ESCULTURAS DE ESPAÑA
El Nazareno | ||
---|---|---|
Autor | Fernando Estévez | |
Creación | 1840 | |
Ubicación | Iglesia de Santo Domingo de Guzmán (Santa Cruz de La Palma, La Palma) | |
Material | madera policromada | |
Dimensiones | 164 cm | |
El Nazareno de Santa Cruz de La Palma es una escultura de madera policromada que representa a Jesucristo cargando con la cruz camino al Monte Calvario, tallada en 1840 por el ilustre escultor orotavense Fernando Estévez de Salas. Se la considera su obra más perfecta y acabada. A la imagen se le conoce también como "El gran Señor rico de La Palma".
Una vez asentadas las bases de la Ilustración en Canarias, la ciudad de Santa Cruz de la Palma buscaba un nuevo estilo artístico, que actualizara la imaginería barroca a las nuevas ideas del momento. Existía en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán una imagen de un Nazareno que contaba con una cofradía desde 1667. Fue la propia Hermandad del Nazareno la que decide renovar su imaginería, contactando con por aquel entonces el escultor más destacado del archipiélago, Fernando Estévez.1 Para esto fue preciso vender algunas joyas y atributos de oro que tenía la antigua imagen, ya que se pensó en poseer estas tallas de “mejor calidad que las existentes en aquella época”.
Ya Fernando Estévez era conocido en La Palma, isla con la que mantenía una estrecha relación y que dotó de bellas imágenes. El Beneficiado de El Salvador, el sacerdote y artista palmero Manuel Díaz Hernández, conoció al escultor al refugiarse en La Orotava debido a enemistades políticas. Estévez le enseñó una serie de normas y técnicas de escultura y su amistad se fue haciendo cada vez más profunda. Fue gracias a la amistad que le unió con el famoso clérigo innovador, además de su buen talante, don de gentes y buen carácter,2 lo que hizo posible la conexión con las nobles familias de La Palma, una nutrida clientela que le proporcionaban suculentos beneficios a través de los pedidos de obras para los templos de la capital palmera.
Fue el V Marqués de Guisla-Ghiselin, don Luis Van de Walle y Llarena (1782-1864), gobernador Militar de La Palma, quien encarga a Fernando Estévez la realización de un Nazareno y una Dolorosa, costeados por el Capitán y Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición, don Gaspar de Olivares y Maldonado, y su esposa, doña Inés de Brito y Lara, quienes recibieron el Patronato del altar de Jesús Nazareno en el Convento de Predicadores. Ambas esculturas se hallaban concluidas el 14 de enero de 1841, fecha en la que el escultor entregó en La Orotava las dos efigies empaquetadas a don Antonio María de Lugo-Viña, quien se encargó de su traslado y custodia hasta Santa Cruz de La Palma.3
“Se principió a dárseles culto” poco después, el 7 de abril de 1841, en plena Semana Santa, concretamente en un Miércoles Santo. Así consta en las inscripciones que ambas imágenes tienen pintadas en sus espaldas. Desde entonces desfilan esa tarde en la popularmente conocida como procesión del “Punto en La Plaza”, una hermosa representación del encuentro de Jesús con su Madre, de camino al Calvario, que tiene lugar en la Plaza de España de la capital palmera. En 1863 había pasado a ocupar la hornacina central del fabuloso retablo de la iglesia dominica, donde se encuentra actualmente, acompañado de la Dolorosa, conocida como "La Magna", también del mismo escultor, y de San Juan Evangelista, obra de Manuel Hernández García "El Morenito".
Se trata de una escultura realizada en madera de cedro y caoba "floja", utilizada para la peana. A pesar de que es una imagen vestidera, el Cristo presenta un cuerpo completamente modelado, aunque policromado en azul.4 Esto pone de relieve el interés por la anatomía del escultor orotavense, así como el cuidado y esmero puesto en complacer al comitente.5 Inclina su cabeza hacia su izquierda y soporta de pie el peso de una cruz a la que parece abrazar, acariciándola sin casi esfuerzo, con sus manos magníficamente talladas.6 Así, un miembro de la Real Academia Canaria de Bellas Artes, a propósito de esta imagen, ha dicho que “el escultor consigue materializar toda la serenidad de su temperamento clasicista, huyendo de toda tensión dramática (se diría que más que cargar, abraza la cruz)”. Sin lugar a dudas, esta imagen es una de las mejores y bien acabadas salidas de la gubia de Estévez. En ello coinciden los expertos unánimemente.
Está concebido según los cánones griegos ideales, representando a un joven atleta de 33 años, en toda su plenitud y belleza física. Tiene una cabeza exquisitamente esculpida, “muy superior a los realizados por Luján para los templos de Gran Canaria”.7 Es más, también se considera que “incluso de mejor calidad que muchos de los ejecutados por maestros peninsulares del siglo XVIII”, como también reconoce Fuentes en su obra.8 El Cristo presenta un rostro cuadrado, clasicista, de nariz helénica y de ojos grandes y rayados, de los que una mirada infinita señorea todo su entorno, muy parecido al Cristo cautivo que el mismo escultor talló para la vecina parroquia de El Salvador. El acabado de su cabello largo que cae sobre sus robustos hombros y bajo una perfecta corona de espinas, así como una bien “aseada y corta barba” y bigote, han tenido elogiosas críticas.5 Pero lo que, más se destaca, sin lugar a dudas, son sus dulces y grandes ojos rasgados de donde emana una mirada magnética y cautivadora. La corona de espinas también es obra del imaginero orotavense, quedando reflejada en la carta que envió al Marqués con los costes de la imagen.
Sin duda, la pieza de mayor valor que compone el ajuar del Nazareno es la maravillosa túnica de terciopelo rojo bordada en oro, la mejor pieza en su género existente en el Archipiélago,9 una dádiva del insigne palmero Cristóbal Pérez Volcán. A la maravillosa túnica le fue robada en el año 1801 un valioso broche de perlas.
En Nazareno procesiona sobre un trono de estilo rococó de madera sobredorada y calada con decoración de asimétricas rocallas, la mejor que se encuentra en la isla, rematando su conjunto cuatro preciosos ángeles, vestidos “a la romana” y coronados de flores. Estos portan instrumentos de la Pasión, como los clavos, unas escaleras y una bien trenzada corona de espinas, y sujetan las cuerdas que atan la imagen de Cristo subiendo al Calvario. Todo fue donación del rico comerciante palmero don Cristóbal Pérez Volcán y enviado desde La Habana.
Nuestro Padre Jesús de la Pasión | ||
---|---|---|
Autor | Juan Martínez Montañés | |
Creación | ca. 1610-1615 | |
Ubicación | Colegiata del Divino Salvador, Sevilla | |
Estilo | Manierista | |
Material | Madera policromada | |
Técnica | Escultura | |
Dimensiones | 1,90 | |
Nuestro Padre Jesús de la Pasión es una escultura de madera policromada, fechada hacia 1610-1615,1 obra de Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 18 de junio de 1649) que representa a Jesús con la cruz a cuestas. Fue encargada por la Hermandad de Pasión de Sevilla para representar la Quinta Estación del Viacrucis -"Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz"- en su estación de penitencia en la Semana Santa.
20 Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo. 21 Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz.2Marcos 15:20-21
Es una de las más grandes obras maestras de la escultura española de todos los tiempos. Es muy conocida y repetida la cita de Antonio Despuig y Dameto (1745-1813); afirmó al contemplarlo y orar devotamente ante él lo siguiente:
"Le noto un defecto…”; a lo que concluyó rotundo: “…le falta respirar."3Antonio Despuig
La autoría de la imagen está atribuida indubitablemente a Juan Martínez Montañés por su claro estilo montañesino y por los testimonios que nos han llegado. El más conocido y antiguo es el del mercedario Fray Juan Guerrero, hacia 1615, monje del convento Casa Grande de la Merced, sede de la Hermandad en aquella época:
“La imagen del Santo Cristo de Pasión es admiración el ser en un madero esculpido obra tan semejante al natural; no encarezco ni podré lo prodigioso de esta hechura porque cualquier encarecimiento será sin duda muy corto; sólo baste decir es obra de aquel insigne maestro Juan Martínez Montañés, asombro de los siglos presentes y admiración de los por venir”.4Fray Juan Guerrero
Esta atribución ha sido mantenida por la crítica desde que Acisclo Antonio Palomino (1655-1726), en 1725, vinculase la imagen al maestro alcalaíno -en su comentario se inspiró en 1890 Joaquín Turina y Areal (1847/1903) para su famoso lienzo conservado por la propia Hermandad de Pasión.
Siempre que salía esta cofradía, el maestro escultor acompañado de sus amigos se presentaba al encuentro de la efigie, admirando haberla ejecutado tan expresiva y devota.4Acisclo
La obra se fecha en uno de los periodos más fructíferos de Montañés, entre 1610 y 1615. Se sabe que en 1619 ya estaba labrado, ya que, en enero de ese año, Blas Hernández Bello contrató un crucificado para el pueblo sevillano de Los Palacios, cuya corona de espinas había de ser “de la materia y hechura de la que tiene el Christo Nazareno de la Cofradía de Pasión dentro de la Merced”.4
Nuestro Padre Jesús de la Pasión es una talla completa en madera para vestir con los hombros y codos articulados para sujetar los brazos a la cruz. Presenta desbastados los brazos y el torso, mientras cabeza, antebrazos, manos, piernas y pies se encuentran perfectamente anatomizados.
Representa con realismo a un Cristo manso, bello y dulce que sufre llevando en sus espaldas el peso de nuestros pecados. Su rostro gira a la derecha y su mirada se dirige al suelo. La boca entreabierta deja asomar los dientes. Los cabellos labrados, como en tantas obras de Montañés, con raya en medio y pequeños rizos; al igual que en la barba, corta y bífida. Sus manos fuertes y delicadas sujetan la cruz que se coloca sobre su hombro izquierdo. Carga todo el peso sobre la pierna izquierda flexionada, mientras que el pie derecho semilevantado se apoya escasamente sobre la peana rocosa "arrancando a caminar" -extraordinario alarde técnico del escultor que logra alcanzar el equilibrio de la escultura a pesar de lo arriesgado de su postura.
La policromía original es atribuida a Francisco Pacheco, quien colaboraba habitualmente con él en aquella época.4
Morfológica y estilísticamente se pueden vincular con esta obra las imágenes de San José ejecutadas por Martínez Montañés en los relieves de las Teofanías del retablo mayor del monasterio de San Isidoro del Campo. Santiponce. Sevilla. (1609-1613). También han de mencionarse imágenes procesionales de Nazarenos creadas por discípulos y seguidores de Montañés, siguiendo todas ellas el modelo iconográfico del Cristo de Pasión, con lógicas variantes estilísticas. Podemos mencionar como principales ejemplos el Jesús del Gran Poder, obra de Juan de Mesa (1620) o el Nazareno de la Divina Misericordia, de Felipe de Ribas (1640).5IAPH
La imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión la creó Montañés para ser acompañada por una escultura de Simón de Cirene. Desde época muy temprana se conocen testimonios que dan fe de que al Señor de Pasión lo acompañaba un cirineo. El más temprano es el del Abad Alonso Sánchez Gordillo, que entre 1632-34, describía el paso del Señor en estos términos:
Y en lo último de ella Nuestro Señor en andas sobre los hombros de los cofrades y hermanos de la Cofradía con la Santa Cruz sobre sus hombros y Simón Cirineo que lo ayuda. Son ambas figuras muy proporcionadas a lo que representan y mueven mucho a la devoción…”.6Abad Alonso Sánchez Gordillo
El eminente catedrático José Hernández Díaz opinaba lo siguiente:
Jesús de la Pasión es una imagen encorvada, destinada, a mi modesto juicio, a la colaboración del Cirineo, razón por la cual el patibulum bascula suavemente en ligera diagonal dispuesto para ser sostenido por alguien que lo auxilia...4
...Juan Martínez Montañés debió representar la escena con dos figuras.7José Hernández Díaz
No tenemos conocimiento de cómo sería el primer cirineo que acompañó a la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión -probablemente esculpido por el propio Montañés-. El más antiguo del que tenemos noticias se incorporó a la Hermandad en 1844: en esa fecha, Pasión adquirió la cabeza y las manos de un San Isidoro procedente de la Antigua Casa Profesa de los Jesuitas (la iglesia de la Anunciación);1 por la postura de su cabeza, se lo llamó popularmente el "Mirabalcones”. Se vendió en 1951 a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Aguilar de la Frontera (Córdoba).8 En 1950, José Rodríguez Fernández Andes presentó a la Hermandad una interesante cabeza, procedente de los agustinos de Córdoba, atribuida a Juan de Mesa, para la que el propio Andes realizó el candelero, encargándose de su policromía Juan Miguel Sánchez.9 Del resto del cuerpo se encargó Luis Ortega Bru.1 Se lo sustituyó en 1970 por la espléndida escultura de talla completa del cirineo labrada por Sebastián Santos, considerada una de las mejores obras de la imaginería sevillana del siglo XX. "Con argumentos poco convincentes, fue suprimida del paso procesional en 1974".1
En 1974 se omitió la efigie del Cirineo. De esta forma, se rompió la armonía del conjunto y se alteró la voluntad histórica.9Juan Miguel González Gómez - Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla
Jesús de la Pasión, como imagen pensada para vestir, posee un excelente ajuar de túnicas. La más antigua que se conserva es la de los Cuernos de la Abundancia, obra de 1845 del bordador Manuel María Ariza.10
La de las Hojas de Acanto la confeccionó Patrocinio López en 1869.1
El origen de la túnica lisa de Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que luego se hizo norma en la Semana Santa sevillana, fue idea del pintor Gonzalo Bilbao y de Francisco de Casso. Esta primera túnica lisa, bordada por Dolores Colom, es la que se conoce como túnica de las Rosas. Así lo cuenta Domingo de Casso:
Una muestra, entre las muchas de su amor, es esa primera túnica lisa cortada, cosida y bordada por ella (Dolores Colom). Fue idea conjunta del gran pintor Gonzalo Bilbao y de mi padre (Francisco de Casso) el vestir la imagen del Señor de Pasión con túnica lisa de seda pesada para hacer resaltar las líneas de tan portentosa escultura y destacar ese movimiento y vida de la figura majestuosa de ese Señor que anda con vibración vital al recorrer las calles de Sevilla. Años después, la Camarera’ de la Virgen, María lbarra, donó una túnica lisa de terciopelo de Lyon especialmente fabricada y más tarde, la Hermandad hizo otra acertadísima con la cual sale el Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario