SIGLO XIII EN ESPAÑA
El asedio de Jaén de los años 1245 y 1246 se llevó a cabo por parte del rey Fernando III de Castilla durante su tercera campaña, acaecida de 1240 a 1248.
Asedio de Jaén de 1245-1246 | ||
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la Reconquista Parte de Reconquista | ||
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Fecha | 1245-1246 |
Antecedentes[editar]
Tras los intentos de conquista de la ciudad en los asedios de 1225 y 1230, el rey Fernando III de Castilla y de León optó por un nuevo asedio, apoyado por Pelayo Pérez Correa (de origen portugués, de nombre Paio Peres Correia), Gran Maestre de la Orden de Santiago de León, descartando el asalto de la ciudad. Durante el invierno 1245 lanzó duros ataques que arrasaron cultivos y aldeas cercanas a la ciudad.
Asedio[editar]
En este asedio las tropas castellanas y leonesas realizaron diferentes ataques contra puertas de la ciudad que, como mucho, lograban expulsar a los defensores del antemuro sin lograr vencer la muralla principal. Por su parte, existe constancia de una emboscada perpetrada por los musulmanes, en ella siete jinetes musulmanes capturaron un grupo de aprovisionamiento de los castellanos, de modo que del campamento cristiano salieron caballeros, dirigidos por don Alvar Gil de Villalobos, a socorrer a este grupo de aprovisionamiento, pero los jinetes musulmanes en su huida llevaron a los castellanos a una emboscada donde los estaban esperando unos cincuenta jinetes y cien infantes moros.
sirvieronle siete meses, e fizieron y dos espolonadas. La una fue a la puerta del Fonsario, e metiéronlos todos en el castillo, en guissa que en las barreras non fincaron ningunos. La segunda espolonada: El dia de año nuevo, los moros metieron su celada fuera de la villa contra Castro, fallaron y una azémillas de don Alvar Gil de Villalobos, e acogiéronlas.Crónica de Ávila.
Consecuencias[editar]
El 28 de febrero de 1246, el Rey Muhammad ibn Nasr, decidió rendir vasallaje y entregar la ciudad a Fernando III para consolidar su reino, consiguiendo con el Pacto de Jaén que el nuevo Reino Nazarí de Granada perdurase más de dos siglos, hasta 1492.
La batalla de Jerez de la Frontera fue un combate librado en el año 1231 en las inmediaciones de la ciudad andaluza de Jerez de la Frontera, y en el transcurso de la Reconquista, entre las fuerzas de la Corona de Castilla, comandadas por Álvaro Pérez de Castro el Castellano, señor de la Casa de Castro, y las tropas musulmanas del rey de Murcia Ibn Hud, que fueron derrotadas por las fuerzas cristianas.
La campaña castellano-leonesa de 1231[editar]
En 1231, mientras Fernando III recorría las principales ciudades del reino de León después de haber tomado posesión de él, el soberano castellano-leonés envió a su hijo el infante Alfonso, que contaba nueve años de edad y se hallaba en Salamanca, a devastar los reinos musulmanes de Córdoba y Sevilla, acompañado de Álvaro Pérez de Castro y del magnate Gil Manrique. No obstante, varios historiadores han señalado que el infante Alfonso al que se refieren las crónicas de la época no fue el hijo de Fernando III el Santo, sino su hermano, el infante Alfonso de Molina, hijo del difunto Alfonso IX de León.2 No obstante, según la versión que sostiene que el infante Alfonso presente en la batalla era en realidad el hijo del rey, Fernando III:
Mandó a don Alvar de Castro, el Castellano, que fuese con él, para guardar el infante y por cabdillo de la hueste, ca el infante era muy moço e avn non era tan esfforçado, e don Alvar Pérez era omne deferido e muy esforçado.3
Desde Salamanca y pasando por Toledo, donde se les unieron cuarenta caballeros toledanos, se dirigieron hacia Andújar, y desde allí, se encaminaron a devastar la tierra de Córdoba, y posteriormente, al municipio cordobés de Palma del Río, donde exterminaron a todos los habitantes y tomaron la localidad, dirigiéndose a continuación hacia el reino de Sevilla y hacia Jerez de la Frontera, donde instalaron el campamento cristiano en las cercanías del río Guadalete.4
La batalla[editar]
El emir Ibn Hud, que había reunido un numeroso ejército dividido en siete cuerpos, se interpuso con él entre el ejército cristiano y la ciudad de Jerez, obligando a los castellano-leoneses a combatir. Durante la batalla que se libró a continuación, conocida como la batalla de Jerez de la Frontera por haberse librado en las inmediaciones de la ciudad, los castellano-leoneses, mandados por Álvaro Pérez de Castro el Castellano que dirigió la vanguardia del ejército, derrotaron a las tropas musulmanas, a pesar de la superioridad numérica de estos últimos y de la ventaja de su posición, al contrario que los castellano-leoneses, que no tenían posibilidad de huir.5
Según refieren las crónicas de la época, Álvaro Pérez de Castro el Castellano, después de arengar a sus hombres y recordarles que no había retirada posible y que la única esperanza era morir combatiendo, ordenó el ataque del ejército cristiano, que avanzó y abrió una brecha en las filas musulmanas, que se vieron rodeadas por los flancos y la retaguardia por las tropas cristianas, en vista de lo cual las tropas musulmanas, presas del pánico después de ver deshecha su línea de combate, emprendieron la retirada, convirtiéndose entonces la batalla en una masacre generalizada de los musulmanes que huían hacia la ciudad de Jerez.6 Durante la batalla se distinguieron los hermanos Garci Pérez de Vargas y Diego Pérez de Vargas, siendo apodado este último "Machuca" por la acción llevada a cabo durante la batalla:
Su hermano Diego adquirió renombre en la batalla de Jerez, año 1232, donde habiendo roto en lo recio de la lucha su lanza y espada, desgajó un verdugón de oliva con su cepejón, y siguió peleando con tal destreza y valentía, que tantos moros caían cuantos golpes descargaba. Atónito su caudillo D. Alvar Pérez de Castro de ver tales prodigios de valor, ¡Machuca!, Diego, exclamó, recio, ¡Machuca! Y desde entonces se llamó Diego Vargas Machuca.7
El ejército cristiano atribuyó su victoria en la batalla de Jerez, así como su ausencia de bajas, a la presencia durante la misma del apóstol Santiago, patrón de España, quien, según las crónicas de la época, fue visto durante la batalla, portando un estandarte blanco y una espada, combatiendo junto al lugar donde luchaba Álvaro Pérez de Castro el Castellano.8
Consecuencias[editar]
Tras la batalla de Jerez de la Frontera se debilitó el poder del rey Ibn Hud, al tiempo que se acrecentaba la influencia de su rival, Muhammad ibn Nasr, rey de Arjona, lo cual facilitó la penetración en el valle del Guadalquivir de las tropas del rey Fernando III el Santo, durante cuyo reinado se conquistaron, entre otras, las ciudades de Jaén, Córdoba, Sevilla y Murcia.9
Alfonso X el Sabio, quien posiblemente estuviese presente en la batalla, se refirió posteriormente a la misma del siguiente modo:
Conviene que sepades los que esta estoria oyredes que la cosa del mundo que más quebrantó a los moros, por que el Andaluzía ovieron a perder e la ganaron los christianos dellos, fue esta cabalgada de Xerez, ca de guisa fincaron quebrantados los moros, que non pudieron después auer el atreuimiento nin el esfuerço que ante avíen contra los christianos, tamaño fue el espanto e el miedo que tomaron desa vez.4
Después de su victoria en la batalla de Jerez de la Frontera, Pérez de Castro se dirigió a Castilla y entregó al infante Alfonso a su padre el rey, que se hallaba en la ciudad de Palencia.
Batalla de Jerez de la Frontera | ||
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Parte de La Reconquista | ||
Fecha | 1231 | |
Lugar | Jerez de la Frontera |
Conquista de Córdoba | ||
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Parte de Reconquista | ||
![]() La reconquista de Córdoba por Fernando III el Santo, obra de 1712 por Antonio Palomino, en la capilla de Santa Teresa de la Mezquita-Catedral de Córdoba | ||
Fecha | 29 de junio de 1236 |
Desarrollo[editar]
Antecedentes[editar]
El monarca de Castilla y de León dirigió sus esfuerzos a la toma de los reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, consiguiendo tomar varias plazas. Los emires Alhamar de Arjona, Zayan de Valencia y Mahfuz de Niebla hacía tiempo que eran independientes de la taifa de Córdoba, por lo que el emir de Córdoba firmó en 1235 una tregua de un año con Fernando III. Para esto, el emir debió pagar 430.000 maravedíes. Sin embargo, esta tregua no abarcaba baluartes que ya no dependían del emir, por lo que este tomó los castillos de Iznatoraf y San Esteban. Ese año muere su esposa Beatriz de Suabia y Fernando se traslada al norte.
Conquista de la Axerquía[editar]
El emir decide no pagar lo pactado y los cristianos de los consejos fronterizos dirigidos por el segoviano Domingo Muñoz toman los arrabales de Córdoba y se hacen fuertes. Además, unos desertores moros informaron a los cristianos de que la ciudad estaba desguarnecida y sería muy fácil llegar a la Axerquía, tal y como ha sido documentado:
En el año 1235, los ricos hombres e hijos-hidalgos Adalides y Almogávares (que estaban en la frontera de este reino) ayuntáronse en Andújar e hicieron entrada en tierras de Córdoba, en que cautivaron algunos moros, de los cuales tuvieron aviso cómo la ciudad de Córdoba estaba muy descuidada, y que no se velaba ni recelaba de los cristianos.
Los cristianos, viendo la debilidad en la que se encontraba la ciudad, deciden comenzar la conquista sin la presencia del rey. Una vez dado el permiso, se reúnen estos nobles almogáraves y llegan a Córdoba la noche del 23 de diciembre de 1235 desde Andújar. Esa noche, con ayuda de una escalera, comienzan a trepar vestidos con ropas árabes por las murallas de la ciudad, la más cercana a la población mozárabe, ya que apoyarían la causa. Álvaro Colodro sería el primer soldado en entrar a la ciudad.
Los nobles consiguieron conquistar todo el barrio de la Axerquía, aproximadamente la mitad de la ciudad, hasta llegar a la puerta de Martos (donde hoy se encuentra el molino homónimo), entrada que abrieron para el resto de la caballería.1
Toma de la Medina[editar]
Fernando se encontraba con sus tropas en la ciudad leonesa de Benavente a mediados de enero de 1236 cuando llegó un correo del sur que le informó de que la Axerquía de Córdoba, el barrio oriental amurallado de la ciudad, había sido tomada por un puñado de hombres y que estos pedían refuerzos para completar la toma de la Medina, también amurallada, donde se encontraban el Alcázar andalusí y la famosa Mezquita. El rey, al informarse, junta fuerzas de las ciudades del reino leonés, de León, de Salamanca, de Zamora, de Toro y de las órdenes militares y marcha hacia Córdoba.2 El monarca partió haciendo parada en los municipios de Castuera, Benquerencia y Belalcázar, llegando el 7 de febrero a la ciudad.
Ibn Hud, alertado por los cordobeses, parte de Murcia con un potente ejército y acampa en Écija. Fernando se colocó en la orilla izquierda del río para taponar el puente romano, defendido por el castillo de Calahorra. Esta era una posición arriesgada, pero ese puente comunicaba Córdoba con Écija, Sevilla y toda la parte meridional de al-Ándalus, por lo que era la única posibilidad de los cordobeses y asumió el riesgo. Mientras, otros cristianos mantenían sus posiciones al otro lado del río, en la Axerquía.
Junto al rey moro se encontraban Lorenzo Suárez y su mesnada de 200 hombres. Lorenzo Suárez había sido desterrado de Castilla por "malferías que ficiere" y le propuso a Ibn Hud dirigirse al campamento cristiano como espía para informarle de lo que hacían las tropas de Fernando, sin embargo, lo que él realmente quería era hacer las paces con Fernando III. Cuando Lorenzo Suárez se encontró con Fernando III le propuso lo siguiente: que realizase hogueras en diversos puntos por la noche para dar la sensación de tener muchas tropas mientras él iba a volver a hablar con Ibn Hud para convencerle de la fortaleza del ejército cristiano.3
Ibn Hud, que tampoco necesitaba demasiados argumentos para no combatir contra Fernando III, tomó la decisión de retirarse. Jaime I de Aragón estaba acechando Valencia e Ibn Hud planeó dirigirse a Almería para tomar unos barcos e irse a proteger aquella ciudad, dando Córdoba por perdida. La ciudad, abandonada por su emir, planteó rendirse y pedir a Fernando que les dejase marcharse llevando sus enseres, sin embargo, al notar que el contingente cristiano era muy pequeño decidieron resistir más. Los concejos de León, al pasar tres meses de campaña, proponen volver ya a su tierra, pero Fernando persevera.
Fernando III, liberado del peligro de Ibn Hud, firma una tregua con el entonces rey de Jaén, Alhamar, enemigo de los cordobeses y de Ibn Hud, para así, sin enemigos en la retaguardia poder resistir un poco más.
Rendición[editar]
Córdoba, desgastada por el asedio, decide rendirse. El 29 de junio, fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, se hizo la entrega de las llaves. Aunque algunos nobles hablaron de pasar a cuchillo a los moros de la ciudad, el rey Fernando aceptó la rendición en los mismos términos en los que había sido pactada antes; salir vivos y con sus bienes muebles a todos los musulmanes de la ciudad. Todos los edificios quedaron intactos tras la toma. En el alminar del Alcázar fue colocado el pendón de Castilla y un crucifijo. La caída de Córdoba en manos cristianas conmocionó al mundo musulmán, ya que era la antigua capital del antaño poderoso Emirato, y posterior Califato, de Córdoba, la etapa más gloriosa de Al-Ándalus.
El 30 de junio Fernando III hizo su entrada solemne en la ciudad. El obispo de Osma, y el maestro Lope Fitero, futuro obispo de Córdoba, purificaron aquella tarde la Mezquita para el servicio al culto cristiano, bajo la advocación de la Asunción de la Virgen María. En la Mezquita-Catedral pasó a celebrarse solemne pontifical por el obispo de Osma y se entonó el te deum. Después Fernando III pasó a residir en el Alcázar andalusí. Las campanas de la Catedral de Santiago de Compostela, que Almanzor trajo en 997 a hombros de cristianos, fueron encontradas en la mezquita cordobesa utilizadas como grandes lámparas y fueron llevadas a hombros de moros a Galicia para que sonaran de nuevo ante la tumba del apóstol.
El rey Fernando dejará como gobernador de la ciudad a Alfonso Téllez de Meneses y como gobernador militar a Alvar Pérez de Castro.2
Repoblación de Córdoba[editar]
La repoblación de Córdoba tardó en efectuarse porque estaba lejos de los lugares de origen de los soldados en León y Castilla y estos quisieron regresar a sus casas tras un asedio tan largo. En el imaginario figuraba una Córdoba musulmana muy próspera, lo que motivó a muchos a ir por curiosidad e interés en un botín que parecía inagotable, pero no siempre pensarían en establecerse.4 El rey no pudo impedir la desbandada, pero se quedó en el Alcázar hasta agosto y luego partió hacia Toledo para visitar a su madre Berenguela. Sin embargo, a partir de las fiestas de San Miguel (29 de septiembre), cuando concluyó la cosecha y la vendimia, vino una multitud de castellanos tan grande que las casas antiguas no podían albergarlos a todos.4 A la ausencia del Rey se unió una enorme carestía de los víveres y las provisiones.4 En 1240 regresó Fernando a Córdoba e hizo el repartimiento de las tierras y premió especialmente a aquellos que ayudaron a ganarla.
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