SIGLO XV EN ESPAÑA
Las Cortes de Barcelona de 1493 fueron convocadas por Fernando II de Aragón y se celebraron en el monasterio de Santa Ana de Barcelona.
En estas Cortes se decidió realizar elecciones a diputados y oidores de la Generalidad por el sistema de insaculación y no por asignación directa como habían sido los últimos dos trienios. Cada estamento de la institución constituía una delegación para determinar el nombre de las personas propuestas para ocupar los cargos. Estos nombres se introducían en unas cajas de las cuales e extraían al azar los de los nombrados. Este sistema favorecía la proposición de personas de determinados oficios o familias, además de que no garantizaba que el elegido fuese el más capacitado para el puesto. Fernando II propuso esta fórmula ya que podía influir a través de las Cortes en las personas a incluir y evitaba el derecho de veto constitucional que existía en el sistema anterior.
Se redactaron unas nuevas constituciones catalanas que se publicaron el 14 de febrero de 1494.
Dudum siquidem (latín: "No ha mucho tiempo atrás") fue una bula otorgada por el papa Alejandro VI con fecha de 26 de septiembre de 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón.
Esta bula es la cuarta y última de las Bulas Alejandrinas. Tras hacer referencia a las bulas anteriores, que otorgaban a Castilla y León "las islas y tierras firmes descubiertas y por descubrir hacia occidente y mediodía, que no estuvieran constitucionalmente bajo el actual dominio temporal de señores cristianos".
Contenido[editar]
La Dudum siquidem, también conocida como "ampliación de la donación" porque ampliaba la concesión de la primera Inter Caetera, afirma que podría ocurrir que los castellanos "que navegasen hacia occidente o mediodía arribasen a las regiones orientales y encontrasen islas y tierras firmes que hubiesen sido o sean de la India" y por ello el Papa amplía la donación a Castilla y León de todos los territorios que se descubran en Asia llegando a ella por la ruta de occidente:
...todas y cada una de las islas y tierras firmes halladas o por hallar, descubiertas o por descubrir que estén, o fuesen o apareciesen a los que navegan o marchan hacia occidente y aun el mediodía, bien se hallen tanto en las regiones occidentales como en las orientales y existan en la IndiaBula Dudum siquidem
No aceptó el monarca portugués la línea papal de demarcación -y esto demuestra que no existía la teoría del dominus orbi- y empezó una negociación diplomática entre Castilla y Portugal. Juan II propuso que en vez de un meridiano se trazara un paralelo, reservando a los portugueses la zona austral y dejando la septentrional para los españoles. Los Reyes Católicos insistieron en el meridiano y ofrecieron correrlo más hacia el oeste: hasta 250 leguas e incluso 350 desde Cabo Verde, pero Juan II siguió empeñado en que era necesario llevarlo más lejos, lo que hubo que aceptar al fin. Se acordó colocarlo a 370 leguas al oeste de Cabo Verde. El convenio se plasmó en el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494. Las tierras descubiertas o que se descubrieran al oeste de dicha línea serían castellanas, y las situadas al este de la misma serían portuguesas. La nueva línea, que caería luego hacia la desembocadura del Amazonas, permitió la ocupación de Brasil por parte de Portugal. El empeño del rey de este país por conseguir el paralelo, o al menos un meridiano tan alejado de Cabo Verde, se ha interpretado lógicamente como consecuencia de haber descubierto ya el Brasil, pues no se explica de otra manera.
Según Davenport, esta bula no ha sido hallada en los registros del Vaticano. En el Archivo de Indias de Sevilla se conservan dos manuscritos originales de la bula promulgada pero no llevan la indicación habitual Registrata.
La bula menor Eximiae devotionis fue otorgada por el papa Alejandro VI en 1493 en favor de Fernando e Isabel, reyes de Castilla y Aragón.
La bula lleva fecha de 3 de mayo de 1493 pero se cree que realmente fue redactada más tarde, en el mes de julio.1 Su texto coincide en gran parte con el del breve Inter caetera del 3 de mayo de 1493, que es probablemente anterior a ella. De forma similar al breve, la Eximiae devotionis otorga a "los reyes de Castilla y León" el dominio sobre "cada una de las tierras firmes e islas lejanas y desconocidas hacia las partes occidentales y existentes en mar Océano, descubiertas por vosotros o vuestros enviados (...) o que se descubran en adelante, que bajo el actual dominio temporal de otros señores cristianos no estuviesen constituidas".2 Asimismo, el Papa afirma que los Reyes Católicos disfrutarán en sus nuevos territorios de los mismos privilegios otorgados a los reyes de Portugal "en las partes de África, Guinea y la Mina de Oro" en bulas de papas anteriores.2
Al igual que el breve Inter caetera, la Eximiae devotionis no menciona ninguna línea de demarcación para limitar las nuevas posesiones castellanas. Sin embargo, dicha línea sí aparece en la bula menor Inter caetera fechada a 4 de mayo y que se supone fue redactada en junio de 1493 y por tanto antes que la Eximiae devotionis. Es sorprendente que la importante decisión sobre la línea de demarcación se plasmase en una bula en junio y luego fuese olvidada en otra un mes más tarde. La explicación podría ser que las dos bulas menores (la Eximiae devotionis y la Inter caetera del 4 de mayo) habrían sido escritas con la idea de formar un conjunto destinado a reemplazar al breve del 3 de mayo.1
El manuscrito original de la bula promulgada se ha perdido pero existe una copia de 1515 en el Archivo de Indias de Sevilla.
Eximiae devotionis | ||
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Bula pontificia del papa Alejandro VI 3 de mayo de 1493, año I de su Pontificado | ||
![]() Escudo de Alejandro VI | ||
Destinatario | Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla | |
Argumento | El Papa otorga a los Reyes Católicos el dominio sobre todas las tierras descubiertas hacia el Occidente. Otorga los mismos privilegios que tienen los portugueses en África y otros territorios. |
El tratado[editar]
El acuerdo fue firmado por los Reyes Católicos y por el enviado de Carlos VIII, Louis d'Amboise, el 19 de enero de 1493.1 Los términos del tratado incluían:
- Francia restituía a España el Rosellón y la Cerdaña, entregados mediante el tratado de Bayona de 1462 por Juan II de Aragón a Luis XI de Francia en garantía del apoyo militar y económico que el rey francés prestó al aragonés en la guerra civil catalana. Además, Francia pagaría a España una indemnización económica.2
- España se comprometía a no intervenir en la campaña militar que Francia pensaba llevar a cabo en la península italiana contra los otomanos.
- Los reyes de España se comprometían a no establecer alianzas matrimoniales con Inglaterra ni Borgoña sin el consentimiento del rey francés, y a no prestar ayuda a los enemigos (reales o potenciales) de Carlos VIII, exceptuando el papa.
Consecuencias[editar]
Con la neutralidad de España asegurada por medio de este acuerdo, y con la firma de los tratados de Étaples y Senlis, en los que Francia sellaba acuerdos de paz respectivamente con el reino de Inglaterra y el Sacro Imperio Romano Germánico, Carlos VIII quedaba en disposición de iniciar su campaña militar en la península italiana, dando inicio a la primera guerra italiana.
Ruptura[editar]
El 28 de enero de 1495 los embajadores de Fernando el Católico, Juan de Albión y Juan Rodríguez de Fonseca se entrevistaron en Roma con Carlos VIII, a quien expusieron las quejas que el rey español tenía de su conducta: la ocupación por la fuerza de las posesiones del papa Alejandro VI y los planes franceses de conquistar el reino de Nápoles, que según el punto de vista del rey Fernando era un asunto que debía someterse al arbitraje papal. Carlos VIII se negó a ello, y el acuerdo entre ambas partes quedó roto.3
Ese mismo año España entraría en la guerra de Italia acudiendo en ayuda de Fernando II de Nápoles contra Francia. A cambio de la cesión de las plazas italianas de Amantea, Crotona, Regio de Calabria, Squillace y Tropea.
El Voto colombino fue una promesa religiosa realizada por los tripulantes de la carabela la Niña, capitaneada por Cristóbal Colón, que tuvo lugar el 14 de febrero de 1493 durante el regreso del viaje descubridor.
Historia[editar]
La flota de regreso estaba compuesta por las carabelas La Pinta y La Niña, ya que la nao Santa María había naufragado en América. Al mando de la carabela capitana en el regreso, La Niña, iba Cristóbal Colón, y de la carabela La Pinta Martín Alonso Pinzón.
El día 14 de febrero de 1493 a la altura de las Islas Azores se cruzaron con una fuerte tempestad. La Pinta se separó de la Niña y logró llegar a Bayona cuatro días más tarde. La Niña, sin embargo, estuvo a punto de naufragar. En ese momento, según el manuscrito del Diario atribuido a Bartolomé de las Casas, Cristóbal Colón decidió echar en suerte entre los tripulantes el ir en peregrinación a dos centros religiosos: primero el Monasterio de Guadalupe, en Extremadura, que le tocó al propio Almirante; y segundo al Santuario de la Santa Casa, en los Estados Pontificios (Italia), que le tocó a un marinero. Un tripulante propuso entonces que se sortease también ir en peregrinación al Monasterio de Santa Clara (Moguer), lo cual le volvió a tocar a Colón. Además todos acordaron ir juntos en procesión a alguna iglesia de advocación mariana en la primera tierra que tocasen.1
Jueves 14 de Febrero.
"Esta noche creció el viento y las olas eran espantables, contraria una de otra, que cruzaban y embarazaban el navío (La Niña), que no podía pasar adelante ( ... ) Él ordenó que se echase un romero que fuese a Santa María de Guadalupe y llevase un cirio de cinco libras de cera, y que hiciesen voto todos que al que cayese la suerte cumpliese la romería, para lo cual mandó traer tantos garbanzos cuantas personas en el navío venían, y señalar uno con un cuchillo haciendo una cruz, y metellos en un bonete bien revueltos. El primero que metió la mano fue el Almirante y sacó el garbanzo de la cruz, y así cayó sobre él la suerte, y desde luego se tuvo por romero y deudor de ir a complir el voto. Echóse otra vez la suerte para enviar romero a Santa María de Loreto, que está en la marca de Ancona, tierra del Papa, ques casa donde Nuestra Señora ha hecho y hace muchos y grandes milagros, y cayó la suerte a un marinero del Puerto de Santa María, que se llamaba Pedro de Villa, y el Almirante le prometió de le dar dineros para las costas. Otro romero acordó que se enviase a que velase una noche en Santa Clara de Moguer, e hiciese decir una misa, para lo cual se tornaron a echar los garbanzos con el de la cruz, y cayó la suerte al mismo Almirante. Después desto el Almirante y toda la gente hicieron voto de en llegando a la primera tierra ir todos en camisa en procesión a hacer oración en una Iglesia que fuese de la invocación de Nuestra Señora. Allende los votos generales o comunes cada uno hacía en especial su voto, porque ninguno pensaba escapar, teniéndose todos por perdidos, según la terrible tormenta que padecían. "
El 15 de marzo de 1493 llegó la carabela La Niña, a las orillas del Tinto. Posteriormente se encaminó Cristóbal Colón hacia Moguer, con los Niño, el resto de la marinería moguereña y algunos indios. Llegados a Moguer, según es creencia popular, la comitiva se dirigió a la iglesia del Monasterio de Santa Clara donde cumplieron uno de los votos realizados en alta mar. La celebración litúrgica constaría del encendido de un cirio, y una noche en vigilia y oración, en agradecimiento a la titular del Monasterio.23
Celebración[editar]
Este hecho es rememorado anualmente el día 16 de marzo, en un acto en el Monasterio de Santa Clara de Moguer al que acuden las autoridades civiles y militares, la Real Sociedad Colombina Onubense, así como la ciudadanía en general.
El acto consiste en la celebración de una misa en la que se enciende un cirio de acción de gracias y, posteriormente, los alumnos del colegio Pedro Alonso Niño representan algunas de las escenas que se vivieron en la ciudad del Tinto a la vuelta de los marineros descubridores.
Posteriormente se coloca en el monumento a Cristóbal Colón una corona de laurel en homenaje al almirante y los marinos moguereños que tomaron parte en el Descubrimiento de América. Finalmente acaba el acto con alguna conferencia o acto cultural.
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