SIGLO XI EN ESPAÑA
Ahmad Abū 'Āmir ibn Šuhayd de Córdoba o en árabe original أبوعامر ابن شهيد (Córdoba, 992-1035) fue un poeta hispanoárabe de linaje aristocrático árabe vinculado a la dinastía omeya, e hijo de un ministro de Almanzor, es autor de poesía áulica, al servicio de los distintos califas y gobernantes de Córdoba que siguieron a la crisis del Califato de Córdoba, y cultivó también otros géneros, como la elegía, la sátira, el poema báquico o el descriptivo.
Biografía[editar]
La obra de Ibn Šuhayd se conserva en antologías y en su libro de teoría y crítica literaria Risālat al-tawābi' wa-l-zawābi (Epístola de los genios, c. 1013-1017), que a su vez es una antología de los poetas árabes anteriores a él y de sus propios poemas, en forma de un viaje sobrenatural, semejante a la Comedia de Dante Alighieri, en que habla a los daimones de diversos poetas. Es una obra sobre crítica literaria, para competir con Oriente. Se le asocia con el estoicismo senequista por su poesía culta y original, que defiende la predisposición natural del poeta desde su nacimiento. Víctima de sus sátiras fue Ibn al-Hannât (m. 1045).1
La Epístola de los genios es una de las obras maestras de la literatura andalusí, tanto por su contenido como por su forma y por su particular originalidad. La anécdota argumental parte de un viaje al país imaginario donde habitan los genios que inspiran a los grandes escritores de la literatura árabe. Sobre este cañamazo, Ibn Šuhayd hace un repaso a las teorías literarias y a sus gustos personales, de gran originalidad para su época. Fue compuesta hacia 1025, en plena crisis política en al-Ándalus, y muestra un espíritu crítico, inconformista, que cuestiona muchas de las ideas recibidas y transmitidas por la filología de su tiempo. Así los filólogos son los peor parados, frente al criterio de los grandes poetas que, según él, conocen mejor los secretos de la escritura poética al haber tenido que resolver las grandes dificultades que exige la composición de poemas en la literatura árabe. Y todo ello a causa de que la escritura de la poesía árabe requiere resolver multitud de problemas técnicos: desde necesidades de estructura, servidumbres de la rima, rigor en la medida de los pies debido a la métrica cuantitativa y reiteración de lugares comunes sin caer en el plagio, lo que hacían de la poesía una disciplina extremadamente exigente y muy apreciada por la sociedad islámica.
Tuvo fama de hombre disoluto, aunque dotado de extraordinario talento. Sus biógrafos nos transmiten su interés por lo burlesco y su facilidad para la comicidad satírica. Muestra de ello es un opúsculo suyo que desvela los trucos empleados por timadores, truhanes, adivinos profesionales y otros mendigos marginales que se aprovechaban de la credulidad de la gente. Este librito titulado Kitāb al-nāranchiyyāt es un recetario de química recreativa para ilusionistas, donde explica cómo introducir huevos en botellas, encender una lámpara en el agua o arrojar un recipiente de cristal sin que se rompa. También se encuentran allí remedios populares contra la embriaguez o las plagas de animales domésticos. Parece que esta obra estaba incluida dentro de un proyecto más amplio en el que desmontaba la existencia de demonios con capacidad para actuar en el mundo de los hombres, lo que llevaría a la obra a un contenido filosófico, según los criterios de esta época. Es la primera muestra de picaresca en un autor andalusí, y sería imitada por autores posteriores como las maqamas de Al-Hamadani y Al-Hariri y en obras en prosa como el Kašf al-asrār de Al-Chaubari, que trazaban retratos de los bajos fondos cuyos rasgos serían utilizados en las obras de teatro de sombras de Ibn Daniyal en los siglos XIII y XIV.
La genialidad de carácter de Ibn Šuhayd y sus originales opiniones sobre crítica literaria, junto con su indudable magisterio poético le hicieron ser considerado en su época como uno de los más grandes líricos y filólogos de al-Ándalus, siendo un modelo para todas las generaciones posteriores. Su dominio de las aliteraciones y de los cambios de ritmo sorprendentes, que potencia el contenido extraordinariamente, le permiten lograr una perfecta adecuación armónica entre la forma y el fondo capaz de transformar en poesía el tema más trivial. Además, en su obra poética, se aprecia siempre ese soplo de vida característico de esta etapa, que podríamos considerar barroca, de la poesía árabe, e inició con ello un camino que seguirán autores posteriores como Ibn Zaydún. Este aliento de vida se observa en la pasión con que arremete contra sus críticos y enemigos o en la elegía por la ruina de la capital del califato, Córdoba.
Quizá su temprana muerte a los cuarenta y tres años impidió que desarrollara toda su capacidad como poeta. Él mismo lo intuyó, cuando hace decir al genio del gran Al-Mutanabbi en su Epístola de los genios tras escuchar los poemas del propio Ibn Šuhayd las siguientes palabras: «Si se prolongaran las etapas de su vida, no hay duda de que llegaría a echar por la boca perlas; pero estoy seguro de que morirá pronto, porque tiene una inteligencia como un ascua, y una voluntad que colocará sus pies sobre la frente de la luna.»
Umm al-Kirām bint al-Mu‘tasim b. Ṣumādiḥ o Umm al-Karam bint al-Mu‘tasim b. Ṣumādiḥ, nombre españolizado como Umm al-Quiram, fue una princesa y poeta andalusí del siglo XI, hija de Almotacín, rey de la Taifa de Almería (que se corresponde aproximadamente con la actual provincia de Almería, Comunidad Autónoma de Andalucía, España).
Biografía[editar]
Umm al-Kiram vivió durante la segunda mitad del siglo XI, probablemente entre 1051 y 1091.
Perteneciente a la dinastía de los Banu Sumádih o sumadihíes, tuvo tres hermanos también poetas, dos de los cuales fueron Raf al-Dawla ben Muhámmad y Ubaid Allah ben Muhámmad.
En el Al-Bayan al-Mughrib de Ibn Idhari, se afirma que su inteligencia fue tal que su padre la educó junto a sus hermanos, superándolos a todos en el arte de la composición poética de casidas y moaxajas. En esa misma obra se da referencia de las únicas obras que se conservan de la princesa, poemas de amor dedicados a as-Sammār, un eunuco de enorme belleza originario de Denia que participaba del gobierno en la corte almeriense, lo que debió permitirle frecuentar a la princesa. Cuando su padre, el rey Almotacín, supo de los amoríos entre ambos, lo hizo desaparecer.
Maravillaos, amigos,de lo que ha cosechado una pasión ardiente,
que si de mí se separase el corazón lo seguiría.
pues, de no ser por eso, no habría bajado,
en compañía de la luna de la noche,
desde su cielo altísimo a la tierra.
Mi pasión por quien amo es de tal suerte
Ay, ojalá supierasi hay algún medio de estar solos
que vive, aunque se vaya, en mis entrañas y en mi pecho.
donde no lleguen los oídos del espía.
¡Qué maravilla!
A solas quiero estar con un amado
Wallada bint al-Mustakfi, en árabe ولادة بنت المستكفي (Córdoba, entre 994 y 10101 - íd. 26 de marzo de 1091) fue una poetisa andalusí, hija de Muhammad al-Mustakfi, del efímero undécimo califa de Córdoba.
Fue una mujer segura y decidida, recordada por su un papel activo en la sociedad a pesar de los limitantes de su posición, el ser una mujer en un contexto árabe medieval. Sus versos dan muestra de su singularidad, y los motivos presentes en esta se asocian a su historia de amor con el poeta Ibn Zaydún.
Biografía[editar]
Wallada bint al-Mustakfi nació en la cuna del califato de Córdoba (España) en un momento de decadencia del territorio árabe de Al-Ándalus, hija de Muhammad al-Mustakfi, quien se convertiría en el undécimo califa de Córdoba, y de la esclava cristiana Amin'am.
Tras el esplendor de la carrera política de Almanzor, un importante comandante del ejército andalusí y consejero de la madre del califa, lo cual conllevaba que tuviera una enorme influencia en las decisiones del califato, este se sume en un periodo de guerras civiles por conflictos en la sucesión del poder y todo tipo de intrigas palaciegas, desencadenadas tras la muerte del hijo de Almanzor, al-Muzzaar. Su padre Muhámmad III al-Mustakfí, que accedió al poder el 11 de enero de 1024 al asesinar al anterior califa Abderramán V. Debido a la turbulenta situación del califato ostentó el título de princesa por poco tiempo, pues, su padre murió menos dos años después también asesinado en Uclés (también existe la hipótesis de envenenamiento).
Wallada tuvo la suerte de que su padre no tuviera descendencia masculina, lo que le dio la oportunidad, en el momento de morir el califa en 1025, de cobrar la herencia y alejarse definitivamente de la realeza. Ella continuaba soltera y se independizó de toda tutela masculina gracias a la herencia de su padre y abrió un palacio y salón literario en donde se dedicó a enseñar poesía y canto a chicas de buena familia e incluso a esclavas. Entre sus alumnas destacó Muhya bint al-Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y quien terminó denigrando a Wallada en crueles sátiras.
A su salón también acudían los poetas y literatos de su tiempo, junto a personajes jurídicos prestigiosos que se admiraban de su genio y belleza. Entre sus cualidades se destacaban atributos físicos como el de una belleza de cabello rubio-pelirrojo, piel clara y ojos azules, además de ser inteligente, culta y orgullosa. El andar por la calle sin velo y sus versos bordados en los hombros de sus vestidos son ejemplos que atestiguan su personalidad altiva. Se la describe como coqueta y libertina según varias fuentes:2
- Por Alá, que merezco cualquier grandeza
- y sigo con orgullo mi camino
- Doy gustosa a mi amante mi mejilla
- y doy mis besos para quien los quiera
En el ámbito de la poesía eran vistos como actos polémicos el terminar poemas que no eran de su autoría y tener batallas de versos en fiestas con hombres reclamando la misma posición —allí conoció a su enamorado más recordado—. La gran pasión de su vida fue el poeta Ibn Zaydún o Abenzaidún, con el que mantuvo una relación secreta, dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía, por lo cual debía andarse con cuidado por Córdoba. Sobre esta relación giran ocho de los nueve poemas que de ella se conservan. Supuestamente relación se rompió por el amorío de Ibn Zaydún con una esclava negra de Wallada, lo que puede ser cierto, pero también responde a un tópico de la poesía de la época. El poeta le dedicó feroces sátiras tras la ruptura.
Aunque criticada por su estilo de vida, Wallada era también admirada y defendida por muchos, ya que nunca dejó extinguir su fortuna y tampoco se casó. Al caer el régimen de los califas y pasar a los reinos de taifas, fue amparada por dos supuestos amantes, el escritor Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma, y el visir Ibn Abdus, su eterno enamorado que, al parecer, permaneció a su lado y la protegió hasta su muerte, cuando ya era octogenaria.
Wallada murió el 26 de marzo de 1091, el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba.
Obra[editar]
Lo que se conserva de la obra literaria de Wallada es poco frente a lo que se cree que realmente escribió. Su genio creador se debe a una vasta formación literaria que pudo obtener gracias a su posición en la familia del califa. Fue conocida como la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba; en sus obras ella demostraba gran artificio y conocimiento de las tendencias artísticas de la época y era muy admirada por su capacidad para crear versos. Los poemas que perduran hasta la actualidad están directamente relacionados con su relación con Ibn Zaydún, la cual ha llamado la atención a lo largo del tiempo por la romantización que de ella se conserva. Según cuenta la leyenda ellos se conocieron en una fiesta de versos en donde toda la noche estuvieron contestándose versos, lo que llevó a que la rivalidad inicial se transformara en afecto y luego en amor.
Se cuenta también 3 que Ibn Zaydun le enviaba cartas anónimas con pequeños poemas a Wallada, pero que ella estaba tan desconcertada por no conocer su autoría que los ignoró hasta que por fin le llegó uno firmado. Su amor fue secreto y efímero, de hecho uno de los poemas de Wallada habla de la traición de Ibn Zaydún. Cuando ocurrió la separación, Ibn Zaydún pagó en la cárcel la infamia y, tan pronto salió, decidió buscar a Wallada arrepentido; sin embargo, ella nunca más le volvió a corresponder. Se cuenta que lo veían caminando errante y ojeroso, enfermo de amor; por todos eran conocidos sus poemas, dolorosos y sumisos, que suplicaban el perdón que nunca le fue concedido. Se conserva un monumento de este amor, el Monumento a los enamorados.
- Estoy hecha para la gloria
- Estoy hecha, por Dios, para la gloria,
- y camino, orgullosa, por mi propio camino.
- Doy poder a mi amante sobre mi mejilla
- y mis besos ofrezco a quien los desea.
- Cuando caiga la tarde
- Cuando caiga la tarde, espera mi visita,
- pues veo que la noche es quien mejor encubre los secretos;
- siento tal amor por ti que si los astros lo sintiesen
- no brillaría el sol, ni la luna saldría,
- ni las estrellas emprenderían su nocturno viaje.
Diálogo con la obra de Ibn Zaydun[editar]
A continuación se insertará una recopilación en forma de diálogo hecho por Eduardo Panigua llamado Wallada & Ibn Zaydun, una historia de amor y poesía, el cual se divide en “Tiempo de amor”, “Desengaños y reproches” y “Amor idealizado”.
- Córdoba lozana - Ibn Zaydún
- ¡Oh, Córdoba lozana!
- ¿Hay en ti esperanza para mí?
- ¿Acaso un corazón que arde en tu ausencia puede entibiarse?
- ¿Pueden acaso volver tus noches deliciosas,
- cuando la hermosura era un regalo a los ojos,
- y las músicas un placer para los oídos
- tan tierno, en ti, el regazo de la vida?
- Mirada furtiva - Ibn Zaydún
- Me bastará una mirada furtiva.
- Me conformaré con tu saludo breve,
- y nunca osaré consumar el deseo
- ni iré más allá de robarte una mirada;
- te preservaré de toda concupiscencia
- y te pondré por encima de los malos pensamientos;
- me recataré bien de las miradas del espía,
- pues, sin duda, el amor se puede perpetuar con tal recato.
- La separación - Wallada
- Tras la separación, ¿habrá medio de reunirnos?
- ¡Ay! Los amantes se quejan todos de sus penas.
- Paso las horas de la cinta en el invierno
- sobre las ascuas ardientes del deseo,
- y cómo no, si estamos separados.
- ¡Qué pronto me ha traído el destino lo que temía!
- Mas las noches pasan y la separación no se termina,
- ni la paciencia me libera de los grilletes de la añoranza.
- ¡Que Dios riegue la tierra que sea tu morada
- con lluvias abundantes y copiosas!
- Pasa tus miradas - Ibn Zaydún
- Pasa tus miradas por las líneas de mis cartas
- y verás mis lágrimas mezcladas con la tinta.
- Cariño mío: mi corazón se deshace
- de quejarse tanto a un corazón de pura piedra.
- Si tu sintieras por mí - Ibn Zaydún
- Oh tú que has cortado los lazos de mi amor,
- y has desatado los lazos de mi abandono
- despreocupada, sin enterarte
- de cuánto pesa mi pena y mi cariño;
- si tú sintieras por mí,
- lo que yo siento por ti,
- estarías apenada como yo, cuando no te rengo,
- y yo estaría tranquilo, como tú cuando no me tienes.
- Enamorado de Júpiter - Wallada
- Si fueras justo con el amor que existe entre nosotros,
- no habrías escogido ni amarías a mi esclava;
- has dejado una rama donde florece la hermosura
- y te has vuelto a la rama sin frutos.
- Sabes que soy la luna llena,
- pero, por lo desdicha,
- de Júpiter estás enamorado.
- Un secreto - Ibn Zaydún
- Si tú quisieras, entre nosotros dos
- habría un secreto que jamás se divulgaría.
- Bástete saber que, si tú sustentaras mi corazón
- podría sobrellevar
- lo que otros corazones no soportan.
- Despedida - Ibn Zaydún
- El amante que te despidió, despidió a la resignación
- revelando así los íntimos secretos que había entre los dos.
- Quedó rechinando los dientes por no haberse decidido
- a dar más pasos junto a ti, al darte el último adiós,
- Oh gemela de la luna, llena de luz y de nobleza,
- Que Dios bendiga el tiempo que te hizo brillar en el cielo .
- Ahora me lamento de lo larga que es la noche sin ti,
- ¡cómo me he quejado de lo breve que era contigo!
- Contra Ibn Zaydún - Wallada
- Tu apodo es el hexágono,
- un lote que no se apartará mientras vivas
- ni siquiera después de que te deje la vida:
- marica, puto, fornicador,
- cornudo, cabrón, ladrón.
- Diálogo en la noche - Ibn Zaydún
- ¡Oh, noche, alárgate! No siento tu brevedad
- más que cuando estoy con ella.
- Si tuviera la luna (mujer) esta noche conmigo
- no estaría yo ahora acompañado a la luna de la noche.
- !Oh, noche! Cuéntale
- que yo gozo con los recuerdos que de ella me traes.
- Por Dios, dime, ¿me ha sido fiel?
- Y me contestó: “No, te ha traicionado”
Curiosidades[editar]
Muchos periódicos del siglo XIX continuaban mostrando a Wallada la Omeya como una mujer independiente y de carácter libre cuyos poemas seguían teniendo relevancia tanto en la época como ahora. En algunos de dichos periódicos hablan del romance entre ella e Ibn Zaydún, como en el Semanario pintoresco español que en su número 30 lanzado el 7 de julio de 1856, dedica una página para hablar de Wallada y su amante.
Otros periódicos como el Álbum de señoritas y correo de la moda dedica parte de su número 308 publicado el 31 de mayo de 1859 a hablar sobre “amantes célebres entre los árabes, allí catalogan a Wallada como la mujer por la que existe la obra de Ibn Zaydún. El semanario La América publica el 24 de septiembre de 1859 a Wallada como cierre del número sobre poetas andaluces. El mismo periódico publica un mes después un número sobre “La edad de oro en la poesía árabe” en la que tratan la poesía de Ibn Zaydún y mencionan a Wallada como el eje central de esta. Otros semanarios como El contemporáneo de Madrid (Mayo de 1861), la Ciencia cristiana (1877) y El siglo futuro (1876) catalogan a Wallada como una de las personas más influyentes dentro de la poesía árabe. Con estas publicaciones se hace visible la importancia de la poetisa para la literatura hispano-árabe.
Reconocimientos[editar]
En 2000 se publica su primera biografía: Wallada, la última luna, de Matilde Cabello.
En el Festival de la Guitarra de Córdoba el 15 de julio de 2004 se estrena "Wallada (El sueño de un poeta cordobés)", musical de rock sinfónico andaluz.
Aḥmad ibn ˁAbd Allāh ibn Aḥmad ibn Gālib ibn Zaydūn (en árabe, أحمد بن عبد الله بن زيدون), más conocido simplemente como Ibn Zaydún o por Abenzaidún según las fuentes cristianas (Córdoba, 1003 – Sevilla, 10711), fue un poeta árabe andalusí considerado como el mayor poeta neoclásico de al-Ándalus.23
Renovó la lírica amorosa en árabe al infundirle un tono de experiencia más propio y sensual; ello le supuso ser considerado el mejor de los poetas amorosos de la Hispania musulmana y constituirse en modelo para toda la poesía árabe occidental posterior, de forma que se le ha venido a llamar "el mejor poeta neoclásico de al-Ándalus" y el "Tibulo árabe". Sus intensos amores con la princesa poetisa Wallada inspiraron a no poco escritores y dramaturgos del mundo musulmán.
Vida y obra[editar]
Durante mucho tiempo fue favorito del emir de Córdoba Abulhazam ben Chauar. Sostuvo apasionados y tormentosos amores con la atractiva princesa Wallada. Acusado de un delito común, fue encarcelado, pero logró evadirse de la prisión y desde el destierro quiso hacerse perdonar de Chauar y de Wallada por medio de encantadoras epístolas y poemas, lo que logró. Tras obtener el perdón, vivió en varias ciudades de al-Ándalus, principalmente en Sevilla, donde fue ministro de al-Mutádid y al-Mutámid, monarcas cultos y a su vez excelentes poetas.
Apenas se conocen datos sobre su vida hasta que conoció a la atractiva princesa y poetisa Wallada, encuentro trascendental, pues de él arranca la revitalización de la poesía amorosa árabe, que adquiere un tono personal inusitado hasta su obra. Hasta entonces el tratamiento del amor en la poesía árabe estaba determinado por la reelaboración de tópicos basados en una reflexión sobre el aspecto espiritual de la relación amorosa que evitaba tratar el amor carnal, y que es conocido como "amor udrí". Tras su obra, se reúnen los conceptos del amor neoplatónico con la descripción de experiencias físicas de un modo natural.
Otra de sus innovaciones es la del amor concebido como religión. Se trata de una nueva profesión de fe que presenta rasgos de lo que conocemos como amor cortés: sumisión del amante a la voluntad de la amada, perenne fidelidad y constancia, paciencia para esperar la consumación de los amores, concepto de amor como prisión, mantenimiento del secreto de la identidad de esta e idealización de la persona amada, junto con otros rasgos que no distan demasiado de la poesía que en esta misma época se está gestando en Occitania. Estos rasgos los podemos observar en los versos siguientes:
- Podría haber entre nosotros, si quisieras, algo que no se pierde,
- un secreto jamás publicado, aunque otros se divulguen. (...)
- Te bastará saber que si cargaste mi corazón
- con lo que ningún otro puede soportar, yo puedo.
- Sé altanera, yo aguanto;
- remisa, soy paciente;
- orgullosa, yo humilde.
- Retírate, te sigo;
- habla, que yo te escucho;
- manda, que yo obedezco.
- habla, que yo te escucho;
- remisa, soy paciente;
Otra novedad en el tratamiento poético del amor es el nuevo papel que desempeña la naturaleza, que se compara con las emociones del poeta, lo que le confiere una sensibilidad que hoy llamaríamos romántica. Véase en estos versos:
- Hoy, triste, me distraigo con las flores,
- de los ojos imán, donde la escarcha
- juega vivaz hasta inclinar su cuello.
- Pupilas son, que, al contemplar mi insomnio
- sollozaron por mí; por eso el llanto
- irisado resbala por su cáliz.
Estos amores tuvieron un final tempestuoso, después de que Abulhazam ben Chauar se hiciera con el poder en Córdoba. Tras la ruptura la correspondencia mantenida entre los amantes se convierte en una sucesión de sátiras feroces, donde aparece el nuevo rival que ha obtenido los favores de Wallada, Abu Amir ibn Abdus, que también se convierte en destinatario de las duras imprecaciones de Ibn Zaydún. La nueva actitud se muestra en estos versos:
- Me censuráis que él me suceda
- en los afectos de aquella a la que amo;
- mas no hay en eso infamia:
- era un manjar apetitoso
- y la mejor parte me tocó a mí,
- el resto se lo dejé a esa rata.
Las consecuencias de las duras palabras dirigidas al nuevo amante, puestas en boca de la princesa para hacer más efectiva la ridiculización de éste, en la más conocida de estas sátiras, «la Risāla hazliyya», le llevaron a la cárcel, desde donde escribió bellas epístolas a sus amigos para que intercedieran por él ante Ben Chauar. Al fin, sus súplicas tuvieron efecto, y fue libertado aunque alejado de la corte con misiones de embajador ante otros reyes de taifas.
Recorrió distintas cortes (Sevilla, Badajoz, Valencia), para instalarse por último en 1049 en la corte de al-Mutádid como secretario, cargo que desempeñará hasta su muerte en 1070 o 1071, ya con al-Mu'támid como rey. En este periodo escribirá poesía áulica al servicio de sus nuevos protectores, los abadíes sevillanos, renovando el panegírico, sobre todo en los destinados al joven príncipe y poeta, al-Mu'támid, por quien sentía un cariñoso afecto y respeto a su calidad como lírico.
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