ESPAÑA PRERROMANA
Argantonio (c. 670 a. C. - 550 a. C.) fue el último rey tartésico, único del que se tienen referencias históricas.1 Debido a su longevidad, hay historiadores que piensan que podría tratarse no de un rey, sino de una dinastía, ya que se le atribuyen tesoros con unos 300 años de diferencia.
Aparece en fuentes griegas por su relación militar y comercial con Focea, colonia de los griegos en Asia Menor.
Argantonio es el primer monarca histórico peninsular citado por las fuentes de la Antigüedad. Las únicas referencias sobre su figura se encuentran en los textos de Anacreonte (s. VI a. C.) y Heródoto (s. V a. C.), quienes le atribuyen una vida de ciento veinte años y un reinado de ochenta. Los historiadores sitúan su reinado entre 630 y 550 a. C., por lo que se considera el 670 a. C. como fecha aproximada de su nacimiento.
El llamado Bronce Carriazo es una de las obras artísticas más conocidas de la Civilización Tartésica. Se trata de una placa de 15,3 x 9,5 cm, realizada en bronce, que se cree que es parte de un broche.1 Está datado en torno al 625-525 a.C.
Se sabe que apareció cerca de Sevilla, aunque fue hallado de forma casual por el arqueólogo Juan de Mata Carriazo y Arroquia en un mercadillo de antigüedades de la capital hispalense en los años 50. Se trata de una representación de la diosa fenicia Astarté, aunque con el peinado típico de la diosa egipcia Hathor, pero sin las orejas de vaca tan características de esta deidad.1 Astarté aparece representada en el bronce con túnica de mangas cortas ornada de lirios, y acompañada por dos torsos de aves cuyas alas se unen sobre la cabeza de la diosa.
La parte posterior se presenta lisa, a excepción de una gruesa anilla dispuesta en vertical a modo de asidero. De los siete agujeros situados en la parte inferior colgaban campanillas, tal y como se ha visto en otros arreos similares. En sus dos manos, la diosa porta dos sistros esquemáticos que se asemejan a dos copas o lotos.
Si las aves acuáticas indican su dominio sobre una parte de la naturaleza, tendríamos aquí una diosa local de las marismas y los esteros, asimilada con Hathor y Astarté, aunque distinta de las advocaciones orientales, donde no se conocen paralelos para esta iconografía.1 Este conjunto de diosa con aves y plantas acuáticas es una versión peculiar que debió ser creada por antiguos artistas gaditanos.
En la actualidad, la pieza se encuentra depositada en el Museo Arqueológico de Sevilla.
Cancho Roano (a veces escrito como Cancho Ruano) es un yacimiento arqueológico situado en el término municipal de Zalamea de la Serena, en la provincia de Badajoz (España). Se localiza a tres kilómetros de Zalamea en dirección a Quintana de la Serena, en una pequeña vaguada junto al arroyo Cagancha.

Es el conjunto tartésico mejor conservado de la península ibérica, datando la construcción original de al menos el siglo VI a. C., aunque el edificio fue ampliado y modificado en siglos posteriores. Supone un yacimiento sin duda excepcional y único, tanto por su forma, su tamaño y su estado de conservación, como por los objetos encontrados, que permiten fechar su creación en torno al 550 a. C., mientras que su destrucción no sería posterior al 370 a. C., causada por un incendio, bien accidental o bien intencional, dentro de algún tipo de rito religioso.
En contradicción con la versión expuesta, la atribución a Tartesos está limitada únicamente a un nivel inferior de excavación, el denominado nivel "D". A la época en que existió esa civilización (siglos IX al VII a.C.) solo corresponden los restos de fondo de cabaña que se encuentran debajo de los más voluminosos ahora visibles, el nivel "A". Por tanto, el edificio de los siglos V al IV a.C., que se llegó a denominar "palacete" por Maluquer y colaboradores es en realidad un altar de sangre para sacrificios rituales, con una tipología definida para otros similares en el Mediterráneo oriental, como define el Prof. Antonio Blanco Freijeiro, y desde luego, muy posterior a la civilización tartésica. No puede llamarse "conjunto tartésico" lo que corresponde a una época dos siglos posterior a la desaparición de Tartessos, ni puede llamarse "palacio" a unas estancias de reducido tamaño en ningún modo adaptadas a la función suntuaria y política que se supone a tal tipo de construcciones.
El cuerpo principal del edificio, de planta cuadrada, se orienta hacia el este, y está rodeado por un foso de escasa profundidad, que contiene agua de forma permanente; al parecer la idea de sus constructores era que mantuviese una lámina de agua todo el año. Aunque se desconoce con exactitud su función, el carácter religioso es innegable debido a los altares que contiene; aunque también puede tratarse de un palacio-santuario, a juzgar por su dispositivo defensivo. En su interior se han hallado abundantes objetos, tales como ánforas conteniendo cereales, alubias, frutos secos y posiblemente vino, molinos de piedra, vasijas de cerámica y de metal, cerámica procedente del Ática datada entre 430 y 375 a. C., muebles adornados de marfil, anillos y pendientes de plata, recipientes de perfume, piezas de juegos, accesorios de caballería, armas de hierro o estatuillas y esculturas de bronce de gran calidad, así como los restos de un hombre y seis mujeres.3
Las excavaciones, dirigidas por Juan Maluquer de Motes, comenzaron en 1978. El yacimiento, dada su importancia, fue declarado Monumento Nacional en 1986. En la actualidad se puede visitar en su totalidad, contando con un excelente Centro de Interpretación donde el visitante dispone de claras explicaciones mediante cartelas, una presentación multimedia y una maqueta. Este Centro pertenece a la Red de Museos de Identidad de Extremadura.
Los Candelabros de Lebrija son un conjunto de seis candelabros de época ibera que datan de finales del siglo VII a. C., y fueron utilizados por el pueblo tartésico, nombre por el que los griegos conocían a la primera civilización de Occidente. Heredera de la cultura megalítica del suroeste ibérico, se desarrolló supuestamente en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península ibérica, aunque con casi total seguridad se elaboró en algún taller etrusco y podía haber llegado a Tartessos en algún intercambio comercial.

Las piezas fueron encontradas en el mes de abril de 1923 en la finca llamada "Higueras del Pintado", en la localidad de Lebrija, municipio español de la provincia de Sevilla, Andalucía.
Simbología[editar]
Los candelabros podrían haber sido utilizados en ceremonias religiosas y como objetos votivos por los pobladores de Tartessos.
Características técnicas[editar]
- Período: Edad de hierro I, periodo Orientalizante tartésico.
- Estilo: Fenicio, (cuestión debatida por los expertos).
- Forma: tubular, con dos discos superpuestos.
- Material: oro.
- Altura: 70,3 centímetros
- Diámetro máximo: 9,6 centímetros.
- Diámetro mínimo: 3 centímetros.
- Diámetro base: 11,3 centímetros
- Peso: 1309 gramos.
Ubicación actual[editar]
Los candelabros están expuestos actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de España, en Madrid que los adquirió en el año 1926.
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