miércoles, 20 de noviembre de 2019

HISTORIA DE ESPAÑA

HISTORIA ANTIGUA - HISPANIA TARDOANTIGUA - VISIGODA

Ermenberga o Ermemberga (fines del siglo VI - después del 607), princesa visigoda, hija de Viterico.

Vida[editar]

En el año 607 fue pedida en matrimonio por Thierry o Teoderico II, rey de los borgoñones, quien manifestó el deseo de que este enlace fuese prenda de duradera paz entre ambos pueblos. Viterico, que no dejaba de abrigar alguna inquietud acerca del modo como sus vecinos habían visto su elevación, acogió solícito una proposición que tanto halagaba su vanidad y se apresuró a contestar satisfactoriamente.
Ermemberga partió para Borgoña con los embajadores del borgoñón, llevando un magnífico séquito, pero poco tiempo había de permanecer al lado de su marido.
«Los embajadores presentaron la princesa al rey, en Chalon, y fue recibida con grandes honores y testimonios particulares de afecto y de cariño; pero Brunegilda, que no había podido impedir esta negociación, halló medio de neutralizar su efecto en un tiempo en que todos, a no ser ella, lo habrían creído imposible. Hizo nacer incidentes que retardaron la celebración de las bodas, y luego, atrayendo a su bando a la hermana del rey, Teudelana, que tenía gran influencia en su hermano, se sirvió de ella para disgustar al rey de la princesa.»
Ya fuese, pues, que Ermemberga careciese de belleza, ya que tuviese algún defecto físico o moral exagerado sin cesar, ya, en fin, por otra causa que los escritores de la época atribuyen a haberse dado hierbas a Teodorico II, es lo cierto que Brunegilda y Teudelana cambiaron de tal modo el ánimo del rey respecto de ella, que por espacio de un año fue retardando el matrimonio, hasta que por fin la envió otra vez a Hispania, cometiendo además la indignidad de no restituirle su dote.
Indignado Viterico por semejante afrenta, se alió con Clotario IITeodeberto II, rey de Austrasia, y con Agilulfo, rey de los longobardos. Sus ejércitos combinados habían de apoderarse de Borgoña, que ellos habrían dividido entre sí, pero Teoderico II logró apartar a su hermano Teodeberto II de la coalición, ofreciéndole mejores condiciones que las que el tratado le procuraba. La defección de Teodeberto II originó desconfianza entre los demás príncipes, y la coalición quedó sin efecto.







EufemioEufimio o Eufanio fue obispo católico de Toledo a finales del siglo VI.

Historia[editar]

Debió de ser consagrado a mediados de la década de 570, en tiempos del rey Leovigildo, pues en el III Concilio de Toledo convocado por el rey Recaredo el año 589 firmó (por orden de antigüedad) después de Masona de Mérida y antes de Leandro de SevillaMigecio de Narbona y Pantardo de Braga.1​ Es posible que Leovigildo, de confesión arriano, le desterrase del reino visigodo como hizo con otros obispos católicos, aunque no hay constancia de ello.23
Se dio la circunstancia de que en las actas del concilio, en lugar de firmar como obispo metropolitano de la provincia Cartaginense, como lo hacían los de Toledo al menos desde el tiempo de Montano (527), Eufemio se intituló metropolitano de la Carpetania; supuestamente lo hizo así por no tener jurisdicción sobre toda la provincia, pues en aquellos tiempos la Contestania formaba parte de la provincia de Spania, en poder del Imperio bizantino,4​ pero posteriormente este hecho dio lugar a un cisma en el que algunos obispos cartagineses intentaron instituir una metrópoli distinta de la de Toledo; la controversia se mantuvo hasta que en el año 610 el decreto de Gundemaro resolvió la cuestión declarando oficialmente a Toledo como única metrópoli.5
Se supone que Eufemio murió poco después de la celebración del concilio del 589, pues al año siguiente ya consta en la diócesis toledana la presencia de su sucesor Exuperio.2

Leyenda[editar]

Algunos autores6789​ mencionaron que tuvo por sobrenombre Eladio, que fue benedictino y abad del monasterio agaliense, que tuvo una participación destacada en la boda de Hermenegildo con Ingundis y en su conversión al catolicismo, y que tras el III concilio toledano renunció a la mitra para pasar a África; sin embargo estas informaciones provinieron de los falsos cronicones que Jerónimo Román de la Higuera compuso a principios del siglo XVII, como posteriormente quedó demostrado.10​En rigor, la única noticia cierta acerca de este prelado es su asistencia al concilio.








San Eugenio de Toledo (Toledo, ¿59.? - 657) fue un obispoescritor y poeta español de la época visigoda. Es uno de los Padres de la Iglesia hispánica. Es llamado Eugenio II por los autores visigodos, pero los hagiógrafos hispanos posteriores a 1148 lo llaman Eugenio III a consecuencia de un erróneo desdoblamiento producido por la Passio sancti Eugenii (siglo IX), fundada en la Vita sancti Dyonisii de Hilduino.


Biografía[editar]

De estirpe goda, fue discípulo de Braulio de Zaragoza,2​ estudiando con él en la Iglesia de Santa Engracia de esa ciudad. Supo fundir las enseñanzas de su maestro y de Isidoro de Sevilla. Destacó, además de por su actividad poética, como músico y teólogo. Estos y otros méritos lo llevaron a ser nombrado obispo de Toledo, atraído allí por su amigo el rey Chindasvinto, y es considerado como el iniciador del arzobispado de esta ciudad tras ser designado como tal por el rey en 649 hasta su muerte en 657.
Sus poemas y los testimonios de su discípulo Ildefonso de Toledo, además de un relato martirológico del siglo IX, son la principal fuente para conocer su biografía. Se educó con Eladio de Toledo y, más tarde, atraído por la fama de Zaragoza como foco cultural, ingresó en el monasterio de Santa Engracia para ampliar sus estudios con Braulio de Zaragoza, uno de los personajes más cultos de su tiempo, amigo y consejero de Isidoro de Sevilla.3
Braulio, tras ser nombrado obispo de la sede zaragozana en 626, escogió a Eugenio para que fuera su arcediano.4​ Y como en el año 649 Eugenio fue nombrado arzobispo de Toledo por Chindasvinto, como muestra la carta del rey visigodo a Braulio, donde expresa su deseo de nombrar a Eugenio titular de un arzobispado en Toledo, Braulio, que veía en él a su sucesor en la sede cesaraugustana, se opuso sin ningún éxito. Desde su nueva cátedra toledana impulsó la cultura y celebró los concilios VIII, IX y X de Toledo.5​ Fue asimismo, en esa sede, promotor de la música sacra.4​ A causa de su riguroso ascetismo se resintió su salud, y aun parece haber padecido anorexia, de lo cual hay dolorida huella en su lírica.
En cuanto a su actividad literaria, escribió libros de teologíaepístolas y poemas. En este último ámbito está considerado el principal poeta latino de la Europa del siglo VII por la multiplicidad de metros utilizados (hexámetros, dísticos elegíacos, trímetros trocaicos y yámbicos, eolios sáficos, e incluso jonios), aunque su prosodia no era estrictamente observante,6​ por la variedad de sus composiciones y por el saber literario que se desprende de las mismas.7​ Como era natural en la poesía medieval, usa y aun abusa de los artificios externos de origen helenístico y tardoantiguo: acrósticostelésticos, abecedarios, versus disrupti, etc. Hace ocasional uso de la rima y tiene la audacia romántica de cambiar de metro en sus composiciones, en alguna de ellas hasta cuatro veces.8​ Estas composiciones, fruto de en gran medida de las ejercitaciones escolares, entran por su contenido más en la historia de la retórica que en la de la lírica, y en su mayor parte son poemas de circunstancias cuya temática va desde la poesía devota tradicional a la encomiástica de epitafios y dedicatorias, pasando por los tópicos didácticos, moralizantes y escolares, como las nugae en torno a curiosidades de la naturaleza (por ejemplo, su famoso poema sobre animales mixtos De animantibus ambigenis, los consagrados al diamante y al imán); inscripciones dedicadas a iglesias;9​ poemas compuestos para diversos objetos (un salero, una fíbula, una columna, entre otros); versificaciones de pasajes de las Etimologías de Isidoro de Sevilla; piezas de carácter didáctico sobre los sonidos de los animales, las estaciones del año o los fenómenos atmosféricos; composiciones de inspiración bíblica acerca de los días de la creación y de las diez plagas de Egipto; alabanzas al heroísmo de los santos, epitafios (dedicados asimismo, a la familia de Braulio, a la familia real y a un tal Nicholao Evantius); un famoso ciclo sobre las aves (ruiseñor, tórtola, golondrina); piezas de carácter moralizante, donde fustiga los vicios de la embriaguez y de la crápula o se lamenta de la inestabilidad de la mente humana, de la brevedad de la vida y de los achaques de la vejez; sentencias y máximas en verso, etc. Señala Marcelino Menéndez Pelayo además el talante realista de quien se llamaba a sí mismo misellus Eugenius al ponderar las incomodidades del estío, a veces con gracia:
En esta época se ensaña la mosca y la cucaracha negra como la pez, y el mosquito mordaz y la maloliente chinche, y punza el cuerpo la pulga, acostumbrada a pasarse las noches en vela. Aparta, Dios mío, estos monstruos de quien te invoca; aleja de mí la enfermedad y dame la paz para que pueda pasar las noches en plácido sueño. ("Versus de aestate", XXX).10
Pero otras veces con una crudeza casi naturalista, cuando cuenta los quebrantos y achaques de la vejez. Y también aflora una veta personal más lírica e íntima, que es su aportación más valiosa.11​ Incluso ejerció de filólogo y, a instancias de Chindasvinto, tomó a su cargo la edición, corrección y ampliación de la obra del épico cristiano del siglo V.º Draconcio, que había escrito en el África vándala. Eugenio trabajó sobre su Hexaemeron, fragmento del De laudibus Dei que circulaba por España, al que añadió una carta introductoria dirigida al rey, un prólogo en 25 hexámetros y una recapitulación de los siete días de la Creación (Monosticha recapitulationis septem dierum); además, corrigió y editó el texto draconciano, tanto el del De laudibus Dei como el de la Satisfactio escrita en el cautiverio, supliendo las lagunas y también suprimiendo algunos pasajes.
Entre sus 103 poemas, destaca el Libellus diversi carminis metro (Libro de poesías diversas). Una de sus composiciones habla de san Ildefonso, aunque no ha llegado hasta nuestros días.4​ Otra, titulada «Lamentum de adventu propriae senectutis» («Lamento por la llegada de mi propia vejez») [1], trata el tema de la vejez, el paso del tiempo y la implacabilidad de la muerte. Fue famoso además su poema sobre el canto del ruiseñor, el Carmen philomelaicum, en dísticos elegíacos.12
Tu voz, ruiseñor, incita a cantar canciones; / por ello mi lengua rústica de ti canta alabanzas. / Tu voz, ruiseñor, en el canto a las cítaras vence / y con tus admirables melodías aventajas a los músicos vientos. / Tu voz, ruiseñor, expulsa lejos la simiente de las cuitas / y con tus blandos sones recrea el corazón angustiado. / Los campos floridos habitas, del herboso césped gozas / y en el follaje de los árboles a tus retoños incubas. / A tus canoros cantos responden los arbustos / y el mismo bosque frondoso tu canto con sus ramas acompaña. / Cedan su puesto, por mi juicio, el cisne y la charlatana golondrina, / y cédalo también a ti el loro de eximia boca. / Jamás ave ninguna imitará tus cantos, / pues dulce miel de tu gorjeo fluye. / Entona, pues, con tu vibrante lengua tus trémulos susurros / y con tu garganta suave modula el fluido canto. / Ofrece grato sustento a los oídos solícitos. / No quiero que te calles, no quiero que te calles. / Toda gloria, alabanza y bendición a ti, oh Cristo, / que a tus siervos proporcionas estos agradables bienes.1314
Su poesía conoció un importante fortleben: lo imitan a trancas y barrancas Álvaro de Córdoba y los demás mozárabes, en Britania Aldhelmo y Beda el Venerable; entre los carolingios, Alcuino de York y Teodulfo.15​ Asimismo, Eugenio enseñó Gramática y Sagrada Escritura y fue consejero de los reyes Chindasvinto y Recesvinto. El De uiris illustribus de su discípulo Ildefonso menciona un Libellus de sancta Trinitate suyo que se ha perdido. También publicó una colección de obras diversas en prosa (Libellus diuersi operis prosa), pero la referencia es demasiado vaga para poder identificar los textos contenidos en él; es muy posible que de este Libellus procedan las tres citas eugenianas que Julián de Toledo (fallecido en 690, y el último de sus discípulos importantes) recoge en su Prognosticon futuri saeculi.
Se le atribuye también el Decretum pro Potamio episcopo, un documento en el que los obispos asistentes al X Concilio de Toledo (656) condenaron el adulterio cometido por el obispo de Braga Potamio, y la Passio o Acta martyrum Caesaraugustanorum. Por otro lado, es lícito pensar que tomó parte en la revisión del código jurídico que se inició bajo el reinado de Quindasvinto y que se publicó durante el de Recesvinto, aunque no se puede concretar su aportación. Compuso asimismo oficios litúrgicos, entre los que se cuentan las oraciones para la festividad de san Hipólito contenidas en el llamado Oracional Visigótico de Verona (n.º 1153-1159) o la misa en honor a san Millán que se lee en un manuscrito de Silos conservado en la actualidad en la British Library de Londres (Add. 30845), aunque muchos dudan de su autoría. También se le han adjudicado numerosos himnos; hay cierto consenso (no unánime) en atribuirle el de san Hipólito.16​ Murió el año 657 en Toledo y fue sepultado en la basílica de Santa Leocadia (Toledo). San Eugenio de Toledo es el patrón de la ciudad de ArtigasUruguay. Su onomástica se celebra el 15 de noviembre.
La falsa narración martirológica sobre su vida y reliquias fue compuesta a mediados del siglo IX por un autor anónimo, probablemente el presbítero del santuario de Deuil donde, según la leyenda hagiográfica, reposaron los restos de San Eugenio. Existen dos versiones del relato. La más extensa se conserva en manuscritos de las bibliotecas de BruselasLa Haya y París. En cuanto a sus retratos, todos imaginarios, el más ilustre, pero poco conocido, es el que le hizo El Greco, conservado en la sacristía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.








Eutropio de Valencia o Eutropio Servitano fue obispo de Valencia a finales del siglo VI.
Según las fuentes contemporáneas, el Chronicon de Juan de Biclaro1​y el De viris illustribus de Isidoro de Sevilla,2​fue discípulo de san Donato y monje del monasterio servitano que éste había fundado en la provincia Carthaginense,3​ y tras la muerte de éste, ocurrida en fecha imprecisa antes del año 584, Eutropio le sucedió como abad del monasterio. En tal condición presidió, junto con Leandro de Sevilla, el III Concilio de Toledo celebrado en 589 durante el reinado de Recaredo, en el que se rechazó el arrianismo y se declaró el catolicismo como religión oficial del reino. Posteriormente al concilio, fue designado para ocupar la diócesis de Valencia.
Se desconoce la fecha de su muerte; se estima que debió ser cerca del año 6004​o del 608,5​ pues en el IV Concilio de Toledo, celebrado en el 610 durante el reinado de Gundemaro, su sucesor Marino suscribió antecediendo a gran parte de los obispos asistentes, por lo que se supone que éste tenía ya una antigüedad de varios años en la sede valentina. En 1770 se encontró en las casas consistoriales cercanas a la catedral de Valencia una lápida que algunos autores interpretaron epigráficamente como perteneciente a su sepultura.6​Varios autores modernos lo mencionaron como santo, aunque nunca fue canonizado.7
De la abundante correspondencia que mantuvo con otros eclesiásticos se conservan dos cartas dirigidas al obispo de Ercávica Pedro: De octo vitiis,8​ relativa a los pecados capitales, y De discrictione monachorum et ruina monasteriorum,9​ en justificación por el rigor de la vida monacal; por los escritos de san Isidoro también se tiene noticia de una tercera, dirigida al obispo de Cartagena Liciniano, referente a la administración del crisma a los bautizados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario