miércoles, 28 de julio de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XV EN ESPAÑA

El asedio de Atella tuvo lugar en julio del año 1496 y fue consumado por las tropas españolas al mando de el "Gran Capitán. Con el éxito de este asedio, se culminó la ofensiva de la liga Veneciana más importantes durante el conflicto ya que a partir de esta victoria y de la capitulación francesa casi todas las plaza francesas pasaron al rey Fernando II de Nápoles, permitiendo así expulsar a casi todos los franceses del territorio napolitano, menos a las plazas de CalabriaVenosaTarento y Gaeta .

Asedio de Atella
la Guerra italiana de 1494-1498
FechaDurante el mes de junio y de Julio de 1496
LugarAtella, (Flag of Italy.svg Italia)
Coordenadas40°52′00″N 15°39′00″ECoordenadas40°52′00″N 15°39′00″E (mapa)
ResultadoVictoria decisiva de la Liga de Venecia
ConsecuenciasLa ciudad se rinde y los franceses desocupan la mayoría de ciudades napolitanas
Beligerantes
Pavillon royal de la France.png FranciaPendón heráldico de los Reyes Catolicos de 1492-1504.svg España
Flag of Most Serene Republic of Venice.svg Venecia
CoA Pontifical States 02.svg Papado
Bandera de Nápoles - Trastámara.svg Nápoles
Comandantes
Pavillon royal de la France.png Gilberto de Montpensier  RendiciónPendón heráldico de los Reyes Catolicos de 1492-1504.svg El "Gran Capitán"
Flag of Most Serene Republic of Venice.svg Francisco II Gonzaga
CoA Pontifical States 02.svg César Borgia
Bandera de Nápoles - Trastámara.svg Fernando II de Nápoles
Fuerzas en combate
5.000 hombresCaballería ligera: 400
Infantería: 1000
Bajas
3100 hombres600 hombres

Antecedentes[editar]

Después de 17 días a través del territorio napolitano, el "Gran Capitán" llegó a la puertas de Atella con 400 hombres de caballería ligera, 70 hombres de armas y 1000 hombres de intantería elegidos por él. En el campamento ya estaban el rey Fernando II de Nápoles, el papa Alejandro VI, que dejó a su hijo César como Legado pontificio y Francisco II Gonzaga. En la ciudad se encontraba el duque de Montpensier.

El asedio[editar]

Tras evaluar la situación, a Don Gonzalo le llamaron la atención unos molinos mediante los cuales los sitiados obtenían agua y harina, lo cual les permitía prolongar por más tiempo el cerco, a la espera de una posible llegada de auxilios exteriores. Se fijó entonces como primer objetivo privar al enemigo de los beneficios de dichos molinos, que eran custodiados por piqueros suizos y ballesteros y arcabuceros gascones. En el enfrentamiento del 1 de julio de 1496, los rodeleros españoles cargaron con gran fuerza contra los mencionados defensores, haciéndoles retroceder desordenadamente. La caballería ligera hispana les cortó la retirada, y prácticamente fueron aniquilados. Salió entonces de la ciudad la caballería pesada gala, y el Gran Capitán reagrupó todas sus fuerzas para hacerle frente. Tras un nuevo choque, aquella fue cediendo terreno, y finalmente optó por refugiarse en la ciudad, logrando así los españoles apoderarse de los molinos. A continuación tomó el resto de posiciones enemigas circundantes a Atella, entre ellas las fortalezas de Ripacandida y Venosa. Así el cerco se iba haciendo más pequeño, entonces el duque de Montpensier pactó rendirse y entregar la ciudad si no llegaban refuerzos en 30 días. En el pacto se incluyeron una serie de cláusulas:

Menos las plazas del Señor de Aubigny en Calabria, todas las demás plazas de Nápoles deberían pasar a la liga Veneciana. Se ayudaría a trasladar a los soldados franceses a Francia en navíos. Habría un indulto general a los soldados napolitanos que hubieran participado al lado de Francia y que reconociesen como rey a Fernando II en quince días.

La rendición[editar]

Como la ayuda no llegó, se firmaron las cláusulas de la capitulación. Pero las ciudades de VenosaTarento y Gaeta se negaron a rendirse, excusándose en no tener órdenes directas de Carlos VIII. Desde que zarpara el barco francés con 5.000 hombres hasta su llegada murieron en el camino 4.500 tripulantes por culpa de diversas epidemias, y entre ellos, figuraba el duque de Montpensier.

Consecuencias[editar]

Esta gran victoria de Don Gonzalo fue sonada a nivel internacional, y a partir de esta batalla fue cogiendo el sobrenombre del Gran Capitán. Después de esta batalla todas las plazas francesas menos VenosaTarento y Gaeta y las gobernadas por el Señor de Aubigny, se recuperaron para Fernando II.






Paz de Los Realejos es el nombre dado modernamente al episodio de la conquista castellana de la isla de Tenerife —Canarias— en que los reyes guanches se rinden definitivamente a los conquistadores tras las derrotas sufridas en las batallas de La Laguna y en la segunda de Acentejo.

El nombre proviene de haber sido en la zona donde modernamente se encuentra la población de Los Realejos.

El primer autor que hace referencia a este pacto es el poeta Antonio de Viana, quien publicó su poema épico sobre la conquista de Tenerife en 1604. Viana narra cómo después de la derrota sufrida por los guanches en la batalla de La Laguna, el mencey Bencomo de Taoro acude al campamento de los castellanos el 25 de julio de 1496 y pide paces al capitán conquistador Alonso Fernández de Lugo a cambio de que dejara en libertad a los guanches. Lugo acepta, y posteriormente se sumarían al pacto los demás reyes de la isla dándose por concluida la conquista de la isla y por ende, la de Canarias.1

Sin embargo, estos hechos narrados por Viana no cuentan con respaldo documental, puesto que el poeta mezcla hechos históricos con otros imaginarios para dar cuerpo a su obra. Por ejemplo, está documentado en textos contemporáneos a los hechos que el rey Bencomo o Benitomo murió en la batalla de La Laguna.2

Posteriormente, otros autores como Juan Núñez de la Peña o José de Viera y Clavijo incluyeron este episodio siguiendo al poeta Viana, introduciéndolo en la historiografía canaria.3245

Lo cierto es que para los historiadores modernos la sumisión de los menceyes de los denominados «bandos de guerra» —TaoroTacoronteTeguesteIcod y Daute— dio por finalizada oficialmente la conquista de Tenerife, si bien continuaron las operaciones de pacificación durante algún tiempo. Para el profesor Juan Álvarez Delgado esta rendición de los menceyes se dio en la primera mitad del mes de marzo de 1496,6​ mientras que para el historiador Antonio Rumeu de Armas fue en el mes de mayo.

La Rendición de los Menceyes Guanches a Alonso Fernández de Lugo, por Carlos Acosta, 1764.




El asedio de Ostia tuvo lugar durante los meses de febrero y marzo del año 1497. En él se enfrentaron las tropas españolas, al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba y las tropas francesas, dirigidas por el vizcaíno Menaldo Guerri, que estaba al servicio del rey de Francia Carlos VIII.
Asedio de Ostia
la Guerra italiana de 1494-1498
ElgrancapitnanteelpapaalejandroVI.jpg
El Gran Capitán presenta a Guerri al papa Alejandro VI
Fecha20 de febrero - 9 de marzo de 1497
LugarOstia, (Flag of Italy.svg Italia)
Coordenadas41°45′N 12°18′ECoordenadas41°45′N 12°18′E (mapa)
ResultadoVictoria española
Beligerantes
Pavillon royal de la France.png Reino de FranciaPendón heráldico de los Reyes Catolicos de 1492-1504.svg Reino de España
Comandantes
Pavillon royal de la France.png Menaldo Guerri  RendiciónPendón heráldico de los Reyes Catolicos de 1492-1504.svg El "Gran Capitán"
Fuerzas en combate
600 jinetes
3.900 infantes
1000 infantes
300 jinetes
Algunos cañones
Bajas
2.700 hombres900 hombres

Antecedentes[editar]

Después de la importantísima victoria de la Liga de Venecia en Atella, casi todas las ciudades tomadas por los franceses habían sido devueltas a Fernando II, pero el puerto de Ostia, que se encontraba en la desembocadura del Tíber y que formaba parte de Roma, había sido tomado por los franceses al principio de la guerra, y el rey Carlos VIII le había prometido al papa que cuando terminase la guerra le sería devuelto. Pero el rey de Francia no llegó a cumplir su promesa, por lo que el papa Alejandro VI, que era español, pidió a su compatriota, el Gran Capitán, que fuese a Ostia y que le pidiera a los franceses la devolución del puerto al papa.

Así lo hizo y se presentó en las murallas de la ciudad portuaria el 20 de febrero de 1497. Reclamó la ciudad a su gobernador, diciéndole que cumpliese la promesa francesa por orden de Alejandro VI. Pero todo esto fue inútil; los franceses no parecían dispuestos a entregar la ciudad. Viendo esta situación Don Gonzalo puso la ciudad en sitio.

El asedio[editar]

La ciudad estaba defendida por tropas sin escrúpulos y forajidos, pero todos ellos de gran coraje, además de que la plaza era muy fuerte. Después de ver con detalle las murallas de la plaza, el Gran Capitán dispuso el sitio, con mil soldados de infantería, 300 jinetes y con varias piezas de artillería. Los cañones los puso en una elevación al sur de la plaza. Empezaron a abrir fuego sobre la muralla, hasta que después de cinco días se abrió una brecha, por la cual los 1.300 hombres se lanzaron al ataque sobre las tropas francesas.

Los franceses combatían con valor y tesón, pero en ese momento Garcilaso de la Vega (padre), el embajador de Castilla en el papado, lanzó su ataque por el lado contrario. Después de este segundo ataque, el vizcaíno con sus tropas francesas, hincaron la rodilla y se rindieron, con la condición y promesa de que les respetasen la vida.

Entrada en Roma y visita con el papa[editar]

Después de esta victoria, Gonzalo Fernández de Córdoba entró victorioso en Roma y la multitud le aclamo como "libertador", detrás de él venía encadenado Guerri; escena que se parecía mucho a la que sufrió Vercingétorix al entrar encadenado por Cesar también en Roma. Ya en la Basílica de San Pedro Don Gonzalo le presentó al papa el prisionero de guerra, Alejandro VI se acercó y le dio un beso en la frente por sus servicios al papado. Acto seguido le premió sus servicios con la rosa de oro, que era la máxima distinción que entregaba el papado, normalmente el papa, cada año a su mejor servidor.

Al marcharse hubo una escena violenta. Alejandro VI estaba dolido con los Reyes Católicos. Don Gonzalo le dijo que no se olvidase los servicios prestados, y que todavía tenía en mente las palabras que el sumo pontífice le había dicho no hacía mucho tiempo:

Si las armas españolas me recobraban Ostia en dos meses, debería de nuevo al Rey de España el Pontificado.

Don Gonzalo siguió diciéndole:

Más le valiera no poner a la Iglesia en peligro con sus escándalos, profanando las cosas sagradas, teniendo con tanta publicidad, cerca de sí y con tanto favor a sus hijos, y que le requería que reformase su persona, su casa y su corte, para bien de la cristiandad

.

Después de esto el Gran Capitán se retiró y partió hacia Sicilia, como virrey que era.

El padre jesuita Abarca escribió:

El papa quedó turbado del esplendor vivo de la verdad, enmudeció del todo, asombrado de que supiese apretar tanto con las palabras un soldado, y de que a un Pontífice, tan militar y resuelto, hablase en Roma en su palacio y rodeado de armas y parientes, un hombre no aparecido del cielo, en puntos de reforma y con tanta reprehensión.

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