Quinto Fabio Máximo Serviliano (en latín, Quintus Fabius Maximus Servilianus) fue un político y militar de la República Romana.
Por el agnomen Servilianus, fue adoptado de la gens Servilia por el cónsul del año 145 a. C. Quinto Fabio Máximo Emiliano. Era hermano uterino del cónsul del año 141 a. C. Cneo Servilio Cepión1 y del cónsul de 140 a. C. Quinto Servilio Cepión.
En 142 a. C. fue cónsul junto con Lucio Cecilio Metelo Calvo. Durante su consulado el Senado le otorgó el mando de dos legiones, trescientos jinetes númidas y una decena de elefantes y le ordenó enfrentarse a los hispanos insurrectos. Trató de entrar en Lusitania; no obstante, los sediciosos le rechazaron obligándole a retirarse a duras penas. Viriato lo persiguió, pero sufrió importantes pérdidas teniendo que volver a su territorio.2
En 141 a. C. reemprendió la ofensiva ocupando numerosas ciudades; capturó y asesinó a unos quinientos líderes rebeldes y se mostró implacable con los romanos que se habían pasado al enemigo, a los que hizo cortar las manos y los vendió como esclavos.
Sin embargo, Viriato atacó por sorpresa a los romanos mientras asediaban la ciudad ibera de Erisana (posiblemente Zalamea). Viriato llegó a la ciudad por la noche y al alba había hecho retirarse a los romanos que trabajaban en las trincheras. Serviliano alineó el resto de su ejército para un contraataque, pero fue derrotado y acorralado en terreno desfavorable. Viriato aprovechó esta posición de control para obligar a Serviliano a rendirse y firmar un tratado en el que se concedía la independencia a Lusitania y el título de rey a Viriato.3
El sucesor de Serviliano en el gobierno de Hispania, su hermano Quinto Servilio Cepión, no aceptó el tratado y continuó la lucha.
Quinto Fulvio Nobilior (en latín, Quintus Fulvius M. f. M. n. Nobilior) fue un cónsul romano, hijo del también cónsul Marco Fulvio Nobilior, vencedor de la Liga Etolia y hermano del cónsul del año 159 a. C. Marco Fulvio Nobilior.
Tito Livio menciona,1 a un Q. Fulvio Nobilior nombrado en el año 184 a. C. triunviro para fundar colonias en Potentia y Pisaurum, y como dice Cicerón2 que Q. Nobilior, hijo del conquistador de los etolios, fue un triumvir coloniae deducendae, aunque no menciona el nombre de la colonia, parecería ser que el Q. Nobilior mencionado por Tito Livio es el mismo personaje mencionado por Cicerón.
Pero hay dos objeciones a esta conclusión natural: en primer lugar, es extremadamente improbable, y contrario a la práctica romana, que tan importante deber como participar en la fundación de una colonia se le haya confiado a una persona tan joven como Q. Nobilior, ya que no obtuvo el consulado hasta treinta y un años después, y en segundo lugar, el Q. Fulvius M. f. que, dice Tito Livio,3 fue elegido triunviro epulo en el año 180 a. C., cuando todavía era un niño (praetextatus), difícilmente puede ser otro personaje que el hijo del gran M. Fulvio cuyo nombre aparece tan a menudo en los escritos del historiador.
Una extrapolación de las fechas hace casi seguro que este Q. Fulvius M. f. sea el mismo que el cónsul de 153 a. C.; pues es de suponer que él tenía dieciséis años cuando fue inscrito en el colegio de los epulones, y habría sido de cuarenta y tres años, cuando fue elegido cónsul, la edad en que un ciudadano podría obtener este honor por vez primera.
Por lo tanto podemos concluir que el Q. Nobilior que fue triunviro en el año 184 a. C. debe ser una persona diferente a la del cónsul de 153 a. C.
Consulado[editar]
Fue cónsul en 153 a. C. junto con Tito Annio Lusco, justo cuando se cambió la fecha de entrada en la magistratura (que pasó a las calendas de enero en lugar de los idus de marzo).
El motivo del cambio parece que fue el estallido de la guerra a Hispania, donde los lusos libres habían ocupado territorios sometidos a Roma, y arrastraban a la rebeldía a los celtiberos; y los romanos tenían la convicción de que Nobílior frenaría la extensión de la rebelión; los celtiberos habían retomado la lucha después de una paz que duraba desde el año 179 a. C. iniciando ahora una guerra que duraría hasta el año 134 a. C.
Pero cualquiera que haya sido la causa, las calendas de enero continuaron desde esta fecha siendo el primer día del año consular.4
Segunda guerra celtíbera o de los belos, titos y arévacos[editar]
Desde la conquista de los celtíberos, en el año 179 a. C., por Graco, el padre de los célebres tribunos, esta nación guerrera no había dado ningún problema a los romanos. Sin embargo, era más debido a la reglamentación prudente de Graco, después de sus victorias, que a los propios triunfos.
La excusa para el comienzo de las hostilidades ocurre en 154 a. C. con la ampliación de la fortificación de Segeda, capital de los belos. El Senado romano lo consideró como una infracción de los acuerdos de Graco y una amenaza para sus intereses en Hispania. El senado romano prohibió continuar la muralla y exigió, además, el tributo establecido con Graco. Los segedenses arguyeron que la muralla era una ampliación y no una nueva construcción y que se le había exonerado del pago del tributo después de Graco.
Sin embargo, Polibio atribuye el origen de la guerra al comportamiento de los gobernadores romanos, que habían convertido la administración romana en insoportable para los indígenas.
De esta manera Nobilior fue enviado a Hispania con un ejército de treinta mil hombres, en el año 153 a. C. Al llegar, obligó a las tribus de titios y belos, reunidas en Segeda, a someterse. Algunos celtiberos se refugiaron en el territorio de la tribu de los arévacos, los cuales se rebelaron y eligieron como cabeza de guerra a Caro (Carus), uno de los refugiados. Caro, con 20 000 soldados y 5000 jinetes, venció a Nobilior tres días después, el 23 de agosto de 153 a. C., en el día de la Vulcanalia, causándole una pérdida de 6000 hombres. El desastre romano fue tan grave, que ningún general romano después lucharía en ese día a menos que fuera obligado.
Nobilior compensó el desastre con un ataque de la caballería en el que murieron Caro y parte de sus hombres. Poco después el cónsul romano recibió refuerzos de caballería númida y algunos elefantes enviados por Masinisa. Los elefantes causaron tal miedo a los celtiberos que estos se retiraron detrás de las murallas de Numancia, donde se hicieron fuertes.
Nobilior los persiguió y consiguió encerrarlos detrás los muros de la ciudad, pero bajo los muros de Numancia los elefantes númidas se desbocaron y crearon confusión a las filas romanas y una salida afortunada de los arevacos acabó con la muerte de cuatro mil romanos y la captura de los elefantes. Nuevos choques se saldaron con ventaja para los rebeldes celtiberos (incluyendo la captura por estos de la plaza de Ocilis, donde los romanos tenían sus almacenes militares).
En 152 a. C. el senado romano envió refuerzos considerables y Nobilior, que se había retirado a sus cuarteles de invierno donde pasó una dura estación en la que murieron de frío y por escasez de provisiones muchos de los romanos que habían conseguido sobrevivir a los enfrentamientos con los celtíberos. Fue finalmente sustituido por Marco Claudio Marcelo.5
Hechos posteriores[editar]
Cicerón nos señala que él heredó el amor de su padre por la literatura, y que presentó el poeta Quinto Ennio con la ciudadanía romana cuando era un triunviro para fundar una colonia.
Lucio Furio Filo (en latín, Lucius Furius Philus) fue un político y militar romano, muy vinculado con Escipión Emiliano y Cayo Lelio Sapiens.
En 136 a. C. alcanzó el consulado con Sexto Atilio Serrano como colega; como cónsul electo los senadores le concedieron la administración de la provincia de Hispania Citerior,1 con lo que le responsabilizaron de la entrega de Hostilio Mancino a los numantinos, al que los rebeldes habían derrotado y obligado a concluir un tratado muy desfavorable para los intereses romanos.2
Cuando Metelo Baleárico y Quinto Pompeyo trataron de impedir la marcha del cónsul les ordenó ir con él en calidad de legatus.3 Una vez en su provincia ordenó a los soldados establecerse en las inmediaciones de la capital de los sediciosos y cerciorarse de que Mancino acabara en sus manos, pero los numantinos cerraron sus puertas y rechazaron quedarse con el ex-cónsul, con lo que pretendían no violar el pacto que habían concluido con este.1
Fue amante de la literatura griega y amigo de muchos eruditos griegos.
Cicerón le menciona en una de sus obras, en la que alaba el estilo de sus discursos:
Lucio Furio Filo hablaba muy bien el latín, y con más literatura que los demás.
Cayo Hostilio Mancino (en latín, Gaius Hostilius Mancinus) fue un político y militar romano, procedente de la gens plebeya Hostilia. Su padre fue Aulo Hostilio Mancino, cónsul en 170 a. C. y probablemente era hermano del cónsul del año 145 a. C. Lucio Hostilio Mancino.
Su actuación en Numancia[editar]
En 140 a. C. es nombrado pretor; un año después, ya como propretor el Senado le envió a Hispania con orden de aplastar el levantamiento de los numantinos. En 137 a. C. alcanzó el consulado con Lépido Porcina, obteniendo la administración proconsular de la provincia de Hispania Citerior, mientras que a su compañero le correspondió la Ulterior.
Con este nombramiento sustituía a Quinto Pompeyo y Marco Popilio Lenas que intentaron sin éxito vencer a los sediciosos. Independientemente del pésimo precedente, con él empeoró aún más la situación, ya que cayó derrotado en todos los combates contra los rebeldes. Un día los numantinos salieron de su ciudad y rodearon el campamento romano, por lo que Mancino tuvo que acordar un tratado muy desfavorable para los intereses romanos - que podría haber sido mucho peor de no estar presente su cuestor Tiberio Graco1 - para salvar la vida de los 20.000 soldados a sus órdenes.
Su castigo[editar]
Mientras el pueblo romano recibió a Graco como un héroe, Mancino acabó imputado por el Senado, que rechazó aceptar el acuerdo que había alcanzado con los hispanos. Escipión Emiliano salvó a Graco y a otros militares de acabar como el comandante, al que los senadores enviaron a Numancia del mismo modo que tras la derrota de las Horcas Caudinas (321 a. C.) los veinte comandantes responsables del desastre acabaron en manos de los samnitas.2
Plutarco no escribe más acerca de Mancino, pero de acuerdo con Apiano acabaría siendo conducido a la capital de los numantinos, que rechazaron quedarse con él.3
A su regreso a Roma tomó su asiento en el Senado, pero fue expulsado violentamente por el tribuno de la plebe Publio Rutilio con la excusa de que Mancino había perdido la ciudadanía al ser entregado a Numancia,4 pero como la entrega no había tenido lugar surgió un conflicto jurídico; en general se consideró que había perdido al menos sus derechos civiles, pero debieron serle retornados posteriormente, ya que se sabe que después fue elegido pretor de acuerdo a lo que señala Aurelio Víctor.5
Su desastrosa campaña en territorio hispano llevó a que Plutarco le describiera como un:
varón no vituperable, pero el general más desgraciado de todos los romanos.
Lucio Licinio Lúculo (latín: Lucius Licinius Lucullus) fue un político y militar romano, de la familia plebeya de los Licinii. Fue cónsul en el 151 a. C., el primero de su familia.1
Probablemente hijo del edil curul del año 202 a. C. Lucius Licinius Lucullus, padre de Lucio Licinio Lúculo, pretor en 104 a. C. y general en la segunda guerra servil, y abuelo del famoso general Lucio Licinio Luculo, cónsul en 74 a. C. y de Marco Terencio Varrón Lúculo, cónsul en 73 a. C.
Después de haber desarrollado varias magistraturas, fue nombrado cónsul en el año 151 a. C. junto con Aulo Postumio Albino. Fue enviado a Hispania para sustituir a Marco Claudio Marcelo que ya había concertado la paz de Numancia con la tribu celtibera de los arévacos.
La guerra contra los celtíberos parece haber sido impopular en Roma, ya que fue difícil reclutar un ejército, y la severidad de Lúculo y su colega irritó al pueblo e incluso a los tribunos, hasta el punto de que éstos ordenaron la detención de los cónsules y su encarcelamiento. El conflicto se acabó con la intervención del joven Escipión Emiliano, el cual ofreció sus servicios e hizo revivir el espíritu militar entre los romanos.2
Antes de la llegada de Lúculo a Hispania, Marcelo ya había acabado la guerra y todas las tribus sublevadas se habían sometido. Pero el nuevo cónsul decidió atacar a los vacceos, según Apiano por puro interés, sin el aval del Senado romano y sin que los vacceos hubieran dado motivos para la guerra. Atravesó el Tajo y obligó al oppidum de Cauca, donde sospechaba que se acumulaban grandes riquezas, a capitular bajo falsas promesas de piedad, masacrando después a gran parte de la población (en un número estimado de 20.000) y esclavizando a los supervivientes.
A partir de aquí, Lúculo avanzó hasta el corazón del país, cruzó el Duero y puso sitio a la fortaleza vaccea de Intercatia, que durante un tiempo resistió el cerco romano, pero fue finalmente inducida a presentar propuestas favorables, garantizadas por Escipión Emiliano, para la retirada de los romanos. Lúculo obtuvo de esta ciudad la cantidad de 10.000 sagos, pero nada de plata.
Un ataque posterior contra Palantia fue rechazado, y finalmente, careciendo de provisiones, Lúculo tuvo que retirarse presionado por los vacceos. Volvió a cruzar el Duero, estableciendo sus cuarteles de invierno en el sur de la península. Aunque la expedición contra los vacceos no tenía autorización, no fue juzgado por el Senado y Lúculo continuó en Hispania, con el rango de procónsul.3
Pasó el invierno en Turdetania y en la primavera del año 150 a. C. entró en el territorio de los lusos junto con Sulpicio Galba con el que compartió, según el relato de Apiano, los actos de crueldad y traición que se hicieron contra el pueblo de los lusitanos. Aun así fue más afortunado que Galba puesto que no fue juzgado a su regreso a Roma.4
Durante este periodo Lúculo amasó una pequeña fortuna, a pesar de que la guerra contra los vacceos no fue muy productiva. Con parte del dinero recogido construyó un templo a la buena fortuna (Felicitas). Para la consagración pidió a Lucio Mummio unas estatuas que éste había traído de Corinto, y cuando el templo estuvo consagrado se negó a devolverlas alegando que habían sido consagradas a la diosa.
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