Campaña del año 212 a.C.[editar]
Durante 212 a.C. los cartagineses iniciaron sus operaciones en Lucania, donde tras la rebelión de diversas poblaciones a su favor, consiguieron tender una emboscada a la comitiva del procónsul romano Tiberio Sempronio Graco, dándole muerte. Mientras, los cónsules romanos Apio Claudio Pulcro y Quinto Fulvio Flaco capturaron un campamento púnico cercano a Benevento. Tras esto, realizaron un primer intento de cercar la rebelde ciudad de Capua, siendo frustrado por la llegada de Aníbal en la 1ª batalla de Capua. La muerte de Graco provocó la deserción de parte de las tropas de esclavos manumitidos de su ejército, lo que obligó a que el cónsul Apio Claudio acudiese a la zona para mantener la presencia romana. Allí fue relevado por Marco Centenio Pénula quien con nuevos refuerzos encabezó el ejército romano en esa área mientras el cónsul regresaba a Campania. Tras el éxito en Capua, el general cartaginés, desplazó sus operaciones a Lucania, donde logró tomar varias poblaciones en el norte de la misma, derrotando en la batalla del Silaro al pretor Marco Centenio Pénula destruyendo su ejército. Aníbal prosiguió su ofensiva dirigiéndose al norte de Apulia, donde sorprendió y aniquiló al ejército del pretor Cneo Fulvio Flaco en la 1ª batalla de Herdonea. Antes de acabar el año su ejército marchó al sur fracasando en la toma de la ciudadela de Tarento y de la ciudad de Bríndisi, en un intento de dominar completamente el Salentino. Esta región era clave para facilitar la llegada de un ejército macedonio desde Iliria.
A final de año, y mientras el ejército púnico andaba ocupado en las operaciones anteriores, con la ayuda del pretor en Suessula, Cayo Claudio Nerón, los dos cónsules romanos logran finalmente completar el cerco de la capital campana iniciando un largo sitio. Este hecho coincide con la caída de Siracusa en la isla de Sicilia, tras dos años de asedio. Marcelo logró tomar por asalto una parte de la ciudad, consiguiendo completar la toma gracias a una traición de una parte de su guarnición.
Por esa época, aprovechando que los cartagineses enviaron parte de su contingente en Hispania a luchar al norte de África contra el rey de Numidia Sifax, los romanos trataron de contraatacar en la península ibérica dirigidos por Publio Cornelio Escipión y su hermano Cneo Cornelio Escipión Calvo (procónsules del ejército romano en Hispania en el periodo 217 - 211 a. C.). Habían logrado dominar el Levante peninsular tomando Sagunto en el año 212 a. C. Sus tropas operaban en la Oretania cuando tras el regreso desde África de Asdrúbal Barca, ambos generales murieron en dos batallas consecutivas sucedidas en Cástulo e Ilorci a comienzos del año 211 a. C. Este hecho supuso el repliegue romano hasta el río Ebro y la posibilidad de que Asdrúbal, el hermano de Aníbal, pudiese emprender otra expedición a Italia. Esto obligaba a que Roma enviase refuerzos urgentemente a Hispania para tratar de impedir esta opción.
Campaña de 211 a. C. Hannibal ad portas. Inflexión en la guerra[editar]
Con Lucania casi en su totalidad en la órbita púnica al igual que la mayor parte del territorio de Hispania al sur del río Ebro que les separaba de los escasos defensores romanos supervivientes en esas tierras, la ciudad de Tarento en su poder excepto su ciudadela, las ciudades griegas de la Magna Grecia en el lado cartaginés, Capua cercada y el reino de Siracusa en manos romanas, daba comienzo la campaña del año 211 a. C. Tras la elección de nuevos cónsules en Roma y la prórroga de su mando como procónsules al frente de los ejércitos que sitiaban la capital campana de los cónsules del año anterior, se produjo entonces el fallido intento de Aníbal de auxiliar Capua a comienzos de la primavera de 211 a. C. en la segunda batalla de Capua.23 Durante el mismo, el procónsul romano Apio Claudio resultó gravemente herido. Inmediatamente después de este combate, Aníbal realizó una incursión con su ejército sobre la misma Roma.107 Su intención era atraer a los ejércitos romanos que sitiaban Capua, para ir a defender su capital, Roma. Pero estos solo desplazaron en su socorro 15 000 hombres bajo mando del procónsul Quinto Fulvio Flaco, del total de los que cercaban Capua, persistiendo con los demás, bajo mando de Apio Claudio, en el sitio a la capital campana. En el curso de la penetración sobre la Ciudad Eterna, asoló las campiñas y localidades por las que pasó además del templo de Lucus Feroniae y, una vez en las cercanías de Roma, se acercó con su caballería hasta los muros de la ciudad, llegando a tener una refriega con la caballería romana.25 La presencia del ejército cartaginés acampado junto al río Anio a tres millas de las murallas, sembró el pánico entre la población, acuñándose la famosa frase Hannibal ad portas. La infantería romana llegó a formar para dar batalla, pero finalmente el combate no se produjo y Aníbal optó por retirarse. Durante su regreso a Campania, fue perseguido por el ejército de socorro romano que le atacó con éxito durante el vadeo del río Anio, recuperando parte del botín logrado en los saqueos. Al quinto día de abandonar Roma realizó un ataque sorpresa nocturno contra el campamento de sus perseguidores, sin lograr conducirlos a la emboscada que planeó. Al no haber podido destruir este contingente desistió de volver a Capua y se encaminó al norte de Apulia. Estos hechos ocurridos junto a la capital enemiga coincidieron con el envío del primer contingente de refuerzo romano a Hispania tras el desastre de los Escipiones. En el verano de 211 a. C.33 la ciudad de Capua se rindió finalmente al procónsul Quinto Fulvio Flaco, al igual que las cercanas Atella y Calatia. La victoria romana en Campania les permitió reducir notablemente los efectivos movilizados de los tres ejércitos allí presentes, aunque una parte de ellos fue desviada a Hispania inmediatamente (a mitad de 211 a. C.) con el nuevo propretor enviado al territorio, Cayo Claudio Nerón.
El resto de la campaña Aníbal prosiguió en el norte de Apulia vigilado por los dos ejércitos consulares de los dos nuevos cónsules, Cneo Fulvio Centumalo (cónsul 211 a. C.) y Publio Sulpicio Galba Máximo. Invernó en Lucania, tras lo cual reconquistó la localidad de Tisia, junto a Regio, que se había pasado al bando romano.
En Sicilia entre tanto había llegado un contingente de caballería púnico enviado por Aníbal, a cuyo frente estaba un subordinado suyo de origen númida llamado Mutines. La eficacia de este cabecilla despertó el recelo del general cartaginés Hanón, jefe de las fuerzas púnicas en la isla, quien decidió relegar a los númidas a segundo plano. Marco Claudio Marcelo trató de forzar un encuentro decisivo para destruir los restos de las fuerzas enemigas en la isla. El enfrentamiento se produjo junto al río Himera, en el centro de Sicilia, y gracias a las rencillas internas en el bando cartaginés, los númidas se retiraron y no tomaron parte en el combate, facilitando la destrucción del ejército cartaginés y el de sus aliados siracusanos, obligando a los escasos supervivientes a refugiarse en su último bastión en Agrigento. Tras esto y siendo ya verano, Marcelo regresó a Italia llegando en su sustitución el pretor Marco Cornelio Dolabella. Este se encontró con el motín de las tropas del ejército de Marcelo que deseaban regresar a Italia junto a su jefe. Aprovechando estas circunstancias, desde Cartago se envió un contingente de 8000 hombres, logrando de ese modo mantener viva la guerra en la isla.
Ante los avances de Filipo V en Grecia, los romanos decidieron aliarse en 211 a. C. con la Liga Etolia para hacer frente al rey macedonio. Este trataba de aprovecharse de la situación en Italia para conquistar Iliria. Atacado por varios frentes, el joven rey fue rápidamente neutralizado por Roma y sus aliados griegos. El acuerdo con la Liga Etolia permitió igualmente replegar la legión romana que operaba allí al inicio de la campaña del año siguiente.
A finales de 211 a. C. o comienzos de 210 a. C., llegó a Hispania como nuevo comandante del contingente romano junto a nuevos refuerzos Escipión el Africano, hijo y sobrino de los anteriores procónsules fallecidos a comienzos de 211 a. C., y junto a él, el pretor Marco Junio Silano, que relevó a Nerón en el puesto.
Aníbal tenía a comienzos de la campaña de 211 a. C. unas circunstancias netamente favorables. En Hispania el ejército romano había sido casi aniquilado y los procónsules que lo mandaban muertos. El año anterior (212 a. C.) había logrado tomar el control de casi toda la Magna Grecia con la captura de Turios, Metaponto y Heraclea y de buena parte de Lucania, destruyendo dos ejércitos romanos al completo. Roma estaba económicamente ahogada y con graves dificultades de reclutamiento tras sus últimos reveses, lo que había retrasado el alistamiento del año anterior. En la contrabalanza, en Sicilia las cosas se inclinaban del lado romano con la caída de Siracusa y Capua había sido cercada mientras él intentaba terminar la conquista del Salentino. Su gran reto para esta campaña consistía en romper el asedio de la capital campana y fracasó tanto en su intento directo, como en el indirecto aproximándose a Roma. Estos acontecimientos constituyen el punto de inflexión de la guerra y el de máximo control territorial púnico sobre el sur de Italia. A partir de este momento comenzará un lento retroceso de las armas cartaginesas.
Retroceso cartaginés en Apulia, Salentino y Lucania y fin de la guerra en Sicilia[editar]
En el año 210 a. C., el cónsul Marcelo consiguió mediante traición que la ciudad de Salapia situada en el norte de Apulia retornase a manos romanas, al igual que las ciudades samnitas de Meles y Maronea, completando de esta forma la reconquista del Samnio. Poco después Aníbal demostró de nuevo su superioridad táctica, e infligió una severa derrota al ejército proconsular de Cneo Fulvio Centumalo en Herdonia23 (la actual Ordona). Pese a su éxito, al ser ya la única localidad aliada púnica en el norte de Apulia, Aníbal decidió por motivos estratégicos evacuarla y destruirla, trasladando a su población a Metaponto. Antes de acabar el año comenzó a ser seguido por el ejército de Marcelo, enfrentándose a él en Numistro (Lucania) en una batalla de resultado incierto. Tras esto fue seguido hasta Apulia por Marcelo, manteniendo pequeños enfrentamientos.
A comienzos de 210 a.C. había llegado a la isla de Sicilia el nuevo cónsul Marco Valerio Levino. Tras ser licenciado el ejército de Marcelo y sustituido por uno nuevo llegado de la Galia Cisalpina, Levino logró finalmente tomar Agrigento, acabando de este modo con las fuerzas púnicas en Sicilia. Esto permitió que se liberase uno de los dos ejércitos romanos presentes en la isla que sería enviado al año siguiente al Salentino a proseguir la lucha contra Aníbal. Adicionalmente Levino reclutó un contingente de mercenarios que envió en 209 a. C. a Regio, en el suroeste de la península itálica.
Apenas iniciado el año 209 a.C. Aníbal se enfrentó de nuevo al ejército de Marcelo en Apulia en dos batallas consecutivas en los alrededores de Canusio resultando vencedor en la primera y perdiendo la segunda, tras lo que se dirigió a Caulonia (Brucio) a socorrer con éxito a una ciudad aliada cercada por el contingente mercenario romano venido de Sicilia. Pero no pudo impedir que en un magníficamente trazado plan, sus enemigos reconquistasen el Salentino con la toma de Manduria y la ciudad de Tarento en el 209 a. C., capturadas en ambos casos por el cónsul Fabio Cunctator con el ejército consular liberado de Sicilia por Levino.23 El otro cónsul ese año, Quinto Fulvio Flaco logró reconquistar la ciudad de Volcei y otras poblaciones en el norte de Lucania (la actual Basilicata). En Hispania mientras tanto, Escipión conquistó Carthago Nova (actual Cartagena, llamada por los cartagineses Qart Hadasht) en una ofensiva relámpago11
Aníbal perdía terreno progresivamente y apenas daba abasto para ir a socorrer las ofensivas que de manera simultánea y en diversos puntos le planteaban los diversos ejércitos romanos que operaban en el sur de Italia. Logró forzar la retirada del ejército consular del cónsul Tito Quincio Capitolino en el 208 a. C. del sitio de Locri (Lokroi Epizephyrioi). En relevo del ejército de Crispino en esta ciudad llegó una fuerza romana venida desde Sicilia y otra desde el Salentino. Esta última fue interceptada en Petelia por Aníbal diezmándola y poniéndola en fuga. Su acción más destacada ese año fue la emboscada junto a Venusia a uno de sus grandes enemigos hasta el momento, el cónsul Marcelo, conquistador de Siracusa, en la que además logró herir de gravedad a su colega en el consulado Crispino, añadiendo el anillo de Marcelo a su colección. Anteriormente ya había dado muerte a los cónsules Flaminio y Emilio Paulo, en Trasimeno y Cannae respectivamente y a los procónsules Servilio Gémino, Tiberio Sempronio Graco y Cneo Fulvio Centumalo. El éxito del golpe de mano contra los dos cónsules paralizó las decisiones del mando romano y le llevó a intentar nada más producirse la emboscada, una estratagema para retomar el control de Salapia aprovechando que poseía el anillo consular de Marcelo. Alertados los romanos de este hecho por los mensajeros enviados por el moribundo Crispino, la operación fracasó perdiendo hombres en el intento.
Mientras, las fuerzas romanas en Hispania lograban entrar en la Bética, derrotando en la Batalla de Baecula al ejército comandado por el hermano de Aníbal, Asdrúbal. Sin embargo este acontecimiento convenció a Asdrúbal de la necesidad de salir cuanto antes de Hispania con las tropas locales, cuya fidelidad era cada día más dudosa, y logró reconstruir antes de terminar el año las tropas perdidas canibalizando los otros dos ejércitos púnicos en la península ibérica, el de su hermano Magón Barca y el de Asdrúbal Giscón, con quienes se reunió junto al río Tajo. Con su ejército nuevamente operativo y abundantes fondos, se preparó para iniciar su viaje a Italia por vía terrestre emulando lo que hiciera su hermano Aníbal once años antes. Logró cruzar los Pirineos burlando el dispositivo romano al norte del Ebro y tras reclutar nuevos efectivos en la Galia Transalpina aguardó a terminar el invierno para cruzar los Alpes con su ejército de refuerzo. De nuevo se presentaba una oportunidad para Aníbal. Otro ejército púnico al norte de la península italiana supondría un nuevo frente de guerra para Roma en el que distraer efectivos, lo que le daría mayor libertad de acción en el sur. Y si lograba la unión con el mismo, un importantísimo incremento de efectivos.
Intento fallido de refuerzo desde Hispania y repliegue al Brucio[editar]
Al año siguiente, 207 a. C., el ejército de Aníbal resultó castigado en Grumentum por el recién elegido cónsul Cayo Claudio Nerón siendo perseguido hasta Venusia (Apulia) donde de nuevo se enfrentaron con balance favorable a los romanos. Tras recibir refuerzos en Metaponto, Aníbal se dirigió nuevamente a Apulia donde esperaba la llegada de su hermano Asdrúbal Barca para marchar sobre Roma.23 Pero, antes de poder unir sus fuerzas con las de Aníbal, Asdrúbal caería muerto en Umbría, en la ribera del Metauro33 en 207 a. C.,30 tras resultar derrotado y aniquilado su ejército por la acción conjunta del ejército del pretor en la Galia, Lucio Porcio Licino, el del cónsul Marco Livio Salinator y un pequeño refuerzo comandado por el otro cónsul Cayo Claudio Nerón que, encargado de vigilar a Aníbal, se unió a su colega a fin de hacer frente a Asdrúbal. Cuando tuvo noticias de la derrota y muerte de su hermano (los romanos lanzaron la cabeza seccionada de Asdrúbal al campamento cartaginés), Aníbal se retiró al Brucio donde acantonó a su ejército durante los años que siguieron.
La combinación de estos eventos marcó el final de los éxitos de Aníbal en Italia. En el año 206 a. C. finalizaron las hostilidades en Hispania en beneficio de los romanos, que se apoderaron de dicho territorio tras la decisiva victoria en la Batalla de Ilipa.30 Mientras en el Brucio Aníbal emboscó junto a un bosque a los ejércitos consulares de Lucio Veturio Filón y Quinto Cecilio Metelo que estaban asolando la comarca de Cosentia, sin lograr recuperar el botín.
Al año siguiente, 205 a. C., el hermano menor de Aníbal, Magón, habiendo sido derrotado en Hispania, logró desembarcar con tropas en Liguria, abriendo de nuevo un frente de guerra en el norte de Italia.11 Ese contingente pudo ser reforzado por mar desde Cartago con varios miles de hombres y elefantes. Ese mismo año, los romanos bajo mando del recién elegido cónsul Publio Cornelio Escipión, reconquistaron en el Brucio el puerto de Locri con tropas trasladadas desde Sicilia, no logrando Aníbal impedirlo. A final de año una epidemia de peste afecta al ejército de Aníbal y al del cónsul romano Publio Licinio Craso Dives, quien debe pedir al Senado que licencie sus tropas, siendo estas relevadas por otras nuevas al inicio del nuevo consulado.
En 204 a.C. el nuevo cónsul Publio Sempronio Tuditano se enfrenta en la Batalla de Crotona con el ejército de Aníbal siendo derrotado. Al día siguiente con la llegada del ejército del procónsul Publio Licinio Craso vuelve a enfrentarse a Aníbal consiguiendo esta vez la victoria, obligando al púnico a refugiarse en Crotona. Las localidades de Clampetia, Cosentia y Pandosia, todas ellas en el Brucio, caen en manos romanas.
Magón es derrotado a finales de 203 a.C. por los ejércitos del procónsul Marco Cornelio Cetego y el del pretor Publio Quintilio Varo. Gravemente herido en la batalla, tras ser llamado desde Cartago trató de unirse a su hermano en África embarcando las tropas que le quedaban, pereciendo durante el trayecto.
En este mismo año 203 a.C., Tito Livio aunque lo pone en duda, se hace eco de un posible enfrentamiento en las cercanías de Crotona entre el cónsul Servilio Cepión y Aníbal, en el que el último habría tenido fuertes bajas.
Batalla de Zama[editar]
Los romanos, dirigidos por Escipión el Africano Mayor, obtuvieron un importante éxito diplomático en el 206 a. C., garantizándose los servicios del príncipe númida Masinisa,11 antiguo aliado de Cartago en Hispania que había entrado en un conflicto personal con Sifax, un aliado númida de Cartago. En el 204 a. C., los romanos desembarcaron en África del Norte con el objetivo de forzar a Aníbal a huir de Italia,108 y trasladar el combate a sus propias tierras.33
En el 203 a. C., tras casi 15 años de combates en Italia, ahora que Escipión progresaba en tierras africanas y que los cartagineses eran favorables a la paz dirigida por Hannón el Grande, que trataba de negociar un armisticio con los romanos al tiempo que dificultaba el envío de refuerzos a Aníbal, este último fue llamado por el gobierno, que decidió dejar el mando de la guerra en manos de los Bárcidas Aníbal y Magón, muriendo este último en el viaje de regreso.109 Tras dejar pruebas de su expedición en un grabado escrito en púnico y griego antiguo en el templo de Juno en Crotona, Aníbal partió hacia tierras africanas.109 Los barcos desembarcaron en Leptis Minor (la actual Lamta) y Aníbal estableció, tras dos días de viaje,10 sus cuarteles de invierno en Hadrumetum.11 Su retorno reforzó la moral del ejército cartaginés, que colocó a la cabeza de una fuerza compuesta por los mercenarios que había enrolado en Italia y reclutas locales. En el año 202 a. C., Aníbal se reunió con Escipión a fin de tratar de negociar una paz con la República. A pesar de su admiración mutua, las negociaciones fracasaron debido a que los romanos echaron en cara a los cartagineses la ruptura del tratado firmado tras la primera guerra púnica durante el ataque a Sagunto y el saqueo de una flota romana estacionada en el Golfo de Túnez. A pesar de todo, los romanos propusieron un tratado de paz que estipulaba que Cartago no mantendría más que sus territorios en África del Norte, que el reino de Masinisa sería independiente, que Cartago debía reducir el tamaño de su flota y pagar una indemnización. Los cartagineses, reforzados por el regreso de Aníbal y la llegada de suministros, rechazaron las condiciones.
La batalla decisiva del conflicto tuvo lugar en Zama, lugar de Numidia que se encuentra entre Constantina y Túnez, el 19 de octubre del 202 a. C.30 A diferencia de la mayoría de las batallas que se libraron durante de la segunda guerra púnica, los romanos disponían de mejor caballería que los cartagineses, quienes contaban con una infantería superior. La superioridad romana se debía a la cesión de caballería númida por parte de Masinisa. Aníbal, cuya salud se había deteriorado mucho debido a sus años de campaña en Italia, contaba todavía con la ventaja de 80 elefantes de guerra y 15.000 infantes veteranos de Italia, aunque el resto de su ejército estaba compuesto por mercenarios celtas o por ciudadanos cartagineses poco aguerridos. Aníbal trató de emplear la misma estrategia que utilizó en Cannas. Sin embargo, las tácticas romanas habían evolucionado tras 14 años, el intento de encierro fracasó, y los cartagineses fueron finalmente derrotados.30
Aníbal perdió en Zama cerca de 40.000 hombres20 —en contraposición con los 1.500 de los romanos— y el respeto de su pueblo, que vio a su mejor general ser derrotado en la última y más importante batalla del conflicto. La ciudad púnica estaba obligada a firmar la paz con Roma y Escipión, que tras la guerra adoptó el apodo de El Africano.92 El tratado estipulaba que la otrora mayor potencia mediterránea debía renunciar a su flota de guerra y a su ejército,30 y que debía pagar un tributo durante 50 años.
Después de Zama[editar]
Carrera política[editar]
Obligado a firmar un tratado de paz con Roma en 201 a. C.,30 que privaba a Cartago de su antiguo imperio, Aníbal, que entonces contaba con 46 años, decidió entrar a formar parte de la vida política cartaginesa dirigiendo el partido democrático.
La ciudad estaba dividida en dos importantes corrientes ideológicas. Primero, el partido democrático, que estaba dirigido por los Bárcidas, y comprometido a continuar con las conquistas en África a expensas de los númidas. El segundo movimiento político estaba basado en la oligarquía conservadora y en la búsqueda de una prosperidad económica basada en el comercio, los impuestos portuarios, y los tributos impuestos a las ciudades subordinadas a Cartago, y agrupado en torno a Hannón el Grande. Elegido sufete en el 196 a. C.,33 Aníbal restauró la autoridad y el poder del Estado, representando así una amenaza para los oligarcas,11 que le acusaron de haber traicionado a su país al no tomar Roma cuando tuvo oportunidad.
Aníbal tomó una medida que lo alejó irremediablemente de los oligarcas. El viejo general legisló que la indemnización impuesta a Cartago por Roma tras la guerra no debía proceder del tesoro, sino de los oligarcas a través de impuestos extraordinarios.25 Los oligarcas no intervinieron directamente contra el sufete sino que, siete años después de la derrota de Zama, realizaron un llamamiento a los romanos11 que, alarmados por la nueva prosperidad de Cartago, exigieron la entrega de Aníbal con el pretexto de una relación epistolar de este último con Antíoco III.110 Aníbal decidió voluntariamente exiliarse17 en el 195 a. C.23
Exilio en Asia[editar]
Aníbal comenzó su viaje por Tiro (ciudad del actual Líbano), la ciudad fundadora de Cartago. Posteriormente se dirigió a Éfeso, donde fue recibido con honores militares por el rey Antíoco III Megas de Siria,2033 que se preparaba para la guerra contra Roma.23 Aníbal se percató rápidamente de que el ejército sirio no podía rivalizar con el ejército romano. Entonces, el antiguo general cartaginés aconsejó al rey equipar una flota y un cuerpo de tropas terrestres en el sur de Italia, y le ofreció ocupar el mando. Pero no consiguió que el soberano le confiara un puesto importante, debido, según Apiano, a los celos y envidia de sus cortesanos y generales, que temían que el púnico se llevara toda la gloria de la victoria.111
En el 190 a. C., Aníbal dirigió una flota fenicia, pero, poco cómodo en el combate naval, fue vencido en el río Eurimedonte por los romanos y sus aliados rodios.2025 Temiendo ser entregado a estos últimos al término del acuerdo de paz que firmó Antíoco III, Aníbal huyó de la corte y el recorrido que siguió es bastante incierto.
Se piensa sin embargo que visitó Creta,112 mientras que Plutarco y Estrabón dan a entender que se dirigió al Reino de Armenia,23 y se presentó ante el rey Artaxias, quien le asignó la planificación y la supervisión de la construcción de la capital Artaxata (actual Artashat). Pronto de vuelta en Asia Menor, Aníbal buscó refugio junto a Prusias I de Bitinia, quien estaba en guerra con un aliado de Roma, el rey Eumenes II de Pérgamo.30
«Soberano helenístico»[editar]
Aníbal se puso al servicio de Prusias I durante esta guerra.112 Una de sus victorias fue a costa de Eumenes II en el mar. Se ha dicho que fue uno de los primeros en usar la guerra biológica: lanzó calderos llenos de serpientes a los barcos enemigos.113
Otro de sus talentos militares fue la probable fundación de la ciudad de Prusa (actual Bursa en Turquía) a petición del rey Prusias I. Esta fundación, junto con la de Artaxata en Armenia, elevaría a Aníbal al rango de «soberano helenístico». Una profecía que se difundió en el mundo griego entre el 185 y el 180 a. C. evocaba a un rey llegado de Asia para hacer pagar a los romanos la sumisión que habían impuesto a griegos y macedonios. Muchos se empeñaron en pensar que este texto hacía referencia a Aníbal. Por esta razón, el cartaginés, de origen bárbaro a ojos de los griegos, se integró perfectamente en el mundo helenístico.46 Los romanos no podían ignorar esta amenaza, y poco después enviaron una embajada a Prusias.
Para este último, Aníbal se convirtió en un incómodo invitado y el rey bitinio decidió traicionar a su huésped17 que residía en Libisa, en la costa oriental del Mar de Mármara. Bajo la amenaza de ser entregado al embajador romano Tito Quincio Flaminino, Aníbal decidió suicidarse en el invierno del 183 a. C.11430 empleando un veneno33 que, según se dice, llevó durante mucho tiempo en un anillo.1120 A pesar de todo, no está del todo claro cuál fue el año exacto de su muerte.114 Si, tal como Tito Livio sugiere,25 Aníbal murió en el año 183 a. C.,10114115116 el mismo año que su gran enemigo, Escipión el Africano, el viejo general cartaginés contaría con 63 años.17
Inhumación[editar]
Aurelio Víctor escribe que su cuerpo reposa en un ataúd de piedra, sobre el que es visible la inscripción: Aquí se esconde Aníbal.20
Entre los sitios barajados para albergar la tumba de Aníbal figura una pequeña colina cubierta de numerosos cipreses y situada en unas ruinas ubicadas cerca de Diliskelesi, lo que hoy en día es una zona industrial cerca de la ciudad turca de Libisa117 (actual Gebze) en Kocaeli. Considerada la tumba del general, fue restaurada en el año 200 por el emperador Septimio Severo,30 originario de Leptis Magna (actual Libia), que ordenó cubrir la tumba con una losa de mármol blanco. El lugar está hoy en ruinas. Excavaciones efectuadas en 1906 por expertos arqueólogos, entre ellos Theodor Wiegand, han revelado pruebas que hacen que estos últimos sean escépticos en cuanto a la ubicación real de la tumba.118
Legado[editar]
Balance paradójico[editar]
Con los cartagineses desapareció sin duda el mayor enemigo al que la República romana se había enfrentado.17 Por tanto, el balance personal de Aníbal se traduce en un fracaso. El Mediterráneo occidental se convirtió en un «lago romano» del que Cartago quedaba apartada, mientras que Roma extendió sus dominios por el mundo griego y por Asia.
Pero, al mismo tiempo, y ahí reside la paradoja de su balance, Aníbal trató de romper —a través de sus discursos acerca de la libertad de las ciudades— las alianzas de Roma con las ciudades griegas. De este modo, el general forzó a la República a legitimar sus acciones y a comportarse como una gran potencia imperialista. Por ello, Aníbal ha permanecido en el corazón de la historia griega y romana.
Mundo antiguo[editar]
Mucho tiempo después de su muerte, el nombre de Aníbal continuó representando el fantasma de una amenaza perpetua sobre la República de Roma. Se ha escrito que enseñó a los romanos, que se proclamaban fieros descendientes de Marte, el significado del miedo.[cita requerida] Durante generaciones, las matronas romanas continuaron relatando a sus hijos cuentos terroríficos acerca del general cuando se portaban mal. Aníbal simbolizaba de tal manera el miedo que, fuera cual fuera el desastre al que se enfrentaran, era común ver a los senadores romanos gritando Hannibal ad portas (¡Aníbal está a nuestras puertas!) a fin de expresar su ansiedad. Ad Portas (locución latina), evolucionó hasta transformarse en una conocida frase expresada en el momento en que un cliente cruzaba una puerta o cuando alguien tenía que enfrentarse a un desastre.119 Tales expresiones proceden del impacto psicológico que tuvo la presencia de Aníbal sobre la cultura romana en Italia.
En este contexto, se desprende una admiración (forzada) en los escritos de los historiadores romanos Tito Livio y Décimo Junio Juvenal. Por otro lado, los romanos llegaron a erigir estatuas del general cartaginés en las calles de Roma, a fin de representar el rostro de tamaño adversario, al que sus ejércitos habían derrotado.120
Sin embargo, durante la segunda guerra púnica, los romanos se negaron a rendirse y rechazaron todas las iniciativas de paz; tampoco quisieron pagar rescate para la liberación de los prisioneros capturados en la Batalla de Cannas.121 Además, los textos históricos acreditan que no existía ninguna facción dentro del Senado romano que quisiera la paz, ni se produjo ninguna traición romana que diera ventaja a los cartagineses, ni ningún golpe de estado que desembocara en el establecimiento de una dictadura.122123 Por el contrario, los patricios romanos compitieron entre ellos a fin de obtener los mejores puestos de mando con el objetivo de poder combatir al más peligroso enemigo al que se había enfrentado Roma. A pesar de todo, el genio militar de Aníbal no fue suficiente para perturbar la organización política y militar republicana. Tal y como escribe Lazenby:
Existen cantidad de textos a favor de su madurez política y del respeto a las formas constitucionales basadas en el hecho de que la maquinaria gubernamental compleja continuó funcionando incluso en pleno desastre. Hay pocos Estados de la Antigüedad que hubieran osado mantener en el cargo a un general que perdiera una batalla como Cannas, y menos aún que hubieran seguido tratándole con el respeto debido a un Jefe de Estado.124
Según Tito Livio, los romanos jamás tuvieron miedo de enfrentarse a Aníbal, incluso cuando inició su marcha sobre Roma en el 211 a. C.:125
Un mensajero de Fregellae, que había marchado sin descanso noche y día, produjo un gran terror en Roma. La afluencia de habitantes del campo, cuyos relatos mezclaban verdades y mentiras, había extendido la agitación en toda la ciudad. Las mujeres hicieron resonar sus gemidos en las casas particulares; las mujeres distinguidas, desafiando todas las miradas, corrían en tropel hacia los templos de los dioses; los cabellos esparcidos, arrodilladas al pie de los altares, las manos tendidas hacia el cielo y hacia los dioses, suplicaban arrancar Roma de las manos de los enemigos, y salvar el honor y la vida de las madres romanas y de sus hijitos.126
Al Senado, esta noticia le afectó «en función del carácter de cada uno».127 El Senado decidió mantener el sitio de Capua, aunque desplazó a 15.000 infantes y 1.000 caballeros para reforzar la capital. Según Tito Livio, las tierras ocupadas por el ejército de Aníbal en las inmediaciones de la ciudad fueron revendidas por los romanos a un precio justo.128 Esto puede ser o no cierto pero, tal como indica Lazenby, «podría haber sido así, ya que no muestra solamente la confianza suprema de los romanos en la victoria última, sino también la manera según la cual se perseguía una apariencia de vida normal».124 Tras la Batalla de Cannas, los romanos mostraron una considerable fortaleza ante la adversidad. Una muestra innegable de la confianza de Roma es el hecho de que, tras el desastre de Cannas, la capital republicana se quedó prácticamente sin tropas para defenderla; no obstante, el Senado decidió no retirar ni una sola guarnición de sus provincias para defender la ciudad. De hecho, las tropas de las provincias fueron reforzadas y se mantuvieron las campañas en tierras extranjeras hasta que se produjeron las victorias definitivas en Sicilia, bajo el mando de Marco Claudio Marcelo y después en Hispania, bajo el mando de Escipión el Africano.129130 Aunque las consecuencias a largo plazo de la guerra de Aníbal son incontestables, esta última es innegable que fue la más "hermosa hora" de la historia de Roma.124131
La mayor parte de las fuentes a disposición de los historiadores sobre la figura de Aníbal son de origen romano. Fue considerado como el mayor enemigo al que jamás se enfrentó Roma. En su obra, el historiador Tito Livio afirma que el cartaginés era extremadamente cruel. Lo mismo opinaba Cicerón, historiador que al hablar de los dos mayores enemigos de Roma escribe acerca del «honorable» Pirro de Epiro y del cruel Aníbal.132 Sin embargo, han llegado hasta nosotros noticias que le dan otra imagen. Cuando sus éxitos condujeron a la muerte de varios cónsules romanos, Aníbal buscó en vano el cuerpo de Cayo Flaminio Nepote en las orillas del Lago Trasimeno, organizó ceremonias rituales en honor a Lucio Emilio Paulo, y envió las cenizas de Marco Claudio Marcelo a su familia en Roma. El historiador Polibio de Megalópolis parecía sentir simpatía por Aníbal. Es de señalar que Polibio permaneció como rehén en Italia durante un gran período, y se basaba mayoritariamente en las fuentes romanas. Existe la posibilidad de que Polibio reprodujera elementos de la propaganda romana.
Mundo moderno[editar]
"Aníbal" es un nombre bastante común en la actualidad, y las referencias al general son también abundantes en la cultura popular. Como ocurre en el caso de otros grandes generales de la historia, las victorias de Aníbal sobre un enemigo superior, y su constante lucha por una causa perdida, le confieren un renombre que sobrevive más allá de las fronteras de su país de origen.
Su travesía de los Alpes permanece como una de las más increíbles hazañas militares de la Antigüedad,33 y despierta la imaginación de la gente mediante múltiples producciones artísticas como novelas, series o películas.
Desde la Antigüedad a Aníbal se le han atribuido ciertas cualidades: la audacia, el coraje y el espíritu combativo. Estas se aplican durante un deporte de aventura que parte de Lyon con meta en Turín, que conmemora esta travesía a través de los Alpes, y que conmemora su nombre: la carrera de Aníbal.133
Otro de los legados de Aníbal consiste en las plantaciones de olivos con que cubrió la mayor parte del África septentrional, gracias al trabajo de sus soldados, lo cual fue considerado una «pausa» perjudicial para el Estado cartaginés y para sus generales.
Historia militar[editar]
Varios años después de la segunda guerra púnica, mientras Aníbal era consejero político del Imperio Seléucida, Escipión el Africano fue enviado en misión diplomática por Roma a Éfeso, pero se ignora la fecha exacta de su entrevista, la cual mencionan Plutarco134 y Apiano:
Se dice que durante uno de sus entretenimientos en el gimnasio, Escipión y Aníbal tuvieron una discusión sobre la cuestión de la competencia de los generales en presencia de numerosos espectadores, y que Escipión preguntó a Aníbal cuál era según él más grande general, a lo que este último respondió: «Alejandro Magno».Tras esta conversación, Aníbal pidió a Publio Cornelio Escipión que fuera su invitado; Escipión se hubiera mostrado encantado, si Aníbal no viviera con el rey Antíoco III el Grande, quien desconfiaba de los romanos. Así, como grandes comandantes que eran, olvidaron su enemistad una vez finalizadas sus guerras.
Escipión estuvo de acuerdo, poniendo igualmente a Alejandro en primera posición. Después, preguntó a Aníbal a quién colocaría a continuación. Éste respondió que a Pirro, porque consideraba que la primera virtud de un general era la audacia. Precisó que «sería imposible encontrar dos reyes más atrevidos que ellos».
Escipión se sintió algo molesto ante esta respuesta. No obstante, preguntó al cartaginés a quién colocaría en tercera posición, esperando que le concediera ese privilegio. Pero Aníbal respondió: «Yo mismo, en mi juventud he conquistado Hispania y atravesado los Alpes con un ejército, hechos que han sucedido por primera vez desde Heracles. He atravesado Italia y habéis temblado de terror, obligándoos a abandonar cuatrocientas de vuestras poblaciones, y a menudo he amenazado vuestra ciudad con extremo peligro, todo ello sin recibir dinero ni refuerzos de Cartago».
Como Escipión vio que el púnico estaba dispuesto a seguir autopromocionándose, dijo riendo, «¿en qué posición te colocarías, Aníbal, si no hubieras sido derrotado por mí?» Aníbal notó sus celos y respondió: «En ese caso me habría colocado por delante de Alejandro». De ese modo, Aníbal continuó halagándose, pero se congratuló sutilmente con Escipión, sugiriendo que habría batido a alguien que era más grande que Alejandro.
Las hazañas de Aníbal, y particularmente su victoria en Cannas, han sido estudiadas y analizadas por las academias militares del mundo entero. En la Encyclopædia Britannica de 1911, el autor del artículo dedicado a Aníbal elogia al general en estos términos:
Sobre la trascendencia del genio militar de Aníbal no pueden existir dos opiniones. El hombre que fue capaz de mantener sus conquistas en un país hostil frente a varios ejércitos poderosos y una sucesión de comandantes capaces, debe necesariamente haber sido un táctico y estratega sin igual. Ciertamente, sobrepasó a todos los generales de la Antigüedad en la utilización de estratagemas y emboscadas. Tan increíbles como fueron sus logros, debemos admirarnos aún más si tenemos en cuenta el escaso apoyo que recibió desde Cartago. A medida que caían sus veteranos, se veía obligado a organizar levas de refresco en el lugar donde se hallara. Nunca se menciona un solo motín en su ejército, compuesto como estaba de africanos, hispanos y galos. Más aún, todo lo que sabemos de él nos ha llegado en su mayor parte de fuentes hostiles. Los romanos le temían y odiaban tanto que eran incapaces de hacerle justicia. Livio habla de sus grandes cualidades, pero añade que sus vicios eran igualmente grandes, de entre los cuales destaca su «perfidia más que púnica» y su «inhumana crueldad». Para el primero no parece existir mayor justificación que su consumada habilidad en tender emboscadas. En lo concerniente al segundo, creemos que no es posible otra razón que, en ciertas crisis, actuara según el espíritu de la guerra antigua. A veces contrasta de modo más favorable con su enemigo. Ninguna brutalidad mancha su nombre tanto como la perpetrada por Claudio Nerón sobre el derrotado Asdrúbal. Polibio únicamente menciona que era acusado de crueldad por parte de los romanos y de avaricia por parte de los cartagineses. Tenía, ciertamente, enemigos implacables, y su vida representó una constante lucha contra el destino. Por su firmeza de propósito, por su capacidad organizativa y maestría en la ciencia militar, es posible que jamás haya tenido igual.25
Incluso los cronistas romanos le consideran un maestro militar supremo y escriben acerca de él que «no exigió jamás a otros algo que no hubiera hecho él mismo».108 Según Polibio, «como sabio gobernante, supo contentar y someter a su gente, dándole lo que necesitaba, y ésta jamás se rebeló contra él ni se planteó ningún intento de sedición. Aunque su ejército estuviera compuesto por soldados de diversos países: africanos, españoles, ligures, galos, cartagineses, italianos y griegos, que no tenían en común entre ellos ni leyes, ni costumbres, ni idioma, Aníbal logró gracias a su capacidad reunir a todas esas diferentes naciones y someterlas a la subordinación de su liderazgo, imponiéndoles sus mismas opiniones».137
El documento del conde Alfred von Schlieffen (titulado el Plan Schlieffen), elaborado a partir de sus estudios militares, insiste en gran medida en las técnicas militares que emplearon los cartagineses para rodear y destruir victoriosamente al ejército romano en la Batalla de Cannas.138139 George Patton pensaba que él mismo era la reencarnación de Aníbal —entre otras reencarnaciones, Patton creía que era un legionario romano y un soldado de Napoleón I—.140 No obstante, los principios bélicos que se aplicaban en tiempos de Aníbal se siguen aplicando hoy en día».141
Por último, según el historiador militar Theodore Ayrault Dodge:
Aníbal sobresalió como táctico militar. A lo largo de la historia, ninguna batalla ha ofrecido un ejemplo mejor de utilización de la táctica que la Batalla de Cannas. Pero sobresalía aún más como logístico y como estratega. Ningún capitán marchó, como él, alguna vez, con y contra tantos ejércitos que le excedieran en número y equipamiento. Ningún hombre resistió nunca por sí mismo durante tanto tiempo o tan hábilmente en condiciones tan adversas de una forma tan ingeniosa y llena de coraje. Enfrentado constantemente a los mejores soldados, mandados por respetados generales, a menudo de gran habilidad, desafió todos los esfuerzos que hicieron por expulsarle de Italia, durante media generación. Exceptuando el caso de Alejandro, y algunos conflictos bélicos aislados, todas las contiendas anteriores a la segunda guerra púnica, se habían decidido en su mayor parte, si no por completo, gracias a las tácticas de batalla. La habilidad estratégica influía solo hasta cierto punto. Los ejércitos marchaban uno contra otro, luchaban en orden paralelo, y el conquistador imponía los términos sobre su adversario. Cualquier variación en esta regla conducía a una emboscada u otras estratagemas. Una guerra como aquélla, que se llevaba a cabo esquivando la necesidad de entrar en batalla, donde la victoria podía conseguirse mediante ataques contra las comunicaciones enemigas, maniobras de flanqueo, consecución de posiciones desde las que poder retirarse rápidamente en caso de ser atacados, no se comprendía... [sin embargo] Por primera vez en la historia de la guerra, vemos a dos generales esquivándose mutuamente, ocupando las tierras altas, marchando sobre los flancos de su rival para capturar ciudades o suministros en retaguardia, acosándose mutuamente con tácticas de guerrilla, y raramente aventurándose a presentar batalla, batalla que podría convertirse en un completo desastre; todo ello con el propósito preconcebido de colocar al oponente en desventaja estratégica... que todo aquello se produjera fue debido a las enseñanzas de Aníbal.
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