SIGLO XIII EN ESPAÑA
Martin Moxa (o Moya) fue un trovador del siglo XIII.1
Biografía[editar]
Apenas se conservan datos biográficos. De una de sus composiciones se deduce que era clérigo.2 Estuvo activo en la corte de Alfonso X.1 Carolina Michaëlis sugiere que era de origen aragonés, sin embargo, António Resende de Oliveira sitúa su procedencia en la localidad castellana de Moya (próxima a la frontera con la corona de Aragón). José Antonio Souto Cabo sostiene un origen gallego al identificarlo en documentación de la catedral de Santiago de 1281, según esta hipótesis sería un canónigo compostelano con propiedades en la zona de Padrón, probable hijo de Johan Martins Moxe.1
Se desconoce la fecha de su muerte, sin embargo, pudo fallecer a una edad muy avanzada, ya que su longevidad fue objeto de escarnio por parte del juglar Afonso Gómez de Sarria.3
Obra[editar]
Se conservan 18 obras y una tensón de dudosa autoría. Son 12 cantigas de amor, 4 sirventés, una cantiga de escarnio y maldecir, además de una composición de difícil catalogación.
Martin de Caldas fue un juglar gallego o portugués del siglo XIII.1
Biografía[editar]
No se conservan datos biográficos. Xabier Ron Fernández cree que su nombre indica la procedencia del autor, al igual que sucede con otros juglares de la lírica gallego-portuguesa.2 Asimismo, encontró dos documentos pertenecientes en la catedral de Santiago de 1256 y 1264 que se refieren a un Martin Pelagii de Caldis.3 António Resende de Oliveira localizó un documento de 1258 en Barcelos en que figura el nombre de Martim Pais de Caldas.3 José Antonio Souto sugierió que podría ser natural de Caldas de Reyes, no obstante, debido a la cantidad de localidades que incluyen el nombre de Caldas, tanto en Galicia como en Portugal, es difícil precisar de cuál era originario.3
Obra[editar]
Se conservan 7 cantigas de amigo, recogidas en el Cancionero de la Biblioteca Nacional de Portugal y en el Cancionero de la Biblioteca Vaticana.
Ferrand Martínez fue canónigo de Toledo y secretario de la cancillería de Alfonso X el Sabio y Sancho IV de Castilla y vivió en la segunda mitad del siglo XIII. Es reconocido por gran parte de la crítica literaria como el autor del Libro del cavallero Zifar.
La autoría de Ferrand Martínez para el Zifar tiene su origen en un cuento o exemplum que conforma el prólogo de dicho libro, en el que se cuenta con detalles históricamente comprobados una historia en la que aparece con gran protagonismo el tal Ferrand Martínez aunque aludido en tercera persona. La veracidad y minucia de los detalles biográficos e históricos que de él se cuentan ha hecho pensar a gran parte de la crítica, desde que Marcelino Menéndez Pelayo lo postulara en Orígenes de la novela1 hasta nuestros días, que el autor mismo era este Ferrán o Ferrand Martínez.
Francisco José Hernández, en su artículo «Ferrán Martínez, "escrivano del rey", canónigo de Toledo y autor del Libro del Cavallero Zifar»2 encontró pruebas documentales de que un tal Ferrán Martínez, canónigo de Toledo es la misma persona que un homónimo personaje que fue sellador y escribano de los reyes Alfonso X y Sancho IV y que fue expulsado de la cancillería real en 1295. Según sus investigaciones, Ferrán Martínez estuvo en Italia entre 1296 y 1298 y pudo escribir el Zifar entre 1300 y 1304. Para este autor, muchos de los conocimientos jurídicos y cancillerescos que se reflejan en el decurso de la obra reflejan la formación e intereses de un clérigo letrado como Ferrand Martínez. Asimismo, muchos acontecimientos del Zifar serían trasposiciones a la ficción de acontecimientos de la época vividos por su autor, comenzando por los más evidentes del prólogo, donde aparece el arzobispo de Toledo Gonzalo García Gudiel (un personaje histórico auténtico) y referencias a un jubileo que efectivamente tuvo lugar en 1300, además de otros personajes históricos, como Fernando, arzobispo de Calahorra del que señala el prólogo una fecha de muerte coincidente con la histórica.
Juan Manuel Cacho Blecua, sin embargo, rechaza que el personaje del cuento fuera el autor del Libro del cavallero Zifar en su artículo «Los problemas del Zifar»,3 aduciendo que era habitual la inclusión de un exemplum en el prólogo, pues era uno de los procedimientos de inicio de una obra que se recomendaba en las artes poeticae para el ordo artificialis, como refleja Brunetto Latini en el Libro del Tesoro,4 quien dice que el prólogo debe incluir «un enxiemplo o proverbio o sentençia o autoridat de los sabios». Por todo ello, Juan Manuel Cacho Blecua concluye que Ferrán Martínez no debió escribir el Libro del cavallero Zifar, pero sin duda tuvo una estrecha relación con el autor y con los círculos toledanos cercanos a la cancillería real.
Garcia Martinz (o Martins) fue un trovador del siglo XIII, activo en la corte de Alfonso X.1
Biografía[editar]
No quedan datos biográficos, este hecho, unido a la escasa producción conservada y a lo común del nombre, impiden determinar su procedencia. Por tanto, pudo ser cualquiera de los Garcia Martinz documentados, durante el siglo XIII, en Portugal, Galicia y Castilla.2
Obra[editar]
Tan solo se conserva una tensón de amor con Pero da Ponte.
Meendiño, Mendiño, Mendinho o Meendinho fue un trovador gallego medieval que vivió probablemente en el siglo XIII.
Vida[editar]
Juglar gallegoportugués activo durante la segunda mitad del siglo XIII (1240-1280).
Procede probablemente del sur de Galicia, más concretamente de la ría de Vigo o la Isla de San Simón, Redondela, aunque los autores no mantienen una única postura. Es muy posible que su nombre derive del topónimo Mende (o Mendo, ya que de ambas formas lo pronuncian los lugareños y del que Mendiño sería un hipocorístico), lugar de la costa sur de la Ría de Vigo entre A Guía e Rande, perteneciente todavía al término municipal de Vigo y no de Redondela. Este pequeño lugar de la costa está muy cerca de la Isla de San Simón, donde había un santuario en época trovadoresca dependiente del Monasterio de Poio. Entre los siglos XIII y XIV fue, presumiblemente, enclave templario. Desde entonces el lugar ha tenido muchos otros usos (lazareto, cárcel...).
Obra[editar]
Su producción está considerada una de las más importantes de la lírica galaicoportuguesa. La única composición de su autoría, perteneciente al género de la cantiga de amigo, aparece recogida en dos de los manuscritos conservados: en el Cancionero de la Biblioteca Vaticana y en el antes llamado Cancionero Colocci-Brancuti y hoy conocido como Cancionero de la Biblioteca Nacional de Lisboa.
Su cantiga siempre ha llamado la atención de los filólogos. Famoso es el estudio de Roman Jakobson. Ya hace años el profesor Tavani llamó la atención sobre el error de lectura que deformaba el refrán desde las primeras ediciones. El error de lectura deformaba en sentido positivo la estructura y el mensaje. Tavani leyó correctamente la forma abreviada del manuscrito como e u(err)á[?]. Así el refrán que había hecho correr tanta tinta, 'eu atendendo o meu amigo, / eu a(tendendo o meu amigo', de alto valor poético por su efecto ecoico y por su musicalidad, se convierte en el no menos valioso eu atendendo o meu amigo, / e verrá? que es lo que realmente se lee en el Cancionero de la Biblioteca Nacional de Lisboa (antes llamado Colucci-Brancuti), en el que la pregunta retórica cierra el refrán con el futuro dubitativó del verbo vẽer ('venir'), con un tono de saudade resignada pero a la vez esperanzada, deja en el aire, en suspenso, la posibilidad del encuentro amatorio, todo ello con una gran economía de medios expresivos (una pregunta retórica resaltada en final de estrofa y de verso, con solo una conjunción, un futuro y un tonema interrogativo y vocabulario muy fundamental en lengua (conjunción e y el verbo vẽer ('venir') envueltos en tonema interrogativo que, a pesar de su vulgaridad de uso en la lengua cotidiana, aquí cobra otro valor de misterio, de expectación, de deseo, que llena ese vocabulario usual de connotaciones que captan los sentimientos del oyente (o lector) que se solidariza con la "mágoa" ('pena'), en este caso, desasosegada y esperanzada a la vez. Es precisamente esa pregunta la que acaba de producir un efecto catártico en el oyente (en su época las cantigas se interpretaban con canto y acompañamiento musical) prendido en la reiteración ominosa con efectos continuos de repeticiones de sintagmas (en las dos primeras estrofas la amenaza del mar profundo, en las dos del medio el desamparo de la protagonista sin salvación ya que no hay auxilio para ir a tierra firme, y en las dos últimaas la presencia de la muerte) Solo la pregunta esperanzada del refrán abre una puerta a la esperanza de la salvación por el posible encuentro amatorio.
Aunque no se conserva la notación musical de la composición (pues la música no fue transcrita en los apógrafos italianos V y B), la musicalidad interna que estructura el poema no desmerece de la perdida versión musicada, ya que los efectos ecoicos (propios de las Cantigas de Amigo) y la pregunta retórica producen un aire de sorpresa, de irrealidad, con un cierto aire sofocante, incluso apremiante. Su lectura (y su audición) producen un gran efecto catártico: el lector, o el oyente, se siente transportado y comparte la expectación ansiosa.
El texto de su composición, fijado por Giuseppe Tavani y aceptado por la mayoría de los estudiosos (aunque algunos editores críticos han propuesto otras lecturas), es el siguiente, tal y como aparece recogido en la edición canónica de la lírica gallegoportuguesa:1
'CBN 852/CV 438
Sedia-m' eu na ermida de San Simión
e cercaron-mi-as ondas que grandes son.
Eu atendend´o meu amigu'! E verrá?
Estando na ermida, ant' o altar,
cercaron-mi-as ondas grandes do mar.
Eu atenden[d´o meu amigu'! E verrá?]
E cercaron-mi-as ondas que grandes son:
non ei [i] barqueiro nen remador.
Eu [atendend´o meu amigu'! E verrá?]
E cercaron-mi-as ondas do alto mar:
non ei [i] barqueiro ne sei remar.
Eu aten[dend´o meu amigu'! E verrá?]
Non ei i barqueiro nen remador:
morrerei “eu”, fremosa, no mar maior.
Eu aten[dend´o meu amigu'! E verrá?]
Non ei [i] barqueiro nen sei remar:
morrerei eu, fremosa no alto mar.
Eu [atendend´o meu amigu'! E verrá?]
(Traducción literal al castellano: Me encontraba yo en la ermita de San Simeón y me cercaron las olas, qué grandes son. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá? Estando en la ermita ante el altar me cercaron las olas grandes del mar. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá?' Y me cercaron las olas, qué grandes son, no tengo barquero ni remador. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá?' Y me cercaron las olas del alto mar, no tengo barquero ni sé remar. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá? No tengo barquero ni remador; moriré hermosa en el mar mayor. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá? No tengo barquero ni sé remar, moriré hermosa en el alto mar. ¡Yo esperando a mi amigo! Y, ¿vendrá?)
Se le dedicó el Día das Letras Galegas en el año 1998 (junto a Xohán de Cangas y Martín Codax).
En la actualidad se celebra un festival de corales (Festival de Corales Cantiga de Mendiño) en la Isla de San Simón, organizado por el Círculo Cultural Deportivo de Cesantes.
Yehuda ben Moshe ha-Kohen (Yehuda Mosca o «Mosca el Coheneso» en las fuentes cristianas) vivió en el siglo XIII y fue médico real, astrónomo y un destacado escritor de la Escuela de Traductores de Toledo en época de Alfonso X el Sabio, para quien tradujo importantes obras científicas del árabe y hebreo al castellano. Fue rabino de la sinagoga de Toledo, llegó a ejercer de médico personal del rey sabio, y destacó como una de las más influyentes personalidades de la comunidad hebrea de la ciudad de las tres culturas de su época.
Obra[editar]
Está documentada su participación entre 1225 y 1231 en una traducción al latín realizada junto con Guillelmus Anglicus del Libro de la azafea del astrónomo toledano Azarquiel, un tratado que versa sobre un instrumento astronómico de precisión similar al astrolabio, pero que permitía ser utilizado en cualquier latitud terrestre.
El año de 1243 comienza su relación con el futuro Alfonso X el Sabio, entrando al servicio del infante castellano. Fruto de este patronazgo es la traducción entre 1243 y 1250 del Lapidario, con la ayuda de Garci Pérez, un clérigo cristiano.
También tradujo de Abenragel la obra astrológica Libro complido de los judicios de las estrellas, finalizado en 1254. El único manuscrito en que se ha transmitido esta obra es el Ms. 3605 en la Biblioteca Nacional de España, aunque solo contiene cinco de los ocho libros de que constaba la obra completa.
Vertió al castellano (1243-1250) el Libro de la ochava esfera en colaboración con Guillén Arremón Daspa (o de Aspa), obra que fue acabada en 1256. A partir de ese mismo año, en colaboración con el rabí Isaac ben Sid (el Rabiçag de las fuentes cristianas), trabajó en la composición de las Tablas alfonsíes, que compiló y redactó finalmente en 1277.
En 1259, junto con Juan Daspa, tradujo el Libro del alcora —de Qusta ibn Luqa—, y el Libro de las cruces, de Abu Said Ubayd-Alla.
A partir de la década de 1260 su labor se intensifica, trabajando paralelamente en diversas obras, como la traducción de la versión definitiva del Libro de la azafea, del Libro del astrolabio redondo, del Libro del ataçir, de la Lámina universal y del Libro del cuadrante para rectificar. En todos estos tratados, del mismo carácter —libros sobre fabricación o interpretación de instrumentos astronómicos de medida—, demuestra su conocimiento de la astronomía y la astrología a un nivel especializado, siendo el intelectual más destacado de los eruditos reunidos en torno a Alfonso X en el ámbito de las ciencias de la observación, medición e interpretación de los astros.
También destacó en la composición y traducción al castellano de tratados acerca de la medición del tiempo o relojes, en los que trabajó en conjunción con Isaac ben Sid. En ellos describe algunos cronómetros sorprendentes, como el Libro del reloj del palacio de las horas, en el que imaginan un palacio maravilloso cuyas ventanas dejan pasar la luz a un patio central en donde se marcan las horas. Otras obras cronométricas escritas por estos dos eruditos hebreos son el Libro del reloj de la piedra de la sombra, el Libro del reloj de agua y el Libro del reloj del argent vivo.
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