San Dictino, Dictinio o Dotino (? - c. 420) fue un eclesiástico y escritor hispano, obispo de Astorga entre los siglos IV y V, inicialmente priscilianista y después converso al catolicismo.
Su etapa priscilianista[editar]
Mencionado como de origen griego12 o gallego,3 Dictinio era hijo de Sinfosio, que era obispo en Gallaecia,n 1 quizás de Orense4 o tal vez regionario.3Sinfosio fue uno de los prelados que en el concilio de Zaragoza del año 380 declaró su adhesión al priscilianismo, adoctrinando a su hijo en la misma religión y ordenándole presbítero.
Por estas fechas Dictinio escribió una obra teológica titulada Libra (llamada así por estar estructurada en doce partes, al igual que la libra romana estaba dividida en doce onzas) en la que defendía posturas trinitarias modalistas y aceptaba la legitimidad de la mentira cuando se utilizase en defensa de la religión, animando a sus correligionarios a hacerse pasar por católicos para garantizar su seguridad.56Los contenidos del libro, que no se conserva, se conocen por la refutación que de él hizo San Agustín en Contra mendacium.7Algunos autores8 suponen que dejó escritos otros tratados similares, aunque no hay noticia de ellos.
Para solventar las diferencias entre priscilianistas y católicos, los primeros apelaron a la intermediación del papa Dámaso I, que se negó a recibirles, y a la de Ambrosio de Milán, quien dictaminó que los católicos admitieran en su iglesia a los priscilianistas si éstos condenaban las herejías que habían aprobado y evitaban la consagración episcopal de nuevos obispos; el trato no fue cumplido, pues pronto fueron consagrados Dictinio en Astorgan 2 y Paterno en Braga. Cerca del año 396 se celebró en Toledo un concilio al que Sinfosio se negó a asistir, sin dar ocasión a que se resolviera la causa contra los priscilianistas.9
Su retractación[editar]
En el año 400 se reunió el I Concilio de Toledo, en el que Sinfosio confesó que había consagrado a Dictino obligado por el pueblo gallego, entre el cual el priscilianismo estaba muy extendido. Sinfosio y Dictino abjuraron de su herejía para abrazar el catolicismo;n 3 Dictinio además reprobó sus propios escritos, y los asistentes al concilio restituyeron a los dos en su dignidad episcopal, esta vez según los cánones de la Iglesia Católica.10Esta disposición no fue del agrado de algunos prelados, que hacia el año 404 comisionaron al obispo Hilario y al presbítero Elpidio para apelar al papa Inocencio I,4 quien confirmó la decisión conciliar con un llamamiento a la unidad en su decretal Saepe me et nimia.11n 4
Tras su retractación Dictinio dio ejemplo de virtud, que después de su muerte le hizo acreedor del culto de santidad: en el año 447 el papa León I el Magno alababa su memoria al tiempo que condenaba sus escritos, que también fueron anatematizados en el Concilio de Braga del 561.12En la recopilación de las actas conciliares del s. VII se le mencionaba como "de santa memoria",10 y en el año 925 el obispo Fortis lo llamaba "santísimo, gloriosísimo y poderosísimo patrono mío después de Dios".13Su festividad se conmemoraba el día 2 de junio,14 el 1115 o el 2416 de julio, aunque tras la reforma de 196917 fue retirado del santoral por no haber sido canonizado oficialmente.
Se desconoce la fecha de su muerte, que diversos autores datan arbitrariamente en 42018 o 430.19Tradicionalmente se creyó que sus restos reposaban en el monasterio de su advocación cuya iglesia mandó construir él mismo en Astorga,n 5 donde había una lápida que lo mencionaba.13En el año 1550 se abrió la sepultura, sin hallar sus restos; algunos autores conjeturan que tal vez fue trasladado al Monasterio de Santo Toribio de Liébana junto con Toribio de Astorga en los primeros tiempos de la invasión musulmana;9otros suponen que su cabeza se encuentra entre las reliquias veneradas en la catedral de Astorga.
Domiciano o Dommiano fue obispo católico de Astorga a mediados del siglo IV.
La única referencia histórica sobre este prelado es su asistencia al concilio celebrado en Sárdica cerca de los años 343 o 347, al que viajó acompañando a los obispos hispanos Osio de Córdoba, Aniano de Cástulo, Florencio de Mérida, Casto de Zaragoza y Pretextato de Barcelona;1 en las actas del concilio suscribió por delante de estos dos últimos, por lo que se le supone con antigüedad suficiente como para haber sido consagrado hacia el año 340.2 También consta su firma en la carta enviada por los padres conciliares al papa Julio I.
Es posible, aunque no hay constancia de ello, que tras la clausura del concilio regresara a Hispania y asistiera al concilio de Córdoba del año 350;3 tampoco se conoce la fecha exacta de su muerte.
Florencio de Mérida o simplemente Florencio fue obispo de Mérida después de Liberio. Su nombre figura en los escritos del Concilio de Sárdica que fue un concilio celebrado en 343 en la ciudad de Sárdica (la actual Sofía), en Tracia, y fue convocado por los Emperadores romanos Constante y Constancio II, a petición del papa Julio I. En las ediciones muy nuevas de estos escritos aparece con este nombre pero en las más antiguas figura con el nombre de Florentino que se autorizó a usarse por los libelos de los presbíteros Faustino y Marcelino a los emperadores Teodosio y Valentiniano respectivamente. Respecto a este nombre de Florencio aparece en Mérida un clérigo con ese mismo nombre y que acompañó a Liberio al Concilio de Arlés y que luego fuera sucesor de el citado obispo ya que en él concurren las tres circunstancias de identidad de la iglesia, el nombre y la época y, aún más, se solía nombrar como obispo de una iglesia a uno de los clérigos que habían servido a esa iglesia y a ese prelado. Después de fallecido el obispo Liberio, no había en esa diócesis un clérigo más sobresaliente que el Arcediano Florencio. Estas son las causas por las que Enrique Flórez no duda en la afirmación que se ha hecho anteriormente.1
De sus obras como prelado de la iglesia de Mérida no hay muchas noticias. Solo se sabe con certeza que fue uno de los obispod españoles que fueron al Concilio de Sárdica que fue presidido por Osio, gran Obispo y Padre de la Iglesia hispano, consejero del emperador Constantino I el Grande en el año 347 y en cuyos escritos se menciona al prelado «Florentius ab Spaniis de Emérita ...». En el concilio fue precedido por Osio y Aniano, obispo «castulonense» pero Florencio precedió a los demás obispos españoles asistentes como eran los de Astorga, Zaragoza y Barcelona por tener mayor antigüedad como obispo ya que si empezó como obispo en el año 321, en la época del concilio llevaba ya veintiséis años en la prelatura.2
Florencio murió diez años más tarde, si son ciertas las explicaciones que escribieron Faustino y Marcelino en el libelo que enviaron a Emperador Teodosio al que dijeron que murió de muerte repentina y pena a resultas de haber hablado con Potamio y Osio en el «Concilio Sirmiense» al saber que estos habían prevaricado. Para proteger su cisma, Osio y Potamio inventaron la fábula de que Florencio se desmayó y lo sacaron al exterior vivo, volvió posteriormente a ocupar su sede y ocurrió lo mismo, así como por tercera vez, siendo entonces repelido como indigno, falleciendo en esta ocasión. Pero para confiar en estos presbíteros, que Enrique Florez pone en duda ya que Florencio fue uno de los buenos prelados que no siguieron el partido de los Luciferianos que para convencer a la gente , al no tener milagros que aportar, los fingieron e inventaron castigos espantosos para aterrar a la población y atraer a las personas a su causa.
Gregorio de Elvira (segunda mitad del siglo IV), obispo, teólogo y exegeta, santo y Padre de la Iglesia hispanorromano. Fue obispo de Elvira o Ilíberis, en Granada.
Biografía[editar]
Este santo, llamado también Gregorio Bético, es citado con elogio Eusebio Vercelense, san Jerónimo y otros, los cuales dicen que se había enfrentado a Osio por haber comunicado con Alsacio, Ursacio y Valente.
Después de muerto Osio, este prelado asistió en el 359 al concilio de Rímini, al cual concurrieron también otros obispos españoles, manifestando igual firmeza contra los arrianos, con los cuales no quiso comunicar. No se sabe de cierto si San Gregorio sufrió persecución por parte de los ministros imperiales que tenían orden de desterrar a los que no firmasen la fórmula del concilio pues se opina que fue cierta su oposición a la fórmula. Sin embargo, aun sabiendo que entre los opuestos hubo algunos de quienes no se hizo caso, ya por la falta de fama, ya por su escaso número, no se puede decir que todos fueran perseguidos y desterrados. Algunos han creído que san Gregorio había seguido los errores de los luciferianos pero otros autores demuestran con pruebas lo equivocado de tal suposición.
Se demuestra, sin embargo, la santidad de Gregorio y su culto antiquísimo que se ve en varios martirologios, honrándose su memoria en España desde el siglo VII como consta de San Isidoro, que le llama Santo. No se sabe con certeza el año de su muerte pero se cree que aún vivía en 392 y que llegó hasta la última senectud.
Obras[editar]
Entre sus obras destacan un tratado sobre la fe, otro sobre el Cantar de los cantares, y sobre el arca de Noé. Usa un lenguaje sencillo, se esmera en preparar sus sermones, hallar un sentido espiritual. Predicar es un deber, un acto de caridad. Tiene una gran preocupación por preservar la fe del error. Casi todos los sermones explican textos del Antiguo Testamento, le dedica mayor atención porque presenta mayor dificultad. Otra razón es que en el Evangelio no aparece nada que no aparezca en el Antiguo Testamento, en la ley y en los profetas. La sombra no existe sin el cuerpo, tampoco Cristo sin la Ley, ni esta sin Cristo.
Idacio de Mérida o simplemente Idacio fue obispo de Mérida después de Florencio según lo escrito por San Sulpicio Severo en la parte final de su «Historia». Por lo que respecta a los obispos de España hay pequeñas diferencia de nombres según los diferentes ediciones pues a los que San Sulpicio llama «Idacio» e «Ithacio», en el «Chronicón de San Próspero de Aquitania» y en los escritos de San Isidoro aparecen como «Ithacio» y «Ursacio»1 Sin embargo Enrique Florez se decanta en favor de los nombres que da San Sulpicio pues la repetición de los mismos nombres apoya la tesitura de Florez. Además este autor se apoya en que en los escritos de San Jerónimo están escritos de la misma forma en la versión de «Sophronio» en griego donde se lee «Η´δατίς» e «Ιθατίς» para referirse a «Hidacii» o a «Ithacii». La conclusión es que debe tomarse como cierto el de Idacio. Es cierto que, si bien en algunas versiones vulgares de San Jerónimo aparecen los nombres de «Hylatii», «Hydiatii» o «Hilarii», Enrique Flores asegura que debe estarse a lo que se dice en la versión más moderna de San Fabricio2 ya se lee en latín «Hydacii» o «Ithacii».
Herejía de Prisciliano[editar]
Idacio asistió al Primer Concilio de Zaragoza que se celebró el año 380 y que congregó a los Obispos de Aquitania, contra los Priscilianistas y así aparece nombrado en los escritos conciliares como «Idacio» o «Ithacio». Así pues, existen varios documentos que lo llaman de esta manera, que hay que darla por válida. Por lo que se refiere a la sede episcopal que ocupó, figura en los escritos de San Sulpicio y que dice: «Ad Idacium Emeritae aetatis Sacerdotem» donde ya se corrigió «Emeritae Civitatis» en lugar de «aetatis» como pide la locución pues «Emérita» no corresponde a la edad sino a la ciudad, que se llama «Emerita».4
Concilio de Zaragoza[editar]
Hygino, o Hyginio, obispo de Córdoba, que lindaba con la iglesia de la Lusitania de Idacio con sede en Mérida, advirtió a este del carácter que estaba tomando la herejía de Prisciliano y de la que estaban inficionados varios pueblos de Galicia y Lusitania, en especial dos obispos de esta región llamados «Instancio» y «Salviano». La dureza de Idacio contra estas personas sirvió más para recrudecer las heridas que para atraerlos a la fe. Para atajar el mal que estaba produciendo la herejía priscilianense, Idacio e Itacio de Ossonoba convocaron el Concilio de Caesaraugusta (actual Zaragoza) en 380 (si bien otras fuentes lo sitúan unos años antes, en 378)5 Los padres conciliares de Zaragoza encargaron al obispo Idacio de Ossonoba el encargo de publicar los decretos del Concilio en el que se condenaron a los obispos Salviano e Instancio, ya mencionados, y a los legos «Helpydio» y «Prisciliano».6
Después del concilio[editar]
Salviano, Instancio y Prisciliano fueron a Roma para conseguir el perdón del papa que entonces era San Dámaso y al no serles concedido fueron a ver a San Ambrosio en Milán que les respondió igual que el papa por lo que recurrieron a la «Corte Imperial Romana» y convencieron a Macedonio, «Gran Maestre del Palacio» del que consiguieron un decreto para que fuesen restituidos en sus diócesis. Hubo un largo proceso de de persecuciones de los obispos contra los herejes y viceversa durante el cual Idacio endureció tanto su actitud que tuvo que ser reconvenido por San Martín en la ciudad de Tréveris.7
A la vista de la fogosidad de las iniciativas y acciones de los herejes, el obispo Idacio le faltaron las fuerzas para resistir lo cual aprovecharon los herejes para acusar a Idacio de perturbador de las iglesias por lo que tuvo que huir a Las Galias donde pidió refugio al «Prefecto Gregorio».
Narciso fue un obispo de Gerunda (hoy Gerona), martirizado junto al diácono Félix en el siglo IV. Su vida aparece narrada en varios martirologios, como el de Usuardo y el de Equilino. Según estas fuentes (llenas de datos fabulosos y de contradicciones), Narciso nació en Gerunda en el seno de una familia noble de la ciudad. Convertido en predicador, él y su diácono Félix visitaron la región de los Alpes y Alemania. Se instaló en Augsburgo, donde convirtió a la prostituta Afra y otras mujeres de su burdel. De vuelta a Gerunda, ciudad de la que se le supone obispo,1 fue martirizado junto a su diácono y a otros muchos fieles en el mismo lugar donde posteriormente se levantó la iglesia de San Félix.
Seguramente el Narciso de Augsburgo sea un santo distinto del de Gerona y su identificación se deba a la confusión de dos personajes homónimos.
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Grabado de San Narciso (siglo XVIII)
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Apóstol y Mártir | ||
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Nacimiento | s. III Gerona | |
Fallecimiento | 29 de octubre de 307 Gerona | |
Venerado en | Iglesia católica | |
Festividad | 29 de octubre | |
Atributos | moscas | |
Patronazgo | Gerona, Augsburgo, campesinos de Alguer (Cerdeña) |
El milagro de las moscas[editar]
San Narciso es conocido por el llamado milagro de las moscas, insectos que, además, constituyen su atributo iconográfico más reconocible.2 En 1286, durante el asedio a Gerona de las tropas de Felipe II de Borgoña, del sepulcro del santo surgieron una multitud de moscas que atacaron a los soldados franceses que pretendían profanar su tumba y los hicieron huir, salvando a la ciudad del dominio extranjero.
Los teólogos de la Contrarreforma consideraron este episodio una simple leyenda y lo eliminaron de la hagiografía del santo.2
Historia crítica[editar]
Un primer análisis histórico crítico sobre san Narciso de Gerona nace a partir de las actas del martirio de Santa Afra de Augsburgo. Lo hace el historiador y paleógrafo Manuel Mundó i Marcet,Asncari, en el artículo La autenticidad del sermón de Oliba sobre San Narciso de Gerona, publicado en los Anales del Instituto de Estudios Gerundenses, en 1974. Santa Afra ya tenía unas actas de martirio en el siglo VII. En tiempos de Carlomagno se añadieron textos complementarios en los que aparecía san Narciso, su diácono Félix y la conversión de la santa. Mundó apuntó a una posible intención políticorreligiosa, para establecer, por medio del obispo Narciso, un nexo unificador entre las sedes episcopales de las marcas más alejadas del imperio francoː Augsburgo y Gerona. A principios del siglo XI la popularidad de san Narciso irá creciendo y acabará sustituyendo al santo patrón de Gerona antes de la invasión de los francos, san Félix de Gerona, quien vino de África con san Cucufato, y que sufrió el martirio en 304 en la ciudad de Gerona.
Festividad y patronazgo[editar]
Su festividad se celebra el 29 de octubre. San Narciso es el patrono de las ciudades de Augsburgo y de Gerona. En esta última, se celebran en su honor las fiestas mayores de la ciudad y su comarca.
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