ESCULTURAS DE ESPAÑA
La primera estela de Lombera es una estela cántabra gigante discoiforme hallada en 1937 el barrio de Lombera (Los Corrales de Buelna, Cantabria). Mide 1,90 metros de diámetro y 0,27 de espesor. Es una reconstrucción a partir de los fragmentos históricos.
Presenta en el anverso un anillo rodeado de seis segmentos curvos en representación de los cuartos lunares, entre dos círculos concéntricos que hacen de marco, y en el reverso un anillo del que parten en esvástica cinco brazos curvos, resaltándose en relieve el marco.
La segunda estela de Lombera es una estela cántabra gigante discoidea, de 1,70 metros de diámetro y 0,27 de espesor, hallada en 1937 el barrio de Lombera (Los Corrales de Buelna, Cantabria). Es una de las tres encontradas embebidas en la ermita de San Cipriano. Actualmente es propiedad del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.
Presenta por un lado una esvástica de cinco brazos en relieve, girando en torno a una circunferencia con el círculo no destacado. Los marcos también están destacados en relieve. Por el otro lado, entre tres círculos concéntricos, el más exterior de los cuales está decorado por un motivo triangular, hay un relieve en el que las ausencias representan un anillo y cuatro cuartos crecientes lunares. Estos motivos, si bien se creía que estaba relacionados con el sol, se asocian ahora al culto lunar debido a su forma serpentiforme, a los cuartos lunares y a la escasez de círculos concéntricos.
La tercera estela de Lombera es una estela cántabra en forma de disco, cuyo fragmento central fue hallado en 1995 en el barrio de Lombera (Los Corrales de Buelna, Cantabria) al igual que la primera y la segunda, en el muro de cierre de una finca. A partir de esta pieza se especula que la estela habría tenido 1,30 metros de diámetro y 0,16 de espesor, y el reverso liso.
Estela de Luriezo | ||
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Ubicación | ||
País | España | |
La estela de Luriezo es una estela cántabra discoidea de 136 centímetros de diámetro y 20 de grosor hallada en el pórtico de la iglesia de Luriezo (Cantabria, España). Está datada entre el siglo i a. C. y el siglo i d. C.
La estela destaca por indicar que dos hermanos, Ambatus y Doiderus, se la dedican a su padre Ambatus Pentoviecus, hijo de Pentovius, del clan de los Ambati. Esto ha sido argumento y objeto de estudio al tratar la sociedad cántabra, en especial la estructura familiar, al verse de qué manera se aplicaban los nombres (sistema equivalente al de nombre y apellidos de hoy). En ella, escrito en letras latinas de 11 cm de alto, pone lo siguiente:
MON AMBATI PENTOVIECI AMB ATIQ PENTOVI-F-ANN LX HOC MOM POS AMBA TUS ET DOIDERVS F SUI.
Esto, en castellano, vendría a ser lo siguiente:
Monumento de Ambato Pentovieco, de los Ambáticos, hijo de Pentovio, de 60 años. Sus hijos Ambato y Doidero pusieron este monumento.
En el muro del cementerio de este pueblo, situado junto a la iglesia, hay otro fragmento de una probable estela.
La estela de San Vicente de Toranzo es una estela cántabra discoidea hallada el 21 de febrero de 1988, por Annibal González de Riancho Mariñas, en el Barrio La Rueda de San Vicente de Toranzo. El hallazgo constaba de dos trozos de la estela, que había sido troceada para rematar los machones de una portilla del lugar. Uno de estos trozos es el que se conserva en el Museo de Arqueología de Cantabria, el otro ha desaparecido. En el fragmento que se halla en el Museo, se distingue un jinete armado que se relaciona con ritos funerarios por un lado, y decorada por el otro con una esvástica de brazos curvos entre anillos concéntricos. Es parte del fondo del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria.
La estela de Zurita es una estela cántabra discoidea gigante hallada en Zurita (municipio de Piélagos, Cantabria, España). Es un disco de piedra arenisca labrada con bajorrelieves de dos metros de diámetro. Es prerromana; está datada entre finales del siglo i a. C. y principios del siglo i d. C., no sabiéndose si se trata de un monumento genuinamente cántabro o de una Cantabria escasamente romanizada; en cualquier caso la factura es tosca y no presenta signos de romanización. Se ha relacionado constantemente con la religión de los antiguos cántabros, y ha servido de argumento para diversas hipótesis acerca de la existencia en Cantabria de diversas costumbres celtíberas o de formas similares de las mismas. Forma parte del escudo del municipio, aunque se sabe que fue transportada a Zurita desde otro lugar, probablemente desde el valle de Buelna, cuyas estelas gigantes presentan grandes similitudes con la de Zurita.
Actualmente, es propiedad del Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, con sede en Santander.
Descripción[editar]
Uno de sus lados representa entre círculos concéntricos un caballo y dos guerreros armados que parecen estar cubiertos con pieles de animales. Tras estudiar detenidamente los detalles de esta escena, se cree que puede estar relacionada con la costumbre de algunos pueblos prerromanos que realizaban sacrificios de caballos a modo ritual. Tras realizar un calco de las extremidades inferiores del animal, se observó que parece tener atadas las patas entre sí, además situar los cascos de las mismas un poco por encima del suelo. Este dato unido a la posición de su cuello y cabeza, ligeramente echada hacia atrás, hacen pensar que el caballo intenta recular, circunstancia determinante para interpretar esta escena apoyada perfectamente en las fuentes clásicas. Según citaban Horacio (Carmina III, 4, 34) y Silio Itálico (Púnica III, 360) una de las tribus cántabras más conocidas, los concanos, se enfervorizaban al tomar sangre de caballo, dándoles vigorosidad y fuerza. Encontramos símiles de este tipo de muertes citadas por Estrabón (III, 3, 7) en los pueblos del norte de Lusitania y una curiosa cita según Plutarco (Plut. Quaest. Rom. 83) en la que hace referencia a que la paz entre los bletonenses se sellaba con la muerte de un hombre y un caballo. Curiosamente, esta escena podría coincidir con el plano superior de la estela.
En un plano inferior se observa un guerrero muerto siendo devorado por un buitre. Esta última escena está asociada tanto al culto solar de tradición celta como al séquito de una deidad de la guerra, y se repite en otros monumentos, como en ciertas cerámicas de Numancia; en este caso representaría una costumbre prerromana por la cual se dejaban los cuerpos de los guerreros caídos en combate sin enterrar, como muestra de honor. De esa manera los buitres llevarían al hombre al Cielo. El otro lado, también entre círculos concéntricos contiene unos motivos geométricos de simbología astral, representando cuatro lunas crecientes. Probablemente, se tratase del paraíso al cual llegaría el guerrero.
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