sábado, 25 de enero de 2020

HISTORIA DE ESPAÑA

HISTORIA MEDIEVAL EN ESPAÑA

El Mando de Canarias (MCANA) es uno de los órganos que integran la Fuerza del Ejército de Tierra de España. Tiene su sede en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife y su objetivo es establecer, de forma rápida y eficaz, estructuras operativas terrestres para ejecutar de operaciones militares con las unidades acuarteladas en las Islas Canarias.1​ Hasta su creación en virtud de la reorganización del ejército de 2006 , fue la Capitanía General de Canarias, también Comandancia General de Canarias durante ciertos periodos, una subdivisión histórica del territorio español hecha a efectos militares, nombrándose así también a la unidad militar encargada de la defensa de las islas. Existió como tal desde su institución por Felipe II de España en 1589.

Historia[editar]

A mediados del siglo XVI la defensa de las islas de realengo estaba a cargo de sus respectivos gobernadores, y la de las islas de señorío, de los señores jurisdiccionales, cada uno de los cuales contaba con sus propias milicias locales. Las incursiones de piratas berberiscos y corsarios franceses que rondaban las islas al acecho de los navíos comerciales, aventurándose a atacar también las villas costeras, llevaron a Felipe II a disponer en 1573 que los gobernadores letrados fueran sustituidos por gobernadores militares.2​ El inicio de la guerra contra los ingleses en 1585 motivó que éstos vinieran a sumarse a los anteriores atacantes.
En 1589 Felipe II reformó la organización de la defensa de Canarias instituyendo la capitanía general, a cuyo titular se le confirió también la presidencia de la Real Audiencia. Así, el capitán general era la máxima autoridad militar, civil, gubernativa y judicial de las islas, equivalente al que en otros reinos de España se titulaba virrey.
La principal causa que me ha movido a instituir y establecer el cargo que lleváis, ha sido la defensa y seguridad de las islas, por ser de la importancia que son.
Felipe II a Luis de la Cueva.3
La acumulación de poder en la sola persona del capitán general dio lugar a que, durante los primeros dos siglos de existencia del cargo, la institución no estuviera bien considerada entre las autoridades locales ni entre la población: fueron frecuentes sus conflictos con los cabildos, ayuntamientos y oidores de la audiencia, contra quienes se dictaron prisiones arbitrarias, los abusos de poder («gimió el país bajo el más duro despotismo»4​), los excesos de la tropa llegada de la península, las levas entre la población, la imposición de nuevos impuestos, las cuestiones de protocolo, la parcialidad en las relaciones comerciales, el favoritismo entre islas y las reclamaciones canarias a la corte para que aboliese el cargo, que a menudo se vieron obstaculizadas.5
A la verdad, nada era más terrible para las islas, aunque amenazadas de invasiones, que estos defensores ilustres, que el zelo y gratitud de aquel Caballero les agenciaba.
Viera y Clavijo.5
El primer capitán general fue Luis de la Cueva y Benavides, que llegó a Canarias con 600 soldados. Cuatro años después Jabán Arráez atacó Fuerteventura al frente de una flotilla de piratas berberiscos, arrasando la capital y derrotando a las tropas llegadas desde Gran Canaria; esta derrota y el malestar que entre la población generaba el tener que cargar con la manutención de los soldados llevó a Felipe II a suspender la capitanía general y devolver la defensa de las islas a su antiguo estado.
En 1625 Felipe IV envió a Francisco de Andía Irarrazábal y Zárate en calidad de veedor y reformador para que estudiase la manera de optimizar la defensa de las islas; de las gestiones de éste resultó la rehabilitación de la capitanía general, que en 1629 volvió a tener al frente un titular. En ausencia o carencia del capitán general, su puesto lo ocupaban provisionalmente los corregidores, que también fueron capitanes a guerra hasta 1767; este año se instituyó la figura del segundo comandante e inspector general, sobre quien debería recaer el mando en ausencia del capitán general.
La división de España en Capitanías Generales data de 1705, cuando se ajustaron a los antiguos reinos que constituían la Monarquía Hispánica. Se trataban de trece regiones: AndalucíaAragónBurgosCanarias, Capitanía General de Castilla la ViejaCataluñaExtremaduraGaliciaCosta de GranadaGuipúzcoaComandancia Militar de Baleares de MallorcaCapitanía General de Navarra y Capitanía General de Valencia.
En 1898 se volvió a dividir el territorio peninsular en siete nuevas Regiones Militares, a la vez que se constituyeron las Comandancias Generales de BalearesCanariasComandancia General de Ceuta y Melilla.
Por el Real Decreto 912/20026​ se mantuvo su estructura de mando, aunque cambió su denominación a la de Mando de Canarias.

Denominación[editar]

La denominación de capitán general fue modificada varias veces a lo largo de la historia: en 1723 Lorenzo de Villavicencio fue nombrado Comandante general de las islas, título que detentarían sus sucesores hasta 1840, en que se recuperó la denominación anterior; entre 1931 y 1939 volvió a llamarse Comandante General; entre 1989 y 2006 recibió el nombre de General Jefe de la Zona Militar de Canarias.7​ Desde el año 2006 la denominación es General Jefe del Mando de Canarias.1

Ubicación de la capitanía[editar]

En 1656 el general Alonso Dávila y Guzmán se trasladó a Tenerife, aunque el primero en recibir autorización para elegir su residencia donde considerase más conveniente fue Jerónimo de Benavente en 1661, que se estableció en la que después sería conocida como la Casa de los Capitanes de San Cristóbal de La Laguna, construida por Diego Alvarado Bracamonte (a quien habitualmente se menciona como capitán general, aunque en realidad fue sólo corregidor y capitán a guerra de Tenerife).
En 1723 Lorenzo de Villavicencio, tras ser recibido por las autoridades locales en el castillo de San Cristóbal, como era costumbre con todos los generales recién llegados, decidió quedarse en él, a pesar de las quejas del castellano, que no consiguió echarle hasta 1734. A partir de entonces la capitanía permanecería en Santa Cruz de Tenerife y en consecuencia la localidad, que por aquel entonces era sólo un pequeño núcleo cercano al puerto y perteneciente al ayuntamiento de La Laguna, comenzó su desarrollo económico y urbanístico.
En 1740 José Emparán fijó su residencia en el número 13 de la calle de la Marina; en 1791 Antonio Gutiérrez se instaló en la calle San José esquina a San Francisco; en 1808 Carlos O'Donnell lo hizo en la Casa Foronda, actual plaza de la Pila; los siguientes volvieron a la calle de la Marina.
En 1852 se autorizó la construcción de un nuevo edificio que sirviera como sede de la capitanía en la plaza del Príncipe en Santa Cruz de Tenerife, pero tras la realización del proyecto éste recibió la negativa de la superioridad militar, por lo que al año siguiente se trasladó al Palacio de Carta, en la plaza de la Candelaria. La ubicación definitiva de la sede se fijó en 1881, cuando Valeriano Weyler se estableció en el Palacio de Capitanía de la plaza Weyler, cuyas obras había ordenado iniciar él mismo dos años antes sobre un proyecto del ingeniero militar Tomás Clavijo y Castillo-Olivares. 789

Fuerzas[editar]

Guion del Mando de Canarias.












Francisco de Andía Irarrazábal y Zárate, I marqués de Valparaíso (Santiago de Chile,12​ 1576 - Madrid5 de octubre de 1659) fue un noble y hombre de estado español.

Biografía[editar]

Fue hijo de Francisco González de C'Andía-Irarrázabal y Martínez de Aguirre, militar destacado en la conquista de Perú y de Chile, y de Lorenza de Zárate y Recalde.34
Participó con el grado de maestre de campo en la toma de La Mamora en 1614,5​ fue veedor general de los tercios de Flandes entre 1615-17 en la guerra de los ochenta años y posteriormente gobernador de la infantería de Andalucía.
En 1625-26 viajó a Canarias por orden de Felipe IV con el título de veedor y reformador; de su gestión en las islas resultó la restitución del cargo de capitán general de Canarias, que había sido suspendido en 1590. A su regreso a la península el barco en el que viajaba fue atacado por los moros, que le mantuvieron cautivo durante seis meses.6​Consejero de estado en 1626,7​gobernador de Orán entre 1628-32,8​ virrey de Navarra entre 1634-379​ y capitán general de Galicia entre 1638-42.
Caballero de la orden de Santiago de la que fue trece, obtuvo los títulos de vizconde de Santa Clara de Avedillo en 1628 y marqués de Valparaíso en 1632.









Jerónimo de Benavente y Quiñones (s. XVII) fue un militar español, gobernador, capitán general de Canarias y presidente de su Real Audiencia.
En 1661 fue nombrado gobernador de Chile, aunque renunció al puesto por circunstancias familiares. En mayo de ese mismo año llegó a Canarias para ocupar la capitanía general de las islas y la presidencia de la Real Audiencia. En el desempeño de sus funciones dispuso la importación de grano para paliar la escasez de provisiones y ejecutó la leva de un tercio de infantería destinado a servir en el ejército de Extremadura en la guerra contra Portugal.
Acusado de actuar arbitrariamente, de extender su jurisdicción más allá de sus competencias y de favorecer a la Compañía de Canarias (compañía inglesa que monopolizaba el comercio del vino), fue suspendido de su empleo por Felipe IV.







Diego Vicente María de Cañas y Portocarreroduque del Parque (Valladolid, 1751 – Cádiz, 1824; conocido generalmente por su segundo nombre de pila, pero que figura a veces con el de Diego), fue un noble, militar, diplomático y político español. Combatió contra los franceses en la Guerra de la Independencia, hallándose al mando del Ejército de la Izquierda en las batallas de TamamesCarpio y Alba de Tormes (1809). Entre otros cargos públicos, fue ministro plenipotenciario en San Petersburgo (1798), capitán general de Castilla la Vieja (1809), presidente de la Real Chancillería de Valladolid (1815), embajador electo en Viena y en París (1815), consejero de Estado (1819) y presidente del Congreso de los Diputados (1822).

Primeros años[editar]

Nació en Valladolid el 24 de mayo de 1751,12​ vástago de una familia aristocrática de tradición militar y cortesana. Recibió el bautismo al día siguiente en la iglesia parroquial de San Miguel, y se le impusieron los nombres de Diego Vicente María.1
Fue hijo de Manuel Joaquín de Cañas y Trelles (1716-1791), VIII marqués de Vallecerratogrande de España, IV príncipe de la Sala de Partinico y VI duque del Parque, no­tario mayor del reino de León, patrono del Colegio Mayor de Cuenca en Salamanca, alguacil mayor de la Inquisición de Valladolid y alférez mayor (jure uxoris) de los Peones de Castilla, natural de Oviedo, y de Agustina María Portocarrero y Maldonado (1734-1764), III marquesa de Castrillo y de Villavieja, III condesa de Belmonte, nacida en Salamanca.2345
Aunque tuvo cinco hermanas, fue el único hijo varón del matrimonio. Como primogénito, había de suceder en las citadas dignidades hereditarias después de los días de sus padres.2
Su padre era también teniente general y sirvió muchos años en Palacio como gentilhombre de cámara del rey Carlos III, y de manga de sus tres hijos menores: los infantes Don GabrielDon Antonio Pascual y Don Francisco Javier, de quienes se encargó como teniente de ayo, gobernador de su cuarto y superintendente de sus haciendas.5
Vicente inició su carrera militar con 19 años como cadete de un regimiento de Infantería. Pocos años después —aún joven— empezó a servir en Palacio, como su padre, e ingresó en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, de la que fue elegido subdirector en 1789.1
El 3 de noviembre de 1791 el rey Carlos IV le confirió el empleo de coronel, y el encargo de fundar el Regimiento de voluntarios de Infantería Ligera de Tarragona, con la misión de vigilar la frontera catalana, y que se ins­taló en Barcelona al año siguiente. Al mando de esta unidad, sostuvo varias campañas en los Pirineos contra fuerzas de la República Francesa durante la Guerra del Rosellón, siendo premiado con el ascenso a mariscal de campo el 12 de abril de 1794.31​ En estas acciones, los voluntarios de Tarragona se ganaron, por su valor, el respeto del enemigo, y por el color de su uniforme, el sobrenombre de les Rouges.6
Alcanzó el empleo de teniente general el 13 de junio de 1798.3

Misión en San Petersburgo y Dresde[editar]

El 13 de junio de 1798 fue nombrado embajador cerca del emperador Francisco II, pero tres meses después se mudó este nombramiento por el de ministro plenipotenciario en San Petersburgo, ambos a designación del secretario Urquijo.7
Partió con credenciales del rey Carlos IV para el zar Pablo I, pero llegado a París el 1.º de enero de 1799, tropezó con las reticencias del Directorio francés ante un diplomático amigo enviado a un país hostil.3​ Las trabas de las autoridades le obligaron a demorarse en París al menos hasta marzo.8
Desde Madrid se le ordenó viajar a Dresde, donde se hallaba en abril de 1799, para explorar en la corte de Federico Augusto III la posibilidad de un matrimonio del príncipe de Asturias con una princesa sajona: misión oficiosa que simultanearía con la oficial ante el zar. Tras una breve estancia en San Petersburgo, a finales de 1799 regresó a Dresde, donde se hallaba de nuevo en septiembre de 1800.3
En 1802 fue relevado al frente de la legación en Rusia y pasó a Amberes, desde donde solicitó en vano volver a España. El ministerio, que no deseaba tener en la corte a un declarado partidario del príncipe de Asturias, le envió a París, donde sería vigilado por el embajador Gravina. Se le autorizó a regresar a España el 1.º de noviembre de 1804.3

Abdicaciones y Junta de Bayona[editar]

A principios de 1808, el duque del Parque era teniente general, capitán de la tercera compañía del Real Cuerpo de Guardias de Corps y gentilhombre de cámara del rey Carlos IV, con ejercicio y servidumbre. Gozaba de bastante predicamento en la corte y era declarado partidario del príncipe Fernando. Por entonces aconsejó al rey que acudiera a Bayona de Francia para entrevistarse con Napoleón. Lo que daría ocasión, en mayo de dicho año, a las abdicaciones que entregaron la corona de España a José Bonaparte.4
En marzo, vio cumplidos sus anhelos políticos cuando el Motín de Aranjuez provocó la caída de Godoy y el ascenso al trono de Fernando VII. Poco después viajó a Bayona en el séquito del nuevo rey, quien allí le designó su representante personal para cumplimentar al gran duque de Berg, cuñado de los Bonaparte. Comisión análoga a la que desempeñaron con el emperador otros tres grandes de España: el duque de Frías, el conde de Fernán-Núñez y el duque de Medinaceli.9
Fue uno de los 38 nobles —y uno de los diez grandes— que tomaron parte en un simulacro de Cortes que se llamó Junta de Bayona. Reunida del 15 de junio al 7 de julio de 1808, debatió y aprobó con pocas modificaciones el proyecto de Constitución preparado por el Corso.10
Respecto al texto de la Constitución de Bayona propuesto a la Junta, Parque rehusó emitir el dictamen que se le requería, manifestando «que habiéndome dedicado exclusivamente al estudio del arte militar que profeso, carezco de los conocimien­tos necesarios para juzgar la Constitución de un Estado».411
También figuró entre los firmantes de una proclama destinada a contener los movimientos de insurrección que se propagaban por España, en la que se exponía la necesidad de someterse a la fuerza de los hechos consumados.4

Al servicio de José Bonaparte[editar]

El 3 de julio de 1808 juró fi­delidad a dicha Constitución y al rey José I,4​ quien cuatro días después le confirmó como capitán de su guardia de corps.12​ Mientras que otros guardias, disconformes con la usurpación, abandonaban el cuerpo o pedían ser separados del mismo.4
Tal como había hecho en Bayona por orden de Fernando VII —pero ahora obedeciendo al rey José—, en diciembre acudió a Chamartín de la Rosa a ponerse a las órdenes del gran duque de Berg, que llegaba a Madrid al mando del 1.er Cuerpo del Ejército francés acompañado por el mariscal Moncey y el general Dupont. El día 31, instalado ya el gran duque en su cuartel general, el duque del Parque le hizo entrega de la espada de Francisco I.9

Guerra de la Independencia[editar]

Avanzada la Guerra de la Independencia, depuso el tibio afrancesamiento que había profesado hasta entonces. Tras la batalla de Bailén se abstuvo de seguir al rey intruso en su retirada hacia el Ebro y se pasó a las filas nacionales.1
En su deserción del bando francés le acompañó otro teniente general: Pedro Rodríguez Laburia. A principios de marzo de 1809, ambos se pusieron a las órdenes del general García de la Cuesta, que estaba reorganizando el ejército de Extremadura. La Junta patriótica de Extremadura no vio con buenos ojos estas incorporaciones, y comunicó a Cuesta que «Los tenientes generales destinados al ejército de esta Provincia, el Duque del Parque y Don Pedro Rodríguez Laburia, no gozan de la más favorable opinión pública a vista de la conducta que han observado con los franceses: el primero en Bayona y Madrid y el segundo a la entrada de ellos en el Reyno.»13
Pese a ello, se le dio el mando de la 1.ª división de dicho ejército, con la que tomó parte en la batalla de Medellín contra el ejército del mariscal Víctor. El resultado de esta batalla fue desastroso para los nacionales, pero el duque del Parque jugó un buen papel defendiendo la posición de Mesas de Ibor, y fue elogiado así por Cuesta: «En realidad todas las tropas que mandó el duque del Parque aquel día con su acostumbrada serenidad y pericia, hicieron olvidar las pasadas derrotas y dispersiones».13

Ejército de la Izquierda[editar]

En junio de 1809, la Junta Central le nombró capitán general de Castilla la Vieja, con sede en Ciudad Rodrigo, y le dio el mando del Ejército de la Izquierda.1
En otoño consiguió dos importantes victorias contra las tropas franceses: la primera y más importante el 8 de octubre en Tamames (Salamanca), donde derrotó al ejército del general Le Marchand, lo que permitió recuperar Salamanca y comprometer el dominio francés en Castilla la Vieja. Y una segunda, más dudosa, en Carpio (Valladolid), donde venció al general Kellermann el 23 de noviembre.
En Carpio tuvo noticia de la gran derrota infligida en Ocaña por el mariscal Soult al general Aréizaga, que mandaba el Ejército de La Mancha. Decidió retirarse hacia Salamanca,14​ pero tres días después sufrió una severa derrota a manos de Kellermann en la Alba de Tormes. Durante la retirada, gran parte de las tropas españoles huyeron a la Sierra de Francia. Reuniendo los restos de su ejército, el duque del Parque se unió a las fuerzas del de Alburquerque en Puente del Arzobispo, donde entraron en combate el 8 de agosto de 1809.4
Después de la Batalla de Puente del Arzobispo empezó a perder la confianza de la Junta Central, y fue destituido en enero de 1810. A raíz de ello se instaló en Cádiz, desde donde escribió dos cartas a Fernando VII defendiendo su comportamiento militar.1

Gobierno de las Canarias[editar]

En febrero de 1810 fue nombrado gobernador y capitán general de las Canarias. Allí prota­gonizará algunos incidentes con el general Pedro Ro­dríguez Laburia, quien había sido designado como su sucesor tras solicitar, él mismo, el relevo en el mes de junio, y al que negará permiso para desembarcar en octubre de 1810, al descubrir algunos enfermos sospechosos, estableciendo un cordón sanitario entre el puerto de Santa Cruz y La Laguna, debiendo ser la Audiencia quien pusiera fin al contencioso, dictami­nando a favor de Laburia.4
La cuestión de la confianza en el duque del Parque fue tratada en una sesión extraordinaria y secreta de las Cortes de Cádiz, celebrada en la noche del 21 de noviembre de 1810. Se leyó una representación, que este había elevado a las Cortes vía Consejo de Regencia y Ministerio de la Guerra, quejándose de que se hubiera puesto en duda su honorabilidad por haber estado en Bayona al formarse la Constitución del Rey intruso, y solicitando ocasión para justificar su conducta y hacer manifiesto que no había desmerecido la confianza pública, lo que podía paralizar su viaje a las Canarias como capitán general. Tras una larga deliberación, las Cortes acordaron contestar al Consejo de Regencia que el duque del Parque podía proseguir su viaje a las Canarias, y no haber motivo para dudar de su lealtad y honorabilidad.15

Ejército Tercero[editar]

En su reforma del 4 de diciembre de 1812, en la cual reducen los seis ejércitos a cuatro de operaciones y dos de reserva, el Consejo de Regencia le nombra general en jefe del Ejército Tercero y capitán general de Jaén y Granada.

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