sábado, 31 de julio de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

SIGLO XV EN ESPAÑA

El santuario de Nuestra Señora de Aránzazu es un santuario católico mariano situado en el municipio guipuzcoano de Oñate en el País Vasco en España, donde se venera a la Virgen de Aránzazu, patrona de esta provincia, conmemorando la leyenda de su aparición en 1468.

Se encuentra a 750 msnm, rodeado de montañas y vegetación. Desde 1514 está servido por la Orden de los Franciscanos. Su basílica, construida en la década de 1950, es una obra arquitectónica, escultórica y artística de gran relevancia, en la que han trabajado eminentes artistas de renombre internacional.

Santuario de Aránzazu
Arantzazuko santutegiko ikuspegia.jpg
PaísEspaña
UbicaciónOñate

Ubicación[editar]

Vista exterior del ábside del Santuario de Aránzazu.

La ubicación del santuario es excepcional. Se sitúa a escasos 10 km de la villa de Oñate (Guipúzcoa), a los pies de las campas de Urbía, en medio de una sucesión de barrancos y oquedades, montes rocosos y pequeños ríos que se pierden en el fondo del valle bajo el edificio del santuario. Varias las sierras que convergen en el lugar: la sierra de Elguea, la de Aitzgorri y el macizo de Aloña, que queda separado por un gran barranco en cuyo fondo corre el río y sobre el que se alzan los picos de AitzabalBeitollotsa y Gazteluaitz.

La carretera que desde la villa sube al santuario va adentrándose en las montañas calizas bordeando el acantilado sobre el río. Poco después de salir de Oñate se tiene una formidable vista del conjunto urbano desde el balcón natural que ofrece el alto de Urtiagáin. Desde allí el camino está sembrado de pequeños puntos de religiosidad, figuras de vírgenes, capillas… Sobre el valle de Urrejola, donde al otro lado del río se ve la carretera que llega a Araoz, cuna de Lope de Aguirre, ya se divisa el peñón que da nombre al valle y que sitúa el santuario. El empinado camino asciende bordeando el acantilado y mostrando las singularidades de los montes calizos con sus cuevas y simas, algunas de las cuales se llegan a distinguir, por su enorme tamaño, como el boquetón de San Elías, que guarda en su interior una ermita dedicada al santo, desde la propia vía. En algunos tramos del ascenso se puede ver la antigua calzada que recorrían los peregrinos, como lo hizo Ignacio de Loyola, para ir a ver a la que consideraban su madre. Curvas que se abren cerca de caseríos y antiguos establecimientos para peregrinos y que va indicando la cercanía del mariano lugar. Después de pasar al borde de una profunda sima se muestran los edificios que componen el complejo monasterial, entre los que destaca la basílica, con su impresionante fachada y torre.

La amplia plaza (que en parte se usa como aparcamiento) se dispone entre los austeros muros del seminario franciscano y el barranco. Enfrente, hacia el alto, a la derecha de la carretera, se encuentra la basílica, con gran fachada enmarcada entre dos torres gemelas y protegida por la torre campanario, separada unos metros a la izquierda. El inicio de la fachada, diseñada por Oteiza, se sitúa a un nivel inferior al del camino. Unas amplias escaleras dan paso, bajándolas, a las grandes puertas de hierro. Esto hace que el friso que representa a los apóstoles, en número de 14, quede a la misma altura que la vía. Sobre este friso y en medio de una fachada lisa se ubica una figura virginal. Las torres, construidas con grandes piedras calizas, talladas en punta de diamante simbolizando espinas, enmarcan el conjunto.

Bajo la actual construcción se halla la antigua basílica, que actualmente está convertida en cripta, que recoge una vanguardista obra pictórica en sus paredes.

El conjunto se complementa con varios edificios diferentes, algunos de ellos muy anteriores, que ofrecen los servicios precisos a las personas que se acercan al santuario o pasan por allí en busca de las cumbres de las montañas que lo rodean.

El lugar se encuentra a 750 m de altitud y se está colgado sobre un profundo valle. Es uno de los puntos de partida para numerosas excursiones, en especial al macizo de Aitzgorri y a todo el complejo pastoril de Urbía, así como a los montes que componen la sierra de Elguea.

En la zona se extiende un complejo kárstico con numerosas cuevas, simas y sumideros. Se puede dividir en cuatro subzonas de interés:

  • Zona de Orkatzategui-Andarto-Kurutzeberri, en donde hay una sima de más de 20 m, la de Valle Gaztelu.
  • Zona de Arrikurutz, con una gruta de más de 6 km de galerías exploradas donde se hallaron fósiles y restos de animales.
  • Zona de Ubao, con el complejo del Aloña.
  • Zona de Urbía-Aitzgorri, en donde destacan Zubiondoko Lecia y Urdabide I.

La Virgen de Aránzazu[editar]

La imagen de la Virgen de Aránzazu es una talla en piedra de perfil gótico de diseño simple. En la mano derecha tiene una bola simbolizando el globo del mundo y con la izquierda sostiene al niño que se sienta en la pierna del mismo lado algo sentado. Mide 36 cm y pesa 9 kg. Describen el rostro de la imagen como el de una «aldeana sana de ancho cuello y generoso pecho». El niño no está tan bien trabajado como la figura principal; tiene un aire bizantino y lleva un fruto en su mano izquierda.5​ Suele presentarse sobre un tronco de espino blanco y con un cencerro al lado.

Historia[editar]

La larga historia del santuario de Aránzazu no ha dejado muchas reliquias ni documentos. Ello se debe a varios hechos que produjeron la pérdida de buena parte del patrimonio, obligándolo a comenzar prácticamente desde cero, en el siglo XIX. Entre estos hechos destacan tres incendios.

Inicios[editar]

En la primera mitad del siglo XV se estaban produciendo en los diferentes territorios del País Vasco las guerras de bandos que enfrentaban a los oñacinos y a los gamboínos, que arrastraron al país a la ruina. Sobre esas mismas fechas se produjo una gran sequía, que algunos achacaron a un castigo divino por las atrocidades de la guerra. Fue por entonces cuando apareció la imagen de la Virgen en el monte Aloña.6

Según cuenta la leyenda, fijada en torno a 1468,7​ el pastor Rodrigo de Baltztegi encontró la imagen de la Virgen. Este bajó al pueblo, que estaba realizando rogativas para que terminara la sequía, y les contó el hallazgo, indicándoles que debían ir en procesión hasta el lugar donde estaba la Virgen para que comenzara a llover; cosa que sucedió cuando bajaron la imagen hasta la villa.

Se constituyó la Cofradía de Aránzazu, de la que formaron parte los nobles de Oñate. Esta cofradía, que en sus inicios solo era para los vecinos de Oñate y Mondragón, desaparecería en 1834. Juana de Arriarán apoyó económicamente el incipiente santuario y construyó una hospedería para peregrinos al lado de la ermita de la Virgen y mandó llamar a su hijo, Pedro de Arriarán, que era fraile mercedario, para que se instalara en el lugar con varios frailes de dicha orden, erigiendo un monasterio con la licencia del Conde de Oñate. Para 1493 ya está establecida la comunidad Mercedaria en Aránzazu.

Los Mercedarios abandonarían pronto el monasterio. Pedro de Arriarán intentó entonces que los franciscanos se hicieran cargo de las instalaciones, para lo que incorporó Aránzazu a la Provincia Franciscana de Castilla; pero surgieron problemas que hicieron imposible el proyecto, y en 1508 fueron los Dominicos quienes se hicieron cargo del convento y el santuario.

En 1510 se nombró prior al dominico fray Domingo de Córdova Montemayor. Los franciscanos entraron en pleitos con los dominicos por la pertenencia del monasterio, logrando sentencia favorable del tribunal de la Rota en 1512, por lo que dos años después, el 22 de abril de 1514, las instalaciones fueron entregadas a los franciscanos. No solo fueron los dominicos y franciscanos los que pleitearon para conseguir quedarse con el complejo espiritual; también los Jerónimos intentaron hacerse con él. Fue la propia Juana de Arriarán quien abogó delante de la reina Juana la Loca y llamó a los Jerónimos al santuario. Esto queda recogido en una bula del papa León X.

Primer incendio[editar]

Para 1553, las instalaciones monacales estaban totalmente acabadas y en funcionamiento. Ese año sufren un incendio que las destruye por completo. El responsable provincial de los franciscanos, en una carta que manda a Ignacio de Loyola, describe el hecho de la siguiente manera:

Y es que todo aquel Convento con todo lo que había dentro se ha abrasado y quemado, excepto la iglesia que miraculosamente quedó reservada, y los religiosos aberse podido escapar, sin ser abrasados, sobre una peña, se tiene por particular favor de nuestra Señora. Subscedió por falta del edificio de la cozina que, como estava sobre hueco, caló el fuego abaxo sin poderse sentir hasta que no llevó ningún remedio, ni se pudo aber favor de gente en aquella tan grande soledad o yermo

En este incendio se perdieron los archivos y los exvotos que se guardaban en claustro, testimonio de los agradecimientos de las gentes que acudían al lugar en busca de remedio.

Mediante la colaboración y la donación de los fieles y nobles, así como de muchas instituciones —el propio ayuntamiento de Oñate contribuyó con 300 ducados de oro—, se levantó un nuevo convento, que según el historiador Esteban de Garibay era mucho mejor que el anterior y edificado en un tiempo muy breve. En 1567 ya estaba terminada la obra del nuevo convento y se plantea la realización de reformas en la iglesia que se había salvado del incendio. Solo la construcción del nuevo altar y crucero tardó dieciocho años. En 1621 se trasladó y ubicó en el nuevo altar a la Virgen. Las autoridades católicas de Roma otorgaron un solemne jubileo y se celebraron varios actos festivos y litúrgicos que atrajeron fieles de toda la geografía vasca y navarra. Los actos se celebraron en castellano y euskera.8

Segundo incendio[editar]

Virgen de Aránzazu en su altar.

El 22 de julio de 1622, poco después de inaugurarse la nueva iglesia, otro incendio devasta las instalaciones. La Virgen se salva de las llamas pero todo lo demás queda destruido. Un testigo de dicho suceso los relata de la siguiente forma:

No se puede ponderar con palabras la turbación de corazón y aflicción de espíritu que nos causó a todos los que vimos, quedando más de ochenta religiosos, que a la sazón nos hallábamos en este santo convento, llenos de pavor y espanto, sin alivio alguno, ni abrigo, repartidos aquella noche por la montaña, aunque los más nos recogimos a velar y asistir a la santísima imagen

Después del nuevo incendio se volvió a reconstruir las instalaciones. De nuevo el apoyo de los fieles y de las autoridades fue fundamental para llevar a buen fin dichas actuaciones. Esta vez se ganaba terreno al barranco realizando parte de las obras sobre el vacío. Como decía el Padre Luzuriaga:

Cedió el Arte a la disposición soberana, y se sujetó la naturaleza fragosa de la montaña al brazo y superior nivel de nuestra ciencia, parece que con singular auxilio ayudó a trazar y disponer sobre barrancos de la profundidad los cimientos sobre el que se lebantase la Iglesia

La nueva iglesia contaba con dos capillas superpuestas, quedando la superior al servicio de la Virgen. Vistieron las instalaciones con varias obras de arte que el propio Luzuriaga dice que eran «riquísimas y artísticas joyas». La Virgen se mantenía detrás de un velo muy fino que solía ser levantado por dos monjes a petición de los peregrinos y rodeada de doce candelas y dos hachones. Tanto el altar como el coro fueron bien trabajados. En el coro se instaló un órgano, realizado por un fraile del propio convento, Juan de Tellería, que ya contaba fama de buen maestro de órganos. A la iglesia sucedió la construcción de otras dependencias de las instalaciones, como hospedería de peregrinos y aulas de enseñanza.





El Santuario de la Virgen de Gracia sito en la ciudad de Caudete (provincia de AlbaceteEspaña) se encuentra sobre lo que en época visigoda fue un monasterio benedictino. El origen de la actual construcción data del siglo XV aunque la mayor ampliación del santuario correspondió al siglo XVIII, en 1741.

Fue declarado Bien de Interés Cultural el 22 de diciembre de 1992 con el identificador del bien otorgado por el Ministerio de Cultura: RI-51-0007360.

Santuario de la Virgen de Gracia.

Su estilo arquitectónico imita al grecorromano, pero su actual planta rematada por una cúpula de linterna barroca hace que resalten aún más sus grandes dimensiones.

En la fachada principal del edificio encontramos bellísimos frescos en pintura neogótica realizados por el pintor Agustín Espí Carbonell en 1907 con motivo del XIII Centenario de la llegada de la Virgen de Gracia a Caudete y su coronación canónica. Estos frescos narran la historia fantástica de las imágenes de Nuestra Señora de Gracia y San Blas, patrones de Caudete.

En el interior destacan los cuadros del pintor Pérezgil, realizados en 1960, y en el altar mayor destaca un hermoso retablo con pinturas al óleo de Rodríguez San Clemente, que suplanta al viejo retablo barroco quemado durante la Guerra Civil. Es de destacar el Camarín de la Virgen, revestido con manises valencianos de L'Alcora, del siglo XVIII, y el Museo de Mantos de la Virgen, que alberga en sus vitrinas un importante patrimonio artístico y cultural, de entre los que destacan los valiosos mantos de la Virgen de Gracia, siendo el más antiguo del siglo XVII.

También se puede visitar el hueco donde según la tradición fueron encontradas las imágenes de la Virgen de Gracia y San Blas en 1414.

El santuario está abierto todos los días si bien el Museo de los Mantos puede visitarse previo contacto con algún miembro de la directiva de la M.I. Mayordomía, o con la encargada.

 

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