Tiberio Sempronio Graco (en latín, Tiberius Sempronius P. F. TI. N. Gracchus) (210 a. C.-150 a. C.) fue un militar romano de la República, el padre de los dos más ilustres tribunos de la plebe, Tiberio y Cayo Graco.
Familia[editar]
Casado con Cornelia, hija de Escipión el Africano. El matrimonio tuvo lugar en 172 a. C., después de la muerte de Escipión. A pesar de la diferencia de edad, fue feliz y fructífero, pues tuvieron doce hijos, aunque la mayoría murió durante la infancia. Sólo tres llegaron a la edad adulta: los varones Tiberio Sempronio Graco y Cayo Sempronio Graco, que llegaron al cargo de tribunos de la plebe, y la hija Sempronia, que se casó con Escipión Emiliano.
Inicio de su Carrera militar[editar]
En el año 190 a. C. acompañó al cónsul Lucio Cornelio Escipión a Grecia y se destacó en el campo de batalla entre todos los jóvenes romanos. Escipión lo envió desde Amphissa a Pella para sondear a Filipo V de Macedonia de su disposición hacia los romanos y obtener libre paso por el Reino de Macedonia en la guerra contra Antíoco III el Grande.
Fue tribuno de la plebe alrededor del año 187 a. C., puesto desde el que salvó a Lucio Cornelio Escipión y a Escipión el Africano de ser encausados por sus enemigos, por interposición de su veto. Aunque no eran amigos suyos, ni aliados políticos, pensó que los servicios prestados por los Escipiones a Roma merecían que no fueran tratados como unos criminales. Quizá de ahí naciera su compromiso matrimonial con Cornelia, la hija menor de Africanus (el Africano) con la que según Plutarco no se casó hasta después de la muerte de su padre. Poco después Graco también defendió a Lucio Escipión en las disputas respetando las cuentas del dinero que había recibido de Antíoco.
Hacia final de año, cuando Marco Fulvio Nobilior pidió los honores del triunfo, Graco le apoyó contra la opinión de los otros tribunos.
En 183 a. C. fue uno de los triunviros para llevar a cabo la colonia romana de Saturnia. Después fue edil curul, cargo en el que gastó mucho dinero en los juegos públicos.
Las guerras celtíberas[editar]
En 181 a. C. fue pretor y recibió Hispania Citerior como provincia, donde sucedió a Quinto Fulvio Flaco, con objeto de continuar la primera guerra celtíbera para la pacificación y romanización de las tribus celtibéricas. Ya en Hispania hizo un inesperado ataque a Munda, ciudad que sometió y recibió rehenes en garantía, estableciendo allí una guarnición; ocupó también algunas fortalezas de los celtiberos, asoló el país y de esta manera se acercó a la ciudad de Cértima, que estaba fuertemente fortificada, pero como sus habitantes perdieron la esperanza de ser capaces de resistir, se rindieron.
Los habitantes de Cértima tuvieron que pagar una gran suma de dinero y dar cuarenta de sus nobles como rehenes. Después avanzó hacia Alce, donde tenían el campamento los celtíberos; después de varios combates Sempronio Graco logró que los celtiberos se retiraran y ocupó el campamento, pero no la ciudad; supuestamente 9000 enemigos murieron en estas luchas; Graco se dedicó a asolar el país y en poco tiempo se sometieron 103 ciudades celtiberas e hizo un enorme botín; la ciudad de Alce todavía resistía y fue asediada hasta que finalmente se rindió. Los defensores fueron tratados con justicia; un cabecilla celtibero, Thurro, incluso ingresó en el ejército romano.
La ciudad grande y poderosa de Ercávica abrió sus puertas a los romanos. Algunos historiadores, dice Tito Livio, relataron que estas conquistas no fueron fáciles de hacer, puesto que, invariablemente, los celtíberos acostumbraban a sublevarse después de someterse cuando los soldados romanos se iban; pero después de la campaña de Graco se estableció una paz duradera.
Este hecho puede haber sido así, porque los hispanos habían sido tratados por casi todos los anteriores generales romanos con crueldad y traición, y ahora podían reconocer que tenían ante sí a un enemigo audaz, valiente y formidable, pero al mismo tiempo honesto.
Graco permaneció un año más en Hispania; levantó el asedio de Carabis que había sido atacada por celtíberos no sometidos y derrotó a los sublevados cerca de Complega. De esta manera, poco a poco fueron sometidos todos los celtíberos y después demostró que él era tan capaz en la administración pacífica de su provincia, como lo había hecho antes al frente de sus ejércitos.
Sus medidas políticas también fueron beneficiosas por el dominio romano de la provincia. Los indígenas conseguían el derecho a recibir tierras y el ingreso en las fuerzas auxiliares romanas a cambio del pago de tributos y la renuncia a fortificar sus ciudades. La ciudad de Ilurcis fue renombrada como Graccurris (Alfaro).
Primer consulado[editar]
En el año 178 a. C. volvió a Roma y celebró un espléndido triunfo sobre los celtíberos y sus aliados y fue elegido cónsul para el año 177 a. C. junto con Cayo Claudio Pulcro. Obtuvo Sardinia como provincia e hizo la guerra contra los sardos sublevados a los que derrotó; y luego condujo a su ejército a sus cuarteles de invierno. En la primavera siguiente hizo nuevas operaciones hasta conseguir la sumisión de los rebeldes que debieron entregar rehenes. Envió emisarios a Roma para solicitar permiso para regresar con su ejército y celebrar un triunfo. Sin embargo, solamente se decretaron acciones de gracias públicas, y Graco recibió la orden de permanecer en su provincia como procónsul un año más.
Al final del año 175 a. C. volvió a Roma y finalmente fue honrado con un triunfo sobre los sardos. Se dice que había traído consigo un número tan grande de cautivos, que fueron vendidos por una bagatela, lo que dio origen al dicho Sardi venales. Dedicó una tableta al templo de Mater Matuta en la que se registró la reducción de Cerdeña, y en la que estaban representadas la propia isla y las batallas que Graco había luchado allí.
Censura[editar]
En 169 a. C. fue censor con Cayo Claudio Pulcro. Su censura fue severa y varias personas fueron eliminadas del senado y bastantes equites perdieron sus caballos, entre ellos el tribuno de la plebe Publio Rutilio.1 Como consecuencia de esto, los tribunos interpusieron una denuncia contra la censura ante el pueblo, pero ambos fueron absueltos. En esta ocasión, Graco actuó con magnanimidad con su colega que era bastante impopular (mientras él era muy popular) y ligó su suerte a la de Pulcro, pues declaró que si su colega era condenado, él lo acompañaría al exilio.
Con el dinero asignado a él para obras públicas, compró el sitio de la casa de Escipión el Africano, y algunos de los edificios colindantes, y allí erigió una basílica, que fue llamada después de Basílica Sempronia.
El acto más importante de su censura fue la inclusión de todos los libertos en una de las cuatro tribus urbanas, mientras que antes habían sido repartidos en todas las tribus.
En 164 a. C. fue enviado como embajador a Asia para inspeccionar la situación de los aliados romanos; en este viaje se dirigió a los rodios en griego en un discurso que aún se conservaba en la época de Cicerón.
Segundo consulado y descendencia[editar]
En 163 a. C. fue cónsul por segunda vez; en este consulado tuvo una actuación más política con varias embajadas encargadas por el Senado y algunos actos de mediación entre príncipes aliados y Roma. El año de su muerte es desconocido.
Dejó de su enlace con Cornelia Escipión La Menor, a doce hijos, nueve de los cuales parecen haber muerto a temprana edad. Los que sobrevivieron fueron los famosos hermanos Graco, Tiberio Sempronio Graco, y Cayo Sempronio Graco, y una hija, de nombre Cornelia Sempronia que se casó con Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano el Joven.
Quinto Servilio Cepión (en latín, Quintus Servilius Cn. f. Cn. n. Caepio; m. 112 a. C.) fue un militar y político de la República romana durante la Guerra Lusitana. Hijo del consular Cneo Servilio Cepión, fue padre a su vez de Quinto Servilio Cepión, cónsul en el año 106 a. C.
Historia[editar]
Cepión era hermano de Cneo Servilio Cepión y Quinto Fabio Máximo Serviliano (quien fue adoptado en la gens Fabia).
Fue elegido cónsul en 140 a. C. junto a Cayo Lelio Sapiens.1 Como cónsul reemplazó en la dirección de la guerra contra Viriato a su hermano y cónsul saliente, Quinto Fabio Máximo Serviliano, que había firmado una paz desfavorable con Viriato en la que otorgaba independencia a Lusitania y le confirmaba como rey.
Cepión, alegando que el tratado era desfavorable a los intereses de Roma, convenció al Senado de atacar a Viriato, primero de forma encubierta y después retomando la guerra abiertamente. De esta forma, Servilio Cepión penetró en territorio enemigo hacia las tierras de los vetones y los galaicos.
Viriato, que estaba muy debilitado debido a la extensión en el tiempo del conflicto, evitó la confrontación y escapó hábilmente de las tentativas de Cepión de capturarle o asesinarle.
En 139 a. C. recibió refuerzos comandados por el cónsul del año Marco Popilio Lenas. Tras la unión de las fuerzas, Viriato solicitó la paz y envió a unos embajadores para establecer las condiciones, pero el cónsul los sobornó para asesinar a la cabeza lusa.
En consecuencia, cuando volvieron al campamento sorprendieron a Viriato durmiendo en su tienda y lo mataron. Los asesinos huyeron al campo romano. Los lusos enterraron a Viriato y eligieron caudillo a Táutalo, el cual llevó a cabo una expedición contra Sagunto. Rechazado de allí, cruzó el Betis, perseguido de cerca por Cepión, y, desesperado, finalmente se rindió con todas sus fuerzas al general romano. Cepión les privó de sus armas, pero les asignó una cierta porción de tierra.2
Cepión trataba a sus soldados con gran crueldad y gravedad, lo que le hizo tan impopular que casi fue asesinado por miembros de su caballería en una ocasión.3 También se le negó el triunfo por parte del senado romano por haber vencido a Viriato mediante intrigas y no por victoria militar.4
Los hermanos Cepión (Cneo y Quinto) son clasificados por Cicerón5 entre los oradores romanos. Él relata que ayudaban a sus clientes tanto con sus consejos y con su oratoria, pero aún más por su autoridad e influencia. Actuaron como testigos de cargo contra Quinto Pompeyo.6
En ficción[editar]
El personaje de Quinto Servilio Cepión fue interpretado por el actor Pepe Sancho en la serie de televisión española Hispania, la leyenda, en la que se relatan los enfrentamientos con Viriato, y en la secuela de esta, Imperium, en la que se desarrollan las intrigas políticas en Roma.
Servio Sulpicio Galba (en latín, Servius Sulpicius Galba; c. 194-c. 129 a. C.) fue un político y militar romano del siglo II a. C. perteneciente a la gens Sulpicia. Ocupó diversas magistraturas, entre las que destacan la pretura y el consulado. Su gobierno de la Hispania Ulterior destacó por su conducta cruel que pudo ser el detonante de la guerra de guerrillas que después enfrentó a la República con Viriato. Cicerón lo consideraba un gran orador.
Familia[editar]
Galba fue miembro de los Sulpicios Galbas, una familia patricia de la gens Sulpicia. Fue hijo de Servio Sulpicio Galba y padre de Servio Sulpicio Galba y Cayo Sulpicio Galba.
Tribuno militar en Macedonia[editar]
Tribuno militar en el año 167 a. C. comandando la segunda legión romana en Macedonia a las órdenes de Emilio Paulo, a quien era profundamente hostil. Después de la derrota de Perseo de Macedonia, cuando Emilio regresó a Roma, Galba trató de impedir que le fuera concedido el triunfo, pero sin éxito.
Pretor en Hispania[editar]
En 151 a. C. le fue encomendado el gobierno de la Hispania Ulterior en el reparto de provincias pretorias, donde sustituyó a Marco Atilio Serrano, conquistador de Oxthracae.1 Prosiguió la guerra contra los celtíberos. Para castigar las incursiones de los lusitanos a las ciudades sometidas al yugo romano, los atacó en los confines de las actuales Andalucía y Extremadura. Los lusitanos causaron a Galba enormes pérdidas y tuvo que retirarse a sus cuarteles de invierno en Conistorgis.
Renovado el año siguiente su imperium (esta vez en calidad de propretor), en la primavera entró nuevamente en la Lusitania y asoló su país. Cuando los lusitanos enviaron una embajada protestando por la violación del tratado que habían hecho con Atilio, a la vez que prometían observar los términos del acuerdo con fidelidad, Galba recibió amablemente a los embajadores y lamentó que las circunstancias, especialmente la pobreza de su país, los hubiera inducido a la rebelión contra los romanos. Les prometió tierras fértiles donde se podrían establecer para cultivarlas y habitarlas con sus familias, efectuando asentamientos bajo la protección de Roma si permanecían leales. Acudieron unos treinta mil lusitanos solicitando el cumplimiento de esta promesa. Galba los repartió en tres campamentos y les exigió que entregaran sus armas en señal de amistad; entonces los rodeó con todo su ejército y ordenó atacarlos; unos nueve mil fueron acuchillados y más de veintemil fueron hechos prisioneros y vendidos como esclavos en las Galias. De entre los pocos que pudieron escapar estuvo Viriato, quien años después tomaría venganza de esta traición romana dando comienzo a las guerras lusitanas.
Juicio en Roma[editar]
Esta conducta fue denunciada por el tribuno de la plebe Lucio Escribonio Libón, que lo acusó cuando al término de su mandato (149 a. C.) volvió a Roma. También recibió críticas de Catón el Viejo, quien ya contaba con ochenta y cinco años, por su conducta.
Se le instruyó un proceso acusado de pactar ilegalmente, de traicionar lo pactado y de retener personalmente la mayor parte del botín. Pero, gracias a su aristocrático origen, al cohecho y a su probada elocuencia, logró la absolución. No obstante Libón consiguió que se aprobara una ley que ordenaba el rescate de los lusitanos vendidos por Galba y poco después el Senado aprobó la lex Calpurnia que iba especialmente dirigida contra los gobernadores culpables de concusión.
Consulado[editar]
En el año 144 a. C., fue elegido cónsul con Lucio Aurelio Cota. Los dos cónsules se disputaron quién tendría el mando de Hispania donde Viriato al frente de los lusitanos se había sublevado. La discordia reinante también llegó al Senado, pero se resolvió al final que nadie debía ser enviado a la península ibérica y que Quinto Fabio Máximo Emiliano, el cónsul del año anterior, debería seguir al mando del ejército en Hispania.
Carácter[editar]
Apiano afirmó que, a pesar de ser muy rico, era extremadamente tacaño y que no tenía el menor escrúpulo en mentir o cometer perjurio siempre y cuando con ello pudiera obtener beneficios económicos.
Cicerón habla de su talento como orador con elogio y lo llama el primero de los romanos cuya oratoria era lo que debería ser. Su oratoria tenía gran poder, la cual era incrementada por el uso de una gesticulación apasionada.
Cayo Valerio Flaco (en latín, Gaius Valerius Flaccus) fue un político y militar de la República Romana.
Cayo era hermano de Lucio Valerio Flaco. Fue elegido praetor urbanus en 98 a. C. Gracias a su influencia en el Senado, Flaco logró aprobar una ley que concedía la ciudadanía romana a la población de Calliphana, en Velia.
En 93 a. C. Flaco fue elegido cónsul junto a Marco Herenio y después sucedió a Tito Didio en el gobierno proconsular de Hispania. Debido a la dureza con la que los anteriores gobernadores habían tratado a los celtíberos, éstos se habían rebelado sede del Senado de la ciudad, debido a que los senadores habían rechazado instigar a la gente para que se rebelara.
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