miércoles, 30 de junio de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

SIGLO XIII EN ESPAÑA

El Cantar de Sancho II es un cantar de gesta de la literatura española medieval perdido y reconstruido a partir de su prosificación en la Crónica najerense (último cuarto del siglo XII) y en la Primera Crónica General —es decir, la refundición de la alfonsí Estoria de España (c. 1260-1274), más la llamada Versión crítica (1282-1284) y la Versión amplificada o sanchina (finalizada en 1289 bajo Sancho IV de Castilla)— que narra cómo Sancho II de Castilla se levanta contra sus hermanos (García, monarca de Galicia, Alfonso, rey de León, y Urraca) y muere en el cerco de Zamora a manos de Vellido Dolfos.

Versiones[editar]

Deyermond habla de dos versiones:

  • La primera, recogida en la Chronica naierensis, se apoyaría exclusivamente en un poema latino titulado Carmen de morte Sanctii regis; aunque no descarta la existencia de un texto en castellano, «a causa de la narrativa coherente y del acusado tenor épico, que se pueden vislumbrar a través de la prosa latina de los historiadores; una narrativa, por cierto, muy distinta de la que se encuentra en la Estoria de España».1
El argumento de esta primera versión es «esencialmente una secuencia de venganza y contravenganza en la que se atribuye a la princesa Urraca la responsabilidad principal del asesinato de Sancho y se insinúa que está motivada por su amor incestuoso hacia su hermano Alfonso».1​ No cree que el cantar incluyera la Jura de Santa Gadea, sino que terminaría con el reto y los duelos entre los campeones de la ciudad de Zamora y los del rey muerto. Por lo tanto, sus rasgos distintivos la asocian más con el ciclo de los Condes de Castilla que con el del Cid.
  • La segunda versión, prosificada en las versiones ampliadas de la Estoria de España, difiere bastante de la resumida en la Chronica naierensis. Así, por ejemplo:
  1. La cadena de venganzas y contravenganzas es mucho menor.
  2. Se atenúan las sugerencias de un amor entre Urraca y su hermano Alfonso, sustituidas por las de un romance de juventud entre la princesa y Rodrigo Díaz.
Es posible que esta segunda versión se compusiera en la primera mitad del siglo XIII, ajustándose al naciente ciclo cidiano.

La prosificación alfonsina se utilizó en obras posteriores como la Crónica de los reyes de Castilla, el Sumario del Despensero de la reina doña Leonor, la Crónica abreviada de Diego de Valera o el Valerio de las historias escolásticas y de España y el Compendio historial, ambas de Diego Rodríguez de Almela.





El Capítulo de Segundo filósofo es una obra de la literatura medieval española fuertemente enraizada con el Diálogo de Epicteto y el emperador Adriano.

Como ocurriera con la Historia de la donzella Teodor y con el Diálogo de Epicteto y el emperador Adriano, el Capítulo de Segundo filósofo también se nos ha transmitido en dos ramas: la oriental, que amplifica el marco narrativo y el número de preguntas, y la occidental, que toma como base la traducción latina llevada a cabo por Willelmus, abad de St. Denis en el siglo XII.1

Partes de la obra[editar]

La obra se divide en tres partes:

En la primera, se nos cuenta cómo Segundo es enviado a Atenas, donde consigue el grado de maestro y aprende que no hay mujer casta. Vuelto a su patria de incógnito, pone a prueba a su madre, quien no la supera. Cuando aquella conoce la verdad, muere. Segundo se impone guardar silencio toda su vida y regresa a Grecia.

En la segunda, el emperador Adriano, conocedor de la sabiduría de Segundo, lo manda llamar. Segundo acude, pero no por ello rompe su voto. El emperador lo pone a prueba fingiendo que va a matarlo, pero el filósofo persiste en su mudez. Finalmente, admirado por tanta perseverancia, Adriano le pide que conteste a sus preguntas escribiendo en una tabla.

La tercera parte es el particular diálogo que es mezcla de voz y escritura.




El Castia gilos es un poema escrito en occitano por el trovador Ramón Vidal de Besalú en el siglo XIII.

La narración parte de un juglar que le explica a Alfonso de Barbastro en su corte aragonesa, en presencia del rey Alfonso VIII de Castilla y su mujer Leonor de Plantagenet, una serie de noticias.

Los personajes centrales de la narración son tres, Alfonso de Barbastro, Elvira (mujer de Alfonso) y Bascol de Cotanda (caballero al servicio de Alfonso).

La historia se desarrolla entre ellos tres. Los lausengiers de Alfonso de Barbastro le comunican que su mujer le es infiel con su mejor caballero, Bascol de Cotanda. Alfonso, desconcertado y aconsejado por los lausengiers decide hacer creer a su mujer que se va a una guerra; lo que pretende en realidad es volver por la noche y comprobar por él mismo si es verdad. Por la noche, Alfonso llama a la puerta de Elvira haciéndose pasar por el presunto amante, Bascol. Elvira que sospecha que su marido la está poniendo a prueba, lo deja entrar y, en medio de la oscuridad, empieza a apalearlo diciéndole que ella es una mujer casada y que lo hará colgar por querer aprovecharse de ella. Finalmente encierra a su propio marido en la habitación y se va a buscar Bascol de Cotanda, quien siempre ha estado enamorado de la esposa de su señor. Elvira, como venganza, decide pasar la noche con él, mientras su marido está encerrado en la otra habitación. Alfonso no se entera nunca de lo que su mujer ha hecho.

El autor de la historia advierte con ella a los cortesanos sobre los celos, actitud que desestabiliza el sistema amoroso en que se basa la ética cortesana. Así, esta obra se podría considerar una burla de la tradición cortesana.

Leonor, Alfonso VIII y el juglar.





Los Castigos de Sancho IV, también conocida incorrectamente como Castigos e documentos del rey don Sancho IV, es una obra en prosa en lengua castellana de finales del siglo XIII. Pertenece al género de los specula principis (espejo de príncipes), tratados que pretendían enseñar o adoctrinar a los príncipes mediante el procedimiento del padre que enseña al hijo, estableciendo simultáneamente las bases de lo que debería ser un estado cristiano. Se trata, pues, de un ejemplo de literatura didáctica y moralizadora, típica del siglo XIII.

La obra se compone de una serie de sermones y apólogos entresacados de diversas fuentes sagradas y profanas, elegidos con la intención prescriptiva antes indicada.

El texto está recogido en dos versiones que tienen extensión diferente y que fueron compuestas también en distintas fechas: la primera en 1292-1293 y la segunda a partir de 1345. La tradición manuscrita es larga y complicada, llena de reelaboraciones y refundiciones.

Hay, en primer lugar, una versión breve, transmitida por tres manuscritos, que está estructurada en cincuenta capítulos; denota influencias orientales y occidentales, y es atribuible a un colectivo supervisado directamente por Sancho IV.

En segundo lugar, existe una versión extensa transmitida por un manuscrito que contiene un total de 90 capítulos. Presenta numerosos ejemplos de la antigüedad y la huella franciscana es perceptible.

De la obra se han hecho dos ediciones modernas: una a cargo de Pascual de Gayangos (1860) y otra debida a Agapito Rey (1952); la de Gayangos se basa en dos manuscritos y está contaminada con los comentarios de fray Juan García de Castrojeriz al Regimiento de príncipes de Egidio Romano (véase Glosa castellana al Regimiento de príncipes); Agapito Rey empeló solo las copias completas.





Castigos y ejemplos de Catón es una obra del mester de clerecía de la segunda mitad del siglo XIII.

Origen y contenido[editar]

Anónima, está escrita en cuaderna vía, y su contenido aparece ligado a la literatura gnómica y sapiencial de la Edad Media, pues se trata en realidad de una refundición de una obra medieval anterior atribuida falsamente al romano Catón, el llamado pseudo-Catón:

Todo hombre que quisiere ser bien enseñado,
en aqueste mi romance ponga su cuydado,
que si él bien guardare lo que aquí es mandado
puede ser bien dichoso y bien aventurado

Construida a través del tópico literario del puer-senex, la obra fue conocida sobre todo durante los siglos XVI y XVII, en que se divulgó en forma de pliegos sueltos y se hicieron algunas ediciones impresas e íntegras de la misma: la de Medina del Campo (Pedro de Castro, 1543) y la de Barcelona (Miguel de C., 1609).




Chronicon mundi es una crónica historiográfica medieval de León y Castilla, escrita por el canónigo de San Isidoro de León Lucas de Tuy en torno a 1238. Su historia abarca el periodo comprendido desde la Antigüedad hasta la conquista de Córdoba en 1236, durante el reinado de Fernando III. Se percibe en la obra del obispo de Tuy, también conocido como el tudense, (1239-1249) la inspiración en la obra de San Isidoro.

La obra, escrita en latín, fue un encargo de Berenguela de Castilla, la madre del rey Fernando, en la que se reúnen datos extractados de otras crónicas posteriores a las de San Isidoro. Con ella, el tudense mantiene la idea unitaria de los reinos cristianos en la península, identificando a los pobladores de sus días con los visigodos anteriores a la invasión musulmana de 711.1​Es de temática similar a la obra contemporánea, escrita por Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, llamada Rerum in Hispania gestarum chronicon. Estas obras fueron básicas en la posterior redacción de la Estoria de España del rey Alfonso X el Sabio.

El autor utilizó como fuentes los relatos de Isidoro de Sevilla, de Hidacio y Paulo Orosio, además de su propio testimonio o el de otros cronistas de su tiempo, (Sampiro y el Silense) para los sucesos coetáneos.2

Hay una edición que fue elaborada por Juan de Mariana, incluida en la Hispania Illustrata que el también jesuita padre Andreas Schott publicó en Frankfurt en 1608;3​otra de 1926 en la que Julio Puyol tradujo al castellano la mayor parte de la obra;4​otra de 1999, que Olga Valdés García presentó como su tesis doctoral,5​y otra más de 2003 obra de Emma Falque, basada en los diecinueve manuscritos conocidos. 

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XIII EN ESPAÑA

El Cancionero de Ajuda (Cancioneiro da Ajuda) es uno de los cuatro cancioneros conservados de la lírica galaicoportuguesa medieval. Toma su nombre de la ciudad portuguesa de Ajuda, cercana a Lisboa. Se conserva en la biblioteca del Palacio Real de Ajuda, donde fue encontrado en 1886. Es un pergamino manuscrito in folio, escrito por una sola persona con letra gótica y numerosas miniaturas. Quedó incompleto: aparecen los textos poéticos, pero no se acabaron las miniaturas ni se copió la música, que tiene un espacio reservado bajo los versos de la primera estrofa de cada cantiga.

Original del siglo XIV, aproximadamente en el año 1350, contiene únicamente cantigas de amor, un tipo de composición lírica de indudables orígenes provenzales. Apenas unas pocas de estas cantigas de amor no están registradas en otros cancioneros. Es el más antiguo de los cuatro cancioneros galaicoportugueses conservados y el más fiable de todos por estar elaborado en la época trovadoresca en la corte de Alfonso X el Sabio.

Las primeras ediciones completas datan de 1824 y 1849, aunque la edición clásica es la realizada por Carolina Michaëlis de Vasconcellos en 1904.


Miniatura del Cancionero de Ajuda





El Cantar de Bernardo del Carpio es un perdido cantar de gesta castellano, posiblemente de entre la segunda mitad del siglo XII y la primera mitad del XIII.1

Se alude a él en las crónicas de Lucas de Tuy y Rodrigo Jiménez de Rada; pero ambos resumen muy brevemente su contenido. También hay varios pasajes sobre el héroe y sus hazañas en el Poema de Fernán González.2​ Algunos afirman que pudo ser un personaje histórico real.34​ Aparece prosificado por vez primera en la Estoria de España del taller de Alfonso X de Castilla, donde su leyenda ocupa los capítulos 617, 619, 621, 623, 648-652 y 654-656. Algunos afirman que el texto ofrece dos versiones incompatibles sobre el origen del héroe y por tanto debieron existir dos tradiciones épicas distintas sobre el mismo. Sea como fuere, este cantar de gesta todavía se seguía oyendo a fines del siglo XIV: el canciller Pero López de Ayala cuenta en su Historia de la casa de Ayala (1398) que:

Este don Bernal Sánchez pasó por grandes fechos, maguer los juglares cuéntanlos a su manera e de otro modo que ellos fueron.5

Uno sería el cantar sobre un Bernardo del Carpio hispánico, auspiciado por un culto en torno a la sepultura del héroe en el Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, y tendría por temas la restauración del honor familiar y el vasallo rebelde; acaece en la corte de Alfonso II de Asturias, llamado el Casto, donde Bernardo es fruto de los amores clandestinos entre la hermana del monarca Jimena y el conde de Saldaña Sancho o Sanz Díaz. Criado por el propio rey, el joven se rebelará contra él al saber que Alfonso, sin heredero, quiere entregar el reino a Carlomagno. Junto al rey de Zaragoza, lucha contra los franceses y mata a Roldán en Roncesvalles. Perdonado, regresa a la corte y descubre que su padre está encarcelado. Otra vez se alza contra Alfonso, quien, al final, le entrega al conde Sanz Díaz, pero muerto sobre un caballo. El héroe marcha a Francia, de donde regresa para instalarse en Ribagorza.

El otro sería un cantar ambientado en la corte de Alfonso III e inspirado por material de la épica carolingia francesa. Bernardo es hijo de doña Tímbor, hermana de Carlomagno; lucha también contra los franceses, pero termina reconciliándose con el emperador y lo ayuda contra sus enemigos.6​ Pero esta tesis sobre una segunda tradición, formulada por W. J. Entwistle, no es apoyada por C. Cirot ni Luis Rubio García.7​ Se suele decir que la primera tradición surgió como reacción nacionalista a la más antigua carolingia, pero hay quien afirma lo contrario.8

El personaje de Bernardo del Carpio se hizo famoso en Castilla como ejemplo de amor filial e inspiró un caudaloso Romancero viejo y sobre todo nuevo análogo al que inspiró la figura de otro héroe castellano, Rodrigo Díaz de Vivar; en el Siglo de Oro Juan de la CuevaAgustín AlonsoLope de Vega y Álvaro Cubillo de Aragón escribieron tragedias sobre el personaje y el más importante poema épico culto del siglo XVII, El Bernardo (1624) de Bernardo de Balbuena, trata sobre su leyenda. También hay que mencionar el Bernardo del Carpio en Francia de Lope de Liaño (1739) y muchos otros testimonios posteriores. En la dedicatoria a su PersilesMiguel de Cervantes dejó escrito que quería componer una obra sobre este tema; quizá una novela caballeresca o más probablemente un poema de épica culta, pero murió poco después.


Sepulcro de Pedro Bernardo del Carpio (1135), descendiente del legendario Bernardo del Carpio, en la antigua iglesia de San Martín de Salamanca.





El Cantar de la campana de Huesca es un cantar de gesta del reino de Aragón reconstruido a partir de la prosificación que de este se hace en la Crónica de San Juan de la Peña. El poema épico narra la decapitación de los nobles aragoneses declarados en rebeldía contra el rey Ramiro II de Aragón que recoge la leyenda de la Campana de Huesca.

Fue compuesta por un autor anónimo, clérigo de la comarca de Huesca o la zona pirenaica según Ubieto, que refundiría tradiciones orales forjadas a partir de los acontecimientos históricos sucedidos al rey Ramiro el monje entre el otoño de 1135 y el verano de 1136 y dataría de comienzos del siglo XIII. Ubieto rescató en su artículo de 1951 varios versos de este antiguo cantar de gesta, al que Manuel Alvar le añadiría posteriormente algunos más. Por último, en 1981, Ubieto completaría el texto con una versión de un texto árabe.

Manuel Alvar considera que su primera redacción sería de mediados del siglo XII, cercana a los hechos y, por tanto, de gran valor histórico. Prueba de ello sería la pérdida de la vocal final. Un siglo después se desarrollaría como poema oral "noticiero" con valor de crónica histórica, por lo que fue merecedor de formar parte de los materiales que utilizó la Crónica pinatense.






El Cantar de Roncesvalles es un poema épico escrito con rasgos de romance navarro compuesto posiblemente entre 1225 y 1250.1​ Solo se conserva un fragmento de cien versos de los 5.500 que tendría originalmente según los estudios de Ramón Menéndez Pidal.

Historia Caroli Magni
Cantar de Roncesvalles (f. 1v.º).jpg
2 folios
Otros nombresPseudo-Turpin
Historia Karoli Magni y Rotholandi
Crónica de Carlomagno y Roldán
Historia Turpini
AutorAnónimo
Fechac. 1200
IdiomaRomance navarro
ProcedenciaFondo de la Cámara de Comptos de Navarra
Encontrado en1917

El manuscrito[editar]

Fue encontrado por casualidad en el Archivo Real y General de Navarra por el capuchino Fernando de Mendoza que le transmitió al archivero Carlos de Marichalar el descubrimiento. Carlos de Marichalar le hizo llegar la noticia a Ramón Menéndez Pidal «por medio de Amado Alonso, alumno de la Facultad de Letras» que le remitió a su maestro primeramente «la transcripción de las páginas segunda y tercera de dichos folios, poniendo después a su disposición el original del mismo».3

Como indicaba posteriormente Juan José Martinena, archivero desde 1985 a 2010,4​ corrobora lo ya comunicado por Menéndez Pidaln 1​ de que «esta joya pudo llegar hasta nuestros días gracias a que durante siglos sirvió de guarda al Libro de Fuegos del Reino de 1366».5

El documento encontrado, escrito en pergamino grueso, presenta una escritura gótica propia a la utilizada en las cancillerías de Navarra y Aragón durante los siglos XIII-XIV.6​ Menéndez Pidal se aventura más al precisar que «fue manuscrito en Navarra hacia 1310. Se trata, pues, de un códice coétaneo del del Cantar de Mio Cid».7

Argumento[editar]

Como señala el mismo Menéndez Pidal, el Cantar de Roncesvalles tendría el siguiente argumento: Carlomagno conquista la Hispania salvo Zaragoza; viene acompañado de Roldán — hijastro de Ganelón, el traidor que se entiende con Marsín, rey moro de Zaragoza. De regreso a Francia, encarga la retaguardia de su ejército a Roldán, que es sorprendido por los moros en Roncesvalles, donde se libra una batalla en la que intervienen, además de los héroes, Reinaldos, Baldovinos y Beltrán. La temeridad heroica de Roldán y Reinaldos hace retroceder a los moros que, rehechos, vuelven al ataque. Turpín exhorta al ejército francés y Roldán corta el brazo derecho de Marsín, que huye.

Los moros organizan otra vez sus filas y lanzándose sobre los franceses, los van matando poco a poco. Al ver la magnitud del desastre, Roldán tañe su trompa pidiendo auxilio a Carlomagno. Después mueren Oliveros y Reinaldos. Cuando los moros sienten la venida del emperador, huyen. Turpín bendice a los muertos y Roldán les rinde los últimos honores; sin embargo, se siente morir sin golpes ni heridas y, al llegar Carlomagno, persigue a Marsín. De nuevo en Roncesvalles, Carlomagno buscaría a sus allegados entre los cadáveres; regresaría a Francia para enterrar allí a los muertos y doña Alda, esposa de Roldán, moriría en el entierro del héroe.

La verdadera batalla no fue entre Carlomagno y los moros, sino contra los vascones. El fragmento que se ha conservado contiene la descripción de los cadáveres de la batalla de Roncesvalles, que son contemplados por Carlomagno: el del arzobispo Turpín, el de Roldán y la cabeza de Oliveros, a los que dirige respectivos plantos. A continuación el duque de Aimón encuentra el cadáver de Rinalte, su hijo (que en la tradición hispánica corresponde a Reinaldos de Montalbán), expresa asimismo su duelo por la muerte del hijo y lo hace apartar del resto de las víctimas.1

Combate entre Roldán y Ferragut. Capitel del Palacio de los Reyes de Navarra (Estella).

Épica francesa[editar]

El Cantar de Roncesvalles no es heredero directo de la tradición poética del Cantar de Roldán, puesto que hay elementos en él que no están presentes allí, como la muerte de Reinaldos, alusión al camino de Santiago, o los personajes Baldovinos y Beltrán.

El Roncesvalles tampoco es heredero de otras tradiciones de la épica francesa, como el Pseudo-Turpín, puesto que hay elementos en el Roncesvalles no presentes en Turpín (Roldán no muere de heridas, Marsín no es muerto por Roldán, el arzobispo Turpín sucumbe en la lucha). Menéndez Pidal llega a la conclusión de que, no derivando el Cantar de Roncesvalles del Cantar de Roldán, «el Roncesvalles español no debió tener presente el Turpín, sino todo lo más las mismas leyendas que inspiraron el Turpín, o bien otras análogas».

Es pues, un desarrollo original de la materia épica en la literatura española. Tomando como punto de partida, la historia de Roldán, en la península ibérica adquirió una personalidad propia, apartándose de las tradiciones galorrománicas. La leyenda que inspiró el Cantar de Roncesvalles pudo venir a través de Provenza en el siglo XII. La independencia de la tradición del Cantar de Roncesvalles en la Península se vio confirmada con la aparición de la Nota emilianense, una glosa del tercer cuarto del siglo XI.8​ Esta nota es incluso anterior a cualquiera de los poemas franceses, y reflejaría una etapa más arcaica de la ficción literaria.