SIGLO XIII EN ESPAÑA
El Cancionero de Ajuda (Cancioneiro da Ajuda) es uno de los cuatro cancioneros conservados de la lírica galaicoportuguesa medieval. Toma su nombre de la ciudad portuguesa de Ajuda, cercana a Lisboa. Se conserva en la biblioteca del Palacio Real de Ajuda, donde fue encontrado en 1886. Es un pergamino manuscrito in folio, escrito por una sola persona con letra gótica y numerosas miniaturas. Quedó incompleto: aparecen los textos poéticos, pero no se acabaron las miniaturas ni se copió la música, que tiene un espacio reservado bajo los versos de la primera estrofa de cada cantiga.
Original del siglo XIV, aproximadamente en el año 1350, contiene únicamente cantigas de amor, un tipo de composición lírica de indudables orígenes provenzales. Apenas unas pocas de estas cantigas de amor no están registradas en otros cancioneros. Es el más antiguo de los cuatro cancioneros galaicoportugueses conservados y el más fiable de todos por estar elaborado en la época trovadoresca en la corte de Alfonso X el Sabio.
Las primeras ediciones completas datan de 1824 y 1849, aunque la edición clásica es la realizada por Carolina Michaëlis de Vasconcellos en 1904.
El Cantar de Bernardo del Carpio es un perdido cantar de gesta castellano, posiblemente de entre la segunda mitad del siglo XII y la primera mitad del XIII.1
Se alude a él en las crónicas de Lucas de Tuy y Rodrigo Jiménez de Rada; pero ambos resumen muy brevemente su contenido. También hay varios pasajes sobre el héroe y sus hazañas en el Poema de Fernán González.2 Algunos afirman que pudo ser un personaje histórico real.34 Aparece prosificado por vez primera en la Estoria de España del taller de Alfonso X de Castilla, donde su leyenda ocupa los capítulos 617, 619, 621, 623, 648-652 y 654-656. Algunos afirman que el texto ofrece dos versiones incompatibles sobre el origen del héroe y por tanto debieron existir dos tradiciones épicas distintas sobre el mismo. Sea como fuere, este cantar de gesta todavía se seguía oyendo a fines del siglo XIV: el canciller Pero López de Ayala cuenta en su Historia de la casa de Ayala (1398) que:
- Este don Bernal Sánchez pasó por grandes fechos, maguer los juglares cuéntanlos a su manera e de otro modo que ellos fueron.5
Uno sería el cantar sobre un Bernardo del Carpio hispánico, auspiciado por un culto en torno a la sepultura del héroe en el Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, y tendría por temas la restauración del honor familiar y el vasallo rebelde; acaece en la corte de Alfonso II de Asturias, llamado el Casto, donde Bernardo es fruto de los amores clandestinos entre la hermana del monarca Jimena y el conde de Saldaña Sancho o Sanz Díaz. Criado por el propio rey, el joven se rebelará contra él al saber que Alfonso, sin heredero, quiere entregar el reino a Carlomagno. Junto al rey de Zaragoza, lucha contra los franceses y mata a Roldán en Roncesvalles. Perdonado, regresa a la corte y descubre que su padre está encarcelado. Otra vez se alza contra Alfonso, quien, al final, le entrega al conde Sanz Díaz, pero muerto sobre un caballo. El héroe marcha a Francia, de donde regresa para instalarse en Ribagorza.
El otro sería un cantar ambientado en la corte de Alfonso III e inspirado por material de la épica carolingia francesa. Bernardo es hijo de doña Tímbor, hermana de Carlomagno; lucha también contra los franceses, pero termina reconciliándose con el emperador y lo ayuda contra sus enemigos.6 Pero esta tesis sobre una segunda tradición, formulada por W. J. Entwistle, no es apoyada por C. Cirot ni Luis Rubio García.7 Se suele decir que la primera tradición surgió como reacción nacionalista a la más antigua carolingia, pero hay quien afirma lo contrario.8
El personaje de Bernardo del Carpio se hizo famoso en Castilla como ejemplo de amor filial e inspiró un caudaloso Romancero viejo y sobre todo nuevo análogo al que inspiró la figura de otro héroe castellano, Rodrigo Díaz de Vivar; en el Siglo de Oro Juan de la Cueva, Agustín Alonso, Lope de Vega y Álvaro Cubillo de Aragón escribieron tragedias sobre el personaje y el más importante poema épico culto del siglo XVII, El Bernardo (1624) de Bernardo de Balbuena, trata sobre su leyenda. También hay que mencionar el Bernardo del Carpio en Francia de Lope de Liaño (1739) y muchos otros testimonios posteriores. En la dedicatoria a su Persiles, Miguel de Cervantes dejó escrito que quería componer una obra sobre este tema; quizá una novela caballeresca o más probablemente un poema de épica culta, pero murió poco después.
El Cantar de la campana de Huesca es un cantar de gesta del reino de Aragón reconstruido a partir de la prosificación que de este se hace en la Crónica de San Juan de la Peña. El poema épico narra la decapitación de los nobles aragoneses declarados en rebeldía contra el rey Ramiro II de Aragón que recoge la leyenda de la Campana de Huesca.
Fue compuesta por un autor anónimo, clérigo de la comarca de Huesca o la zona pirenaica según Ubieto, que refundiría tradiciones orales forjadas a partir de los acontecimientos históricos sucedidos al rey Ramiro el monje entre el otoño de 1135 y el verano de 1136 y dataría de comienzos del siglo XIII. Ubieto rescató en su artículo de 1951 varios versos de este antiguo cantar de gesta, al que Manuel Alvar le añadiría posteriormente algunos más. Por último, en 1981, Ubieto completaría el texto con una versión de un texto árabe.
Manuel Alvar considera que su primera redacción sería de mediados del siglo XII, cercana a los hechos y, por tanto, de gran valor histórico. Prueba de ello sería la pérdida de la vocal final. Un siglo después se desarrollaría como poema oral "noticiero" con valor de crónica histórica, por lo que fue merecedor de formar parte de los materiales que utilizó la Crónica pinatense.
El Cantar de Roncesvalles es un poema épico escrito con rasgos de romance navarro compuesto posiblemente entre 1225 y 1250.1 Solo se conserva un fragmento de cien versos de los 5.500 que tendría originalmente según los estudios de Ramón Menéndez Pidal.
Historia Caroli Magni | ||
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2 folios | ||
Otros nombres | Pseudo-Turpin Historia Karoli Magni y Rotholandi Crónica de Carlomagno y Roldán Historia Turpini | |
Autor | Anónimo | |
Fecha | c. 1200 | |
Idioma | Romance navarro | |
Procedencia | Fondo de la Cámara de Comptos de Navarra | |
Encontrado en | 1917 |
El manuscrito[editar]
Fue encontrado por casualidad en el Archivo Real y General de Navarra por el capuchino Fernando de Mendoza que le transmitió al archivero Carlos de Marichalar el descubrimiento. Carlos de Marichalar le hizo llegar la noticia a Ramón Menéndez Pidal «por medio de Amado Alonso, alumno de la Facultad de Letras» que le remitió a su maestro primeramente «la transcripción de las páginas segunda y tercera de dichos folios, poniendo después a su disposición el original del mismo».3
Como indicaba posteriormente Juan José Martinena, archivero desde 1985 a 2010,4 corrobora lo ya comunicado por Menéndez Pidaln 1 de que «esta joya pudo llegar hasta nuestros días gracias a que durante siglos sirvió de guarda al Libro de Fuegos del Reino de 1366».5
El documento encontrado, escrito en pergamino grueso, presenta una escritura gótica propia a la utilizada en las cancillerías de Navarra y Aragón durante los siglos XIII-XIV.6 Menéndez Pidal se aventura más al precisar que «fue manuscrito en Navarra hacia 1310. Se trata, pues, de un códice coétaneo del del Cantar de Mio Cid».7
Argumento[editar]
Como señala el mismo Menéndez Pidal, el Cantar de Roncesvalles tendría el siguiente argumento: Carlomagno conquista la Hispania salvo Zaragoza; viene acompañado de Roldán — hijastro de Ganelón, el traidor que se entiende con Marsín, rey moro de Zaragoza. De regreso a Francia, encarga la retaguardia de su ejército a Roldán, que es sorprendido por los moros en Roncesvalles, donde se libra una batalla en la que intervienen, además de los héroes, Reinaldos, Baldovinos y Beltrán. La temeridad heroica de Roldán y Reinaldos hace retroceder a los moros que, rehechos, vuelven al ataque. Turpín exhorta al ejército francés y Roldán corta el brazo derecho de Marsín, que huye.
Los moros organizan otra vez sus filas y lanzándose sobre los franceses, los van matando poco a poco. Al ver la magnitud del desastre, Roldán tañe su trompa pidiendo auxilio a Carlomagno. Después mueren Oliveros y Reinaldos. Cuando los moros sienten la venida del emperador, huyen. Turpín bendice a los muertos y Roldán les rinde los últimos honores; sin embargo, se siente morir sin golpes ni heridas y, al llegar Carlomagno, persigue a Marsín. De nuevo en Roncesvalles, Carlomagno buscaría a sus allegados entre los cadáveres; regresaría a Francia para enterrar allí a los muertos y doña Alda, esposa de Roldán, moriría en el entierro del héroe.
La verdadera batalla no fue entre Carlomagno y los moros, sino contra los vascones. El fragmento que se ha conservado contiene la descripción de los cadáveres de la batalla de Roncesvalles, que son contemplados por Carlomagno: el del arzobispo Turpín, el de Roldán y la cabeza de Oliveros, a los que dirige respectivos plantos. A continuación el duque de Aimón encuentra el cadáver de Rinalte, su hijo (que en la tradición hispánica corresponde a Reinaldos de Montalbán), expresa asimismo su duelo por la muerte del hijo y lo hace apartar del resto de las víctimas.1
Épica francesa[editar]
El Cantar de Roncesvalles no es heredero directo de la tradición poética del Cantar de Roldán, puesto que hay elementos en él que no están presentes allí, como la muerte de Reinaldos, alusión al camino de Santiago, o los personajes Baldovinos y Beltrán.
El Roncesvalles tampoco es heredero de otras tradiciones de la épica francesa, como el Pseudo-Turpín, puesto que hay elementos en el Roncesvalles no presentes en Turpín (Roldán no muere de heridas, Marsín no es muerto por Roldán, el arzobispo Turpín sucumbe en la lucha). Menéndez Pidal llega a la conclusión de que, no derivando el Cantar de Roncesvalles del Cantar de Roldán, «el Roncesvalles español no debió tener presente el Turpín, sino todo lo más las mismas leyendas que inspiraron el Turpín, o bien otras análogas».
Es pues, un desarrollo original de la materia épica en la literatura española. Tomando como punto de partida, la historia de Roldán, en la península ibérica adquirió una personalidad propia, apartándose de las tradiciones galorrománicas. La leyenda que inspiró el Cantar de Roncesvalles pudo venir a través de Provenza en el siglo XII. La independencia de la tradición del Cantar de Roncesvalles en la Península se vio confirmada con la aparición de la Nota emilianense, una glosa del tercer cuarto del siglo XI.8 Esta nota es incluso anterior a cualquiera de los poemas franceses, y reflejaría una etapa más arcaica de la ficción literaria.
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