ESCULTURAS DE ESPAÑA
Santísima Virgen de la Cabeza | ||
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Nuestra Señora de la Cabeza Coronada | ||
Origen | ||
País | España | |
Santuario | Basílica de Nuestra Señora de la Cabeza | |
Datos generales | ||
Veneración | Iglesia católica | |
Patrona de | España | |
Fecha de la imagen | 1944 (José Navas Parejo) | |
La Virgen de la Cabeza es una importante advocación mariana venerada en la Basílica de Nuestra Señora de la Cabeza. Es la Patrona y Alcaldesa Honoraria de Andújar, Titular de la Muy Antigua, Primitiva y Pontificia, Real e Ilustre Cofradía Matriz de la Santísima Virgen de la Cabeza de Andújar y Patrona de la diócesis de Jaén, dicho patronazgo fue concebido por bula del papa San Pío X el 18 de marzo de 1909 y el de la diócesis de Jaén por bula del papa Juan XXIII el 27 de noviembre de 1959.
Es la única imagen religiosa de España en tener la Rosa de Oro, distintivo otorgado por el Papa a grandes personalidades católicas relevantes, fue concedida en el año 2009 por el Papa Benedicto XVI. Según cuenta la tradición, se apareció la Santísima Virgen en la Sierra de Andújar, la madrugada del 11 al 12 de agosto de 1227 a un pastor de Colomera, llamado Juan Alonso Rivas. La Iglesia católica conmemora la festividad de la advocación el 8 de septiembre.
La “Reina de Sierra Morena” conocida popularmente, es una de las devociones más relevantes conocidas y la primera Romería de España, siendo a su vez la segunda imagen Coronada Canónicamente de Andalucía, en el año 1909, después de la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla. Tras dicho acontecimiento, fue coronada de nuevo en 1960 y 2009 por el primer centenario de su primera Coronación, teniendo un total de tres Coronaciones.
Un pastor de Colomera (Granada), llamado Juan Alonso Rivas, apacentaba su ganado, cabras y ovejas, en las alturas de Sierra Morena junto a la cumbre del Cabezo. Era cristiano sencillo y fervoroso, quizá algo entrado en años y estaba aquejado de una anquilosis o paralización total en el brazo izquierdo.
Empezaron a llamar su atención las luminarias que divisaba por las noches sobre el monte cercano a donde tenía su hato y a las que se sumaba el tañido de una campana. Finalmente quiso salir de duda y en la noche del 11 al 12 de agosto del año 1227 resolvió llegar a la cumbre.
A su natural temor sucedió una expresión de asombro y gozo, porque en el hueco formado por dos enormes bloques de granito, encontró una imagen pequeña de la Virgen, ante cuya presencia se arrodilló el pastor y oró en voz alta entablando un diálogo con la Señora.
La Santísima Imagen le expresó su deseo de que allí se levantara un templo, enviándolo a la ciudad, para que anunciara el acontecimiento y mostrara a todos la recuperación del movimiento en su brazo y de esta forma, dieran crédito a sus palabras. Bajó a la ciudad y anunció el suceso que no tuvieron más remedio que creer ante el testimonio de su brazo curado.
La imagen de la Virgen de la Cabeza actual, que sustituyó a la imagen destruida en la Guerra Civil, es una talla de madera de cedro policromada en estilo bizantino, que presenta a la señora sentada sobre un pequeño sitial sin respaldo y sosteniendo al Niño Dios en su brazo izquierdo. Realizada por el escultor José Navas Parejo en 1944.
La imagen de María viste una túnica carmesí ceñida con un pequeño cíngulo de líneas verticales al gusto hebreo, manto azul estofado en oro en alusión a la encarnación y su inmaculada concepción, y tocado blanco que deja ver su cabello moreno que cae sobre sus hombros. La talla mide 65,5 cm de altura. Sostiene una fruta que el pueblo interpretó como un madroño, por ser fruto típico de la sierra. El Niño Jesús viste una túnica clara como redentor del género humano y porta en su mano izquierda una esfera dorada, al tiempo que con la mano derecha muestra a su madre.
La Virgen se puede ver como viene siendo habitual desde el siglo XVII presenta al culto revestida con manto y saya. Tiene en su mano derecha un madroño fruto originario de Sierra Morena, bastón y fajín impuesto por el teniente general Fidel Dávila Arrondo, ministro del Ejército. A sus pies está una medialuna obra del orfebre Ramón Orovio, costeada por Juan Alonso Montoro y Araceli Roncero.
En 1909 fue declarada patrona de Andújar por San Pío X,1 junto con San Eufrasio. En 1959 fue declarada patrona de la diócesis de Jaén por San Juan XXIII,2 por bula del 27 de noviembre de 1959.
La coronación pontificia fue concedida por el papa san Pío X el 10 de noviembre de 1907. El 20 de abril de 1909 la imagen fue trasladada a la iglesia parroquial de Santa María la Mayor.1 El 23 de abril de 1909 las coronas de la Virgen y del Niño Jesús fueron bendecidas en la parroquia por el arzobispo de Granada, José Meseguer y Costa. En la ceremonia estuvieron presentes: Juan José Laguarda y Fenollera, obispo de Jaén; Vicente Casanova y Marzol, obispo de Almería; Antonio Rodríguez Montero, arcipreste y párroco; el clero de la ciudad; Adolfo Valenzuela y Samaniego, conde de Torrejón y delegado y del rey Alfonso XIII; Javier Molina y Ordóñez, gobernador civil de la provincia; Gabriel Ortiz Cosgaya, alcalde; y Joaquín María Serrano Martínez, hermano mayor de la cofradía. Posteriormente, la imagen de la Virgen de la Cabeza fue trasladada a un pabellón con un altar construido en la cercana explanada de Colón, donde fue coronada. En la explanada había una gran multitud para presenciar el evento.1 Finalmente, la imagen fue llevada de nuevo a la parroquia. Esa noche procesionó por las calles de la ciudad.1
La nueva imagen, que vino a sustituir a la primitiva, perdida durante la Guerra Civil, fue traslada a Andújar en 1960 donde fue coronada, siendo obispo de Jaén Félix Romero Mengíbar. Una corona en forma de canastillo que se realizó en 1960 para restituir la corona perdida durante la guerra civil española.
La recoronación fue el 22 de abril de 1960, se realizó un acto para la imposición de la nueva corona en los Jardines de Colón de Andújar. La madrina de dicho acto fue Carmen Polo, esposa del entonces Jefe del Estado (el general Francisco Franco), siendo oficiado por el arzobispo de Granada y por el obispo de Jaén.
Las coronas de la Virgen, del niño Jesús y el rostrillo fueron diseñadas por el artista González Orea, confeccionadas las piezas por el orfebre cordobés Manuel Aumente con oro de 20 quilates y un peso total de 1330 gramos. Aparecen esmaltados los escudos de Andújar, Colomera, obispo y orden Trinitaria.
En 2009, durante la celebración de su Año Jubilar, el papa Benedicto XVI la condecoró con la Rosa de Oro, «singular privilegio» con el que el papa reconoce su patronazgo sobre la diócesis de Jaén, la profunda devoción con la que es venerada y la amplia historia de su romería, considerada como la más antigua del país. Le fue impuesta por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo López, el día 22 de noviembre de 2009 en la Catedral de Jaén.345 Es la primera imagen mariana de España que la recibe.67 En la Rosa de Oro hay una inscripción en latín:
«Benedicto XVI. Rosa de Oro. Para la imagen de la Bienaventurada Virgen María de la Cabeza, Patrona Celestial de la Diócesis de Jaén. Concesión benignísima. 22 de noviembre de 2009».8
La Basílica y Real Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza se construyó inicialmente entre 1287 y 1304 en el Cerro de la Cabeza por el pueblo de Andújar, del que toma el título de su advocación, situado en el término municipal de Andújar en la provincia de Jaén, en el parque natural de la Sierra de Andújar, en el mismo lugar en el que había tenido la aparición de la imagen en el año 1227. Durante su existencia fue sufriendo varias transformaciones, la principal a finales del siglo XVI por el arquitecto Andrés de Vandelvira. El templo, de nueva planta tras su casi completa destrucción durante la última Guerra Civil, fue elevado al rango de basílica menor mediante breve pontificio del 21 de abril de 2010.
La romería a la basílica convocada por la Cofradía Matriz de Andújar es la segunda más antigua, con 790 años de historia, (por detrás de la Romería a Ujué, desde 1043) y nombrada en sus escritos por literatos como Cervantes y Lope de Vega, ha vivido sus momentos más emocionantes en el traslado de la imagen del camarín a las andas, donde han estado toda la noche esperando su llegada los anderos.
Miguel de Cervantes estuvo en la Romería de la Virgen de la Cabeza en 1592. Escribió sobre ella en Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617).9
El príncipe de Fez, Muley Xeque, se hizo católico tras asistir a la Romería de la Virgen de la Cabeza en 1593. Fue bautizado por el arzobispo de Toledo, García Loaysa y Girón, en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Sus padrinos fueron Felipe II y su hija, Isabel Clara Eugenia. Se hizo amigo personal del escritor Lope de Vega, que escribió sobre este suceso en La tragedia del rey D. Sebastián y bautizo del Príncipe de Marruecos (1618).9 Pedro Calderón de la Barca se inspiró en esta historia para escribir El gran príncipe de Fez don Baltasar de Loyola (1672).10
Manuel de Salcedo Olid escribió sobre la Virgen de la Cabeza en su obra Panegírico historial de N. Señora de la Cabeza (1677).10
También han escrito sobre esta devoción y su romería Gonzalo Argote de Molina en su Nobleza de Andalucía (1588), Ambrosio de Morales en Antigüedad de la ciudades de España (1557), Jaime Oliver Asín en Vida de D. Felipe de África, príncipe de Fez y Marruecos (1566-1621), Bartolomé Pérez Guzmán, Luisa Fe y Jiménez, Alfredo Cazabán Laguna, Antonio Alcalá Venceslada y Carlos de Torres Laguna.11
Después de la Cofradía Matriz de Andújar se fundaron las de Arjona y Martos. Posteriormente se fundaron las de Úbeda, Baeza, Écija y Priego de Córdoba.12 En 1591 se fundó la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Sevilla, que pasó a formar parte de la Hermandad de las Siete Palabras.13 A finales del siglo XVII ya había 71 cofradías.12
En 1639 el clérigo Antonio de Castro y del Castillo, de Alcalá la Real, llevó esta devoción a Lima, en el virreinato de Perú, donde edificó una iglesia que la tiene como titular.12
La Virgen de la Cabeza, patrona de Zújar, fue coronada el 24 de abril de 1926 por el obispo Ángel Marquina Corrales.14
La Virgen de la Cabeza, patrona de Burjasot, fue coronada en 1927.15
La Virgen de la Cabeza, de Rute, fue coronada el 9 de mayo de 1986 por el obispo José Antonio Infantes Florido.16
La Virgen de la Cabeza, patrona de El Carpio, fue coronada el 14 de octubre de 2017 por el obispo Demetrio Fernández González.
Las esculturas de Porcuna constituyen un grupo escultórico de más de cuarenta piezas, las cuales poseen características jónicas e ibéricas. Aparecieron en el importante conjunto arqueológico llamado Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén, España), cuyas intervenciones arqueológicas se remontan al año 1975. Los restos del yacimiento en el que fue hallado dicho conjunto, indican que la ocupación llegó a su fin a finales del siglo VII a. C.
El descubrimiento de numerosos fragmentos de cerámica ática, datada en el siglo IV, han permitido afirmar que el sepelio de las esculturas tuvo lugar a finales del siglo V o principios del IV a. C.. Dichas esculturas han sido labradas a partir de un mismo material pétreo: la arenisca fina de las canteras de Santiago de Calatrava (piedra blanda y frágil cuando sale húmeda de la cantera, además de ser más fácil de labrar), localidad al sur de Porcuna. Los tamaños de las figuras difieren entre sí y, aunque estas perteneciesen a un mismo monumento, y fuesen contemporáneas unas de las otras, no formaban parte de una misma unidad, sino que estas quedaban dispuestas en grupos o fueron ubicadas individualmente.
A día de hoy, el Museo de Jaén alberga algunos de los fragmentos originales provenientes del trabajo de campo, así como algunas reproducciones de las esculturas. De igual forma, el Museo Arqueológico Nacional de Madrid incorpora a su amplia colección algunas piezas pertenecientes al conjunto ubicado en Porcuna.1
Los iberos habitaron en la península ibérica en un espacio y un periodo de tiempo determinado. Poblaron la vertiente mediterránea, pasando por el occidente de Andalucía, hasta la región de Cádiz y el sur de Huelva, a partir del año 600 a. C., hasta el cambio de era, momento en el que pasarán a fusionarse con la cultura romana.
El término ibero es de reciente creación. Apenas cien años atrás, los autores antiguos denominaban Iber a los ríos pertenecientes a la península ibérica, sin embargo dicho término no hacía alusión a estas agrupaciones unidas bajo la misma nomenclatura. El nombre de iberos engloba a distintos grupos sociales relativos a diversas identidades étnicas, modos de vida y organizaciones sociopolíticas. También se vinculan a una misma escritura, añadiendo a ello la presencia de elementos y materiales comunes, tales como la cerámica pintada, la escultura, los telares verticales, los molinos rotatorios, las armas como la espada curvada o falcata, el soliferreum, arma arrojadiza pensada para las distancias cortas, además de fíbulas y vajillas elaboradas a partir de la técnica del torno rápido. El hallazgo de estos últimos restos determina que estos grupos adquirieron costumbres comensales y fúnebres compartidas. Hablaban varias lenguas y tenían diferentes sistemas de escritura de tipo mixto, es decir, la silábica y la alfabética, aún por descifrar. Este último fenómeno imposibilita la disponibilidad de fuentes escritas, determinantes a la hora de conocer la información clave acerca de esta sociedad y su cultura material. En última instancia, se ha recurrido a las intervenciones del trabajo de campo en los yacimientos arqueológicos repartidos por la Península.
Las poblaciones se emplazaban en asentamientos en altura, fortificados y con trazados regulares denominados Oppidum, desde donde controlaban el territorio y las vías de paso. Próximos a estos, quedaban distribuidos pequeños asentamientos o aldeas, en zonas llanas con funciones agrícolas y ganaderas, encargadas del suministro de productos a los grandes asentamientos. Los hogares eran edificios cuadrangulares y multifuncionales, divididos en distintos habitáculos y pequeños patios interiores. Construidos a partir de zócalos de piedra y alzados de barro crudo, a menudo enlucidos y encalados. Del mismo modo, poseían cubiertas de madera con recubrimiento vegetal. En este sentido, se han podido identificar lugares de culto o santuarios, algunos con ricos conjuntos escultóricos. A partir de esta última tipología constructiva, se ha llegado a conocer el procedimiento seguido en los enterramientos. Se llevaban cabo siguiendo el método de incineración, procediendo a depositar las cenizas del difunto en los llamados campos de urnas. Tal como su propio nombre indica, dichas urnas poseían diferentes tipologías y decoraciones, acompañadas por el ajuar del difunto. Al mismo tiempo, se han encontrado tumbas monumentales, las cuales han permitido el trazado de genealogías aristocráticas, remontándose en el tiempo a los antepasados fundadores del linaje. De igual forma, estas vienen guarnecidas por riquísimos ajuares.
Si bien las esculturas se localizaron en el 1975, en el Cerrillo Blanco, y las excavaciones se prolongaron hasta el año 1979. El montículo en el que fueron halladas debe su nombre a su característico color blanco, característico de las margas de su suelo (roca más o menos dura de color grisáceo, compuesta de carbonato cálcico, según el Diccionario de la lengua española), localizadas en el punto más elevado de las lomas de Porcuna, a poco más de un kilómetro al norte de la población.
Estas excavaciones estuvieron encabezadas por Juan Agustín González Navarrete, director del Museo de Jaén en aquel momento, además de concejal y diputado por Jaén, de la Unión del Centro Democrático (UCD). Sin ser arqueólogo de campo, promovió los estudios del Cerrillo Blanco, el emplazamiento en el que se descubrió, excavó y recuperó el conjunto escultórico del mismo nombre, constituyendo el principal yacimiento escultórico de arte ibérico, en el que se reunieron cerca de mil quinientos fragmentos de esculturas. Abandonó la dirección del Museo de Jaén y la excavación del Cerrillo Blanco en el año 1979, siendo nombrado subdirector general de Museos del Ministerio de Cultura e inspector facultativo de Museos. La excavación continuó de la mano de Iván Negueruela, el ya jubilado director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Las excavaciones han revelado que el cerro fue utilizado como lugar de enterramiento desde principios de la Edad del Hierro. Dicho emplazamiento es acotado por una cerca de piedras de planta con 24 fosas, todas ellas de un mismo nivel social a juzgar por la uniformidad de sus sepulturas.
Los trabajos llevados a cabo por Juan González Navarrete e Iván Negueruela, así como los estudios más actuales en materia, ponen de manifiesto que durante los siglos IV a III a. C., el Cerrillo Blanco se usó como necrópolis de incineración. Se han encontrado numerosos fragmentos de cerámica ática datada en el siglo IV, permitiendo corroborar que el sepelio de las esculturas rotas tuvo lugar entre finales del siglo V o principios del IV a. C.; en números redondos, hacia el año 400 a. C. Las esculturas se encontraron destruidas en una zanja (en dirección norte hacia el sur), en el flanco norte del cerro, y cubiertas por grandes losas de arenisca. Durante las excavaciones del yacimiento no se percibió indicio alguno de que las esculturas hubiesen sido talladas allí, ni instaladas en aquel mismo lugar cuando estas se encontraban en buen estado. En su lugar, estas fueron trasladadas y enterradas en el estado en que aparecieron, tal como se indica en los ensayos realizados por el Catedrático en Arqueología, Antonio Blanco Freijeiro.
El conjunto está conformado por más de 40 piezas escultóricas (algunas fuentes hablan de incluso hasta 50 o 60). La variedad figurativa es amplia, si bien pueden apreciarse esculturas de hombres luchando contra otros hombres, hombres contra animales, seres mitológicos, tales como figuras femeninas y masculinas en diferentes posiciones. La mayoría de las esculturas están realizadas en bulto redondo.2 La parte restante son altorrelieves, es decir, una escultura que se encuentra adherida a un muro, pared, bloque de piedra… El tamaño de las esculturas no es uniforme, pues hay esculturas que van desde los 120 a los 130 cm, a esculturas de tamaño natural. ¿Se debe esto a una suma de monumentos diversos, acumulados o erigidos sucesivamente en el lugar?, ¿o, por el contrario, responden a un proyecto único originario, quedando desde el inicio encajadas, atendiendo a una misma unidad de concepción y de programa? Es difícil dar una respuesta segura. Tal vez ninguna opción ofrezca por sí sola una salida adecuada a la cuestión. La explicación que da el antiguo director Departamento de Historia Antigua y Arqueología del Consejo Superior de investigaciones Científicas (CSIC), Ricardo Olmos, es que resulta innegable la factibilidad del relato unificador.3 Para Agustín Navarrete tampoco hay ninguna duda de que todas las figuras encontradas formaron parte del mismo grupo escultórico. Este autor añade que incluso se aprecian partes en las que las figuras encajan armónicamente, de tal forma que en el final de una se puede encontrar el final de otra.4
Según las escenas que representan y su significado, las esculturas pueden dividirse en dos grandes conjuntos que, a su vez, se subdividen en otros dos subconjuntos:
1. El grupo de los cazadores y guerreros:
- Los cazadores (en jerarquía, dependiendo del animal que los acompaña) las esculturas de los cazadores, independientemente de la presa que portan, se les ha representado en el momento en el que regresan de la cacería, ya con el animal entre sus manos.
- Los guerreros. En las escenas de lucha se encuentran los guerreros a pie, los guerreros a caballo, junto a las luchas entre hombres, animales mitológicos, hombres heridos etcétera. Dentro de las esculturas de lucha hay dos escenas clave que deben ser mencionadas:
- La grifomaquia: representa a un hombre que lucha contra un grifo, animal mitológico híbrido, dividido en un águila y en un león.
- La leontomaquia: representa a un hombre enfrentándose a un león.
En particular, todas las figuras aparecen en mal estado y decapitadas. Entre todas ellas destaca la escultura de un guerrero conservado entero, de rostro sereno, que transmite la sensación del triunfo. A su vez, este porta el escudo, el casco y los brazaletes, entre otras características.
2. El grupo de las figuras rituales y animales reales y mitológicos.
- Además de los cazadores y los guerreros, aparece otro grupo de figuras que se han interpretado como sacerdotes o sacerdotisas. En este caso se aprecian tanto figuras masculinas como femeninas5. Dentro de este grupo se encuadran las figuras desnudas y vestidas, de bulto redondo y relieves; de pie y sedentes.
- Este apartado incluye otro subconjunto de esculturas, que representan tanto animales reales (caballos, leones o toros), como animales mitológicos o híbridos (las esfinges, con rostro de mujer y cuerpo de león).
La motivación que impulsó a realizar estas obras plantea dos hipótesis plausibles: en primera instancia, la representación de una batalla real, en la que el pueblo se había visto inmerso, dando un paso más allá, advirtiendo la posible noticia de alguna confrontación cercana al territorio (no obstante, constituiría una acción previamente experimentada). En segundo lugar, puede tratarse de un conjunto de estatuas, tratando de emular una historia imaginaria. A pesar de las diferencias relativas a los tamaños y la temática, se puede observar la presencia de ciertos rasgos comunes. Sin embargo, no todas fueran realizadas por un único autor, pues se ha planteado la posibilidad de que todas salieran de un mismo taller, aludiendo a los métodos y técnicas aplicados al conjunto escultórico.
En el caso de que el conjunto atribuyera su significado a una representación de la mitología ibera, el taller encargado de realizar este conjunto reelabora las tradiciones míticas antiguas. Del mismo modo, toma como referencia otras obras en la elaboración de las esculturas, de tal manera que las formas e imágenes representadas no son exclusivas de este conjunto,6 siendo atribuidas a otras esculturas como es La Bicha de Balazote, datada en el siglo VI a. C.
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