ESCULTURAS RENANCENTISTAS DE ESPAÑA
El sepulcro de Juan II de Ribagorza o Juan de Aragón, es un monumento funerario renacentista realizado en unos talleres de Nápoles hacia el año 1508, y que se encuentra instalado en el monasterio de Montserrat de Barcelona (España).
Historia[editar]
El sepulcro fue encargado, por el propio Juan II de Ribagorza, muerto en 1528 y que fue virrey de Nápoles durante los años 1507 al 1509,1 lo que explica su encargo a talleres escultóricos de esta ciudad. Murió en Monzón en 1528, donde fue enterrado en la iglesia de Santa María del Romeral de esta ciudad y al año siguiente trasladado al monasterio de Montserrat donde se encontraba el sepulcro que había hecho traer de Nápoles.2
Descripción[editar]
Se observa en el monumento un lenguaje muy depurado del renacimiento italiano, la estructura arquitectónica la constituye un arco de medio punto sostenido por dos columnas que dan paso a una iniciación de un tramo de bóveda de cañón. La figura del difunto, con vestiduras militares, se encuentra en actitud orante colocado sobre la urna, que es sostenida por dos atlantes con una rodilla en tierra y que muestran un gran escudo de armas representando la Corona de Aragón y Castilla y León. En el tímpano del arco arquitectónico, se encuentra un relieve con la representación de la Adoración de los Reyes.
En este sepulcro en el frente de la urna se hicieron dos inscripciones, una anterior a su muerte:
Illustrissimus D. Joanes Aragonius, Comes RipacurtiaCastellanus Amposta. D. Alphonsi filius dum prafuit
Vice Catholici Regis, patrique Gotholanis, Regno Partheno,
Exercituique, hoc sibi possuit anno salutis
M. D. IX. Kal. Novembris.
Y otra inscripción colocada después de su fallecimiento:
Illustrissimus D. JO. Aagonius. Dux Luna, Comte Ripacurtia,Castellanus Amposta. Obbit. Ann. M. D. XXVIII.
Hunc tumulus sibi Ripacurtius Heros
Postquam certa homini mors male certa venit.
Illum, sed virtus tollet ost fata sepulcro,
Qua ante, post obitum vivere sola facit.
Gloria, partus honor, stabunt, pietasque, fidesque,
Veraque cum remanet candida fama Ducis.
La sepultura procedente del interior de la iglesia se encuentra situada en su atrio. Sufrió grandes destrozos durante la guerras napoleónicas del año 1811. Su fiel reconstrucción ha sido posible gracias a la descripción hecha por el benedictino Gregorio de Argáiz en la publicación de La Perla de Cataluña, historia de nuestra Señora de Montserrate, publicada en el año 1677 en Madrid.Fue restaurado por Fernando Pau Sierra (15/01/1926-?) en ca.1956 -1957.Parte de las figuras restauradas tomaron como fuente de referencia los familiares más cercanos del escultor Pau Sierra.
Los sepulcros de Juan Pacheco y su esposa María de Portocarrero son el monumento escultórico, realizado en alabastro por Juan Rodríguez y Lucas Giraldo, encargado por el hijo de los difuntos Diego López Pacheco y Portocarrero en el año 1528 y que se encuentran en el retablo del monasterio de El Parral, en Segovia.
Historia[editar]
Los comitentes de la capilla mayor fueron los primeros marqueses de Villena Juan Pacheco su esposa María de Portocarrero. Debido a su fallecimiento antes del término de las obras fueron sepultados en el monasterio de Guadalupe y con fecha de 1480 fueron traídos al monasterio de El Parral y depositados en la capilla de San Sebastián. Cuando la capilla mayor estuvo abovedada se trasladaron a la misma y se colocaron en el centro en unos sepulcros exentos; allí permanecieron hasta el contrato realizado entre su hijo Diego López de Pacheco y los escultores Juan Rodríguez y Lucas Giraldo para la labra de unos nuevos sepulcros adosados al gran retablo de la capilla.1
Descripción[editar]
Los sepulcros se encuentran dentro de unos profundos arcosolios en ambos lados del retablo mayor integrados en el mismo, con las figuras: el de doña María ocupa la parte derecha y el de don Juan la parte de la izquierda, encontrándose los dos representados como figuras orantes.
- En el sepulcro de Juan Pacheco se aprecia en el banco la representación de Adán, Eva, las virtudes de la Esperanza, la Justicia, la Templanza, la Prudencia, y la Fortaleza en forma de mujer. Sobre el banco del arcosolio hay la figura orante en un reclinatorio cubierto por un paño adornado con la cruz de Santiago, vestida con armadura toda decorada con grutescos. Un pequeño paje sostiene el casco y un escudo con la venera de Santiago. El fondo del muro tiene un altorrelieve con la escena del Entierro de Cristo. En el arco de triunfo de entrada al arcosolio y en las bases de las pilastras las alegorías de la Caridad y la Fe y más arriba diversos santos y obispos en pareja; en el segundo cuerpo se encuentran dentro de hornacinas san Esteban y san Lorenzo. Todo esto coronado con una escena de Santiago Matamoros, seguramente en recuerdo de la pertenencia del marqués a la orden de Santiago.
- El sepulcro de María de Portocarrero, es casi una réplica del anterior y para no romper la composición, el banco repite las mismas imágenes a excepción de la de Sansón en vez de la Fortaleza. Aquí la figura de la dama orante se encuentra sin reclinatorio y está acompañada por una doncella. En el fondo del muro, bajo una representación de la ciudad de Villena, la escena es de la Piedad, en las enjutas las armas de doña María y la arquivolta se encuentra toda ornada con relieves sobre la Pasión de Cristo. Sobre el arco en el cuerpo central y también dentro de hornacinas se ven las imágenes de santa Elena y santa Lucía y el remate es un relieve de la aparición de Cristo a la Virgen con san Pedro, san Pablo, san Juan y Santiago.
El sepulcro del obispo Luis de Acuña es un monumento funerario de estilo renacimiento realizado por Diego de Siloé en 1519, y que se encuentra en la Capilla de Santa Ana (también llamada de La Concepción) de la Catedral de Burgos (España).
Historia[editar]
Esta capilla fue mandada ejecutar por el obispo Luis de Acuña y Osorio, con la intención de que le sirviera de lugar de enterramiento; las obras duraron de 1477 a 1488 y fueron dirigidas por el arquitecto Juan de Colonia y su hijo Simón de Colonia.
Se encuentra en el centro de la planta de la capilla el sepulcro exento del fundador, fallecido en 1495, aunque a Diego de Siloé se le hizo el encargo el año 1519, al regreso de un viaje de formación por Italia. En este viaje debió de ver el monumento funerario del papa Sixto IV, ya que se nota una gran influencia y aproximación con en el tipo de sepulcro del papa en Roma.1
Descripción[editar]
Realizada en alabastro, su composición está formada con claras líneas horizontales y con forma de lápida en la cama mortuoria, tal como en su testamento había dejado dicho el obispo:
E porque no se si Nuestro Señor me dejará hacer mi sepultura, porque estas cosas más son viento del mismo que provecho del ánimo, mando que no hagan sino una piedra en que esté figurado mi bulto, e sea tan alto como un palmo y no más, e esto porque cuando salieren sobre mi huesa sepan do está mi cuerpo.
El autor no siguió fielmente estas indicaciones, pero sí es cierto que no es un monumento con mucha grandiosidad en cuanto a altura se refiere.
Cada lado de la urna tiene en su centro un emblema heráldico sostenido por grifos alados y en ambos lados de estos escudos, también en relieve, unas figuras femeninas sedentes con una pequeña cartela sin ninguna inscripción. Representan estas imágenes las alegorías de las siete virtudes y la octava, realizada para cumplir con la composición de un par de figuras por lado, se cree que es una sibila. En las cuatro esquinas se encuentran talladas unas hojas de acanto rematadas con volutas en su parte superior y en garra de león por debajo. Esta ornamentación fue usada por Antonio Pollaiuolo en el sepulcro de Sixto IV y el primero que lo utilizó en España junto con este tipo de cama sepulcral, fue Domenico Fancelli que además transformó este ornato en grifos en el sarcófago del príncipe Juan en la iglesia de Santo Tomás (Ávila).
Sobre el lecho, descansa la figura yacente plenamente realista del obispo con vestiduras pontificales, mitra en la cabeza, que está apoyada sobre dos almohadones con delicados adornos grabados y báculo en su mano. La figura del obispo está rodeada por una inscripción:
El sepulcro del príncipe Don Juan es un monumento funerario renacentista, realizado en mármol de Carrara. Se encuentra en lugar preferente y junto al altar mayor de la iglesia de Santo Tomás de la ciudad de Ávila, (España). Su autor es el italiano Domenico Fancelli.
Historia[editar]
Tras el éxito que obtuvo en Sevilla el escultor Fancelli con la obra del Sarcófago del Cardenal Diego Hurtado de Mendoza, el conde de Tendilla (Íñigo López de Mendoza y Quiñones), a quien la Corte española le había pedido que se hiciera cargo del sarcófago destinado al primogénito de los Reyes Católicos (el príncipe Juan), encargó a este escultor la nueva obra.nota 1 La reina Isabel la Católica había dejado en su testamento que se labrase un sepulcro de mármol para el enterramiento de su hijo.
De Sevilla viajó Fancelli a Granada donde se encontraba don Íñigo, para formalizar los detalles pertinentes. Allí se le proporcionó un retrato del príncipe que le serviría de modelo para labrar la cara y el cuerpo. Fancelli partió inmediatamente a Carrara donde adquirió 25 carretadas de mármol para su nueva obra que, realizada en Génova, comenzó en 1512 y terminó al año siguiente.
Descripción[editar]
El sepulcro es una obra exenta, como corresponde a la nueva tipología que aportaba el Renacimiento. Otra novedad fue la de hacer la cama prismática en talud, a semejanza del sepulcro del papa Sixto IV realizado por los hermanos Pollaiuolo para la basílica de San Pedro. La estatua yacente está tendida sobre el lecho, con las manos juntas en oración, y con expresión de calma y felicidad. El cojín donde descansa la cabeza está festoneado con relieves planos de gran destreza y primor. Bajo las manos y sobre su cuerpo, está la espada. A ambos lados están colocadas las manoplas. En el centro de los laterales hay un medallón: en un lateral, la imagen de la Virgen, en el otro la imagen de Juan el Bautista. A los costados de estos medallones y acopladas en arquerías están labradas las Virtudes Cardinales y las Teologales. Las esquinas supo resolverlas Fancelli matando las asperezas de las aristas con las esculturas de unos grifos mitológicos, recurso de gran acierto que repitió más tarde en el sepulcro de los Reyes Católicos en Granada.
A los pies hay una placa en que está escrito un epitafio con la vida y cualidades del príncipe:
Juan, príncipe de las Españas, adornado de todas las virtudes e instruido en las buenas artes, amante verdadero de la religión y de la Patria y queridísimo de sus padres, quien en pocos años con su gran prudencia, probidad y piedad, hizo muchos bienes, descansa bajo este sepulcro, el que mandó fabricar Fernando el Católico, rey valeroso, defensor de la Iglesia, su muy bueno y piadoso padre, mas Isabel, su madre, purísima Reina cristiana y depósito de todas las virtudes, mandó por testamento la realización; vivió 19 años, murió en 1497.
La verja de plata que rodeaba el sepulcro fue robada y varios de los magníficos relieves fueron mutilados por los franceses en 1809 durante la guerra de la independencia que, además, profanaron los restos del príncipe Juan, cuyos restos mortales se han perdido.
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