Giscón (Griego: Γισκων) († h. 239 a. C.) es el nombre de varios generales cartagineses de la antigüedad clásica. El más notable de ellos fue el sucesor de Himilcón al mando de la guarnición de la ciudad siciliana de Lilibeo,1 a finales de la primera guerra púnica.
Al finalizar la guerra (241 a. C.), Amílcar llegó a Lilibeo desde Erice al mando de su ejército, acatando la paz a regañadientes. Dejó a Giscón la tarea de enviar las tropas de regreso a África, quien prudentemente las dividió en pequeños destacamentos que debían recibir su salario y ser desmantelados según llegaran.
El Consejo de los Cien, en lugar de seguir los planes de Giscón, esperó a que el ejército completo se hallara reunido en las llanuras africanas para pedir a los soldados que perdonaran las deudas y atrasos que Cartago les debía. La consecuencia fue un motín generalizado que condujo a Cartago a la guerra civil conocida como "La Inexpiable".
Las tropas amotinadas, que ascendían a 20.000, ocuparon la ciudad de Túnez, a sólo 17 km de Cartago. A ella viajó Giscón, que durante la guerra de Sicilia se había hecho muy popular entre los soldados, con plenos poderes para satisfacer todas sus demandas.
Pero esta concesión se produjo muy tarde: los cabecillas de la rebelión, Matón y Spendios, apresaron a Giscón y se apoderaron del dinero y tesoros que éste traía consigo.2 Por entonces los mercenarios habían recibido el apoyo de todos los africanos que se oponían a Cartago, y comenzaron una guerra abierta contra la ciudad.
Las victorias de Amílcar Barca y la fama de clemente que tenía con sus prisioneros, sembraron de dudas a los rebeldes. Hacia el año 239 a. C., temerosos de verse privados del apoyo de sus soldados, Spendios y Matón tomaron una determinación: privar a sus hombres de cualquier esperanza de perdón por parte de Amílcar, haciéndoles cómplices de un tremendo crimen. Llamando a sus tropas a asamblea, alarmándolas con rumores de traición e inflamando sus ánimos mediante arengas, les indujeron a decretar que todos los prisioneros cartagineses fueran condenados a muerte, según la propuesta del galo Autarito. La sentencia fue ejecutada inmediatamente, y Giscón fue asesinado junto a sus compañeros de cautiverio, en un número de setecientos.
Clemencia, magnanimidad o continencia de Escipión son las denominaciones convencionales de un tema artístico muy desarrollado por la literatura, la ópera y las artes plásticas desde el Renacimiento y el Barroco. Está basado en el relato legendario de la toma por el general romano Escipión el Africano de la ciudad cartaginesa de Qart Hadasht (en latín Carthago Nova, la actual Cartagena) el año 209 antes de Cristo.
La toma de Cartagena, episodio clave de la segunda guerra púnica en la península ibérica, se narró por primera vez en las Historiae de Polibio (mediados del siglo II a. C.);1 y se desarrolló posteriormente en la literatura latina (Tito Livio, Floro, Silio Itálico, Apiano, Dion Casio),2 con secuelas hasta el siglo VI. Como tema iconográfico aparece en la pintura del Renacimiento, y continuó siendo muy desarrollado por la pintura de historia hasta el siglo XIX.
Tomando como base el primitivo texto de Polibio, Tito Livio retomó el asunto en su Ab Urbe condita libri (finales del siglo I a. C.).3 El nuevo relato resulta notablemente ampliado y enriquecido con respecto al original: tras la toma de la ciudad de Qart Hadasht y el reparto de premios entre los vencedores (que incluyó una insólita doble concesión de la corona mural)4 unos soldados romanos presentan ante Escipión, como botín de guerra, a una joven de excepcional belleza. La muchacha era una princesa nativa, prometida de Alucio, un caudillo celtíbero. El padre de la princesa acude portando un rescate para su liberación. Escipión, joven y mujeriego, está tentado de quedarse a la joven para sí; no obstante, da orden de devolverla a su padre, consignando el rescate como dote para las bodas.
El significado moral del tema es el triunfo de la virtud sobre el deseo;5 o sea, no tanto clemencia o perdón6 como más bien continencia o autocontrol, lo contrario del vicio clásico denominado akrasia.7 La figura de Escipión se exalta hasta límites heroicos y se le convierte en un modelo de comportamiento para los romanos. Es evidente la comparación de esta actitud con la opuesta que representa Agamenón en el comienzo de la Iliada, al resistirse a devolver a Criseida a su padre, el sacerdote Crises, lo que provocó el castigo de Apolo y una concatenación de hechos que llevaron al enfrentamiento con Aquiles (en alguna ocasión ambos episodios se han usado como tema para un pendant).8
En realidad, la naturaleza de la decisión de Escipión fue esencialmente política: la presencia en Cartagena de un gran número de rehenes mantenidos por los cartagineses como prenda de la fidelidad de distintos pueblos indígenas de la península ibérica, ofreció a los romanos la posibilidad de realizar una operación de gran alcance. Los liberaron sin más pago que volver a sus lugares de origen, convirtiéndose así en los mejores embajadores posibles de Roma.10
Un episodio muy semejante se produjo ese mismo año protagonizado por Escipión y otra joven princesa, denominada Massiva, sobrina de Masinisa, rey de Numidia.
Pintura[editar]
Los ejemplos de obras pictóricas que representan el tema de la continencia de Escipión son numerosos, comenzando con una tabla de Guido y Amico Aspertini (1496),12 un cuadro de Pinturicchio,13 una grisalla de Giovanni Bellini (1505), dos lienzos del flamenco Anton van Dyck,14 y otros de los franceses Nicolas Poussin y François Lemoyne (ambos en el Louvre). Del veneciano Giovanni Battista Tiepolo hay una serie de frescos en la Villa Cordellina Lombardi15 de Vicenza. En el Palacio Real de Madrid se conserva una serie de tapices sobre cartones de Julio Romano, encargada por Francisco I de Francia en 1533, con la historia de Escipión, entre cuyos episodios se encuentran La toma de Cartagena y La continencia de Escipión.16
Ópera[editar]
El tratamiento operístico de la continencia de Escipión surgió, como ocurrió con casi todas las óperas de tema histórico, en Venecia. Entre 1664 y 1815 se estrenaron no menos de 19 óperas con el título de "Escipión" o similares ("Escipión Africano", "Escipión en España", "Escipión en Cartagena", etc.); en teatros de toda Italia (Roma, Nápoles, Florencia, Ferrara, Milán, etc.) y en Viena, Londres, Múnich y San Petersburgo.
- Scipione affricano, de Francesco Cavalli. Libreto de Nicolò Minato. Estrenada en el Teatro de los Santos Giovanni e Paolo de Venecia en 1664. Reposiciones: Ancona, 1666; Nápoles 1667; Ferrara y Florencia, 1669; Bolonia, 1670; y Roma, 1671.
- Scipione nelle Spagne, de Alessandro Scarlatti. Libreto de Apostolo Zeno. Teatro de San Bartolomeo de Nápoles en 1714.
- Scipione nelle Spagne, de Antonio Caldara. Libreto de Apostolo Zeno. Hoftheater de Viena en 1714.
- Scipione nelle Spagne, de Tomaso Albinoni. Libreto de Apostolo Zeno. Teatro de San Samuele de Venecia en 1724.
- Scipione, de Georg Friedrich Händel. Libreto de Paolo Rolli. King's Theatre de Londres 1728. Repuesta en 1730.
- Scipione in Cartagine nuova, de Geminiano Giacomelli. Libreto de Frugoni. Piacenza 1730.
- Scipio Africanus, de Carl Heinrich Graun. Libreto atribuido a Gottlieb Fiedler. Estrenada en Brunswick en 1732.
- Scipione nelle Spagne, de Giovanni Battista Ferrandini. Libreto de Apostolo Zeno. Estrenada en Múnich en 1732.
- Scipione nelle Spagne, de Carlo Arrigoni. Libreto de Apostolo Zeno. Estrenada en Florencia en 1739.
- Scipione in Cartagine, de Baldassare Galuppi. Libreto de F. Vanneschi. Estrenada en el King's Theatre de Londres en 1742.
- Scipione nelle Spagne, de Baldassare Galuppi. Libreto de Agostino Piovene. Estrenada en el Teatro de S. Angelo de Venecia en 1746.
- Scipione, de Francesco Araja. Libreto de Bonechi. Estrenada en San Petersburgo en 1745.
- Scipione nelle Spagne, de Ferdinando Bertoni. Libreto de Agostino Piovene. Estrenada en Milán en 1768.
- La clemenza di Scipione, de Johann Christian Bach. Libreto anónimo. Estrenada en el King's Theatre de Londres en 1776.
- Scipione in Cartagena, de Luigi Caruso. Libreto de Bellini. Estrenada en Venecia 1779 y en Roma en 1781.
- Scipione Africano, de Giuseppe Francesco Bianchi. Libreto de Nicolò Minato. Estrenada en Nápoles en 1786.
- Scipione, de Giordano Giordani. Libreto de E.Giusti. Estrenada en Rovigo en 1788.
- Scipione Africano, de Gioacchino Albertini. Libreto de Nicolò Minato. Estrenada en Roma en 1789.
- Scipione in Cartagena, de Giuseppe Farinelli. Libreto de Luigi Andrioli. Estrenada en Turín en 1815.
Händel compuso la ópera Scipione sobre el libreto de Paolo Rolli en 1726 para su estreno en el King's Theatre de Londres. Para la ocasión, Händel contó con un elenco del más alto nivel: la diva Francesca Cuzzoni, como la princesa Berenice, y los sopranos castrati rivales Senesino como Alucio y Antonio Baldi como Escipión.
Magón fue un militar cartaginés del siglo III a. C., comandante de la guarnición de Qart Hadasht (actual Cartagena) cuando esta ciudad fue atacada por Escipión el Africano en 209 a. C.
Magón sólo disponía de un millar de hombres en armas, pero al llegar los romanos armó a dos mil personas más y desplegó una gran energía y habilidad en la defensa, pudiendo rechazar el primer asalto romano. En el segundo asalto los romanos escalaron las murallas y ocuparon la ciudad.
Magón se retiró hacia la ciudadela (Arx Asdrubalis); pero, viendo que toda resistencia era inútil, se rindió y fue enviado como prisionero de guerra a Roma junto con otros nobles cartagineses de la ciudad.
Malaka o Mlk (en fenicio 𐤌𐤋𐤊𐤀, mlkʾ) fue un asentamiento fenicio situado en la costa sur de la península ibérica, en el lugar donde actualmente se encuentra la ciudad española de Málaga. El término Malaka puede significar factoría1 o sal2 en idioma fenicio.
Fundación y evolución[editar]
Se trata de una de las colonias fundadas por los fenicios de Tiro desde el siglo VIII a. C. en la península ibérica,3 sobre un primitivo asentamiento bastetano. La colonia contaba con buenas condiciones para el atraque en su puerto natural al pie del monte Gibralfaro y con gran cantidad de yacimientos de plata y cobre. En ella se desarrollaron industrias pesqueras destinadas a la producción de púrpura y a la salazón. La ciudad poseía ceca (de la voz fenicia sikka) y acuñaba moneda propia.
Según datos obtenidos de excavaciones, se conoce que el asentamiento se extendía aproximadamente desde la ladera de Gibralfaro hasta los jardines de Ibn Gabirol y la calle Císter, donde quedaba localizado el santuario fenicio, y por el sur hasta el mar, que en la época llegaba hasta el actual edificio del Rectorado de la Universidad.4 La aparición de una necrópolis fenicia en la calle Andrés Pérez ha permitido establecer estos límites, ya que los pueblos semíticos tenían por costumbre ubicar los cementerios fuera de las zonas pobladas, por lo que la ciudad de Malaka debió estar restringida al área mencionada. Se trató, por tanto, de una población que vivía de cara al mar.5
A lo largo del siglo VI a. C. se documentan una serie de construcciones que muestran un asentamiento urbano plenamente consolidado, que configuran a Malaka como una ciudad de primer orden. Los importantes restos cerámicos hallados, procedentes de ciudades de Grecia del este como Rodas, Samos, Quíos, así como de la propia Atenas, junto a otras procedentes de Etruria, permiten establecer la importancia que la urbe alcanzó en el contexto mediterráneo, constituyéndose como uno de los puntos claves del destino del comercio griego arcaico en esas fechas.6 Destaca el descubrimiento de la Tumba del guerrero, también del siglo IV a. C., perteneciente a un mercenario griego contratado por la Malaka fenicia.
Tras la conquista de los territorios fenicios por Nabucodonosor II, Malaka pasa a ser dominada por los cartagineses sobre el 573 a. C. Los romanos conquistarían la ciudad en el año 218 a. C. tras las guerras púnicas, y la llamaron Malaca.
Muralla fenicia de la ciudad y el puerto[editar]
Se conservan restos arqueológicos de la muralla fenicia de Málaga en el Palacio de Buenavista -Museo Picasso Málaga-, el eje entre las calles Císter y San Agustín y el Rectorado de la Universidad de Málaga; así como un tramo de la "muralla fenicia del puerto" de Malaka, aparecido durante las obras de rehabilitación del Palacio de la Aduana.
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