Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, al lado de la Cañada Real Leonesa Oriental, en el término municipal de El Tiemblo, en la provincia de Ávila (España).
Se datan entre los siglos IV y III antes de Cristo, durante la Edad del Hierro,1 aunque de forma incierta por la falta de contexto arqueológico.

Descripción[editar]
Se trata de cuatro (cinco hasta el año 1548 que se sepa; ver más abajo en referencias literarias) esculturas realizadas en granito que representan cuadrúpedos, identificados como toros o verracos (cerdos sementales), con preferencia a la suposición de que se trata de toros, ya que algunas de las piezas presentan, en la cabeza, oquedades consideradas para la inserción de cuernos.
Las cuatro esculturas se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur y todas ellas mirando hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando, del que reciben su nombre, dejando a sus espaldas el arroyo Tórtolas, frontera natural que separa las comunidades de Castilla y León y Madrid.
Los cuatro se encuentran esculpidos en granito y tienen una longitud entre 264 y 277 centímetros y entre 129 y 145 cm de altura. Disponen de basa. En dos de ellos se aprecian inscripciones en latín.2
Interpretaciones[editar]
La importancia de la ganadería para la subsistencia del pueblo vetón hace suponer que estas estatuas eran protectoras del ganado, aunque esta es solamente una de las muchas teorías planteadas en torno a la función de estas esculturas. Localizados en el término municipal de El Tiemblo, en Ávila, los cuatro Toros de Guisando son una de las mejores manifestaciones artísticas de la España pre-romana. Estas figuras fueron realizadas entre los siglos IV y I antes de Cristo, en plena Edad del Hierro.
Durante esta etapa, el pueblo de los vetones está asentado en las provincias actuales de Badajoz, Cáceres, Salamanca y Ávila. Pueblo fundamentalmente ganadero, los vetones se establecían en lugares en los que abundaba el agua y el pasto para sus rebaños. El ganado -vacas, toros, cerdos- y la caza -jabalíes-, les procuraba carne, leche, cuero y estiércol, productos de importancia vital. De ahí que erigiesen toscas representaciones, llamadas verracos, de cerdos, jabalíes y toros, como estas de Guisando. Realizadas en bloques de granito, las cuatro figuras, de más de dos metros y medio de largo, miran alineadas hacia el atardecer y al cerro del que toman nombre, estando situadas en la margen izquierda del arroyo Tórtolas. Aunque poco elaboradas, algunas de ellas dan muestra de un incipiente realismo, pues poseen agujeros para insertar los cuernos y unos suaves surcos paralelos que indican los pliegues del cuello del animal. La gran duda que nos queda acerca de estos cuatro enigmáticos verracos es su función, pues pudo tratarse de esculturas con fines religiosos o funerarios, o bien ser protectoras de los rebaños, dotadas de una finalidad mágica o bien como simples hitos en las cañadas o marcadores territoriales.
Toda posible especulación se encuentra con la dificultad de falta de contexto arqueológico, tanto en este caso como en otros verracos de la zona.3
Referencias literarias[editar]
Los Toros de Guisando han estado presentes en obras literarias españolas de todos los tiempos. Miguel de Cervantes los cita varias veces en Don Quijote de la Mancha:45 6
Vez también hubo que me mandó fuese a tomar en peso las antiguas piedras de los valientes Toros de Guisando, empresa más para encomendarse a ganapanes que a caballeros (...) pesé los Toros de Guisando, despeñeme en la sima... En resolución, últimamente me ha mandado que discurra por todas las provincias de España y haga confesar a todos los andantes caballeros que por ellas vagaren que ella sola es la más aventajada en hermosura de cuantas hoy viven....
. Lope de Vega en El mejor maestro, el tiempo (acto II),7 en tanto que Federico García Lorca recurre a su valor emblemático en su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías:
...y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.
El Libro de grandezas y cosas memorables de España, redactado por Pedro de Medina y publicado en Sevilla en 1548, dice en el folio lxxxviii, citando al historiador Orosio:
" ... cerca de Toledo entre Cadalso y Guisando donde fueron después puestos cinco toros de piedra con letras escriptas en esta manera: el primero toro decía: a honra de Cicilio Metelo, vencedor, segunda vez cónsul; el segundo: Longino tuvo cuidado de hacer esta memoria a su padre Cesonio, el antiguo; el tercero decía: la guerra de César y de la patria, por la mayor parte acabada, vencidos aquí en el campo Batestanio los hijos de Pompeyo Magno Neo y Sexto; el cuarto decía: el ejército vencedor, rotos los enemigos; el quinto toro decía: los pueblos Batestanios determinaron hacer esta memoria a Lucio Porcio por haber administrado excelentemente la provincia. Estos cinco toros fueron aquí puestos porque siempre la España crío toros bravos y como propios animales suyos quisieron en ellos hacer estas memorias en honra de Julio César,por quién Metelo había trabajado y Lucio Porcio servido y así, en medio de los dos toros primero y quinto, pusieron los tres que hacen relación de las victorias de César. Estos tres parescen hoy juntos donde se dice ahora los Toros de Guisando. Son de piedra del tamaño de un toro; están cerca del camino que va de Escalona a Cadalso junto a una venta. Las letras están gastadas que apenas se pueden leer."
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Tratado de los Toros de Guisando[editar]
El paraje da nombre al Tratado de los Toros de Guisando que allí se firmó en el 1468 entre el rey Enrique IV de Castilla y su hermana Isabel (la futura reina Isabel I de Castilla, más conocida como Isabel la Católica), por el que aquel reconocía la proclamación de esta como Princesa de Asturias y, con ello, heredera al trono de Castilla.
El Bronce de Alcántara ("Tabula Alcantarensis") es una placa en bronce con inscripción en latín del año 104 a. C., hallado en la finca de Castillejo de la Orden, dentro del término municipal de Alcántara (Cáceres, España). Recoge la rendición incondicional ("deditio") ante los romanos del pueblo indígena de los seanocos, que habitaban el castro de Villasviejas en una zona intermedia entre el territorio de los lusitanos y el de los vetones. Se conserva en el Museo de Cáceres.
La placa está en perfecto estado aunque aparece mutilada verticalmente en la derecha. Actualmente mide 215 mm de largo por 19,3 mm de alto y pesa 1722 g. Las letras miden 8-10 mm de alto.

Transcripción del texto en latín[editar]
La transcripción es:
C. MARIO C. FLAVIO
L. CAESIO. C. F. IMPERATORE POPULUS. SEANO.[
DEDIT. L. CAESIUS. C. F. IMPERATOR POSTQUAM[
ACCEPIT. AD. CONSILIUM. RETOLIT. QUID. EIS.IM[
CENSERENT. DE. CONSILI. SENTENTIA. INPERAV[
CAPTIVOS. EQUOS. EQUAS. QUAS. CEPISENT[
OMNIA.DEDERUNT.DEINDE EOS.L.CAESIUS.C.[F.
ESSE. IUSSIT. AGROS. ET.AEDIFICIA.LEGES.CETE[RA
QUAE. SUA. FUISSENT. PRIDIE QUAM. SE. DEDID[ERUNT
EXTARENT EIS. REDIDIT. DUM POPULUS[
ROOMANUS. VELLET DEQUE. EA RE EOS [
EIRE. IUSSIT LEGATOS CREN[
ARCO CANTONI. F LEGATES
Traducción del texto en castellano[editar]
La traducción es:
(datación)
En el Consulado de Cayo Mario y Cayo Flavio.
(deditio)
A Lucio Cesio, hijo de Cayo, imperator, el pueblo de los Seano
se rindió.
(procedimiento subsiguiente)
Lucio Cesio, hijo de Cayo, imperator, después que
hubo aceptado preguntó al consejo lo que consideraba adecuado exigirles.
(decreto(s) del gobernador)
A partir del dictamen del consejo, exigió los prisioneros,
los caballos y las yeguas que hubieran cogido.
Lo entregaron todo. Después Lucio Cesio, hijo de Cayo, determinó
que quedaran como estaban los campos y las construcciones;
las leyes y las demás cosas que hubieran tenido hasta el día de la rendición; se las devolvió
para que siguieran en uso mientras el pueblo romano quisiera.
(notificación del decreto a través de legados)
Y en relación con este asunto les ordenó a los legados que fueran (...?)
(nombre de los legados)
Crenio y Arco, hijos de Cantono, (actuaron como) legados.
Comentarios[editar]
El Bronce de Alcántara, también llamado Deditio de Alcántara, que actualmente se conserva en el Museo de Cáceres, fue encontrada el año 1983 en el interior del recinto amurallado de un poblado prerromano, posiblemente vettón o lusitano, llamado Castillejo de Villavieja, antigua finca de la Orden de Alcántara, situado a unos 7 km al sudoeste de Alcántara, en el terreno circundado por un profundo meandro encajado del río Jartín, afluente del río Tajo por su margen izquierda. El Castillejo de Villavieja o de la Orden está situado en un lugar estratégico, pudiendo apreciarse en la fotografía aérea un posible vado en el río Tajo a unos dos km de distancia de este enclave, que podría haber facilitado la expansión de los lusitanos hacia el sureste antes de la construcción del puente de Alcántara.
El bronce se encuentra en perfecto estado de conservación; pero el epígrafe aparece fragmentado en sentido vertical en su parte derecha. Esto hace que la palabra SEANO que identifica al pueblo que ocupaba el castro se encuentre partida, con lo cual desconocemos el nombre completo y, además, no tenemos tampoco referencias en las fuentes sobre la base de este gentilicio.
El documento contiene el acto de rendición del pueblo de los Seanos al gobernador de la Ulterior Lucio Caesio, durante el consulado de Cayo Mario y Cayo Flavio Fimbria (cónsul 104 a. C.), ratificando la dominación romana en la zona del Tajo en el 104 a. C. bien patente desde mediados de este siglo. El final de Viriato en el 139 a. C. habría significado el dominio romano por toda la Lusitania y la Vettonia situadas al sur del Tajo, no obstante, la sumisión de los pueblos lusitanos debió seguir un proceso bastante lento debido a sus continuas rebeliones posteriores.
Cabe la posibilidad de que el "populus Seano" no se limite solo a los habitantes del oppidum donde se encontraba el documento, sino que incluyera además a todos los poblados fortificados que aparecen en la zona más inmediata alrededor del Castillejo de Villavieja de la Orden situados en las empinados Riberos de las márgenes del Tajo y de su encajada red fluvial subsidiaria.
La relativa importancia de los testimonios materiales transmitidos y el protagonismo del populus de los Seano en el documento permiten suponer que se trataba de un grupo humano medianamente importante, que debería encontrarse entre las comunidades lusitanas contribuyentes a la construcción dos siglos después del puente romano de Alcántara y citadas en las inscripciones perdidas de esta obra pública.
Las excavaciones arqueológicas realizadas en el lugar del hallazgo han descubierto parcialmente la planta de un poblado, con varios recintos amurallados y un tipo de urbanismo con viviendas de planta rectangular, zócalos de pizarras y cubiertas vegetales amalgamadas con arcillas. Los estudios realizados con los materiales numismáticos y de sus dos necrópolis nos indican que el oppidum estuvo habitado desde el siglo IV a. C. hasta la época de Julio César, siendo abandonado al crearse los primeros núcleos urbanos como el de la Colonia Norba Caesarina, actual Cáceres, y posteriormente repoblado de modo circunstancial a finales del Bajo Imperio.
La batalla de Bergium fue una de las batallas de la revuelta de 197 a. C. de los pueblos íberos contra la dominación romana en el siglo II a. C.
Batalla de Bergium | ||
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Parte de Conquista de Hispania Revuelta íbera (197-195 a. C.) | ||
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Antecedentes[editar]
La victoria de la república de Roma sobre Cartago en la segunda guerra púnica dejó Hispania en manos romanas. La transformación del territorio en provincia provocó importantes cambios administrativos y fiscales,2 y la imposición del stipendium no fue aceptada por las tribus locales que todavía gozaban de una cierta estructura política y capacidad de reacción,3 de modo que en el 197 a. C., recién terminada la segunda guerra macedónica, estalló una gran revuelta en toda el área conquistada en Hispania a causa del expolio republicano.
Numerosos jefes locales se rebelaron en la Hispania Ulterior y La república envió a Cayo Sempronio Tuditano a la Hispania Citerior y Marco Helvio Blasión a la Hispania Ulterior.4 Cayo Sempronio Tuditano murió por heridas de combate en la Citerior antes de terminar el año 197 a. C.,5 pero Quinto Minucio Termo derrotó en el 196 a. C. a los insurrectos en la batalla de Turda.6 Quinto Fabio Buteón y Marco Helvio Blasión derrotaron a los celtíberos en la batalla de Iliturgi.6 El cónsul Marco Porcio Catón el viejo se dirigió desde el puerto de Luna, bordeando el golfo de León con Publio Manlio de ayudante, dejando la Ulterior a Apio Claudio Nerón con tropas más reducidas.
Marco Porcio Catón el viejo, desembarcó en Rhode,4 sofocando la resistencia de la guarnición hispana situada en el Puig Rom7 o acrópolis de Rhode.5 El ejército sublevado que sitiaba Emporion, de unos 40 000 hombres fue derrotado también por Catón en la batalla de Emporion.
La batalla[editar]
Marco Porcio Catón el viejo consiguió en pocos días la pacificación de toda la franja costera y el sometimiento de lacetanos, suessetanos y ausetanos,8 y derrotando a lacetanos y bergistanos,1 que todavía resistían en su ciudad de Castrum Bergium.89
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