miércoles, 23 de junio de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO X EN ESPAÑA

Muhammad al-Jusaní, o Al-Jusanî de Qayrawân o Aljoxaní (Qayrawán, fecha desconocida - Córdoba 971 d. C./361 de la Hégira), fue un historiador andalusí.

La obra por la que es famoso es Historia de los jueces (o cadíes) de Córdoba (Kitáb al-qudá bi-Qurtuba), donde se recopilan, hasta el año 358/969, documentos de los archivos cordobeses, informaciones orales y escritos o apuntes biográficos sobre los cadíes de Córdoba, de muy distintas fuentes, que no cita, aunque debieron existir.






Áhmad ibn Muhámmad al-Razi (en árabeاحمد ابن محمد الرازي‎), conocido como al-Tariji (el Cronista) o, para los historiadores cristianos, el moro Rasis (Córdoba887955), fue un historiador andalusí que desarrolló su labor literaria en tiempos del califa Abderramán III.


Biografía[editar]

Hijo del mercader Muhammad ibn Musa al-Razi, oriundo de la región de RayyPersia, que se estableció en la Córdoba de los Omeyas hacia el año 865 (250 h.).1​ Rasis adquirió un gran saber, según Ibn al-Faradi, de sus maestros Ahmâd ibn Jalid y Qâsim ibn Azbag, entre otros, y fue tenido en su época como el más prestigioso de los historiadores andalusíes. Se sabe que enseñó en Córdoba, Sevilla y otras ciudades.

Obra[editar]

A Rasis se le atribuyen varias obras sobre la historia y la geografía de Al-Ándalus, entre las que destacan una descripción topográfica de la ciudad de Córdoba y Alistiyab, un libro que refiere las genealogías de andalusíes célebres en cinco volúmenes. Pero es recordado sobre todo por su Historia de los soberanos de Al-Andalus (Ajbār mulūk Al-Andalus), un relato de la presencia árabe en la península ibérica desde la invasión emprendida por Táriq ibn Ziyad y Musa ibn Nusair hasta el reinado de Abderramán III, octavo emir y primer califa de la dinastía Omeya. Esta obra le hizo muy conocido y citado por los historiadores posteriores, tanto musulmanes (Ibn HayyanIbn BassamAl-HumaydiIbn BashkuwalIbn al-AbbarIbn al-JatibAl-Maqqari) como cristianos, que conocieron la obra como la «Crónica del moro Rasis». La composición de esta obra la finalizó su hijo Isa ibn Ahmad al-Razi en Córdoba después del año 977, siendo califa Hisham II. Gracias a los fragmentos transcritos por los historiadores arábigos posteriores como, sobre todo, a su traducción al portugués y castellano, es la única obra de Rasis que se conserva.

Historia de los soberanos de Al-Ándalus o Crónica del moro Rasis[editar]

El Ajbār mulūk Al-Andalus (Historia de los soberanos de al-Ándalus), principal obra de Al-Razi, constaba en origen de tres partes: una geografía de Al-Ándalus; una historia preislámica de la península ibérica; y un relato del reinado de Rodrigo, conquista musulmana e historia de los emires.2​ Durante la Edad Media los historiadores cristianos hicieron uso frecuente del relato de Razi, al que se referían como la «Crónica del moro Rasis» o de «Rasis moro». Así, es abundantemente citada en el De rebus Hispaniae (1243) del arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada. A principios del siglo XIV el rey Dionisio I de Portugal encargó una traducción al portugués al clérigo luso Gil Peres (1279–1325). De esta traducción del Rasis mouro se sirvió abundantemente el escritor de la Crónica geral de Espanha de 1344, encargada por el conde de BarcelosPedro Alfonso de Portugal, que transcribe pasajes enteros.3

La Crónica fue retraducida al castellano en el siglo XV y refundida como introducción a la Crónica sarracina (h. 1430) de Pedro del Corral. Sin embargo, la traducción fue parcial, limitándose únicamente a las secciones que trataban de geografía y de la primitiva historia peninsular. Posteriormente, la traducción original al portugués de Gil Peres se perdió. Hoy día se conservan únicamente tres manuscritos vertidos al castellano en el siglo XVI.4

Ya en el siglo XVI se empezó a dudar sobre la autenticidad de la crónica portuguesa, considerándola obra original, que no traducción, de Gil Peres.5​ Durante siglos, eruditos y críticos como Ambrosio de MoralesGregorio Mayans,6​ Miguel CasiriJosé Antonio Conde o Diego Clemencín7​ negaron la autoría arábiga o la composición en fecha tan temprana como el siglo X.

El interés por la crónica era evidente, pues ofrecía el mayor caudal de noticias disponible entonces sobre la época de la invasión y primeros siglos de dominio musulmán en la península. Las investigaciones eruditas sobre la misma tomaron un nuevo rumbo en el siglo XIX gracias al desarrollo de la metodología histórica. En 1850 el arabista Pascual de Gayangos demostró, en una memoria leída ante la Real Academia de la Historia, que, en primer lugar, hubo un historiador cordobés del siglo X llamado Al-Razi y, en segundo lugar, que fue el autor de una descripción geográfica y una historia de la península ibérica. Además, vertió unos fragmentos en castellano en el «Apéndice» a sus Memorias sobre la autenticidad de la Crónica denominada del moro Rasis, que fueron más tarde completados con la ayuda de un manuscrito conservado en la Biblioteca del Real Palacio y estudiado por Pedro José Pidal.

Aunque Gayangos admitió la autenticidad de la descripción geográfica y de la historia musulmana, planteó sus reservas respecto a la autoría de Rasis en la parte dedicada a la historia preislámica, argumentando que se trataba de una compilación de otras fuentes realizada por Gil Pérez.8​ Otros arabistas de su tiempo, como el holandés Reinhart Dozy compartieron esta misma opinión. Fue a principios del siglo XX cuando el filólogo Ramón Menéndez Pidal, no contento con esta valoración, demostró que la parte referente a Rodrigo en la Crónica de 1344 se basaba, efectivamente, en el Rasis de Gil Pérez y que procedía de la historia de al-Razi.9​ Finalmente, el historiador Claudio Sánchez-Albornoz logró probar que Gil Vicente tradujo, efectivamente, la Historia de los reyes de Al-Ándalus de Ahmad al-Razi, dando así validez y autenticidad a todas las partes conservadas, incluida la historia preislámica.10

La importancia de la Crónica del moro Rasis ha sido expuesta por Diego Catalán:

Si las anteriores historias nacionales tenían por sujeto a una gens, es decir, a un pueblo o nación étnicamente homogéneo, la historia de Al-Razi es la primera obra histórica que tiene por objeto el solar español, esto es, el territorio de la península ibérica y la descripción de los distintos pueblos que se asentaron sucesivamente en él hasta llegar a la conquista musulmana. Este modelo, que después sería seguido por la Estoria de España de Alfonso X, es el más admitido hoy día para relatar una historia de una nación o país.




Ismail b. Abd Allah al-Ruayni o al-Ruayni fue un pensador andalusí de la escuela sufista masarrí (Córdoba950-1040).

Vida y obra[editar]

Nacido en Córdoba en 950, fue probablemente adoctrinado por algún discípulo directo de Ibn Masarra. Amenazado por sus doctrinas, en 980 se vio obligado a abandonar la corte califal, habiendo ya conseguido notoriedad filosófica y religiosa. Se instaló en Pechina, localidad cercana a Almería que ya acogía a un núcleo de masarríes. De esta comunidad se convirtió en imán, ejerciendo estrictos ayunos y penitencias. En dicha comunidad integró también a su familia: su hijo Abu Harun y una hija a la que llamaban la Ruayniya que llegó a ser culta maestra de la doctrina y fue madre de un hijo, Yahya, también entregado a la fe masarrí.

La fama de santidad y sus duras penitencias dieron a al-Ruayni una fama insólita entre el pueblo. La interpretación que el vulgo hizo de sus peculiares enseñanzas, como las referidas al don de la profecía, la no resurrección de los cuerpos1​ y la no omnisciencia de Dios,1​ provocaron un cisma dentro de la doctrina masarrí y encumbraron a al-Ruayni como líder de un movimiento que se declaró fuera de la jurisprudencia musulmana y en guerra santa con el resto de los musulmanes, declarados infieles. La confusión del dogma y el iluminismo añadieron otras prácticas, rescatadas algunas del derecho consuetudinario árabe más antiguo, como la ilicitud de la propiedad privada, considerada un impedimento para la vida de perfección, o el amor libre.2

Esta degeneración terminó pronto con estos "ruayníes", si bien sus enseñanzas permanecieron vigentes hasta tiempo después de la muerte de al-Ruayni, acaecida en 1040, influyendo en otros sufíes como el también almeriense Abenalarif. Tras su desaparición, Almería se convertiría en metrópolis de todos los sufíes de al-Ándalus.3

Como curiosidad cabe destacar que aún hoy existe un paraje poblado cercano a Pechina llamado El Ruini (perteneciente al término municipal de Gádor, provincia de Almería), que según se cree, recibió su nombre del filósofo sufí.




Alhakén IIal-Hakam II o Alhaquén II (en árabe, الحكم بن عبد الرحمن, al-Ḥakam ibn ʿAbd ar-RaḥmānCórdoba, 13 de enero de 915-Id., 1 de octubre de 976) segundo califa omeya de Córdoba, desde el 16 de octubre de 961 hasta su muerte. Durante su reinado —uno de los más pacíficos y prósperos de la dinastía en la península—1​ se amplió la mezquita de Córdoba,2​ ciudad que alcanzó su apogeo del periodo califal.3​ Es reconocido como un gran bibliógrafo y un gobernante de gran cultura.2

Sucedió a Abderramán III a los 47 años y nueve meses de edad, en el 962, continuando2​ la política de su padre y manteniendo la paz y la prosperidad en al-Ándalus. No solo sostuvo el apogeo al que llegó el califato con su padre, sino que con él logró su máximo esplendor.

A los 8 años fue nombrado sucesor de Abderramán III, y su educación fue exquisita, participando intensamente en las actividades del reinado, así como en las campañas militares, acompañando al califa en varias ocasiones. Conservó durante toda su vida gran aprecio por las artes y las letras.3​ Cuando a la muerte de su padre se hizo cargo del poder contaba con 47 años y adoptó el título de al-Mustánsir bi-l-Lah («el que busca la ayuda victoriosa de Alá»).42​ Hasta entonces, y pese a su unión con Radhia, no tuvo hijos. Al llegar al trono la descendencia se hacía necesaria y logró dársela una concubina esclava, de origen vascongado llamada Subh (también llamada Zohbeya y Aurora), a quien Alhakén dio el nombre masculino de Chafar.

Alhakén II
Califa de Córdoba
MonAlhakenII01.jpg
Monumento a Alhakén II en el Campo Santo de los Mártires, Córdoba, inaugurado en 1976
Reinado
16 de octubre de 961-1 de octubre de 976
PredecesorAbderramán III
SucesorHisham II
Información personal
Nombre secularal-Ḥakam ibn ʿAbd ar-Raḥmān
الحكم بن عبد الرحمن
Nacimiento11 de enero de 915
CórdobaEmirato de Córdoba
Fallecimiento1 de octubre de 976 (61 años)
CórdobaCalifato de Córdoba
Familia
Casa realDinastía Omeya
PadreAbderramán III

Juventud[editar]

Fue sietemesino5​ y nació el 20 de enero del 915.6

Nombrado sucesor al trono joven, obtuvo sobrada experiencia en la Administración, ya que alcanzó el trono con más de cuarenta años.1​ Su padre, preocupado por su educación como heredero,7​ le obligó a residir en el palacio junto a él y a no tomar esposa, lo que desató rumores de homosexualidad.7

Califa[editar]

Adoptó el título honorífico de al-Mustánsir bi-l-Lah («el que busca la ayuda victoriosa de Alá») y continuó la política iniciada por su padre, del que fue fundamentalmente un continuador.42​ Sus quince años de reinado fueron tranquilos, como la segunda mitad del de su padre.8

A diferencia de su padre, Alhakén se apoyó en dos personajes de la corte: el general Gálib, un liberto de origen eslavo, y el chambelán Yaáfar al-Mushafi, que junto a la concubina Subh ejercieron prácticamente el gobierno, alcanzando altas cotas de poder.9​ El primero tenía a su cargo la defensa de la frontera septentrional frente al reino asturleonés y su condado castellano, y el segundo ejerció el gobierno durante la enfermedad final del califa.9​ Al-Mushafi era amigo personal del califa, hijo de su propio preceptor.9​ Gracias a la protección de Alhakén, alcanzó el título de chambelán; gozó de la máxima confianza del califa por su integridad.9​ El general llegó a ser el comandante supremo de los ejércitos califales y tener la última opinión en toda decisión militar, sirviendo a los tres primeros califas cordobeses.10

Política exterior y campañas militares[editar]

Los reinos cristianos[editar]

Entre las primeras medidas que tomó al ser nombrado califa, se encontraba la reclamación al reino cristiano de León de las diez fortalezas que su rey, Sancho I, había prometido a su padre Abderramán III por el apoyo prestado en la disputa dinástica que aquel mantuvo con Ordoño IV y que le había permitido recuperar el trono en el 960.11

Ante la negativa del rey leonés a cumplir su promesa, Alhakén acogió12​ al depuesto Ordoño IV en la corte cordobesa prometiéndole reponerlo en el trono, lo que hizo que Sancho I se retractase y enviase una embajada a Córdoba con la promesa de cumplir lo pactado.13​ Sin embargo, la muerte de Ordoño IV —en la propia Córdoba, en 962— motivó que Sancho I cambiase nuevamente de postura y concertase una alianza con el rey navarro García Sánchez I, con el conde castellano Fernán González y con el conde de Barcelona Borrell II para hacer frente al poderío del califa.14

Alhakén inició en respuesta, en 963,14​ una ofensiva militar que se ve culminada por el éxito al conquistar las plazas de San Esteban de GormazAtienza y Calahorra lo que,14​ unido a las crisis dinásticas que surgieron en los reinos cristianos, volvieron a colocar al califato cordobés en su posición de supremacía.15​ Se reforzó además Gormaz como centro de defensa frente a cualquier embate castellano.15​ En el 965, la muerte por envenenamiento de Sancho llevó al trono leonés al pequeño Ramiro III, de cinco años; su minoría de edad y la regencia de su tía Elvira condujeron a la crisis del reino y el califato quedó árbitro de las numerosos disputas de sus señores feudales.15​ No solo numerosos señores leoneses, sino también el nuevo conde castellano García Fernández y el rey navarro Sancho Garcés, se apresuraron a prestar homenaje a Alhakén a finales de la década de 960 y principios de la siguiente.15

Se inició así un periodo de calma militar que se extendió hasta 974,16​ cuando el nuevo conde castellano García Fernández, que había sucedido a Fernán González, aprovechando que el grueso del ejército califal se encontraba en África,17​ atacó la plaza de Deza.16​ García se alió con leoneses y navarros y puso cerco a Gormaz en abril del 975.15​ Su incursión que se vio acompañada en 974 por el asalto del también nuevo rey de León Ramiro III de la plaza de San Esteban de Gormaz. El retorno del general Gálib de su campaña africana puso fin a los ataques cristianos al vencerlos en las batallas de Gormaz (junio del 975), Langa y Estercuel.18

El Magreb[editar]

La política africana de Alhakén estuvo marcada por el intento de frenar la expansión del califato fatimí, con capital en Kairuán, en el actual Túnez, por el Magreb. Política que se vio favorecida por la conquista, en 969, de Egipto por los fatimíes, que trasladaron su capital a El Cairo tres19​ años más tarde y con ello su zona de influencia lejos del estrecho de Gibraltar.20​ Además, se buscaba asegurar el acceso directo al comercio sahariano controlando algunas ciudades rifeñas.21

Tras los reveses sufridos por su padre, al alcanzar el califato apenas conservaba en la región la posesión de Ceuta y Tánger.20​ Algo mínimo, si se tiene en cuenta que entre 945 y 952 los omeyas controlaban las tierras entre ArgelSiyilmasa y el Atlántico.22​ Durante los diez primeros años de reinado, sin embargo, se contentó con tratar de mantener su influencia mediante la compra de lealtades e incursiones militares ocasionales.20​ Tras atizar la revuelta de algunos zanata contra el vasallo fatimí de la zona, el sinhaya Ziri Manad respondió al hostigamiento y, con el beneplácito del califa fatimí, contraatacó y obtuvo una aplastante victoria en febrero del 971.19​ La muerte de Manad ese mismo año a manos de un antiguo partidario de los fatimíes pasado a los omeyas y coaligado con algunas tribus cenetes supuso un triunfo pírrico al que siguió una dura reacción zirí.23​ A partir de ese año, aumentó notablemente el reclutamiento de fuerzas bereberes, que continuó durante el posterior gobierno de Almanzor y tuvo un importante papel en la guerra civil.24

El traslado fatimí hizo que, en 972, Alhakén decidiese recuperar su zona de influencia en el Magreb,25​ para lo cual tuvo que enfrentarse al último representante de la dinastía idrisí, el emir al-Hasan ben Kannun.25​ se envía al general Muhammad ibn Qasim ibn Tumlus, se movilizan las escuadras de Sevilla y Almería y envía dinero al zanata Muhammad ben al-Jayr para reclutar un ejército y pasar a la ofensiva.26​ El general cruzó el estrecho el 7 de agosto y fue a enfrentar al idrisí mientras la flota se encargaba de Tánger.27​ Ese mismo mes, las fuerzas omeyas del almirante Abd al-Rahman ibn Muhammad ibn Rumahis recuperaban Tánger, que antes había expulsado a la guarnición califal y que Ben Kannun controlaba. A la vez, el general Qasim reconquista Tetuán.2826​ El 2 de septiembre Kannun es vencido y debe huir, permitiendo a Qasim tomar Arcila.27​ Tras perder Arcila, el idrisí lanzó un contraataque afortunado en diciembre que obligó a los andalusíes a refugiarse en Ceuta.29

Solicitados refuerzos a la península, Alhakén envió al general Gálib,29​ a quien dio total libertad, tanto para sobornar como para combatir enemigos.30​ El general sale de Medinaceli, pasa por la capital, se embarca en Algeciras el 15 de junio de 973, donde se encarga de los últimos detalles de la expedición.3126​ Su objetivo era Tánger, pero el viento lo desvió a Marsá Qabála.31​ Gálib logró el sometimiento del idrisí en marzo del 974.30​ La misión de sobornar a los bereberes estuvo a cargo del joven intendente Abu ʿAmir Muhammad ben Abi ʿAmir.3230

En el 975 y ante el gran gasto que suponía para el tesoro andalusí mantener sus fuerzas en el Magreb, se devolvió a estas a la península y se las sustituyó por fuerzas locales.33​ Así, el control de la costa meridional del Mediterráneo quedaba asegurado por el presencia directa en algunas plazas fuertes estratégicas como Ceuta y Melilla, y mediante una política de establecimiento de protectorados, como el Emirato de Nekor.21

Invasión normanda[editar]

También tuvo que afrontar la ofensiva marítima de los vikingos normandos que, al mando de un tal Gundurendo, recorrían los puertos de Europa sembrando el terror: atacaron Lisboa en 966, pero fueron derrotados frente a Silves por una flota que el califa había desplazado desde Sevilla al mando de su almirante Muhammad ibn Rumahis.8​ Almería, principal puerto militar del califato, había comenzado a fortificarse por orden de Alhakén en el 964.8​ Se garantizaba así la vigilancia del estrecho de Gibraltar y del comercio con el Magreb.34

En el año 971, los vikingos intentaron una nueva incursión en territorio califal, Alhakén respondió enviando la escuadra almeriense en ayuda de la sevillana y los normandos no lograron desembarcar.9​ Al acabar su reinado su flota contaba con atarazanas, aparte de la principal, en Alcacer do SalSilves, Sevilla, AlgecirasDeniaTortosaCeuta y Melilla, dominando el Atlántico y el Mediterráneo Occidental con sólo su rival fatimí como una verdadera amenaza.35​ Las crónicas árabes hablan de hasta trescientos navíos de combate en las escuadras califales.3436​ Cálculos más moderados las reducen a ciento veinte barcos, incluyendo transportes y pataches, operados por siete mil tripulantes, cinco mil de ellos marineros y mil profesionales.37​ Gracias a su poder naval, los omeyas fueron capaces de sostener el enclave de Fraxinetum, en Saint-Tropez, entre 894 y 972.38

Política interior[editar]

El califato se basaba en la igualdad de todos los grupos étnicos y religiosos para acceder a los puestos de gobierno, acabando con la nobleza militar árabe, berberisca, eslava o de cualquier otro origen. El respeto a los cristianos, a los judíos y a la inmensa parte de la población, así como la constitución de una burocracia meritocrática y una clase media comercial y administrativa, fueron las bases de ese estado de bienestar.

Obras públicas[editar]

  • Se dedicó a la Mezquita de Córdoba, de la que ya en vida de su padre inspeccionaba las obras, realizando la ampliación más bella y la decoración más rica, derribando el muro de la qibla y extendiendo el oratorio en doce crujías, dotándolo de una serie de lucernarios cubiertos con bellas cúpulas nervadas, y de una macsura con presencia de arcos polilobulados y entrecruzados, además de la construcción del mihrab, concebido por primera vez como una habitación octogonal, cuya portada fue decorada con bellos mosaicos realizados por maestros bizantinos enviados por el basileus (emperador) de Constantinopla, Constantino VII.
  • Terminó de construir Medina Azahara, con el mismo tipo de construcción y decoración. Utilizaba sus dependencias desde la primavera hasta el otoño, y si alguna vez lo hacía en invierno era para presidir recepciones solemnes y recibir embajadores.
  • Reformó el Alcázar andalusí y construyó castillos por varias zonas como defensa contra los reinos cristianos.
  • Realizó obras públicas en Córdoba, que se convirtió en la ciudad más importante de Europa tanto por su población como en el ámbito político y cultural. Era la primera ciudad de la Península que tuvo pavimentadas sus calles, alumbrado público nocturno y alcantarillado, que se distribuía mediante una red perfectamente organizada, algo extraordinario teniendo en cuenta la época. También hay constancia de obras de este tipo en otras ciudades.
  • Construyó el castillo de Baños de la Encina.

Economía[editar]

Moneda de plata acuñada durante el reinado de Alhakén II en Medina Azahara.

Los impuestos coránicos casi nunca bastaron para hacer frente al gasto del Estado, pero la economía alcanzó un desarrollo insospechado gracias a la larga etapa de paz que el califato dio a sus súbditos, lo que proporcionó al fisco unos ingresos saneados que permitieron la construcción de las grandes obras públicas.

Caja de marfil y plata con decoración tallada (Medina Azahara).
  • La vida económica propiamente dicha estaba basada en la agricultura y ganadería. El cultivo de cereales y legumbres fue particularmente intenso. Los excedentes de aceitunas, uvas e higos fueron exportados con pingües beneficios hacia Oriente. Se introdujeron el arroz, el naranjo y el toronjo, y se construyeron sistemas de riego y canales. La capa forestal alcanzó probablemente su extensión máxima en la península y fue aprovechada para la construcción de barcos, en especial en los astilleros de Tortosa.
  • El dominio de Marruecos y Argelia le facilitó la protección de las caravanas que le traían el oro de Sudán, con el cual se acuñaba monedas.
  • La ganadería estuvo en manos de los bereberes. En época de Abderramán II se habían introducido los primeros camellos en España, que se criaron para el ejército.
  • Las técnicas de extracción minera no experimentaron avances sensibles con respecto a los de la época romana, y los metales explotados fueron los mismos que en la antigüedad: oro y plata.
  • La industria de tipo artesano se centró en la manufactura de objetos de lujo.

Cultura[editar]

Herbolario.

El desarrollo de las ciencias y de las letras se debió a las facilidades que los califas dieron a los sabios orientales inmigrados, ya que los abasíes persiguieron sin tregua a quienes cultivaron el saber más allá de los rudimentos necesarios para la solución de los problemas jurídico-religiosos. La difusión de la cultura andalusí por Europa quedó asegurada gracias a los continuos viajes de los monjes mozárabes a la España cristiana, a la Marca Hispánica hasta Lorena.

  • La medicina estuvo en manos de los mozárabes hasta mediados del siglo IX. En esta época llegaron prácticos de Oriente que desplazaron a los cristianos, y un siglo después se adapta la traducción oriental del Dioscórides a la terminología botánica de al-Ándalus, gracias a la colaboración del judío Hasday ibn Saprut, del monje bizantino Nicolás y del médico musulmán Ibn Yulyul.
  • Fundó 27 escuelas públicas en las que los eruditos enseñaban de forma gratuita a los pobres y huérfanos a cambio de atrayentes salarios, y decretó la enseñanza obligatoria para todos los niños.
Volumen del Corán de al-Ándalus.
  • Creó una biblioteca, símbolo de esta cultura andalusí, pluralista, tolerante y universalista, con más de 400 000 volúmenes que abarcaban todas las ramas del saber.nota 1​ Tenía anejo un taller de escribanía con copistas, miniaturistas y encuadernadores, y se conocen los nombres de las dos copistas más importantes: Lubna, secretaria de Alhaken II, y Fátima.40​ Según cronistas, en un solo arrabal de la ciudad podía haber unas ciento setenta mujeres dedicadas a la copia de libros, lo que da una idea de la cultura a la que llegó la mujer cordobesa en aquellas fechas. También tenía agentes para ojear y comprar libros en El CairoBagdadDamasco y Alejandría. Desde la biblioteca subvencionaba no solo a los escritores y estudiosos de Al-Ándalus, sino de todo el mundo: cuando supo que Abu'l-Faraj al-Isfahani había comenzado su célebre antología de poesía y canciones árabes (el Libro de cantos), le envió mil monedas de oro para tener una copia. Isfahani le envió una especial, con la genealogía de los omeyas, porque Alhakén, que leyó y anotó muchos de los miles de libros de su biblioteca, era un genealogista consumado, el más importante que haya tenido esta disciplina; todavía hoy es la máxima autoridad. Pasaron siglos antes de que se reuniera en España una biblioteca como la suya, sólo porque escribía, perdonaba, protegía a los filósofos y pagaba a todos los poetas, incluso a los más desvergonzados.

Sucesión[editar]

De la trayectoria de este califa, inteligente, ilustrado, sensible y extremadamente piadoso solo cabe lamentar que reinara apenas 15 años, y que cometiera el gran error de no nombrar a un sucesor capacitado y eficaz.

Mayor y sin hijos al alcanzar el trono, tuvo su primer vástago, Abderramán, en el 962, hijo de la concubina vascona Subh.4142​ El heredero, sin embargo, falleció pocos años después, en 970.4142​ Subh volvió a dar a luz tres años más tarde, en 965, al futuro Hisham II;42​ gracias a su nacimiento se convirtió en la mujer más influyente de palacio.41

Quizás por sentir próxima su muerte por el ataque de hemiplejía que sufrió, se apresuró en nombrar sucesor a su hijo, Hisham II que, al acceder al trono siendo menor de edad, se convirtió en una marioneta utilizada con astucia por al-Mansur y sus partidarios. En el 976, cuando Hisham contaba apenas once años, Alhakén impuso el juramento de fidelidad al heredero.11​ Ocho meses más tarde, falleció.11​ El nombramiento de un menor para el califato, aunque no sin precedentes suscitó oposición.43

Alhakén falleció por una angina de pecho en presencia de dos de sus cortesanos principales la noche del 30 de septiembre de 976.44​ Algunos sectores de la corte propusieron a su hermano menor, Abū-l-Muțarrif al-Mughira,45​ como nuevo califa aduciendo que Hisham, un niño, no podría desempeñar el cargo apropiadamente.44​ El príncipe al-Mughira era el tercer hijo de Abderramán III y su favorito,44​ con unos veintisiete años en ese momento.46​ El chambelán al-Mushafi, deseoso de hacerse con la regencia, envió a Abu ʿAmir Muhammad al palacio del príncipe y lo asesinó.45​ El segundo y cuarto hijos de Abderramán III, Abū-l- Qāsim al-Așbag y Abū-l-Așbag’ Abd al-’Aziz, respectivamente, no participaron de estos eventos.47

Semblanza del Califa[editar]

Físicamente rubio, pero tirando a pelirrojo, con nariz aguileña, grandes ojos negros, corpulento, de piernas cortas y antebrazos demasiado largos, tenía un perceptible prognatismo.4​ Su voz era muy fuerte,4​ casi estentórea.

Alhakén nunca tuvo buena salud.4​ En 974, sufrió un ataque de hemiplejía del que nunca se recuperó y que acabó por matarlo dos años más tarde.4​ La cercanía de la muerte le llevó a acentuar sus obras piadosas, aunque siempre había sido devoto, en contraste con su padre.4

Fue un califa inteligente, ilustrado, sensible y extremadamente4​ piadoso, tanto que, preocupado por la costumbre de beber de sus súbditos, intentó evitarla arrancando4​ los viñedos. Sus consejeros le disuadieron mencionando que el aguardiente de higos también emborrachaba y que la medida hubiese resultado impopular.

 

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