martes, 8 de octubre de 2019

HISTORIA DE ESPAÑA

HISTORIA ANTIGUA DE ESPAÑA - HISPANIA ROMANA - PERSONAJES

Lucius Junius Moderatus Columella (GadesBética4 d. C. – Tarentoca. 70 d. C.), de sobrenombre Columela, fue un escritor agronómico romano.

Biografía[editar]

Nacido en Gades, provincia de la Bética, pertenecía a la tribu Galeria y estuvo un tiempo en el ejército romano y fue tribuno laticlavio en la Legio VI Ferrata en Syria en el año 35. Después se trasladó a la península itálica, donde, estimulado por el ejemplo familiar de su tío Marco Columela, consagrado a la agricultura en la Bética, puso en práctica sus conocimientos de agricultura en sus propiedades de ArdeaCarseoli y Alba.1
De su obra escrita nos ha llegado De re rustica (Los trabajos del campo), escrito hacia el año 42,2​y De arboribus (Libro de los árboles). Para la primera de estas obras, dividida en doce libros, se inspiró en agrónomos anteriores como Catón el ViejoVarrón y otros autores latinos, griegos e incluso cartagineses, de los que da una amplia lista; cita expresamente a los geopónicos Julio Ático y a Julio Grecino, padre de Gneo Julio Agrícola, y no ignoró tampoco a HesíodoHomeroOvidioLucrecioHoracioVirgilioPlinio y Celso.3​ Trata sobre todos los trabajos del campo en el más amplio sentido de la palabra: desde la práctica de la agricultura, la ganadería y la apicultura, hasta la cura de animales, pasando por la elaboración de distintos productos y conservas.4
En De arboribus trata sobre cultivos arbustivos como la vid y sobre árboles como el olivo o los frutales, e incluso flores como la violeta o la rosa. La obra de Columela es considerada el repertorio más amplio y documentado sobre agricultura romana.
La crítica sin embargo ha considerado que podría tratarse de la misma obra, que tuvo dos ediciones, una resumida, de la que se desgajó el De arboribus, y otra mucho más ampliada, que es la que ha llegado hasta nosotros en doce libros De re rustica, dedicados a Publio Silvino, un agricultor que poseía fincas aledañas a una de Columela. Lleva un prefacio en que se lamenta del desinterés existente por una materia tan importante: "Cualquiera que sea el género de estudio al que quiere aplicarse uno, se escoge el preceptor más dotado... Solo la agricultura, próxima y consanguínea con la sabiduría, está tan falta de discípulos como de maestros". Porque para él la agricultura es la expresión de una moral tradicional, severa y austera, que representa las viejas costumbres y virtudes romanas. La estructura de la obra es la siguiente:
  • I) Situación y construcción de la finca; ocupaciones de los esclavos.
  • II) Manutención del campo.
  • III-IV) La viña.
  • V) Árboles frutales
  • VI-IX) Tratado completo de zootécnica.
    • VI, ganado mayor.
    • VII, ganado menor.
    • VIII, aves de corral.
    • IX, abejas y apicultura.
  • X) Jardines.
  • XI-XII) El campesino y ocupaciones de la masadera.5
Cediendo a una petición de Silvino, y respondiendo al pie de la letra a los versos de las Geórgicas de Virgilio en que este se lamenta de no poder ocuparse de la jardinería, Columela, con la intención de llenar la laguna, desarrolla este argumento en el libro X en forma de floridos hexámetros, lejanos sin duda a la perfección virgiliana, pero no faltos de calor y de esmerada concisión.6​ Compuso otras obras que se han perdido: unos folletos contra la astrología,7​ un tratado sobre las viñedos y los árboles dedicado a Eprio Marcelo8​ y un libro sobre las ilustraciones y los sacrificios que acaso no compuso enteramente.9
El catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, Luis Alfonso Gil Sánchez, opina que la familia Columela fue la responsable de la introducción de los olmos ‘romanos’ en la península ibérica.10
En 1794, los botánicos José Antonio Pavón y Jiménez e Hipólito Ruiz López pusieron el nombre de Columellia en su honor a un género peruano de astéridas.11
En 1824, Juan María Álvarez de Sotomayor Rubio publicó De re rustica en español íntegramente y por primera vez: Los doce libros de agricultura que escribió en latín Lucio Junio Moderato Columela (Madrid, Miguel de Burgos, 1824, 2 vols.). El primero comprende los siete primeros libros, y el segundo los otros cinco. Hay tres ediciones facsímilares modernas: Santander, Sociedad Nestlé - A.E.P.A, 1979; Extramuros Edición, S.L., 2009; Valladolid: Maxtor Editorial, 2013.

Trascendencia[editar]

Pese a su eficacia, la obra de Columela dejó escasos vestigios en la antigüedad. En el siglo IV.º lo imitó Rutilio Tauro Emiliano Paladio, autor de un Opus agriculturae, cuyo capítulo XIV, último de la obra, a imitación del agrónomo gaditano, lo escribió no en hexámetros, sino en dísticos elegíacos cuando trataba de los injertos. Con Celso, fue también Columela fuente importante para el tratado de veterinaria de Pelagonio, también del siglo IX, en 35 capítulos. El De re rustica fue conocido por los árabes desde el siglo IX.º y fue fundamental para la obra de Gabriel Alonso de Herrera ya en el siglo XVI; de sus fuentes se nutrieron largamente los naturalistas de la época renacentista, y luego Johann Matthias Gesner, más conocido como Gesnerus (1691-1761). Lo tradujo Juan María Álvarez de Sotomayor Rubio.
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Egeria, también llamada EteriaÆtheria o Etheria, e incluso Arteria o Geria, fue una viajera y escritora hispanorromana del siglo IV.

Biografía[editar]

Aunque sus datos biográficos son pocos, se supone que era originaria de la provincia romana de la Gallaecia en la diócesis de Hispania,12​ e incluso algún autor ha propuesto la posibilidad de que pudiera pertenecer a la comarca de El Bierzo, en la Gallaecia interior.3​ En algún trabajo especializado ha sido considerada la posibilidad de su parentesco con Aelia Flacilla, primera mujer de Teodosio el Grande.4​ A. Lambert ha avanzado una hipótesis según la cual se trataría de la hermana de Gala, de quien habla San Jerónimo de Estridón como pareja de Prisciliano.5​ Algunos datos sobre los que no parece haber discusión son su ascendencia noble, su posición económica acomodada y su notable cultura. En sus escritos se revela como una mujer de profunda religiosidad pero también (en boca de la propia Egeria) de ilimitada curiosidad.
Se sabe que visitó los Santos Lugares (EgiptoPalestinaSiriaMesopotamiaAsia Menor y Constantinopla), en un largo viaje, entre 381 y 384, recogiendo sus impresiones en su libro Itinerarium ad Loca Sancta, libro que tuvo cierta difusión por narrar de forma minuciosa y, sobre todo, animada el viaje. Atravesó el sur de Galia (hoy Francia) y el norte de Italia; cruzó en barco el mar Adriático. Se sabe que llegó a Constantinopla en el año 381. De ahí partió a Jerusalén y visitó JericóNazaret y Cafarnaúm. Partió de Jerusalén hacia Egipto en 382, visitó AlejandríaTebas, el mar Rojo y el Sinaí. Visitó luego AntioquiaEdesa, Mesopotamia, el río Éufrates y Siria desde donde regresó vía Constantinopla. No hay constancia de la fecha, el lugar y las circunstancias de su muerte.
El manuscrito está redactado en latín vulgar (tal como hablado en la época), lo cual ha sido de gran utilidad para estudiar la transición del latín clásico al más tardío. Hasta el año 1884, la única referencia a esta mujer6​ aparecía en una carta a los monjes de El Bierzo escrita por San Valerio.7​ En ese año Gian Francesco Gamurrini encontró en la Biblioteca de la Cofradía de Santa María de Laicos (Biblioteca Della Confraternità dei Laici) en ArezzoEtruria, un códice en pergamino de 37 folios, en letra beneventana del siglo XI, dividido en dos partes. La primera contenía un conocido tratado de San Hilario de Poitiers sobre los Misterios y los Himnos. La segunda parte estaba incompleta, sin algunos folios del principio y del final, y por lo tanto sin autoría declarada. Esta parte del códice, que relataba un viaje por Tierra Santa, había sido redactada en el monasterio de Montecassino, y trasladada a Arezzo por Ambrosio Restellini, abad de Montecassino desde el año 1599 al 1602. Después de ese año ocupó el cargo de abad del monasterio de Santa María de Arezzo. En el año 1801 Napoleón clausuró este monasterio, trasladándose gran parte de su archivo a la mencionada Cofradía de los Laicos. Hoy día el manuscrito se conserva en el museo de la ciudad de Arezzo. Gamurrini atribuyó el relato a Silvia de Aquitania, hermana de Rufino de Aquitania, mencionada por Paladio en su Historia Lausíaca, de quién se conocía una peregrinación similar a la relatada por Constantinopla, Egipto y Jerusalén.8​Durante casi veinte años se barajó la hipótesis de Silvia, o Silvina como autora del texto, hasta que en el año 1903 Marius Férotin publicó un estudio en la Revista de Cuestiones Históricas9​ atribuyendo el mismo a la virgen española Egeria. De esta monja hablaba San Valerio en la carta mencionada más arriba, y haciendo un resumen de su viaje que coincide en muchos puntos con el viaje relatado por el manuscrito de Arezzo: fecha, punto de partida («de la costa occidental del Mar Océano»), etapas, duración, e incluso en algunos casos San Valerio utiliza idéntico estilo y vocabulario en la descripción del trayecto. Desde la publicación del artículo de Ferotin nadie duda de la autoría de Egeria para el pergamino de Arezzo. Existe otra referencia que permite rellenar algunas de las lagunas de los primeros folios ausentes del manuscrito: el Liber de locis sanctis de Pedro el Diácono, quien también menciona a la peregrina gallega.

El nombre[editar]

Los distintos códices que se conservan de la carta de San Valerio recogen su nombre de diferentes formas: Aetheria, Echeria, Etheria, Heteria, Eiheriai o Egeria. Ferotin se decantó por la opción de Eteria, o Etheria, al igual que autores como Heraeus, Mesiter o García y Villada. En cambio Lambert,10​ Pétré, W. Lindsay o J. F. Montfort propusieron la grafía Egeria, por figurar así en el Liber Glossarum, anónimo del año 750, en los catálogos de la Biblioteca de San Marcial de Limoges (Itinerarium Egerie abbatisse), y en algunas variantes de la carta de San Valerio. Esta última forma (Egeria) se puede considerar la forma más extendida en todas sus referencias, constando esa grafía incluso en una colección de sellos españoles dedicados a este personaje.11

El viaje[editar]

Gracias a la pax romana, una ciudadana del Imperio podía viajar desde Gallaecia hasta Mesopotamia casi sin obstáculos. Esto sucedía entre los años 29 a. C. y 180 d.C.
La narración describe con detalle el modo de viajar a través del cursus publicus romano, la red de vías utilizadas por las legiones en sus desplazamientos (una red de 80.000 km) y las dificultades a superar al transitar por paisajes inhóspitos. Solía emplear como hospedaje las mansio, o casas de postas, o en otras ocasiones acogiéndose a la hospitalidad de los monasterios implantados en oriente desde hace años, pero todavía casi desconocidos en occidente. Varias menciones a lo largo del manuscrito sugieren la posibilidad de que contara con algún tipo de salvoconducto oficial que le permitió recurrir a protección militar en territorios especialmente peligrosos.12​El Itinerarium se divide en dos partes: la primera narra el viaje y comienza cuando Egeria está a punto de subir al monte Sinaí, tras haber visitado Jerusalén, BelénGalilea y Hebrón. Desde ahí se dirige al monte Horeb, y regresa después a Jerusalén atravesando el país de Gesén. Viaja después a Samaria y al Monte Nebo. En este punto se detuvo para escribir: "Y como el camino por donde teníamos que ir era aquel valle de en medio que se extiende a lo largo [...] donde se acomodaron los hijos de Israel mientras Moisés subía al Monte de Dios y bajaba, aquellos santos nos iban mostrando siempre cada uno de los lugares por todo el valle, como cuando vinimos". 13​ Cuando se cumplen tres años de su partida vuelve de nuevo a Jerusalén y decide regresar a Gallaecia. Durante su retorno visita Tarso, se detiene en Edesa, visita Siria y Mesopotamia, y de nuevo a Tarso. Desde ahí pone rumbo a Bitinia y Constantinopla. El diario del viaje termina en ese punto, aunque antes de concluir todavía expresa su deseo de visitar Éfeso. La segunda parte del diario describe la liturgia tal y como se lleva cabo en Tierra Santa, en oficios de diario, domingo y durante las fiestas de Pascua y Semana Santa.











Cayo Vetio Aquilino Juvenco (en latín Gaius Vettius Aquilinus Juvencus), poeta hispanolatino del siglo IV d. C., fundador junto a Sedulio de la épica cristiana.

Biografía[editar]

Vivió en tiempo del emperador Constantino el Grande y fue de noble ascendencia. De confesión católica, fue además presbítero y hacia el año 330 publicó el primer poema épico latino cristiano, Evangeliorum libri quattuor, una versificación bastante literal de los evangelios, sobre todo del de San Mateo, compuesta de 3219 hexámetros y repartida en cuatro libros. En el prólogo de su obra afirma su intención de cantar las hazañas salvadoras de Cristo, don de Dios a los hombres. En el primer libro narra la venida de Juan el Bautista, el nacimiento de Jesús y su actividad hasta el comienzo de su vida pública; en el segundo, los milagros y las parábolas; en el tercero, continúa con la narración de milagros y parábolas y en el cuarto termina con la pasión y resurrección de Cristo.
El estilo de este texto debe bastante a Virgilio y hay resabios de LucrecioHoracioOvidioLucano y Estacio que demuestran que Juvenco poseía una extensa cultura poética. Sin embargo, la característica más acusada del poema es una sencillez que contrasta con la ampulosidad pagana, quizá por el afán de ceñirse escrupulosamente al texto sagrado. Se permite sin embargo el poeta deliciosas descripciones de la Naturaleza; otras veces se arriesga a comedidas interpretaciones de carácter alegórico, y utiliza una adjetivación profusa para amplificar el texto mediante procedimientos parafrásticos y abusa de la aliteración. Juvenco fue muy celebrado en la Edad Media, en la que mereció el calificativo de "Virgilio cristiano". Tras el Concilio de Nicea era necesario un poeta cristiano que contraponer en la educación cristiana al poeta latino Virgilio y el poeta hispanolatino llenó ese hueco satisfactoriamente, como demuestran los numerosos códices de su obra que han llegado hasta nosotros. San Jerónimo menciona otras obras suyas,1​ alguna sobre el tema de los sacramentos, que no han llegado hasta nosotros. Las noticias que transmite son las siguientes:
En el tiempo de Constantino, el presbítero Juvenco puso en verso la historia de nuestro Señor y Salvador y no la mermó ni siquiera al versificar las majestuosas frases del evangelio. (San Jerónimo, Epístola a Magnum)
Juvenco, español de noble ascendencia, presbítero, compuso cuatro libros, trasponiendo los cuatro evangelios casi a la letra, en versos hexámetros, y algunas otras cosas en el mismo metro, relativas al orden de los sacramentos. Vivió en tiempos del emperador Constantino. (San Jerónimo, De viris ilustribus)
El humanista y jesuita extremeño Faustino Arévalo, expulsado de España con los demás de su orden al empezar el último tercio del siglo XVIII, hizo una edición crítica del texto en Bolonia y en Roma.



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