ÉPOCA MEDIEVAL
El reino de Navarra (en euskera, Nafarroako Erresuma) fue uno de los reinos medievales de Europa situado en ambas vertientes de los Pirineos occidentales, pero con la mayor parte de su territorio localizado al sur de la cordillera pirenaica, en el norte de la península ibérica. Fue el sucesor, desde 1162, del reino de Pamplona, fundado en torno a la capital navarra en 824, según afirman algunos historiadores. Tras unos primeros años de expansión y la posterior merma territorial a manos de Castilla y Aragón, el Reino de Navarra se estabilizó con dos territorios diferenciados: la Alta Navarra, al sur de los Pirineos y en la que se encontraba la capital y la mayor parte de la población y los recursos, y la Baja Navarra o Navarra Continental, al norte de la cordillera pirenaica. Entre 1234 y 1512 estuvo vinculado con el reino de Francia, y dentro de su órbita, durante varios siglos a través de varias dinastías (Champaña, Capetos, Évreux y Foix). En algunas ocasiones directamente unido al trono francés (como con los Capetos) entre 1284 y 1328.
El fin de la independencia del reino se produjo cuando Fernando el Católico, y posteriormente su nieto borgoñón Carlos I de España, llevaron a cabo la conquista militar entre los años 1512 y 1528 con distintas resistencias. Se realizaron varios intentos de recuperar la independencia en los años siguientes y finalmente Carlos I de España se replegó de la Baja Navarra por su difícil control. Por lo que esta porción siguió siendo independiente manteniendo las dinastías Foix y Albret, hasta que se asoció dinásticamente a la Corona francesa al subir su rey, Enrique III, al trono galo. Así, los monarcas franceses se intitularon «reyes de Francia y de Navarra». La unión del reino de Navarra a Francia, puramente dinástica, se hizo conservando siempre sus propias instituciones (así, cuando Luis XVI convocó los Estados Generales de Francia, Navarra no envió formalmente diputados a estos, sino al rey en persona, de manera independiente y con su propio cuaderno de agravios).5 Sin embargo, su estatus diferenciado dentro de la Corona terminó en 1789,6 al ser abolido como reino. Por otra parte, la Navarra peninsular o Alta Navarra se convirtió en uno más de los reinos y territorios de la Corona de Castilla y finalmente de la Monarquía Hispánica, estatus que conservó, gobernada por un virrey, hasta 1841, fecha en la que pasó a ser considerada «provincia foral» española mediante la posteriormente denominada Ley Paccionada, tras la Primera Guerra Carlista.
Reino de Navarra | ||||
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Reino desaparecido | ||||
1162-1841 | ||||
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![]() El reino de Pamplona bajo Sancho el Mayor (de 1029 a 1035) | ||||
Coordenadas | 42°49′01″N 1°38′34″O | |||
Capital | Pamplona | |||
Entidad | Reino desaparecido | |||
Idioma oficial | Latín, romance navarro (en el sur), euskera y gascón (en el norte)1 y, tras la conquista, castellano en la Alta Navarra y francés en la Baja Navarra. | |||
Superficie hist. | ||||
• Alta Edad Media | unos 20 000 km² | |||
• Baja Edad Media | casi 12 000 km² | |||
• Edad Moderna | 11 716 km² | |||
Religión | Catolicismo | |||
Período histórico | Edades Media y Moderna | |||
• 1162 | Sancho VI se intitula como Rex Navarre2 | |||
• 1200 | Conquista de territorios occidentales | |||
• 1234 | Teobaldo I de Navarra, conde de Champaña y Brie es nombrado rey. Se inician tres siglos en la órbita del Reino de Francia | |||
• 1270 | Guerra de la Navarrería - la dinastía Capeta impuso un régimen tutelado desde el reino de Francia sin el respeto a los usos y costumbres del reino que reclamaba la nobleza navarra. Tras la desolación de la Navarrería no se volverá a repoblar hasta el reinado del monarca Capeto Carlos I el Hermoso, en 1324, cuando se autorizó la reconstrucción de las viviendas y se concedió a sus habitantes el fuero de Jaca. | |||
• 1284 | Juana I de Navarra, última reina de la Casa de Champaña contrae matrimonio con rey Felipe IV de Francia. El trono navarro queda unido al francés. | |||
• 1328 | Juana II de Navarra, de la Dinastía de los Capetos casado con Felipe de Évreux, deslinda el trono navarro del francés. En Navarra no estaba vigente la Ley sálica haciendo valer sus derechos con el apoyo de caballeros y representantes de las villas navarras. | |||
• 1512 | Invasión del reino de Navarra por Fernando el Católico | |||
• 1620 | Edicto de Pau por Luis XIII | |||
• 17893 | Abolición del Reino de Navarra (Baja Navarra) | |||
• 16 de agosto de 1841 | Ley Paccionada4 | |||
Forma de gobierno | Monarquía hereditaria | |||
Rey • 810/820-851 • 1150-1194 • 1833-1841 | Íñigo Arista Sancho VI Isabel I |
Generalidades[editar]
El reino de Navarra surgió de un pequeño territorio que, tras un periodo de expansión, fue menguando paulatinamente en extensión y poder, socavado por las disputas entre las clases dirigentes y las conquistas realizadas por los reinos vecinos.
El espacio navarro se estructuró de manera dual tras la invasión musulmana de la península en el siglo VIII. El norte permaneció poco tiempo bajo dominio musulmán y pronto se organizó en un núcleo cristiano de fugaz sometimiento al Imperio carolingio y con centro en la ciudad de Pamplona, población fundada en época romana como Pompaelo por Pompeyo sobre un asentamiento vascón preexistente, que algunos autores consideran se denominaba ya «Iruña». Su primer caudillo conocido fue Íñigo Íñiguez —o Íñigo Arista («Enneco Cognomento Aresta»)—, cabeza conocida de la considerada primera dinastía navarra.7
En el sur, un noble hispano godo oriundo de la zona (Casius) pactó con los invasores musulmanes y se convirtió al islam, consiguiendo así continuar señoreando esa zona del valle del Ebro y prolongando este poder entre los de su estirpe (los Banu Qasi), que durante generaciones afirmarán su poder en el sur del actual territorio navarro, aliándose con los Arista en diversas ocasiones en contra del poder central del emirato cordobés, o del afán expansionista del Imperio carolingio.
Navarra fue uno de los núcleos montañeses de resistencia cristiana impulsados por los francos carolingios que se formaron en los Pirineos, frente a la dominación islámica de la península ibérica, al igual que en Aragón y Cataluña. Inicialmente fue conocido por los cronistas francos como Reino de los Pamploneses o Reino de Pamplona y poco más tarde, como Reino de Pamplona-Nájera en referencia a la importancia en su organización de la ciudad riojana.
En su etapa de mayor expansión territorial, durante la Edad Media, el reino abarcó territorios atlánticos y se expandió más allá del río Ebro, hacia territorios situados en las comunidades autónomas contemporáneas de Aragón, Cantabria, Castilla y León, La Rioja, País Vasco y las regiones administrativas francesas de Aquitania y Mediodía-Pirineos, en las antiguas provincias de Gascuña y Occitania. Las capitales vascas de Vitoria y San Sebastián fueron fundadas por el rey navarro Sancho VI el Sabio.
En su etapa final, el reino resultó dividido en:
- La Navarra peninsular o Alta Navarra, que fue invadida junto a la Navarra continental en 1512 por Fernando el Católico con el apoyo de Luis Beaumont, hijo del líder beaumontés exiliado tras perder la guerra civil de Navarra años antes, y fue anexionada a la Corona de Castilla. Se integró en el Reino de España o Monarquía Hispánica, conservando instituciones propias como reino. En 1530 el rey Carlos I de España decidió abandonar la Baja Navarra por su difícil control. La Alta Navarra sigue como reino integrante de España hasta que en 1841 es abolido su estatus y pasa a ser una región o provincia.
- La Navarra continental o Baja Navarra, que se unió dinásticamente con Francia a finales del siglo XVI, y en 1620 se integró en la Monarquía francesa. Conservó instituciones y privilegios propios hasta 1789, en época de la Revolución, ostentando los Borbones franceses el título de reyes de Francia y de Navarra. No obstante, durante la Restauración francesa, Luis XVIII y Carlos X recuperaron el título de reyes de Francia y de Navarra durante sus reinados, durante el primer tercio del siglo XIX.
El título del príncipe heredero es Príncipe de Viana, que hoy en día ostenta Leonor de Borbón y Ortiz, hija y heredera del rey Felipe VI de España.
Evolución histórica[editar]
Reinado de visigodos y francos[editar]
Para el periodo de la historia de los vascones contemporánea a la formación y consolidación del reino visigodo en Hispania hay escasas fuentes directas disponibles sobre los acontecimientos y la organización interna de los vascones, y con frecuencia resultan contradictorias.
Algunos historiadores suponen8 que los vascones nunca fueron sometidos por los visigodos en su pretensión de lograr la unidad territorial de todas las antiguas provincias hispanorromanas. Otros autores, principalmente en el siglo XIX, supusieron que los visigodos sí llegaron a dominar la tierra de los vascones. La escasez de datos ha llevado a crear la leyenda sobre el Domuit vascones (dominó a los vascones), una supuesta frase que se incluiría en las crónicas de todos los reyes godos, pero que parece ser una invención del novelista Francisco Navarro Villoslada.9
Las reflexiones de otros especialistas10 recuerdan la actitud amistosa de los vascones en el periodo romano y la ausencia de conflictos relevantes durante el Bajo Imperio, resaltando la dificultad de explicar aquellos enfrentamientos sin apoyarse en el contexto de la afirmación del poder autónomo en Aquitania y las rivalidades entre francos y visigodos.
La dominación visigoda de Pamplona es un tema políticamente polémico. Pese a haber sido sede episcopal de la iglesia visigoda,11 y a haber necrópolis visigodas en Pamplona, existe alguna polémica sobre si existió o no dominación visigoda sobre la ciudad o, simplemente, convivencia. Los testimonios arqueológicos y documentales han recibido diversas interpretaciones en algunos casos derivadas de la polémica política.1213
Aquitania[editar]
En el año 632 el rey merovingio Dagoberto I encabezó una expedición a Zaragoza en apoyo de Sisenando que se había sublevado frente a la autoridad de Suintila. Pocos años después, Dagoberto reunió un ejército de burgundios con los que intentó ocupar sin éxito toda la "patria de Vasconia" en el 635. Sin embargo, en el 636 Dagoberto obtuvo tras una nueva campaña militar, el juramento de lealtad de los vascones al servicio de Aighina, duque sajón de Burdeos. Tras la muerte de Dagoberto, el poder merovingio se fue debilitando para dar paso a un periodo de consolidación de un poder autónomo conocido como ducado de Aquitania dentro del reino franco pero del que se desconocen fuentes de referencia hasta que es citada la concesión a Félix, patricio de Toulouse, del control de todas las ciudades hasta los Pirineos y de los vascones hacia el 672. Para algunos autores, la política de enfrentamiento con el poder franco por parte de Félix, habría sido continuada por su sucesor Lupo, proceso que culminaría en tiempos de Eudes que lograría el reconocimiento de regnum para la parte meridional de la antigua Galia.
Durante los siglos VI y VII, hay teorías que dicen que los vascones del norte cruzaron los Pirineos, ocupando Aquitania, en la actual Francia, donde su lengua influyó en el idioma romance que daría lugar al gascón, a la que dieron el nombre de Gascuña.
Invasión musulmana: Roncesvalles y la formación del Reino de Pamplona[editar]
Durante el invierno del 713 los ejércitos musulmanes alcanzaron el valle medio del Ebro que se encontraba gobernado por el conde hispanovisigodo Casio quien eligió someterse al califa Omeya y convertirse al islam dando origen a la estirpe de los Banu Qasi a cambio de mantener su poder en la región. Pamplona sin embargo fue finalmente ocupada tras oponer resistencia en el 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado. La derrota musulmana en la batalla de Poitiers en 732 frente a los francos de Carlos Martel debilitó la posición musulmana pero el valí Uqba recondujo la situación instalando una guarnición militar en la ciudad entre el 734 y el 741.14
La Marca Hispánica de Carlomagno[editar]
La Marca Hispánica fue la frontera político-militar del Imperio carolingio al sur de los Pirineos. Tras la conquista musulmana de la península ibérica, este territorio fue dominado mediante guarniciones militares establecidas en lugares como Pamplona, Aragón, Ribagorza, Pallars, Urgel, Cerdaña o Rosellón. A fines del siglo VIII, los carolingios intervinieron en el noreste peninsular con el apoyo de la población autóctona de las montañas. La dominación franca se hizo efectiva entonces más al sur tras la conquista de Gerona (785) y Barcelona (801). En la Marca Hispánica, integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios, a principios del siglo IX, los condes francos son sustituidos por nobles autóctonos.
El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la Marca Hispánica, en contraposición a la Marca Superior andalusí, e iba de Pamplona hasta Barcelona. De todos ellos, los que alcanzaron mayor protagonismo fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.
Roncesvalles[editar]
Carlomagno, aprovechando la rebelión del gobernador de Zaragoza para intervenir en la Península, atravesó con un ejército franco el territorio vascón y destruyó las defensas de Pamplona en su avance hacia Zaragoza, donde a su llegada el cambio de las alianzas de los sublevados le obligó a retirarse. El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión en el Vilayato de la Marca Superior de al-Ándalus de Sulaymán al-Arabi, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de entregar al emperador franco la plaza de Saraqusta.
Carlomagno llegó en el año 778 a las puertas de la ciudad, sin embargo Husayn, el valí de Zaragoza, se negó a franquear la entrada al ejército carolingio. Debido a la complejidad que supondría un largo asedio a una plaza tan fortificada, con un ejército tan alejado de su centro logístico, desistió e inició el camino de vuelta a su reino. Tras reducir a ruinas Pamplona, la capital de los vascones aliados de los Banu Qasi, el 15 de agosto de 778, Carlomagno con el más poderoso ejército del siglo VIII se dirigía al norte por el paso de Roncesvalles, entre el collado de Ibañeta y la hondonada de Valcarlos. En ese punto fueron objeto de una contundente emboscada por partidas de nativos vascones, probablemente instigados por los fieles a los hijos de Sulaymán, Aysun y Matruh ben Sulayman al-Arabí, que provocaron un descalabro general a la retaguardia de su ejército, mandada por su sobrino Roldán, a base de lanzarles rocas y dardos. La Chanson de Roland, inmortalizó el evento. La independencia de los condados occidentales respecto del rey Carlomagno se decidió en el fracaso de la toma de Saraqusta.
El Reino de Pamplona[editar]
Al menos hasta el año 1130, los reyes se denominaban Pampilonensium rex.15 Incluso Sancho VI de Navarra llega a utilizar esa denominación el año 1150, cuando normalmente empleaba la de rex Nauarre.16
El Reino de Pamplona es la denominación empleada por algunos historiadores, de acuerdo a los Anales de los Reyes Francos17 para referirse a lo que fue durante la Alta Edad Media la entidad política surgida en torno a la civitas de Pompaelo, la que había sido la principal ciudad en territorio de los vascones durante la época de la Antigua Roma en la región de los Pirineos occidentales, y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista quien fundó la dinastía real y la entidad en el 824,18 con el apoyo de sus aliados de la familia de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona. No existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.
La dinastía de los Íñiguez terminó con Fortún Garcés quien según la tradición, que lo conoce como Fortún el Monje, abdicó y se retiró al monasterio de Leire, siendo sustituida por la de los Jiménez en el 905 que comenzó con Sancho Garcés I (905-925) cuyo reino es conocido como Reino de Pamplona o Navarra.19
Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, numerosos intentos por hacer de ella su capital, fueron hechos por pequeños grupos montañeses de cristianos y más tarde por los territorios cercanos. Además de contar con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fértil del río Arga; Era un lugar de reunión e intercambio entre las rutas del mundo islámico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos vascos y los puertos costeros del mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos del Imperio carolingio en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, y más allá, a través de los puertos mediterráneos. Su neutralidad y buenas relaciones con los belicosos vecinos, la fama de prosperidad y riqueza: comercio e intercambio de artesanías en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfil, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias... llegó hasta los vikingos.
La constante amenaza que sobre las tierras vasconas se ejercía desde ambas vertientes de los Pirineos favoreció el surgimiento de dos facciones líderes entre la aristocracia vascona, los Íñigo apoyados en los musulmanes por parentesco con los Banu Qasi, y los Velasco apoyados por los francos carolingios. Cuando en el 799 es asesinado por partidarios carolingios el gobernador de Pamplona Mutarrif Ibn Musa, los Íñigo recurrieron a la familia Banu Qasi para retomar el control de la ciudad. Sin embargo, en el 812 el emir Al-Hakam I y Ludovico Pío acordaron una tregua por la que los carolingios tomaban el control de Pamplona, delegando el gobierno en Velasco al Gasalqí. Al término de la tregua, Al-Hakam retomó las hostilidades con los francos y logró recuperar Pamplona en el 816 a cuyo control los francos renunciaron en adelante. Íñigo Arista, sería designado primer rey de Pamplona hasta el 851.
La primera dinastía navarra (los Arista) será reemplazada tras tres reinados y en un episodio todavía misterioso por la dinastía Jimena, que ampliaría el solar del reino con la incorporación de las tierras riojanas y la Zona Media navarra, bajo la cual Navarra alcanzará la mayor extensión territorial a costa del Islam y de los señoríos cristianos vecinos.
La costa mediterránea, cuajada desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, al grito de "Moros en la Costa" ve en el 858 a los normandos que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela. Suben luego por su afluente, el río Aragón hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. En el 859 los vikingos llegan a Pamplona y secuestran al nuevo rey García I Iñíguez. Solo tras pagar un costoso rescate el rey vuelve a Pamplona, pero a partir de entonces la vieja alianza entre los Arista y los Banu Qasi se ha roto y García I será aliado del reino de Asturias.
Debido a los problemas internos de cordobeses y al cambio de actitud de los navarros, el único enemigo de Ordoño I va a ser el caudillo de los Banu Qasí, Musa ibn Musa, quien se titulaba tercer rey de España. En continua rebelión contra Córdoba, trata de asegurar el valle del Ebro a su paso por la Rioja. Musa, en el 855 va a realizar una dura razzia contra Álava y al-Qilá (Castilla) y tras ella se preocupa de restaurar y fortalecer la guarnición militar de Albelda. Viendo la amenaza que esta fortaleza supone sobre los dominios orientales del reino asturiano, Ordoño I y los navarros lanzan una ofensiva contra Albelda. Tras una dura lucha, Ordoño toma la fortaleza y la arrasa. Esta batalla dará lugar en el siglo XII a la legendaria batalla de Clavijo que por muchos es considerada sólo una leyenda forjada por el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.
Musa II seguirá peleando contra navarros y cordobeses hasta su muerte en el 862. Mientras tanto su hijo Lupp o Lope ben Musà, gobernador de Toledo, se declarará vasallo de Ordoño I. La navarra de origen vascón, Subh, Subh umm Walad, madre del tercer Califa de Córdoba, Hixem II, y una de las mujeres más influyentes de la época islámica, nació probablemente en la década de 940 y murió hacia 999.
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El navarroaragonés, una lengua romance, anterior al castellano, hablada en el valle del Ebro durante la Edad Media, con reductos actuales en el Pirineo aragonés, conocidos como aragonés y préstamos en el castellano de La Rioja, Ribera de Navarra y Aragón, con diferentes gradaciones. Tiene su origen en el dialecto latino, durante el Reino de Pamplona, sobre un acusado sustrato vascón. La lengua recibe, en su período medieval, la denominación entre los lingüistas de "navarroaragonés", por la inicial dependencia aragonesa del Reino de Navarra.
La llamada "Reconquista", o expansión del Reino de Navarra sobre tierras musulmanas y cristianas, con la consiguiente repoblación con cristianos del Reino de Navarra, llevaría consigo el idioma por todo el territorio conquistado. La anexión por el Reino de Navarra de los condados aragoneses supuso una importante influencia de la lengua navarroaragonesa sobre los territorios posteriores de la Corona de Aragón y en el castellano.
La primera constancia escrita de la lengua está en las Glosas Emilianenses, en el Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja).
La expansión de Sancho III el Mayor[editar]
El apogeo se producirá con Sancho III el Mayor. Ascendió al trono entre el año 1000 y el 1004, heredando el reino de Navarra y el condado de Aragón, bajo la tutoría de un consejo de regencia integrado por los obispos y su madre, e incorporando extensos territorios a sus dominios, como el condado de Castilla además del solar tradicional del reino (Pamplona y Nájera). La unión dinástica con Aragón se dio en dos periodos: del año 1000 al 1035 y del año 1076 al 1134.
Bajo su mandato el reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanza su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza20 en la reorganización del reino, se cree que creó el vizcondado de Labort, entre 1021 y 1023, con residencia del vizconde en Bayona y el de Baztán hacia 1025. A la muerte del duque Sancho Guillermo de Vasconia, duque de Vasconia, el día 4 de octubre de 1032, trató de extender su autoridad sobre la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre los Pirineos y el Garona, aunque no lo consiguió, al heredar el ducado Eudes.
Por el Norte, la frontera del reino pamplonés está clara, los Pirineos (caso de haberse extendido la autoridad de los reyes navarros hasta el Baztán, lo que es lo más probable, pero que no se puede acreditar hasta el 1066), y no se modificó. No es cierto, pese a todas las veces que se ha dicho, que Sancho III lograra el dominio de Gascuña (la única Vasconia de entonces, es decir, el territorio entre los Pirineos y el Garona, en el que la población que podemos considerar vasca por su lengua sólo era una minoría). El rey navarro únicamente pretendió suceder en 1032 al duque de Gascuña Sancho Guillermo, muerto sin descendencia, lo que bastó para que en algunos documentos se le cite reinando en Gascuña. Pero la verdad es que la herencia recayó en Eudes20
Tenía su residencia en Nájera, extendiendo sus relaciones más allá de los Pirineos, con el ducado de Gascuña, y aceptando las nuevas corrientes políticas, religiosas e intelectuales.
Su reinado coincidió con la crisis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y terminado con el principio de los Reinos de Taifas. Pretendió la unificación de los estados cristianos, bien por vínculos de vasallaje o bajo su propio mando.
En 1016 fijó las fronteras entre Navarra y el Condado de Castilla, e inició un período de relaciones cordiales entre ambos Estados, facilitadas por su matrimonio con Munia, también conocida como Muniadona, hija del conde castellano Sancho García. De este matrimonio nacieron Fernando (Fernando I de Castilla), Gonzalo (Conde de Sobrarbe y Ribagorza) y las hijas Mayor y Jimena, reina de León al casarse con Bermudo III.
Aprovechó las dificultades internas de Sobrarbe-Ribagorza para hacer valer sus intereses como descendiente de Dadildis del Pallars y apoderarse del condado (1016-1019).
Fue encargado de la tutela del conde García de Castilla. Alfonso V de León aprovechó esta situación para apoderarse de las tierras altas situadas entre el río Cea y el Pisuerga. Sancho III se opuso a la expansión leonesa y pactó el matrimonio entre García de Castilla y Sancha de León. A la muerte de Sancho III el Mayor, le hereda su primogénito con obligación del resto de hermanos de rendirle vasallaje, pero estos no respetan la voluntad testamentaria del monarca y finalmente se divide el reino entre sus hijos, naciendo así los reinos de Aragón, Castilla y Navarra.
Durante el reinado de García Sánchez III (1035 - Atapuerca, 15 de septiembre de 1054) apodado "el de Nájera", y su hijo Sancho Garcés, Navarra se separa de los reinos vecinos.
Pamplona y Aragón[editar]
En 1076, tras el asesinato de Sancho IV, el de Peñalén (arrojado por un precipicio así llamado ubicado en Funes) Pamplona y Aragón volverán nuevamente a estar juntos casi 60 años durante el reinado de tres monarcas: Sancho Ramírez (1076-1094), su hijo Pedro I (1094-1104) y, finalmente, el hermano de éste, Alfonso I el Batallador (1104-1134), siendo en este período cuando se consuma la toma de Tudela y su distrito. Tras la muerte sin descendencia de Alfonso I (1134) ni aragoneses ni navarros respetaron el testamento de su rey emperador Alfonso, que dejaba los reinos a la orden del Temple y a otras órdenes militares, escogiendo cada reino un rey diferente, separándose las coronas de Pamplona y Aragón después de 50 años. En lo que será Navarra le sucede García Ramírez de Pamplona, el Restaurador (1134-1150).
La progresiva decadencia territorial del reino[editar]
Al separarse de Aragón, Navarra se convierte en un reino sin posibilidad de expansión, al no tener frontera con los territorios musulmanes y encontrarse encajonado entre los ahora mucho más poderosos Castilla y Aragón, territorialmente el reino de Navarra fue paulatinamente reduciéndose, aunque culturalmente continúa su expansión.
Así, el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra de 16 de marzo de 1177, realizado entre los Reyes Alfonso VIII, por parte de la corona de Castilla, y Sancho VI el Sabio, por parte del Reino de Navarra, relativo a la pertenencia territorial y límites fronterizos, fue emitido tras aceptar ambos un Pacto-Convenio el 25 de agosto de 1176 en el que aceptaban el arbitrio del rey inglés y que se respetaría una tregua de siete años. Dicho laudo dispuso la entrega a Castilla de ciertos territorios, principalmente de La Rioja, recibiendo Navarra en contraprestación entre otros los territorios de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (Vizcaya), además de una compensación económica.23 Ninguna de las partes cumplió el dictamen, aunque posteriormente ambas partes acordaron acatar únicamente lo relativo a la situación de los territorios de la actual comunidad de La Rioja, que dejó ya de pertenecer al Reino de Navarra desde esa fecha. Existen varias interpretaciones de dicho laudo.
El expansionismo castellano y aragonés hizo menguar el territorio navarro. La determinación de repartírselo, consta en varios tratados realizados por dichos reinos en el siglo XII. Los reyes de estos dos reinos firmaron el "Tratado de Cazola" de marzo de 1179 o el de 1198, para repartirse el reino de Navarra, teniendo como nueva frontera entre ambos reinos el río Arga, que cruza Navarra de norte a sur.24
La pérdida de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1200)[editar]
Así hacia 1200 y a pesar de un labor repobladora navarra de la zona (que dio como fruto, entre otros, la fundación de Vitoria y San Sebastián, dos de las tres capitales de la actual comunidad autónoma del País Vasco), Castilla, apoyada en la baja nobleza, consiguió el apoyo de facciones locales en el Duranguesado, y en Álava, después de haber sitiado Vitoria durante nueve meses.
En cuanto a Guipúzcoa, se ha solido creer que debido a la superioridad militar demostrada por el ejército castellano mandado por el Señor de Vizcaya en Vitoria y ante la entrada de las tropas castellanas en su territorio,24 Guipúzcoa se incorporó a Castilla mediante negociación. Sin embargo, a raíz de la relectura de fuentes históricas conocidas, hay que reconsiderar esta creencia, puesto que se ha descubierto que al igual que Vitoria, San Sebastián fue también conquistada militarmente.2526
Los parientes mayores de Guipúzcoa, que ya estaban divididos en dos bandos irreconciliables,27 mantuvieron sus posiciones: los oñacinos, apoyaban la agregación a Castilla, y los gamboínos, defendían la continuación de la unión con Navarra.28
A su vez estos bandos tenían el apoyo de las facciones navarras y así los beamonteses apoyaban a los oñacinos y los agramonteses a los gamboínos.29
La reorganización interna[editar]
El trabajo de los monarcas del siglo XIII, tras la conquista parcial de Navarra, se basará en la reconstrucción y reorganización interior del reino y en hacer frente a las continuas apetencias de reparto entre sus vecinos. Pese a todo, y persuadido personalmente por el arzobispo de Toledo, el puentesino Rodrigo Jiménez de Rada, participará en empresas como la batalla de las Navas de Tolosa (1212), en la que destacó el monarca navarro Sancho VII el Fuerte.
La muerte sin descendencia de Sancho VII el Fuerte, a pesar de haber dejado un pacto de prohijamiento con Jaime de Aragón, supone la entronización en Navarra durante casi dos siglos de dinastías francesas (la de Champaña, la Capeta y la de Évreux), que también dispondrán de territorios en Francia y descuidarán en diverso grado el gobierno del pequeño reino.
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La ciudad de Pamplona estaba dividida en burgos independientes y enfrentados (Navarrería y San Miguel frente a los burgos de San Cernín y San Nicolás), aliados con otros Estados siendo, por ejemplo, arrasado el barrio de la Navarrería por tropas francesas en 1276 y extendiéndose la confrontación por toda Navarra, venciendo estos a los aliados castellanos e implantando el acercamiento de Navarra a Francia.
La guerra civil (1451)[editar]
Tras la instauración de la Casa de Trastámara en Aragón a mediados del siglo XV, la crisis sociopolítica del reino fue paulatinamente polarizando a las fuerzas vivas de Navarra en torno a dos bandos: los beamonteses y los agramonteses.
Es este un conflicto complejo con posiciones y actitudes cambiantes que aparentemente es un conflicto entre facciones nobiliarias, pero que parece también evidenciar algún tipo de enfrentamiento socioeconómico montaña-ribera, según unos autores. De todas formas ambas facciones tenían una distribución por toda Navarra.30 Este enfrentamiento llevaría a una guerra civil en 1441, cuando Juan II de Aragón (rey consorte de Navarra) se quedó para sí el trono, en vez cederlo a su hijo Carlos, príncipe de Viana, al que le correspondía. Carlos había sido designado heredero del reino por el testamento de su madre la reina Blanca, aún prescribiendo dicho documento que no tomara posesión del reino sin el beneplácito de su padre Juan II. En 1452 el príncipe fue apresado en la batalla de Aibar.
La guerra civil persistió tras la muerte de Carlos, príncipe de Viana en 1461 y a la de Juan II en 1479. Los beamonteses tenían el apoyo de los castellanos, mientras que los agramonteses tuvieron primero como aliados a los aragoneses (por ser Juan II rey de Aragón) y luego a los franceses.
Demográficamente el Reino de Navarra había alcanzado mínimos entre los años 1450 y 1465, coincidiendo con los episodios más agudos del conflicto civil (que no fue sangriento de forma directa); a la pérdida de población debida a los sabotajes se suma la epidemia de peste entre los años 1504 y 1507, recuperando mayores cotas poblacionales a partir de 1530 (una vez realizada y asentada la conquista de Navarra por parte de Castilla y Aragón).31
La articulación dinástica con Castilla y Aragón (1512)[editar]
A finales del siglo XV, el rey de Aragón, Fernando el Católico, manifestaba claramente su apoyo a la facción beaumontesa en detrimento de los agramonteses. A principios del siglo XVI, los primeros se encontraban en desventaja, mientras su candidato había huido al exilio castellano, donde falleció. Desde allí, su descendiente se rehizo gracias al apoyo del rey aragonés. Esto hizo que, en 1512, el candidato agramontés se viera obligado a firmar el Tratado de Blois, por el cual reclamaba el apoyo de la potencia extranjera más cercana, reino de Francia, con claros intereses, ella misma, en el gobierno del antiguo reino navarro, tal y como ya había manifestado en el pasado. Esto fue considerado por España como una agresión en potencia, ya que Francisco I de Francia permanecía ancestralmente enfrentado a los reinos hispánicos y, además, había sido declarado como monarca cismático en el V Concilio de Letrán por el papa Julio II.
Fernando el Católico, hermanastro del fallecido Carlos, Príncipe de Viana (hijo de Juan II y de su primer matrimonio con la reina Blanca I), mostró su apoyo desde el 10 de julio con la toma de Goizueta, ocurrida ocho días antes de la firma del Tratado de Blois, antes de hacer valer sus derechos al trono de Navarra. El día 22 de julio, el grueso del ejército de más de 16000 hombres, bien pertrechados y experimentados, entró en reino desde Álava, siempre leal a Castilla, tradicional aliado de Aragón incluso antes del matrimonio entre sus respectivos monarcas. Al mando se encontraba Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba. El líder navarro beaumontés conde de Lerín (Condestable de Navarra) y sus hombres se vieron así reforzados y se aplicaron de nuevo a la batalla para recuperar el trono navarro.
El poderoso ejército se asentó a las afueras de Pamplona (concretamente en el palacio de Arazuri, dominado por el bando beamuontés), entonces una ciudad de entre 6000 y 10000 almas y mal fortificada, que firmó la rendición 25 de julio. El archivo de Simancas contiene documentos relativos a esta época.33
En otros lugares de Navarra, la resistencia fue algo mayor a pesar de la menor nivel estratégico y del desgaste experimentado por el bando agramontés, unido al, finalmente, escaso apoyo material francés: Lumbier hasta el 10 de agosto, Estella hasta agosto, Viana hasta el 15 de agosto, Roncal hasta el 9 de septiembre, al igual que Tudela, el mayor bastión agramontés, que requirió el apoyo excepcional a los asaltantes de las fuerzas de Aragón.34 Los candidatos agramonteses al trono, Juan y Catalina, se refugiaron en sus dominios del Bearn desde donde organizaron la resistencia.
La conquista de la Alta Navarra no finalizó aquí, ya que Catalina de Foix y Juan III de Albret, y posteriormente Enrique II, apoyados por los monarcas franceses, hicieron hasta tres intentos militares de recobrar el reino, que tampoco obtuvieron éxito.
El primero lo realizaron el mismo año, en noviembre, cuando una cohorte de agramonteses, franceses y mercenarios se adentraron en el reino con 15 000 hombres al mando de Juan de Albret y del general La Palice. Varias ciudades del interior se alzaron, como Estella, Cábrega, Villamayor de Monjardín y Tafalla, llegando a sitiar Pamplona del 3 al 30 de noviembre. Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un asalto precipitado el 27 de noviembre de Pamplona, que fracasó. Debido a la proximidad del invierno, las tropas franco-navarras iniciaron la retirada hacia el Baztán. En el puerto de Velate, la retaguardia fue sorprendida por fuerzas castellanas, en las que predominaban guipuzcoanos oñacinos, leales, como los Alaveses, al reino de Castilla, al mando de López de Ayala, en la que ha sido denominada batalla de Velate con la derrota y pérdida de doce piezas de artillería. Se discute si también se produjo la pérdida de más de mil hombres de los franco-navarros.35
La segunda tuvo lugar en 1516, aprovechando subrepticiamente la muerte de Fernando el Católico y la complicada sucesión castellana. El contingente, al mando del mariscal Pedro de Navarra, mal pertrechado y equipado y tan ignorante acerca de los principios básicos de la estrategia y la logística militar como en ocasiones anteriores, fue derrotado en el Roncal por el coronel Cristóbal de Villalba.36 El mariscal fue hecho prisionero (moriría en el castillo de Simancas en 1522). Teniendo en cuenta estos levantamientos rebeldes y para evitar posteriores problemas, el cardenal Cisneros, ya regente de Castilla, ordenó la demolición de todas las fortalezas, exceptuando las estratégicas y las pertenecientes a los aliados beamonteses, que se vieron así consolidados en su reino navarro.
Habiendo demostrado su falta de aptitudes militares, los agramonteses siguieron intentando conseguir sus objetivos mediante la negociación. Así tuvieron lugar dos encuentros entre las partes, en Noyón (1516) y Montpellier (1519), que no arrojaron ningún éxito, por lo que este partido rebelde, siempre apoyado por Francia, enemiga ancestral de los reinos hispanos en los siglos de la modernidad, realizaró un último intento bélico.
En 1521, aprovechando, una vez más de forma subrepticia y escasamente leal, la Guerra de las Comunidades que asolaba Castilla, con el apoyo incondicional de Francisco I de Francia, deseoso de debilitar a toda costa a Carlos I, heredero de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y, por lo tanto, rey de España, tuvo lugar un alzamiento generalizado en ciertos lugares de Navarra, al tiempo que un ejército gascón que vino por el norte consiguió asentarse en una amplia zona de Navarra. Sin embargo, una vez más, la ineptitud de los agramonteses quedaba en evidencia: el ataque se había demorado demasiado, no produciéndose hasta mayo, cuando en abril los comuneros habían sido vencidos por las tropas reales. Además, en lugar de consolidar la victoria, el ejército agramontés-gascón pretendió entrar en Logroño sitiándolo, lo que hizo que las tropas castellanas, mucho mejor organizadas y capitaneadas que las rebeldes, se reorganizaran en tres cuerpos de ejército. El diez de junio, los rebeldes comenzaron a retirarse por la presión de las tropas castellanas en un número que triplicaba a las rebeldes. Hubo algún enfrentamiento en Puente la Reina, y tras cometer varios errores estratégicos, finalmente se enfrentaron en una cruenta batalla de Noáin (30 de junio de 1521), a las afueras de Pamplona, donde no menos de 5000 combatientes perdieron la vida. Tras esta nueva derrota, los restos del contingente franco-agramontés se dispersaron, aunque hacia octubre algunos combatientes todavía pretendieron hacerse fuertes en el castillo de Maya (valle de Baztán), donde resistieron hasta el 19 de julio de 1522 y en la fortaleza de Fuenterrabía, que resistió hasta marzo de 1524.34 En diciembre de 1523, Carlos I, al fin y al cabo ignorante de los quebraderos de cabeza anteriores a su llegada a España que la revuelta agramontesa había supuesto para su abuelo Fernando, hizo un intento de mostrar magnanimidad, decretando un perdón para los sublevados, excluyendo a unos setenta miembros de la nobleza navarra. Para conseguir la caída de Fuenterrabía, el emperador todavía decretó un nuevo perdón, incluyendo ahora a los excluidos del anterior a condición de que se le prestase juramento de fidelidad. Este juramento tuvo lugar y así terminaron los intentos por segregar las merindades navarras correspondientes a la comunidad autónoma actual que algunos denominan, sin un fundamento histórico concreto, Alta Navarra. La inestabilidad de la presencia beaumontesa y aragonesa o hispana en la Baja Navarra hizo que Carlos I renunciara a ella, retirándose definitivamente en 1530. En este último territorio, prácticamente equivalente al actual departamento francés de Pirineos Atlánticos, gobernó la dinastía Agramont (Gramont, en francés), la histórica familia aliada de los reyes de Navarra que daba nombre a la facción francófila. Así se mantuvo hasta el año 1610, en que se unieron dinásticamente los territorios de la Baja Navarra y Francia, situación que continuó en época republicana francesa y hasta nuestros días, en los que, periódicamente, ciertas facciones nacionalistas con origen en los presupuestos relativamente recientes del vasco Sabino Arana pretenden reinterpretar la historia de Navarra como refuerzo de sus propias pretensiones de independencia.
A pesar de los diversos intentos de reconquista, Fernando el Católico había seguido trabajando para consolidar la incorporación institucional de Navarra a sus dominios. En 1513, las Cortes de Navarra, convocadas en Pamplona por el virrey castellano y sólo con la asistencia de beamonteses, nombraron a Fernando el Católico rey de Navarra. El 7 de julio de 1515 las Cortes de Castilla en Burgos, sin ningún navarro presente,37 anexionan el Reino de Navarra al de Castilla. El nuevo rey se comprometió a respetar los fueros del reino.
Los reyes posteriores del conjunto de España continuaron jurando las leyes propias navarras. Sin embargo, a partir del siglo XVIII, los fueros comenzarán a ser definitivamente puestos en cuestión hasta ser abolidos en el siglo XIX. Como justificación ideológica adicional, aparte del tratado de Blois, Fernando el Católico tuvo a su favor el hecho de que el papa Julio II excomulgara a los reyes de Navarra y los desposeyera del reino alegando connivencias de la casa real navarra con el protestantismo que se estaba extendiendo por el sur de Francia, así como su ya mencionada alianza con el monarca francés, declarado cismático.
El Reino de Navarra llegó a tener más de un centenar de castillos.38 Muy pocos han quedado en pie, y estos parcialmente, desmochados. En 1516, el cardenal Cisneros ordena eliminar todos los signos defensivos de Navarra, debido, en buena parte, a su falta de utilidad al carecer ya de su original función defensiva por el sur y también, en parte, para evitar que futuras revueltas de la facción agramontesa pudieran considerarlos objetivos militares.
Tras una irregular ocupación de la Baja Navarra, incluida San Juan de Pie de Puerto por parte de las tropas del emperador Carlos V, en 1528, este decide abandonar el territorio por su difícil defensa. En esta parte del reino de Navarra continuó la dinastía Albret-Foix que entroncaría con la de Borbón, quienes llegarían a reinar en Francia y aunque sus dominios en el Bearne eran mayores que los de Navarra, estos territorios navarros les conferían la dignidad real, y muy celosamente sus sucesores la conservaron separada, aún después de acceder al trono de Francia y llevaron la titulación de reyes de Francia y Navarra. Luis XIII aceptó una reconciliación de los Fort et costumas deu Royaume de Navarra deça ports en 1611 pero cuidando de que no se incluyeran capítulos de derecho público. En 1620 publicó el edicto de incorporación del Reino de Navarra junto a los territorios del Bearne, Andorra y Donnezan a la Corona de Francia, conservando a sus habitantes en sus fueros, franquezas, libertades y derechos.;39404142 en 1789, con la Revolución francesa se produjo la abolición de todos los privilegios de todos los territorios de la monarquía en un derecho común, suprimiéndose el título de reyes de Francia y Navarra en 1789,3943 a pesar de la oposición de Navarra.44454647 En 1790, La Asamblea Nacional decretó la creación del departamento de Bajos Pirineos (actualmente Pirineos Atlánticos) en el que entraron el Bearne, la Baja Navarra y otras tierras próximas.39
Desde ese momento la actual Navarra peninsular quedaría integrada en la Monarquía Hispánica, no presentando inestabilidad de calado y permaneciendo leal a la corona castellana cuando, hacia 1640 el sistema territorial de los Austrias entra en crisis con la separación de Portugal y la revuelta de Cataluña. Pese a todo conforme la rivalidad franco-española se trasladaba de manera paulatina a otros ámbitos, Navarra mantendría su lealtad, mientras numerosos individuos de origen navarro veían progresar sus carreras profesionales en los sucesivos regímenes políticos e instituciones hispánicas, así como en diversos niveles de las economías local y nacional. La dinastía Habsburgo establecerá en Pamplona la figura de un virrey, permaneciendo con gran actividad las cortes del reino.
Durante la Guerra de Sucesión Española, Navarra (a pesar del fiero sentimiento antifránces del pueblo) se posiciona a favor del duque de Anjou (futuro Felipe V) en lugar de por el archiduque Carlos de Austria (como lo hicieron los reinos de la Corona de Aragón). Por este motivo, tanto Tudela como Sangüesa fueron ocupadas por las tropas austracistas. A la finalización del conflicto, Navarra, al igual que las provincias vascas, conservaron sus fueros frente a los reinos de la Corona de Aragón, declarados traidores por Felipe V y despojados de sus prerrogativas forales por los Decretos de Nueva Planta.
La nueva dinastía reinante se mostró mucho más centralista y menos pactista que la Habsburgo y, en diversas ocasiones, el régimen foral que los Habsburgo habían respetado siempre fue puesto en entredicho precisamente por la nueva casa reinante de origen francés, proveniente del país que más había apoyado a los rebeldes agramonteses de siglos pasados, denotando así, una vez más, lo espurio de sus intereses reales.
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El 14 de noviembre de 1833 los rebeldes carlistas eligieron en Estella a Tomás de Zumalacárregui como su jefe.
El general Maroto a cargo de las tropas carlistas del Norte y el general Espartero como representante del gobierno de Isabel II, el 29 de agosto de 1839, firman el Convenio de Oñate que puso fin a la Primera Guerra Carlista (1833-1840) en el norte de la península, confirmado con el conocido como "el Abrazo de Vergara" entre Maroto y Espartero el 31 de agosto. Maroto no contaba con el apoyo del pretendiente don Carlos y tampoco con la avenencia de parte de sus tropas. El 14 de septiembre de 1839 el pretendiente carlista y las tropas que le permanecían fieles cruzaron la frontera francesa y la guerra iniciada en 1833, con el apoyo mayoritario de la población rural de Navarra al pretendiente real don Carlos, terminó en el frente norte.
En este convenio también se acuerda eliminar ciertas particularidades forales para adecuarlas a la constitución de 1837 (Artículo 1.°. El capitán general, don Baldomero Espartero, recomendará con interés al Gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las Cortes la concesión o modificación de los fueros.), según posteriormente se reflejaría en el Decreto de Confirmación de Fueros de 1839, con el compromiso de respetar los fueros «sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía», "oyendo" a Navarra y a las Provincias Vascongadas.
El gobierno liberal quería imponer sus principios centralistas y suprimir los fueros por considerarlos privilegios medievales injustos y por ello los liberales de la Diputación Provincial con Yanguas Miranda como cabeza visible, negocian con el gobierno central la supresión de casi todos los privilegios forales. De esta manera en 1841 y mediante la Ley de Modificación de Fueros de Navarra, después llamada Ley Paccionada Navarra, el Reino de Navarra dejó de existir y pasó a ser considerada como una «provincia foral», con lo que pierde definitivamente su soberanía en favor de una soberanía española. Con ello perdió prerrogativas, como la exención del servicio militar y la acuñación de moneda propia, así como el traslado de las aduanas del Ebro a los Pirineos. Sin embargo, la provincia seguía reteniendo amplia autonomía fiscal, administrativa y tributaria consignada en la Ley Paccionada de 1841.
El calificativo de "Paccionada" hacía referencia a que su promulgación fue pactada con la Diputación Provincial, la cual estaba controlada por los liberales navarros. Todo este proceso fue abiertamente criticado por Ángel Sagaseta de Ilurdoz Garraza último Síndico de la Cortes del Reino.
El ministro de Sagasta, Germán Gamazo, intentó suprimir en 1893 la autonomía fiscal de la Ley Paccionada, se produjo una reacción popular e institucional denominada como «Gamazada». Esta normativa no se llegó a aplicar debido a que el ministro dimitió por otras razones, entre otras, por la rebelión en Cuba de 1895.
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