ESCULTURAS DE ESPAÑA
Retablo del Santo Cristo de la Esperanza | ||
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Autor | anónimo | |
Creación | 1770-1771 | |
Ubicación | Iglesia de Santa Eufemia de Orense (Galicia, España) | |
Estilo | neoclásico y rococó | |
Material | madera de pino policromada y dorada | |
Dimensiones | 14,65 × 9,59 metros | |
El retablo del Santo Cristo de la Esperanza es una obra anónima realizada entre 1770 y 1771. Está ubicado en la Iglesia de Santa Eufemia de Orense (Galicia, España).
Este templo fue en sus orígenes la iglesia del Colegio jesuita del Buen Nombre de Jesús, cuya fundación tuvo lugar en junio de 1615 con la muerte de Pedro de Mondragón y Azcarreta, indiano oriundo de Guipúzcoa que falleció en Potosí,1: 116 en aquel entonces perteneciente al Virreinato del Perú. Mondragón dejó dicho al orensano Alonso de Santana que fundase un colegio o convento dedicado a la Compañía de estudiantes en alguna ciudad o aldea relevante de España o Perú; Santana informó en 1621 al rector del colegio jesuita de Potosí de su deseo de ayudar a la instauración en Orense de la orden, si bien una serie de inconvenientes dificultaron en gran medida el proceso,1: 113 no siendo hasta 1652 cuando llegaron los primeros jesuitas a la ciudad, donde en 1683 inauguraron la primera iglesia ex novo, de planta circular. La construcción del actual templo, de cruz latina dispuesta de manera rectangular y asignada originalmente a fray Plácido Iglesias, monje lego benedictino, comenzó probablemente hacia 1733 con el fin de reemplazar el edificio anterior, si bien para 1767, año en que tuvo lugar la expulsión de los jesuitas del Imperio español, tanto el presbiterio como el crucero estaban aún por finalizar. El 27 de mayo de 1770 se produjo un acontecimiento de especial relevancia: la Parroquia de Santa Eufemia, situada en la Catedral de San Martín, fue reubicada en el antiguo templo jesuita, convirtiéndose el anterior emplazamiento parroquial en la hoy conocida como Capilla de San Juan, mientras que de 1804 en adelante el seminario y la parroquia se vieron obligados a compartir el uso de la iglesia debido a que el seminario se hallaba ocupado temporalmente por los franceses con motivo de la Guerra de la Independencia Española (el seminario sería reinaugurado en 1818).1: 114 Hasta comienzos de 1897 una pared de mampostería de grandes dimensiones a la altura del primero de los arcos torales mantuvo divididas las naves del espacio abierto en el crucero; en marzo de ese año el obispo Pascual Carrascosa ordenó concluir la cabecera en el mismo estilo que el resto de la edificación, terminando las obras en 1899 y siendo estas inauguradas el 30 de noviembre, pocos días después de la finalización del traslado y montaje del retablo del Santo Cristo de la Esperanza, el cual originalmente «cubría el frontis del brazo izquierdo de la cruz en la Iglesia de la primera órden de San Francisco de esta Ciudad» según consta en el Archivo Histórico Diocesano de Orense.1: 115 nota 1
El retablo, de autor desconocido y elaborado entre 1770 y 1771 (aunque Begoña Juan Franco sostiene que fue realizado por el vecino de Orense José González en 1735),2: 265 fue destinado inicialmente a la iglesia del Convento de San Francisco, donde ocupaba el extremo de la epístola en el transepto hasta que en marzo de 1899 Carrascosa dispuso su retirada y traslado a la Iglesia de Santa Eufemia, donde pasó a fungir como retablo mayor. Tal y como informó en su momento el franciscano Doroteo Calonge, quien recabó datos sobre el retablo y el Santo Cristo de la Esperanza a partir de un libro de gastos del Convento de San Francisco relativo al periodo 1763-1835 conservado en el Archivo Histórico Provincial de Orense, en noviembre de 1770 figura la anotación «Obra. Más di zed.ª de tres mil ocho reales y veinte y quatro maravedís para un retablo», mientras que en los meses de diciembre de 1770 y enero de 1771 aparece escrito «Retablo. Más di zed.ª de quatro mil seiscientos quarenta y dos reales y doze maravedís para Retablo […] y su conduc.n [texto tachado] y el Cruzifijo», constando un poco más adelante «Escultor. Más di zed.ª de mil reales para un Retablo». Después del mes de septiembre de 1771, en el folio 18r se puede leer «Retablo. Otra de quinientos reales para el retablo» y «Escultor. Otra de quinientos reales al escultor», figurando en el folio 20v, en las cuentas relativas al periodo inmediatamente anterior al mes de mayo de 1772: «Clavazón i moscovia. Otra de setecientos i onze reales de clavazon para la obra de el retablo y otras obras y para una moscovia».1: 116 Teniendo en cuenta estas cantidades, el coste del retablo podría situarse en 10 261 reales y 36 maravedís.
Respecto a la policromía, la original dataría de entre los años 1793 y 1794, constando en el mismo libro de gastos las siguientes notas: «Retablos. Para ciento trece libros de oro, hieso y más pinturas y jornales deel pintor; tres mil doscientos tres reales 14 maravedís»; «Pintor. Para jornales deel Pintor y pinturas un mil veintitrés»; y «Pintor. Para acabar de pagar el Pintor, ochocientos cinquenta reales». No obstante, entre los años 1833 y 1834 figura «Obras. Más dio para pintar el altar del Santísimo Cristo, y sacras seis mil trescientos y veinte reales», no siendo esta la policromía hoy conservada ya que el retablo fue nuevamente policromado en 1899 por orden de Carrascosa, quedando oculto el tono claro que tenía entonces (es aproximadamente desde mediados del siglo xviii cuando empiezan a pintarse los retablos con tonos blancos, azules y dorados acordes con los gustos rococós).1: 117–118 Del mismo modo que los gastos de fabricación, las cifras citadas en los libros permiten situar el coste de las diversas policromías en 9523 o 10 546 reales y 14 maravedís.nota 2
Respecto al traslado, hay constancia de una intervención del deán Tomás Portabales en una sesión discretorial oficiada el 30 de abril de 1899, en la que se da cuenta «de la Orden, y del traslado del retablo del brazo de la epístola en la iglesia de la 1ª, llamado del Santo Cristo de la Esperanza, para la iglesia de Santa Eufemia del Centro». La desinstalación de la estructura empezó el 2 de abril de 1899 y en ella tomaron parte el carpintero Manuel Suárez, dos operarios y tres jornaleros; para el día 5 quedó completamente desmontado «sin hacer desperfecto alguno», siendo las piezas ordenadas sobre el pavimento del templo, tras lo cual fueron cuidadosamente limpiadas para después ser trasladadas a la Iglesia de Santa Eufemia bajo la dirección del carpintero Ramón Picouto.1: 116 Pese a que sus dimensiones (aproximadamente 14,65 × 9,59 metros) ayudan a cubrir casi por completo el testero, lo que podría hacer pensar que fue instalado en Santa Eufemia por este motivo, en realidad su tamaño era considerablemente menor según el registro de las obras que a finales del siglo xix motivaron su traslado; en sus orígenes el retablo contaba con una «base» (sotabanco) de 1,30 metros de alto, un «segundo cuerpo» y «otro tercero que el mismo que hoy conserva, pero que tenía un metro, diez centímetros menos de altura, y el mismo remate que hoy se vé representando la resurrección». Se conoce que inicialmente la estructura poseía una altura de 11,45 metros desde la mesa de altar hasta la cima y 7,33 metros de anchura sin contar unos festones acoplados en los extremos que con su altura total cubrían por completo la pared a la que estaba adosada en el transepto de la iglesia franciscana. Tanto la mesa de altar como un «zócalo» de idéntica altura «sobre el cual gravitaba todo el retablo» estaban realizados en piedra, mientras que sobre el altar destacaba un templete el cual terminó convirtiéndose en expositor tras la reubicación del retablo, siendo colocado sobre la escalinata y emplazándose en la zona central el sagrario, el cual fue situado en medio de los dos primeros peldaños (en el registro consta la existencia de una imagen del Niño Jesús coronándolo, si bien dicha pieza ya estaba ausente al momento del traslado).1: 116–117
Con el cambio de templo el retablo aumentó su categoría ya que pasó de hallarse en el extremo de un crucero a fungir como retablo mayor, debiendo aumentarse su tamaño para cubrir el trasaltar de la Iglesia de Santa Eufemia. En consecuencia, se añadieron 2,10 metros a la altura del primer cuerpo y 1,10 metros al ático, acoplándose además dos gigantescos pilares en los extremos tomando como referente los presentes en la hornacina central, con las basas y los capiteles fabricados en Barcelona y los fustes en Orense. Estas columnas, de una altura de 6,88 metros y un diámetro de 60 cm, resultaron controvertidas al punto de que Carrascosa dispuso que las mismas fuesen emplazadas en el retablo para comprobar su efecto sobre el conjunto antes de que fuesen sometidas al proceso de dorado; una vez instaladas de manera definitiva se colocaron sobre los capiteles dos jarrones victorianos con azucenas metálicas, flor escogida por el propio obispo debido a que constituye el símbolo de la Catedral de Cuenca, ciudad de donde era oriundo. Respecto a la fase de policromado, la cual abarcó partes como la «mesa, templete, antepecho, puertas y cancel» (estos dos últimos elementos integrados probablemente en el cierre del desaparecido presbiterio), concluyó entre los meses de junio y noviembre de 1899, siendo en este último mes cuando Picouto terminó «los jarrones y tornavoz del púlpito», esta última pieza hoy perdida. Manuel Valcárcel y un aprendiz tuvieron el cometido de pintar la mesa de altar, el templete y la escalinata, labor que desarrollaron de mediados de junio a mediados de septiembre, si bien fue Julio Barros en colaboración con varios oficiales quien policromó el retablo y el resto de la edificación, tarea iniciada en el mes de junio y concluida, con alguna que otra interrupción, el 28 de noviembre, siendo el color escogido por Carrascosa «en sustitución de otro claro con que se había pintado». Desde entonces el retablo permaneció inalterado hasta que el altar mayor fue reubicado en la década de 1960 con motivo de las innovaciones introducidas por el Concilio Vaticano II, afectando la principal modificación al primer cuerpo, concretamente a la sección central, donde se ha perdido por completo cualquier vestigio de la escalinata así como del templete y el sagrario. En aquel entonces se incorporó a la hornacina central un dosel elaborado en terciopelo así como cinco faroles, mientras que entre los años 1969 y 1986 se instaló un piso de mármol verde, una sede y asientos a los lados en granito también verde en la zona del presbiterio, afectando esta obra a la hornacina que cobija el sagrario, al que se antepuso la sede pétrea levemente más baja (también se llevó a cabo una limpieza tanto en el retablo como en sus tallas, sobre todo en la imagen titular).1: 118
En 2004 la empresa tudense CBC3 procedió a realizar una profunda restauración en la cual se eliminó el suelo de mármol colocado en la hornacina central, lo que supuso la demolición de la estructura de ladrillo y hormigón situada en la parte posterior.1: 118 A mayores se retiró del ático un cableado obsoleto3 y se acometió un reajuste de carácter estructural que contó con la elaboración de una nueva hornacina central de madera junto con el reemplazo de la sede pétrea por una también en madera. Durante la limpieza de la policromía (la cual corría riesgo de desprendimiento)3 se descubrió que la hornacina que alberga la talla del Santo Cristo de la Esperanza había sido repintada, aunque el hecho de que se conservase un porcentaje elevado del cromatismo original permitió que el repinte pudiese ser eliminado. Gracias a esta maniobra salió a la luz una decoración vegetal1: 118 similar a una pieza de seda3 además de las marcas que señalaban la posición original de la cruz, inicialmente más elevada, siendo la misma recolocada. También se retiraron de la hornacina los faroles y el dosel de terciopelo así como las azucenas de los jarrones,1: 118 procediéndose a labores de desinsectación y renovación de los anclajes de soporte al muro (caídos en la zona superior a causa de un ataque de xilófagos y reemplazados todos los del retablo por unos de acero inoxidable)3 y, en último lugar, a tareas de estucado, reintegración cromática y protección final,1: 118 hallándose anteriormente la madera deteriorada a causa de la humedad, la escasez de iluminación y la falta de ventilación, con el conjunto oscurecido y dañado por el envejecimiento de los barnices, la suciedad y la acumulación de hollín procedente del humo de las velas. Los costes de la intervención en el retablo ascendieron a 38 975 euros mientras que los gastos de la recuperación de las pinturas murales de la hornacina fueron de un total de 12 014 euros.3
Tallado en madera de pino y con policromía verde y granate marmoleada, por su estructura la pieza se encuadra en la tipología de retablo crucifijo, si bien la finalidad que posee lo encasilla en la rama de los retablos eucarísticos, aunque posiblemente antes de su traslado no pertenecía a esta clase. A medio camino entre el rococó y el neoclasicismo,1: 121 la obra está enmarcada a ambos lados por monumentales columnas de orden corintio y se halla dividida en basamento, banco, dos cuerpos con tres calles y ático. Las calles de los extremos albergan vistosas ménsulas con falsa predela y nichos en los dos cuerpos superiores en arco escarzano, estando el eje central compuesto por grandes hornacinas (rectangular la inferior y conopial la superior) en las cuales se cobijan el sagrario entre pilastras y la imagen del Santo Cristo de la Esperanza entre pilares corintios, teniendo una altura pronunciada la cual desplaza los entablamentos. En el segundo cuerpo, en cuyo centro destaca un pequeño arco de medio punto, los laterales se hallan ceñidos por tortuosas pulseras mientras que el ático, compuesto por tres remates con perfil triangular irregular cubiertos de motivos en rocalla e independientes en cada calle, se sobrepone a un entablamento fuertemente quebrado. En lo tocante a los ornamentos, destacan dos clases: resaltes y placas relacionados con el barroco y rocallas y formas en C y S típicas del rococó. Estos últimos adornos, superpuestos a los primeros, están resaltados con un intenso dorado el cual se halla presente también en casi todas las molduras, si bien tanto el diseño como las dimensiones son fruto de las transformaciones experimentadas con motivo de su traslado.1: 115
Además del Niño Jesús que se hallaba en el sagrario a modo de remate, en los nichos ubicados a los lados de la hornacina del Santo Cristo de la Esperanza se encontraban las imágenes, a derecha e izquierda, de San Juan y San Francisco Blanco, destacando anteriormente una Dolorosa en el cuerpo superior entre «dos imágenes pequeñas» (pese a no especificarse en el registro de qué San Juan se trataba, el vínculo del retablo y de San Francisco Blanco con la Orden de los Franciscanos lleva a pensar que podría tratarse de San Juan de Capistrano).1: 119 Actualmente a ambos lados del Santo Cristo de la Esperanza se sitúan San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola a izquierda y derecha, destacando en el segundo cuerpo, a la izquierda, una talla de San Francisco de Asís, a la derecha una imagen de San Luis de Tolosa, y en el centro una pequeña figura de Santa Eufemia de Orense, titular de la parroquia, sobre la cual se erige un relieve de Cristo resucitado de aproximadamente un metro de alto1: 118–119 coronado por un medallón presidido por una cruz y cercado por motivos en rocalla. Pese a que la talla del crucificado está considerada como la única imagen original del retablo,1: 120 resulta sin embargo altamente probable que las tallas de San Luis y San Francisco de Asís formasen parte también del retablo inicialmente debido a que ambos son santos pertenecientes a la orden franciscana, mientras que el resto (dos imágenes jesuitas y la figura de Santa Eufemia) fueron añadidas una vez trasladada la pieza. Las tallas de San Luis y San Francisco de Asís podrían corresponderse con las «dos imágenes pequeñas» mencionadas en el registro, conformando junto con las identificadas pero ya desaparecidas (San Francisco Blanco y supuestamente San Juan de Capistrano) un perfecto programa franciscano.1: 121 Las tallas de Santa Eufemia, San Francisco Javier y San Ignacio son de excelente factura y se encuadradan en el barroco, si bien la de la santa, de menor tamaño, presenta una calidad inferior, reproduciendo las imágenes de San Francisco Javier y San Ignacio el «clásico estilo castellano» según Evaristo Rivera Vázquez. Por su parte, el Santo Cristo de la Esperanza, fechado en 1770, constituye la mejor talla del conjunto; tradicionalmente asignada a la gubia de José Ferreiro, no hay ninguna certeza sobre su autoría, aunque la similitud de la pieza en lo tocante a la anatomía y el paño de pureza con el Cristo de la Buena Muerte del Convento de San Francisco de Santiago de Compostela (antes de 1776) y con el Cristo de la Paciencia del Monasterio de San Martín Pinario (c. 1776) hace probable su autoría, sobre todo teniendo en cuenta que la temprana fecha de la imagen reduce las probabilidades de que se trate de una de las múltiples imitaciones o falsificaciones de las obras de Ferreiro, aparecidas en su mayoría a partir de 1790, además de que el artista realizó numerosas tallas para la orden franciscana en varias zonas de la geografía gallega.1: 121
Las imágenes de San Ignacio y San Francisco Javier, relacionadas con las tallas homónimas de la Iglesia de la Compañía de Santiago (ambas de influencia vallisoletana) y de la Iglesia de San Miguel de Valladolid, poseen una altura aproximada de 1,60 metros, lucen sotana y exhiben respectivamente un corazón flamígero y una cruz, si bien la pose de la mano izquierda de San Ignacio induce a creer que portaba el libro de las Constituciones o de los Ejercicios Espirituales y, tal vez a mayores, una custodia, aunque también podría haber sostenido una maqueta de una iglesia, lo que la acercaría aún más a la talla de Valladolid. Es preciso destacar que en 1886, aparte de la adquisición de las «diademas» de ambas imágenes, se indica en un libro de fábrica un pago de 70 reales por «hacer la mitad del brazo y la mano de la imagen de San Ignacio de Loyola», figurando en el mismo libro en 1890 un pago «Al pintor d. Jacobo Vales por la restauración en pintura y escultura de las efigies de S. Ignacio de Loyola y S. Francisco Javier».1: 119–120 Hay constancia documental de que San Francisco Javier portaba una cruz de plata en la mano derecha que en algún momento fue sustituida por la actual, una azucena también de plata en la mano izquierda, y una cadena al cuello con un corazón decorado con el anagrama IHS igualmente de plata, mientras que San Ignacio lucía en la mano derecha el mismo anagrama envuelto en rayos y elaborado también en plata, reemplazado por el actual corazón, pieza que sostiene de forma poco natural.4: 433 Por su parte, las tallas de San Luis y San Francisco de Asís miden alrededor de 1,30 metros de alto y lucen hábito franciscano y coronilla afeitada (tonsura), mostrando San Luis una capa pluvial y una mitra mientras se apoya en un báculo. Respecto a la imagen de Santa Eufemia, esta apenas tiene 0,87 metros de alto; viste túnica y manto y luce un puñal clavado en el costado y una palma en la mano izquierda como símbolos de su martirio,1: 120 quedando constancia de que en 1886 se gastaron 120 reales «Por hacer un brazo y restauración de la pintura en la imagen de la patrona de la parroquia».1: 121
El retablo del Santo Cristo de la Esperanza destaca por las transformaciones sufridas a nivel estructural y cromático además de ser una pieza que aumentó en gran medida su valor al pasar de ser un retablo en un crucero a un retablo mayor, sobre todo teniendo en cuenta que pudo haber desaparecido tras la desamortización, proceso que causó un gran perjuicio en el convento franciscano. La obra destaca igualmente por ser uno de los pocos ejemplares del rococó conservados en la ciudad, entre los que sobresalen el retablo de la Inmaculada Concepción en la Catedral de San Martín y el retablo de la Piedad en la Iglesia de Santa María Madre.
Retablo mayor de la Iglesia de Santiago | ||
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Autor | Maximino Magariños Rodríguez | |
Creación | 1919 | |
Ubicación | Iglesia de Santiago de Orense (Galicia, España) | |
Estilo | neogótico | |
Material | madera de castaño dorada | |
Dimensiones | 12,50 × 6 metros | |
El retablo mayor de la Iglesia de Santiago es una obra realizada por Maximino Magariños Rodríguez en 1919. Está ubicado en la Iglesia de Santiago de Orense (Galicia, España).
El retablo fue encargado al escultor santiagués Maximino Magariños Rodríguez el 24 de enero de 1919.1 La comisión fue efectuada junto con el altar mayor por el obispo de Orense Eustaquio Ilundain y Esteban con destino a la Iglesia de Santiago, ubicada en el barrio de As Caldas, encargándose a mayores las imágenes de Santiago Peregrino, la Purísima y San José; todas estas piezas fueron facturadas en el taller compostelano de Magariños, trasladado en 1900 de su modesta ubicación en el n.º 17 de la calle Franco a un amplio local sito en el n.º 8 de la Puerta de la Peña. La elaboración del retablo sufrió un contratiempo de gran importancia cuando los trabajadores del taller, influenciados por los obreros del sector de la construcción, empezaron a exigir subidas salariales; el precio acordado por la factura de la pieza era bastante justo y, por tanto, el escultor no podía bajarlo más, motivo por el que no pudo acceder a las demandas de los trabajadores, quienes junto con los aprendices se negaron a volver al taller. Según el propio Magariños:2
Hubo un tiempo que vi mi taller muy amenazado porque el comercio buscaba por todos los medios acabar con el taller, hasta el extremo que encargaban obras a artistas que ni dibujaban ni habían esculpido jamás, pero doraban y embadurnaban y sobre todo trabajaban en las tabernas sacándome el personal y tratando con ello de desorganizar el taller. Tuve que recurrir al Sr. Obispo de Orense para indicarle que si lograban estas gentes acabar con mi taller, Galicia quedaría otra vez huérfana en la imaginería. Me hizo llamar el Sr. Obispo de Orense y me encomendó el retablo de Santiago de las Caldas, trabajo que estas gentes vieron con tanto disgusto que consiguieron tener cerca de un año el taller sin dejar de trabajar a los obreros, pero con aprendices me fui arreglando y conseguí reanudar los trabajos.2
Esta situación de incertidumbre se prolongaría hasta octubre de ese mismo año, momento en que Magariños envió una carta a Ilundain informándole de que las labores estaban próximas a concluir y de que el retablo, que debía ser recibido por Manuel Amor por encargo del obispo, estaría instalado en el templo para la primavera de 1920: «Con agrado tengo que comunicarle que la obra resulta preciosa, parece que Dios N.S. veló por todo y si su Ilma. deseara cerciorarse por persona perita, bastaría que D. Manuel Amor, que es competentísimo u otro que su Ilma. creyese apto viniese a examinar la obra en su cantidad y perfección».2 El retablo sería inaugurado finalmente el 28 de noviembre de 1920.3
En 1958 la estructura fue modificada y dorada, instalándose el actual sagrario el 3 de enero de ese mismo año, pieza encargada por un precio de 60 000 pesetas junto con seis candelabros a juego al catalán Alfons Serrahima en 1954, durante el sacerdocio de Jesús Pousa. En 1998, con motivo de unas obras de reparación en el suelo de la iglesia, Yolanda Miguélez Soto, restauradora de la parroquia, realizó labores de saneamiento en el retablo así como en los bancos y armarios del templo, afectados por ataques de polillas, siendo las piezas examinadas posteriormente por personal del Centro Técnico de restauración de la diócesis, ente que certificó el óptimo estado de conservación.1
Con unas medidas de 12,50 × 6 metros, el retablo, adaptado al estilo artístico del templo y dorado en su totalidad, es de corte neogótico y está plagado de filigranas de tracería ojival, hallándose compuesto por un cuerpo dividido por un total de tres calles con basamento, predela y ático. Las calles laterales, compuestas por otras dos calles cada una, se hallan separadas entre sí por largas pilastras ornamentadas con formas idénticas a ventanas en arco apuntado coronadas por un sencillo arco ojival rematado en dos agujas las cuales enmarcan un pequeño saliente terminado en arco trilobulado sobre el que se erige una diminuta imagen angelical de bulto redondo; estas figuras, de 73 cm, muestran actitud orante y poseen una marcada verticalidad enfatizada por las alas, las cuales asoman unidas por encima de la cabeza. Destacan pequeños gabletes en las pilastras que enmarcan la calle central, bajo los cuales se halla tracería a imitación de los típicos ventanales góticos del siglo xiii, coronados a su vez con arcos ojivales rematados en la cúspide con delgados chapiteles, siendo los pilares de los extremos de las calles laterales muy similares aunque de un tamaño notablemente menor.4
Respecto al basamento, este se cubre de elaborada tracería de estilo gótico y se separa del cuerpo por una elegante crestería, mientras que el ático, ubicado sobre la calle central, alberga una hornacina bajo un dosel de planta poligonal compuesto por arcos ojivales dotados con una suerte de festón y sustentados los de los extremos por dos pilares en cuyo fuste figura un ángel idéntico a los que rematan las agujas de las calles laterales, hallándose otros tres iguales adosados a los ángulos del dosel. Por su parte, el nicho se remata con un chapitel muy agudo calado con tracería y coronado por una cruz de brazos iguales. Inmediatamente debajo de la hornacina del ático figura otro dosel compuesto por un arco conopial o cóncavo convexo coronando un nicho a cuyos pies figuran relieves representativos de San Pedro y San Pablo como pilares de la Iglesia, destacando en las calles laterales un total de cuatro alto relieves coronados por simples doseles y en términos generales una decoración de tracería en la calle central y motivos ojivales y heráldicos (los escudos del papa Benedicto XV e Ilundain) en las laterales.14 Se conoce que en origen contaba con las cabezas aladas de 32 ángeles, perdidas a raíz de una reforma acometida en la década de 1960 con motivo del Concilio Vaticano II al igual que el púlpito, instalado en 1933 y decorado con los bustos de los cuatro evangelistas, los cuales se hallan emplazados actualmente a modo de ornamento en la puerta de acceso a la sacristía.1
Los relieves de la izquierda son la Muerte de Santiago y la Oración del Huerto. Ambos hacen gala de una composición eminentemente plana pese a que en el primero destaca de fondo un conjunto arquitectónico a base de columnas y un entablamento, mientras que en el segundo resalta la presencia de un árbol, ambos elementos dispuestos tan solo para fungir como marco escenográfico y carentes de profundidad, con el árbol extendiendo las ramas de forma lateral y la arquitectura convergiendo en el centro.4 En la Muerte de Santiago, el apóstol figura de rodillas al tiempo que un verdugo lo mantiene en dicha posición, con otro situado justo enfrente con un puñal bajo el cuello del santo. Por su parte, en el relieve de la Oración del Huerto aparece Jesús sobre un peñasco de rodillas y con la cabeza alzada en dirección a un ángel con una custodia emplazado a la derecha de la escena, con las figuras durmientes de tres apóstoles debajo.
En lo relativo a la calle de la derecha, aquí figuran los relieves de la Transfiguración de Cristo y la Batalla de Clavijo. Al igual que los anteriores, son de composición plana aunque esta vez carentes de un fondo que sirva de marco a la escena plasmada. En la Transfiguración de Cristo, Jesús es mostrado sobre nubes flanqueado por los profetas Moisés y Elías mientras tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan) contemplan el acontecimiento desde abajo. En lo tocante a la Batalla de Clavijo, el apóstol figura a lomos de un caballo de acuerdo con la iconografía de Santiago Matamoros, presentando el caballo un grado nulo de escorzo y haciendo gala este relieve y los tres restantes de juegos de entrepaños dorados y de un elevado nivel de movimiento, patente en los pliegues y el vuelo de los ropajes, como si se hubiesen visto sacudidos por una ráfaga de viento, siendo las imágenes en general de un elevado virtuosismo.4
- Cristo del Perdón
El retablo cuenta con dos imágenes de bulto redondo. En la sección central del cuerpo se halla una imagen del Cristo del Perdón, elaborada en madera y policromada en tono mate tratando de reproducir el color de la epidermis humana. Jesús figura aún con vida aunque herido ya por Longinos como atestigua la herida del costado, estando la cabeza levemente caída hacia el lado derecho y el mentón posado sobre el pecho. Con la vista dirigida a los fieles y la corona de espinas tallada en la propia imagen sin llegar a producir ninguna herida, el rostro se encuentra libre de cualquier laceración y el mismo exhibe dulzura y misericordia, lo que reduce en gran medida el nivel de patetismo típico de los crucificados. Respecto al cuerpo, este carece de cualquier atisbo de escorzo; las piernas se tocan a la altura de las rodillas y no poseen prácticamente ningún desplazamiento lateral que perturbe la marcada verticalidad de la figura, hallándose ambos pies cruzados y fijados a la cruz por un único clavo. La anatomía queda parcialmente cubierta por un paño de pureza fuertemente ceñido y anudado sin cuerda del lado derecho. El cuerpo, al igual que el rostro, carece de patetismo al ser muy pocas las heridas reflejadas, siendo la herida de la lanza de Longinos apenas sangrante, mientras que, por otro lado, la cruz es plana y clásica de acuerdo con los cánones de la época.4
- Santiago
Esta talla, de estilo barroco y 1,70 metros de alto,1 está realizada en madera policromada con tonalidades planas y representa al apóstol con el manto recogido en ambos brazos. En actitud caminante, está dotada de un elevado grado de naturalismo fruto del estudio del natural, con los pliegues quebrándose y formando un gran número de arrugas de gran volumen que ciñen las telas al cuerpo y remarcan la actitud andante del santo, quien es mostrado en edad madura, con cabello corto y larga barba partida en dos, teniendo la cara forma de triángulo invertido al igual que la barba, lo que hace que las facciones resulten alargadas. Poseedora de un alto grado de movimiento gracias al contrapposto originado por la flexión de la pierna derecha, la imagen es de eminente composición diagonal y cuenta con un perfil sinuoso que dota al cuerpo de gran escorzo.4
Este retablo se erige como una de las obras más importantes de Magariños en la provincia de Orense, constituyendo a su vez un ejemplo perfecto de la retablística neogótica en la capital, donde destacan otras obras, como el retablo mayor de la Iglesia de Santa Lucía, el retablo de la Sagrada Familia en la Iglesia de Santa Eufemia, y el retablo de San Francisco en la iglesia homónima. Magariños crearía con posterioridad el otro retablo con el que cuenta la Iglesia de Santiago: el retablo del Calvario, emplazado en el primer tramo de la nave de la epístola, compuesto por las imágenes del Santo Cristo (obra de los hermanos Núñez en 1933), San Juan y la Dolorosa, esta última donada por Jesusa Puga de Lois en marzo de 1926.
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