SIGLO XV EN ESPAÑA
Rodrigo de Bastidas, a veces escrito como Rodrigo de la Bastida (Sevilla, 14752-Santiago de Cuba, 1527) fue un adelantado y conquistador español. Exploró el litoral atlántico colombiano, desde la península de La Guajira hasta el golfo de Urabá, el istmo de Panamá y el río Magdalena, y fundó la ciudad de Santa Marta el 29 de julio de 1525.
Rodrigo de Bastidas estuvo afincado en Triana, Sevilla. Participó en el segundo viaje de Colón a las Indias en 1493, y en 1501 recorrió parcialmente la costa de las actuales Panamá y Colombia.
El 5 de junio de 1500 se le concedió licencia para descubrir islas o tierras que no fueron visitadas por Colón u otros navegantes, así como tierras no pertenecientes a Portugal, desde las costas del Cabo de la Vela en la extinta Gobernación de Coquibacoa.
En septiembre u octubre de 1501, junto con el piloto Juan De La Cosa, zarpó del puerto de Cádiz en las carabelas San Antón y Santa María de Gracia. En este viaje se embarcó el joven Vasco Núñez de Balboa, el primer conquistador en llegar al océano Pacífico.
Exploraciones[editar]
Siguiendo la ruta de Alonso de Ojeda, y después de haber recorrido el litoral de la actual Venezuela, descubre las bahías de Santa Marta, Cartagena y Cispatá, la desembocadura del río Magdalena, el golfo de Urabá y las costas panameñas (en la actual comarca de Guna Yala, los puertos de Nombre de Dios y Retrete).3 Entonces mandó hacer un puerto que bautizó en su honor como El Escribano. Sin embargo, al tener las naves en muy mal estado, debe regresar a la isla de La Española (actual Santo Domingo), en donde estaba la principal base de operaciones de los conquistadores españoles.
Al llegar a las costas de La Española, una de sus naves naufragó, pero logró salvar parte de su carga, que se trataba en mayor parte de oro. En esta isla fue acusado de negociación ilegal con los indígenas. Después de ser procesado en 1502 por Francisco de Bobadilla, que también procesó a Colón, fue declarado inocente de los cargos, y una vez pagados los derechos a la Corona, los Reyes Católicos le otorgaron el cobro de una renta anual sobre la producción de la provincia de Urabá y Zenú.
Fundación de Santa Marta[editar]
En diciembre de 1521, Rodrigo de Bastidas, que estaba afincado en la isla de Santo Domingo, pidió del Emperador Carlos V licencia para fundar una ciudad y fortaleza en la costa firme, señalando su jurisdicción desde el Cabo de la Vela hasta las Bocas de Ceniza del río Magdalena. El 6 de noviembre de 1524 se firmó en Madrid la capitulación que dejaba en firme el poblamiento de la provincia, y el 29 de julio de 1525 llegó Bastidas con su comitiva en cuatro buques a una ensenada cerca de Gaira. Por conmemorarse aquel día la festividad de Santa Marta de Betania, le dio a aquel sitio el nombre de Santa Marta.
Bastidas habría llegado en febrero de 1525, y desembarcó con cerca de cincuenta españoles, algunos de ellos con sus esposas, con el fin de formalizar el poblamiento. Entre los europeos que llegaron con Bastidas figuraban Pedro Villafuerte como teniente general, el capitán Rodrigo Álvarez Palomino como maestre de campo, Juan Ledesma como contador real, el portugués Antonio Díaz de Cardoso y el capitán Juan de San Martín, entre otros.
Ante la llegada de Bastidas y de sus hombres, los nativos de Gaira y Taganga ofrecieron un pacto de paz a los españoles, pero los tayronas y bondas no estuvieron dispuestos a hacer lo mismo y, por el contrario, atacaron el poblado español en múltiples ocasiones con flechas envenenadas. Entre tanto, Bastidas entró en alianza con los gairas, los tagangas y los dorsinos, quienes trabajaron en la fortificación de la ciudad, inicialmente con empalizadas. Poco después, debido a las insalubres condiciones de vida, Bastidas cayó enfermo. Entonces su teniente, Juan de Villafuerte, encabezó una conjura junto con Pedro de Porras y otros siete soldados descontentos por lo que consideraban el excesivo buen trato que Bastidas daba a los indígenas. Un día, aprovechando que Bastidas estaba en cama debido a su enfermedad, entraron a la habitación y lo atacaron con varias puñaladas. Sin embargo, cuando salieron, Bastidas, que no había muerto, comenzó a gritar pidiendo auxilio. Acudió entonces el maestre de campo de Bastidas, Rodrigo Álvarez Palomino, quien con la ayuda del resto de pobladores persiguió a los conjurados, y aunque estuvieron algunos días escondidos entre el monte, fueron capturados y enviados a juicio a Santo Domingo, donde fueron condenados a la horca. Bastidas nombró entonces a Palomino como teniente general y se embarcó a Santo Domingo para ser curado de sus heridas; sin embargo, las condiciones del viaje empeoraron su salud y los vientos contrarios hicieron que la embarcación tuviera que desviar hacia Cuba, donde murió.
El 28 de julio de 1527 falleció Bastidas al anclar en Santiago de Cuba y sus restos fueron enterrados en la catedral de esa ciudad.7
Bastidas tuvo ocho hijos, de los cuales el más notable fue Rodrigo de Bastidas, quien fue obispo de Venezuela y Puerto Rico.8
Los restos de Bastidas fueron exhumados por su hijo Rodrigo, que era por entonces deán de la Diócesis de Santo Domingo, y trasladados a Santo Domingo, donde fueron enterrados en la Basílica catedral de Santa María de la Encarnación, la más antigua de América, junto a su esposa y su hijo. En 1953 los restos fueron trasladados a Santa Marta desde la República Dominicana por petición del gobierno local. Actualmente, reposan en la Catedral Basílica de Santa Marta.
Tras la violencia que condujo a la muerte de Bastidas, hubo varios gobiernos interinos de poca duración, hasta que el 20 de diciembre de 1527 García de Lerma firmó una capitulación que le confería la gobernación y la capitanía general de la provincia de Santa Marta. La situación era crítica tanto por la belicosidad de los indígenas como por las rivalidades entre los propios españoles que provocaron la muerte de Bastidas.
En este contexto, la Corona decidió asignar al nuevo gobernador poderes excepcionales para restablecer el orden en dicha demarcación territorial. Incluso, llegó a pedir en 1532 que no nombrase gobernador de Cartagena, idea que fue rechazada por la Corona, cuando Pedro de Heredia fue nombrado para dicha gobernación.
Pedro de Margarit (Castillo del Ampurdán, aprox. 1455 - Castillo del Ampurdán, aprox. 1505), también conocido como Pere Bertran y Margarit, fue un militar, marino y conquistador español.
Hijo de Joan Bertran y Carroç, caballero barcelonés, y Constanza Margarit y Santfeliu, señora de Castell d'Empordà. Su abuelo paterno fue Berenguer Bertran y Ça Rovira, y el materno fue Bernat Margarit y de Peguera.
Miembro de un linaje importante que secundó al rey Juan II de Aragón en la Guerra Civil Catalana, estuvo al servicio del rey Fernando el Católico y participó en el sitio de Granada.
Embarcó en el segundo viaje de Cristóbal Colón, que partió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493, como jefe militar de la expedición. Fue, junto al religioso aragonés Bernardo Boil, uno de los protegidos del rey Fernando II de Aragón en esta segunda expedición. Colón lo nombró gobernador de la fortaleza de Santo Tomás, en la región de Cibao, zona norte de la isla La Española. Durante su estancia en La Española reprobó el maltrato a los indios.
Tomó partido por los enemigos de Colón, probablemente porque éste no le invitó a formar parte del consejo de gobierno que estableció en Cibao pero también por la falta de abastecimiento de la colonia. Mientras Colón se encontraba en Cuba, y junto al padre Boil, emprendió viaje de regreso a España en las tres carabelas en las que recientemente había llegado Bartolomé Colón con suministros.
Una vez en España, en 1494 acusó a Colón de mal gobierno en las Indias. También expresó en la corte su convencimiento de que los indios eran potencialmente buenos cristianos y súbditos de los reyes, por lo que no debían ser esclavizados. Siguió a sueldo en la corte y lo último que se sabe de él es que vivía en Zaragoza en 1497.
Sus comienzos[editar]
Nació en Torrejoncillo del Rey (Cuenca) en 1468, en una familia hidalga de pocos recursos. En su juventud estuvo al servicio del duque de Medinaceli, Luis de la Cerda, como paje. Alonso de Ojeda era pariente cercano de un alto miembro del Tribunal de la Inquisición, de su mismo nombre, quien le presentó al obispo de Badajoz, y mucho después de Burgos y presidente de la Junta de Indias, don Juan Rodríguez de Fonseca.
El joven Ojeda se ganó en breve la buena voluntad del obispo, quien ofreció dispensarle su protección a la primera oportunidad. Alonso tenía veintiséis años en 1494, era pequeño de estatura, ágil hasta causar sorpresa, y en todos los ejercicios de las armas, maestro consumado; tenía el genio pronto y la vista perspicaz; era valiente hasta la temeridad, vengativo hasta la crueldad, tierno de corazón con los débiles, y cortés con las damas; pendenciero y duelista, pero hondamente creyente y por extremo observante de sus deberes religiosos.
El obispo supo distinguir en aquel joven un alma bien templada y un corazón generoso, pero también notó que su carácter tenía un fondo de ambición que podía servirle en los planes que por entonces maduraba para anular el poder de Cristóbal Colón.
Llegada a La Española[editar]
En septiembre de 1493, gracias a Rodríguez de Fonseca, se embarcó con Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, llegando a la isla de La Española. En enero de 1494, Colón le encargó que buscara algunos tripulantes extraviados en el territorio de la isla. Pudo adentrarse con sólo quince hombres en la región del Cibao, donde dominaba el aguerrido cacique Caribe llamado Caonabo. Era Cibao, zona rica en minas de oro y Ojeda regresó a La Isabela para informar al Almirante, aquejado allí de unas fiebres.
Colón partió para aquellas tierras en marzo de 1494 e hizo fundar la fortaleza de Santo Tomás, de la que nombró alcaide a Ojeda.
Caonabo y sus guerreros atacaron el fuerte en cuanto tuvieron oportunidad y Ojeda los venció. La leyenda dice que logró apresar personalmente a Caonabó usando unos grilletes de oro y engañando al cacique haciéndole creer que eran prendas reales.
También participó Alonso de Ojeda en la Batalla de la Vega Real o Batalla de Jáquimo, apodando a Ojeda como «El Centauro de Jaquimo», en la que, bajo su mando, los españoles vencieron a los indígenas. Esta batalla habría enfrentado a un número de indígenas cifrado en diez mil por fray Bartolomé de las Casas frente a tan solo alrededor de cuatrocientos españoles, si bien es muy posible que estas cifras hayan sido exageradas. Posteriormente, en 1496, regresó a España.1
Primer viaje a Venezuela[editar]
Viajes realizados por Alonso de Ojeda.
De regreso a España, capituló con los Reyes Católicos sin permiso de Colón. El viaje fue motivado por el deseo de los Reyes Católicos de comprobar la veracidad de los informes de Colón sobre las grandes riquezas del "nuevo mundo", debido a la desconfianza que Colón y sus partidarios habían inspirado entre los monarcas.2 La expedición zarpó el 18 de mayo de 1499, en asociación con el piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y el navegante florentino Américo Vespucio. Cabe destacar que este fue el primero de la serie de "viajes menores" o "viajes andaluces" que se realizarían hacia el Nuevo Mundo.
Recorriendo el litoral occidental de África hasta Cabo Verde, tomaron el mismo rumbo que realizó Colón un año antes en el tercer viaje, pero en dirección suroeste. Sin embargo, Vespucio decidió separarse de la flota y seguir su propio rumbo más al sur, hacia Brasil. La flota de Ojeda llegó a las bocas de los ríos Esequibo y Orinoco, así como al golfo de Paria, incluyendo las penínsulas de Paria y Araya, y a las islas de Trinidad y Margarita; continuando a lo largo de la tierra firme, en busca siempre de un pasaje hacia la India. Posteriormente recorrió la Península de Paraguaná y después avistó la isla Curaçao, a la cual llamó isla de los Gigantes porque creyó haber observado allí a indígenas de gran estatura; luego visitó la isla Aruba y también el archipiélago de Los Frailes.
También recorrió una parte de la península de Paraguaná y se adentró en un golfo al que llamó Venezuela o Pequeña Venecia, pues había poblaciones en el fondo del golfo cuyas casas estaban construidas con troncos sobre el agua que se asemejaban a la ciudad de Venecia. Asimismo, logró ver la entrada del lago de Maracaibo, a la cual llamó San Bartolomé por haberla descubierto el día 24 de agosto de 1499, día de San Bartolomé, apóstol. También llegó a alcanzar el cabo de la Vela, en la actual península de la Guajira, a la que llamó Coquibacoa.
Pocos días después, la expedición partió del cabo de la Vela a La Española con algunas perlas obtenidas en Paria, algo de oro y varios esclavos. La escasez de bienes y esclavos transportados era un rendimiento económico escaso, pero la importancia de este viaje radica en que fue el primer recorrido detallado y total hecho por los españoles de las costas de Venezuela, debido al cual Ojeda goza del crédito de haber reconocido por vez primera toda la costa venezolana. La expedición dio también a Juan de la Cosa la oportunidad de trazar el primer mapa conocido de la actual Venezuela, además de ser el primer viaje que hizo Vespucio al Nuevo Mundo.1
Sin embargo, cuando llegó la expedición a La Española el 5 de septiembre, fue mal recibida por seguidores de Colón quienes estaban enojados porque Ojeda no tenía derecho de explorar tierras descubiertas por aquel sin su autorización. Esto produjo reyertas y peleas entre ambos grupos, dejando algunos muertos y heridos; así tuvo que regresar a Cádiz con pocas riquezas, pero con muchos indígenas. La fecha de regreso es discutida: tradicionalmente se afirmaba que volvieron en junio de 1500 pero el historiador Demetrio Ramos ha señalado una fecha un poco más temprana, hacia noviembre de 1499.3
Segundo viaje a Venezuela[editar]
Ojeda decidió hacer una nueva exploración y capituló nuevamente con los reyes de España el 8 de junio de 1501. Se le nombró gobernador de Coquibacoa por los resultados obtenidos en el primer viaje, y se le otorgó el derecho de fundar una colonia en ese territorio, aunque se le advirtió de que no visitara Paria. En esta ocasión se asoció con los mercaderes sevillanos Juan de Vergara y García de Campos, los cuales pudieron fletar cuatro carabelas.
En enero de 1502, zarpó de España e hizo el mismo recorrido que en su primer viaje. En esta ocasión pasó de largo el golfo de Paria y llegó a la isla de Margarita (donde según algunas fuentes, intentó obtener oro y perlas de los indígenas por varios métodos). Luego recorrió las costas venezolanas desde Curiana hasta la península de Paraguaná e intentó fundar el 3 de mayo de 1502 una colonia en la península de la Guajira, exactamente en bahía Honda, a la que llamó Santa Cruz y que se convirtió en el primer poblado español en territorio colombiano y, por ende, el primero en tierra firme.
Sin embargo, dicha colonia no prosperó luego de tres meses de fundada, debido a que Ojeda y sus hombres comenzaron a atacar las poblaciones indígenas de los alrededores, causando una constante guerra con éstos que se sumó a los problemas personales del mismo Ojeda con sus hombres. Así, fue en aquel momento cuando sus socios Vergara y Campos hicieron apresar a Ojeda para hacerse con el poco botín recaudado y abandonaron el poblado junto con los colonos, encarcelándolo en La Española en mayo de 1502. Ojeda estuvo preso hasta 1504, cuando fue liberado por el obispo Rodríguez de Fonseca, mediante una apelación; sin embargo tuvo que pagar una indemnización costosa que lo dejó bastante empobrecido.
El resultado de este segundo viaje fue un fracaso ya que no se habían descubierto tierras nuevas y no se obtuvo un gran botín de parte de los exploradores, amasado en su mayoría por Vergara y Campos, sumado a que la colonia de Santa Cruz quedó abandonada y la gobernación de Coquibacoa fue abolida.1
Viaje a Nueva Andalucía[editar]
Una vez conseguida la libertad, permaneció en La Española durante cuatro años sin mucho que hacer, hasta que en 1508 se enteró de que el rey Fernando el Católico había llamado a concurso la gobernación y colonización de Tierra Firme, y que abarcaba las tierras entre el cabo Gracias a Dios (entre Honduras y Nicaragua) y el cabo de la Vela (en Colombia). Juan de la Cosa fue a España y se presentó en representación de Ojeda, aunque también en dicho evento apareció Diego de Nicuesa, que rivalizaba con Ojeda por las tierras a colonizar. Como ambos candidatos poseían buena reputación y tenían simpatías en la Corte, la Corona prefirió dividir la región en dos gobernaciones: Veragua al oeste y Nueva Andalucía al este, con límites en el golfo de Urabá; así Ojeda recibía la gobernación de Nueva Andalucía y Nicuesa recibía Veragua. Esta capitulación fue firmada el 6 de junio de 1508.
A Santo Domingo partieron los nuevos gobernadores para formar las flotas expedicionarias. Sin embargo, existía una disparidad entre la flota de ambos, destacando que Nicuesa poseía grandes riquezas y más crédito de parte de las autoridades coloniales, y que pudo atraer a más de 800 hombres, muchos caballos, cinco carabelas y dos bergantines; en cambio, Ojeda sólo reunió algo más de 300 hombres, dos bergantines y dos barcos pequeños. Debido a las disputas acerca de qué lugar exacto en el golfo de Urabá sería el límite de ambas gobernaciones, el asistente de Ojeda, Juan de la Cosa, señaló que el límite exacto sería el río Atrato, que desembocaba en dicho golfo.
El 10 de noviembre de 1509 logró partir de Santo Domingo, unos días antes que Nicuesa, poco después de nombrar Alcalde Mayor al bachiller Martín Fernández de Enciso, un acaudalado abogado que tenía órdenes de fletar una embarcación con más provisiones para ayudar a Ojeda cuando fundara una colonia en Nueva Andalucía. El nuevo gobernante, procurando evitarse problemas con los indígenas de su región, pidió que se redactara una extensa y curiosa proclamación en la que invitaba a los indígenas a someterse al Imperio español, que de lo contrario iban a ser sometidos a la fuerza; dicha proclamación fue hecha por el escritor Juan López de Palacios Rubios y contó con la aprobación de las autoridades españolas.
Ojeda llegó a la bahía de Calamar, en la actual Cartagena (Colombia), ignorando los consejos de su subalterno De la Cosa de no establecerse en la zona. Después de desembarcar se encontró con varios indígenas y envió a unos misioneros a que recitaran la extensa proclama en voz alta junto con intérpretes que hablaban la lengua indígena. Sin embargo, los indígenas estaban bastante molestos por dicha proclama, así que Ojeda mostró baratijas a los indígenas, y esto provocó que se enojaran y comenzaran a luchar contra los españoles. Combatió y venció a los indígenas de la costa; aprovechando esta ventaja decidió perseguir a algunos indígenas que se habían adentrado en la selva y llegó a la aldea de Turbaco: ahí sufrió la ira de los indígenas que tomaron desprevenidos a los españoles. En esta contraofensiva murió Juan de la Cosa, que sacrificó su vida para que Ojeda escapara, y murieron también casi todos los que le acompañaban. Ojeda tuvo que huir para salvarse con un solo hombre apenas y llegar ileso a la orilla del mar, en donde pudo ser rescatado por la flotilla estacionada en la bahía.
Poco después llegó la flota de Nicuesa, quien, preocupado por la pérdida que había tenido Ojeda, le cedió armas y hombres, y luego lo acompañó, olvidándose de las diferencias entre ambos gobernadores, para vengarse contra los indígenas de Turbaco, los cuales fueron masacrados en su totalidad. 1
De vuelta en la bahía de Calamar, Nicuesa se separó de Ojeda en dirección mar adentro hacia el oeste rumbo a Veragua, mientras que Ojeda seguía recorriendo las costas de Nueva Andalucía hacia el suroeste, y llegaba al golfo de Urabá, donde fundó el asentamiento, en realidad un fuerte, de San Sebastián de Urabá el 20 de enero de 1510. Sin embargo, la expedición fue problemática: no habían pasado muchos días cuando dentro del fuerte crecía la escasez de alimentos, y se incrementaba el clima insalubre que afectaba a los colonos, además de la amenaza persistente de los indios urabaes, quienes atacaban a los españoles con flechas envenenadas, de las cuales el mismo gobernador quedó herido en una pierna.
Habían pasado ocho meses y medio desde que partió de Santo Domingo y haber fundado San Sebastián, y la prometida ayuda del bachiller Fernández de Enciso aún no llegaba. Entonces encargó a Francisco Pizarro, un joven soldado en ese entonces, que protegiera el sitio y se mantuviera con los habitantes durante cincuenta días hasta que Ojeda regresara, pidiéndoles que de lo contrario volvieran a Santo Domingo. Pero Ojeda jamás regresó a San Sebastián y, pasados los cincuenta días, Pizarro decidió regresar en los dos bergantines junto con 70 colonos. Poco después Fernández de Enciso, junto con Vasco Núñez de Balboa, socorrió a los pocos supervivientes del lugar; posteriormente, el fuerte fue incendiado por los indígenas de la región.
Tras este fracaso, Alonso de Ojeda regresa a Santo Domingo en el bergantín de un pirata español llamado Bernardino de Talavera , que había huido de La Española y pasaba por el lugar.
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