el proyecto rebelde de Ley Perpetua, y puesto de manifiesto en las discusiones acerca de quién debía llevar a efecto el mismo: si el reino, representado por la Santa Junta, o la monarquía, representada por Carlos. Él y otros historiadores, como Conrado Habler también han advertido en estas Cortes un éxito «posrevolucionario» de los antiguos rebeldes. En efecto, casi la totalidad de los 105 capítulos presentados por los procuradores fueron refrendados y publicados por el rey con solo pequeñas modificaciones como «leyes generales del reino» el 24 de agosto de 1523, la mayoría de ellas, presentadas por los comuneros en 1520 en su proyecto de Ley Perpetua.