SIGLO XV EN ESPAÑA
El incendio de Mora fue una acción militar llevada a cabo por las tropas realistas en abril de 1521, durante la etapa final de la Guerra de las Comunidades de Castilla.
El 12 de abril de 1521 Antonio de Acuña abandonó temporalmente la ciudad de Toledo para dar inicio a una serie de incursiones bélicas sobre las zonas rurales. Resultó entonces que los soldados del prior de San Juan Antonio de Zúñiga —comandante realista al sur de la sierra de Guadarrama— deseaban tomar venganza de las destrucciones que el obispo comunero había llevado a cabo en la región de Villaseca de la Sagra. Así tanto que un día de abril el capitán Diego López de Ávalos se presentó ante las puertas de Mora con doscientos caballeros y ochocientos infantes e invitó a los vecinos a rendirse.1 Cuando estos se negaron, Ávalos se avino a ocupar la ciudad. Los hombres resistieron casa por casa, hasta que finalmente se agruparon en la iglesia junto a las mujeres y los niños. A continuación, los soldados realistas quemaron las puertas e intentaron penetrar al interior del recinto, pero entonces el fuego alcanzó los barriles de pólvora depositados en el coro y provocó una violenta explosión en el edificio. Muy pocos pudieron escapar por las ventanas; la mayoría murió aplastada por los escombros o asfixiada por el humo.2 Pedro Mártir de Anglería habla de cinco mil víctimas, el cronista Prudencio de Sandoval de tres mil y en el acta de acusación que luego se instruyó contra Acuña para hacer recaer sobre él y los vecinos toda la responsabilidad de la catástrofe, aunque tergiversando los hechos, cita dos mil:1
[Antonio de Acuña] fue causa principal que los vezinos de la villa de Mora no se diessen al dicho Prior de San Juan (...) y, syendo requeridos por el dicho Prior de San Juan y por el exército real, no lo quisieron hazer y retruxiéronse a la yglesia de la dicha villa, syguiendo la opinión y mandado del dicho obispo, y, desde la yglesia de la dicha villa, comenzaron a pelear y tirar tiros de pólvora y, ansy peleando, se encendió fuego en la dicha yglesia y se quemó la yglesia y más de dos mili personas, hombres y mugeres y niños que en ella estavan.Acta de acusación contra Antonio de Acuña (Patronato Real, leg. 4, f. 56).
La destrucción y quema de Mora hizo cundir la indignación en la región, y las represalias de los comuneros no tardaron en llegar: en Yepes y Toledo se derribaron las casas de los ciudadanos que no ocultaban su odio al movimiento, los lugares de Villaseca y Villaluenga fueron saqueados y quemados, y el caballero Juan de Ribera perseguido hasta su castillo en Cerro del Águila, Villaluenga.
El sitio de Segovia fue el asedio de dicha ciudad castellana por las tropas realistas de Rodrigo Ronquillo durante los meses de junio, julio y agosto de 1520. Se perfiló como respuesta al estallido comunero que a finales de mayo había terminado con la vida de uno de los procuradores de las Cortes de Santiago y La Coruña.
Sitio de Segovia | ||||
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Guerra de las Comunidades de Castilla Parte de guerra de las Comunidades de Castilla | ||||
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Fecha | Junio-agosto de 1520 | |||
Lugar | Segovia | |||
Coordenadas | 40°57′00″N 4°07′00″OCoordenadas: 40°57′00″N 4°07′00″O (mapa) | |||
Resultado | Victoria comunera | |||
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Contexto[editar]
El 30 de mayo el procurador Rodrigo de Tordesillas se dispuso a dar cuenta ante el regimiento de su actuación en las Cortes celebradas en Santiago y La Coruña. La multitud agolpada en torno a la iglesia de San Miguel, sabiendo que Tordesillas había votado el servicio exigido por el monarca, destrozó el cuaderno que contenía sus explicaciones y terminó por estrangularle en plena calle. A continuación, procedió a colgarlo junto a los víctimas del día anterior, Melón y Portal.1
En los días que siguieron al ajusticiamento del procurador Tordesillas incidentes similares — aunque no de la misma gravedad que los de Segovia—, se reprodujeron en otras ciudades castellanas afectadas por la propaganda antifiscal. Dentro del equipo de gobierno surgieron disensiones a la hora de proponer un freno a lo que ya se vislumbraba como una rebelión generalizada contra el monarca. Por un lado, el regente Adriano de Utrecht pretendía encontrar una solución política al problema, mientras que por el otro, el presidente del Consejo Real Antonio de Rojas Manrique bregaba por una represión armada.2 Fue este último grupo, el partidario «de la mano dura», el que finalmente acabó prevaleciendo.
El asedio[editar]
El 10 de junio, el alcalde Rodrigo Ronquillo recibió la orden de abrir una investigación sobre el asesinato del procurador segoviano, misión difícil de cumplir en estas condiciones.2 Al cabo de unos días su encuesta judicial pasó a ser una expedición de castigo contra Segovia:
La qual [ciudad] avemos mandado castigar duramente e con todo rigor.Cédula del 14 de junio de 1520.3
Ronquillo instaló su cuartel general en Santa María la Real de Nieva y desde allí, con aproximadamente 200 lanzas y alguna infantería, se dedicó a hostigar a la ciudad y evitar su aprovisionamiento.4nota 1Por esos días la regencia también acordó enviar el mayor número de soldados de a pie y a caballo para terminar con la resistencia de los segovianos. Estos, por su parte, cerraron filas en torno a la Comunidad y a su líder Juan Bravo, que invistieron de responsabilidades militares, y al mismo tiempo, se aprovisionaron de armas comprandolas a los armeros de la ciudad.6nota 2
A comienzos de julio los comuneros pudieron expulsar momentáneamente a Ronquillo de Santa María de la Nieva, donde incendiaron la casa en la que se aposentaba así como los numerosos procesos que tenía incoados contra la ciudad.4 Es posible que este acontecimiento tenga alguna relación con el relatado por el cronista Prudencio de Sandoval:
Y a dos leguas de Segovia toparon con la gente del alcalde, y dispararon unos tiros que llevaban. Los del alcalde se estuvieron quedos y con buen orden comenzaron a retirarse hacia el lugar. Los de Segovia pensaron que huían; y de todo punto desordenados arremetieron con gran grita contra ellos. Revolviéronse unos con otros, y hubo descalabrados. Los del alcalde prendieron al regidor, capitán Diego de Peralta, y los de Segovia prendieron a un alguacil llamado San Juan Gudiel, y a otros; y el alcalde se salió, y dejó el lugar a los de Segovia; los cuales pegaron fuego al cadalso, y editos contra ellos hechos. Y luego vinieron otros tres mil hombres en su socorro, y como se vieron tantos siguieron al alcalde y soltaron dos tiros gruesos y matáronle dos de a caballo, y tomaron a un pagador al pie de dos cuentos en dinero, que llevaba para pagar la gente, y enviáronlos con los otros presos a la ciudad.El alcalde se fue siempre retirando en buen orden, y algunos de su caballos vieron que se habían entrado unos desmandados en un lugar cerca de Nieva, que serían hasta cuarenta hombres, y dieron sobre ellos y prendieron algunos, y lleváronlos al alcalde, y luego ahorcó los dos, y los otros llevó a Coca, donde se metió.
Y los de Segovia recobraron su capitán y volvieron muy contentos con la presa del dinero a su ciudad.Prudencio de Sandoval, Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V.7
Lo cierto es que dos días después Ronquillo regresó a la lucha y en esta ocasión con más soldados. Segovia entonces llamó en su auxilio al resto de las ciudades rebeldes.6 Si creemos a Sandoval,8 Toledo puso en pie de guerra un ejército de 1000 hombres y 100 jinetes, a cuyo frente marchaba Juan de Padilla, y algunas piezas de artillería. Madrid envió por su parte 400 hombres y 50 jinetes dirigidos por Pedro Zapata y en la segunda quincena de julio mandó recaudar un impuesto extraordinario para la compra de armas y el reclutamiento de soldados.6 Estas tropas se unieron en El Espinar a los 2000 hombres y 150 caballeros comandados por Juan Bravo. De Salamanca acudió también Pedro Maldonado con algunos contingentes. La operación represiva del mes de junio se convirtió así en una verdadera prueba de fuerza entre el poder real y las ciudades rebeldes, para quienes estos acontecimientos fueron ocasión de afirmar su solidaridad y determinación.
Cuando Adriano recibió la información de que las milicias de Padilla se aproximaban a Segovia retomó una vieja idea que tenía en mente y ordenó a Antonio de Fonseca apoderarse de la artillería real depositada en Medina del Campo. Ronquillo, por su parte, se replegó hasta Arévalo para unirse al grueso del ejército. El 21 de agosto Fonseca se presentó ante Medina para acometer lo ordenado, pero entonces se encontró con una fuerte resistencia de la población, que interpretaba que la artillería iba a utilizarse contra Segovia. Como medida de distracción, ordenó provocar un pequeño incendio para intentar dispersar a los medinenses, pero no surtió efecto y finalmente hubo de retirarse junto a sus tropas. El incendio de Medina del Campo provocó la destrucción de una parte importante de la villa y el levantamiento comunero de toda Castilla.
El hostigamiento a Tierra de Campos fue una serie de incursiones bélicas de carácter marcadamente antiseñorial, dirigidas por el obispo comunero Antonio de Acuña en la región de Tierra de Campos a comienzos de 1521, en el marco de la Guerra de las Comunidades de Castilla.
Acuña, tras afianzar la Comunidad en la ciudad de Palencia por orden de la Santa Junta, pasó a la acción directa a comienzos de enero de 1521. La primera localidad a la que acudió fue Frechilla. Allí tomó prisioneras a las autoridades de la Audiencia del Adelantamiento mayor de Castilla y nombró un corregidor comunero. A continuación, pasó a Fuentes de Valdepero y se apoderó de la fortaleza y sus bienes. El 10 de enero entró en Paredes de Nava y el 16 terminó uniéndose en Trigueros del Valle a las tropas de Juan de Padilla, quien había salido de Valladolid el día anterior con vistas a reconquistar las fortalezas de Ampudia y Torremormojón. Acuña, pues, participó en los combates entablados en estas dos localidades entre el 16 y el 21 de enero. De hecho, Torremormojón no tardó en capitular ante los rebeldes. Solamente Ampudia, gracias a sus murallas y a su castillo, pudo resistir unos cuantos días más.
Una vez resueltos estos dos focos de resistencia, las tropas de Padilla, Acuña y el conde de Salvatierra marcharon juntas sobre Burgos, con la esperanza de que de esa manera darían coraje a los comuneros de la ciudad para levantarse contra el condestable. Finalmente, la proyectada operación no pudo concluirse porque el levantamiento se adelantó dos días. El obispo comunero, algo desanimado, regresó a Tierra de Campos y se dedicó a proseguir varios días más con la ofensiva antiseñorial. Así, el día 23 cayó sobre Magaz, pero al no poder vencer la resistencia de la fortaleza, se contentó con saquear ferozmente la villa. Siguió su recorrido hacia Cordovilla la Real y Tariego —propiedades del conde de Castro y el conde de Buendía, respectivamente—, cuyos castillos se encargó de derribar para evitar que cayeran en manos del enemigo. Finalmente, Frómista vio finalizar la exitosa campaña de Acuña, aunque no de la mejor manera, pues debió sufrir el saqueo de las tropas.
Hostigamiento a Tierra de Campos | ||||
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Parte de Guerra de las Comunidades de Castilla | ||||
![]() Mapa de los movimientos de Antonio de Acuña por Tierra de Campos, a comienzos de 1521. | ||||
Fecha | 5 de enero - 1 de febrero, 1521 | |||
Lugar | Tierra de Campos, provincia de Palencia | |||
Conflicto | Ofensiva antiseñorial | |||
Resultado | Victorias comuneras | |||
Consecuencias | Afianzamiento de la Comunidad en la región de Palencia. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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Acuña en Palencia[editar]
El 23 de diciembre de 1520 la Santa Junta le encomendó al obispo de Zamora, Antonio de Acuña, la tarea de establecer la Comunidad de manera definitiva en las regiones palentinas.1 Al mando de 4000 peones y 400 lanzas, asentó su cuartel general en la localidad de Dueñas (sublevada en septiembre contra los condes de Buendía) y marchó a Palencia. Allí arrestó a los sospechosos o indiferentes a la causa, recaudó impuestos en un monto de 4000 ducados y constituyó un aparato político local fiel al movimiento. El día 25 nombró a Antonio Vaca de Montalvo nuevo corregidor de la ciudad, y teniente al licenciado Martínez de la Torre. El 28 ambos asumieron oficialmente los cargos respectivos.
Primeras incursiones[editar]
Tras establecer sólidamente la comunidad en Palencia, Acuña retornó a Valladolid, ciudad que desde hacía unas pocas semanas se había convertido en la nueva capital del movimiento. No permaneció allí muchos días; a comienzos de enero retornó a las tierras palentinas para dar inicio a sus incursiones bélicas.
Frechilla[editar]
El obispo de Zamora, al mando de 300 hombres, entró en Frechilla el 5 de enero. Allí se apoderó de los oficiales de la Audiencia del Adelantamiento de Castilla y de la esposa del licenciado Lerma, los cuales envió prisioneros a Becerril de Campos. No contento con eso, dio permiso a los soldados para saquear sus bienes —las pérdidas se calcularon en 2000 ducados de oro—, y liberar a los presos de la ciudad. A continuación el licenciado de la Torre, Juan de Lila, Francisco Gómez y un tal Corral ocuparon la alcaldía mayor y el alguacilazgo del Adelantamiento. Finalmente, el 10 de enero el bachiller Zambrano tomó posesión del corregimiento de la villa.234
Fuentes de Valdepero[editar]
El 6 de enero de 1521 tropas medinenses capitaneadas por un tal Larez y mandadas por Acuña, sitiaron el castillo de Fuentes de Valdepero.1 Luego de dos horas de asedio, Acuña ordenó a un grupo de soldados incendiar las puertas de la fortaleza, y a otro grupo disparar ballestas con tiros que llevasen estopas encendidas, para quemar así el vigamen del tejado.5 Andrés de Ribera conferenció entonces un rato con el obispo, pero sin resultados positivos. La refriega continuó y ocho escopeteros comuneros llegaron a perder la vida,6 por lo que Acuña, convencido de lo dura que sería la lucha, dio garantías a los sitiados respecto a sus bienes, esperando de ese modo que se rindiesen. Ribera aceptó y permitió a los atacantes ingresar a la fortaleza.
No obstante, Acuña no respetó el acuerdo, sino que saqueó la aldea, tomó prisioneros a los señores del lugar, el doctor Tello y su yerno Ribera (el mismo que había conferenciado con él horas antes), y los condujo a Valladolid. Los daños se calcularon en 20.000 ducados, 30.000 según el cronista Alonso de Santa Cruz.5nota 2
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En Monzón de Campos Acuña entró a saco y pudo recaudar un total 20.000 maravedíes.7 Luego se presentó en Dueñas y finalmente en Paredes de Nava el 11 de enero. nota 3 Allí celebró con los vecinos una concordia ofensiva y defensiva para que le auxiliasen cuando lo necesitase.8
Reacción realista y enfrentamientos en Ampudia y Torremormojón[editar]
Cuando el condestable Iñigo Fernández de Velasco tomó conocimiento de las andadas del obispo de Zamora por Tierra de Campos, reclamó al almirante y al cardenal Adriano de Utrecht (con los que compartía la gobernación del reino), el envío de los soldados necesarios para detenerlo. Mientras llegaban, encomendó esta tarea a los condes de Castro y de Osorno, al mariscal de Frómista y a Juan de Rojas.9
Pero los capitanes Francés de Beaumont y Pedro Zapata no esperaron órdenes desde la gobernación y en la mañana del 15 de enero partieron con sus 1300 infantes, 150 lanzas y 40 escuderos en dirección a la villa de Ampudia, propiedad del rebelde conde de Salvatierra, Pedro López de Ayala. Su toma ese mismo día produjo un gran desorden en el dispositivo montado por los comuneros en Tierra de Campos.
La Junta respondió enviando al toledano Juan de Padilla, el cual se unió con Acuña en Trigueros del Vallenota 4 para formar un ejército de aproximadamente 4000 hombres.10 Los ocupantes de Ampudia, al tener noticias del inminente contraataque comunero, se refugiaron en Torremormojón, que los rebeldes recuperaron el 17 de enero luego de acordar con los vecinos el pago de un cuantioso tributo de guerra. Ampudia resistió varios días más gracias a la fortaleza de sus murallas y su castillo, pero finalmente capituló el 21 de enero.
Marcha hacia Burgos[editar]
Inmediatamente, Acuña, Padilla y el conde de Salvatierra marcharon con sus tropas en dirección a Burgos. Su plan consistía en animar a los comuneros burgaleses a levantarse contra la autoridad del condestable.10 La sublevación en cuestión tuvo lugar, pero no el 23 de enero, tal como estaba pactado, sino dos días antes, el 21. Este desfase permitió al virrey castellano al día siguiente restaurar el orden en la ciudad sin demasiados problemas. Las tropas comuneras, por otro lado, decidieron retirarse sin entablar hostilidades.
Continuación de la ofensiva antiseñorial[editar]
Tras el episodio de Burgos, el espacio geográfico de las incursiones de Acuña se trasladó ligeramente al este. Magaz de Pisuerga, Tariego de Cerrato, Cordovilla la Real y Frómista fueron, pues, los últimos objetivos del prelado antes de dirigirse al reino de Toledo.
Magaz[editar]
En la madrugada del 23 de enero Antonio de Acuña puso sitio al castillo de Magaz. Ocurrió que al verse incapaz de vencer la resistencia orquestada por García Ruiz de la Mota, dos horas antes de que amaneciese decidió ensañarse con la población. No dejó nada, ni un brocado, ni un maravedí, ni una cabeza de ganado, escriben sus enemigos. Robó los crucifijos, los ornamentos de las iglesias, inclusive el manto de la Virgen.11 De Palencia se enviaron diez escopeteros, diez caballeros y otros treinta hombres al mando del capitán Sant Román, con el fin de dar alcance a las fuerzas de Acuña y repartirse las cabezas de ganado.12 Cuando regresaban de noche a su ciudad Mota sacó al encuentro cinco caballeros, siete escopeteros y tres piqueros. El éxito fue total: recuperaron el ganado, capturaron a dos de los palentinos, mataron a otros tres, y el resto resultó herido. Mota pretendió ahorcar a uno de los prisioneros, que resultó ser el regidor Pedro de Haro, pero prefirió esperar la respuesta del condestable.
Cordovilla la Real y Tariego[editar]
Desde Torquemada, el obispo Acuña partió en dirección al castillo de Cordovilla la Real, propiedad del conde de Castro, y lo incendió. Tras este episodio, el 29 de enero saqueó Tariego de Cerrato, feudo del conde de Buendía. Al principio se pensó dejar una guarnición comunera en el castillo, pero ante el peligro de que cayese en manos del condestable, Acuña sugirió a la Junta la conveniencia de derribarlo y abandonarlo, junto con el castillo de Cordovilla.13
Frómista[editar]
El próximo y último objetivo de Acuña fue la ciudad de Frómista, a la que entró el primer día de febrero. La población, envuelta en un clima de terror por la modalidad de lucha del obispo comunero, se comprometió a reunir un rescate de 500 ducados para evitar el pillaje. Pero cuando Acuña se percató de que no habían podido recaudar dicha cantidad, procedió a despojar a las iglesias de sus crucifijos, cálices, y patenas de plata.11
Consecuencias[editar]
La muchas veces denominada «dictadura» del obispo de Zamora en Tierra de Campos permitió a los comuneros incrementar el tesoro de guerra, tanto por los impuestos que recaudaba en nombre de la Junta como por los saqueos a iglesias, castillos y aldeas pertenecientes a los señores:
El roba todos los lugares pequeños que puede y por ser perlado atrevese a las iglesias y dejalas sin cuidado de tener que guardar y a los lugares grandes rescatalos y componelos porque no les haga guerra acá.Carta del licenciado Vargas al rey, fechada en Burgos el 2 de febrero de 1521.14
Sus enemigos evocaron constantemente el ambiente de descontrol e inseguridad que reinaba a la región, que hacía recordar el reinado de Enrique IV. Por otro lado, estas incursiones bélicas dotaron al movimiento comunero de una las características más notables de su segunda etapa: el rechazo de un orden social basado en el régimen señorial.11
Tras la revuelta, como fue común en todos los casos, sobrevinieron las repercusiones judiciales. Así, por ejemplo, cuando Andrés de Ribera recuperó la libertad en marzo eligió tres comisionados, Juan Álvarez de Torres, Diego Ruiz del Corral y Antonio de Miranda, para que recobrasen por su precio los objetos vendidos por los soldados de Acuña a vecinos palentinos. A principios de agosto de 1522 el juez pesquisidor Francisco Castañeda se presentó en Palencia para investigar las «cosas y cabsas tocantes» al saqueo a Fuentes de Valdepero. Acudió a la junta del cabildo celebrada el 14 de agosto, pues estaba interesado en la devolución de algunos objetos, entre ellos los tubos de un órgano, que, en cuarenta reales, compró el canónigo Lorenzo de Herrera a unos soldados. Herrera ayudó a Juan Álvarez en su comisión y se mostró dispuesto a devolver cuanto se le pedía, previo abono del importe. Hasta tanto que esto se hiciera, los bienes reclamados quedaron en depósito, según resolvieron los capitulares.15
Otro caso lo ofrecen los concejos de Monzón y Valdespina, que en noviembre de 1522 reclamaron a Acuña 160 ducados que había obtenido de la localidad a fuerza de amenazas.
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