jueves, 1 de julio de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XIII EN ESPAÑA

El Llibre dels feits o Llibre dels feyts (en idioma valenciano moderno, Llibre dels fets), de título completo Llibre dels feits del rei en Jaume (traducible en castellano como Libro de los hechos del rey Jaime), también denominado Crónica de Jaime I, es la primera de las denominadas cuatro grandes crónicas de la Corona de Aragón. Parece ser que la conquista de Mallorca (1229) impulsó su redacción. Jaime I murió en 1276, por lo que la obra debía de estar prácticamente acabada poco antes (1274). No obstante, las copias que han llegado hasta nuestros días son posteriores (el manuscrito más antiguo conservado es de 1343).

Llibre dels feits

Peculiaridades[editar]

El título es significativo ya que no se trata de una crónica sino de un «libro de hechos». Los estudios realizados en la década de 1980 llegan a la conclusión de que se trata de un libro que no pertenece a ningún género conocido y que está fuertemente influido por el lenguaje oral: está redactado desde la oralidad. El autor (Jaime I) no lo escribe, lo dicta. Jaime I era illiteratus, no sabía escribir, aunque era un hombre culto.

... I diu Mon Senyor San Jaume que la fe sense obres, morta es. Aquesta paraula va voler complir Nostre Senyor en els nostres fets...1

Estructura[editar]

La crónica narra, de forma autobiográfica, la vida y las gestas más importantes del rey, especialmente las conquistas de Mallorca2​ y Valencia. La historia empieza con su nacimiento y termina con su muerte (de 1208 a 1276). Alguien propuesto por él realizó el prólogo y el epílogo. Tanto por la erudición como por su perfección estilística, este prólogo debió de ser realizado por alguien de cultura superior y después de la muerte del monarca.

El conquistador fue muy explícito al expresar la finalidad de sus «memorias»:

E per tal que los hòmens coneguessen, quan hauríem passada aquesta vida mortal, ço que nós hauríem fet [...] e per dar eximpli a tots los altres hòmens del món... (es para que los hombres conozcan, cuando ya hayamos pasado de la vida mortal, lo que nosotros hemos hecho [...] y para dar ejemplo a todos los otros hombres del mundo).

Argumento[editar]

El contenido de este libro se puede dividir en cuatro partes diferentes:

  • Entre 1208 y 1228: se explican un conjunto de pequeños conflictos que tuvieron lugar durante su edad más tierna, mientras los templarios se ocupaban de su formación (el engendramiento casi milagroso de Jaime I, la muerte de Pedro II de Aragón en Muret y la boda de Jaime con Leonor de Castilla entre otros).
  • De 1229 a 1240: es la parte más entretenida del Llibre dels fets. Narra la conquista de Mallorca. Sería el primer paso en el destino de la Corona de Aragón. Posteriormente llegaría la conquista de Valencia. En el libro se intenta demostrar que todos estos hechos pudieron ser llevados a cabo por el rey gracias a que contaba con el favor divino.
  • De1240 a 1265: los hechos narrados son menos dinámicos. Narra los conflictos con los sarracenos rebeldes de Valencia.
  • De 1265 a 1276: vuelve el dinamismo y las narraciones bélicas, de nuevo contra los sarracenos. Tiene lugar la reconquista de Murcia. Además, aparecen numerosos episodios de política interna que pretenden justificar sus actos. Los últimos capítulos, que narran la enfermedad que llevó a la muerte de Jaime I, fueron redactados por alguna otra personalidad que quiso incorporar la muerte del monarca a la crónica.

Respecto a la colaboración con Alfonso X, rey de Castilla, en la conquista de Murcia, la justificó diciendo:

La primera cosa per Deu, la segona per salvar Espanya, la terça que nos e vos haiam tan bon preu e tan gran nom que per nos e per vos es salvada Espanya.

Lenguaje y estilo[editar]

La intención didáctica y justificaba el sentimiento religioso que se refleja a lo largo de toda la crónica. El rey, a quien le gusta aparecer como un héroe de epopeya, no siempre hace historia militar y política, sino que muchas veces nos muestra los pequeños hechos de su vida y los rincones más íntimos de su personalidad.

Se utiliza un lenguaje vivo y popular (refranes, dichos y expresiones coloquiales, utilización de la primera persona del plural...) y muestra la lengua propia de los distintos personajes: en especial la mozarabía cristiana que pervivía bajo el dominio musulmán en el Reino de Valencia, valencianoaragonés y occitano.

Lengua y lenguaje son un reflejo de su misión legisladora que en los fueros del Reino de Valencia.






Loores de Nuestra Señora es un poema mariano medieval en lengua castellana del mester de clerecía compuesto por Gonzalo de Berceo.

El poema está compuesto en su habitual cuaderna vía de versos alejandrinos. El tema del texto es la historia de la caída y la redención del género humano y el papel en esta última de la Virgen. Según su estudioso y editor Brian Dutton, los Loores son probablemente la sexta obra de las diez existentes de Berceo y cree que se compuso entre 1237 y 1245, tal vez hacia 1242, cuando tendría unos 44 años.12

Ediciones[editar]

El poema se imprimió por vez primera en el siglo XVIII, en la edición que hizo Tomás Antonio Sánchez (1780) de los poemas de Berceo, y en el siglo XIX en el tomo LVII de la Biblioteca de Autores Españoles, donde Florencio Janer añadía poco a Tomás Antonio Sánchez. En época moderna ha sido editada por Brian DuttonEl duelo de la Virgen; Los himnos; Los loores de Nuestra Señora; Los signos del Juicio Final (en Obras completas, III, Londres: Támesis, 1975). Posterior es la de Nicasio Salvador Miguel (en Gonzalo de Berceo, Obra completaIsabel Uría (coord.), Madrid, Espasa-Calpe, 1992).







Los siete infantes de Lara (o de Salas) es una leyenda conocida a partir de textos conservados en crónicas medievales, cuyo testimonio más antiguo figura en la versión ampliada de la Estoria de España compuesta durante el reinado de Sancho IV de Castilla, antes de 1289, que fue editada por Ramón Menéndez Pidal con el nombre de Primera Crónica General.1​ A partir del relato de las crónicas (también figura en la Crónica de 1344 o Segunda Crónica General y en una interpolación a la Tercera Crónica General cuya copia data de 1512) Ramón Menéndez Pidal encontró indicios de la existencia de un antiguo cantar de gesta desaparecido que reconstruyó parcialmente y dató hacia el año 1000, y que sería, junto con el Cantar de mio Cid y el Poema de Fernán González, uno de los más importantes cantares de gesta de la literatura castellana y el ejemplo más primitivo de épica española. La tradición ha elaborado la leyenda también en el romancero.

Los infantes de Lara eran hijos de Gonzalo Gustioz (o Gustios) y Sancha Velázquez, mejor conocida como «Doña Sancha». La historia gira en torno a una disputa familiar entre la familia de Lara y la familia de Ruy Velázquez y su hermana Doña Sancha. El motivo más destacable es el de la venganza, principal motor de la acción.


Portaleyo de Gonzalo de Berceo en el Monasterio de San Millán de Suso, con los que pasan por ser los sarcófagos de los siete infantes de Lara de la leyenda.

Descripción de la leyenda[editar]

Según la versión transmitida por la leyenda contenida en la versión sanchina de la Estoria de España, que podría recoger un antiguo cantar de gesta compuesto hacia el año 990, en el transcurso de las bodas entre Doña Lambra —natural de Bureba— y Rodrigo Velázquez de Lara, más conocido como Ruy Velázquez, y también llamado Roy Blásquez —hermano de Doña Sancha, madre de los infantes—, se enfrentan los familiares de la novia con los de Lara. De ese enfrentamiento resulta muerto Álvar Sánchez, primo de Doña Lambra, a manos de Gonzalo González, el menor de los siete infantes de Lara.

Almanzor muestra las cabezas de los siete infantes a su padre Gonzalo GustiozGrabado de Otto Venius, del siglo XVII.

Más adelante Gonzalo González es visto por Doña Lambra mientras se baña en paños menores, suceso que Doña Lambra, al considerarlo como una provocación sexual a propósito, interpreta como una grave ofensa. Doña Lambra, aprovechando este lance para vengar la muerte de su primo Álvar Sánchez, que no ha sido satisfecha aún, responde con otra afrenta al ordenar a su criado arrojar y manchar a Gonzalo González con un pepino relleno de sangre, ante la risa burlesca de sus hermanos. Gonzalo reacciona matando al criado de Doña Lambra, que había ido a refugiarse bajo la protección del manto de su señora, que queda asimismo salpicado de sangre.

Estos sucesos provocan la sed de venganza de Doña Lambra. Por ello, su marido Ruy Velázquez urde un plan por el que Gonzalo Gustioz, señor del enclave de Salas, es enviado a Almanzor con una carta cuyo contenido indica que sea matado el portador de la misiva. El padre de los infantes desconoce el contenido de la carta porque está escrita en árabe. Almanzor se apiada de Gonzalo Gustioz y se limita a retenerlo preso, pues considera excesivo el sufrimiento de su cautivo, que es aliviado por una hermana del propio Almanzor. De ambos nace un hijo llamado Mudarra, quien más adelante será adoptado por Sancha Velázquez, su abuela. Años más tarde este hijo, aunque bastardo, vengará, matando a Ruy Velázquez, el crimen cometido a sus hermanastros, ya que los siete hermanos de Lara habían sido dirigidos hacia una emboscada ante tropas musulmanas en la que, a pesar de su valía guerrera, son decapitados y sus cabezas remitidas a Córdoba por órdenes de su tío Ruy Velázquez. Allí serán contempladas dolorosamente por su padre Gonzalo Gustioz en uno de los plantos más emotivos de toda la epopeya castellana.2

El anillo de Gonzalo Gustios o anillo de Mudarra[editar]

En la prosificación del cantarGonzalo Gustios finalmente es liberado. Justo antes de partir, la hermana de Almanzor, que durante el cautiverio se había acostado con Gonzalo Gustioz, le comunica que está embarazada de él (el niño será Mudarra). Gonzalo Gustioz ve aquí una posible vía para vengarse de Ruy Velázquez, así que toma un anillo y lo rompe en dos pedazos, dándole una parte a ella y quedándose él con la otra mitad. Mudarra recibe este medio anillo como herencia, siendo posteriormente reconocido por su padre Gonzalo al juntar las dos partes y ver que encajan perfectamente. En la prosificación del cantar de la Crónica de 13443​ o Segunda Crónica General, Gonzalo Gustioz queda ciego con el paso de los años, y al juntar el anillo se produce un milagro: él recupera la vista y el anillo queda unido permanentemente. En opinión de Ramón Menéndez Pidal, la trama secundaria del anillo y su uso para el reconocimiento de padre e hijo, es una de las muchas pruebas del origen germánico de la épica española.

Un probable cantar de gesta perdido[editar]

Las prosificaciones de la leyenda existentes en las crónicas alfonsíes utilizaron como fuente un cantar de gesta, hipótesis que se deduce de la abundancia de rimas asonantes y otros rasgos de estilo propios de la literatura épica que permanecen en la prosa de los relatos cronísticos. La existencia de un Cantar de los siete infantes de Lara perdido concita el consenso de los filólogos, pues los versos de la epopeya no fueron excesivamente alterados. De ahí que se hayan podido escribir reconstrucciones bastante fiables a lo que pudo ser el cantar original. Respecto a esto, Mercedes Vaquero ha rastreado señas de oralidad en los textos prosificados, lo que indicaría que en algún momento hubo un cantar que fue recitado, entonado o cantado.4

El Cantar de los siete infantes de Lara o de Salas tiene como marco temporal una situación histórica que remite a la Castilla de hacia 990, lo que ha servido para datar el poema, si bien no toda la crítica acepta que el Cantar fuera compuesto hacia el año 1000, al objetarse que antecediera a los grandes ciclos de la épica francesa, de la que podría ser deudor.

A este respecto, Carlos y Manuel Alvar hacen notar que muchos de los motivos del Cantar de los infantes de Lara primitivo se relacionan más con los de la epopeya escandinava y germánica (como el Cantar de los nibelungos) que con los de los cantares de gesta románicos. Entre ellos destacan la importancia de los vínculos sanguíneos, la crueldad de las venganzas como modo de imponer una justicia individual no apoyada en instituciones sociales ni en un corpus de derecho, o la agresividad de las relaciones pasionales, que conllevan una importante carga sexual. Erich von Richtofen, en sus estudios sobre este poema épico ha advertido numerosas analogías con la epopeya del centro y norte de Europa,5​ en particular afirma que la épica de los infantes de Lara, además de tener multitud de elementos y motivos originales castellanos, tiene muchos puntos en común con la saga de Thidrek: «la deshonra de Odila y el plan de venganza de su esposo Sifica; el concierto de éste con su amigo el gobernador; el viaje de Fridrek y de sus seis compañeros; la emboscada que les tiende el gobernador en la que hallan la muerte los siete caballeros de Wilzemburgo; además de detalles prestados a los episodios de la muerte de los harlungos Edgardo y Aki con su amo Fritila, el tema de los cráneos enviados al padre y el de la venganza del hijo de Hogni».6

Según Ramón Menéndez Pidal el poema tuvo diversas versiones, algunas muy posteriores a la original. El nombre del cantar sería Los siete infantes de Salas, puesto que no se menciona el nombre de «Lara». En él Doña Lambra está casada con Ruy Velázquez. Este estudioso no asevera que todos los personajes sean históricos. Como elementos poéticos incluye a la infanta mora y el vengador Mudarra.7

Alan Deyermond señala que el trasfondo argumental trasluce motivos universales y habituales del folclore, como la carta que ordena la muerte del mensajero (lugar común coincidente con el de Hamlet), el amor de una joven por el prisionero hecho cautivo por su hermano o la ascendencia misteriosa del protagonista.8

El crítico anglosajón aprecia que el Cantar de los siete infantes de Lara o Salas reúne un gran valor por la antigüedad y prioridad en su género y por cuanto refleja la que sería la edad heroica del nacimiento y formación de Castilla, periodo que es a su vez el momento de la gestación de la épica en los pueblos. Además, ensalza la enérgica pintura de algunos pasajes, como aquel en que Mudarra amenaza a Doña Lambra y esta intenta buscar protección:

La mala de doña Lambra para el conde ha adeliñado
en sus vestidos grandes duelos, los rabos de las bestias tajados;
llegado ha a Burgos, entrado ha en el palacio,
echose a los pies del conde e besole las manos:
«¡Merced, conde señor, fija so de vuestra prima!
[de] lo que Rodrigo fizo yo culpa non habría,
e non me desamparedes, ca pocos serían los mis días».
El conde dixo: «¡Mentides, doña alevosa sabida!
ca todas estas traiciones vos habedes bastecidas;
vos de las mis fortalezas érades señora e reína.
Non vos atreguo el cuerpo de hoy en este día;
mandaré a don Mudarra que vos faga quemar viva
e que canes espedacen esas carnes malditas,
e, por lo que fezistes, el alma habredes perdida».

Influencia en la literatura oral y escrita[editar]

Romance manuscrito de los siete infantes de Lara. Biblioteca Nacional de la República Argentina

El cantar de los Siete Infantes de Lara, a pesar de que no se pudo conservar en ningún manuscrito (aunque Ramón Menéndez Pidal y, en menor medida, Erich von Richthofen reconstruyeron muchos de sus versos), ha tenido una gran influencia en la literatura posterior. Una lista no exhaustiva es la siguiente:

Sarcófagos y sepulcros[editar]

La exhibición de reliquias de los siete infantes de las leyendas y obras literarias ha sido, desde antiguo, empeño de varios monasterios, pues la vinculación con prestigiosos héroes (ya fueran reales o ficticios) proporcionaba a estos establecimientos eclesiásticos un aumento de los recursos económicos y los peregrinos atraídos por los mismos. Así, los pretendidos sarcófagos de los siete infantes de Lara se muestran en el Monasterio de San Millán de Suso, aunque los restos que pretenden ser los de los hermanos asesinados han sido disputados por otros monasterios, como el de San Pedro de Arlanza; también la iglesia de Santa María de Salas de los Infantes afirma guardar sus cabezas, y exhibió mucho tiempo siete cráneos que eran tenidos por los de los siete hermanos; por otro lado, en la Catedral de Burgos se dice que se halla el sepulcro de Mudarra. La disputa por la posesión de reliquias de célebres héroes, conocidos legendariamente, ha sido habitual desde la Edad Media hasta nuestros días.

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