Los Brigaecinos eran una tribu de los astures augustanos.
Eran el pueblo astur más meridional. Estaban en contacto con Roma desde tiempo atrás, siendo aliados de los romanos durante las Guerras Cántabras, avisando al legado imperial Publio Carisio de la ofensiva astur del invierno de 25 a. C.
El cántabro (del latín cantabrum, y este del celta cant-abr) es el nombre dado por Roma al estandarte que empleaban los cántabros para facilitar las tácticas guerreras de la caballería.
Tras las guerras cántabras y el sometimiento de los cántabros por Roma (19 a. C.), las legiones romanas adoptaron el cantabrum como era habitual hacer con la simbología de los pueblos conquistados en señal de victoria. Estos estandartes serían en adelante portados por los llamados cantabrarii o cantabrarios de la caballería romana.
Minucio Félix y Tertuliano, ambos escritores cristianos del siglo III, se refieren en uno de sus escritos a los cantabra como "velos que son las vestiduras sagradas de las cruces":
Así también, en los cantabra y en los vexilia, que defiende la milicia con no menor devoción, aquellos velos son las vestiduras sagradas de las cruces.Tertulianus, Ad Nationes, I, 12.
La religión de los romanos venera todos los signa militares, jura por ellos, los antepone a todos los dioses. Todas las imágenes colocadas en los signa son los collares de las cruces; las telas de los vexilla y de los cantabra son las vestiduras (stolae) de las cruces. Alabo [vuestro] celo: no quisísteis adorar a cruces desaliñadas y desnudas.Tertulianus, Apologetycum, Pars IV, Capitulum XVI, 8.
Además ni rogamos ni veneramos a las cruces. Vosotros ciertamente, que divinizáis a dioses de madera, quizá adoráis cruces de madera como parte de vuestros dioses. Pues tanto los mismos signa, como los cantabra, como los vexilla de los campamentos, ¿qué otra cosa son sino cruces enriquecidas y adornadas?M. Minutius Felix, Octavius, XXIX].
El emperador Teodosio II, 400 años después de las guerras cántabras, aún denomina a su abanderado el cantabrarius o cantabrario.
Existe en la actualidad una interpretación contemporánea del cantabrum conocida como lábaro cántabro, reconocida por el Parlamento de Cantabria como símbolo representativo e identitario del pueblo cántabro y los valores que representa.
El círculo cántabro (Latín: cantabricus circulus o cantabricus impetus) era una táctica militar empleada en la antigüedad, y en menor medida durante el Medievo, por la caballería ligera. Se sabe por Flavio Arriano1 y por la adlocutio de Adriano2 que, junto con la carga cántabra o embestida cántabra, era la forma más habitual de presentarse en combate por parte de los cántabros, de ahí su nombre, y que tras las guerras cántabras los romanos la adoptarían en su ejército.3
En ella los jinetes formaban dos escuadrones armados con jabalinas que simulaban una carga en hilera, unos por la derecha y otros por la izquierda. En el momento previo de chocar contra las líneas enemigas giraban hacia cada extremo de sus flancos al tiempo que lanzaban los dardos y se cubrían con sus escudos para posteriormente replegarse, formando cada uno de ellos un círculo. Esta acción se repetía sucesivamente.4
La táctica fue empleada fundamentalmente contra la infantería y los arqueros. El movimiento constante de los jinetes les daba ventaja frente a la lenta infantería y les convertía en un difícil objetivo. La maniobra fue diseñada para hostigar y desgastar a las fuerzas enemigas compuestas por formaciones cerradas. 4 Parece ser que fue comúnmente usada contra la infantería pesada, tales como las lentas legiones romanas.
El cantabricus circulus es similar a otras maniobras de la caballería como el disparo parto (con arcos y flechas en vez de dardos) o la caracola (mediante disparos de pistolas).
La Cohors IV Gallorum fue una unidad del ejército auxiliar romano del tipo cohors quinquagenaria peditata reclutada a comienzos del imperio de Augusto en la Galia.
En 27 a. C. se encontraba adscrita al éjército romano en Hispania a las órdenes del legado de Lusitania Publio Carisio, para participar en las guerras cántabras.
Terminada la guerra en 19 a. C., fue asignada a la Legio X Gemina y acuartelada cerca de ella, en el entorno de la localidad de Castrocalbón (León), sobre la vía romana de Asturica Augusta a Bracara Augusta por Petavonium. En dicha localidad leonesa se han encontrado varios hitos terminales, algunos de ellos sin terminar, de época del emperador Claudio, que señalaban los límites entre los prata de la cohorte y el territorium de la ciudad de Bedunia.
Estos termini augustalis no fueron utilizados porque la unidad fue destina a Mauritania Tingitana, participando en la incorporación del reino de Mauretania al Imperio, ordenada por Claudio I. En algún momento, bajo los Flavios, la unidad fue transformada en cohors equitata, y bajo Domiciano, después de 88, recibió los epítetos de civium romanorum, tal y como atestigúan los diplomas de 109, 116, 122, 131, 153, 156-7, 159 y 161.
Su acuartelamiento fue colocado en Sidi Kacen (Marruecos), en el valle del Ouadi Rdom, sobre la vía que comunicaba Tingis (Tánger) con Volubilis.
El último testimonio conservado es una dedicatoria a Julia Mamea, madre de Alejandro Severo. La unidad desapareció a lo largo de la segunda mitad del siglo III.
Cayo o Gayo Furnio a fue un político y militar romano del siglo I a. C., amigo y corresponsal de Cicerón 1 y partidario de Julio César durante la guerra civil y sirvió bajo las órdenes de Marco Antonio. Obtuvo el tribunado de la plebe en el año 50 a. C.
Familia[editar]
Furnio fue miembro de la gens Furnia y padre del consular Cayo Furnio.
Tribunado de la plebe[editar]
Cicerón confió a los esfuerzos de Furnio, mientras era tribuno de la plebe, para obtener que lo llamasen después del primer año como procónsul de Cilicia y, después de su regreso, una suplicación o acción de gracias.3 Una cláusula, sin embargo, que Furnio insertó en su plebiscito haciendo que la llamada a Cicerón dependiera de que los partos permanecieran tranquilos hasta el mes de agosto del año 50 y que no satisfizo a Cicerón, puesto que julio era la temporada usual en que atacaban.4 Furnio también se opuso en calidad de tribuno de la plebe a las demandas del partido oligárquico por las que Julio César debía inmediatamente y sin condiciones entregar su proconsulado de la Galia.5
Guerras civiles[editar]
Después del estallido de la guerra civil, fue enviado en marzo del año 49 a. C. por Julio César con cartas a Cicerón.6 Cicerón se lo recomienda a Lucio Munacio Planco en el año 43 a. C., en aquel momento procónsul en la Galia Transalpina,7 del que fue legado durante la guerra de Módena 8 y hasta después de la batalla de Filipos (42 a. C.). En la guerra de Perusia (41-40 a. C.) se puso de parte de Lucio Antonio. Estuvo a cargo de la defensa de Sentino (Umbría) pero fue derrotado por el general augústeo Quinto Salvidieno Rufo y se refugió en Perusa con el resto de partidarios de Lucio Antonio.9 Furnio fue uno de los tres oficiales a los que Lucio Antonio encargó negociar la rendición de Perusia, y su recepción por Augusto fue tal que despertó sospechas en los partidarios de Antonio sobre su fidelidad.10 Estuvo del lado de Marco Antonio, de quien era uno de sus principales consejeros,8 y en 36 a. C., mientras aquel emprendía sus campañas sirias, quedó al mando de la provincia de Asia 11 donde colaboró en la captura de Sexto Pompeyo cuando este huyó de Sicilia tras ser derrotado por Agripa.12
Después de la batalla de Accio, Furnio, gracias a la mediación de su hijo Cayo Furnio,13 fue perdonado por Augusto e incluido en el año 29 a. C. en la nómina de senadores consulares mediante una adlectio.14 Furnio es probablemente mencionado por Tácito entre los oradores cuya dicción precaria y obsoleta hacía que sus obras fueran imposibles de leer sin sentir inclinación a dormir o sonreír.
Julióbriga (en latín Iuliobriga, literalmente Ciudad fortificada de Julio, en memoria del padre adoptivo de Augusto: Cayo Julio César) fue la ciudad romana más importante de las 9 fundadas en Cantabria.2 Tradicionalmente se la ha identificado con los restos situados sobre una colina de 917 metros en la población de Retortillo, en el interior de Cantabria y en el área de transición entre la Costa y la Meseta; tenía acceso al mar por el llamado Puerto de la Victoria (Portus Victoriae Iuliobrigensium), que probablemente se corresponde con la actual Santander y que fue fundado el año 26 a. C., al final de las guerras cántabras.
Historia[editar]
Fue fundada entre los años 15 a 13 a. C. por la Legio IV Macedonica romana, al final de las guerras cántabras, muy posiblemente sobre un castro cántabro preexistente. Julióbriga nace en la zona de mayor densidad de población cántabra, en el mayor punto de tensión durante la guerra emprendida por el emperador Augusto, con el objetivo de romanizar la región y sin merecer un estatuto de privilegio. Fue una ciudad de carácter civil que tuvo que administrar una zona que no conocemos, pero que debió de abarcar al menos el valle del río Besaya y los territorios adyacentes, además de una franja costera indefinible. Para mantener la paz en la zona, durante los primeros años la IV Legión montó un campamento semipermanente cerca, en Pisoraca, lo que es hoy el pueblo de Herrera de Pisuerga. La presencia militar romana no desaparecería hasta el año 40.
Durante el siglo I termina de articularse el trazado de la ciudad, en pleno apogeo. Años después se amplía bajo el mandato del emperador Vespasiano. Julióbriga ha trascendido en Hispania para entonces, y durante el último tercio del siglo I y todo el siglo II vemos a ciudadanos de aquí ocupando cargos civiles de relevancia en la administración tarraconense (Tarraco, actual Tarragona). Mientras, la romanización de la zona de Campoo se evidencia, y se mezclan rasgos de la cultura tradicional cántabra con la romana.
De Julióbriga partía una calzada romana que la comunicaba con Pisoraca (Herrera de Pisuerga), Portus Blendium (Suances) y Portus Victoriae Iuliobrigensium (Santander), desde su creación una de las principales arterias de unión entre el norte y la Meseta, aún hoy reproducido por las carreteras y recientemente por el trazado de la Autovía de la Meseta.
Las excavaciones han constatado el cultivo de cereales, la existencia de ganadería bovina y que la comarca estaba cubierta parcialmente de bosques en la Antigüedad.
A pesar de conocerse la existencia de esta ciudad desde antiguo, las excavaciones, comenzadas a mediados del siglo XX han comprendido una superficie reducida del yacimiento, de modo que han salido a la luz muy pocas ruinas, divididas en tres zonas cercanas entre sí; el hecho de que parte de la población de Retortillo se halle edificada justo encima dificulta las labores arqueológicas. Los objetos y restos encontrados comprenden desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media.
La ciudad fue abandonada durante el siglo III, aunque se estima una parcial reocupación por grupos reducidos de gentes durante el siglo IV y se constatan trazas de incendios poco importantes.
Desde el siglo V y durante el Medievo, hasta el siglo XIII, el centro de la ciudad fue utilizado como cementerio, terminando por emplazarse una iglesia románica sobre el foro, en torno a la cual se formó una aldea diminuta. Otra iglesia, la de Santa María de Retortillo, se edificó sobre la anterior en el siglo XII.
En el año 1057 los terrenos donde se asentaba Julióbriga fueron entregados a la entonces abadía de Santa Juliana.
Restos[editar]
La arquitectura romana en Julióbriga llega a su máxima definición a finales del siglo I, caracterizándose por grandes zócalos pétreos de mampostería tomada con barro en combinación con sillería de arenisca (únicos restos que hoy se pueden contemplar), y muros de adobe, tapial y madera con techumbres de madera y teja. En las casas más ricas se han encontrado restos de estuco, así como de revoco en otras. Existió asimismo una calle porticada tras el foro, franqueada por pilastras cuadradas.
Convivieron en la ciudad mansiones con patio peristilo de arquitectura típica romana, y bloques exentos de viviendas más modestas, sin patio interior y con un terreno exterior con edificaciones menores como hórreos (de uno de ellos se conservan los apoyos), establos y corrales, que evolucionaron hasta la Casa Montañesa cántabra.
Entre los restos destacan:
- El foro romano de la ciudad, de pequeñas dimensiones, edificado en lo alto de la loma, cerca y bajo la iglesia románica de Retortillo.
- Casa de los Morillos, del año 80 d. C.
- Casa de los mosaicos, con llamativos pavimentos blancos y negros, termas y un hipocaustum.
- Tabernae; un edificio tipo insulae con aterrazamiento del terreno para poder albergar almacenes y comercios.
El museo Domus Romana abre sus puertas en el año 2003 en el sitio de Julióbriga. Hasta entonces, los restos eran trasladados al Museo Arqueológico de Santander.
Fuentes escritas[editar]
Son escasas las menciones históricas a Julióbriga, pero todas ellas resaltan su importancia en la Península. En ellas la ciudad aparece siempre como Iulóbriga. La más destacable es del año 60, cuando es mencionada por Plinio el Viejo en Naturalis Historia,3 que la sitúa en las proximidades del nacimiento del río Ebro.4
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