domingo, 19 de septiembre de 2021

HISTORIA DE ESPAÑA

 SIGLO XV EN ESPAÑA

La historia de Córcega es rica y muy antigua. Córcega ha sido ocupada prácticamente de forma continua desde el Mesolítico. Los primeros habitantes llegaron de la península italiana y en particular la Toscana. La historia de la Córcega es atada a Italia hasta 1768, fecha en que Francia invade y anexiona la isla. Después de la fundación de la ciudad de Aleria con los antiguos griegos, la Córcega fue integrada en los reinos etruscos en el siglo VI a. C. y fue unida al resto de Italia por el Imperio romano en la época de la República. Luego convirtiéndose junto a Cerdeña en una provincia más del imperio. La Córcega sufre las invasiones Vándalas como Cerdeña y Sicilia, y formó parte como el resto de Italia del Imperio Romano de Oriente en 550 y del reino lombardo en el siglo VIII. En época medieval la isla formó parte de la Corona de Aragón, desde 1325 hasta que fue recuperada por la República de Génova en 1447 que, desde hacía años mantenía un contencioso con Pisa para hacerse con la isla. Fue independiente entre 1755 y 1769, siendo finalmente comprada a la República de Génova por parte de Francia, país del que actualmente forma parte. En el siglo XX la isla fue al centro de aspiraciones irredentistas italianas, quedando ocupada militarmente por tropas italianas en 1942.1​ Actualmente es parte de Francia. Sin embargo, existe una corriente nacionalista que reclama la identidad de la isla y una total independencia, oponiéndose a la cultura francesa. También desde 1976 el Frente de Liberación Nacional de Córcega, organización guerrillera muy importante que ha realizado diversas acciones reivindicando la independencia de la isla.

La bandera de Córcega, símbolo de su independencia nacional.

Pasquale Paoli (Córcega) somos italianos de nacimiento y sentimientos, pero en primer lugar sentimos italiano por la lengua, las raíces, la aduana, las tradiciones y todos los italianos son todos los hermanos para la Historia y para El dios.... Así como Córcega no queremos ser unos esclavos, ni " rebeldes " y como italianos tenemos el derecho a ser tratados como todos los demás hermanos italianos.... Nosotros ' ll ser libres o no seremos nada... Ganaremos o moriremos (contra los franceses) con nuestras armas en nuestras manos... La guerra contra Francia es justa y santa ya que el nombre de Dios es santo y justo y aquí sobre nuestras montañas aparecerá para toda la Italia el sol de libertad

Condicionamiento físico de la Historia de Córcega[editar]

En la historia de Córcega geografía y orografía han ejercido mayor influencia que cualquier otro factor. La gran isla mediterránea es una auténtica "montaña en medio del mar", dado que está atravesada, desde el noroeste hasta el sudeste, por un imponente sistema de cadenas montañosas cuyas cimas superan a menudo los 2.500 metros. La cúspide de esas montañas son los 2.706 metros del Monte Cinto, cuya cumbre, a menudo nevada incluso en verano, se encuentra solo a 28 km del mar a poniente, ilustrando así de modo bastante claro el desarrollo vertical más que horizontal de este territorio.

Este sistema montañoso siempre ha dividido Córcega en dos partes: la del Nordeste (hoy Haute-Corse), llamada históricamente Parte de dentroDe las montañas acá o Cismonte (con referencia a Italia), y la del Sudoeste (hoy Corse-du-Sud), llamada Parte de fueraDe las montañas allá o Pumonte.

Los pasos que cruzan las montañas (muchos de los cuales se encuentran a más de 1000 metros de altura) quedaban bloqueados durante semanas enteras por las nevadas, por lo que constituían junto a las montañas más una barrera que un verdadero vínculo entre las dos subregiones. Los valles escarpados, a menudo sin comunicación entre sí incluso en el ámbito de la misma Parte, trazan una especie de tela de araña con compartimentos estancos en el interior de Córcega.

Si por una parte estas características del terreno han hecho que el trabajo de los invasores fuera largo y difícil, haciendo que su penetración se hiciera lenta y habituando a los corsos a practicar la guerra de guerrillas de modo habitual durante siglos, por otra parte han contribuido de modo decisivo a mantener siempre relativamente baja la densidad de población y a separar a los corsos entre sí.

La vertiente que mira hacia Italia ha tenido siempre una mayor influencia de los habitantes de la península, tanto en el terreno político-social como en el lingüístico, mientras la parte suroccidental ha mantenido una mayor originalidad (aunque también ha gozado de un menor progreso político, por lo menos hasta la invasión francesa). El hecho de que la población se estableciera en los valles montañosos (todas las grandes ciudades al borde del mar fueron fundadas o desarrolladas por los invasores) generó y difundió por todas partes una tendencia al particularismo, que se empujaba a veces hasta que desembocaba en una especie de anarquismo que tuvo consecuencias dramáticas, la más dramática de todas la difusión y consolidación, durante siglos, de la plaga de la venganza (vendetta) como sistema sumarísimo de justicia, y del fenómeno muy difundido del bandolerismo.

Vista desde el satélite de Córcega que muestra su relieve montañoso. Al fondo el Archipiélago Toscano y el Argentario.

La gran división orográfica longitudinal y las transversales (menores, pero a veces no menos importantes), más marcadas en la zona suroccidental, han acabado por crear en la isla fronteras ideológicas, sociales, lingüísticas y políticas. Estas fronteras, filtradas por la historia, se han traducido en las subdivisiones administrativas, que, con muy pocas variaciones, han permanecido inamovibles hasta nuestros días.

La insularidad de Córcega y sus notables dimensiones (casi 8.800 km²), a pesar de que no le sirven para poder asegurar un desarrollo realmente autónomo, han constituido sin embargo la premisa necesaria para conferir a su turbulenta historia una originalidad notable (y a hacer de los corsos más fieros montañeses que marineros) a la vez que han garantizado el nacimiento y crecimiento, hasta nuestros días, de un fuerte sentimiento nacional y de un tenaz deseo de independencia.

Situada en una posición estratégica en el Mediterráneo occidental, Córcega, por otra parte, suscitó el interés de diversos pueblos que, uno tras otro, se encontraban frente a ella en ese mar ya sea como comerciantes o como conquistadores.

Feniciosgriegosromanosvándalosbizantinospisanosaragonesesgenoveses y, por último, Franceses (que con el Tratado de Versalles de 1768 de hecho obligaron a la República de Génova a ceder la isla, e inmediatamente después la invadieron), se adueñaron de Córcega en el transcurso de más de dos milenios, dejando a su población muy breves periodos de autonomía e independencia.

Los primeros habitantes[editar]

Como consecuencia de las glaciaciones el nivel medio del Mediterráneo descendió y de ese modo se crearon diversos puentes naturales que permitieron el paso de la fauna (y quizás del hombre) desde la parte continental italiana al archipiélago sardo-corso, pasando por las islas del Archipiélago Toscano y atravesando como mucho una estrecha franja marítima. Hace unos 12 o 14.000 años, el clima empezó la evolución que lo llevó hacia su forma actual, y Córcega tomó su actual aspecto insular. Destacan alrededor del 9000 a. C. (Romanelliano) los primeros yacimientos paleolíticos de piedra tallada y los esbozos escultóricos que se han hallado hasta hoy en Córcega, en la región de Porto-Vecchio. Un esqueleto femenino (la dama de Bonifacio) datado del VII milenio a. C. se encontró cerca de la ciudad del mismo nombre. El Neolítico, representado en Córcega también con restos de obsidiana importados, termina alrededor del 1800 a. C.

Menhires alineados en el recinto megalítico de Palaghju cerca de Sartena.

En este periodo se desarrolla una civilización megalítica de relieve que deja en la isla dólmenes (cerca de Cauria y Pagliagio), menhires y la mayor concentración de las características estatuas-menhir del Mediterráneo, concentradas sobre todo en el Sur, en el yacimiento arqueológico de Filitosa, pero que también se pueden hallar en el Norte, cerca de San Fiorenzo. El yacimiento de Filitosa se halla en las cercanías de Sollacaro, en el lugar en el que desemboca al mar el valle del Taravo).

También en el sur se desarrolla, con el advenimiento de la Edad del Bronce, la civilización Torreana, relacionada con la nurágica de la vecina Cerdeña. De esta cultura quedan hoy numerosas torres con estructura similar a la de los nuragas sardos, aunque menos imponentes. Por la naturaleza de los hallazgos, su época y su localización, se tiende a suponer que dicha civilización podría ser una extensión de la que se estaba desarrollando en Cerdeña. Mejor organizados y armados, los Torreanos (que algunos identifican con el antiguo pueblo del mar de los Shardana) colocaron mejor sus megalitos y los distribuyeron hacia el centro y el norte de la isla. El mismo recinto de Filitosa presenta las trazas de la destrucción violenta al anterior asentamiento y la superposición del torreano.

Hacia la Edad del Hierro parece producirse una progresiva fusión entre los herederos de ambas civilizaciones: toma así forma el pueblo que los Griegos llamarán Κὁρυιοι, corsos. Es significativo el hallazgo de algunas inscripciones Fenicias que datan del Siglo IX a. C. y que citan al pueblo del mar denominado KRSYM, establecido en Kition (Chipre). En la grafía sin vocales que usaban los fenicios y otros pueblos semitasKRSYM podría representar KoRSos (ya que -im es el fonema marcador de las formas plurales). Los KRSYM fueron bastante importantes, hasta el punto de que los Fenicios necesitaron instituir una figura llamada MLS HKRSYM, es decir, el intérprete de los Korsos.

La época clásica[editar]

Corcega en la época Etruscas

En este periodo cada nuevo invasor expulsa al anterior. Ocupan la isla en rápida sucesión IberosLiguresFenicios y Griegos, mientras los indígenas se refugian en las montañas.

Iniciada en la isla alrededor del Siglo VIII a. C., la Edad del Hierro termina con la entrada de Córcega en la Historia cuando colonos griegos de Focea fundan la colonia de Alalia 565 a. C., cerca del lugar en el que hoy está la ciudad de Aleria. Los griegos llaman a la isla Cyrnos o Kallisté.

Pero tampoco los griegos resisten mucho tiempo: en 535 a. C. son expulsados por una coalición entre etruscos y cartagineses. Pero los griegos de Siracusa siguen visitando regularmente la isla y en el Siglo V a. C., fundan Portus Syracusanus (Porto Vecchio) que también caerá en manos de los cartagineses en el Siglo IV a. C.).

Siete siglos de Córcega romana[editar]

Corcega en la época del Italia Romana

Lucio Cornelio Escipión ocupa Córcega en 259 a. C., durante la primera guerra púnica, empezando de ese modo una dominación ininterrumpida que durará unos siete siglos. Los romanos llamaban Corsica a la isla. Después de una serie de diversos acontecimientos, los Romanos tratan de ocupar Cerdeña partiendo de Córcega y luego se vuelven a enfrentar con los corsos. La expulsión definitiva de las últimas fuerzas púnicas termina en 227 a. C. En un principio los romanos se limitan a controlar la isla sin iniciar propiamente una verdadera colonización.

Mario funda la ciudad de Mariana (Colonia Mariana a Caio Mario deducta, situada cerca de la actual comuna de Lucciana) hacia la desembocadura del Golo en el 105 a. C. A partir de ese momento empieza propiamente la auténtica colonización y en la isla florecen las villas rústicas y suburbanas, pueblos y asentamientos de todo tipo, incluyendo las termas de Orezza y Guagno.

En 81 a. C. los legionarios de Sila encuentran en Córcega un lugar para obtener las asignaciones de tierras, ahora cerca de Aleria, seguidos por los veteranos de Julio César. La dominación romana se desarrolla sin incidentes de relieve y, de modo análogo a los que sucede en otrasprovincias (Córcega está asociada administrativamente a Cerdeña con la reforma de Octavio Augusto de 4 a. C.), los Romanos se ganan el respeto y la colaboración de los dirigentes indígenas (empezando por los Venacinos, tribu local del Capo corso), reconociéndoles funciones de gobierno local y aportando riqueza con el aprovechamiento de las tierras en las colinas y a lo largo de las costas.

Cerca de Aleria y Mariana se instalan bases secundarias de la flota imperial de Miseno. Los marineros corsos enrolados cerca de los puertos de la isla formarán parte de los primeros que obtengan la ciudadanía romana (en tiempos de Vespasiano en 75).

En 44 a. C. Diodoro Sículo visita Córcega y se da cuenta de que los corsos observan entre sí reglas de justicia y de humanidad más evolucionadas que las de otros pueblos bárbaros, evalúa su número en unos 30.000 y explica que se dedican al pastoreo y que marcan los rebaños dejados sueltos en los pastos. La tradición de la propiedad común de las tierras comunales no se erradicará totalmente hasta la segunda mitad del Siglo XIX.

Séneca pasa diez años exiliado en Córcega a partir del 41. A pesar de las continuas relaciones con Italia y quizás por su naturaleza agreste, la isla se convierte en lugar habitual de exilio y refugio de cristianos, que probablemente difunden la nueva fe.

En época Antonina se perfeccionan las vías de comunicación interna (via Aleria-Aiacium y, en la costa Este, Aleria-Mantinum —luego Bastia— en el Norte y Aleria-Marianum —luego Bonifacio— en el Sur): la isla está casi totalmente latinizada, salvo algunos enclaves en la montaña.

Parece aceptado que la isla fue colonizada por los romanos sobre todo mediante la distribución de tierras a veteranos originarios del sur de Italia (o a soldados originarios de los mismos estratos sociales y étnicos a los que se les asignaron tierras sobre todo en Sicilia), lo que podría explicar algunas afinidades lingüísticas que todavía hoy se pueden encontrar entre el corso meridional y los dialectos siculo-calabreses. Según otras hipótesis, más recientes, las influencias lingüísticas podrían deberse a las posteriores migraciones, consecuencia de la llegada de prófugos de África entre los siglos VII y VIII. La misma oleada migratoria afectó también a Sicilia y a Calabria.

En 150 el geógrafo Claudio Ptolomeo en su obra cartográfica presenta una descripción más bien detallada de la Córcega prerromana, hablando de los 8 principales ríos, entre los que estaban el Govola-Golo y el Rhotamus-Tavignano, 32 centros habitados y puertos, entre ellos Centurinon (Centuri), Canelate (Punta de Canela), Clunion (Meria), Marianon (Estrecho de Bonifacio), Portus Syracusanus (Porto-Vecchio), Alista (Santa Lucia di Porto Vecchio), Philonios (Favone), Mariana, Aleria, y 12 tribus autóctonas (en griego, latín y su localización):

Corcega en la época del Italia Romana
  • Kerouinoi (Cervinos, Balaña);
  • Tarabenoi (Tarabenos, Cinarca);
  • Titianoi (Titianos, Valinco);
  • Belatonoi (Belatones, Sartinese);
  • Ouanakinoi (Venacinos, Capo Corso);
  • Kilebensioi (Cilebenses, Nebbio);
  • Likninoi (Licininos, Niolo);
  • Opinoi (Opinos, Castagniccia, Bozio);
  • Simbroi (Sumbros, Venaco);
  • Koumanesoi (Cumaneses, Fiumorbo);
  • Soubasanoi (Subasanes, Carbini y Livia);
  • Makrinoi (Macrinos, Casinca).

Santa Devota (mártir, alrededor de 202 en las persecuciones de Septimio Severo, o de 304persecución de Diocleciano) es, junto a Santa Julia, una de las primeras santas corsas de las que se tiene noticia. Según reza la leyenda, el barco que transportaba el féretro hacia África fue lanzado por una tempestad sobre el litoral monegasco. Por eso pasó a ser la patrona del Principado de Mónaco y de la familia Grimaldi.

Santa Julia (mártir durante las persecuciones de Decio de 250, o las de Diocleciano), es patrona de Córcega y de Brescia, ciudad en la que reposan sus reliquias tras haber sido llevada allí por Ansa, esposa del rey longobardo Desiderio en 762. Santa Julia también es patrona de Livorno, lugar en el que los restos de la santa se habrían detenido en su viaje desde Córcega.

Córcega en Italia suburbicaria en 400

A estas mártires hay que unir muchos más, entre los que quizás se encuentre el primer obispo de Córcega, San Parteo. Tras el Edicto de Milán de Constantino I el Grande y la instauración de la libertad religiosa, Córcega, ya muy romanizada y cristianizada, se ve asociada a la diócesis de Roma. El primer obispo corso del que se tiene información segura fue Catonus Corsicanus, que participó en el Concilio de Arlés convocado por Constantino I.

Como en otros lugares de occidente la organización romana en Córcega cae con la invasión de los vándalos que en el Siglo V, procedentes de África, invaden incluso la propia ciudad de Roma. Aleria es saqueada y, abandonada, acaba en ruinas. Mariana será en cambio durante mucho tiempo sede episcopal también en la Edad Media.

La Alta Edad Media[editar]

Berengario se somete a Otón el Grande.

Durante las convulsiones que acompañaron el final del Imperio romano de Occidente, Córcega fue terreno de disputa entre las tribus de vándalos y godos aliados a los últimos emperadores, hasta que Genserico asumió el control total en 469. Durante los 65 años de su dominación los Vándalos aprovechan el patrimonio forestal de la isla como astillero, gracias a la cual consiguen una flota que aterroriza todo el Mediterráneo occidental.

El poder vándalo en África acaba con Belisario, a la vez que su general Cirilo conquista Córcega en 534, que de ese modo acaba unida al Exarcado de África y, como tal, unida al Imperio romano de Oriente. Según Procopio, historiador del emperador de oriente Justiniano I, en Córcega quedan menos de 30 000 habitantes.

Corcega a la época del Imperio romano de Oriente en 550

En los periodos siguientes, godos y longobardos unos tras otros toman al asalto y saquean la isla, dejada indefensa por los bizantinos, que —a despecho de las oraciones del papa San Gregorio Magno y después de haberla empobrecido a su vez por una excesiva carga fiscal— no la protegen adecuadamente. Por otra parte, los propios bizantinos se encuentran implicados en África por la invasión árabe; en 713, éstos llevan a cabo sus primeras incursiones contra Córcega desde sus nuevas bases norteafricanas.

Córcega en la época lombarda

En esta época hay que destacar el inicio de un notable proceso de despoblamiento de la isla y la formación, cerca de Roma, de una colonia corsa en Porto (Ostia), en la que al parecer más adelante nació el Papa Formoso (891-896).

Córcega permanece nominalmente unida al Imperio Romano de Oriente hasta que, en 774Carlomagno derrota a los Longobardos en Italia y conquista la isla, que de ese modo pasa a pertenecer a la jurisdicción de los francos. Pero ya en 806 las incursiones de los moros —esta vez viniendo de la península ibérica— recrudecen; a pesar de haber sido derrotados varias veces por los lugartenientes del emperador Carlomagno, los moros consiguen retomar brevemente el control de la isla en 810. Por último, expulsados de la isla por una expedición liderada por el hijo del emperador, los moros siguen sin darse por vencidos y seguirán hostigando Córcega con sus incursiones.

Tratando de acabar con ese estado de cosas, en 828 se encomienda la defensa de la isla a Bonifacio II, conde de la Marca de Toscana, que dirigirá una expedición punitiva victoriosa directamente contra los puertos norteafricanos desde los que parten las incursiones árabes contra las costas del Tirreno. A su regreso, Bonifacio construye una fortaleza cerca de la punta Sur de Córcega, fundando de ese modo el núcleo fortificado de la ciudad de Bonifacio, frente al Estrecho de Bonifacio que separa Córcega de Cerdeña, y dejando así su nombre en los topónimos correspondientes.

La guerra contra los sarracenos, que desde hace algún tiempo habían reanudado sus ataques, continuó con el hijo de Bonifacio, Adalberto, que heredó el cargo en 846. Sin embargo, los sarracenos siguieron dominando algunas bases en la isla hasta 930.

Córcega, que durante ese tiempo se encontraba unida al reino de Berengario II, rey de Italia, pasa a ser refugio de su hijo Adalberto en 962, después de que Berengario fuera destronado por Otón I el Grande. Adalberto consiguió mantener el control de Córcega y pasó el control a su hijo del mismo nombre Adalberto, que fue después derrotado por las fuerzas de Otón II. Esto determinó, pues, el paso de la isla a la Marca de Toscana, y el último Adalberto solo fue responsable de la isla de Córcega.

Tierra de Comunas y Tierra de los Señores[editar]

En esta época es necesario destacar la implantación de la anarquía feudal que vio como estallaban luchas entre pequeños señores locales ansiosos por extender sus pequeños dominios. Entre estos destacan los condes de Cinarca, que se consideran descendientes directos de Adalberto y tratan de extender su dominio a toda la isla. Esa pretensión se encuentra con notables obstáculos y origina desencuentros que se prolongarán a lo largo de siglos: para contrarrestar las tenaces ambiciones de los feudatarios, aún en el Siglo XIV Sambucuccio de Alando se sitúa a la cabeza de una especie de Dieta que se opone a sus pretensiones, relegando a los señores a la parte suroeste de la isla. Esta parte de la isla adoptará el nombre de "Tierra de los Señores" (Pomonte), mientras en la parte restante de la isla se afianza definitivamente un régimen que une entre sí a comunas autónomas (siguiendo el modelo análogo desarrollado en Italia desde el Siglo XI). Ese territorio adoptará el nombre de "Tierra de Comunas" (Cismonte).

La división acabará durando mucho tiempo (hasta el Siglo XVIII) y es la razón principal de las diferencias en el desarrollo social, económico y hasta lingüístico entre las dos partes de la isla, con el norte más unido a Italia y con un idioma cada vez más influido por el toscano.

Desde el punto de vista organizativo, en la Tierra de Comunas, cada uno de los principales municipios o comunas estaba a la cabeza de una Pieve (parroquia principal de la zona) y nombraba (mediante sufragio universal que incluía a las mujeres) un número variable de representantes llamados "Padres de la Comuna", responsables de la administración de justicia y de la elección de su presidente, llamado podestá, que coordinaba la operación. Los podestás de varias Pieves, a su vez, elegían a los miembros de un Consejo Superior, llamado "Consejo de los Doce", responsable de las leyes y reglamentos que regulaban la Tierra de Comunas. Los "Padres de la Comuna", además, elegían por cada Pieve un "Caporal", un magistrado responsable de la protección y de la salvaguardia de las capas más pobres de la población. Este Caporal se encargaba de garantizar que los más desfavorecidos no sufrieran abusos y que tuvieran asegurada la justicia.

Muchas de las tierras de esta región se consideraban propiedad común de los colectivos comunales. La abolición total de las propiedades comunes, que se inició en la segunda mitad del Siglo XIX por parte de los franceses, tuvo consecuencias muy graves para la economía corsa.

En Cinarca (Tierra de los Señores) los barones feudales mantenían sus prerrogativas, al igual que los que controlaban Capo Corso, y juntos constituían una amenaza al sistema en vigor en la "Tierra de Comunas".

Para poder hacer frente a esa amenaza, en 1020 los magistrados de esta última solicitaron la intervención de Guglielmo Marchese di Massa (de la familia más tarde conocida como Malaspina), quién al llegar a la isla, consiguió someter a los barones del Conde de Cinarca y estableció un protectorado en Córcega del que se ocupó él mismo, y que transmitió después a su hijo.

Hacia finales del Siglo XI, sin embargo, el Papado cuestionó, basándose en documentos falsificados (una presunta donación de Carlomagno, que como mucho había establecido una reversión de su dominio en favor de la Santa Sede), la soberanía sobre Córcega. Esta reivindicación tuvo un amplio respaldo en el interior de la propia isla, empezando por sus clérigos, y en 1077 los corsos se declararon súbditos de Roma.

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