ÉPOCA MEDIEVAL
Pactismo es la tendencia al pacto o al compromiso, especialmente para resolver problemas políticos o sociales.1 La historiografía y la teoría política españolas suelen aplicar el término a los sistemas políticos de los reinos medievales y del Antiguo Régimen en España para designar el pacto explícito o tácito entre rey y reino (entendido este en su representación orgánica y estamental), lo que limitaba decisivamente el poder regio (en la Corona de Aragón mucho más fuertemente que en la Corona de Castilla); mientras que en la Edad Contemporánea se suele aplicar el término de forma restringida para designar el particularismo de zonas concretas (el País Vasco y Navarra) en las que no se aplicó totalmente el programa centralizador (el del absolutismo borbónico del siglo XIV y el de la Revolución liberal del siglo XIX), siendo muy debatida política e intelectualmente la posibilidad de aplicación del concepto en otras (especialmente en Aragón).
La Paz y Tregua de Dios fue un movimiento social, el primero de tendencia pacifista y global, creado por el Papa e impulsado en el siglo XI por Europa y en España como respuesta de la Iglesia y de los campesinos a los abusos perpetrados por los nobles feudales. La paz de Dios se proclamó por primera vez en 989, en el Concilio de Charroux. Intentó proteger la propiedad eclesiástica, los recursos agrícolas y a los clérigos sin armas. La "Tregua de Dios", proclamada por primera vez en 1027 en el Concilio de Toulouges, intentó limitar los días de la semana y las épocas del año en que la nobleza podía participar en acciones violentas o de guerra. Este movimiento sobrevivió de alguna forma hasta el siglo XIII.
Otras estrategias para abordar el problema de la violencia en la mitad occidental del antiguo Imperio Carolingio incluían la creación de Órdenes de caballería que transformaran a los violentos y brutales guerreros en caballeros (guerreros con un reglamento religioso de conducta) y las Cruzadas.
Un paher o paer es un magistrado en la administración municipal de la Cataluña medieval a partir del siglo XIII cuya función concejil de supervisión de la actividad económica es semejante al jurado de la Corona de Castilla o a los jurats del Reino de Valencia.1
También es conocido como paher en Cataluña y jurat en Valencia medieval al magistrado municipal, especie de juez de paz que tenía la función de velar por el cumplimiento de lo que se había acordado en las asambleas de paz y tregua ante conflictos importantes, cuando se necesitaba orden interiormente o para acometer campañas exteriores.2
En Barcelona, el número de pahers era de 4 que se renovaban anualmente por cooptación, pero en 1265, Jaime I de Aragón ordenaría la constitución de un Consejo de Ciento en Barcelona, similar al que ya se había establecido en la ciudad aragonesa de Jaca en 1238. Los pahers desaparecerían, siendo sustituidos por los consejeros (consellers). Sin embargo, en Lérida y otras poblaciones, los pahers continuaron y la paería sería la forma de gobierno municipal hasta el siglo XVIII.
El pendón de la ciudad de Sevilla es una bandera histórica de España, concedida a la ciudad de Sevilla y que ha venido siendo usada hasta su sustitución por la actual en 1995.
Historia[editar]
No sabemos a ciencia cierta desde cuándo la ciudad se representó a sí misma con el pendón carmesí con la imagen de San Fernando, aunque tradicionalmente se ha considerado que fue Alfonso X el Sabio el que concedió su uso al concejo sevillano. Sin embargo la pieza histórica que se conserva en las casas consistoriales es de fines del siglo XV.
Según los anales de Diego Ortiz de Zúñiga, el pendón de Sevilla salió a la ciudad de Badajoz en 1287, y participó en la toma de Tarifa con el rey Sancho IV en 1292. En 1309 participó en el sitio de Algeciras con Fernando IV de Castilla; posteriormente estuvo en la batalla del Salado en 1340, en la conquista de Algeciras en 1344, y en el asedio de Gibraltar en 1350. El encargado de portar el pendón era el alguacil mayor de la ciudad, como caudillo de las milicias concejiles, y también lo custodiaba en tiempos de paz, al igual que las llaves de la ciudad.1
En 1361 concede el rey Pedro I al concejo que las órdenes militares residentes en la ciudad sirvieran con cierto número de jinetes en la guarda del pendón siempre que saliera a campaña. En 1407 el infante don Fernando lo pide para la toma de Zahara y tres años más tarde para la de Antequera.
En 1482 lo llevan los Reyes Católicos a la reconquista de Alhama; en 1485 para la reconquista de Ronda, y después a las de Loja, Málaga, Almería y Guadix. Finalmente, en 1492, estuvo en la Toma de Granada.
Durante el siglo XVI participaba en el ceremonial de alzar pendones, con motivo de la proclamación de los reyes. Era tremolado por el alguacil mayor en tres estrados que se instalaban en la plaza de San Francisco, en el patio de Banderas en la puerta mayor de la catedral.
En 1520 pasa de ser custodiado en la capilla Real de la Catedral de Sevilla a la casa del alguacil mayor. En 1558 el rey Felipe II de España creó el oficio de alférez mayor de Sevilla, con parte de las competencias que hasta entonces habían tenido los alguaciles, y entre ellas el privilegio de custodiar el pendón, que pasó de la casa del alguacil a la del alférez.23
En 1835, al derogarse el antiguo régimen municipal, quedó en la casa del último alférez mayor, Lope de Olloqui, a quien lo pide el ayuntamiento en 1843 con motivo de la mayoría de edad de Isabel II, para ser tremolado en los tres lugares tradicionales. Terminado el ceremonial es devuelto a la familia, que lo custodia hasta 1874 en que pasa definitivamente al ayuntamiento.
En 1885 asiste a las exequias de Alfonso XII de España, y para la Exposición Iberoamericana de 1929 se decide a instancias de José Gestoso hacer una réplica al modo que había hecho Valencia con su Señera. Esta réplica es la que participará en los actos de la exposición y en todas las ceremonias municipales a partir de entonces.
En 1944 recibe la Corbata de Alfonso X el Sabio.
El Pendón de San Fernando es una de las banderas históricas de España, con la que Fernando III tomó la ciudad de Sevilla en 1248. Actualmente se conserva en la Catedral de dicha ciudad.
El pendón de San Isidoro o pendón de Baeza es un emblema vexilológico del tercer cuarto del siglo XIV que muestra a Isidoro de Sevilla como caballero guerrero, reflejando una leyenda consolidada a finales del siglo XIII sobre la toma de Baeza en una batalla que habría ayudado a ganar el santo letrado en 1147. Se halla bajo estrictas medidas de conservación y seguridad en el Museo de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, en León. Actualmente el pendón es considerado reliquia nacional[cita requerida], habiéndosele concedido honores de Capitán General y Alférez perpetuo en la persona del Jefe del Estado español, Felipe VI.
Los elementos figurados en el pendón, originalmente dispuestos en una bandera farpada, se reestructuraron en 1900 disponiéndose en un paño de tafetán carmesí adamascado:
- La imagen armada del santo sevillano a caballo.
- Una nube de la cual sale una mano que empuña una espada, más una estrella que la surmonta en alusión a Santiago el Mayor.
- Representaciones heráldicas de León y de Castilla.
Un prestimonio fue un beneficium (beneficio) por el que los nobles recompensaban los servicios de sus vasallos otorgándolos concesiones en forma de tierras con derecho al usufructo, no a su propiedad. El prestimonio podía ser temporal o tener un carácter vitalicio, y en algunos reinos hispánicos medievales, conllevaba la prestación de servicios militares (auxilium) o la percepción de un censo.1
Estas rentas beneficiosas en forma de "préstamo" de tierras continúan la tradición visigoda y no devengaban impuestos. Ya en el Fuero de Castrojeriz de 974, se dice que ningún caballero que no tuviese esa clase de préstamo no tenía obligación de combatir en el ejército de su señor. A partir del siglo XII, en los reinos de Castilla, Aragón y Navarra, la monetarización existente permitiría poder pagar a los vasallos de armas en metálico.2 En el Reino de León era más equivalente a feudo.
A partir de 1134, el prestimonio llegó a ser hereditario en el Reino de Aragón y en los territorios catalanes y aragoneses, por la influencia franca se desarrolló un proceso de infeudación, que llegaría a desembocar en un sistema parecido al régimen feudal.
La presura o aprisión (en latín aprisio) es una forma de apropiación territorial que se dio en los reinos cristianos peninsulares medievales. Es un término que describe uno de los mecanismos de repoblación, basado en el derecho romano. La mayor parte de los testimonios aparecen en los siglos IX y X, si bien se encuentran también en el siglo viii y en siglos posteriores. El término designa tanto la acción de apropiarse como el espacio resultante de la apropiación.
Eduardo Manzano Moreno describe la presura o aprisión como la fórmula jurídica por la que las personas que ponían en valor un terreno inculto se convertían en propietarios del mismo. Según este historiador la presura o aprisión «permitía justificar la posesión tanto de las pequeñas propiedades (alodios) como de las grandes parcelas en manos de la aristocracia laica o eclesíastica que empleaba a sus propios campesinos» y se dio «un poco por todas partes. Desde Bergadá, en los territorios del conde de Barcelona, hasta Galicia, pasando por la Tierra de Campos leonesa o por el primitivo solar castellano». Manzano Moreno advierte, por otro lado, que «se conoce muy mal cómo se realizaban en la práctica».1
La palabra presura y sus variantes (pressuaras, apresura, adpresuras, presiones, presuria, appresura, presone)2 derivan de prendo (tomar, apropiar). La presura aparece a menudo asociada al término scalio y sus derivados (scaliare, escaliare, escalicare, escalidare, excalidare, scalidare)3 que significan roturar, desbrozar un terreno.
El ejercicio del control territorial por medio de la presura dio lugar a los presidios como fortines de frontera destinados a mantener las guarniciones limítrofes en aquellos territorios en proceso de control de soberanía. Estas fortificaciones tuvieron una particular relevancia en el proceso de presura de la Alta California llevado a cabo principalmente a lo largo del siglo XVIII por medio de dragones de cuera, debido a la especial virulencia del pueblo apache.
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