Celtíberos | ||||
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Grupos celtíberos
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Información | ||||
Raíz étnica | Indoeuropeo Céltico Celtíberos | |||
Idioma | Celtíbero | |||
Principales ciudades | Numantia, Termes, Contrebia Belaisca, Calagurris, Clunia, Segóbriga, Segontia, Uxama, Lutia, Nertobriga, Segeda, Bílbilis, Segontia Lanka, Centobriga, Contrebia Leukade | |||
Región | Celtiberia | |||
Correspondencia actual | La Rioja, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón (España) | |||
Pueblos relacionados | Arevacos, pelendones, belos, titos, berones, lobetanos, lusones | |||
El término celtíberos agrupa a una serie de pueblos prerromanos celtas o celtizados que habitaban desde finales de la Edad del Bronce (aprox. siglo XIII a. C.), hasta la romanización de Hispania (siglo II a. C. a siglo I), la zona de la península ibérica llamada Celtiberia por las fuentes clásicas. Resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica existente y a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados. La definición de celtíbero ha cambiado a lo largo de la historia, pero en la actualidad son habitualmente considerados celtíberos los arévacos, titos, bellos, lusones y pelendones, y más ocasionalmente vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos.1
Es difícil precisar cómo llegaron las influencias celtas a los indígenas durante la Edad del Bronce. La cultura material resultante es claramente distinguible de los modelos celtas centroeuropeos (Cultura de Hallstatt y La Tène). Hacia el siglo III a.C, comienza un proceso de formación de núcleos urbanos más grandes, en detrimento de los pequeños asentamientos fortificados que los celtíberos habitaban hasta entonces. Poco después, adoptan el silabario íbero, dejando en escritura celtibérica inscripciones en monedas y documentos. Tanto las inscripciones encontradas en escritura celtibérica y escritura latina, documentan la lengua celtibérica como lengua celta.
A comienzos del siglo II a.C. entraron en contacto con las potencias mediterráneas, y fueron descritos por historiadores como Ptolomeo, Estrabón, Marcial o Tito Livio entre otros. Los romanos los consideraban una mezcla de celtas e íberos,2 diferenciándose así de sus vecinos, tanto de los celtas de la meseta como de los íberos de la costa. Plinio el Viejo afirma que los celtas de Iberia han emigrado desde el territorio de Celtici Lusitania, que él parece considerar como el asiento original de toda la población celta de la península ibérica que incluye los celtíberos, en el terreno de la identidad de los ritos sagrados, el lenguaje y los nombres de las ciudades.3
Tras organizar una dura resistencia (Guerras Celtíberas), los pueblos celtíberos fueron romanizados durante los siglos II y I a.C. En el marco de las Guerras Sertorianas ocurrieron los últimos episodios formales de rebelión. Los celtas no practicaban la escritura. Los celtíberos si utilizando el alfabeto de los iberos. Sus creencias religiosas estaban vinculadas con las divinidades y los rituales funerarios celtas,como los enterramientos en *necrópolis de incineración*
Orígenes y migraciones célticas hacia la península ibérica[editar]
Sobre el origen de estos pueblos celtas y el grado de implicación con la población nativa, existen controversias entre los estudiosos.
Hipótesis clásica[editar]
La hipótesis clásica, por ejemplo defendida por P. Bosch Gimpera, establece la formación de la cultura celtibérica con la llegada de distintas invasiones celtas desde Centroeuropa:
- Grupos celtas de Westfalia: los celsios, censos o cempsis, presionados por otros pueblos hacia el 650 a. C., dividiéndose en tres grandes grupos, uno asentándose por la línea del Ebro, otro pasando el desfiladero de Pancorbo hacia la meseta (cultura de Numancia I) y otro ocupando el valle inferior del Tajo, Portugal e incluso Extremadura (los vetones), incrustándose en la cultura tartesia [cita requerida].
- Los sefes, presionados por pueblos germánicos hacia el año 600 a. C. hacia el Pirineo occidental, marchando hacia las llanuras occidentales de la Meseta Norte. Pero ante el empuje de los belgas, parte de estos sefes se dirigen hacia Galicia y otros hacia las zonas de Salamanca, Extremadura (betones) y Teruel (turones)[cita requerida].
- Los belgas (celtas del Bajo Rin y Mosela) hacia el año 600 a. C. parten y llegan a la península hacia el 570 a. C., asentándose entre el Ebro, los Pirineos y el mar Cantábrico: vesiones, autrigones, caristios, nerviones, vacceos, etc. Entonces según esta hipótesis los belos y titos descienden el río Jalón y celtizan a los lusones, que no eran celtas. Pokorny admite con esta teoría que tras los belgas llegaron nuevos elementos celtas en el siglo III a. C. a Iberia [cita requerida].
Hipótesis según la lingüística[editar]
Parte de la población celtíbera procede del centro de Europa, ya que el celtíbero es una lengua filogenéticamente derivada del protocelta, aunque influido por otras lenguas. Además del elemento celta y el elemento nativo hispánico, los celtíberos pudieron recibir aportaciones de otras poblaciones europeas.
Existen diversas posibilidades y muchas de estas hipótesis han sido ampliamente abandonadas debido a la dificultad de identificar étnica o lingüísticamente a los hablantes de lenguas hipotéticas como el antiguo idioma ligur, el sorotáptico, el ilirio o incluso el antiguo idioma europeo (todas estas lenguas se han identificado tentativamente para explicar conjuntos de topónimos razonablemente localizados, pero es argüible que correspondieran a grupos étnicos definidos). Entre estos elementos indoeuropeos que son frecuentemente mencionados en relación al origen de los celtíberos están:
- Una hipótesis ligur, para algunos el antiguo ligur sería el sustrato indoeuropeo más antiguo de Occidente, para otros lo sería el hipotético sorotáptico. El ligur pudo proceder de los Alpes suizos y se difundió por la moderna Liguria. La identificación del antiguo ligur (al igual que con el sorotáptico o el antiguo europeo) es hipotética y se basa en topónimos. Así los topónimos acabados en -asco son atribuidos al antiguo pueblo ligur cuyo origen es desconocido (algunos incluso dudan de su indoeuroeicidad). El propio nombre de los distintos pueblos celtas que conforman la Edad del Hierro en la península ibérica parece tener origen ligur (ambrones, autrigones...).
- Otra hipótesis iliria propuesta por Pokorny, que afirma que los ilirios habrían sido uno de los primeros pueblos indoeuropeos en Occidente y que ello supone una vasta colonización que sigue los cursos fluviales en lugar de los elementos orográficos que siguen los celtas. Dentro de esta hipótesis, se han propuesto tres oleadas de colonización:
- una iliria hacia el año 1100 a. C.
- una céltica hacia el 500 a. C.
- otra céltica en el siglo III a. C.
Hipótesis de formación in situ[editar]
Las hipótesis invasionistas no cuentan con el suficiente apoyo en datos arqueológicos. Estudios más recientes4 retrotraen a la Edad del Bronce la presencia celta en Europa Occidental, incluyendo la península ibérica. Los celtas más arcaicos de la Península ya habitarían el norte, occidente y la Meseta en el II milenio a.C. Vivían en pequeñas aldeas de cabañas, con economía agrícola y ganadera trashumante. A partir del I milenio a.C., estos celtas pasarían a vivir en poblados fortificados (castros), cada uno defendiendo un pequeño territorio. Este substrato "protocelta" atlántico daría origen a los lusitanos, galaicos, astures, vacceos, vettones, carpetanos y pelendones.
Desplazando este substrato se expandirían los celtíberos propiamente dichos a partir de los siglos VII-VI a.C.4 No está documentada la llegada de grandes grupos humanos trayendo la cultura celtibérica ya formada, así que seguramente se habría formado localmente, influenciada por la Cultura de los Campos de Urnas, originaria de Europa Central, que penetraría en el Noreste peninsultar en el Bronce final (1200 a. C.).4 La relación de esta Cultura con los celtas es compleja, pues dieron también origen a pueblos íberos. Su asentamiento, durante el I milenio a.C. en la futura Celtiberia sobre un substrato protocelta, podría explicar el origen de la lengua celtibérica. La formación de la cultura celtibérica sería el resultado de un largo proceso in situ desde el I milenio a.C. hasta el s.VI a.C., sin excluir invasiones europeas que mencinan las fuentes.
Fuentes[editar]
Las primeras referencias escritas sobre los celtíberos se deben a geógrafos e historiadores greco-latinos (Estrabón, Tito Livio, Plinio el Viejo y otros),5 aunque su estudio, que arranca del siglo XV, no adquiere rango científico hasta los inicios del siglo XX (marqués de Cerralbo, Schulten, Taracena, Caro Baroja, etc.), cobrando renovado impulso en los últimos años. Pese a este excepcional acervo literario, aún hoy se discuten aspectos claves para su definición: los confines de su solar, su verdadera personalidad o su propia genealogía.
Las fuentes clásicas son muy imprecisas respecto a su territorio, aunque podemos considerar que los celtíberos históricos se extendieron con seguridad por las provincias de Soria y Guadalajara, buena parte de La Rioja, este de Burgos, oeste de Zaragoza y Teruel, quizás norte de Cuenca y Asturias; diferentes interpretaciones amplían este marco hacia oriente y occidente. Dado lo heterogéneo de la información literaria y de las evidencias arqueológicas de la cultura celtibérica, resulta difícil definirlos a partir de un único rasgo; no obstante, nos consta que hablaban una misma lengua, el celtibérico, cuyos testimonios escritos (utilizando el alfabeto ibérico), aunque tardíos, se extienden por un territorio que viene a coincidir básicamente con el descrito.
Datos arqueológicos[editar]
A juzgar por el registro arqueológico, los celtas llegaron a la península ibérica en el siglo XIII a. C. con la gran expansión de los pueblos de la cultura de los campos de urnas, ocupando entonces la región noreste. En el siglo VII a. C., durante la cultura de Hallstatt se expanden por amplias zonas de la meseta y Portugal, llegando algunos grupos a Galicia. Sin embargo, tras la fundación griega de Masalia (actual Marsella), los íberos vuelven a ocupar el valle medio del río Ebro y el noreste peninsular a los celtas, dando pie a nuevos establecimientos griegos (Ampurias). Los celtíberos y los otros celtas de la península quedaron así desconectados de sus parientes continentales, de manera que ni la cultura celta de La Tène ni el fenómeno religioso del druidismo les llegarían nunca.
Pueblos celtíberos[editar]
Los pueblos celtíberos según Estrabón:
De los cuatro pueblos en que están divididos los celtíberos el más poderoso es el de los arévacos, que habitan la región oriental y meridional y son limítrofes de los carpetanos y vecinos de las fuentes del Tajo. La más famosa de sus ciudades es Numancia, cuyo valor se demostró en la guerra de veinte años que sostuvieron los celtíberos contra los romanos; luego de haber destruido varios ejércitos con sus jefes, los numantinos, encerrados tras sus murallas, terminaron por dejarse morir de hambre, a excepción de los pocos que rindieron la plaza. Los lusones, que pueblan la parte oriental, limitan también con el nacimiento del Tajo. De los arévacos son las ciudades de Segeda y Pallantía. Numancia dista unos ochocientos estadios de Cesaraugusta que, como hemos dicho, se alza en la orilla del Ebro. Tanto Segóbrida como Bílbilis son ciudades de los celtíberos... Posidonio dice que Marco Marcelo pudo sacar de la Celtiberia un tributo de seiscientos talentos, de lo que se puede deducir que los celtíberos eran muchos y dueños de abundantes bienes, aunque habitasen en una región tan poco fértil...
—Estrabón, III, 4, 13.
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Al comienzo, las fuentes se muestran dubitativas en la delimitación de lo que se entendió por Celtiberia y los pueblos considerados celtíberos. Al principio, los autores clásicos utilizaron este término para referirse a todos los pueblos celtas de Iberia.1 Más tarde, a medida que la conquista progresaba territorialmente, el término de Celtíberos se utilizó para agrupar a ciertos pueblos celtas, pero excluyendo a otros, como por ejemplo los berones.6 Los autores clásicos de esta etapa ceñían el término Celtíbero a dos grandes ámbitos principales. El primero, formado por los arévacos, y tal vez los pelendones, controlando la Celtiberia Ulterior (provincia de Soria, la mayor parte de la de Guadalajara, hasta el nacimiento del río Tajo, la mitad oriental de la de Segovia y el sureste de Burgos). Entre sus ciudades destacan Secontia (Sigüenza), Numantia (Numancia), Uxama, Termes7 y Clunia. El segundo ámbito es la tierra de los tittos, bellos y lusones o Celtiberia Citerior (pobladores de las tierras en torno a los ríos Jalón, alto Tajuña, Jiloca y Huerva), con ciudades como Segeda, Bílbilis (Calatayud), Tierga, Botorrita o Complega.
La confusión de las fuentes clásicas fue compartida por los investigadores modernos, que han usado el término celtíbero con diferentes significados. En la actualidad son habitualmente considerados celtíberos los arévacos, titos, bellos, lusones y pelendones, y más ocasionalmente vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos.1
Gestación de la sociedad celtibérica[editar]
Durante los siglos VII-VI a. C., se manifiestan en el área nuclear, alto Tajuña y alto Henares, de la Celtiberia, una serie de novedades en el patrón de asentamiento, en el ritual funerario y en la tecnología, que indican la evolución hacia una sociedad de fuerte componente guerrero. En los cementerios, ya desde sus inicios, se demuestra una fuerte jerarquización social, donde la panoplia de armamento aparece como un signo de prestigio. La documentación sobre los túmulos o alineamientos de tumbas, que se generalizarán en los siglos siguientes, son abundantes. Estas élites se constatan por la panoplia de los enterramientos, pudiendo ser consecuencia de la propia evolución in situ de la cultura de las Cogotas, pero con importantes aportes culturales de la cultura de los campos de urnas, que «celtizaron» la cultura de las Cogotas. De otro modo, no se explicaría que estos pueblos hablasen un idioma de raíz celta. También tuvo una gran importancia, por su proximidad, la influencia mediterránea que, de mano de los íberos, le trasmitió adelantos tan significativos como la moneda o la escritura.
Esta nueva organización impulsó el crecimiento demográfico y llevó a una creciente concentración de riqueza y poder a través del control de los recursos naturales (pastos, salinas, etc.) y la producción de hierro en los afloramientos del Sistema Ibérico, que permitió la rápida aparición de una sociedad jerarquizada de tipo guerrero, aprovechando la situación privilegiada de paso natural entre el valle del Ebro y la Meseta.
Los aristócratas guerreros[editar]
Lucha, armas y vida de los celtíberos según Diodoro Sículo:
Los celtíberos suministran para la lucha no sólo excelentes jinetes, sino también infantes, que destacan por su valor y capacidad de sufrimiento. Están vestidos con ásperas capas negras, cuya lana recuerda el fieltro; en cuanto a armas, algunos de ellos llevan escudos ligeros, similares a los de los celtas, y otros grandes escudos redondos del tamaño del aspis griegos. En sus piernas y espinillas trenzan bandas de pelo y cubren sus cabezas con cascos broncíneos, adornados con rojas cimeras; llevan también espadas de doble filo, forjadas con excelente acero y puñales de una cuarta de largo para el combate cuerpo a cuerpo. Emplean una técnica peculiar en la fabricación de sus armas: entierran piezas de hierro y las dejan oxidar durante algún tiempo, aprovechando sólo el núcleo, de forma que obtienen, mediante una nueva forja, espadas magníficas y otras armas; un arma así fabricada corta cualquier cosa que encuentre en su camino, por lo que no hay escudo, casco o cuerpo que resista sus golpes... Son muy hábiles en luchar de dos modos diferentes: primero atacan a caballo y en el caso de ser rechazados, desmontan y atacan de nuevo como soldados de infantería... Según sus normas habituales son extremadamente crueles con los criminales y enemigos, aunque con los forasteros son compasivos y honrados, rivalizando entre ellos para prodigarles su hospitalidad... En cuanto a su alimentación, se sirven de toda clase de carnes, que abundan entre ellos y, como bebida, poseen una combinación de vino y miel.
—Diodoro de Sicilia, V, 33.
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Desde finales del siglo V o inicios del IV a. C., los cementerios de la meseta oriental presentan ricos ajuares militares, con presencia de espadas y gran acumulación de objetos suntuarios de bronce, cascos, discos-coraza, umbos, a veces repujados. Las necrópolis, con la ordenación característica en calles paralelas, con ajuares que manifiestan una sociedad altamente jerarquizada y que se vincularía con grupos aristocráticos.
La meseta oriental se revela en esta fase como un importante foco de desarrollo, en los ajuares funerarios, incorporando en su órbita de influencia a zonas del sur de la provincia de Soria, encontrándose fíbulas, broches, pectorales, armas y arreos de caballo, lo que nos demuestra que un reducido número de personas poseían caballos,8 que debieron ser utilizados en pequeñas razzias contra los pueblos vecinos, aunque debió primar en las armas su valor simbólico como objetos de prestigio.
La sociedad guerrera[editar]
Desde finales del siglo V a. C. y durante los dos siglos siguientes, el foco de desarrollo localizado en las cuencas altas del Tajuña, del Henares y Jalón se va desplazando hacia el Alto Duero, con el aumento de la preponderancia que va a jugar, desde este momento, uno de los populi celtibéricos, con más vigor en el periodo de las luchas contra Roma, los arévacos, cuyo predominio se situaría en esta fase. A esta etnia, según Alberto J. Lorrio, se vinculan los enterramientos de la margen derecha del alto Duero, donde las tumbas con panoplia militar se multiplican y que permiten atestiguar una sociedad con una clase militar mayoritaria.9
Mientras en la zona nuclear de la Celtiberia, las tumbas con panoplia militar disminuyen hasta casi desaparecer, lo que no indica una desaparición de la sociedad guerrera, cuando se estaban desarrollando las guerras celtibéricas, sino una evolución hacia una organización social urbana, con una disolución de los vínculos sociales basados en el parentesco.
A partir de los siglos II-I a. C., el criterio político y jurídico superior de los celtíberos era la ciudad de procedencia, entendida como centro de un espacio o territorio, con población rural, articulada alrededor de ésta. Esta sociedad evolucionada se encontraron los romanos al inicio de la conquista del interior de Hispania.
Organización sociopolítica[editar]
Las organizaciones sociales básicas, que sobrevivieron hasta la época imperial, fueron las gens o gentes y gentilates. Las relaciones se basaban en el parentesco; estos constituían grupos de consanguíneos descendientes de un antepasado común, que recibían el nombre de gens ('gentes, familia') el grupo más amplio, y gentilates las divisiones menores de la gens.
La vida gentilicia se manifestaba en las comidas en común y por el hecho de que todos los parientes dormían juntos, como arqueológicamente lo atestiguan las casas de Numancia y Tiermes, donde se comía en comunidad, sentados en bancos corridos, adosados a las paredes, en torno a un hogar central, donde también dormía el grupo. De los estudios epigráficos sobre los celtíberos, además de otros pueblos de la Meseta y del norte de la península ibérica, se deduce que la pertenencia de los individuos a la gens o gentilates era más fuerte que a la familia restringida. Es decir, que a la hora de expresar su nombre era más importante pertenecer a un grupo amplio de parentesco, que comprendería otros subgrupos, dentro de los cuales la familia sería el menor. A mediados del siglo I a. C., otros factores empiezan a tener importancia, se hallan menciones a la ciudad a la que pertenece el individuo, y aparece la filiación paterna por la influencia romana.
Vida urbana[editar]
Los celtíberos vivían en distintos tipos de asentamientos, que las fuentes antiguas denominan polis o urbes, civitates, vici y castella.
- Las urbes eran del tipo de la ciudad-estado antigua; con un núcleo urbano más o menos desarrollado y un entorno agrario dependiente de él.
- Las civitates eran organizaciones políticas indígenas autónomas que podían tener o no una configuración urbana.
- Los vici y castella eran los asentamientos menores y corresponden a los poblados y castros característicos de estos pueblos que documenta la arqueología.
Los hallazgos arqueológicos confirman que los asentamientos de carácter urbano se ubicaban preferentemente en Carpetania, si bien la Carpetania no se entiende generalmente como perteneciente a la Celtiberia, los valles del Jalón y del Ebro, es decir, en las comarcas más ricas, más civilizadas y donde posteriormente la vida urbana de tipo romano tuvo mayor difusión. Aunque la mayoría de la población vivía fundamentalmente dispersa, en aldeas o poblados o en torno a torres de defensa, que son mencionadas como vici o castella. El proceso de construcción de ciudades había comenzado ya alrededor del siglo IV a. C., cuando llegaron los romanos, en la primera mitad del siglo II a. C. Estas ciudades se formaban por la suma de distintas comunidades tribales en torno a un mismo centro urbano.
La organización política de estas urbes contaba con una asamblea popular, un consejo de ancianos o senado aristocrático y unos magistrados, presumiblemente electivos. Esta organización de las «ciudades» celtíberas se basaba directamente en su organización social, en la que la aristocracia gentilicia y militar constituía el grupo dominante. Esta aristocracia estaba formada por los propietarios de grandes rebaños de ganado e importantes clientelas que constituían la base de su prestigio social. El órgano político de esta clase era el consejo de ancianos, que en esta época ya no correspondía a un organismo de edad. Este consejo tenía el principal papel político de la ciudad y presentaba propuestas que aprobaba la Asamblea. Aunque la Asamblea era la que elegía al jefe militar, cuya duración de mandato era limitada, entre los arévacos, a un año.
También se elegían otras magistraturas de carácter civil que reciben en latín el nombre de magistratus, praetor y en lengua indígena viros o veramos. Estos magistrados ejercían la administración de las ciudades o actuaban como representantes de las mismas.
Coaliciones celtibéricas[editar]
Los Celtíberos pueden ser considerados como una agrupación étnica, ya que incorporan entidades menores (arévacos, titos, bellos, lusones y pelendones, resultando polémica la inclusión de vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos1), sin que ello signifique la existencia de un poder centralizado y ni siquiera de una unidad política. Sin embargo, hay bastantes indicios que indican la existencia de estructuras políticas que iban más allá de las gens y las ciudades.10 A lo largo de los siglos III a. C. y II a. C., Cartago primero y Roma después se fueron enfrentando a una serie de ejércitos Celtíberos, demasiado numerosos para proceder de una única ciudad e incluso tribu, pero que actuaban de un modo organizado y con un mando centralizado. Durante la Segunda Guerra Celtíbera, Apiano menciona una confederación de ciudades arévacas, titas y belas.
Las fuentes no explican el funcionamiento de estas coaliciones o confederaciones, pero dan ciertos indicios.10 Por ejemplo, es posible que los ejércitos tuviesen mandos colegiados, o jefaturas dobles, con líderes de diferentes tribus compartiendo el mando. La coalición tenía poco poder coactivo sobre las tribus o ciudades que la componían, pues podían adoptar distintas actitudes en la lucha contra los romanos, según las circunstancias. La decisión de acudir o no a la guerra, parecía era una decisión tomada por cada ciudad. También lo era firmar la paz, aunque la embajada celtíbera a Roma que puso fin a la Segunda Guerra Celtíbera negoció un acuerdo en nombre de toda la coalición.
Las federación no eran necesariamente entre iguales. Así, por ejemplo, los arévacos eran la tribu dominante por su superioridad militar. Los numantinos tenían guarniciones propias en Malia y Lagni, para reforzar la defensa de la ciudad y preservar la fidelidad de las mismas a los arévacos. Las desigualdades y diferentes intereses de los miembros de la coalición fueron frecuentemente explotados por los romanos.
Hospitium, clientela y devotio[editar]
Entre las tribus y ciudades celtíberas existieron, según los autores antiguos, formas específicas de relacionarse entre ellas que serían:
Hospitium[editar]
El hospitium ('hospicio') o pacto de hospitalidad permitía adquirir los derechos de un grupo gentilicio a otros grupos o individuos. No se trataba de un acto de adopción; las partes actuantes contraían derechos mutuos sin que la personalidad propia se perdiera. Los contrayentes del hospitium se convertían en huéspedes (hospites) mutuos y el pacto de hospitalidad se solía acordar en un documento denominado «tésera de hospitalidad». Estas téseras son láminas de metal recortado, en muchas de ellas figurando dos manos entrelazadas o la silueta de animales, que quizá tenían un significado religioso. Se supone que el hospitium, inicialmente, se acordaba en plano de igualdad, pero al surgir diferencias económicas, se iría pasando a un estado de dependencia. De entre los pactos de hospitalidad descubiertos, el más famoso es el Bronce de Luzaga, que registra un hospitium entre las ciudades de Arecoratas y Lutia, al que probablemente se sumaban las gentilitates Belaiocum y Caricon.
Clientela[editar]
Las clientelas11 consisten en comitivas constituidas en torno a los individuos más importantes de una comunidad tribal. La relación entre estos individuos, generalmente aristócratas y sus seguidores, era una relación contractual basada en la desigualdad de riqueza y posición social de ambas partes; el jefe normalmente debía alimentación y vestido a sus seguidores, mientras que éstos le debían apoyo incondicional. Estas clientelas frecuentemente tenían un carácter militar.
Devotio[editar]
La devotio12 era una clase especial de clientela. Al elemento contractual de la clientela se añadía un vínculo religioso, por el cual los clientes de un jefe tenían obligación de seguirles a la batalla y de no sobrevivirle en caso de que éste muriera en combate. Tales clientes recibían el nombre de devotio y sus paralelos en la sociedad celta y germánica, soldurios y comitatus.13
Con la clientela y la devotio, los lazos de consanguinidad no juegan ya ningún papel. Las desigualdades sociales empujan a los individuos más pobres a ponerse en la clientela de un aristócrata. Al ser más fuerte el vínculo que le unía con el jefe, a veces mediante vínculos religiosos, que el vínculo consanguíneo. Estas instituciones contribuyeron a disgregar los lazos de la organización gentilicia tribal.
El mayor desarrollo de las clientelas militares en Celtiberia parece haberse dado durante el período de las guerras civiles de la República tardía, cuando los distintos políticos implicados como Sertorio, Pompeyo, Julio César, etc. labraron importantes clientelas indígenas. La proliferación de estas prácticas institucionales, junto al desarrollo de la clase aristocrática y de las estructuras urbanas, fueron los elementos principales que contribuyeron a la evolución del sistema gentilicio, a su transformación y, ya bajo el dominio romano, a su progresiva desaparición.
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