ESCULTURAS DE ESPAÑA
La sillería renacentista del coro de la catedral de Astorga, pertenece al segundo cuarto del siglo XVI; comenzó su construcción Juan de Colonia, bajo el obispado de Sancho de Acebes (1501-1515). Hubo un segundo contrato después de la muerte de este escultor, siendo obispo Diego de Álava y Esquivel.
Está realizada en madera de nogal sin policromar (a lo blanco). Sus autores fueron Juan de Colonia (el trabajo de Juan de Colonia quedó inconcluso hacia 1530),1 Nicolás de Colonia (de origen flamenco, cuya obra se muestra todavía gotizante), Tomás Mitata (a quien se supone lombardo, a juzgar por su obra que demuestra dotes para la caracterización fisonómica y anecdótica), Roberto Memorancy (con clara influencia de Vigarny, Diego de Siloé y Berruguete) y Pedro del Camino (que realizó los cuatro respaldos de los primeros asientos que flanquean el acceso al recinto de la parte baja y de algunos de los medallones que están sobre la sillería baja).2
La sillería mantiene en su talla alguna ornamentación propia del estilo gótico final, en detalles arcaizantes, como la decoración de hojarasca, las simuladas bóvedas de crucería sobre arcos conopiales. El resto de la obra es renacentista, siguiendo la propuesta del contrato.
El programa iconográfico es diverso. En el coro bajo están las representaciones de patriarcas, profetas, reyes y otros personajes de Israel, acompañados por las Sibilas que adquieren un simbolismo de profecía que anuncia la salvación de los hombres con la llegada de Cristo. En los sitiales altos pueden verse las tallas de Apóstoles (flanqueando la silla episcopal), obispos, anacoretas, vírgenes, papas, santos, etc.
En las misericordias hay algún tema burlesco, pero abundan las ornamentaciones de tipo fantástico. En algunos casos siguen temas góticos, los llamados drôleries (como los perros que fuman en pipa mientras juegan a las cartas). Resalta especialmente la talla esmerada de la silla renacentista de Santo Toribio.
El resultado final fue un coro de 97 sitiales de los que 42 se colocaron en la parte baja y 55 en la parte alta. Toda esta estructura se instaló en la nave central, en el centro geométrico, ocupando los dos primeros tramos, dando la forma tradicional de U. En el primer tramo está colocado el órgano.
En algunos puntos de la sillería pueden verse referencias a distintas fechas: 1549 en la silla episcopal de Santo Toribio y en el cerramiento exterior del coro. Fecha de 1550 en el relieve de la Epifanía del lado del Evangelio; 1551 junto a la figura de Goliat, en la puerta de ese mismo lado. Además en el documento de 2 de marzo de 1551 queda confirmada toda esa cronología. En dicho documento, el obispo Pedro de Acuña pide al Cabildo catedralicio la colocación de su escudo heráldico sobre la silla episcopal, petición que le es concedida. La fecha de 1552 puede verse sobre el pretil del lado del órgano.
El actual coro de la catedral de Burgos (Castilla y León, España), que ocupa los tres tramos de la nave mayor inmediatamente anteriores al crucero del templo, con su magnífica sillería formada por 103 asientos tallados en nogal, es el resultado de distintas fases constructivas. Así, el primer coro, de estilo gótico y hoy desaparecido, estaba situado en el presbiterio, en los flancos del viejo retablo mayor, siguiendo el modelo francés, donde el coro capitular se ubica siempre en la cabecera.
La vieja sillería gótica fue sustituida a partir de 1505 por una nueva de tres alturas tallada en estilo renacentista plateresco por el artista borgoñón Felipe Bigarny en colaboración con otros artistas como Andrés de Nájera o de San Juan y, quizá, Guillén de Holanda. En toda ella se desparrama una abigarrada serie de relieves con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y otras del santoral cristiano. En el siglo XVI se puso de moda en las catedrales españolas situar la sillería en medio de la nave mayor, y así se hizo hacia 1522 con la tallada por Bigarny en Burgos, trasladando las dos hileras de sillerías del presbiterio hasta los pies de la nave. Las modificaciones requeridas por el cambio de ubicación corrieron a cargo de, entre otros escultores, Simón de Bueras, García de Arredondo y Luis Gabeo. En 1586 García de Arredondo realizó un cátedra para el arzobispo siguiendo el gusto renacentista romanista de la época, y años después, desde 1619, se esculpió en estilo clasicista y sobre planos trazados por los arquitectos Juan de Naveda y Felipe Alvaredo una hilera nueva que cerró transversalmente la nave, configurando la actual planta en forma de U.
La parte anterior del coro, asomada al crucero de la catedral, fue limitada en 1602 por una extraordinaria reja forjada por el aragonés Juan Bautista Celma, quien la remató con un Calvario y con las armas del cardenal Antonio Zapata y Cisneros, arzobispo de Burgos y promotor de la obra. En el centro del espacio coral se conserva hoy la escultura fúnebre del obispo Mauricio, el fundador de la catedral gótica. Este bulto yacente, tallado en madera y recubierto de cobre repujado con aplicaciones de pedrería, dorados y esmaltes de Limoges, estaba originalmente emplazado en el presbiterio, como correspondía a su condición de artífice del templo. Se trata de una obra gótica fechable poco después de la muerte del prelado en 1238. La pequeña Inmaculada que remata el facistol salió de la mano del vasco Juan de Anchieta. Sobre la sillería, a ambos lados, hay dos órganos; uno es barroco, obrado por Juan de Argüeta en 1636, aunque fue modificado por José de Echevarría a principios del siglo XVIII; el otro es neoclásico, como manifiesta la caja realizada por el ensamblador Manuel Cortés para cubrir el ingenio ejecutado por el maestro organero Juan Manuel de Betolaza.
El frontal del trascoro, mirando a los pies de la nave, se construyó con ricos materiales en 1626 a modo de retablo marmóreo articulado en tres calles y rematado con una solución arquitrabada con balaustrada y embolados; las calles de los lados vienen definidas por dos pares de columnas corintias de fustes estriados, ocho en total, en cuyos intercolumnios se abren sendas hornacinas que acogen dos esculturas de alabastro encargadas en 1623 a Antonio de Riera; la calle central consiste en un arco de medio punto en arcosolio donde se encaja un lienzo que retrata a los santos ermitaños Antón y Pablo, atribuido alguna vez al riojano afincado en Burgos Diego de Leiva, se sabe por una carta de Zapata de 1623 que había sido encargado a un «insigne pintor» y traído de Madrid.1 Habiendo gustado este frontal del trascoro, se procedió a guarnecer del mismo modo los laterales, según proyecto de Juan de la Sierra ejecutado entre 1656 y 1659 por Juan de los Helgueros, quien colocó en los nichos una serie de seis lienzos del monje benedictino fray Juan Ricci dedicados a San Antonio, San Francisco, Santa Céntola y Santa Elena, Santa Victoria, Santa Casilda, y San Julián de Cuenca, tratándose los cinco últimos de santos burgaleses o con reliquias conservadas en la catedral. Estos seis cuadros barrocos se disponen tres a cada lado, presidiendo unos arcosolios concebidos como pequeños altares. Figuran entre las obras más conocidas de Juan Ricci, y a ellos dedicó unos versos el escritor francés Téophile Gautier, quien visitó la catedral burgalesa en 1845.
Coro de la Mezquita-Catedral de Córdoba | ||
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Datos generales | ||
Tipo | Coro | |
Parte de | Mezquita-catedral de Córdoba | |
Localización | Mezquita-catedral de Córdoba (España) | |
Construcción | 1748-1757 | |
Diseño y construcción | ||
Arquitecto | Pedro Duque Cornejo | |
El coro de la Mezquita-Catedral de Córdoba goza de la fama justificada de ser uno de los más hermosos y mejor ejecutados de toda España.
La construcción de la sillería del coro se remonta a 1742, cuando el arcediano de Córdoba José de Recalde dejó al morir un legado de 120.000 reales de vellón para la construcción de una nueva sillería y facistol, en sustitución de la antigua sillería gótica datada de 1486. Se realizó un concurso en el que se presentaron varios artistas, por ejemplo, en 1745 los cordobeses Tomás Jerónimo de Pedrajas y Alonso Gómez de Sandoval, aunque finalmente el obispo Miguel Vicente Cebrián adjudicó el proyecto al sevillano Pedro Duque Cornejo, firmando el contrato el 31 de octubre de 1747. El contrato incluía una serie de condiciones como la obligación de residir en Córdoba, tener el taller en una de las galerías del patio de Naranjos o no asumir otros trabajos sin el consentimiento del cabildo, mientras que el salario eran de 300 ducados anuales, pagando cada medallón grande con 48 pesos escudos, ya que debían ser realizados exclusivamente por el artista. Los medallones pequeños se pagaron a 8 pesos y los de la sillería baja únicamente a 5 pesos.1
La obra se inició formalmente en febrero de 1748, realizando primeramente en la talla y ensamblaje de las sillas, mientras a partir de 1754, las labores se simultanearon con el enlosado de mármol de Génova y el banco de piedra y reja que cierra el coro, trasladando el culto a la capilla de Villaviciosa temporalmente. Las nuevas sillas se instalaron en verano de 1755, aunque el terremoto de Lisboa de ese año obligó a interrumpir los trabajos durante tres meses. Finalmente, la obra se inauguró el 17 de septiembre de 1757, falleciendo el arquitecto únicamente dos semanas antes, por lo que se le otorgó una sepultura en el interior del coro.1
Los pilares de la nave central, donde se encuentra el coro, se decoran con parejas de apóstoles bajo doseletes, con una fuerte impronta gótica. Por encima hay un friso con tondos y grutescos surmontado por la cornisa; los ventanales son bíforos y adintelados, y están decorados con los escudos de los canónigos que colaboraron en la financiación de las obras. Cerca del arco toral están situados los órganos, realizados en el siglo XVII y restaurados a comienzos del siglo XIX por Patricio Furriel. El de la derecha luce un tondo decorado con una imagen de Santa Cecilia, obra decimonónica de Diego Monroy y Aguilar, y encima se sitúa una escultura alegórica.
Aquí se halla ubicado el coro, cuya sillería es una de las más destacables de este género y la última de las realizadas en las catedrales españolas. Fue diseñada y tallada por el escultor sevillano Pedro Duque Cornejo, quien trabajó en ella desde 1748 a 1757. La sillería está compuesta de 60 sillas altas y 46 bajas. Los sitiales del nivel inferior lucen en los respaldos medallones con relieves de los mártires de Córdoba entre motivos vegetales, mientras que los sitiales del nivel superior están decorados con dos medallones en los que se efigian escenas del Antiguo Testamento en el inferior, inspiradas en las xilografías que ilustran la Biblia Sacra Vulgatae aparecida en Venecia en 1606, y del Nuevo Testamento en el medallón superior, que ponen de manifiesto la extraordinaria calidad del maestro sevillano.1
En los ángulos del coro pueden admirarse las tallas de los cuatro Evangelistas, también realizados por Pedro Duque Cornejo en 1754. Hay además dos relojes ingleses con caja de caoba y medallones con Adán y Eva, fechado el de la izquierda en 1737 y el de la derecha en 1758. El atril central, en forma de águila, procede del antiguo coro y es una obra de origen flamenco de hacia 1500, que se ha relacionado con la escuela de Malinas. El coro está separado del presbiterio y del crucero por una reja de bronce dorado realizada en 1759 por el maestro lucentino Antonio García.2
En el suelo hay una lápida de mármol negro bajo la cual se hallan los restos de Pedro Duque Cornejo, trasladados aquí desde su primitivo emplazamiento en 1951, como reconocimiento a su obra.
En 1954 ocurrió un incidente que estuvo a punto de provocar el hundimiento del coro. Con motivo de la consagración episcopal de Félix Romero Menjíbar, el coro fue abierto al público. La presencia de personas en el coro fue tan excesiva que estuvo a punto de provocar una catástrofe. Después, al ser requeridos unos carpinteros de la localidad para reparar los desperfectos, estos pudieron comprobar la calidad del trabajo de Duque Cornejo, al darse cuenta de que la obra había sido ensamblada sin utilizar ningún clavo.
El centro del coro lo ocupa la silla episcopal, elevada sobre gradas cerradas con barandas de bronce. Pedro Duque ya trabajaba en ella en 1748, tal y como acredita su firma hallada tras una tabla: Facies opera Dominum magistrum Petrus Cornexo anno domini 1748. Sin embargo, el obispo Miguel Vicente Cebrián quiso enriquecer el proyecto, lo que llevó a un añadido del proyecto de 1.800 pesos escudos. El trono episcopal está rematado por una escultura del arcángel Rafael, custodio de Córdoba, flanqueado por alegorías de la Prudencia y la Templanza. La parte central muestra la Ascensión de Cristo a los Cielos, flanqueado por hornacinas con esculturas a tamaño natural de Santa María Magdalena y Santa Teresa. En la parte inferior se muestran cinco medallones grandes de izquierda a derecha: San Antonio de Padua, San José con el Niño, la Virgen del Pilar, San Miguel venciendo a los ángeles rebeldes y San Vicente Ferrer predicando; estos tres últimos son un homenaje al origen zaragozano del obispo Miguel Vicente Cebrián y a sus dos nombres de pila. Los medallones pequeños muestran escenas de la vida de San Pedro y de San Pablo. Sobre las puertas hay dos tondos con Santa Inés y Santa Catalina y figuras recostadas de la Fortaleza y la Justicia.12
Al pie del trono se encuentra un reclinatorio en forma de águila bicéfala, emblema que aparecía en el escudo del obispo Cebrián.
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