SIGLO XV EN ESPAÑA
La batalla de Ponza tuvo lugar el 5 de agosto de 1435 entre una escuadra naval genovesa y una aragonesa del rey Alfonso V de Aragón. La victoria fue para los genoveses que lograron apresar al rey Alfonso el Magnánimo y a sus hermanos los infantes de Aragón don Juan, rey consorte de Navarra, y don Enrique.
Batalla de Ponza | ||||
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Parte de Enfrentamiento durante la conquista de Nápoles | ||||
![]() Rendición de Alfonso V de Aragón tras la batalla. | ||||
Fecha | 5 de agosto de 1435 | |||
Lugar | Islas Ponza (golfo de Gaeta) | |||
Coordenadas | 40°54′00″N 12°58′00″ECoordenadas: 40°54′00″N 12°58′00″E (mapa) | |||
Casus belli | Conquista aragonesa de Nápoles. | |||
Resultado | Decisiva victoria genovesa. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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Antecedentes[editar]
Tras la guerra castellano-aragonesa de 1429-1430 que finalizó con las treguas de Majano, el rey de la Corona de Aragón Alfonso el Magnánimo retomó su ambición de hacerse con el trono del reino de Nápoles. Para ello zarpó con su flota, financiada con un sustancioso donativo de las Cortes catalanas, para dirigirse a su reino de Sicilia a donde llegó el 2 de julio de 1432.1 Dos años después se le unieron sus tres hermanos, los infantes de Aragón don Enrique y don Pedro y el rey consorte de Navarra don Juan, este último para intentar conseguir que Alfonso el Magnánimo volviese a la península ibérica para que se ocupase de sus asuntos en Castilla una vez que estaba a punto de cumplirse el plazo de cinco años estipulado en las treguas de Majano. Pero la muerte en noviembre de 1434 de Luis de Anjou, rival del Magnánimo en sus aspiraciones al trono de Nápoles, y sobre todo el fallecimiento de la reina Juana II de Nápoles, que se produjo el 2 de febrero de 1435, hizo que el rey de Aragón abandonara sus planes de regreso y se dispusiera a intentar arrebatar a Renato I de Anjou, pretendido sucesor de Juana II, el trono napolitano.2
Esto dio comienzo a una guerra de sucesión del reino de Nápoles entre la Casa de Aragón y la Casa de Anjou. En este punto crítico, Renato fue capturado y hecho prisionero en el Ducado de Borgoña, por lo que Alfonso V no desaprovechó la oportunidad y preparó una armada para salir desde Sicilia hacia Nápoles.
La batalla[editar]
Alfonso V ordenó a la flota real zarpar de Mesina para dirigirse a Ischia con la finalidad de atacar la fortaleza costera de Gaeta en la costa del reino de Nápoles. En mayo de 1435 comenzó el asalto a Gaeta ―la columna central del ataque la dirigió el rey consorte de Navarra don Juan― pero ésta resistió y en su ayuda acudió la flota genovesa. Las flotas aragonesa y genovesa se encontraron en las aguas de la isla de Ponza el 5 de agosto de 1435 librándose una cruenta batalla naval en la que salieron victoriosos los genoveses. La clave de su triunfo estuvo en que la nave capitana aragonesa, en donde iban embarcados los reyes de Aragón y de Navarra, fue embestida por las carracas genovesas y obligada a rendirse. Sólo logró escapar el infante don Pedro con dos galeras que logró conducir hacia Gaeta. Otra de las claves de la derrota aragonesa fue, según Jaume Vicens Vives, «la presencia en la flota real de gran cantidad de nobles y caballeros poco duchos en los combates navales».3 La flota genovesa, dirigida por Biagio Assereto, consiguió capturar al rey Alfonso V.4
Consecuencias[editar]
Además de los reyes de Aragón y de Navarra y del infante don Enrique fueron hechos prisioneros un gran número de nobles aragoneses, catalanes, valencianos, napolitanos y sicilianos ―incluido entre estos últimos el almirante de la flota aragonesa Gutierre de Nava―, y también un grupo de nobles castellanos partidarios de los infantes de Aragón. Todos ellos fueron conducidos a Génova y desde allí a Milán, que entonces ostentaba la soberanía sobre la República de Génova. Pero en Mílán el duque Felipe María Visconti no los trató como enemigos sino que selló una alianza con Alfonso el Magnánimo, con la finalidad de repartirse ambos el dominio de la península italiana. El rey aragonés atribuyó el cambio de actitud del duque Visconti a «algún misterio divino», según escribió a sus vasallos el 5 de octubre de 1435. El primer resultado concreto del acuerdo fue la puesta en libertad de don Juan quien el 2 de noviembre embarcó en Porto Venere rumbo a Barcelona, a donde llegó el 30 de diciembre. Poco después era puesto en libertad Alfonso el Magnánimo y casi al mismo tiempo el infante don Pedro conseguía tomar la codiciada plaza de Gaeta. Este éxito indujo al rey Alfonso a continuar en Italia por lo que el 20 de enero de 1436 nombró a su hermano Juan lugarteniente real en los reinos de Aragón y de Valencia y colugarteniente en el Principado de Cataluña.56
Los genoveses se exasperaron por la repentina decisión del duque de aliarse con Alfonso el Magnánimo, su prisionero, por lo que se rebelaron contra aquel, expulsaron a la guarnición milanesa y derrocaron a su gobierno en el 27 de diciembre de 1435.
Valoración[editar]
Según Jaume Vicens Vives, «la noticia de la derrota de Ponza se difundió rápidamente por las cancillerías del occidente de Europa, llenando de estupor a muchos y de satisfacción a no pocos. Era una sorpresa ver derrotada a la flota que durante dos siglos había detentado la hegemonía en la cuenca occidental del Mediterráneo. Pero el suceso no pasó de ser un incidente más en la serie de avances y retrocesos que hasta aquel momento habían caracterizado la política napolitana de Alfonso el Magnánimo».
Las Cortes Generales de la Corona de Aragón de Monzón de 1435 fueron convocadas por la reina María de Castilla con carácter de urgencia el 15 de octubre para hacer frente al rescate pedido por los genoveses para liberar al rey Alfonso V el Magnánimo.
Alfonso V, muy seguro de su fuerza, asedió Gaeta y fue vencido y hecho prisionero junto con los infantes Juan y Enrique y buena parte de la nobleza aragonesa en la batalla de Ponza contra una flota genevesa. El rey y el resto de cautivos fue puesto bajo el cautiverio del duque de Milán, Filippo Maria Visconti. Ante la petición de rescate de 30 000 ducados, la reina María convocó a Cortes Generales para obtener los fondos necesarios.
Las Cortes se inauguraron el 15 de noviembre de 1435, con la excepcionalidad de que estando el rey cautivo, no podía presidirlas él mismo, se prorrogaron para el 15 de diciembre y finalizaron el 31 de marzo. Durante las sesiones el rey Alfonso V logró atraer a su causa al duque de Milán, y fue liberado; además revocó la Lugartenencia General a la reina, dejando la lugartenencia de Aragón, Valencia y Mallorca a su hermano Juan, rey de Navarra, y la de Cataluña a la reina. Llegado el rey de Navarra a las Cortes, por mandato de su hermano planteó la obtención de un subsidio para proseguir la guerra contra los genoveses, y la transformación de las Cortes Generales en particulares, por lo que se convocaron Cortes aragonesas en Alcañiz, catalanas en Tortosa y valencianas en Morella.
Las Cortes generales catalanas de Barcelona de 1436 fueron convocadas por la reina María de Castilla como lugarteniente del rey Alfonso V el Magnánimo entre mayo de 1436 y 1437.
Aunque las anteriores Cortes de Monzón (1435) se habían clausurado recientemente, estas son continuistas respecto a la financiación de las campañas mediterráneas del rey Alfonso V el Magnánimo. Se sufragó un grupo de galeras que zarpó de Barcelona a finales de agosto de 1436. Los diputados recibieron el privilegio de ir acompañados por maceros a sus desplazamientos.
El 8 de agosto de 1437 se eligieron nuevos diputados y oidores, recayendo en Pedro de Darnius el cargo de diputado eclesiástico de la Diputación del General del Principado de Cataluña.
Las treguas de Majano son un tratado firmado en Almajano en la provincia de Soria, el 16 de julio de 1430 entre las coronas de Castilla y Aragón que puso fin a la guerra castellano-aragonesa de 1429-1430. Sin embargo, la paz definitiva no se alcanzó hasta la firma de la Concordia de Toledo una vez finalizado el plazo de cinco años establecido en las treguas.
Antecedentes[editar]
En junio de 1429 se inició una guerra que enfrentó al rey de la Corona de Castilla Juan II ―alentado por su valido don Álvaro de Luna― con el rey de la Corona de Aragón Alfonso el Magnánimo, quien, con sus huestes y las de su hermano el rey consorte de Navarra el infante don Juan, entró en el reino de Castilla y León en defensa de las posesiones de la familia ―los infantes de Aragón― que habían sido tomadas por el ejército real de Juan II.2
Las huestes de los reyes de Aragón y de Navarra avanzaron por Ariza hasta Sigüenza e Hita. Siguieron combates en la zona fronteriza entre Castilla y Aragón, hasta que Alfonso V se vio agotado por la guerra, iniciándose las negociaciones.3
Las treguas[editar]
Los reyes de Aragón y de Navarra enviaron una embajada al rey Juan II para conseguir una tregua si este se comprometía a devolver a los infantes de Aragón y a la reina madre Leonor de Alburquerque las posesiones que se habían repartido los magnates castellanos en Medina del Campo en febrero de 1430. El rey Juan II recibió a los seis embajadores ―tres por el rey de Aragón y tres por el rey de Navarra― el 14 de junio de 1430 en Burgo de Osma en presencia del condestable don Álvaro de Luna, del arzobispo de Toledo y del conde de Benavente, y tras escucharlos nombró como sus representantes en las negociaciones a don Álvaro de Luna y al arzobispo de Santiago, Lope de Mendoza.4
El acuerdo al que finalmente se llegó supuso una completa derrota de las pretensiones de los reyes de Aragón y de Navarra, pues no les serían devueltas sus posesiones a los infantes de Aragón ni percibirían una renta equivalente en metálico por las mismas, sino que solo se llegó al compromiso de que al finalizar la tregua que duraría cinco años ―período de tiempo durante el cual los infantes de Aragón no podrían entrar en Castilla― unos jueces resolverían las reclamaciones de los infantes. El rey Juan II se comprometía a respetar «las tierras e vassallos» de estos pero solo los que en aquel momento estuvieran en su posesión: los castillos de Segura, Alburquerque, Alba de Tormes y algunos otros diseminados en la frontera de Extremadura y de Murcia. Estos términos tan duros fueron aceptados por los reyes de Aragón y de Navarra, debido a su inferioridad militar, y sus embajadores las firmaron en el lugar de Majano el 16 de julio de 1430.5 Como ha señalado Jaume Vicens Vives, «la tenacidad de don Álvaro se impuso a las demandas aragonesas por la misma causa que cinco años antes, en Torre de Arciel, Castilla había claudicado ante Aragón: por la superioridad del ejército que respaldaba las negociaciones de paz».67 Por su parte José María Lacarra señala que «en Majano don Álvaro triunfó en toda línea, y para nada se habló de las posesiones de don Juan en Castilla. Tan sólo, a modo de consolación, se acordó que una comisión arbitral de catorce miembros, siete por cada parte, estudiarían las reclamaciones y cuestiones pendientes».8
Reparto de los bienes confiscados entre la alta nobleza castellana[editar]
Conseguidas todas las posesiones de los infantes de Aragón en Castilla se procedió a su reparto el 17 de febrero de 1430 entre la alta nobleza castellana que había respaldado al rey, empezando por el propio don Álvaro de Luna que un mes y medio antes había obtenido en Cáceres el cargo de administrador perpetuo de la Orden de Santiago, lo que le convirtió en el hombre más poderoso de Castilla. La corona únicamente se quedó el señorío de Medina del Campo, la localidad donde se había hecho efectivo el reparto. Olmedo fue entregado a la reina María. 9
- Pedro Fernández de Velasco, conde de Benavente, recibió las villas de Haro y Belorado, con título condal.
- El adelantado mayor de León, recibió Paredes de Nava.
- Gutierre Gómez de Toledo, obispo de Palencia, recibió Alba de Tormes.
- Íñigo de Estúñiga recibió Cerezo.
- Fadrique de Luna recibió Cuéllar y Villalón.
- Luis González de Guzmán, maestre de la Orden de Calatrava, recibió Andújar.
- Pedro de Zúñiga, recibió Ledesma, con el título condal.
- Garci IV Fernández Manrique de Lara, conde de Castañeda, recibió Galisteo.
- Pedro Ponce de León y Haro, señor de Marchena, recibió Medellín con el título condal.
- Fernán Álvarez de Toledo recibió Salvatierra.
- Pedro García Herrera recibió Montemayor.
- Hernán López de Saldaña recibió Miranda de Castañar.
- El doctor Periáñez recibió La Granadella.
- Rodrigo Alonso Pimentel recibió el condado de Mayorga.
- Íñigo López de Mendoza recibió varias aldeas alrededor de Guadalajara.
- Fadrique Enríquez recibió Peñafiel.
Última resistencia[editar]
Los infantes de Aragón don Enrique y don Pedro que todavía combatían desde el castillo de Alburquerque que seguía en su poder se negaron a aceptar las treguas de Majano y durante los dos años siguientes siguieron combatiendo por Extremadura hasta que en julio de 1432 el comendador de Alcántara Gutierre de Sotomayor les traicionó y gracias a ello don Álvaro de Luna pudo apresar al infante don Pedro. Esto obligó al infante don Enrique a deponer las armas y a abandonar Castilla a cambio de la libertad de su hermano.10 Las condiciones impuestas a don Enrique fueron verdaderamente duras: debía entregar todas las fortalezas que detentaran sus partidarios y todos sus bienes fueron secuestrados. El infante don Pedro fue entregado al rey de Portugal, que había actuado como mediador, y los dos hermanos zarparon de Lisboa en 1432 rumbo a Valencia, para después dirigirse a Italia, donde se encontraba el rey aragonés Alfonso el Magnánimo.
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