El Castriño de Conxo es un yacimiento arqueológico compuesto por un castro prerromano (no estudiado) y en él una roca cuya superficie contiene una serie de grabados conocidos como petroglifos.
El yacimiento del Castriño de Conxo se encuentra en la parroquia de Santa María de Conxo, perteneciente al concello de Santiago de Compostela, provincia de La Coruña, en el lugar conocido como Volta do Castro.
Los petroglifos[editar]
En una roca (lamentablemente dividida por una cerca metálica) poco elevada sobre el terreno (como es común en los petroglifos gallegos) y situada en el parapeto superior del yacimiento castreño se encuentran unos petroglifos grabados en su superficie que poseen una relevancia especial al representar una gran variedad de armas, vinculadas a los modelos británicos datables alrededor del III-II milenio antes de Cristo. También se aprecian diseños triangulares (algún rayado) que algunos autores interpretan como ídolos antropomorfos, otros como hachas de doble anillo o escudos triangulares.
Se pueden observar claramente figuras como un puñal (con doble nervadura), dos espadas enfrentadas por la empuñadura y una tercera situada más a la derecha; también hasta cuatro posibles, simplificadas, alabardas (armas de representación muy poco usual en tierras gallegas), arma de origen centroeuropeo, y otros trazos diversos muy erosionados (posibles restos de otras armas representadas).
Las armas representadas son los objetos que permiten dar una posible cronología ya expuesta. De especial relevancia es que no se representan hachas u otros aperos de labranza o de carácter utilitario, sólo armas, cuya posesión es interpretada como símbolo de poder y prestigio de una sociedad que camina desde una situación de igualdad hacia una sociedad estratificada y fuertemente jerarquizada.
El castro[editar]
Pese a no haber sido objeto de estudio se realizaron diversas prospecciones arqueológicas en las que se percibieron un recinto ovalado más irregular. En ellas se encontraron molinos de mano y diversos fragmentos de cerámicas castreñas. Sólo un muro fue visible (de 5 metros de longitud por medio metro de altura).
Situación actual[editar]
Se encuentra en completo estado de abandono por lo que, aunque es posible (principalmente los petroglifos), no es fácil su visita, ya que las vías de acceso se encuentran, así como la piedra, parcialmente cubiertos de vegetación y arboleda. Está dividido por una alambrada quedando gran parte del yacimiento en propiedad privada.

Cerámica almagra o cerámica a la almagra, es la alfarería tratada con engobe de almagre y cocida, que se produjo en la península ibérica en el periodo neolítico conocido como “Neolítico peninsular” y representativa del Neolítico andaluz occidental.12 Esta técnica de raíz prehistórica fue característica en Europa en la cultura del vaso campaniforme.
La vasija más representativa es el vaso, que por su forma podía ser: esférico (el más frecuente), elipsoidal, ovoide, troncocónico y cilíndrico. El tipo de vasija esférica ha sido frecuente ajuar arqueológico en cuevas de Sevilla, Cádiz, Málaga, Córdoba y Granada.3 Los vasos cilíndricos, los menos comunes, han aparecido en ajuares funerarios de enterramientos en cuevas de Huelva, Cádiz y Almería.
Las decoraciones que presentan los vasos es muy variada: incisiones, impresiones, acanaladuras y diversos motivos en relieve. Pluralidad que también presentan los elementos de suspensión, es decir: asas de cinta, asas de pitorro, de punte, de tunes, entre otras.

Los cuencos de Axtroki son un par de recipientes de oro elaborados en el Siglo VII a. C. aproximadamente, en la llamada Edad del Bronce Final.
Hallazgo[editar]
Fueron hallados por Teodoro Martínez Ansorena el 17 de agosto de 1972 en un monte o paraje llamado Axtroki, anteiglesia o barrio rural de Bolívar, perteneciente a la localidad de Escoriaza, provincia de Guipúzcoa, País Vasco, (España).
Descripción[editar]
Los dos cuencos son de tamaño similar (205 y 210 milímetros de diámetro). Están decorados con bandas mediante la técnica del falso repujado, hecho desde el interior. Se cree que los cuencos eran utilizados en ceremonias religiosas o rituales, siendo de un estilo similar a otros recipientes hallados en Centroeuropa y las Islas Británicas pertenecientes a la Edad de Bronce. Por su forma, decoración y cronología han sido comparados con los cuencos del Tesoro de Villena (Alicante), y el Casco de Leiro, (Galicia)

La cueva de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la prehistoria.1 Forma parte del conjunto Cueva de Altamira y Arte Rupestre Paleolítico de la Cornisa Cantábrica, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.2 Está situada en el municipio español de Santillana del Mar, Cantabria, a unos dos kilómetros del centro urbano, en un prado del que tomó el nombre.3
Desde su descubrimiento en 1868 por Modesto Cubillas y su posterior estudio por Marcelino Sanz de Sautuola ha sido excavada y estudiada por los principales prehistoriadores de cada una de las épocas una vez que fue admitida su pertenencia al Paleolítico.
Las pinturas y grabados de la cueva pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense principalmente y, algunos otros, al Gravetiense4 y al comienzo del Auriñaciense, esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando 22 000 años de ocupación, desde hace unos 35 600 hasta hace 13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.56
El estilo de gran parte de sus obras se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas, dibujos abstractos y no figurativos.7
En cuanto a su techo de los polícromos ha recibido calificativos como «Capilla Sixtina» del arte rupestre;789 «...la manifestación más extraordinaria de este arte paleolítico...»,10 «... la primera cueva decorada que se descubrió y que continúa siendo la más espléndida»11 y «...si la pintura rupestre [paleolítica] es el ejemplo de una gran capacidad artística, la cueva de Altamira representa su obra más sobresaliente»12 nos indican la gran calidad y belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este recinto.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985.13 En el año 2008 se hizo una extensión de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira y arte rupestre paleolítico del norte de España».

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