La cueva de la Pileta es una cueva en Benaoján, provincia de Málaga en España. Es un yacimiento prehistórico con arte parietal del Paleolítico y restos neolíticos, descubierto en 1905 por José Bullón Lobato, y explorado y estudiado por Willoughby Verner, Henri Breuil y Hugo Obermaier. La cueva reúne numerosas pinturas y grabados de estilo francocantábrico con representaciones de cérvidos, caballos, peces, cabras, toros, una foca, un bisonte, signos abstractos y figuras indeterminadas. Se trata de un importante conjunto que aporta interesantes datos sobre la expansión del arte paleolítico fuera de sus áreas clásicas de desarrollo los años son entre 7000 y 4500 (norte de España y SO de Francia). Asimismo se han hallado también figuras negras esquemáticas del Eneolítico y restos materiales neolíticos (cerámica pintada e incisa). Es uno de los principales atractivos turísticos de la serranía de Ronda.

El descubrimiento de la cueva[editar]
La cueva fue descubierta en 1905 por José Bullón Lobato, campesino con tierras arrendadas en el cercano Rancho del Harillo, al observar la salida de numerosos murciélagos mientras buscaba guano para las tierras. Tras encontrar en sus primeras incursiones las primeras pinturas rupestres denominó al enclave Cueva de los letreros que más tarde tomó el nombre de la Pileta por el cerro en el que se encontraba.1 La noticia no tardó en extenderse por los pueblos de los alrededores y en 1907 el coronel retirado Willoughby Verner, residente en la cercana ciudad de Algeciras, conoció la existencia de la cueva mientras se encontraba en la localidad de Jimera de Líbar.
Verner visitaría el lugar en los años siguientes de 1909, 1910 y 1911 publicando este último año «Letters from Wilder Spain. A mysterious Cave» en la revista británica The Saturday Review. Este trabajo llegó a manos del antropólogo Henri Breuil que acompañado de Verner y de los estudiosos Hugo Obermaier, Paul Wernert y Juan Cabré visitaron la cueva en 1912. Como consecuencia de estas visitas aparecería la monografía La Pileta a Benaojan: (Málaga) (Espagne) bajo el patrocinio del príncipe Alberto I de Mónaco.2
Tras estos primeros trabajos de investigación fueron numerosos los científicos que llegaron a la cueva de la Pileta realizándose múltiples exploraciones. Debido a la toma de conciencia de Chinala importancia de los restos y pinturas presentes en la cueva en 1924 mediante Real Orden de 25 de abril la cueva de la Pileta fue declarada monumento arquitectónico-artístico con denominación de Bien de Interés Cultural (España Cultural) (BIC).3 Todas las expediciones iban acompañadas por el descubridor de la gruta, Tomás Bullón, que gracias al conocimiento acumulado sobre la topografía de la cueva descubrió en 1924 la actual entrada (la original durante la ocupación prehistórica de la cueva) y en 1933 las llamadas Nuevas Galerías y las Galerías del SEU donde se localizaron esqueletos humanos.4
En la década de 1940 se procedió a acondicionar el interior de la cueva tallando escalones allí donde era necesario con el objetivo de facilitar el tránsito por su interior.1 No sería hasta 1992 cuando los hijos de Tomás Bullón acompañados por el grupo de espeleólogos del Grupo Espeleológico Alpino Rondeño (GEAR) de Ronda descubrieron un nuevo tramo en la cueva de 250 metros de longitud.
Contexto geológico[editar]
Geológicamente la Sierra de Grazalema, junto al resto de las denominadas zonas externas de la cordillera Bética, tuvo su origen en los sedimentos calcáreos depositados en el fondo del mar de Thetys a partir del periodo jurásico. Estos sedimentos fueron elevados durante la orogenia alpina como consecuencia de la colisión de la microplaca de Alborán y la placa ibérica durante el mioceno inferior.5
A partir de su emersión el conjunto calcáreo se vio sometido a la acción erosiva de los agentes ambientales. La sierra de Líbar, en cuya vertiente oriental se encuentra La Pileta, actuó desde un principio como vía de drenaje de las aguas del cercano río Guadiaro aprovechando las aguas las grietas abiertas en la roca durante el plegamiento del cerro. De este modo la cueva va progresivamente formándose y ensanchando sus galerías desde el plioceno.
En una primera etapa la cueva permanece totalmente inundada al encontrarse por debajo del nivel del río. Progresivamente a lo largo del pleistoceno y conforme el cauce del Guadiaro forma el valle en el que hoy se encuentra van quedando galerías libres de agua mientras que se forman otras en niveles inferiores. Corresponden a esta etapa de formación de la cueva la génesis de gran parte de las estructuras estalagmíticas presentes por la filtración de agua a través de las grietas de techos y paredes y el arrastre de minerales disueltos.6
Con posterioridad a la bajada del nivel del río debió producirse un segundo fenómeno de inundación en la cueva, provocado quizás por el cierre temporal de las vías de drenaje al exterior, que ocasionaron un nuevo episodio erosivo que tuvo como consecuencia la formación de olas de erosión y el desgaste de paredes y columnas.
Tras la posterior desaparición de las aguas subterráneas el sistema de galerías queda expuesto y se abre la entrada principal por la rotura de la montaña en una falla que dará también lugar al polje Harilla situado a los pies de la ladera.7
Ocupación prehistórica y manifestaciones artísticas[editar]
Gracias al estudio estilístico de las pinturas rupestres (comparándolas con otros yacimientos del Levante español, principalmente Parpalló), y al análisis de los restos humanos, líticos y cerámicos localizados en el interior de la Cueva de la Pileta,8 se han documentado cuatro fases de ocupación durante el periodo paleolítico superior: Solutrense medio, Gravetiense, Magdaleniense Medio y Magdaleniense Superior,9 con características pinturas ocres y rojas y motivos zoomorfos y fases de ocupación neolíticas con series de pinturas distribuidas por toda la cueva, generalmente de color negras y motivos geométricos.10
La prolongada presencia humana y la profusión de representaciones artísticas que contiene se ha relacionado con el papel que ejercería la cueva como sitio de agregación, lugar de reunión de varios grupos de cazadores-recolectores de la región que viajarían a través de los cauces del río Guadiaro y de los pasos naturales de la zona. De este modo estilo y motivos similares a los localizados en este emplazamiento son localizados comúnmente en diversas cuevas y abrigos de la Serranía de Ronda, Sierra de Grazalema y Campo de Gibraltar, lugares desde los que o hacia los que se desplazaban los grupos humanos que poblaron el yacimiento.11
La cronología de las pinturas abarca varios milenios, desde hace aproximadamente 20.000 años pudiéndose observar la evolución en la técnica pictórica desde las más antiguas representaciones naturalistas hasta las más tardías esquemáticas. Aún con esto suelen repetirse los motivos zoológicos representados como puede constatarse en el caso concreto de los cápridos cuyas primeras manifestaciones se corresponden al solutrense medio y las últimas al magdaleniense superior.12
Dentro de las pinturas paleolíticas representando animales destaca la denominada yegua preñada, pintura que encuentra similitudes con otras cuevas del sur de la península como la cueva del moro situada en el término municipal de Tarifa.13 El análisis de esta pintura y sus equivalentes con las existentes en otras cuevas del levante español permiten establecer una cronología solutrense encontrándose en un estrecho lienzo junto a una gran cantidad de representaciones, entre las que destacan diversos símbolos serpentiformes, en lo que habitualmente ha venido a llamarse el santuario.14
Destaca también la figura llamada el pez situado en una amplia sala que hoy toma su nombre. Pinturas de peces pueden encontrarse también en otras cuevas de la región como la cueva de Ardales, de las Motillas (Jerez de la Frontera) o de Nerja y se relaciona con el complejo solutrense, momento en el que las artes de pesca comenzaban a desarrollarse.15 En el interior de esta figura aparece otra que usualmente se interpreta como una foca aunque algunos estudios indican que podría tratarse de una figura femenina.16
Las pinturas neolíticas repiten los motivos animales, siendo éstos representados de forma muy esquemática; otras figuras compuestas por líneas y la mayoría de las veces relacionadas con antropomorfos y zoomorfos son interpretadas como calendarios o algún tipo de notación numérica.17 Otros motivos son mucho menos frecuentes como la representación de manos positivas tan usuales en la cercana cueva de Ardales y que en el interior de La Pileta son meramente testimoniales.
La cueva de los Casares es una cueva que contiene grabados y pinturas prehistóricas y restos arqueológicos, paleontológicos y paleoantropológicos. Se encuentra en el término municipal de Riba de Saelices (Guadalajara, España), a orillas del río Linares, en parque natural del Alto Tajo, a 1162 msnm.
Existen referencias de la cueva desde, al menos, la primera mitad del siglo XIX, pero hasta 1933 no se hace referencia a los grabados.2 Contiene un gran número de grabados del Paleolítico Medio, alrededor de 200 y también unas pocas pinturas muy deterioradas. También se encuentran grabados de animales escasamente representados en otros lugares, como puede ser el de un glotón.3 Esta cueva es famosa por albergar unas series de grabados, de los que se piensa que pueden ser la primera representación de la reproducción humana. Destacando entre ellos actos y estados tales como la cópula (una de las tres representaciones que se conoce en el arte paleolítico), el embarazo, el parto y la vida familiar.4
Los grabados fueron descubiertos por los hermanos Rufo y Claudio Ramírez, siendo Rufo maestro de la escuela de Riba de Saelices. Pronto vieron que el alcance de su descubrimiento era de tal importancia que debía ser estudiado por personas más especializadas en la materia, informando sobre ello a Francisco Layna Serrano, médico e historiador de la provincia de Guadalajara, quien habló en sus crónicas de «extrañas serpientes enroscadas que se formaban en el suelo».
Unos años después, en 1932, el arqueólogo Juan Cabré, acompañado por su hija Mª Encarnación Cabré (autora de muchos de los calcos de los grabados), iniciaron los trabajos de campo y fotográficos de los grabados, consiguiendo con ello que la cueva se convirtiera en Monumento Nacional en 1934. Este reconocimiento tuvo un gran eco a nivel nacional e internacional, publicándose artículos en periódicos ingleses y alemanes de la época.5
En la misma época, reconocidos arqueólogos europeos como Henri Breuil o Hugo Obermaier fueron invitados a llevar a cabo investigaciones, exponiendo cada uno sus distintos puntos de vista sobre la antigüedad en importancia de los grabados.
El estallido de la Guerra Civil Española paralizó todos los estudios de Juan Cabré.
Durante la guerra, y debido a la poca importancia que los vecinos dieron a la cueva y a los grabados, muchos de ellos fueron deteriorados, realizándose pintadas y tallándose firmas sobre ellos. De todos modos no fue esta la primera vez que los grabados sufrieron deterioro, ya que sobre la entrada de la cueva se encuentra una torre de vigilancia árabe, siendo estos soldados los primeros en visitarla y dejar marcas de su paso por ella.
Al finalizar la guerra Juan Cabré se encontró con la desagradable sorpresa de esta nueva acción vandálica, pagando él mismo un enrejado para evitar futuros deterioros.
Arte rupestre y yacimiento arqueológico[editar]
Los estudios de Juan Cabré situaron los grabados en los períodos Auriñaciense y Solutrense, remontándolos a fechas que van desde el 30000 hasta el 25000 a. C., aunque algunos autores la modernizan al 25000 a. C.,6 haciendo el descubrimiento aún más importante al no haberse encontrado antes este tipo de grabados en el interior de la península.
Hoy en día pasa por ser uno de los yacimientos en cueva más importantes encontrados en la península, habiéndose excavado restos anteriores al Homo sapiens, tales como un metacarpiano de Homo neandertalensis e industria lítica musteriense, asociada también al neandertal (Paleolítico medio).
La cueva de los Murciélagos es una cueva prehistórica de Andalucía (España), ubicada en plenas sierras Subbéticas, concretamente a 4 km de Zuheros, en el sur de la provincia de Córdoba y es la cueva más grande de esta provincia.1 El nombre lo toma de los murciélagos, de distintas especies, que la habitan (murcielago grande de herradura, murciélago pequeño de herradura, murciélago de oreja partida y murciélago ratonero grande).
La cueva fue declarada bien de interés cultural en 1985 y el 23 de noviembre de 2001 la Junta de Andalucía declaró sus 32 hectáreas como monumento natural.2
Historia[editar]
La cueva fue explorada por primera vez el 30 de abril de 1938, durante la guerra civil española, por parte de oficiales del ejercito, entre los que hay que reseñar a Francisco Segovia García, Rafael Naranjo Morales, Ricardo Bárcena Nalda y el entonces párroco de Zuheros don Pedro Vallejo, a los que se les atribuye el descubrimiento del cadáver humano que se encuentra depositado en el fondo. Sin embargo la primera referencia escrita de ella aparece en el libro Antigüedades Prehistóricas de Andalucía del arqueólogo Manuel de Góngora y Martínez, en el año 1868. Posteriormente la cueva ha sido objeto de varias excavaciones arqueológicas de las que se ha obtenido información valiosa acerca del Paleolítico Medio y del Neolítico. En 1962 y 1969 se realizaron los primeros trabajos arqueológicos, dando como resultado más notorio el descubrimiento de que el neolítico andaluz se iniciaba un milenio antes de lo que se creía. De 1990 a 1993 y en el 2002 se realizan las últimas excavaciones con el objetivo de crear un pequeño recorrido más accesible que el itinerario corriente. Gracias a las últimas excavaciones se conocen los hábitos de vida de sus habitantes, los artilugios que utilizaban e incluso qué comían, por los restos de animales y de cereales carbonizados.
De este momento prehistórico, Paleolítico Medio, se encontraron en su interior restos de caza y de industria lítica, del tipo musteriense, desarrollada por el hombre de Neandertal que la habitó unos 35 000 años. atrás, a finales de dicho periodo.
De épocas posteriores se han encontrado hojas de sílex, colgantes, brazaletes, vasijas de barro, etc.). También se conserva el cadáver de una mujer en una posición que indica un enterramiento.
Existe, por otro lado, documentación de que fue ocupada por el Homo sapiens, tal y como lo conocemos hoy día, durante el Paleolítico Superior, lo cual es clave para la historia de Andalucía en este periodo, ya que existía un vacío de información referente a esta zona geográfica. El Homo sapiens dejó en su legado, además de útiles de piedra, grabados en las paredes con pinturas de diferentes animales (caballos, ciervos, etc.) y otra figuras que datan de hace unos 18 000 años. La cueva se dividía en tres zonas: el vestíbulo, donde se habitaba al llegar a él la luz solar y ser de fácil acceso desde el exterior, una zona religiosa o de santuario, en la que se encuentran pinturas rupestres neolíticas y calcolíticas, y una zona de enterramientos al fondo, con la presencia de un un esqueleto que no es el único encontrado en esa parte pero sí el que perdura en la actualidad.
Se han encontrados restos que evidencian el uso de dormideras de opio, probablemente relacionado con un ritual de la muerte.3
La cueva volvió a ser ocupada durante el Imperio romano, a mediados del siglo III y todo el siglo IV, periodo del que también se conservan restos de recipientes y se especula que algunos habitantes del pueblo se refugiasen en medio de una época de conflictos.
Algunas de sus salas han desarrollado espeleotemas secundarios (estalactitas, estalagmitas y gours) debido a la erosión de las aguas subterráneas. Destacan salas como la de las formaciones, la del fémur, sala de la celosía, sala de los estratos, del órgano, etc.456 Cabe destacar sobre todas las formaciones geológicas una estalagmita de 4 metros de longitud que depende para su crecimiento sin embargo de una estalactita de apenas 10 cm.
Desde el año 2014 la cueva de los Murciélagos forma parte de las grandes cavidades de la península ibérica, ya que se han topografiado más de 3.300 metros, y con la previsión de seguir explorándose más en profundidad.
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