sábado, 9 de julio de 2022

HISTORIA DE ESPAÑA

 ÉPOCA MEDIEVAL

El alcalde de los hijosdalgo de Castilla era un oficial de la Corona de Castilla que resolvía y juzgaba los pleitos de los integrantes de este Estamento privilegiado.

Antecedentes históricos[editar]

No se conoció al principio este Magistrado porque antes del Rey Fernando I de León, que fue antes rey de Castilla, los mismos Condes conocían de las causas de los Nobles quienes nunca consintieron en ser juzgados por otras personas ni Jueces que no fuesen del conocido Estado de hijosdalgo lo que dio motivo a que el Rey Alfonso XI mandase en la suplicación quinta de las Cortes celebradas en Madrid, que los Adelantados de Castilla no se acompañasen en las visitas que hacían de su provincia con Alcaldes de otro Estado que del Noble a diferencia de los de León, por no haber reclamado los hijosdalgo de este Reino y contentándose con ser juzgados por jueces de cualquier clase. Este expresado conocimiento en las causas de los hijosdalgo fue posterior a aquel otro fuero antiguo de España en cuya virtud solo el Rey, con asistencia de ciertos Jueces del mismo territorio que era el hijodalgo, sentenciaba las causas que de cada uno de ellos se ofrecían, lo que después, como está dicho, se sometió a los mencionados Alcaldes, reservándose solo el Rey el declararlos por traidores.

Historia[editar]

Alfonso VIII[editar]

Se continuó el privilegio o favor de los hijosdalgo en virtud del dicho fuero hasta los tiempos del Rey Alfonso VIII o el de las Navas, en que con motivo de haberles querido imponer un tributo de cinco maravedís de oro para la guerra o conquista de Cuenca y hecha la propuesta por el Rey en las Cortes de Burgos, lo resistió con esfuerzo Nuño de Lara de lo cual agradecidos los hijosdalgo, le nombraron por su Juez mayor, en cuya ilustre casa se conservó este empleo hasta Juan el Segundo y para mayor manifestación de su reconocimiento acordaron entre sí, se le diese anualmente un convite o yantar, continuándose después de su vida á sus succesores. Y llegó a tan supremo grado su autoridad, que hablaba y votaba en las Cortes el primero por los hijosdalgo de Castilla, como lo ejecutó Hernando de Antequera en las de Toledo y su hijo Don Juan en las que se celebraron en Valladolid para la Jura del Príncipe Enrique IV.

Felipe II[editar]

A pesar del referido honor que gozaba esta casa, se estableció un Alcalde de los hijosdalgo para que oyese en la Corte los pleitos que se les ofreciesen, con la asistencia de dos Escribano, los cuales eran nombrados entre los Notarios del Rey. Se aumentó después otro y Felipe II en el año 1562, mandando cesar a los Notarios de las Cancillerías de Valladolid y Granada en el conocimiento que tenían juntamente con los Alcaldes en los asuntos de hidalguías, creó de nuevo otro Alcalde para que por sí solos y sin intervención de dichos Notarios de las provincias, viesen y determinasen estas causas.

Carlos III[editar]

Últimamente, vino a formarse para la única expedición de ellas en cada uno de los referidos Tribunales una Sala compuesta de cuatro togados en cuyo medio anterior tiempo y en el de los Reyes Católicos como proveyesen de corregidores a los pueblos y ciudades, eligiéndoles personas nobles, omitían venir a la Corte y acudían ante ellos a quejarse en sus asuntos. Al presente por Real Cédula de Carlos III, expedida en el Pardo a trece de enero de 1771, se ordenó la erección de las Salas de Hijosdalgo de las dos Cancillerías de Valladolid y Granada en criminales y mandó que sus Ministros despachasen las causas de esta clase en los tres días de la semana que anteriormente no asistían al Tribunal. Y si fenecido el despacho de sus negocios nativos en los destinados para su expedición, sobrase algún tiempo, lo empleasen en la de aquellos, sin que por este nuevo establecimiento padeciera alteración, ni disminución alguna la constitución de esta Sala, conservándose su creación e instituto en la propia forma y estilo con que antes se gobernaba, por lo cual se apellidan Salas Segundas del Crimen e Hidalguías.






El Alférez del Reino de Navarra, del rey de Navarra o, simplemente, de Navarra era un cargo nobiliar a cuyo poseedor le correspondía, según informa la Gran enciclopedia de Navarra, «estar al frente de la milicia o guardia del monarca y le correspondía acaudillar la hueste regia cuando el soberano no podía hacerlo personalmente.»

En las versiones del Fuero General de Navarra más antiguas se establecía en las primeras disposiciones «la posesión de 100 caballerías para el alférez del reino, lo que supondría una valoración de su cuantía, dirigida al sostenimiento de un número idéntico de caballeros por cada una de ellas».1

Evolución del concepto[editar]

El título deriva de la voz árabe al faris (“el jinete”) y eran sinónimos medievales de uso frecuente los términos del latín armiger regissignifer regisvexillarius, es decir, “el portaestandarte”. Era el noble que tenía el privilegio de enarbolar enarbola la enseña real cuando el ejército del rey entraba en acción. Igualmente en las ceremonias palaciegas era quien empuñaba la espada del rey como símbolo de su potestad.

Bajo el término de armiger regir figura ya en la documentación del reino de Pamplona desde mediados del siglo X. La voz de alférez se utiliza en tiempos de García Sánchez III el de Nájera, desde 1040.

El Fuero General de Navarra previene que el monarca tenga alférez que ostente la enseña regia y disponga cien caballeros pagados por la corona, además compartir la mesa del rey en palacio y, «por Pascua Florida, su copa de oro o de plata, sus vestidos y su lecho; y monte un caballo valorado por lo menos en cien maravedís.»

A la muerte en 1432 de Carlos de Beaumont el título es sustituido por el de condestable, imitando a las cortes castellana y francesa.

ALFÉRECES DE NAVARRA (s. XII-1432)2
s. XIIGonzalo Ruiz de Azagra
1174Fortún Almoravid
1180Sancho Ramírez de Piérola
1198Martín Íñiguez
1207Almoravid
1208Juan de Vidaurre
1208-1214Gomecio García de Agoncillo
1217-1237Juan Pérez de Baztán
1253-1276Gonzalo Ibáñez de Baztán
1277Sancho Fernández de Monteagudo
1280-1284Juan Corbarán de Vidaurre
1293-1305Fortún Almoravid
1305-1306Pedro de Ayerbe
1308-1318Oger de Mauleón
1318-1321Martín de Aibar
1328Juan Corbarán de Lehet
1347-1368Martín Enríquez de Lacarra
1384-1432Carlos de Beaumont








El almirante de Castilla era el oficial del rey de Castilla al frente de la Armada. Fue una dignidad creada en 1247 y que perduró hasta el año 1705.

Orígenes y evolución del título[editar]

El título de almirante de Castilla fue creado por el rey Fernando III el Santo en 1247 para la toma de Sevilla, nombrando a Ramón de Bonifaz para ese cargo. Este título se encontraba revestido de gran autoridad, poder y preeminencias, que aparecen especificadas por Alfonso X el Sabio en la segunda Partida de las Leyes; en ella se decía que quien fuese elegido, había de llegar ante el rey ataviado con valiosas vestiduras de seda, recibir un anillo en la mano derecha, en señal de la honra que se le hacía, una espada representando el poder delegado, y un estandarte con la armas reales por acabdillamiento otorgado en representación del monarca.1

El almirante residía ordinariamente en Sevilla, por estar allí las Atarazanas Reales y ser lugar donde se armaban y organizaban las flotas y radicar allí también el tribunal especial marítimo. Entre las múltiples atribuciones y facultades del almirante, figuraban tener voz y voto de calidad en el Consejo de Castilla.

Desde 1405 hasta 1705, año en que este cargo desaparece, se constituyó en patrimonio de los Enríquez, descendientes del infante Fadrique Alfonso de Castilla, hijo natural del rey Alfonso XI el JusticieroAlfonso Enríquez, por concesión de Enrique III, fue el primero de esta familia que ostentó el Almirantazgo.

En el siglo XV, durante el reinado de los tres últimos Trastámara, la institución del Almirantazgo se transforma: «el Almirante pasa a ser un palaciego que intriga para acrecentar sus preeminencias».2​ Las funciones de servicio a la Corona perdieron importancia frente a la mera obtención de ingresos para la familia Enríquez. El almirante de Castilla dejó de participar personalmente en las guerras navales, a la vez que la marina de guerra castellana se transformaba, reemplazando las galeras reales por veleros privados contratados para cada campaña. El afán recaudatorio de los Enríquez les llevó a conflictos con los nobles andaluces, con la ciudad de Sevilla e incluso con la propia Corona.3

En 1726 después de un corto intervalo, sin haberse hecho nuevo nombramiento de tal dignidad, Felipe V acordó no proveerla, y en 1737 fundió los almirantazgos españoles en la suprema jerarquía de almirante general de la Armada, concedida al infante don Felipe.4

Almirantes de Castilla[editar]

La siguiente es una lista de las personalidades que ostentaron esta dignidad:546

AlmiranteNotas
Ramón de BonifazFue I almirante de Castilla desde 1247.
Ruy López de MendozaOstentó esta dignidad entre 1253 y 1262.
Fernando GutiérrezEntre 1262 y 1269.
Pedro Laso de la VegaFue IV almirante de Castilla desde 1269, y su almirante subalterno de la costa de Andalucía era Pedro Martínez de Fee.
Payo Gómez Cherino
Pedro Ruiz de Castañeda
Nuño Díaz de CastañedaHermano del anterior. Muerto en 1293.
Benito ZacharíasGenovés. Muerto en 1295.
Juan Mathé de LunaFue IX almirante de Castilla y murió en 1299.
Fernán Pérez Maymon
Alonso Fernández de MontemolínSevillano.
Alvar PérezFalleció en 1304.
Diego García de ToledoSeñor de Magan y de Mejorada.
Diego Gutiérrez de CevallosFue XIV almirante de Castilla desde 1303.
Bernal de SoriaEntre 1307 y 1311.
Gilberto de CastelnouItaliano.
Alonso Jofre Tenorioseñor de Moguer. Nació en 1292 y murió en combate en 1340.
Alonso Ortiz CalderónGran Prior de la orden de San Juan. Renunció en 1341.
Egidio BoccanegraEjecutado en 1367.
Ambrosio BocanegraHijo del anterior. Murió en 1373.
Fernando Sánchez de TovarMurió durante el sitio de Lisboa en 1382.
Juan Fernández de TovarHijo del anterior. Señor de Berlanga. Murió en la batalla de Aljubarrota de 1385.
Rui Díaz de MendozaSeñor de Mendivil. Muerto en 1390.
Álvaro Pérez de GuzmánNombrado el 29 de abril de 1391,7​ en el cargo hasta 1393.
Diego Hurtado de MendozaMuerto en 1405.
Alfonso EnríquezI señor de Medina de Rioseco, hijo del infante Fadrique de Castilla. Murió en 1429.
Fadrique EnríquezI conde de Melgar. Hijo del anterior.
Alonso EnríquezHijo del anterior. Murió en 1485.
Fadrique Enríquez de VelascoHijo del anterior. Murió sin sucesión en 1538.
Fernando Enríquez de VelascoHermano del anterior. Murió en 1542.
Luis Enríquez y Téllez-GirónHijo del anterior. Murió en 1572.
Luis Enríquez de CabreraHijo del anterior. Muerto en 1596.
Luis Enríquez de Cabrera y MendozaHijo del anterior. Muerto en 1600.
Juan Alfonso Enríquez de CabreraHijo del anterior. Murió en 1647.
Juan Gaspar Enríquez de CabreraHijo del anterior. Murió en 1691.
Juan Tomás Enríquez de CabreraHijo del anterior. Felipe V le despojó de sus cargos por haber tomado el partido austracista durante la guerra de sucesión.








El bando de los Ayala era uno de los bandos que se enfrentaron de forma cruenta en la Baja Edad Media en la villa y, desde 1431, ciudad de VitoriaÁlava, en las llamadas Guerras de bandos.

Dentro de estas luchas pertenecían a la facción gamboína y estaban enfrentados intramuros a los Calleja.

Origen[editar]

Iglesia de San Miguel Arcángel, en Vitoria, lugar de reunión de los miembros del bando.

A finales del siglo XIVparientes mayores y miembros de la nobleza rural de la Llanada y alrededores comienzan a llegar a Vitoria con el objetivo de tener presencia dentro del Concejo de la villa, así como, de enriquecerse con el control comercial. Esto da lugar a sucesivos conflictos y a la agrupación de estos linajes en dos bandos: los Calleja y los Ayala, lo que respondía a un nuevo capítulo de la lucha banderiza entre oñacinos y gamboínos respectivamente.

Como indica su nombre los Ayala estaban estrechamente vinculados a la familia de Ayala. El propio Fernán Pérez de Ayala, señor de Ayala, se retiró a Vitoria, donde murió como fraile dominico en 1385. Aunque integrados por ricos hombres, se encontraban relacionados con los cabildos artesanos y gentes llanas y así lo demuestra su apoyo en 1423 para la defensa de sus reivindicaciones. 1

Destacaron como miembros de este bando los propios AyalaSalcedoAbendañoIruñaLarrínzar entre otros.

Su lugar de reunión y juntas era la Iglesia de San Miguel Arcángel, iglesia juradera desde la fundación de Vitoria en 1181 por Sancho VI el Sabio de Navarra.

Ambos bandos hacían construir casas-torre en puntos estratégicos de la ciudad y portales fortificados para dominar las diferentes zonas y calles de la ciudad.2

Conflictos[editar]

Tales fueron los conflictos entre ambos bandos por hacerse con los cargos del Concejo, que en 1423Pedro Manrique, adelantado del reino y III señor de Treviño, decidió elegir el mismo número de representantes de cada bando y dos alcaldes: uno de los Ayala y otro de los Calleja.3​ Sin embargo, esta medida no terminó con la inseguridad en tiempos de elecciones. En enero de 1429 con la sucesión de cargos, el banderizo Juan de Avendaño Lopez de Gamboa, ballestero mayor del rey y III señor de Villarreal, entró con hombres armados a la villa, amenazando y entrando en casas del bando rival, como la de Fernán Ibáñez de Peñacerrada, para apoyar al candidato de los Ayala, gamboíno como él. Con el fin de completar la sucesión de ese año y evitar más altercados, el ayuntamiento saliente estimó que los hombres de Juan de Avendaño así como destacados representantes de cada bando, como el propio Angebín Sánchez de Maturana, líder de los Calleja, debían salir fuera de las murallas hasta completar la sucesión de cargos.4

En estos años, Vitoria experimentó un fuerte descenso tanto económico como demográfico. Así lo revelan las actas del Concejo en las que en sucesivas ocasiones se pide a Juan II de Castilla una bajada de los tributos para aliviar la despoblación.

Capitulado de 1476[editar]

Fernando II de Aragón, el Católico, aprobó el Capitulado de 1476 poniendo fin a la lucha de bandos en Vitoria.

Episodios violentos similares se repitieron a lo largo del siglo XV, hasta que Fernando el Católico se decidió a terminar con los bandos y después de tres visitas a la ciudad en 1476, dejó a juristas y doctores del consejo real para tal fin. Aconsejados por ellos, los vecinos acordaron y redactaron un capitulado, jurado en San Pedro y San Miguel, apartándose de linajes y apellidos:56

"no se nombre ni haya en esa dicha ciudad de Vitoria apellidos ni bandos de Calleja ni de Ayala, ni otros apellidos, ni quadrillas, ni voz de otras parentelas, ni cofradías algunas que a esto correspondan ni se junten, ni vos juntedes a ellas, salvo que todos juntamente nos llamemos los Vitorianos"

Además, pedían al rey levantar las obligaciones, juramentos y pleitos ligados a los diferentes bandos, así como que en el Concejo sólo hubiese un alcalde, dos regidores, un procurador, un merino y dos alcaldes de Hermandad. Todos ellos deberían ser elegidos anualmente el día de San Miguel en septiembre en la iglesia homónima. El procedimiento de elección y jura aparece descrito en el propio Capitulado. La custodia de las llaves de la ciudad debían ser custodiadas por los regidores, al contrario de lo que se llevaba haciendo que guardaba una el alcalde de cada bando.

La aprobación por Fernando El Católico se llevó a cabo el 22 de octubre del mismo año y fue ratificado por Isabel I de Castilla en 1479, poniendo fin de forma definitiva a la lucha de bandos en Vitoria y estableciendo las ordenanzas municipales en vigor hasta 1747, cuando Fernando VI estableció un nuevo ordenamiento municipal.

Estas reformas municipales se extendieron de igual manera a otras villas y ciudades alavesas (LaguardiaBernedoSalvatierra), vizcaínas (Bilbao), guipuzcoanas (San SebastiánMondragónVergaraFuenterrabía), cántabras (SantanderLaredoSan Vicente de la Barquera)...3

A principios del siglo XVI, la familia de Ayala entraría en desgracia al levantarse Pedro López de Ayala, conde de Salvatierra, con los comuneros contra Carlos I. Tras su derrota definitiva en la batalla de Miñano Mayor, gran parte de las propiedades de los Ayala en Vitoria fueron confiscadas y sus escudos retirados de las fachadas.

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