sábado, 30 de julio de 2022

HISTORIA DE ESPAÑA

 ÉPOCA MEDIEVAL

Un solariego, en la Castilla y el León medievales, era la denominación que se daba a un labriego que instalado en una tierra de dominio de nobles (solar), la trabajaba bajo el régimen de tenencia. Era una forma de colonato que con algunas diferencias, adaptadas al lugar y a la época, se pueden asimilar a los juniores de heredad1​ y los collazos (que habitan en señoríos eclesiásticos), también en Castilla y León, los mezquinos en Navarra y Aragón o los payeses en Cataluña.2

Historia[editar]

El solar era un terreno habitado y cultivado por campesinos que debían pagar una renta al señor propietario del mismo. El solar es el elemento que determina la dependencia señorial, es decir la constitución de los campesinos y los señoríos como solariegos. La importancia del solar en los estudios del medievalista J. A. García de Cortázar lo sitúa entre una de las organizaciones sociales del espacio en la Alta Edad Media castellana que las divide en: el valle, la aldea, el solar, la villa y la comunidad de villa y tierra.3

El término solariego parece en Las Partidas de Alfonso X de Castilla:

"Homo que es poblador en suelo de otro."

Y más tarde en el Ordenamiento de Alcalá de 1348 bajo el rey Alfonso XI de Castilla:

"Obligaciones y prohibiciones respectivas á los Señores y vasallos solariegos:
Ningun Señor, que sea de aldea ó de solares do hobiere solariegos, no les pueda tomar el solar á, ellos ni á sus hijos ni á sus nietos, ni á aquellos que de su generacion vinieren, pagándole los solariegos aquello que deben pagar de su derecho; y ningun solariego no pueda vender ni empeñar, ni enagenar ninguna cosa de aquello que fuere del solar, salvo á otro solariego que sea vasallo de aquel Señor cuyo es aquel solar; y si de otra manera lo vendieren ó lo enagenaren, no vala, y entréguelo todo á aquel cuyo es el solar, y toda quanta ganancia ficiere el solariego en aquel solar..."

El solariego tenía la obligación de "tener poblados los solares" y de entregar al señor rentas que dependían del lugar y la época. Podían ser en especie o en metálico además de otras posibilidades adicionales como sería el caso de la serna, por la que debía acudir determinados días del año a trabajar para la casa señorial.

Aunque el solariego era un hombre jurídicamente libre, separándose poco a poco del colono tradicional, fue consiguiendo avances sociales, desde el estadio de no poder abandonar las tierras, hasta tener libertad de movimiento, principalmente a partir del siglo XII y poder llevarse sus pertenencias. Incluso en el citado Ordenamiento se le protegía: "Penas del que tomare por fuerza algo del solariego..."

Respecto a la condición social de los colonos solariegos, los historiadores se ponen de acuerdo en que su situación en Castilla y León fue más favorable que en otros reinos hispánicos o en el resto de Europa.





Se denomina Taifa de Ceuta a varios reinos musulmanes independientes (taifa) que tuvieron como centro a la ciudad norteafricana de Ceuta (España) a lo largo de la historia. En ocasiones su territorio incluyó la ciudad de Tánger, actualmente en Marruecos.

La Taifa de Ceuta, en la parte inferior del mapa.






Tercias reales

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Edificio de la Tercia Real de Mota del Cuervo.

Las tercias reales o tercias decimales eran un ingreso concedido por la Iglesia a la Corona de Castilla y más tarde a la Monarquía Hispánica consistente en dos novenos de los diezmos eclesiásticos recaudados por la misma. Con el tiempo se llegó a convertir en un ingreso habitual de la Corona.

En el siglo X comienza a extenderse en Castilla y León el dotar a las iglesias de aquellos lugares que se están repoblando con el derecho de percibir diezmos de los frutos. Lo que comenzó como una magnanimidad de los monarcas se fue generalizando, tras el Cuarto Concilio de Letrán, con Inocencio III y reconocido en España como ley a partir de 1213.

Las prestaciones decimales facilitaron al clero una saneada fuente de ingresos que le enriqueció, mientras la Hacienda Real contrastaba por su penuria y falta de recursos. Ello incitó a los monarcas a recurrir a los pontífices la gracia de participar en los productos del diezmo. Probablemente en 1219Honorio III concedió a Fernando III de Castilla y de León el derecho de las Tercias Reales, con un carácter temporal y extraordinario. Con motivo de la conquista de GranadaAlejandro VI concedió las dos novenas partes de los ingresos por diezmos o Tercias Reales, con carácter definitivo, a los Reyes Católicos y sus sucesores.

Durante siglos, el producto de las tercias fue de gran importancia en la Hacienda Pública, pero las continuas deudas de la Corona, que obligaron a los reyes a la venta de cargos y títulos, les decidió también a la enajenación del producto de las tercias. Por esta circunstancia, su importancia global en los ingresos de la Corona fue disminuyendo paulatinamente, aunque a finales del siglo XVIII su valor era muy considerable: 15 millones de reales.

Se conservan diversos edificios utilizados en su recaudación, como el existente en Villamayor de Santiago en la provincia de Cuenca, cuya plaza viene a recibir el nombre de "La Tercia", y también en Campo de Criptana, en la provincia de Ciudad Real.

Ejemplo de Baena[editar]

En el caso concreto de Baena, las tercias fueron igualmente enajenadas por la Corona a favor de Duque de Sessa, y sus rentas pasaron directamente a la administración del Duque. Durante el periodo de la Guerra de la Independencia, y aunque los derechos de señorío estaban abolidos y sus bienes embargados, por derechos de Tercia de Baena, Alcoba y Arroyuelos percibía la Hacienda ducal por quinquenio:

2.245 fanegas de pan terciado, cuyo valor ascendía a 33.648 reales, que junto con los 11.073 que importaban el vino menudo y el aceite, hacía un total de 44.747 reales y esto sin olvidar que eran años calamitosos.

Todo lo expuesto, demuestra la necesidad que se hizo notar en Baena, de proporcionar un inmueble adecuado donde almacenar todo lo que se pagaba en concepto de diezmos y tercias. Las riquezas acumuladas por la Iglesia y el pago de los diezmos en especie, hicieron necesaria la construcción de edificios adecuados que sirviesen para estos fines.







Los vándalos fueron un pueblo germano de Europa central que habitaban las regiones ribereñas del mar Báltico, en las actuales Alemania y Polonia. Su lengua pertenecía a la rama germánica oriental (solo se conservan unos pocos fragmentos de idioma vándalo). Su primera aparición en las fuentes antiguas se remonta al siglo I d.C. en que fueron citados por Plinio y Tácito.

El 31 de diciembre del año 406 atravesaron el limes romano, cruzaron un congelado Rin en las cercanías de Moguntiacum e invadieron la Galia, posteriormente se dirigieron a la península ibérica donde penetraron en el otoño del año 409 y se instalaron durante unos años en el valle del Guadalquivir. En mayo del 429, 80 000 vándalos pasaron el estrecho de Gibraltar y, dirigidos por Genserico, crearon un reino en el norte de África, centrado en la actual Túnez, desde donde saquearon Roma en el 455. El reino vándalo del norte de África duró más de 100 años, hasta que finalmente fue destruido por los bizantinos en el 534.

La reputación tradicional de los vándalos: Una visión idealizada del saqueo de Roma en 455 por Heinrich Leutemann, hacia 1870.
Genserico Rey de los Vándalos desde 428-477.
Genserico Rey de los Vándalos desde 428-477

Origen de los vándalos[editar]

Alanos en la península ibérica.

El nombre de los vándalos se ha relacionado con frecuencia con el de Vendel, el nombre de una población de UpplandSuecia, el cual es también epónimo de la era de Vendel de la prehistoria de Suecia, asimismo correspondiente a la Edad del hierro germánica que conduce a la Era vikinga. La conexión estaría en que Vendel fue el lugar de origen de los vándalos antes del Período de las grandes migraciones y conservaría su nombre tribal como topónimo. Otras posibles patrias de los vándalos en Escandinavia serían Vendsyssel en Dinamarca y Hallingdal en Noruega.1​ El primer historiador romano que los menciona fue Plinio el Viejo que los llamaba Vindili2

Los lugiones o vándalos ocupaban el territorio al oeste del Vístula y junto al Oder, hasta el norte de Bohemia. La palabra vándalo parece tener un doble significado y querría decir «los que cambian» y «los hábiles», mientras que su otro nombre, lugios o lugiones, también con doble significado, querría decir «mentirosos» y «confederados».

Parece ser que al principio, las tribus de los vandulios (o vandalios) y la de los lugios (o lugiones), junto con las de los silingosomanosburosvarinos (seguramente llamados también auarinos), didunoshelveconesarios o charinosmanimioselisios y najarvales correspondían a pequeños grupos de origen similar, integrando otra rama del grupo de los hermiones, que formaron después un gran grupo identificado generalmente como lugiones, cuyo nombre predominaba para designar a todos los pueblos componentes incluidos los vándalos. Más tarde, en el siglo ii d. C., acabó prevaleciendo el nombre de vándalos para el conjunto de pueblos.

La llegada de los godos los obligó a desplazarse hacia el sur y a asentarse en las riberas del mar Negro, siendo por tanto vecinos y en ocasiones aliados de los godos. Durante el siglo i d. C., las tribus del grupo de los lugiones o lugios (incluyendo entre ellas a las tribus de la rama de los vándalos) estuvieron en guerra frecuente con los suevos y los cuados, contando ocasionalmente con la alianza de otras tribus, especialmente los hermunduros. A mediados de siglo derrocaron a un rey de los suevos, y en el 84 d. C. sometieron temporalmente a los cuados. Durante parte de este siglo y en el siguiente, se fusionaron las diversas tribus de lugiones y dieron origen a un grupo mayor, conocido por vándalos.

Los vándalos en la península ibérica, en el siglo v d. C..

En tiempos de las guerras marcomanas ya predomina la denominación de vándalos y aparecen divididos en varios grupos: los silingos, los lacringos y los victovales, estos últimos gobernados por el linaje de los asdingos (astingos o hasdingos), cuyo nombre evocaba su larga cabellera. Junto a los longobardos, los lacringos y victovales o victofalios cruzaron el Danubio hacia el año 167 y pidieron establecerse en Panonia.

Los asdingos o victovales, dirigidos por Rao y Rapto, no fueron admitidos en Panonia (donde se habían establecido longobardos y lacringos), por lo que avanzaron hacia el año 171 en dirección a la parte media de los Cárpatos durante las guerras marcomanas, y de acuerdo con los romanos se instalaron en la frontera septentrional de Dacia. Más tarde se adueñaron de la Dacia Occidental. Al parecer, los vándalos quedaron divididos únicamente en asdingos (o victovales) y silingos, desapareciendo, mezclada entre ambos grupos y con los longobardos, la tribu de los lacringos durante el siglo iii d. C.

A partir de 275, los asdingos se enfrentaron a los godos por la posesión del Banato (abandonado por Roma), mientras que los silingos, seguramente bajo presión de los godos, abandonaron sus asentamientos en Silesia y emigraron junto a los burgundios para acabar estableciéndose en la zona del Meno. Sus ataques a Recia fueron rechazados por Probo.

El rey asdingo Visumar combatió contra los godos procedentes del este al mando de Geberico, que atacaron sus territorios. Wisumarh murió en lucha contra los godos, y los integrantes de las tribus de vándalos que no quisieron someterse a los godos, hubieron de pasar a territorio imperial, instalándose en Panonia, donde también se asentaron los cuados. A principios del siglo v d. C. habían abandonado Panonia (como también los cuados) y se unieron a los suevos y alanos para invadir la Galia. En las primeras luchas del año 406 murió el rey Godegisel (Godegisilio). Pocos años después, los dos grupos vándalos acabaron fusionados.

Llegaron a Hispania en 409 ,cruzando los Pirineos, en compañía de suevos y alanos, donde se establecen como federados.3​ Hacia el 425 asolaron y saquearon la ciudad de Carthago Nova, actual Cartagena, y en el 426 tomaron la ciudad de Hispalis (Sevilla) con Gunderico al mando.

Desde el 411, los asdingos, junto con los suevos, se instalaron en Galicia, y los silingos en la Bética. Al parecer, los vándalos silingos desaparecieron pronto aniquilados por los visigodos, aunque también puede ser que se mezclasen con los asdingos en su marcha hacia África.






Vela Jiménez, también Vigila Scemeniz,1​ está documentado en dos ocasiones como conde en Álava entre 882 y 883 en la Crónica albeldense,21​ redactada en 881 con dos largos párrafos añadidos posteriormente relatando los acontecimientos de los años 882 y 883. Existe una referencia anterior de otro conde alavés llamado Eylo que se rebeló alrededor de 868 y fue derrotado por el rey Alfonso III de Asturias y llevado después a Oviedo en cadenas. Sin embargo, son más precisas las referencias del conde Vela quien sería la cabeza principal de su linaje.





Voto de Santiago es el nombre del compromiso que se adquirió por los cristianos de los reinos de AsturiasGaliciaLeón y Castilla por la victoria en la supuesta batalla de Clavijo, en la que el propio apóstol Santiago habría intervenido físicamente en su favor en un momento de particular peligro, cambiando la suerte que parecía decidida a favor de los musulmanes.

Escultura de Santiago Matamoros en el Convento de las Comendadoras de Santiago de Madrid (siglo XVII).

Las particulares circunstancias que rodean a la batalla, entre las que hay que añadir el que gracias a la victoria el reino asturiano dejó de pagar el anual Tributo de las cien Doncellas al emirato de Córdoba, habrían motivado que el rey Ramiro I de Asturias, en Calahorra, hubiera concedido solemnemente el Voto de Santiago, con el que se ofrecería cada año a su iglesia de Santiago las primeras cosechas y vendimias, y como a un caballero más, se repartiría a Santiago una parte del botín que se tomara a los moros. Este Voto de Santiago se renovó e institucionalizó como ofrenda nacional en 1643 para el día de su fiesta, el 25 de julio, con Felipe IV de España. La iconografía del Santiago Matamoros, montado en un caballo blanco que arrolla a un sarraceno y blandiendo una espada, se perpetuó en la pintura y escultura española, estando presente sobre todo en las iglesias de la ruta jacobea.

El compromiso consistía, en lo material, en el pago de un impuesto que debían pagar, incrementando lo ya debido a la iglesia en concepto de diezmos y primicias, en un diezmo más de cereal cuyo beneficiario sería el arzobispado de Santiago, todos los campesinos de un territorio gigantesco que comprendía desde Galicia hasta la Rioja. Espiritualmente, Santiago quedaba convertido en santo patrón de España, calidad que se le sigue reconociendo anualmente, con un acto religioso en la catedral de Santiago de Compostela, a la que acude incluso hoy en día el rey de España o alguien en su nombre (suelen hacerlo el presidente de la comunidad autónoma de Galicia, un ministro...).

La memoria de la batalla realmente sólo aparece en la crónica del obispo Rodrigo Jiménez de Rada De rebus Hispaniae (Cronicón de las cosas sucedidas en España), también conocida como Historia gothica o Crónica del toledano, en la que se describe la historia de la península ibérica hasta 1243. En la Edad Media, se intentó "hacerle la competencia" por otras instancias eclesiásticas: Gonzalo de Berceo reclamaba para San Millán de la Cogolla el copatronazgo y las mismas condiciones económicas, por haber intervenido también en la batalla.

La batalla habría tenido lugar supuestamente en el denominado "Campo de la Matanza" en las cercanías de Clavijo (La Rioja) el 25 de mayo del año 844. La verdad del hecho es discutida desde antiguo por la crítica histórica. Gregorio Mayáns y Francisco Cerdá y Rico, en el siglo XVIII, dejaron claro que pertenecía al campo de la fantasía, como los plomos del Sacromonte o los cronicones del Padre Higuera, lo que les causó no pocos problemas. Las Cortes de Cádiz abolieron el voto en 1812, junto con los privilegios del Antiguo Régimen, y en plena Guerra Civil Española (que comenzó el 18 de julio de 1936, siete días antes de la fiesta de Santiago), Francisco Franco lo reinstauró, sólo con las consecuencias simbólicas que se continúan hoy en día.

En cualquier caso la batalla de Clavijo también supuso la creación del Antiguo e Ilustre Solar de Tejada y la concesión de sus privilegios y escudo que han sobrevivido hasta nuestros días, siendo reconocidos por todos los jefes de Estado desde Enrique IV (en 1460) hasta Juan Carlos I (en 1981).

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