El hospital de Santiago es un monumento nacional situado en la ciudad de Úbeda, Jaén. Proyectado por Andrés de Vandelvira en 1562, las obras finalizaron en 1575, como consta en el testero de la escalera. Está considerada como una de las mejores obras de este arquitecto y una de las grandes obras de la arquitectura asistencial del renacimiento en España. Lo mandó construir Don Diego de los Cobos, obispo de Jaén, como hospital para pobres enfermos, al mismo tiempo que iglesia-panteón y palacio. Fue declarado monumento arquitectónico histórico-nacional en 19171 y en la actualidad se utiliza como centro cultural, de exposiciones y congresos y biblioteca. Es Patrimonio de la Humanidad dentro de los Conjuntos monumentales renacentistas de Úbeda y Baeza.
Es una obra austera a la vez que grandiosa, con escasa ornamentación y de gran volumen. Cuenta con 2 torres a los extremos de la fachada con cubiertas de cerámica vidriada, y otras 2 torres que enmarcan la gran capilla central. Debido a su forma, a veces se le ha llamado El Escorial de Andalucía.
El conjunto se organiza sobre la base de un gran patio central, con doble arcada, muy singular por su diafanidad y armonía de proporciones. Las columnas de mármol blanco pulidas son de Carrara. A ambos lados están los patios laterales, inacabados. El acceso se realiza por un arco de medio punto con dovelaje de gran tamaño, al estilo castellano. Un tabernáculo alberga el relieve de Santiago Matamoros, a quien se dedica el hospital.
En el eje de la puerta principal se levanta la Capilla, a la que se accede por una imponente reja de tres puertas. La rejería original fue creada por Juan Álvarez de Molina bajo diseño de Vandelvira. Esta capilla ofrece gran originalidad debido a su planta en forma de H, con dos torres desplazadas hacia el centro de la iglesia. A los pies se sitúa el coro alto, siguiendo el modelo de iglesia de los Reyes Católicos.
Desde un lateral del patio arranca una impresionante escalera de tipo claustral, con una especie de bóveda "colgada", ofrece fuertes resonancias islámicas hispánicas. La escalera está decorada con pinturas al fresco realizadas a poco de terminarse la fábrica y atribuidas a Pedro de Raxis y Gabriel Rosales, autores documentados de la pintura del retablo mayor, realizado por Blas Briño y Luis de Zayas, destruido en 1936. Pinturas semejantes de estilo manierista e influencia italo-clásica se encuentran en las bóvedas de la iglesia, sacristía y antesacristía, siendo uno de los pocos ejemplos conservados de pintura mural en la decoración del Renacimiento Español.
El edificio se construyó en 1857 sobre el solar de un antiguo convento, aprovechándose para su construcción materiales procedentes de otra antigua clausura, cerrada tras la Desamortización de Mendizábal.2
A las afueras del casco histórico de Úbeda estuvo situado el convento de San Nicasio, una fundación religiosa femenina perteneciente a la Orden Tercera de San Francisco, fundada en el siglo XIII, tras la conquista de la Villa y donde fueron enterrados algunos de los soldados cristianos que habían luchado en la batalla de las Navas de Tolosa.3 Reformado durante el siglo XVI, la capilla mayor pasó a formar parte del mayorazgo de la familia Salamanca, emparentada carnalmente con el cardenal Cisneros, y convirtiéndose en un importante referente para el patrimonio histórico-artístico local.4
En el siglo XIX algunas partes del convento, como las huertas amenazaban ruina y peor suerte sufrió el edificio principal tras la exclaustración de las monjas con motivo de la invasión francesa así como el cierre definitivo del cenobio en 1836 tras la promulgación de la Desamortización de Mendizábal.3
Cerrado el convento e iniciada la demolición del edificio, mediante la saca de materiales, los vecinos de Úbeda solicitan al Ayuntamiento la cesión de los espacios destinados al huerto para iniciar la construcción de una plaza de toros, lo que tendrá lugar entre 1846 y 1847. A instancias del alcalde se crea una comisión promotora de las obras del nuevo coso taurino, procurando "proporcionar al mismo tiempo un objeto de distracción a este vecindario y al de los pueblos circunbecinos".5
Para la construcción de la plaza se contratan, como maestro de obras, a Francisco de Cózar, Pedro Serrano y Juan de Rus, actuando como uno de los principales promotores el alcalde de Úbeda, Francisco de Paula Torrente.5 Además del espacio concedido, la empresa promotora solicitó a la administración municipal que se le adjudicasen otros terrenos pertenecientes al Convento de san Nicasio, como los antiguos corrales del edificio, para poder igualar y proseguir con las obras.5 Para la construcción, además, se aprovecharán los materiales de otro de las fundaciones monásticas desaparecidas a mediados del siglo XIX como era el convento de san Antonio, situado en el camino viejo de Baeza.2
La terminación de las obras permitiría que la inauguración de la plaza de toros tuviera lugar el día 1 de agosto de 1847, cuando se lidió una corrida de las ganaderías de Malta, de Córdoba, y de Manuel Suárez, de Coria del Río, y que fue estoqueada por los diestros Curro Cúchares y Julián Casas El Salamanquino.6
Azulejo conmemorativo de la alternativa de Lagartijo en la Plaza de toros de Úbeda29 de septiembre de 1865: tomó la alternativa Rafael Molina Lagartijo de manos del toro Carabuco, de la ganadería de la marquesa Viuda de Ontiveros.7
4 de octubre de 1915: muere corneado el banderillero Hipólito Sánchez Rodríguez a manos de un toro de la ganadería de Anastasio Martín.8
En la actualidad se trata de un importante suelo arqueológico que dio origen a la ciudad de Úbeda. En el adarve montañoso de la Loma de Úbeda, se levantó desde tiempos inmemoriales una construcción defensiva; en origen, de población íbera. Este desconocido baluarte, como atestiguan las prospecciones arqueológicas, presenta una secuencia ocupacional ininterrumpida; el solar del alcázar acogió civilizaciones neolíticas, argáricas y posteriormente ibéricas, dándole al cerro el típico aspecto de un oppidum fortificado.12
El Real Alcázar era un edificio fortísimo casi inexpugnable por 3 de sus 4 frentes gracias a los acantilados naturales sobre los que se erguían sus numerosas torres y murallas.
Tras su desaparición paulatina, sus restos están a más de metro y medio de profundidad bajo los escombros de sus construcciones y aún pendientes hoy día de una excavación definitiva que los ponga al descubierto.
La secuencia ocupacional estaría definida en sus inicios por un sistema de hábitat semisubterráneo mediante estructuras de tendencia circular excavadas en el substrato de areniscas y margas. Después fue utilizada como atalaya por los ocupadores cartagineses y romanos, que mantendrían la ocupación del lugar.
Con la conquista árabe, esta eminencia defensiva acabó por fortificarse aún más, hasta convertirse en una alcazaba muy valiosa y dar cobijo en sus fuertes muros a toda una ciudad interior. Su recinto noble acogía el Palacio del Moro —posterior Casa Real—, así como la aljama mayor, (la actual Iglesia de Santa María), sobre los restos anteriores de un templo de culto romanizado, y en origen un solar sagrado de sus nativos ibéricos.
Esta alcazaba fue el núcleo fundacional de la ciudad. Fue con el correr del tiempo que nació un arrabal en los terrenos más llanos bajo el cerro de Ibiut y fuera del alcázar, que fue adquiriendo más importancia, hasta el punto de que se obligó a cercarlo, se construyó como resultas el actual recinto amurallado de Úbeda, y quedó así separada la ciudad nueva del alcázar. Fue en el año 852 cuando Haxen-Ben-Abdalaziz, ministro del emir de Córdoba, mandó fortificar Úbeda y Baeza. Por tanto, hasta ese momento Úbeda era solo la alcazaba.
Una vez reconquistada la plaza en el año 1212 y finalmente en el 1234, es reconstruida y fortalecida debido a la permanencia durante 3 siglos más del cercano Reino de Granada.3
En 1368 tuvo lugar la incursión de Mohamed V y Pero Gil, que obligó a los moradores del casco urbano a refugiarse en el alcázar.
Los diferentes donadíos repartidos entre los infanzones y nobles repobladores del lugar ya no dejaron de dar problemas y disputas por sus respectivas jurisdicciones; el concejo de la ciudad y los alcaides del alcázar ya no dejaron sus continuas fricciones.
Dividida en bandos, la nobleza se enfrenta a muerte por la posesión de la alcaldía del alcázar. Pero caída Granada, la pérdida de valor militar de la fortificación será su sentencia de muerte, y en 1507, los Reyes Católicos ordenan la demolición del alcázar, ser su piedra vendida y utilizada para rellenar los fosos y sus tierras entregadas a los propios del concejo.
La Torre de Tierra es el punto mítico de fundación de la ciudad. También se la citó como la "Torre de Asdrúbal". Se encontraba en el recinto exterior del alcázar, muy cerca del claro del Salvador.
Después de 1850 se demolió, y se hallaron entonces a los pies de sus cimientos diversos enterramientos, objetos extraños que no se catalogaron ni estudiaron, salvo algunas vasijas de tipo celta que se conservan en el museo, y gran cantidad de esqueletos de enorme dimensión que los lugareños mitificaron como gigantes.
Muy cerca a la torre aparecieron también varias sepulturas con antiquísimos objetos de oro, un brazalete en forma de serpiente y otros dijes, a los que no se concedió más importancia que el precio que pagó un platero para su fundición, y así se perdió para siempre una parte importantísima para esclarecer la historia antigua de la región.
Al igual que aún hoy lo es la city de Londres, el Alcázar era a todos los efectos una ciudad independiente dentro de otra ciudad, gobernado por el Alcaide de manera totalmente independiente del Concejo de la ciudad, de ahí los continuos conflictos por el poder entre unos y otros.
La destrucción del Real Alcázar de Úbeda, ordenada por Isabel la Católica en 1502 y consumada en 1507, inicialmente afectó más a los muros y baluartes interiores.
En fechas muy posteriores, se fueron minando otras torres, como las del Huerto de Carvajal, desaparecidas en 1675, los muros de La Saludeja en 1677, y varios muros interiores en 1678 que sirvieron para construir el puente de Olvera sobre el río Guadalimar en Navas de San Juan. La milenaria y ciclópea Torre de Ibiut, origen mítico de la ciudad, aguantó hasta una fecha tan reciente como mediados del siglo XIX.
En el siglo XIX, comienzan los intentos por construir viviendas en su recinto adosadas a sus muros y a las murallas, declarándose una guerra total contra los restos que aún había. Ya dejados a su propia suerte, los muros que quedaban se van perdiendo hasta llegar al principio del siglo XX, cuando ya se ha convertido el mejor monumento y testigo de la historia de Úbeda en un erial.
Así, gran parte del terreno fue allanado y reconvertido en eras para trillar grano, y se le dio el nombre de las «Eras del Alcázar» al lugar.
La iglesia se asienta sobre un suelo arqueológico de la Edad de Bronce, lugar sagrado desde tiempos inmemoriales, siendo finalmente edificada sobre los restos de la mezquita mayor, tras la conquista de la ciudad en 1233 por Fernando III el Santo. El 29 de septiembre de 1233 el rey San Fernando III con su corte entró a la mezquita mayor de la ciudad por la puerta principal de la misma, para celebrar la victoria de la conquista de la ciudad y consagrar la mezquita en iglesia católica, bajo la advocación de Iglesia Mayor Parroquial de los Reales Alcázares y de Nuestra Señora de la Asunción.
Desde 1259 fue titulada Iglesia Mayor Colegial y desde 1852 ostenta el título de Iglesia Mayor Parroquial, al perder la condición de Colegiata. Fue la tercera iglesia declarada como basílica menor en la diócesis de Jaén, en el año 2014.
En dicha iglesia, la base gótica florida de su construcción se levanta sobre restos arqueológicos neolíticos, íberos, romanos, godos y se enriquece con elementos musulmanes, románicos, góticos, renacentistas, barrocos, neoclásicos, etc, hasta constituir un conjunto que el historiador Juan Pasquau calificara de «…inigualable democracia artística, en la que todos los estilos pugnan por sobresalir y ninguno lo consigue en exclusiva». Lo más interesante son sus fachadas, el bellísimo claustro, las capillas del interior y la rica rejería del interior.
Fue gravemente dañada en la guerra civil española, aunque la iglesia no perdió su imagen original hasta la casi destrucción del templo en 1986, a manos de la contraproducente obra de Isicio Ruiz Albusac. Y desde entonces permaneció cerrada por obras de restauración hasta marzo de 2011 en que finalmente se pone simbólicamente un punto de cierre a la restauración y se entrega el templo a los ciudadanos. En octubre de 2014 el obispo de la diócesis de Jaén, Ramón del Hoyo López anunció la declaración de la iglesia como basílica menor.2
El templo fue cerrado en 1983 para proceder a su restauración, puesto que la inclinación de sus pilares amenazaba ruina inminente. Tras 28 años de obras, por diversas corrientes restauradoras el templo ha visto modificada su fisonomía original y ha perdido buena cantidad de bienes muebles en su interior que han pasado a otros templos y a varios repositorios museísticos.
El primer arquitecto que llevó la obra fue Isicio Ruiz Albusac, quien procedió al desmontaje de las bóvedas barrocas de yeso, por pensar que eran las causantes de la ruina. Esta intervención fue contraproducente e hizo que el templo acabara por desestabilizarse.
Será Enrique Venegas quien tome las riendas de la restauración, haciendo un profundo estudio del edificio, consolidando sus cimientos inestables —verdadero causante de la ruina—, así como sus pilares y arcos. Para cubrir el templo se instaló una techumbre de madera, restituyendo la que el templo tenía originalmente entre los siglos xiii-xviii. Igualmente se ha eliminado el yeso dejando la piedra original de las paredes y las capillas laterales se ha solado con mármol y suelos cerámicos, distintos de la estética original. Recientemente se han limpiado las portadas.
En marzo de 2011 se ha entregado la quinta fase, con el enlosado del templo con mármol —en sustitución de las primitivas losas de piedra—, y la restauración de la Capilla de Jesús Nazareno, así como parte del claustro y la sacristía.
Al estar intramuros del Alcázar, estaba sin comunicación con la ciudad hasta principios del siglo xvi, salvo un pequeño postigo que aún se conserva en el claustro y por el que según la tradición hizo su entrada en la mezquita el rey Fernando III el Santo para consagrarla al culto cristiano.
Hacia 1510 se inicia la construcción de una portada que la abra al "llano", en tiempos del obispo de Jaén don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce, destruyendo para ello un trozo de muralla entre dos torreones; portada de corte renacentista acabada en 1645 según trazas de Pedro de Vera, salvo el friso y el relieve de la Adoración de los Pastores que se debe a Luis de Zayas.
Por 1833, el Cabildo de la Iglesia Mayor Colegial de Santa María pide licencia al Ayuntamiento para derribar la muralla acastillada del Arroyo de Santa María para utilizar sus piedras.
El torreón desmochado que se observa en el extremo, es lo que queda del antiguo alminar islámico, que fue demolido al final del siglo xix por amenazar ruina.
El exterior del templo sigue una línea arquitectónica uniforme, aunque se trata de una obra ecléctica y singular. La fachada y portadas, que datan de la primera mitad del siglo xvii, constituyen de hecho la única parte del edificio que responde a un plan previo y organizado.
En la fachada el motivo central es la Adoración de los Pastores. La portada está enmarcada por dos espadañas, construidas en el siglo xix, tras la demolición de la maltrecha torre de la antigua mezquita aljama, dañada de muerte desde el terremoto de Lisboa de 1755.
El claustro es una obra gótica de finales del siglo xv y ocupa el lugar donde estuvo el patio de la mezquita. Bajo una serie de bóvedas de crucería, en el interior se conservan 16 capillas, lugar de enterramiento de obispos y de las familias nobiliarias de la ciudad.
Cabe destacar la puerta de la Consolada, en la fachada este del templo, la cual tiene un gran valor sentimental para la mayoría de los ubetenses, ya que en ella se produce la más bella estampa de la Semana Santa de Úbeda, la salida de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la mañana del Viernes Santo.
Declarado monumento nacional, es la sede en la actualidad de la Escuela de Arte (antigua Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de la ciudad). Palacio originalmente medieval, construido por el CondestableRuy López Dávalos, sufre diversos cambios en su construcción a lo largo de los siglos de cuya autoría y fecha de edificación exacta se conoce poco. Se tiene constancia firme de una nueva edificación, erigida sobre el viejo edificio y solar de los Dávalos, hacia 1520. En 1934, el ayuntamiento, preocupado con su conservación, permutó unas tierras a cambio de la titularidad del dicho palacio, haciéndole grandes mejoras. En 1943 se instala la Escuela de artes y oficios y el Museo Municipal.
Estado actual de la Casa de las Torres, emplazada hacia 1520 sobre el antiguo solar de los Dávalos, Condestables de Castilla, exiliados a Italia desde Valencia donde se tuvieron que transterrar, después de 1420, poderosa familia italiana en los siglos XVI y XVII de antepasados ubetenses titulares del Marquesado de Pescara, 1532, y/o Marquesado del Vasto, 1521.
El palacio es un modelo de alcázar urbano torreado. De aire medieval, mezcla elementos renacentistas. Tiene una bella portada plateresca de estilo castellano, dividida en tres cuerpos y flanqueada por dos torres que le dan nombre. Las torres constituyen, en el prototipo ideal de casa del XVI, un elemento de gran prestigio. Actualmente están más rebajadas que las originales.
En el interior, se encuentra un armonioso patio renacentista rodeado de doble arcada de columnas. La galería superior, con sus arquivoltas imbricadas, ofrece una atractiva alternancia de escudos y clásicos tondos. Un doble ábaco sobre los capiteles refuerza el carácter mudéjar del mismo. Este patio constituyó un referente para los patios del Hospital de Santiago, 1562-1575, Monumento Bien de Interés Cultural 03/04/1917, y del Palacio Juan Vázquez de Molina.