SIGLO XV EN ESPAÑA
Las Cortes generales catalanas de Barcelona de 1228 se celebraron en la ciudad en el mes de diciembre, bajo el reinado de Jaime I de Aragón. Los representantes de los estamentos sociales se reunieron durante tres días hasta fallar en positivo por la conquista de Mallorca, aplicar la paz de Dios para recoger fondos para su conquista.
En las Cortes de Barcelona de 1283, el rey Pedro III de Aragón se comprometió a reunir las Cortes Catalanas una vez al año y a no promulgar ninguna constitución general o estatuto sin la aprobación de aquella institución.
Estas cortes sirvieron para confirmar los privilegios, libertades, usos y costumbres de los catalanes. Al mismo tiempo, se limitó la capacidad real de imposición de tributos y se precisaron las competencias de los oficiales del rey (los veguers).
Otros acuerdos fueron:
- la reorganización de la administración de justícia aun aceptando que los vegueros no pudieran actuar fuera de los lugares de jurisdicción real
- las garantías a la libertad de comercio
- el reconocimiento de la existencia de regímenes municipales
El rey, además, se comprometió a respetar las libertades e inmunidades del clero e hizo importantes concesiones a la aristocracia, de los cuales derivó un reforzamiento del poder de los señores sobre sus campesinos y de la independencia de los barones respecto del rey.
Fue en ocasión de esta estancia del rey en Barcelona, y en este contexto negociador y organitzador, que los prohombres de la ciudad le demandaron que aprobase los privilegios concedidos a la ciudad por sus predecesores, y le suplicaron que otorgase otros capítulos y peticiones. El resultado fue el nombrado Recognoverunt Proceres (1284).
Las Cortes de Barcelona de 1503 fueron convocadas por Fernando II y se celebraron entre el 26 de abril y el 28 de noviembre de 1503.
El 22 de julio se eligieron nuevos diputados para la Generalidad y Ferrer Nicolau de Gualbes i Desvalls reemplazó a Alfonso de Aragón como presidente.
En agosto se concedió un donativo al rey de 200 000 libras de las que 130 000 correspondían al pago de 200 hombres de armas y 200 jinetes durante tres años. El dinero salió de un fogaje.
Se acordó crear un nuevo derecho de entrada sobre la canamasseria, si bien no entró en funcionamiento hasta 1506.
Las Cortes de Barcelona de 1519-1520 fueron presididas por el rey Carlos I.
La convocatoria fue polémica. En Lérida, Carlos juró los fueros catalanes el 28 de enero de 1519, y entró en Barcelona el 15 de febrero, inaugurándose la Cortes al día siguiente. Pero como la primera jura había sido objetada por los síndicos de la Generalidad y por la ciudad de Barcelona, por tanto, Carlos se avino a realizar un nuevo juramento el 16 de abril de 1519 en el que se incluía con su madre Juana la Loca, y convocar las Cortes nuevamente para el 12 de mayo de 1519.
El 11 de agosto de 1519 se estudió la compatibilidad de la Generalidad y se detectaron irregularidades por lo que respecta a las deudas de los oficiales con la institución, ni se cumplía el reglamento aprobado en las Cortes de Monzón de 1512.
Se aprobaron treinta y cuatro constituciones, la mayoría relativas a legislación jurídica y de funcionamiento de las instituciones de justicia, y diecinueve capítulos de corte que versaban sobre una excepción de impuestos para Nápoles. Se reiteró el libre comercio con Orán, Argelia y otros estados en manos de los turcos. Algunas medidas proteccionistas con la prohibición de sacar animales de Calatuña, Rosellón y Cerdaña o que solo los vasallos de la corona podían fletar con sal, esparto, lana y trigo.1 En total, una serie de cambios internos en la Generalidad con tal de tener más control económico, entre los que destacan la obligatoriedad de asistir a su oficina todos los días laborales y que los oyedores tenían la obligación de auditar todas las cuentas y pedirlas a los diputados salietnes, durante el primer año de cada nuevo trienio.
Las Cortes concluyeron el 23 de enero de 1520.
Las Cortes de Barcelona de 1529 fueron presididas por el rey Carlos I. Tuvieron lugar entre el 5 de abril y el 5 de julio de 1529.
El reinado de Carlos I se caracterizó por un coste muy alto en mantener al imperio, con el consiguiente agotamiento económico. Los principales motivos eran: las hostilidades con Francia por el interés del rey Francisco I de Francia sobre la península itálica, la defensa frente a las agresiones turcas en el Mediterráneo y el mantenimiento del Imperio Germánico que era codiciado por los príncipes alemanes.
En febrero de 1528 se anunció una declaración de guerra por parte del rey francés, y Carlos I se apresuró a convocar Cortes en Barcelona. Las pretensiones de la Generalidad de Cataluña consistían en el refuerzo de la jurisdicción de la institución respecto a los municipios, los barones y los soldados. También deseaba la ampliación y profesionalización de su personal e incremental el poder sobre el comercio exterior, principal fuente de ingresos. Sin embargo, en este último punto, el compromiso firmado entre el rey y Andrea Doria el 29 de diciembre de 1528 limitaba las posibilidades institucionales.
Lejos de antender las peticiones de la Generalidad, los diputados consideraban que esta constituía una mala gestión y favorecía los intereses de las clases dirigentes.
La pésima situación de la economía hacía prever que la Generalidad tendría que hacer un fogaje para poder atender el donativo real. Se introdujo una novedad al cambiar la fórmula de recaptación basada en el nombre de personas, por una de progresiva en función de las capacidades económicas.
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