martes, 7 de enero de 2020

HISTORIA DE ESPAÑA

HISTORIA ANTIGUA - SIGLO V

Flavio Merobaudes (latínFlavius Merobaudes) (fl. 432-446) fue un militarrétor y poeta hispanorromano del siglo V. Distinguido por el emperador Valentiniano III y por Aecio, del que fue íntimo colaborador y al que dedicó buena parte de su obra poética, incluyendo dos espléndidos panegíricos que solo se han conservado en parte. En 443 combatió con éxito a la bagauda en la provincia Tarraconense.
Otro Merobaudesmagister militum y cónsul en 377 y 383, que vivió en la segunda mitad del siglo IV, casi con seguridad fue antepasado suyo.

Según el galo Sidonio Apolinar,4​ era natural de la Bética, se trasladó a Rávena y le fue erigida una estatua en el Foro de Trajano por voluntad del emperador y el pueblo romano. Como Hidacio lo llama natu nobilis, es probable que fuera descendiente de su homónimo el magister militum y dos veces cónsul Merobaudes, de origen franco. La estatua le fue erigida el 30 de julio de 435, pues su peana e inscripción fueron descubiertas en 1813.5​ Ese mismo año fue nombrado senador como recompensa por uno de sus primeros panegíricos en honor de Aecio, probablemente el compuesto en el año 432 que no se ha conservado. La inscripción de su estatua nos permite saber que era vir spectabilis (un rango elevado dentro del orden senatorial) y que desempeñó el cargo de comes sacri consistorii (miembro del consejo imperial) en la corte de Rávena.
Con ocasión de la campaña emprendida por Aecio en 430 y 431 contra los alamanes jutungos y la represión de una revuelta en el Nórico, Merobaudes obtuvo fama de buen comandante militar, combatiendo en los Alpes, probablemente contra los bagaudas alpinos.6​ Es posible que entre 435 y 439 obtuviera el patriciado de manos del emperador oriental Teodosio II, quizá con ocasión de la visita de Valentiniano III a Constantinopla para su matrimonio con la hija de Teodosio, Licinia Eudoxia (29 de octubre de 437). En 438/9 estaba en Salona (DalmaciaIliria), puede que de vuelta de su viaje a Constantinopla, y allí celebró la victoria de Aecio sobre los godos en la batalla de Mons Colubrarius (438). El primero de los panegíricos conservados fue declamado probablemente en el año 439.
En el año 443, Merobaudes sucedió a su suegro Asterio como magister utriusque militiae en Hispania, combatiendo con éxito contra los Bagaudas del valle del Ebro, en la Tarraconense, y derrotándolos en ese mismo año en Araciel (entre Corella y Alfaro). Sin embargo, fue casi inmediatamente reclamado a Italia por el emperador Valentiniano, a causa de algunas intrigas urdidas en su contra, por lo que la amenaza bagauda siguió constituyendo un problema hasta la campaña del visigodo Frederico, hermano de Teodorico II, en 454. El obispo Hidacio registró estos hechos en su crónica contemporánea, recordando asimismo el prestigio de Merobaudes como poeta y orador, y la erección de una estatua en su honor.7

Obra[editar]

Hasta el siglo XIX lo único que se conservaba de su obra era un breve poema (30 hexámetros) sobre Cristo (De Christo), que también ha sido atribuido a Claudiano o a algún autor desconocido. Sin embargo, en 1823 el erudito alemán Barthold Georg Niebuhr descubrió parte de sus obras en ocho folios palimpsestos del Codex Sangallensis 908, un diccionario de términos latinos en bastante mal estado que se encuentra en el monasterio de San GaloSuiza, justo al sur del lago de Constanza. Fechado aproximadamente en el año 800, las páginas en cuestión procedían de un manuscrito del siglo V o del VI, que por desgracia fueron cortadas para reducir su tamaño original de 260 por 160 milímetros a las dimensiones del nuevo libro, 200 por 135.
Por consiguiente, todo lo que se pudo recuperar fueron cuatro poemas breves —uno de ellos una felicitación en endecasílabos por el cumpleaños de Flavio Gaudencio, el hijo de Aecio— y los fragmentos de dos extensos panegíricos dedicados al propio Aecio en 439 y 446: aproximadamente cien versos en el primer caso, y unos doscientos versos en el segundo. Niebuhr editó todos estos textos en Fl. Merobaudis carminum oratonisque reliquiae ex membranis Sangallensibus (Bonn, 1824).







Agrestio fue obispo de Lugo, en el reino suevo, en el siglo V.
La primera mención histórica sobre este prelado es la que su contemporáneo el obispo Hidacio incluyó en su "Cronicón", donde relata lacónicamente que en el año 433 «En el convento lucense son ordenados obispos Pastor y Siagrio, contra la voluntad de Agrestio, obispo de Lugo».1​Se ha especulado con la posibilidad de que la consagración no se ajustase a los cánones,2​ que Pastor y Siagrio fueran priscilianistas3​ o que fueran ortodoxos y sus diferencias con Agrestio estuvieran motivadas por ser éste partidario de la coexistencia con los priscilianistas.4
También consta la asistencia de Agrestio al concilio celebrado en Orange el año 441.5​Se le supone autor de un poema titulado "De fide", dirigido al emperador Avito.







Antonino de Mérida o simplemente Antonino fue obispo de Mérida entre los años anteriores al 445 hasta después del año 448. Al desconocerse el año de fallecimiento de su predecesor Gregorio ni tampoco el primer año de pontificado de Antonino, no se sabe si entre estos dos prelados hubo algún otro o no. Tampoco Tomás Tamayo tiene noticias de este obispo en «Apospasmation de Rebus Emeriténsibus» ni tampoco Moreno de Vargas en su «Historia».1
El nombre de «Antonino» aparece en el «Chronicon» de Idacio hacia el año 445 al referir los sucesos de los herejes maniqueos y priscilianistas que se refugiaron en Astorga. Estos fueron descubiertos y juzgados por Santo Toribio y por el obispo Idacio que fue quien puso estos sucesos por escrito y lo remitió al obispo de Mérida «Antonino» según el siguiente escrito:
«In Asturicensi urbe Gallaciae quidam ante alliquot annos latentes Manichaei gestis Episcopalibus deteguntur, quae ad Idatio at Toribio Episcopis, qui eos audieram, ad Antoninum Emeritensem Episcopus directa sunt.»
«En Astorga, ciudad de Galicia, son descubiertos ciertos maniqueos que hacía algunos años permanecían ocultos, instruyéndose al efecto diligencias episcopales, que los obispos Idacio y Toribio, que los habían juzgado, remitieron a Antonino, obispo de Mérida.» 2
Esto demuestra que Antonino era obispo de Mérida y que le pusieron sobre aviso ya que Antonino también era obispo de «La Lusitania» que, al lindar con Galicia, temieron que la herejía se extendiera a la iglesia de Antonino. El propio Idacio escribe en su «Chronicon» en el año 448 que un hereje maniqueo llamado Pascencio, natural de Roma fue cogido por Antonino en Mérida. Idacio dice: «Pascentium quemdam urbis Romae, qui de Asturica diffugerat, Manichaeum, Antonius Episcopus Emeritae comprehendit».3​El obispo Antonino oyó a Pascencio, examinó la causa y decidió expulsarlo de su provincia tal como indica el propio Idacio en un escrito posterior: «Auditoque etiam de Provincia Lusitania facit expelli. anno 448». En este escrito se comprueba que Antonino actuó no solo como obispo de Mérida sino como cabeza de su «provincia eclesiástica».







Gregorio de Mérida o simplemente Gregorio fue obispo de Mérida entre los años 410 y 420. La memoria de este obispo junto con la de su antecesor «Patruino» están en la carta que el papa San Inocencio por la que se conocen tres cuestiones: En primer lugar que Gregorio fue obispo de la diócesis de Mérida; en segundo lugar, que fue sucesor Patruino en esa sede y en tercer lugar que Gregorio tuvo alguna querella que el papa San Inocencio consideró digna de ser puesta en conocimiento de los obispos que se reunieron en Sínodo. Según Enrique Flórez fueron los envidiosos del honor de Gregorio los que desencadenaron la querella, además de desear la sede emeritense que tenía. Aunque se dijo que la causa pudo ser el que Gregorio había ejercido previamente la profesión de forense, en los escritos de papa San Inocencio figura la frase «padeció injuria contra su mérito» si bien no se sabe con certeza cual fue la injuria.1

Invasión de los bárbaros[editar]

La invasión comenzó en el año 409, cuando Gregorio ya era obispo de Mérida y llevaba varios años tutelando su iglesia con paz y serenidad. Con la invasión de los alanos sobrevino una gran turbación con guerras, muertes y hambre, durante la cual pasó las noches el obispo Gregorio llorando y rezando ante una situación tan lamentable. Precisamente los bárbaros, al fijarse en el sufrimiento del obispo, se dieron cuenta que ellos tampoco podrían sobrevivir si seguían con su sistema de destrucción total por lo que decidieron pacificarse entre ellos y sortear los territorios que tenían bajo su dominio tocándole en suerte a los alanos las provincias de Mérida y Cartagena. Esta partición ocurrió en el año 411 a la que sobrevivió el obispo Gregorio pero no se sabe cuanto.







Hidacio o Idacio de Chaves (Lemica, actual Ginzo de Limia, provincia de Orense, c. 400 - c. 469) (En latín Hydatius) fue un obispo e historiador hispanorromano.

Nacido en el seno de una familia acomodada de los alrededores de Lemica, una ciudad romana situada cerca de la actual Ginzo de Limia (Orense), en la provincia romana de Gallaecia, viajó de niño (infantulus) a Palestina, donde conoció durante su estancia en Belén a San Jerónimo. Parece que se hizo clérigo en el 416,1​ y se hizo obispo de Aquae Flaviae, la actual Chaves (Portugal), desde el año 427. El desempeño de su cargo coincidió en el tiempo con la llegada de los suevos a Gallaecia, donde se enfrentaron de forma frecuente con los grandes propietarios gallegos de los que Hidacio fue uno de sus principales representantes.
En el año 431 encabezó una delegación a la Galia para solicitar del representante imperial Flavio Aecio ayuda contra los suevos opresores en Gallaecia. Aecio, que utilizaba las luchas entre tribus bárbaras para sostener el entonces debilitado poder imperial, no pudo socorrer a Hispania y fue Hidacio, junto con otros obispos, quien tuvo que mediar entre suevos y gallegos, corría el año 433.2

Idacio y el priscilianismo[editar]

En el terreno religioso, fue un importante perseguidor del priscilianismo, doctrina asentada con fuerza en la Gallaecia de entonces, y colaboró con el obispo de Astorga Toribio en 445 para perseguirlos.3​ En el 447 convocó un sínodo galaico por orden del papa San León.4​ En 460 permaneció tres meses preso por orden del rey suevo Frumario.

Historiador[editar]

Casi al final de su vida, Hidacio escribió una crónica al estilo de Jerónimo de Estridón y Eusebio de Cesarea, siguiendo en su estilo un modelo muy popular por entonces, consistente en ubicar la historia de la Humanidad en el contexto de una progresión lineal partiendo de la creación bíblica y cuyo final pretendía ser el segundo advenimiento de Cristo. Hidacio escribió sobre los acontecimientos sucedidos entre 379 y 468. Aunque su intención inicial era escribir una crónica universal, lo cierto es que terminó centrándose en los sucesos de Gallaecia, dando una lóbrega visión del siglo V al describir los problemas surgidos a raíz de la herejía priscilianista y de la implantación en el territorio gallego y peninsular de las tribus bárbaras, como los suevos y los visigodos.

Datación cronológica[editar]

Es importante también destacar que, con mucha probabilidad, Hidacio fue el primero en inaugurar una nueva forma de datación cronológica conocida como la Era Hispánica, que tiene como año 1 el 38 a. C., año en el que Augusto da oficialmente por conquistada Hispania.

Reino de los suevos[editar]

Asimismo, Hidacio es la primera fuente escrita que se conserva acerca de los suevos en Gallaecia, de forma que muchas de sus apreciaciones negativas acerca de este pueblo, que él definiría como «nación inicua y enfurecida»", terminarían por fijarse en la historiografía tradicional, que tuvo a este pueblo por violento y destructivo.
Actualmente, historiadores como Casimiro Torres o Reinhart tienden a minimizar esta imagen negativa, relativizándola en el papel que Hidacio tenía como representante de los terratenientes gallegos, enfrentados a los nuevos gobernantes de facto suevos.
También la comparación con otros cronistas de la época, como Orosio, así como los estudios arqueológicos contradicen en parte la visión negativa legada por Hidacio sobre el pueblo suevo.

Hidacio y Orosio ante las invasiones bárbaras[editar]

Coetáneo de Orosio, comparte su formación espiritual en Oriente, donde ambos vieron en su retiro de Belén al erudito Jerónimo de Estridón; pero uno y otro siguieron diferentes caminos, mientras Orosio en su juventud opta la obra filosófica de Agustín de Hipona, Hidacio continúa la Crónica de San Jerónimo. Orosio mira con optimismo a los bárbaros como providencial sostén del Imperio Romano, Hidacio es pesimista, para él los tiempos van empeorando.5
Las primeras noticias que Idacio da de su patria componen un negro cuadro.
Las desolaciones de alanosvándalos y suevos por España (409-410) desencadenaron cuatro mortales plagas: el hierro de los soldados y de los tiránicos exactores de tributos, que consumen todos los recursos del país; el hambre, que llega a extremos de antropofagia; la peste, que siembra cadáveres por todas partes; las bestias feroces, que, avezadas a la carne insepulta, infestan la tierra.

Obras[editar]

Entre sus obras se encuentran:
  • Hydatii Gallaeciae episcopi Chronicon, donde narra las invasiones germanas en el período de 379 a 468. Según Eduardo Manzano Moreno esta obra «es uno de los escasos testimonios que nos cuentan cómo se produjo la caída del Imperio Romano en Hispania». En esa obra vaticinó que el fin del mundo se produciría el 27 de mayo del año 482.6
  • Fasti Idatani (atribuida). Es un catálogo analístico de cónsules y sucesos notorios que más bien parece otra de algún otro autor hispano del siglo siguiente; su denominación deriva de la circunstancia accidental de figurar a continuación del Chronicon en parte de los manuscritos.









San Orencio de Auch, (Huesca, Aragón o el Alto Urgel, ? - Auch, primera mitad del siglo V), en latín Orientius, fue, según la tradición, obispo de Auch. Venerado como santo, su festividad tiene lugar el primero de mayo.
La tradición aragonesa le hace originario de Huesca y hermano de San Lorenzo y, por lo tanto, lo sitúa en el siglo III, cosa imposible desde una perspectiva histórica. Es posible que fuese un santo real, obispo de Auch, pero que alrededor de su figura se tejieran una serie de leyendas que fueron recogidas por Francisco Diego de Aínsa, quien publicó en 1612 Traslación de las reliquias del glorioso pontífice San Orencio ... de Aux a Huesca, su cara y amada patria....
Según esta tradición, Orencio era hijo de Orencio y Paciencia de Huesca, matrimonio que vivía cerca de la ciudad de Huesca, en Lauretum (donde hoy está el Santuario de Loreto), y sería hermano menor del que sería San Lorenzo. Cuando su madre murió, habiendo Lorenzo marchado a Roma, su padre, que tenía el mismo nombre de pila que su hijo, tuvo un sueño donde un ángel le dijo que cogiera a su hijo y lo llevara al otro lado de los Pirineos sin detenerse hasta que la luz que los guiara se apagase.
Ambos Orencio partieron y llegaron a Tarbes, donde la luz desapareció, y allí se establecieron. Al igual que en Huesca, vivieron de las tareas agrícolas hasta que al hijo se le eligió obispo de Auch. Entonces el padre volvió a Huesca.
A partir de aquí historia y leyenda parecen ponerse en parte de acuerdo: gobierna la sede con justicia, destruye santuarios paganos y evangeliza la zona convirtiéndose en apóstol de los vascones.
Cuando el sitio de Toulouse, logró la paz entre visigodos y romanos, y este hecho fue fundamental para que fructificara la posterior coalición contra Atila.
Se conservan 24 salmos atribuidos al santo en un códice de Tours.
Hay tres vidas de santos que asimilan «Or(i)entius», uno de los primeros obispos de Auch, con Orientius, un poeta cristiano de lengua latina del que se ha conservado, principalmente, una especie de largo sermón en dísticos elegíacos titulado por Sigeberto de Gembloux (Viri illustres, § 34) Commonitorium fidelium. Este poema, cuyo primer libro editó el jesuita español Martín Antonio del Río en Amberes en 1600, aunque constaba de dos libros con un total de 1036 versos, alecciona al hombre para que se ponga en guardia contra los obstáculos para su salvación: la mujer («La mujer es la primera causa del mal sobre la tierra»), la envidia, la lujuria, la guerra, la ebriedad, la vanagloria. El texto recoge una mezcolanza de citas de poetas paganos y cristianos. El autor precisa que es galo (III, 184), y que la Galia es en su época dominio de bárbaros.

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