SARCOFAGOS DE ESPAÑA
El sepulcro de Alfonso VIII de Castilla y de la reina Leonor de Plantagenet se halla en el coro de la iglesia del monasterio de las Huelgas de Burgos, provincia de Burgos, (España), y fue labrado a finales del siglo xiii y durante el reinado de su nieto, Fernando III de Castilla.
Alfonso VIII de Castilla falleció del domingo 5 al lunes 6 de octubre de 1214.1 Su cuerpo fue trasladado a la ciudad de Burgos y sepultado en el monasterio de las Huelgas de Burgos, que él había fundado, y en el que también recibieron sepultura la mayoría de sus hijos, siendo colocado en un sepulcro en una de las capillas de las Claustrillas, nombre con el que se conoce el claustro del monasterio, hasta que Fernando III el Santo, según refiere la tradición del monasterio, ordenó trasladar los restos de su abuelo al coro del monasterio, donde fueron colocados en un sepulcro que ordenó labrar el mismo rey.2
El sepulcro que contiene los restos de Alfonso VIII de Castilla se encuentra en la actualidad colocado junto al que contiene los restos de su esposa, Leonor de Plantagenet, formando un conjunto aunque está compuesto de dos sepulcros, y hallándose ambos en la nave central de la iglesia del monasterio de las Huelgas, colocados al principio del coro. Los sepulcros, de piedra caliza policromada, se encuentran colocados sobre un podio de forma cuadrada, realizado en piedra.3
El sepulcro se halla compuesto por dos arcas rectangulares, y que se hallan cubiertas con sendas tapas a dos vertientes, apoyándose ambos sepulcros sobre dos pedestales pétreos rematados en prótomos con forma de felinos fantásticos, afrontados dos a dos, en cada lateral del sepulcro. La decoración de los laterales del sepulcro así como la parte superior de sus cubiertas es idéntica en ambos sarcófagos, aunque en los lados frontales de los sepulcros aparecen los escudos propios de Alfonso VIII en uno, consistente en un castillo incluido dentro de una arquería, y el de su esposa Leonor de Plantagenet, en el que aparecen tres leones coronados y pasantes colocados unos encima de otros, siendo este escudo el propio de la Casa de Plantagenet, a la que pertenecía la reina Leonor.4
Los lados frontales de las cubiertas de los sepulcros muestran diferente decoración en cada uno de ellos, apareciendo en la cabecera del sepulcro del rey la imagen sedente del soberano, sentado sobre un trono sustentado por leones, al tiempo que entrega a la primera abadesa, que se encuentra arrodillada a su izquierda, el privilegio de fundación del monasterio de las Huelgas de Burgos, mientras que en el lado frontal correspondiente a los pies del sepulcro del rey se encuentra esculpida una cruz latina sostenida por dos ángeles. En la cabecera del sepulcro de la reina aparece esculpido un Calvario en medio relieve, hallándose el Crucifijo, cuyo tamaño es superior, entre la Virgen y San Juan, mientras que en el lado frontal correspondiente a los pies del sepulcro de la reina aparece representada la subida del alma de la soberana al cielo, apareciendo el cuerpo completo de la reina, en posición frontal y con las manos unidas, y siendo elevada por dos ángeles que sujetan un manto.4
Durante la exploración de los sepulcros del monasterio de las Huelgas de Burgos realizada a mediados del siglo xx, se comprobó que el cadáver de Alfonso VIII de Castilla se hallaba momificado, excepto la cabeza, y hecho pedazos, pues los sepulcros del monasterio fueron profanados por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. Durante dicha exploración se extrajeron del sepulcro del rey diversas prendas de ropa, así como una túnica y una almohada.
Sepulcro de Beatriz de Portugal | ||
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Sepulcro de Beatriz de Portugal | ||
Autor | Diego de Anaya | |
Creación | primera mitad del siglo xv | |
Ubicación | monasterio de Sancti Spiritus el Real de Toro | |
Sepulcro de Beatriz de Portugal. Sepulcro en el que reposan los restos de la reina Beatriz de Portugal, reina consorte de Castilla por su matrimonio con el rey Juan I.
El sepulcro se encuentra colocado en el coro de la iglesia del monasterio de Sancti Spiritus el Real de Toro, y está realizado en alabastro.
Entre los siglos XIV y XV, las mujeres eran escasamente visibles en entornos de importancia política y artística. En su mayoría, se desempeñaban como campesinas, realizando labores agrícolas y domésticas, así como algunas actividades artesanales con una remuneración económica mínima. Estas mujeres se veían obligadas a trabajar arduamente para mantener a ellas y a sus hijos, al tiempo que ofrecían su ayuda en el cuidado de enfermos y en partos de otras mujeres.
La participación de las mujeres en actividades culturales o artísticas estaba mayormente vinculada a la religión o a la nobleza.
En este contexto, la reina Beatriz de Portugal, esposa del rey Juan I de Castilla, es un ejemplo de una mujer noble que vivió en esa época. Después de la tregua de 1411, se retiró a Toro, donde falleció alrededor del año 1420. En las cercanías de su sepulcro se encuentran las tumbas de Leonor Sánchez de Castilla, priora del monasterio de Sancti Spíritus y nieta de Alfonso XI de Castilla, así como la tumba de Teresa Gil, fundadora del monasterio. Algunos ejemplos de la mujer en la literatura y la pintura medieval son Hildegarda de Bingen y Teresa Diez. Estas mujeres nobles representan una pequeña élite que tenía acceso a la educación y desempeñaba roles significativos en la vida religiosa y cultural de la época.
El sepulcro de Beatriz de Portugal se encuentra colocado en el coro de la iglesia del monasterio de Sancti Spiritus de Toro, y está realizado en alabastro, y aún conserva abundantes restos de su policromía original.1 Sobre el sepulcro está colocada la estatua yacente que representa a la reina Beatriz de Portugal.
El sepulcro es rectangular y está soportado por un zócalo donde aparecen diez leones que devoran o retienen en sus garras a diferentes animales. aunque dichos leones alternan con clípeos que muestran el escudo del reino de Portugal.
Sobre el zócalo está situada el arca sepulcral, que está decorada con diferentes relieves en todos sus lados. En el frontal del sepulcro aparece representado el Calvario entre dos ángeles. En el lateral izquierdo, alojados en diferentes hornacinas, aparecen seis santos dominicos, entre los que se cuentan San Luis Beltrán, San Pedro de Verona, Santo Tomás de Aquino, San Jacinto de Polonia, San Raimundo de Peñafort y Santa Catalina de Siena, falnqueados por las imágenes de San Pedro y San Pablo.
En el frontal del sepulcro correspondiente a los pies de la difunta aparece representada la Anunciación, y sobre el búcaro de azucenas aparece una pequeña mandorla con la representación del Padre Eterno. El lateral derecho del sepulcro está ocupado por una lápida que representa a la priora Leonor Sánchez de Castilla, nieta de Alfonso XI, de cuerpo entero, vestida con los hábitos de la Orden de los Dominicos y tocada con velo y corona real.
Sobre el sepulcro de la reina Beatriz de Portugal está colocada una estatua yacente que refleja con detalle la representación de la feminidad en el arte. La cabeza de la reina descansa sobre almohadones, envuelta en una toca de rico brocado, mientras viste una amplia saya y manto real. Sus manos están enlazadas sobre el pecho, sosteniendo un libro abierto y un rosario, elementos que añaden capas de simbolismo a su figura. (Conocimiento, pureza, devoción y belleza)
Este tipo de representaciones femeninas en el arte a menudo reflejan una condición de pasividad, siendo concebidas como estímulos visuales para un público masculino. En contextos religiosos, como en las representaciones de la Virgen María, la mujer se asocia a virtudes ideales como la castidad y la imagen de "mujer ejemplo". A pesar de ello, los artistas tienen la libertad de asignar a las mujeres tanto trasfondos simbólicos positivos como negativos. A lo largo de la historia del arte, diversas actitudes, como la sensualidad, la formalidad y la maternidad, han contribuido a la creación de un canon estandarizado que refleja las creencias sociales de la época, dando forma a la identidad femenina según normas y expectativas culturales.
La autoría del sepulcro se atribuye a Diego de Anaya que también talló diversos trabajos de carácter funerario dentro de la Catedral Vieja de Salamanca, consolidando la reputación del escultor en el arte funerario de la época.
Aunque se le atribuya el total mérito de la obra a su autor, hubo mujeres que participaron de forma subjetiva en el proyecto fúnebre. Teresa Gil, fundadora del Monasterio de Sancti Spiritu en Toro y posterior abadesa en el mismo, tuvo un papel importante en la creación del sepulcro. Aunque no era de la nobleza española, Teresa Gil (también de Portugal), tenía un notable patrimonio gracias a sus conexiones aristocráticas. Su contribución y su país de origen inspiró a la reina Beatriz de Portugal, quien eligió el monasterio como su última morada. Esto afectó la influencia masculina en la total influencia del sepulcro y su relación con el entorno.
El sepulcro de Enrique I de Castilla, que falleció el 6 de junio de 1217 a los trece años de edad de modo accidental, se encuentra en el monasterio de las Huelgas de Burgos, provincia de Burgos, (España).
Enrique I de Castilla falleció a consecuencia de una herida recibida en el Palacio episcopal de Palencia mientras jugaba con otros niños. Después de su defunción, el cadáver del rey Enrique I de Castilla fue conducido por el conde Álvaro Núñez de Lara, quien había sido su tutor y regente, al municipio de Tariego, situado entre las ciudades de Burgos y Dueñas, a fin de ocultar su muerte.
La reina Berenguela de Castilla, que sucedió a su hermano en el trono castellano, se apoderó de la ciudad de Dueñas y envió a los obispos de Palencia y Burgos a hacerse cargo de los restos mortales del difunto rey, y, posteriormente, ella los acompañó hasta el Monasterio de las Huelgas en Burgos, en el que recibieron sepultura, y que había sido fundado por su padre, el rey Alfonso VIII de Castilla, yaciendo en él sus progenitores y varios de sus hermanos, entre ellos el infante Fernando de Castilla, que falleció en la ciudad de Madrid en 1211, y al lado de cuyo sepulcro fue sepultado el rey Enrique.1
Los restos mortales del rey Enrique I de Castilla yacen en la actualidad en un sepulcro de piedra caliza, liso y apoyado sobre cuatro leones,2 aunque en el pasado se hallaba policromado, y se encuentra colocado en la nave de Santa Catalina o del Evangelio de la iglesia del monasterio de Las Huelgas de Burgos. El sepulcro del monarca se encuentra colocado frente a otro que contiene los restos del infante Fernando de la Cerda, hijo de Alfonso X el Sabio, y a su derecha se halla el sepulcro que contiene los restos de su hermano, el infante Fernando de Castilla, que falleció en la ciudad de Madrid en 1211.1
Durante la exploración del Monasterio de Las Huelgas llevada a cabo a mediados del siglo xx se comprobó que los restos mortales del rey Enrique I de Castilla yacían en su sepulcro, momificados aunque incompletos, excepto su cabeza, que no se hallaba momificada, y que mostraba signos de haberle sido practicada al difunto una trepanación, posiblemente a fin de paralizar la hemorragia cerebral que debió sobrevenirle como consecuencia del golpe que recibió.1 En el interior de su ataúd, que medía 1´65 metros y era de madera forrada de tafetán blanco y con listas doradas y de colores, se encontró, además de varias prendas de ropa y una almohada, una cofia de seda con calderos heráldicos pardos. Según Gómez Moreno, dicha cofia no perteneció al rey Enrique, sino a Fernando de Castilla, hijo natural de Alfonso X el Sabio.3 Sin embargo, Faustino Menéndez Pidal opina que sin duda, la cofia perteneció al conde Álvaro Núñez de Lara teniendo en cuenta que el joven rey murió en Palencia bajo la custodia del conde.
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