SIGLO XIV EN ESPAÑA
El Tratado de Briones o la Paz de Briones fue un acuerdo firmado entre el Reino de Navarra y la Corona de Castilla, el 31 de marzo de 1379 en el campamento real castellano emplazado en Briones, para poner fin a la guerra que había estallado el año anterior.
En ella Carlos II de Navarra debía romper la alianza militar que tenía con Inglaterra, que no habría tener alianzas matrimoniales con la misma y que se prohibiría el paso por Navarra de cualquier enemigo para Castilla. Esta fue una victoria importante para Enrique II de Castilla que debilitaba a los ingleses en la guerra de los Cien años.
En 1378, el hijo de Carlos II, el futuro Carlos III, encabezó una embajada para parlamentar con Carlos V de Francia. Este último apresó al infante navarro y ordenó el embargo de las posesiones navarras en Francia, salvándose sólo el inexpugnable Cherburgo. En el interrogatorio se descubrieron los planes del rey navarro de conseguir la villa de Logroño. Alertado el rey Enrique II de Castilla ordenó la invasión de Navarra, obligando a Carlos II a firmar el Tratado de Briones. El infante Carlos fue liberado en 1380.
La Concordia de Palazuelos fue un acuerdo ratificado en 1314 en el Monasterio de Santa María de Palazuelos, situado en la provincia de Valladolid, en el que se estipuló quiénes debían ser los tutores del rey Alfonso XI de Castilla, menor de edad en esos momentos, pues contaba tres años de edad.
En la llamada Concordia de Palazuelos, firmada en el año 1314,1 se encomendó la tutoría del joven Alfonso XI, hijo del difunto rey Fernando IV, a sus tíos, los infantes Juan de Castilla, hijo de Alfonso X, y Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV, y a su abuela la reina María de Molina, viuda de Sancho IV y madre de Fernando IV, a quien le fue confiada la crianza y la custodia del niño rey. Al mismo tiempo se acordó que la Cancillería del reino se hallase junto al rey, que tomasen cartas blancas los tutores para los pleitos que resolvieran en las villas, que los tutores destruyesen los sellos reales que habían usado hasta entonces, y que los tutores ejerciesen como tales en los lugares en los que habían sido designados.1
En las Cortes de Burgos de 1315 se ratificó lo dispuesto en la Concordia de 1314, estipulándose además que en caso de morir alguno de los tutores, continuarían en el cargo los tutores vivos, comprometiéndose a que no pudiese acceder a la tutoría del rey nadie a excepción de la reina María de Molina y los infantes Pedro y Juan. Se rompieron los sellos anteriores de los tutores y comenzaron a usar uno nuevo, al tiempo que se disponía que la Cancillería se hallase junto al rey y a la reina María de Molina. Los tutores se comprometían a no conceder tierras o bienes monetarios a persona alguna, disponiéndose que sólo se podrían hacer donaciones con el sello del rey, y con el consentimiento de los tres.
El Tratado de Estella fue un acuerdo firmado entre el Reino de Navarra y la Corona de Castilla el 11 de enero de 1386, por el que quedó definitivamente liquidado el tratado de Briones y Navarra pudo recuperar los castillos ocupados por las tropas castellanas tras la guerra de 1378.
Antecedentes[editar]
Después de la derrota de las tropas castellanas frente a las portuguesas en la batalla de Aljubarrota y ante la amenaza del duque de Lancaster, Juan I de Castilla buscó un acuerdo definitivo con Carlos II de Navarra a fin de evitar que el territorio navarro fuese utilizado por los ingleses para atacar a Castilla, como había sucedido en 1378.
Términos del acuerdo[editar]
El acuerdo fue firmado en la ciudad de Estella por Carlos II y el cardenal Pedro de Luna, actuando con plenos poderes del rey de Castilla, y por él Navarra recuperaba todos los castillos que permanecían en poder del Reino de Castilla excepto los de Tudela, Estella y San Vicente, de los que se hacía entrega al heredero de la corona, el futuro Carlos III el Noble, quien debía gobernarlos en nombre de Juan I en tanto Carlos II cumpliese las restantes condiciones del tratado.
Una de estas condiciones era el reconocimiento del papa de Aviñón Clemente VII, del que el príncipe heredero, quien a la sazón se encontraba en Castilla y había ayudado a Juan I en la guerra contra Portugal, era decidido partidario. Con todo Carlos II murió el 1 de enero de 1387 sin haber declarado su obediencia a Clemente VII, fiel a su política de neutralidad o indiferencia ante el Cisma de Occidente, pero sus sucesor mantuvo una relación amistosa con su cuñado Juan I, quien le entregó el mismo año de su coronación los castillos que aún estaban bajo su control.
La Paz de Almazán fue firmada entre Pedro IV de Aragón y Enrique II de Castilla el 12 de abril de 1375 en la ciudad de Almazán dentro del contexto hispano de la guerra de los Cien Años.1
La guerra entre las dos coronas que empezó en 1356 tuvo varias vicisitudes, pasando el reinado castellano, después de la victoria de Enrique sobre Pedro I de Castilla en 1369, a operaciones bélicas contra Aragón que había conquistado el señorío de Molina de Aragón, que pertenecía a la Corona de Castilla.
En ese momento Pedro IV, acuciado por diversos frentes y ante la alianza castellano-francesa, considera que, ante la posible invasión del ejército castellano, firma el tratado de paz por el que Molina de Aragón se reintegra a Castilla a cambio de una suma de dinero, se abandonan las reclamaciones sobre Murcia y se concierta el matrimonio de su hija Leonor de Aragón con Juan (futuro Juan I de Castilla), el heredero del trono de Castilla. Con este tratado se puede decir que se termina la guerra castellano-aragonesa y es uno de los hechos con los que se empieza a consagrar la futura hegemonía castellana en la península ibérica.
Tratado de Bayona (1388)
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Acuerdo firmado en Troncoso y ratificado en Bayona en 1388 entre Juan I de Castilla por una parte, y Juan de Gante y Constanza de Castilla por la otra, por el cual se ponía fin al conflicto sucesorio castellano desatado por la deposición de Pedro I de Castilla por Enrique II de Castilla.
En él se comprometió el matrimonio de los herederos de ambas líneas: Enrique (hijo de Juan I) y Catalina de Lancáster (hija de Juan de Gante y Constanza de Castilla). Ambos recibirían el título de príncipes de Asturias y sucederían a Juan I, reuniendo ambas líneas en la persona de sus herederos. Además, deberían ser puestos en libertad todos los hijos de Pedro I que estuviesen todavía en prisión, y aquellos que estuviesen en el exilio podrían regresar a Castilla. El tratado incluía la obligación del rey de Castilla de pagar una indemnización de 600 000 francos de oro a los de Lancáster, que se hizo efectiva ese mismo año.12
El matrimonio se llevó a efecto, pero no todos los hijos fueron puestos en libertad. Se tiene constancia de que Juan de Castilla siguió en prisión en Soria hasta su muerte.
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