ESCULTURAS DE ESPAÑA
Inmaculada Concepción | ||
---|---|---|
Autor | Juan Martínez Montañés | |
Creación | 1623-1624 | |
Ubicación | Hospital de los Venerables, Sevilla (Andalucía, España) | |
Estilo | barroco | |
Material | madera policromada | |
Dimensiones | 168 × 64 × 49 cm | |
La Inmaculada Concepción es una talla de Juan Martínez Montañés realizada entre 1623 y 1624. Está ubicada en el Hospital de los Venerables, en Sevilla (Andalucía, España).
La imagen fue realizada entre 1623 y 1624 por Martínez Montañés1 para uno de los retablos laterales de la iglesia del Convento de Santa Clara de Sevilla, realizado también por Montañés aproximadamente en el periodo 1621-1626 y con un añadido de Francisco de Ocampo en 1633.2 La talla se custodió en la iglesia conventual hasta que fue adquirida en el siglo xxi por la Fundación Focus para ser expuesta en la colección permanente del Centro Velázquez, situada en el Hospital de los Venerables.23
La imagen, en madera policromada y de bulto redondo, muestra a la Virgen bajo la advocación de la Inmaculada. A diferencia de muchas Purísimas del barroco, en esta talla la Virgen luce aspecto de mujer madura, pues en el rostro se aprecian arrugas dotadas de gran profundidad así como un mentón marcado y, en general, facciones angulosas muy alejadas del aspecto aniñado de otras imágenes de Montañés, como la Inmaculada de El Pedroso. La Virgen presenta unos ojos casi cerrados y la vista dirigida al suelo, todo ello potenciado por la profundidad de los párpados inferiores y por unas cejas arqueadas que crean claroscuros. El cabello, como es habitual en la imaginería concepcionista de la época, presenta raya al medio y caída sobre los hombros mostrando profusas ondulaciones. Los brazos están flexionados y las manos juntas en actitud orante, con las palmas apretadas, detalle que se aprecia también en la Inmaculada venerada en la Iglesia de San Andrés, si bien esta última tiene el rostro girado hacia la derecha. La imagen del Hospital de los Venerables tiene ambos brazos desplazados hacia la izquierda, detalle presente también en la Inmaculada de El Pedroso que alcanzaría su máximo exponente con La Cieguecita.
La Virgen, con una altura de 1,68 metros, viste túnica de estampado floral con caída vertical hasta los pies, donde se producen notables drapeados, y porta un manto ricamente estofado el cual posee una disposición asimétrica en la que se dibuja una cascada de pliegues en el lado derecho, dotados estos de una amplitud y profundidad tan grandes que a nivel estilístico esta Inmaculada se aleja de las anteriores obras de Montañés. La figura se apoya en un escabel compuesto por una media luna y, frente a la misma, los rostros alados de dos serafines (detalle más propio de Alonso Cano que de Montañés, pues en las Inmaculadas de este último suelen aparecer una o tres cabezas en vez de dos), todo ello dispuesto sobre una sencilla peana barroca.
Inmaculada Concepción | ||
---|---|---|
Autor | Juan Martínez Montañés | |
Creación | 1606-1608 | |
Ubicación | Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, El Pedroso, Sevilla (Andalucía, España) | |
Estilo | barroco | |
Material | madera policromada | |
Dimensiones | 155 cm | |
La Inmaculada Concepción es una talla de Juan Martínez Montañés realizada entre 1606 y 1608. Está ubicada en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación, en El Pedroso, Sevilla (Andalucía, España).
Diego Pérez Cabeza, oriundo de El Pedroso, fue un destacado conquistador y poblador del Nuevo Mundo; partió en 1561 rumbo a Perú, donde se desempeñó como menestral al servicio del virrey Nicolás López de Velasco.1 Fallecido en 1582, dispuso en su testamento que se enviase a España una determinada cantidad de dinero (11 484 pesos y 4 reales de plata)2 destinada, entre otras labores, a sufragar en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación el levantamiento de una capilla y un retablo en honor a la Inmaculada Concepción,2 debiendo donarse una parte para la constitución de una capellanía con el fin de que se oficiasen misas por su alma ante un retablo presidido por un cuadro de Hernando de Esturmio dedicado a Santa Catalina de Alejandría, el cual, debido a que el dinero enviado resultó insuficiente para construir la capilla, pasaría a ocupar el ático del nuevo retablo dado el deterioro de la estructura que lo alojaba originalmente.3 Todas estas tareas fueron encomendadas a Martínez Montañés, quien firmó el contrato de las mismas en presencia de un escribano el 9 de mayo de 1606,4 elaborando la imagen de la Virgen entre 1606 y 160856 y el retablo entre 1606 y 1609.7 El escultor se comprometió además a costear la madera necesaria y a dirigir las labores de instalación de la imagen de la Inmaculada y del resto de esculturas y piezas de la estructura, durando toda la obra en torno a tres años pese al plazo inicialmente estipulado de ocho meses.8 La talla de la Inmaculada presidió el retablo hasta que, por motivos de seguridad,8 fue emplazada en otro de estilo neoclásico fechado a principios del siglo xviii y ubicado en la Capilla Sacramental del templo.1
Según una descripción del catedrático José Hernández Díaz:
Es una bellísima Virgen aniñada, de poético y bello talante, cuyo concepto cambiará años después hacia la sublime interpretación de la Theotocos. La representa en oración, la mirada baja y las manos puestas oracionalmente en forma ovalada…9
La imagen, en madera policromada y de bulto redondo, representa a la Virgen bajo la apariencia de una niña. Las características que denotan este aspecto radican en la forma suave y rechoncha del rostro, con unos pómulos redondeados y sin apenas arrugas de expresión, y en el cuerpo, demasiado pequeño con relación a la cabeza. La Inmaculada posee una melena con leves ondulaciones la cual cae sobre los hombros y perfila tanto el rostro como el cuello. Los ojos están abiertos y miran inadvertidamente hacia el suelo. Los brazos están flexionados y las manos juntas en actitud orante, pudiéndose apreciar un ligero desplazamiento al lado izquierdo que a su vez contrasta con el movimiento de la cabeza, girada al lado contrario, lo que crea un efecto muy alejado del hieratismo patente en el estilo impuesto por Gregorio Fernández; esta diferencia se vería acentuada con La Cieguecita, obra maestra de Montañés que sentaría las bases para un nuevo concepto artístico el cual sería imitado por tallistas contemporáneos y posteriores.
La Virgen, de 1,55 metros de alto, viste una túnica en la que resaltan pliegues casi verticales rematados en la base por una profusión de drapeados tan numerosos que simulan un fruncido. Por su parte, toda la figura se cubre con un manto repleto de ricos estofados que, gracias a su vuelo y disposición asimétrica, dota de movimiento y fluidez a la obra, destacando principalmente los pliegues en forma de abanico presentes en el vientre, acentuados a su vez por el contrapposto originado gracias a la flexión de la pierna derecha. La Inmaculada se apoya en un escabel con forma de media luna en cuyo frente se halla la cabeza alada de un serafín, lo cual se ajusta a la doctrina de Francisco Pacheco (quien policromó la obra),10: p. 14 si bien carece de una aureola de doce estrellas en referencia a las doce tribus de Israel.
Esta escultura, influenciada por Jerónimo Hernández8 y Gaspar Núñez Delgado,11 es una de las obras más destacadas de Montañés ya que constituye su primera Inmaculada,12 en la cual se pueden apreciar casi todos los detalles que definen su estilo y que irían evolucionando con el paso del tiempo hasta culminar, veinte años después, con La Cieguecita, su obra más destacada dentro del género inmaculista así como dentro de su catálogo en general. La talla de El Pedroso influyó no solo en La Cieguecita sino también en otras esculturas de corte concepcionista, como por ejemplo la Inmaculada de la Iglesia de San Andrés,13 también de Montañés, o la Purísima venerada en la Iglesia de San Julián, de Alonso Cano. Sumado a esto, la obra sirvió también de inspiración en la pintura, destacando principalmente un cuadro de Velázquez14 fechado hacia 1618.
La Inmaculada de El Pedroso fue solicitada en 2009 para ser exhibida en la National Gallery de Londres, si bien no llegó a ser expuesta ante la negativa del consejo pastoral.15 Años después tendría el honor de participar en la exposición Montañés. Maestro de maestros, celebrada en el Museo de Bellas Artes de Sevilla del 29 de noviembre de 201916 al 14 de marzo de 2020. La exhibición tenía prevista su clausura para el 15 de marzo,1718 pero la declaración del estado de alarma con motivo de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 produjo su cierre un día antes, debiendo permanecer la imagen en el museo más tiempo del inicialmente previsto a causa del confinamiento decretado por la pandemia.
Inmaculada Concepción | ||
---|---|---|
Autor | atribuida a Jerónimo Hernández, a Alonso Cano y a Juan Martínez Montañés | |
Creación | c. 1570 1580-1585 1620-1625 | |
Ubicación | Iglesia de San Andrés, Sevilla (Andalucía, España) | |
Estilo | barroco | |
Material | madera policromada | |
Dimensiones | 172 cm | |
La Inmaculada Concepción es una talla de los siglos xvi o xvii atribuida a Jerónimo Hernández, a Alonso Cano y a Juan Martínez Montañés. Está ubicada en la Iglesia de San Andrés, en Sevilla (Andalucía, España).
Actualmente existen tres posturas con respecto a la autoría de la imagen. Algunas fuentes afirman que la talla fue elaborada por Jerónimo Hernández,12 atribución fuertemente enfrentada a las demás, en las que figuran los nombres de dos de los escultores más destacados del barroco: Alonso Cano3 y Martínez Montañés. El nombre de este último fue aportado en 2002 por el historiador del arte Emilio Gómez Piñol, quien además sitúa la talla próxima al círculo escultórico de San Isidoro.4 Piñol atribuyó a Montañés no solo la talla de la Iglesia de San Andrés, sino también la Inmaculada de la Iglesia de San Julián, actualmente atribuida a Cano: «Concluimos que las dos imágenes [...] deben atribuirse a Martínez Montañés. Ambas nos parecen anteriores a la "Cieguecita" y probablemente cercanas al ciclo escultórico de S. Isidoro. Más antigua, la de S. Andrés, de rostro de formas plenas y lozanas».4
También hay conflicto en lo relativo a la datación de la imagen, encuadrándose la obra en hasta tres etapas distintas. La Inmaculada es comúnmente fechada hacia 1570;125 de ser este el periodo en el que se creó la imagen, Cano y Montañés tendrían que quedar descartados debido a que el primero nació en 1601 y el segundo era todavía un niño en aquel entonces. En 1981 el catedrático Jesús Miguel Palomero Páramo aportó los años 1580-1585;6 estas fechas, al igual que la anterior, permiten asignar la pieza a Hernández pero no a Montañés ni a Cano. Por su parte, también se ha propuesto como fecha aproximada el periodo comprendido entre 1620 y 1625,738 lo que permitiría atribuir la imagen a Cano o a Montañés y, al mismo tiempo, descartar a Hernández, quien supuestamente no habría tenido nada que ver con la talla según el historiador del arte Domingo Sánchez-Mesa Martín.3 La participación de la obra entre 2019 y 2020 en una exposición dedicada a Montañés4 parece indicar que la atribución al maestro jienense es la que prevalece en la actualidad.
La imagen, en madera policromada y de bulto redondo, muestra a la Virgen con rostro sereno y facciones juveniles, aunque no aniñadas como muchas Inmaculadas del barroco. Destacan principalmente una boca pequeña, unos ojos casi cerrados y un mentón muy marcado, todo ello delimitado por una melena ondulada que cae sobre los hombros. Los brazos, flexionados y con ambas manos en actitud orante (tan juntas que las palmas llegan a tocarse), muestran un desplazamiento muy leve, casi imperceptible, hacia el lado izquierdo; posteriormente Montañés triunfaría con La Cieguecita al acentuar este desplazamiento.
La Virgen, de 1,72 metros de alto,7 viste una túnica apenas visible por un manto a modo de capa que la cubre casi por completo. Este manto, decorado con ricos estofados, presenta un esquema de pliegues en el que las dobleces enmarcan la figura con drapeados curvilíneos y permiten acentuar la zona del vientre, donde se forman claroscuros y se crea un pliegue de gran tamaño resaltado gracias al contrapposto originado por la flexión de la pierna derecha. Por su parte, la túnica luce drapeados en vertical los cuales confluyen al llegar a los pies en una serie de pliegues muy pronunciados, casi a modo de fruncido. La Inmaculada se apoya en una peana compuesta por una media luna presidida por la cabeza alada de un querubín y se corona con una aureola de doce estrellas en referencia a las doce tribus de Israel.
Esta obra posee grandes similitudes con la Inmaculada de El Pedroso, realizada por Montañés entre 1606 y 1608; de hecho, se considera que está influenciada por ella8 si se asume como periodo de ejecución los años 1620-1625. Por otro lado, según Emilio Gómez Piñol la disposición del manto guarda relación con la iconografía de las imágenes asuncionistas: «[El] raro efecto de virtuosismo en la talla ahuecada de la orla del manto, esa sugestión de movimiento agitado nos parece proviene de estampas o representaciones escultóricas de la Asunción. Montañés no se arredró ante la dificultad de traspasar a la madera ese audaz grafismo plástico».
Inmaculada Concepción | ||
---|---|---|
Autor | anónimo | |
Creación | siglo xvii | |
Ubicación | Capilla Sacramental, Iglesia de San Juan de la Palma, distrito Casco Antiguo, Sevilla (Andalucía, España) | |
Estilo | barroco sevillano | |
Material | madera policromada | |
La Inmaculada Concepción es una talla del siglo xvii1 ubicada en la Iglesia de San Juan de la Palma, en el distrito Casco Antiguo, en Sevilla (Andalucía, España).
Originalmente la imagen de la Inmaculada, encuadrada en el barroco sevillano y de autoría anónima, era un mediorrelieve a tamaño natural emplazado en el ático del retablo mayor. Tras el desmontaje de la obra en 1960 debido a la adquisición de un nuevo retablo por parte de la Hermandad de la Amargura2 a la Iglesia de San Felipe de Carmona,34 la talla fue sometida a una importante reforma por parte del escultor Francisco Buiza, quien la convirtió en una imagen de bulto redondo al eliminar el fondo liso del relieve y tallar la parte posterior para completarla, policromándola de nuevo y añadiendo asimismo una peana compuesta por las cabezas aladas de cinco serafines.5 Por su parte, el retablo al que pertenecía la Inmaculada fue trasladado a la Iglesia de San Juan Bautista, en San Juan de Aznalfarache,3 donde se encuentra actualmente.
La imagen, muy similar a la Inmaculada de Martínez Montañés conocida como La Cieguecita, está realizada en madera policromada. La Virgen figura de pie con ambos brazos flexionados y desplazados a un lado, estando las manos juntas en actitud orante. La cabeza se halla levemente erguida y la vista dirigida al frente, con el cabello cayendo a ambos lados. El rostro, de rasgos juveniles, es ovalado y muestra boca cerrada, labios finos y ojos entreabiertos, todo ello marcado a su vez por un acentuado hoyuelo en el mentón. Viste túnica larga hasta los pies ceñida por un cíngulo apenas visible por el manto que cubre sus hombros y aparece recogido sobre su brazo izquierdo, produciendo en el lado derecho una cascada de pliegues que dota de gran profundidad al conjunto, caracterizado por el tratamiento asimétrico de los ropajes, lo que aleja a esta Inmaculada de las obras de Gregorio Fernández, reconocibles por su simetría, hieratismo y postura frontal. La pierna derecha está flexionada en un claro contrapposto, lo que a su vez provoca una profusión de drapeados en la parte inferior de la túnica, la cual presenta notables pliegues en las telas que reposan sobre la peana (tanto el manto como la túnica muestran ricos estofados típicos del barroco). La base de la estatua está conformada por un pequeño escabel compuesto por las cabezas aladas de cinco serafines, sobre los cuales, a ambos lados de la Virgen, se alzan los extremos puntiagudos de una luna creciente, elemento característico de la iconografía de las Inmaculadas al igual que la corona de doce estrellas que porta la imagen en alusión a las doce tribus de Israel.
La talla recibe culto en la Capilla Sacramental, en un sencillo retablo de estilo neobarroco compuesto por una hornacina con altar, banco y ático. La hornacina es rectangular y presenta decoración similar a casetones, cada uno con un motivo ornamental en forma de flor tetrapétala. El marco se cubre con rocalla, destacando en los extremos columnas de base cilíndrica y fuste estriado a excepción del tercio inferior, ornamentado con relieves los cuales enmarcan un medallón. El retablo luce en los laterales motivos de hojarasca con una gran voluta en la base y otra de menor tamaño en la zona superior. El ático consiste en un medallón ovalado con rocalla en el que se muestra un relieve de San Miguel Arcángel custodiado por dos querubines de bulto redondo, hallándose en los extremos dos diminutos jarrones que coronan el entablamento que soportan los capiteles de orden corintio que rematan los pilares.
En este retablo se veneraban anteriormente las imágenes de vestir de Nuestra Señora de la Amargura y San Juan Evangelista, las cuales presiden a día de hoy el retablo mayor. Por su parte, la Inmaculada recibió culto en su momento en un retablo actualmente ocupado por una imagen del Jesús del Silencio. Del mismo modo, la talla tuvo el honor de presidir en varias ocasiones el altar portátil que la corporación del Corpus instalaba en la calle Francos para la celebración de la solemnidad del Corpus Christi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario