miércoles, 8 de enero de 2020

HISTORIA DE ESPAÑA

PREHISTORIA - CUEVAS

La cueva de Askondo es una cueva situada en la localidad vizcaína de Mañaria en el País Vasco (España). Está ubicada fuera de los límites del Parque Natural de Urkiola. Es una cavidad de fácil y cómodo acceso y visita. En su interior se han encontrado restos de fauna prehistórica, destacan los restos de oso de las cavernas y una importante colección de pinturas rupestres de época gravetiense, de hace unos 23.000 años de antigüedad.1
Askondo es el tercer conjunto artístico más importante del paleolítico en Vizcaya detrás de Santimamiñe y Arenaza.

Cueva de Askondo.JPG

Ubicación y descripción[editar]

La cueva de Askondo se encuentra en el término municipal de Mañaria cerca de la ermita de San Lorenzo en el barrio de Urkioleta3​ y la carretera que recorre el pequeño valle del río Urkioleta.4​ Sobre la ermita está la cantera, ya sin actividad de Aperribai y sobre ella la boca de la cueva.
Es una cavidad a la cual se accede sin dificultar resultando su exploración cómoda. Muy cerca de la entrada se abre una sala que tiene una altura de unos 10 metros de altura con coladas en la pared derecha. Subiendo una rampa se accede a un trazado sinuoso hasta la llamada Galería de la Luna, a continuación se pasa a la llamada Galería de los Gours que recibe el nombre por la abundancia de este tipo de formación (presas naturales). Atravesando una gatera se accede a un pozo de 7 metros donde se sume un aporte de agua. Por último un laminador de 7 metros de ancho que va cerrándose en altura hasta hacerse impracticable por su escasa altura, unos 30 cm.5

Yacimiento prehistórico[editar]

En la década de los años 70 del siglo XX se halló en una serie de restos óseos de perteneciente a un oso de las cavernas. La difusión de dicha noticia y el fácil acceso a la cueva hicieron que aumentara la influencia de gente que causaron daños en la misma, llegándose a catalogar el yacimiento como de "destruido".
En el año 2011 se hallaron una serie de pinturas lo que dio pie a que se iniciara un estudio de la misma por un equipo de arqueólogos dependiente de la Diputación de Vizcaya dirigido por Diego Gárate y Joseba Ríos, que localizaron una decena de representaciones figurativas pintadas, además de cerca de una treintena de restos dispersos de colorante, puntos, manchas, líneas... que fueron datadas hace 25.000 años.
El estudio realizado por la Diputación vizcaína consistió la evaluación del potencial arqueológico del yacimiento después de realizar la prospección y documentación del arte parietal del mismo.
Las pinturas está localizadas en la gran sala que hay a la entrada de la cueva y se trata de dibujos figurativos donde abundan los caballos, representados con el llamado morro de pato o sinuoso que es común en las representaciones halladas en otras cuevas de Europa y datadas hace 25.000 años. Hay también una mano antropomorfa. Luego hay una serie de casi 30 restos de colorante, puntos, manchas, líneas, etc…mayoritariamente concentradas en el área de entrada y tres series de líneas rojas al fondo de la cavidad a unos 150 metros de la entrada. Los caballos destacan por su tamaño de 1,70 metros.
La datación se realizó mediante el estudio de un hueso de ciervo que se halló incrustado en la pared y que revelo una antigüedad de 23.800 años fijando el conjunto en época gravetiense. El hecho de que se pudiera disponer de un elemento orgánico que permitiera la datación le da una importancia especial al yacimiento.
Se realizó un estudio mediante sondeos, se hicieron 5 catas de cuadros de 1 m² de extensión y en dos de ellas se profundizó 1,5 metros, que documenta desde el Paleolítico Medio (algunas de las dataciones realizadas son las más antiguas de la cornisa cantábrica), el Paleolítico Superior Inicial donde aparecen testimonio de los primeros homo sapiens en Vizcaya, el Solutrense y la Edad de Bronce, con diversos enterramientos.
Se determinó que el yacimiento tiene una gran potencia estratigráfica al no hacerse alcanzado el roca madre en ninguna de las catas y determinar, mediante un sondeo geológico, que hay una profundidad superior a los 6,5 metros antes de alcanzar la roca madre.
La cueva fue ocupada de forma intercalada por el hombre y por el oso de la cavernas. Se recuperaron 5.839 restos de fauna, principalmente restos de osos de las cavernas que se han datado en 21.000 años de antigüedad (los últimos de Europa), y numerosos restos de la actividad humana.

Detalle del estudio[editar]

El hueso de ciervo que se encontró clavado en la pared de la cueva se ha datado mediante la prueba del carbono 14 en 23.800 años lo que ubica el conjunto en la cultura Gravetiense.
Se han hallado 34 pinturas y 8 grabados.
Pinturas
  • 9 caballos.
  • 1 animal indeterminado.
  • 1 mano humana.
  • 1 trazo pareado.
  • 3 puntos.
  • 14 manchas.
  • 6 líneas.
Grabados
  • 1 caballo.
  • 2 líneas.

Ocupación humana[editar]

Durante unos 60.000 años se alternó la ocupación de la a cueva entre humanos y osos de las cavernas. Se han encontrado herramientas líticas neandertales de hace unos 60.000 años. Los primeros Homo sapiens visitaron la cueva hace 31.000 años y hay restos de diferente material de esa época y de la época de la realización de las pinturas. Posteriormente, en la Edad del Bronce, hace 3.300 años, se realizaron enterramientos humanos.
  • Edad del Bronce, (hace 3.300 años) se incineran varios individuos, adultos y niños, se encuentran restos y restos de cerámica que podrían formar parte del ajuar de los muertos.
  • Solutrense, (hace 17.500 años) restos de fauna herbívora consumida en la cueva.
  • Gravetiense, (hace 25.000 años), restos de industria en hueso, pinturas.
  • Auriñaciense, (hace 31.000 años), restos de herramientas de sílex y restos de fauna herbívora (estos aspectos hacen evidente la presencia del Homo sapiens)
  • Musteriense, (hace 40.000 años), restos de primas poco comunes (indican presencia de Neandertales).












Axlor es un yacimiento prehistórico, del Paleolítico Medio o Musteriense (150.00040.000 a. C.), situado en la localidad de Dima (Vizcaya, provincia del País Vasco, en España).

Se trata de un abrigo rocoso, situado a media ladera en un macizo kárstico (de calizas con cuevas y galerías subterráneas). En realidad es la boca de una antigua cueva colmatada, aunque por su disposición actual se le llama «abrigo».
El yacimiento fue descubierto por el prehistoriador José Miguel de Barandiarán, que lo excavó entre 1967 y 1974. Los resultados de sus excavaciones, se publicaron en forma de Memorias anuales, en 1980, en sus Obras Completas (tomo XVIII). Barandiarán estudió la estratigrafía o secuencia del yacimiento, es decir la sucesión de los distintos estratos o capas de tierra. Separó 9 niveles, 5 de ellos con ocupaciones musterienses. J. Basabe estudió los restos humanos neandertales de Axlor (5 dientes de un individuo joven). J. Altuna estudió la fauna de grandes mamíferos de los distintos niveles. Años después, A. Baldeón estudió, en su tesis doctoral, las industrias de piedra tallada de Axlor.
El yacimiento ha sido vuelto a excavar desde el año 2000 por un equipo pluridisciplinar, dirigido por J. González Urquijo y J. Ibáñez Estévez. En este proyecto, los estudios en curso en 2007, abarcan un abanico más amplio de evidencias. Se estudian las industrias de la piedra tallada, y el trabajo del hueso, la fauna de grandes mamíferos. Pero se han incorporado los estudios de pequeños mamíferos (sobre todo, roedores), los de sedimentos (con el apoyo de un geólogo), y de restos de pólenes y carbones, etc.

Características[editar]

Axlor tiene una secuencia de niveles del Paleolítico medio. Los más recientes están datados por carbono-14 en torno al año 42000 a. C. Los más antiguos no se pueden datar por esa técnica (que sólo llega hasta hace 50.000 años). Es además uno de los pocos yacimientos de España con restos humanos neandertales, y a las piezas dentarias de la excavación antigua se han sumado varios dientes más (de leche, en este caso) en las nuevas campañas.
Además, los niveles arqueológicos son muy ricos en restos de fauna cazada y consumida por los neandertales. También abunda la industria lítica y los desechos domésticos. Los estudios realizados en Axlor están dando una imagen más completa de los neandertales y de la forma en que vivían, se relacionaban con el medio y aprovechaban los recursos naturales. Además, se han documentado cambios importantes, a lo largo del tiempo, lo que indica que eran sociedades de cierta complejidad, que cambiaban sus actividades y sus estrategias de explotación de la naturaleza. Es decir que eran sociedades con una «historia», si bien -evidentemente- no quedó escrita.

Importancia[editar]

Estas nuevas informaciones están desterrando el tópico que retrata a los neandertales como homínidos muy primitivos, sin la capacidad cognitiva de un Homo sapiens.
Los neandertales de Axlor tallaban piedras de lugares lejanos (entre 30 y 60 kilómetros de los alrededores del yacimiento) y otras obtenidas en las proximidades del abrigo. Cada tipo de piedra se lascaban con técnicas muy complejas (método Levallois, micro-levallois, unipolar recurrente, Tipo Quina, Producción-Reavivado Quina, etc.). Esas formas de lascado se adaptan al grano, dureza y filo de ese material. Y cada grupo de piedras talladas está pensado para un determinado fin, sea este cazar (las puntas) raspar (las raederas, por ejemplo), cortar (las lascas finas), etc. Todas estas estrategias no son repetitivas ni monótonas, como cabría esperar de un ser que funciona básicamente por instintos, sino que son complejas, estructuradas, y cambiantes a lo largo del tiempo.
Las puntas de lanza halladas en Axlor presentan en varios casos huellas de impacto. Esas huellas se están estudiando para verificar si, como parece, se utilizaron en armamento de proyectil (es decir, como azagayas arrojadizas). En todo caso, los neandertales de Axlor eran cazadores muy eficaces, que abatían presas de gran tamaño y probablemente peligrosas como los bisontes adultos. Además, sus estrategias de caza no eran siempre las mismas, y el tipo de animales cazados iba cambiando a lo largo de la secuencia. Esto tiene que ver, en parte, con la oferta del medio ambiente (por ejemplo, en épocas muy frías aparece el reno), pero sobre todo con la forma de organizar su «economía doméstica».
Además, los restos de los animales cazados, sus huesos, se integran de nuevo, una vez procesado el animal, en la vida cotidiana.
El uso más común de los huesos es como utensilios para retocar las herramientas de piedra. Pero lo importante no es que se utilizaran fragmentos óseos, sino que todo el proceso, desde que se despiezaba al animal y se fragmentaban los huesos (para sacar el tuétanos) ya tenía en cuenta la obtención de fragmentos apropiados para el retoque. Así, el neandertal preveía sus necesidades e integraba esa previsión en los planes a corto, medio y largo plazo, y organizaba las tareas cotidianas. Todas ellas, obtención, trabajo y uso de la piedra, caza y procesado de los animales abatidos, obtención y uso del hueso, estaban integradas en estrategias de rango general, en la planificación de la subsistencia.
Se documentan otros usos del hueso aunque de menor importancia: esquirlas alargadas y costillas utilizadas como alisadores en tareas que implican la fricción repetitiva contra materiales no muy duros. Algunos fragmentos se utilizan como cinceles, en trabajos que implican percusión y torsión (uso a modo de palanca).








Goikolau es una cueva sita en la localidad de Berriatua (VizcayaComunidad Autónoma VascaEspaña), donde se han hallado restos arqueológicos y arte rupestre datados entre el período magdaleniense y el Imperio Romano.

Situación y características de la cavidad[editar]

La cueva está situada en el barrio denominado Mereludi del municipio de Berriatua, concretamente en la falda del monte Gaztelukoatxa, muy cerca de la cueva de Atxurra.1​ Los terrenos donde se sitúa son calizas urgonianas del Cretácico Inferior,2​ a favor de cuyas fracturas están abiertas las galerías de la cueva de Goikolau, con una dirección principal NO-SE, cruzada con varias galerías menores abiertas en sentido SO-NE.3

Historia de las exploraciones[editar]

Siendo una cueva conocida desde siempre por los habitantes de la zona, su primera inspección arqueológica tuvo lugar en 1935, cuando Telesforo Aranzadi y José Miguel Barandiaran, que se encontraban excavando en la cueva de Atxurra, fueron informados de su existencia. En aquella ocasión encontraron restos de una tumba en la anteúltima galería en dirección NE.1​ El año siguiente, José Miguel Barandiaran retornó con sus ayudantes, y localizó una nueva sepultura en la última galería en dirección NE.4​ Su actuación se limitó a la recogida de restos en superficie, que fueron guardados en el Seminario Conciliar de Saturraran, donde dichos restos se perdieron, junto con otros  de diferentes yacimientos, al tener que abandonarlos Barandiaran cuando se embarcó hacia Labort para huir de la Guerra Civil.5
Tras retornar a Guipúzcoa, Barandiaran reanudó los trabajos de Goikolau en 1962, asistido por miembros del Museo Arqueológico de Bilbao y del Grupo Espeleológico Vizcaíno. Procedieron a excavar la zona de entrada y recoger nuevos materiales en las tumbas anteriormente localizadas. Fue entonces cuando localizaron las primeras manifestaciones de arte rupestre.16​ En 1963 realizaron una nueva campaña, prosiguiendo la excavación de la zona de entrada e identificando nuevo arte rupestre; la mayor parte de los resultados de esta segunda campaña permanecen inéditos.78
En la década de 1980, el Speleo Club Beti Goruntz realizó muestreos biológicos en la cavidad,9​ y el equipo arqueológico de Carlos Basas Faure realizó dos campañas de excavación, revisando asimismo el arte rupestre.8
El año 2015, con ocasión de las labores de reparación del cierre de la cueva por encargo de la Diputación Foral de Vizcaya, ADES Espeleología Elkartea reexploró la cavidad, examinando el estado de los yacimientos, y actualizando el plano topográfico mediante instrumental de precisión.3

Yacimiento arqueológico[editar]

Las excavaciones realizadas en la zona de entrada han revelado que la cueva se ha venido utilizando como recinto de habitación al menos desde el Magdaleniense Superior, con posteriores ocupaciones que datan del BronceHierro y etapa romana.  En cuanto a los enterramientos, su tipología corresponde al Bajo Imperio Romano (siglos IV-V de nuestra era).1
En lo que se refiere al arte rupestre, la mayor parte del mismo corresponde al llamado arte esquemático.10​ Una pequeña parte representa seres vivientes, entre ellas la manifestación más conocida correspondiente a un caprino en posición vertical. No hay unanimidad sobre su datación precisa, aunque los especialistas atribuyen las representaciones de seres animados al Paleolítico Superior, el resto a un período que puede acotarse entre el Bronce tardío y la época romana.

Goikolau-03.jpg










La cueva de Santa Catalina, también denominada Antzoriz I, se encuentra en la localidad de Lequeitio (VizcayaComunidad Autónoma VascaEspaña). En ella se han hallado restos de una comunidad humana que vivió allá hace 10.000-15.000 años. Su yacimiento arqueológico es de gran trascendencia por varias razones, entre otras que constituye el más antiguo testimonio de la pesca en Europa; que ha proporcionado datos claves sobre el reno, que han cambiado las teorías sobre esta especie en la Península Ibérica; y que su colección de restos de aves marinas es una de las más ricas de Europa.

Antzoriz-I-Santa-Catalina-B.jpg

El yacimiento se encuentra en el cabo Antzoriz, a 1,5 kilómetros del casco urbano de Lequeitio. En la colina que corona este cabo se encuentra la ermita de Santa Catalina, y debajo de ellas se encuentran las cuevas de Antzoriz, en una de las cuales está este yacimiento. A pocos metros por debajo se sitúa el faro de Santa Catalina.2

Historia de las investigaciones[editar]

José Miguel Barandiaran fue informado de la existencia de esta cueva en 1936, pero el estallido de la Guerra Civil le impidió examinarla aquel año;3​ fue tras volver de su exilio cuando, en 1964, tuvo ocasión de visitarla y comprobó que albergaba un yacimiento arqueológico.1
En los años 70 miembros del grupo espeleológico “Beti Goruntz” visitaron el yacimiento, hallando algunas piezas a flor de tierra.4​ Pero las excavaciones propiamente dichas no se iniciaron hasta 1982, cuando el equipo de los arqueólogos José Luis Arribas y Eduardo Berganza inició los trabajos,2​ que se prolongaron hasta el año 2000.
Topografía de la cavidad (2015).
Topografía de la cavidad (2015).

Excavación[editar]

La excavación se practicó en la cavidad denominada Antzoriz I o Santa Catalina, concretamente en su entrada este (la de la derecha, para un observador que mira al interior de la cueva), en un área de 9 metros cuadrados. En ella se han identificado varios niveles arqueológicamente significativos (uno Aziliense y dos Magdalenienses),1​ donde se han recuperado moluscos, huesos de animales, herramientas de piedra y hueso, restos de hogueras, piezas de arte mueble y algunos dientes humanos.5

Restos animales[editar]

Entre los restos investigados se han identificado unas 120 especies animales. Entre ellas pueden destacarse:6
  • Ictiofauna: el conjunto de restos de peces del yacimiento de Santa Catalina es el testimonio más antiguo de pesquerías humanas en Europa, y uno de los más ricos (53 especies y subespecies). Los más abundantes son los salmónidos, los pleuronectiformes y el bacalao, con predominancia de este último; de hecho, estos hallazgos han refutado la antigua teoría de que la pesca de esa época se fundamentaba en los salmónidos.7
  • Mamíferos ungulados: constituyen el 95% de todos los restos, y entre ellos predomina el ciervo. Pueden mencionarse en particular los restos de reno (un conjunto singular en la Península Ibérica por su abundancia y su carácter tardío, del Aziliense), de hiena (también los más tardíos de la Península, del Magdaleniense) y de foca (que se referencia en muy pocos yacimientos cantábricos).8
  • Aves: la colección de Santa Catalina es una de las más ricas del Pleistoceno Superior en Europa. A destacar la presencia de aves marinas (poco investigadas frente a las terrestres), entre las cuales se encuentran tres especies extinguidas: Puffinus holeae (extinguida hace 2.000-3.000 años), Puffinus olsoni (extinguida en el siglo XIV), y Pinguinus impennis (extinguida en el siglo XIX; la de Santa Catalina es la colección más abundante de restos de esta especie). En el conjunto de restos, el grupo más abundante son los anseriformes (en torno al 40%); le siguen los proceláridoscharadriiformesestrigiformeslagópodos y anátidas. El análisis de los huesos indica que fueron empleados como alimento y como materia prima para herramientas y, posiblemente, rituales.910
Aparte de las especies mencionadas se han encontrado otras muchas de menor relevancia: micromamíferosreptilesanfibiosequinodermoscrustáceos y moluscos.11

Restos vegetales[editar]

El examen palinológico, cruzado con los datos climáticos y macrorrestos vegetales ha permitido reconstruir la evolución de la cobertura vegetal del entorno del yacimiento:6
  • En el Magdaleniense Superior predominaban las praderas, con pequeñas manchas boscosas de madroños y coníferas, en un entorno similar a la tundra.12
  • En el Magdaleniense final fueron proliferando los abedules y los árboles del género Quercus, sin desaparecer las praderas.
  • La benignidad climática del Aziliense produjo un auge de los grandes bosques de robles y encinas, así como la expansión de otras muchas especies de árboles y plantas.
En el yacimiento de Santa Catalina se han encontrado muchos restos de madera, empleados como combustible y en procesos relacionados con la caza y el preparado de los alimentos. También se han encontrado restos de bellota, probablemente empleados como alimento; cuentan entre los más antiguos hallados en Europa.6
Estado del yacimiento antes de su acondicionamiento en 2015.
Estado del yacimiento antes de su acondicionamiento en 2015.

Datos paleoclimáticos[editar]

Los sedimentos más antiguos hallados en Santa Catalina son de la última glaciación (es decir, de cuando el ser humano todavía no vivía en ella). Las ocupaciones prehistóricas comenzaron al final del Pleistoceno (hace unos 15.000 años). Durante los próximos 5.000 años, sus habitantes tuvieron que hacer frente a notables cambios climáticos: tras los primeros 600 años de clima benigno, se sucedieron 1.600 años de calentamientos y enfriamientos sucesivos, dentro de una tendencia general al enfriamiento; después llegó el Dryas Reciente, fase fría que duró 1.400 años; y tras ella comenzó el Holoceno, que proporcionó 1.500 años de un clima cálido a los habitantes de la cueva, hasta que la abandonaron hace unos 10.200 años.13612
En cuanto al mar, antes del comienzo del Holoceno se encontraba 120 metros más bajo que el nivel actual. Esto quiere decir que el promontorio de Antzoriz no se encontraba sobre el agua como hoy día, sino que la línea de costa estaba a unos 2 kilómetros, en una zona actualmente anegada por el mar.11​ Por la misma razón, el río Lea no desaguaba en el punto que hoy lo hace, sino que corría a lo largo de la actual línea de costa, hasta llegar a lo que hoy es el cabo, donde proseguía en dirección norte hasta su desembocadura. Los habitantes de la cueva tenían a sus pies una plataforma con pequeñas colinas, valles y bosques; se cree que esta plataforma costera pudo ser una de las principales vías usadas por los animales migratorios, entre ellos el reno.8
Un espeleólogo durante las labores de acondicionamiento en 2015.
Un espeleólogo durante las labores de acondicionamiento en 2015.

Estado actual del yacimiento[editar]

Mientras duraron los trabajos arqueológicos, y también posteriormente, el yacimiento de Santa Catalina fue objeto de excavaciones furtivas en repetidas ocasiones. Como consecuencia de ello se removieron sus estratos, con el consiguiente perjuicio y pérdida de material arqueológico.1
En 2015, con ocasión de la publicación de la primera síntesis de las excavaciones, la Diputación Foral de Vizcaya encargó a las asociaciones AGIRI de arqueología y ADES de espeleología el acondicionamiento de la cueva. Durante estos trabajos se procedió a evaluar el estado del yacimiento; cribar la tierra removida por los furtivos (que permitió recuperar varios miles de piezas de sílex que habían desechado); realizar una topografía de precisión de la cueva; retirar la verja metálica deteriorada; y proteger los cortes arqueológicos con un relleno de arlita.

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