martes, 19 de noviembre de 2019

HISTORIA DE ESPAÑA

HISTORIA ANTIGUA - HISPANIA TARDOANTIGUA - HISPANIA VISIGODA

Favila, también llamado Fáfila,1​ fue un duque (dux) y padre de don Pelayo que transformó en reino el anterior ducado visigodo.






Orígenes[editar]

El origen godo de su hijo Pelayo lo menciona el cronista árabe Ibn Jaldún citando a Ibn Hayyan.1​ Ya para el siglo viii la fusión entre los hispanorromanos y visigodos era una realidad y «la raza había dejado de ser un dato relevante», por tanto, es de suponer que «lo más probable es que por sus venas [las de Pelayo] corriera sangre de ambos pueblos».1​ Esta posibilidad se refuerza por los orígenes de los nombres, siendo Favila o Fáfila de origen germánico mientras que Pelayo era un nombre de «vieja raigambre romana»1​ y así es mencionado por el autor árabe del Aljab machmu'a quien lo describe como «romano».2
Christian Settipani conjetura —basándose en la onomástica, en la cronología, en elementos biográficos y en el testimonio de las crónicas—, que Favila descendía (por varonía) de Leovigildo y Recaredo I (ex semine Leuvigildi et Reccaredi progenitus) y era hijo del conde visigodo Agila y de su mujer Divigra y, por tanto, tío paterno y primo tío materno de Pedro de Cantabria.3

Fuentes históricas[editar]

Según la copia de la Crónica albeldense (año 883) realizada en el siglo ix en el monasterio de San Millán de la Cogolla que conserva la Real Academia de la Historia (Códice emilianense nº 39), Favila fue un dux visigodo y el padre de Don Pelayo:4
Vitiza reinó diez años. En vida de su padre residió en la ciudad de Tuy, de Galicia. Allí estaba también el duque Favila, padre de Pelayo, enviado por el rey Egica. Por un motivo ocasionado por su esposa (o bien por otra mujer), le golpeó la cabeza con un bastón (Vitiza a Favila), lo que le produjo después la muerte. Y cuando Vitiza ocupó el Reino de su padre, entonces Pelayo, hijo de Favila, el que después se sublevaría con los asturianos contra los sarracenos, fue desterrado de la ciudad regia (Toledo)5
Que Favila fuese duque y padre de Pelayo es un dato que recoge también otra de las crónicas del reino de Asturias, la Crónica sebastianense:
Pelagium filium quondam Faffilani ducis ex semine regio
Este dato resulta, asimismo, coincidente con el ofrecido por una fuente musulmana anónima del siglo IX, Fath al-Andalus:
En los días de este 'Andasa se sublevó en su tierra de Gallaecia un pérfido bárbaro, llamado Belay hijo de Favila, contra los árabes dueños de los confines de su país.

Historiografía sobre Favila[editar]

La antigua historiografía atribuyó a Favila el ducado de Cantabria basándose sobre todo en cronicones castellanos, más de medio milenio posteriores a aquella época y contradictorios en muchos aspectos con las crónicas asturianas del siglo IX. Sin embargo, mención aparte requiere la atribución a Favila del ducado de Cantabria en la Crónica General de España, perteneciente a la primera edición de la obra por Ramón Menéndez Pidal, en uso de las fuentes documentales más antiguas para la elaboración de la misma, donde en su fol. 187 v. se refiere que:
Andados tres annos del regnado del rey Vitiza, que fue en la era de setecientos et quarenta et quatro, quando andaua el anno de la Encarnacion en sietecientos et seys, e el dell imperio de Justiniano en cinco (...) este rey Vitiza (...) començo luego de darse a mal et avoleza e echo de la cibdad de Toledo en desterramiento all inffante don Pelayo, fijo del duc Ffafila de Cantabria... 6
Esta supuesta falta de justificación metodológica en la utilización de las fuentes, es puesta de relieve por Barrau-Dihigo7[página requerida] a pesar de que no es capaz de aportar ninguna otra.
Pertenecía [Pelayo], si no a una familia real, sí al menos a una familia noble y, según la versión más fiable, había tenido por padre al duque Favila, a quien los historiadores han consagrado, sin razón alguna, como duque de Cantabria.
Claudio Sánchez-Albornoz admite que Pelayo era hijo de un duque, pero señala, ante la falta de información de la Crónica albeldense: «ignoramos de dónde era duque Favila».8[página requerida] Gonzalo Martínez Díez concuerda con la opinión de Sánchez-Albornoz ya que en ninguna fuente se menciona el ducado que gobernó y, de hecho, no consta que llegase a estar al frente de algún ducado. Opina que «lo más probable es que se tratara de uno de los varios duques integrados en la Curia regia o Palatium, que acompañaban y asesoraban al rey visigodo».









Ducado de Cantabria
Provincia del reino visigodo de Toledo
 Couronne Wisigoth.jpg
¿581?-¿768?
CapitalAmaya
Idioma principalLatín
GobiernoDucado visigodo
Historia
 • Establecido¿581?
 • Disolución¿768?
Peña Amaya, donde se localizaba la antigua ciudad cántabra de Amaya. Situada en el extremo meridional de La Lora burgalesa, se asoma como una adelantada atalaya sobre la campiña castellana.
Interpretación hipotética de los límites del ducado de Cantabria.1
Límites hipotéticos del ducado de Cantabria, según Martínez Díez.
El ducado de Cantabria o provincia de Cantabria fue una región administrativa o militar del reino visigodo de Toledo, surgida como consecuencia de la anexión de las tierras del norte de Burgos hasta la costa cantábrica por el rey Leovigildo, completada hacia 581. Las evidencias documentales disponibles, como el acta conciliar del XIII concilio de Toledo, o los apuntes del Anónimo de Rávena, a pesar de ser unos indicios claros de la existencia de este ducado, no son pruebas irrebatibles, y frente a los historiadores que mantienen la legitimidad de esta división, otros sostienen que la dignidad de dux conferida a Pedro de Cantabria era más honorífica que material. Sus límites hipotéticos siguen sin estar del todo claros hoy en día. Para Martínez Diez, sus límites aproximadosa​ estaban fijados en el norte por la costa cantábrica, desde la Aquitania pirenaica a la bahía de Santander; desde aquí, y en dirección sur-sureste remontaban el valle del Pas hasta la confluencia con el Luena, y seguían hasta el puerto del Escudo, y desde aquí a Aguilar de Campoo; continuaban por el cauce del alto Pisuerga hasta las proximidades de Peña Amaya, donde se estableció la capital; continuaban en dirección este-sureste hasta Burgos para seguir las estribaciones de la sierra de la Demanda hasta Ágreda y dirigirse al norte-noreste, pasando por Sangüesa hasta los Pirineos.2​Para González Echegaray, el ducado de Cantabria debía englobar los territorios de los antiguos cántabros, incidiendo en el hecho de que las fuentes clásicas mencionan el monte Hijedo, en la actual comunidad autónoma de Cantabria, como parte de esta provincia.3​ De igual manera, Pereda de la Reguera considera que la extensión del Ducado no sólo incluiría el territorio de los cántabros, sino un área mucho más amplia que se adentra hasta la Rioja, no viendo lógico además que el nombre de Cantabria o la presencia de cántabros pudiera flotar sobre un territorio durante una época concreta.4
La creación de esta provincia, encomendada a un dux tenía como propósito asegurar la estabilidad del reino visigodo en el norte de la península ibérica, amenazada por las tribus vasconas. Tras el colapso de la monarquía visigoda con la invasión musulmana, el ducado fue sometido al hostigamiento de los invasores, que terminaron por conquistar y destruir la capital del ducado, Amaya en 714. La primera constancia documental del nombre de la provincia data del año 682, cuando San Julián refiere la estancia del rey Wamba en Cantabria.5
No hay que confundir el ducado de Cantabria con el territorio de las antiguas tribus cántabras, cuya área de influencia fue bastante menor y no completamente incluida en esta demarcación. La equivalencia entre la Cantabria romana, el Ducado de Cantabria y la Cantabria actual ha sido muy discutida y utilizada desde puntos de vista románticos y nacionalistas que mezclan mito y realidad.















La llegada de los visigodos[editar]

En el prólogo de "Las glosas Emilianenses", Ramón Menéndez Pidal apunta la hipótesis de que antes de la irrupción visigoda ya existiese en el siglo V una demarcación militar romana entre los astures, la Tierra de Campos, la Rioja Baja y el mar Cantábrico,13​ y fueron precisamente los Campi Gothorum, al sur de esa marca, lugar de asiento de los visigodos en el siglo VI. La presión visigoda sobre las tribus vasconas provocó probablemente una superpoblación de los montes vascos con las subsecuentes incursiones de saqueo en el llano, que quedó como territorio inestable e inseguro.14
Historiadores como Albornoz o Schulten han defendido la teoría de la invasión y desplazamiento de los vascones a la Vardulia y el territorio de los caristios y autrigones, quizá amparados por sus aliados romanos, o bien aprovechando la descomposición del imperio y los primeros años de desorden con la invasión visigoda. Aunque no hay evidencia clara de la naturaleza, extensión e importancia de los supuestos saqueos de los vascones, sí parece cierto que hubo de existir un conflicto de gravedad suficiente como para que Leovigildo pospusiera la represión de la rebelión de su hijo Hermenegildo en el sur peninsular, para rematar la conquista del norte.1516
Sea motivado por los saqueos de vascones, para contener la expansión vascona, o para aumentar y unificar su reino, el monarca visigodo conquista la plaza cántabra de Amaya en 574, y en 581 funda Victoriaco, situada probablemente en la llanada alavesa muy cerca de la actual Vitoria.17​ La nueva provincia se convertía así en una de las ocho divisiones del reino visigodo de Toledo y la base militar utilizada por el rey Wamba para controlar a los vascones.17​ Esta provincia terminaría por ser administrada por un dux, como puede comprobarse con la firma de ocho duques en el XIII Concilio de Toledo (año 683), como representantes de ocho provincias, dos más que las provincias romanas predecesoras: Asturias y Cantabria.18

Configuración[editar]

La monarquía visigoda se anexionó, como queda dicho, la tierra de los cántabros, caristios, várdulos, austrigones y vascones, aunque parece que su dominio fue precario, como demostrarían las frecuentes revueltas vasconas, que se prolongaron hasta el 711 y provocando las represiones militares de Recaredo en 590, Gundemaro en 610, SisebutoSuintila en 621, Recesvinto Chindasvinto en 642, Wamba en 672, y el mismo Rodrigo. La huella goda en tierra vascona, bastante difusa, tiene como máximos exponentes la fundación de las ciudades -quizá bastiones militares- de Victoriaco (Leovigildo) y Olite,19​ además de los restos en las necrópolis de Pamplona y el yacimiento de Ciudad de Cantabria (Logroño).
Entre los reinados de Leovigildo y Sisebuto, la crónica de Fredegario habla de un dux de Cantabria llamado Francio que se encontraba bajo la tutela y tributo del Reino Merovingio. No se encuentran más referencias a este hecho en las demás fuentes, pero la arqueología ha demostrado la expansión de los enterramientos de tipo "aquitano" por los territorios más orientales que se adscriben al ducado, lo que demuestra la penetración del dominio merovingio.20
Sin embargo, no se tiene constancia fehaciente de cuándo ni cómo se constituyó este ducado. El indicio más claro es la existencia de un Petris ducis justo antes de la invasión musulmana, pero se ignoran las atribuciones de este dux, y quiénes fueron sus antecesores en el cargo, salvo quizá y con muchas reservas, el duque Favila. Para autores como Castillo y Montenegro, la creación del ducado debió hacerse entre el 653 y el 683, basándose en que en el VIII Concilio de Toledo sólo había seis firmas correspondientes con seis duces provinciae, mientras que en las actas del XIII concilio, había ocho firmas.21
De este ducado se ignora además, su función dentro de la corona, discutida desde diferentes perspectivas. Con Chindasvinto y Recesvinto aparece la figura de dux provinciae,18​ un jefe castrense que para Pérez-Bustamante era la máxima autoridad judicial de una provincia, del que dependían los comites y los iudices. La delimitación de las funciones del dux es compleja, pues reunían en torno a su figura tanto los poderes heredados de las estructuras provinciales romanas como la nueva organización goda.22​ Hasta el momento sólo se han reconocido como duques de Cantabria con alguna certeza, al dux Pedro y a su hijo Alfonso. De los demás posibles duques citados en cronicones, a veces documentos fehacientes, y otras simples falsificaciones, no hay información suficientemente fiable. Juan Antonio Llorente afirma que hubo duques en Cantabria desde la época gótica, casi todos ellos de linaje real visigodo, siendo vasallos del reino visigodo excepto el último, vasallo del asturiano. Estos son: Favila; Beremundo; PedroPelayoAlfonso; y Fruela.








Alfonso I de Asturias (693-757), llamado el Católico, fue rey de Asturias entre los años 739 y 757. Sucedió a su cuñado Favila de Asturias y fue sucedido por su hijo Fruela I de Asturias.

Afonso I das Astúrias.png

Biografía[editar]

Era yerno de don Pelayo, ya que estaba casado con su hija Ermesinda,1​ e hijo de Pedroduque de Cantabria, el cual a su vez, hasta el siglo XIX, basándose en los antiguos cronistas, se creyó que fue hijo del rey visigodo Ervigio. Sin embargo, no existe ninguna prueba documental. Según la versión rotense de la Crónica albeldense, Pedro era exregni prosapiem; o sea, de estirpe real visigoda y por consiguiente también lo sería su hijo Alfonso.2​ Las Crónicas declaran que los reyes astures son descendientes de Leovigildo y Recaredo y tratan de crear una continuidad institucional entre ambas realidades políticas. La moderna historiografía coincide en que la causa final de este fenómeno radica en lo que se denominada «neogoticismo» que respondía a una red de intereses políticos y al reforzamiento del prestigio personal de Alfonso IIIa​. Su hermano, Fruela de Cantabria, fue padre de dos reyes: Aurelio y Bermudo I.
Proclamado rey de los astures entre julio y noviembre de 739,4​ con Alfonso I se intensificó la labor de Reconquista. La sublevación de los bereberes en 741 provocó la huida hacia el sur de los árabes que se habían asentado en Galicia, en Astorga y, en general, al norte de la sierra de Guadarrama, hecho que fue aprovechado por el nuevo monarca para ampliar las fronteras de su reino, anexionando Galicia y el norte de Portugal y emprendiendo campañas devastadoras contra zonas ocupadas por los musulmanes.5​La Crónica de Alfonso III, Versión Rotense describe la ampliación de las fronteras del reino durante estas campañas lideradas por Alfonso I de la siguiente manera:
«La osadía de los enemigos fue siempre aplastada por él (Alfonso). Este, en compañía de su hermano Fruela, haciendo avanzar a menudo su ejército, tomó por la guerra muchas ciudades, a saber: LugoTuyOporto, Anegia (no identificada), Braga la metropolitana, ViseoChavesLedesmaSalamanca, Numancia que ahora se llama ZamoraÁvilaAstorgaLeónSimancasSaldañaAmayaRevenga, Carborárica, Abeica, Cenicero, y Alesanco, y los castillos con sus villas y aldeas, matando además a los árabes con la espada, y llevándose consigo a los cristianos a la patria.»6
Este modo de actuar trajo consigo dos consecuencias de gran repercusión para el futuro, tanto desde el punto de vista demográfico como cultural, en todo el territorio:7
  • La creación del llamado «desierto del Duero»: El área comprendida entre el río Duero y la cordillera Cantábrica quedó prácticamente despoblada. Según Alexandre Herculano, para dificultar así los futuros avances de tropas musulmanas hacia el norte,8​ aunque otros historiadores consideran que esta despoblación no fue realizada conscientemente. La repoblación de parte de estas tierras comenzará a producirse cien años más tarde, con gentes del propio reino y mozárabes venidos de reinos musulmanes.
  • El incremento de población que experimentaron las tierras de la vertiente norte de la cordillera, Cantabria y Asturias, con la gente traída de la meseta Central, provocó la necesaria roturación de nuevas tierras y la fundación de nuevos pueblos y aldeas, configurando el tipo de poblamiento que ha llegado hasta nuestros días.
  • La incorporación por Alfonso I de gentes procedentes de los campos Góticos, que conservaban cierta tradición guerrera, bastante perdida por la población hispanorromana —si se exceptúa a los pobladores de norte, menos asimilados en el mundo romano—, dio impulso a la reconquista y permitió reforzar la zona sur del reino, más expuesto a las incursiones enemigas.

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