La antigua ciudad de Iesso, mencionada por fuentes documentales de época romana (Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo), se identifica con plena seguridad con el yacimiento arqueológico conservado bajo la villa de Guisona (Provincia de Lérida, España) y en los campos de cultivo de sus alrededores.
La existencia de este yacimiento, uno de los más importantes de Cataluña de la época romana, ya intuida por eruditos del siglo XVI, Pons de Icart y el padre A. Agustín, siendo corroborada por los resultados de las excavaciones llevadas a cabo por el Instituto de Estudios Catalanes en 1933 de la mano de Josep Colomines. Después, y sobre todo gracias a las exploraciones arqueológicas que, de manera discontinua pero amplia, se han ido desarrollando en el curso de los dos últimos decenios, se han obtenido nuevos datos que dejan constancia y corroboran la importancia de este yacimiento y su gran interés científico, histórico y museográfico.
El estudio de las [estratigrafía]s permiten interpretar su evolución histórica a partir de un primer poblado protohistórico datable entre el siglo VII a. C. y la primera mitad del siglo IV a. C., aún poco estudiado, centrado en la zona de la plaza del Vell Pla. En época ibérica, tan solo debía existir algún pequeño hábitat, ya que la arqueología no ha detectado la presencia de un poblado propiamente dicho datable en aquel periodo. La fundación de la ciudad romana se produjo a principios del siglo I a. C., momento a partir del cual se suceden sin discontinuidad los diferentes niveles de construcciones hasta el Bajo imperio.
El actual estado de la investigación permite hacer una primera hipótesis interpretativa de la estructura urbanística de la ciudad, de planta poligonal, que tendría unas 18 hectáreas de extensión y una red ortogonal de calles siguiendo los parámetros propios del urbanismo de las ciudades romanas de la época.
Entre otros elementos urbanos conservados de la ciudad romana se tiene que destacar un buen tramo de la muralla -que en origen debería tener unos 280 metros lineales-, una de sus puertas de entrada y una de las calles principales: El cardo máximus, que debía medir unos 560 metros. Del primer momento de la ciudad son los restos de unas termas, de gran interés por su valor arquitectónico y por su significación respecto a las características de la ciudad en sus momentos iniciales. Se tienen que destacar, también, las dos áreas de necrópolis hasta ahora conocidas, una al noroeste de la ciudad, datable del Alto Imperio romano y que ha dado piezas notables, como un caballero de bronce y una lápida con una inscripción latina en verso, y la otra, alrededor de la actual iglesia de Santa María, de época bajo-imperial.
La ciudad romana de Iesso ocupaba una extensión superior a la de la villa medieval y moderna, lo que hace que sea un caso excepcional dentro del conjunto de las ciudades romanas de Cataluña. Por otra parte, su área de influencia fue muy amplia, siguiendo el concepto romano de la ciudad como entidad formada indisolublemente por el núcleo urbano y su territorio, el cual incluiría la actual comarca de La Segarra y parte de la de El Urgell.
Ilíberis o Iliberri fue una ciudad o núcleo de población de origen ibérico, que tuvo su apogeo en época romana y acabó desapareciendo antes de la creación de al-Ándalus. Su situación exacta fue objeto de disputa, al haberse planteado como posibles ubicaciones tanto la ciudad de Granada como la de Medina Elvira, situada a unos 10 kilómetros de aquella, aunque actualmente parece suficientemente documentada su situación germinal en el terreno que ocupa el barrio del Albaicín.
Toponimia[editar]
Se ha planteado el posible origen vasco del topónimo Iliberri, dado que contiene el sufijo -berri tan frecuente en el euskera. Así, se ha postulado que Iliberri corresponda al vasco iri-berri (pueblo nuevo), lo que podría evidenciar la relación entre el íbero y el euskera, aunque esta tesis se encuentra aún en discusión. Según la doctrina dominante, el topónimo tiene un origen ibérico y procede de il-iber-is, presentando el prefijo il-, muy frecuente en topónimos ibéricos (Illunum, Ilipa, Ilurcis, Iliturgi, Ilurbida, Ilarcuris), y la raíz iber, identificada como el nombre que los íberos dieron al río Ebro, así como con los propios íberos. No obstante, hay que indicar que iber probablemente procede del vasco ibar, que significa "río", lo que llama la atención teniendo en cuenta que los íberos llamaron iber a un río y que otros topónimos ibéricos que contienen esa partícula, además de Iliberri, están situados junto a ríos.3 Julio Caro Baroja4 señala Iliberri como "ciudad nueva", proveniente probablemente del íbero, y más que probablemente de la misma familia que el vasco y el aquitano antiguo.
Historia[editar]
Existen datos documentales y arqueológicos sobre la ciudad desde el siglo VII a. C. hasta la Alta Edad Media.
El oppidum ibérico[editar]
Entre los siglos V y IV a. C. se produce el apogeo de la cultura ibérica, con una clara prosperidad en las zonas de la actual Alta Andalucía, que da lugar a la consolidación de importantes núcleos urbanos. En esta época, en el área del valle del Genil, hay dos ciudades que se disputan el control de su vega alta: Ilurco, emplazada en el Cerro de los Infantes (Pinos Puente), que ya existía en época prehistórica, e Iliberri,5 cuya fundación más probable pueda datarse en la primera mitad del siglo VII a. C., según las más recientes excavaciones. En su origen, esta última, se organizó como un oppidum que debía ocupar unas seis hectáreas,6 situado en la cima de una colina, en la margen derecha del río Darro, donde hoy en día está el barrio del Albaicín, con núcleo entre el mirador de San Nicolás y la plaza de San Miguel Bajo. Su nombre era Ilturir y estaba rodeada de una muralla que fue ampliada en el siglo VI a. C. como consecuencia del crecimiento urbanístico. Los tramos excavados de la muralla permiten asignarle grosores entre 3 y 7,5 m por unos 4 de altura.7 Se conoce también la ubicación de su necrópolis, extramuros y junto al río. En el siglo IV o III a. C., antes de la llegada de los romanos, la ciudad cambia su nombre por Iliberri y queda incluida en el área controlada por los bastetanos y, desde una perspectiva más económica que militar, por los cartagineses.
Municipium Florentinum Iliberitanum[editar]
En el siglo III a. C., como consecuencia de la primera guerra púnica, Amílcar Barca y su yerno Asdrúbal inician, a partir de 237 a. C., un control militar de todo el valle del Guadalquivir, que incluyó a Ilíberis. Sin embargo, la derrota definitiva de Cartago en la segunda guerra púnica abrió las puertas de la ciudad a los romanos. Algunos autores indican, basándose en Tito Livio, que las tropas de Lucio Emilio Paulo Macedónico fueron derrotadas en Ilurco hacia el año 190 a. C. antes de que Tiberio Sempronio Graco conquistara toda la zona hacia 180 a. C.8 Es necesario indicar que, otros autores consideran que la sumisión del oppidum se produjo bastante antes, hacia el 197 a. C.9 o el 206 a. C.10 En cualquier caso, se ha señalado que la posición de Ilíberis hacia Roma no debió ser muy hostil, por cuanto se conocen ya acuñaciones de moneda dentro del sistema uncial romano en la primera mitad del siglo II a. C.11
Ilíberis, incluida en la Hispania Ulterior, obtuvo de César el estatuto de municipio con el nombre de Municipium Florentinum Iliberitanum, de forma que las fuentes romanas de los siglos siguientes, la citan casi siempre como Florentia. Más tarde quedó englobada en la Bética y, finalmente, hacia el siglo I d. C., incorporada al Conventus Astigitanus. Se sabe, también, que la ciudad dio a Roma tres senadores y un cónsul,12 así como que, en el año 304, se celebró en Ilíberis un Concilio católico. Para algunos autores, se trató de una ciudad de gran relevancia, que se deduce de los hallazgos arqueológicos fragmentarios, como capiteles, solerías, esculturas u otras piezas, realizados en distintas épocas.13
Pero, así como de la época íbera existen un gran número de datos arqueológicos que sitúan la ciudad en un lugar concreto, de la época romana, y más considerando la importancia que pareció tener y su carácter de municipio, apenas existen registros que permitan secuenciar el paso desde el oppidum ibérico a la ciudad musulmana.14 Aparte de la relación epigráfica de ilustres y de las referencias al Concilio del año 304, no se dispone de más información sobre la ciudad entre el inicio y la caída del Imperio romano.
Épocas tardorromana y visigoda[editar]
La información disponible sobre este período es, si cabe, más escasa aún. Se sabe que Ilíberis tuvo ceca, debido a las acuñaciones de monedas en tiempos visigodos, desde el reinado de Recaredo I hasta el de Witiza; es decir, entre los siglos VI y VIII. También se sabe que mantenía una estructura eclesiástica, pues enviaba representantes a los concilios, como el de Toledo de 693.15 La arqueología no ha revelado material de importancia de la época tardorromana y visigoda, lo que puede significar que la ciudad perdió población y entró en decadencia, hasta quedar despoblada.16 Ello es congruente con el hecho de que, a la llegada de los árabes, la ciudad situada en la colina del Albaicín careciera de relevancia hasta el punto de que éstos optaron por el asentamiento de Medina Elvira. Sin embargo algunos autores mantienen que, aún reconociendo la pérdida de población hacia el siglo VIII, la ciudad nunca llegó a despoblarse, existiendo por tanto continuidad entre Ilíberis y la Granada musulmana, teoría apoyada básicamente en un calendario cordobés, conocido como Calendario de Recemundo, del año 961, que hace referencia a una celebración en la "civitate Granata".17
La ubicación de la ciudad romana[editar]
Tal como indica el profesor Roldán Hervás:
"La historia de la ciudad romana de Iliberri y, en consecuencia, el conocimiento de sus restos arqueológicos, está unida a la vieja y larga polémica entre los que identifican Iliberri con Granada y los que sitúan la ciudad romana cerca de Atarfe, al pie de Sierra Elvira, nombre sin discusión directamente heredero del de Iliberri, al que sustituye, desde época tardo-romana, en tiempos visigodos y durante la dominación musulmana, con variantes: Eliberi, Eliberri, Elibirri, Ilibira, Elvira"18
Desde muy pronto, se desarrolló una corriente de pensamiento científico dirigida a relacionar el oppidum ibérico conocido con la ciudad romana, inicialmente con una fuerte carga ideológica, cuya finalidad era mostrar una continuidad en la ciudad entre el catolicismo romano-visigodo y la reconquista por Castilla.
En 1540, se encontraron en el Albaicín los primeros vestigios romanos, que se repitieron con cierta frecuencia a lo largo del siglo XVII. En 1754, Juan de Flores, racionero de la catedral, sacó a la luz grandes descubrimientos, incluidas planchas con inscripciones referentes al concilio de Ilíberis, piezas romanas y grandes restos de edificios que se atribuyeron al foro de la ciudad. Gran parte de ello resultó ser un montaje fraudulento (aunque sí que llegó a encontrar piezas romanas auténticas) y, en 1774, Flores y sus colaboradores fueron convictos y condenados a varios años de cárcel. La sentencia ordenó, además, terraplenar el lugar de los supuestos hallazgos.19 A pesar del fraude, durante dos siglos se mantuvo la idea de la existencia de restos de un foro romano en el Albaicín y así lo recogen autores del XIX, como Manuel Gómez-Moreno, o del XX, como Fernando Molina González, Margarita Orfila, Manuel Sotomayor y otros. Sin embargo, excavaciones recientes realizadas en los lugares indicados, no sólo no aportaron resto alguno del foro, sino que establecieron una ocupación no anterior al siglo XVII.20
Ello no obsta para que, en el Albaicín, se hayan excavado restos claramente romanos, en algunos casos de gran relevancia arquitectónica, como es el caso del callejón de los Negros, que estaba fuera del perímetro original del oppidum ibérico.21 Igualmente, ha quedado constatada en recientes excavaciones arqueológicas (realizadas durante las labores de rehabilitación y restauración de la muralla zirí en 2017) la existencia de un recinto murado de época romana e ibérica en el entorno de la Puerta de las Pesas y de la Ermita de San Cecilio.2 Se han excavado igualmente necrópolis, aunque de reducido tamaño, y un buen número de villas. Pero, aunque todo ello demuestra una incuestionable presencia romana, "hay una disociación clara entre los datos históricos que tenemos sobre Ilíberis y los iliberitanos (...) y sus restos arqueológicos".22 La importancia de la ciudad que dio cuna a senadores y cónsules, y albergó un concilio, no se corresponde con los datos aportados por las excavaciones. Ello ha llevado a algunos autores a plantear que Ilíberri-Florentia-Ilíberis fue, básicamente, una ciudad ibérica y que, quizás derivado de su sumisión a Roma mediante un acuerdo pacífico, esta respetó, con carácter general, su estructura de oppidum.23
La disputa, por tanto, aún no está resuelta, quedando abiertas todas las hipótesis de trabajo.
Ilipa (en griego antiguo, Ἴλιπα) o Ilipa Magna fue una antigua ciudad ibérica situada en la orilla derecha del río Betis (Guadalquivir) en uno de sus meandros que formó posteriormente parte de la provincia de Hispania Ulterior y del convento jurídico de Hispalis localizada hoy día en el término de Alcalá del Río, provincia de Sevilla, España.
Situada en el territorio de los turdetanos, la ciudad por su situación estratégica y fortificada con grandes murallas, controlaba las vías terrestres y fluviales, que enlazaban con las minas de plata1 de Sierra Morena y por su feraz agricultura, tuvo un posicionamiento importante. Por eso la dieron el nombre de Magna, la Grande.2
Durante la segunda guerra púnica entre los romanos y los cartagineses, Escipión el Africano se enfrenta en el 206 a. C. al general Magón Barca, uno de los hijos de Amílcar Barca y hermano de Aníbal en la batalla de Ilipa en las inmediaciones del Cortijo de "El Vado de las Estacas", muy cerca de la ciudad. Con esta importante victoria romana, se sellaría, de facto, el final de la supremacía cartaginesa en la Península Ibérica.3
Después de la batalla, Escipión fundaría para los mutilados de guerra la ciudad de Itálica.
En tiempos de los visigodos, el lugar es mencionado como diócesis eclesiástica.
Además de restos de la muralla romana y otros restos arqueológicos que se encuentran en el Museo Arqueológico de Sevilla se han encontrado en 2013 mosaicos romanos del siglo III que pavimentaban una domus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario