Los mosaicos de Valdebótoa son dos piezas de iconografía religiosa (Los doce apóstoles y el Espíritu Santo [1] y Belén [2], dividida a su vez en dos escenas unidas por la estrella de Oriente: el Nacimiento de Jesús y la Adoración de los pastores) realizadas entre junio y julio («cuarenta y cinco días de trabajo a razón de nueve a diez horas diarias») de 1967 por el pintor y escultor español Guillermo Silveira (1922-1987),1 destinadas exprofeso a decorar el porche exterior de la capilla escuela de las «Casas Aisladas» de esta pedanía de la capital pacense, de la que se encuentra a una distancia por carretera de unos doce kilómetros. Fueron encargadas por el antiguo Instituto Nacional de Colonización a instancias del arquitecto local José Mancera Martínez, lo que le permitió la efectiva puesta en práctica de «uno de sus intereses más patentes por entonces, como es la integración de la Pintura [solo en este caso, del mosaico] con la Arquitectura»,2 y ocupan una superficie total de 18 m2, aproximadamente.3145678910
El hecho de que nunca llegara a utilizarse con fines religiosos ni escolares supuso el consiguiente abandono del edificio, aprovechado más tarde como albergue de animales de carga y gallinero y el progresivo deterioro de las obras.11121314
En cuanto a su propiedad, cabe destacar que mientras que las iglesias en sentido estricto fueron cedidas por el Instituto Nacional de Colonización al Obispado y convertidas en nuevas parroquias, las capillas escuela pasaron a depender de los Ayuntamientos, en este caso del de Badajoz.

Historia, descripción del autor, características y estado[editar]
Por estos años, el artista residía con su familia en la antigua calle del Pilar n.º 1 de la capital pacense, lo que (a falta aun de coche propio) lo obligó a emplear los autobuses que cubrían el trayecto entre Badajoz a Valdebótoa durante el mes y medio que duraron las obras y, de allí, a recorrer a pie los seis kilómetros finales que separan la pedanía de la capilla escuela propiamente dicha.1
En julio de 1967, es decir, recién finalizados los trabajos, el artista declaraba en el diario Hoy:
Son dieciocho figuras realizadas [conforme a los principios del] expresionismo neofigurativo. El primer tema lo constituyen los doce apóstoles y el Espíritu Santo; el segundo, [un] belén.1
Ilustra la entrevista una conocida imagen del pintor junto a Los doce apóstoles…, tomada in situ por el fotógrafo y dibujante del periódico Alberto González Willemenot, más conocido solo como Alberto, reproducida en varias ocasiones posteriores.15
La realización de los murales se sitúa, pues, en el contexto de los nuevos pueblos de colonización creados como parte del conocido Plan Badajoz, en cuya decoración intervinieron en buen número de pintores y escultores extremeños como el pacense Julián Pérez Muñoz (Balboa, Gévora, Valdelacalzada…), el propio Silveira, etc.16 Artísticamente, destacan el empleo de una serie de materiales diversos que prestan a las piezas un carácter tridimensional, así como la incorporación de numerosos elementos representativos de su primera etapa como artista, que les proporcionan un marcado aire de vanguardia. Cromáticamente, predominan los tonos terrosos, azules y blancos, dispuestos en grandes planos muy delimitados, lo que acrecienta el fuerte dinamismo del conjunto.
A finales de 2013 o comienzos de 2014, a raíz de la visita técnica realizada al lugar, la entonces directora general de Patrimonio de la Junta de Extremadura emitió el siguiente informe:
La obra de Guillermo Silveira en las Casas Aisladas de Valdebótoa […] es una muestra de su estilo comprometido con la sociedad de su época y del alarde técnico que siempre le fue reconocido. Asimismo, esta obra en particular sobresale en el conjunto de su trayectoria, mayoritariamente pictórica. La visita técnica realizada nos arroja unos datos del estado de conservación que presenta la obra. Se observan daños antrópicos derivados de su ubicación, al alcance de la mano, así como depósitos de suciedad en superficie. No se ha observado riesgo de desprendimiento evidente de los elementos musivarios, aunque se hace necesaria una observación en mayor profundidad. Los tratamientos, propuestos por nuestros técnicos, en base al estado de conservación son los siguientes:
— Revisión exhaustiva de la adherencia entre los diferentes estratos.
— Readhesión de las zonas que lo requieren, utilizando materiales que sean compatibles y resistentes a la intemperie.
— Limpieza de superficies.
— Reintegración de elementos que faltan, siempre que se conozca su forma y color.
— Protección final, si procede.17
Obras relacionadas[editar]
Se conocen también en este aspecto una serie de notas mecanografiadas y bocetos preparatorios para la realización de tres conjuntos de vidrieras destinadas a decorar la nave central (6), el presbiterio (2) y el coro (1) de la iglesia de la colonia militar Carlos Haya, apenas a unos metros de la base aérea de Talavera la Real, elaborados en mayo de 1985, que deja inacabadas a su muerte.18Según estos apuntes, «las fuentes de luz de la iglesia y el presupuesto de que se dispone no permiten desarrollar otra obra de tendencia plástica y carácter más actuales».
El Museo Arqueológico de La Unión es un pequeño museo situado en el pueblo de Portmán (Región de Murcia). Se ubica en el antiguo Hospital de Caridad, un edificio construido en 1892 para atender a los heridos de la actividad minera.
El museo contiene tres salas en los que se exponen restos materiales de la intensa explotación minera e industrial de la sierra minera desde tiempos prehistóricos.
El grueso fundamental de la colección está formado por materiales de la época romana, época en la que se explotaron intensamente las minas de Carthago Nova para la producción de plata, plomo, hierro y cinc y otros minerales que se exportaban a través del propio puerto de Portmán (Portus Magnus en latín).
Los restos más importantes que se conservan en el museo son los fragmentos de un gran mosaico polícromo procedente de la villa romana del Paturro, descubierta en las inmediaciones del pueblo de Portmán.
El palacio de la condesa de Lebrija o palacio de Lebrija, en Sevilla, está ubicado en una de las calles más concurridas del centro de la ciudad, la calle Cuna, paralela a la famosa calle Sierpes. Data del siglo XVI y lo más característico es la impresionante colección de mosaicos romanos, que pavimentan prácticamente toda la planta baja, por lo que es considerada la "casa-palacio mejor pavimentada de Europa".1
El palacio, además de estar abierto al público como museo desde 1999, alquila sus salones y patios para presentaciones, incentivos, cenas de gala, conferencias, conciertos etc.
Historia[editar]
Comienza a construirse como casa señorial con el estilo propio del siglo XV, la fachada es de estilo sevillano realizada en el mismo siglo, entre los siglos XVIII y XX es remodelado y ampliado.
En sus orígenes esta casa perteneció a la familia Paiba, posteriormente fue propiedad de los condes de Corbos y los condes de Miraflores. En el año 1901 pasa a ser propiedad de Regla Manjón Mergelina (condesa de Lebrija) que lo restaura y acondiciona para albergar su valiosa colección de antigüedades, para lo que contó con la colaboración del arquitecto José Sáez y López. Como apasionada por la arqueología decidió adornarlo con piezas que aparecieron en terrenos de su propiedad, así como otras colecciones que compraba a comerciantes de antigüedades.
Descripción del edificio[editar]
Tiene una superficie de aproximadamente 2.500 m² repartida en dos plantas. Presenta una portada de dos cuerpos, labrada en mármol, con pilastras en los lados de la planta baja. Se accede a un zaguán con techumbre de madera, separado por una amplia reja de hierro dorado y policromado. La solería del pavimiento constituye uno de los elementos más destacados del palacio, se trata de un opus sectile compuesto por mármoles romanos polícromos. Es destacable también la gran colección de azulejería de toda la casa, que data desde el siglo XVI. En el patio central, destacan las yeserías que adornan arcos con columnas de mármol, y el mosaico romano que data del siglo II y III. Este mosaico apareció en terrenos propiedad de la condesa, concretamente en el olivar de los Palacios. El medallón central representa al Dios Pan con la flauta, enamorado de Galatea, a la cual dedica sus sones y cantos, ocho medallones representan escenas de las aventuras amorosas de Zeus y en las esquinas se encuentra la representación de las estaciones del año.
Sus paredes son un auténtico muestrario de estilos arquitectónicos poseyendo elementos como arcos de traza árabe, adornos platerescos, zócalos de azulejos procedentes de un convento en ruinas, artesonado de un palacio del siglo XVI, un friso renacentista, la fachada y planta al estilo andaluz sevillano.
La planta baja está compuesta por varios salones y patios donde se encuentran los restos arqueológicos y colecciones. En la planta alta se muestran las estancias mantenidas tal como vivía la familia, hasta que falleció el último Conde de Lebrija en 1999. En esta planta se exponen asimismo los objetos comprados por la condensa durante sus viajes. También posee una amplia biblioteca con un número superior a 4.000 volúmenes.
La planta baja se utilizaba durante el verano y la alta en invierno.
Colecciones del Palacio-Museo[editar]
En 1999, los descendientes de la condesa y propietarios actuales decidieron abrir la casa al público como museo, desde entonces se puede visitar la planta baja libremente y la planta superior, donde se encuentran las estancias familiares, con guía.
En el palacio, además de los restos arqueológicos pueden observarse elementos de la época árabe y romana, una colección de brocales de pozo, ánforas, columnas y esculturas,2bustos grecorromanos y representaciones mitológicas junto con otros de estilo chino y persa todos ellos exhibidos tanto en paredes como en vitrinas, precisamente en una de las vitrinas se exhibe la colección glíptica encontrada en Itálica.3
Entre sus obras pictóricas destacan piezas de Van Dyck, de Bruegel el Viejo y cuadros de la Escuela de Murillo.
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